Una Nueva Chispa
Beatrice es una alma inquisitiva, sin duda alguna. Sus traumas no la detienen por completo; hay algo en su esencia que permanecerá inmutable sin importar qué.
Necesito a alguien con una mente brillante para colaborar conmigo, y para atraerla, tendí una pequeña trampa.
Fue en la mansión, en la mañana del segundo día, cuando deposité los planos de la máquina a vapor. Cuando volví a encontrarme con Beatrice, le pregunté si había visto los planos.
Su respuesta fue negativa, y en ese instante, solté unas últimas palabras con un toque de provocación:
"Vaya, parece que es difícil de entender para ti".
Esa simple provocación encendió su alma inquisitiva, y enseguida me pidió que le proporcionara una breve explicación sobre el funcionamiento de la máquina. No espero que pueda comprenderla por completo, después de todo, no todos en mi mundo entendían su complejidad.
Aun así, le di una explicación vaga para que reflexionara sobre ello.
Mientras Beatrice está absorta en la revisión de sus notas, Puck permanece a su lado, completamente relajado y observándola detenidamente.
—¿Ya han terminado? Se han tomado más tiempo del que esperaba —dice Puck con una sonrisa intrigante.
—Sí, vine aquí a hablar contigo, pero ver a Beatrice en este estado es realmente sorprendente —admito, viendo un reflejo de mí mismo en su pasión por la investigación.
Beatrice continúa examinando varios libros que flotan a su alrededor, tomando notas meticulosamente mientras sus labios murmuran palabras ininteligibles. Es evidente que está completamente inmersa en su labor.
Puck echa un último vistazo a Beatrice antes de acercarse a mí, su mirada llena de curiosidad
—¿De qué deseas hablar? —pregunta, preparado para explorar las profundidades de nuestras conversaciones.
—Roswaal mencionó que tengo afinidad con el fuego. Dado que carezco de conocimientos sobre cómo manipular el maná, me preguntaba quién podría guiarme. ¿Y quién mejor que un gran espíritu? —Me inclino hacia Puck como gesto de respeto.
—¿Sería posible que me brindaras tu ayuda? —pregunto mientras me incorporo lentamente. Puck me observa con una breve expresión de incertidumbre. No tengo mucha información sobre la personalidad de Puck, pero creo que no es una entidad maliciosa. Finalmente, Puck responde con entusiasmo:
—¡Por supuesto! —exclama Puck con alegría.
—¿De verdad? —mi voz se llena de alegría y le agradezco con una mirada cómplice—. ¡Gracias! Maestro —agrego con un guiño juguetón. Puck se infla con orgullo en respuesta.
—¡Con gusto, aprendiz! —responde Puck con una voz profunda y solemne. Ambos compartimos una risa cómplice mientras nos despedimos de Beatrice, quien parece estar absorta en sus propios pensamientos.
—Vaya, parece que la dejé sumida en sus pensamientos —comento, sintiéndome satisfecho por haber capturado su atención antes de abandonar la biblioteca.
—Me alegra verla disfrutar de algo —añade Puck con un toque de melancolía en su voz.
Juntos nos dirigimos al patio trasero de la mansión.
Allí, Emilia se encuentra en un pequeño quiosco de piedra, rodeada por docenas de luces azules. Ya he tenido la oportunidad de ver esta escena una vez en los barrios bajos, pero su belleza sigue siendo hipnotizante. Giro mi mirada hacia Puck, preparado para comenzar a explorar el mundo del maná.
Puck sonríe ligeramente al verme y, de manera juguetona, saca unas gafas y se coloca un bigote largo, como si estuviera a punto de interpretar el papel de un anciano maestro.
Con una voz profunda y solemne, Puck comienza su explicación:
—El maná es la fuerza vital presente en cada ser vivo. Todos los seres albergan maná en su interior, el cual purifica y fortalece el cuerpo. En resumen, es una poderosa energía que revitaliza las funciones corporales.
Esto podría explicar por qué las personas en este mundo son inicialmente más fuertes que aquellas carentes de maná.
—Las personas nacen con un tipo de elemento en su interior, lo que significa que no pueden utilizar otros tipos de maná —añade Puck mientras continúa su explicación.
—¿Hay alguna razón para esto? Si la magia proviene del maná, ¿por qué no puedo aprender otros tipos de magia? —cuestiono, intrigado por esta limitación.
Puck procede a explicar:
—Para dominar la magia de un elemento en particular, es necesario comprender su funcionamiento, es decir, cómo convertir el maná en ese elemento específico.
La capacidad de usar la magia parece estar intrínseca en la naturaleza de cada individuo desde su nacimiento, como si estuviera codificada en sus genes.
—Usarás esa magia casi como si fuera una habilidad natural. Lo verdaderamente complicado radica en aprender todos los usos posibles y perfeccionar tu control sobre ella —continúa Puck.
En ese momento, Puck se acerca flotando hacia mí, coloca su pata en mi frente y comienza a realizar una especie de mímica con su boca, imitando un sonido que, en otro contexto, podría considerarse ficticio.
Sin embargo, en este nuevo mundo, se convierte en una realidad fascinante.
Pasados unos segundos, Puck abre los ojos con una explosión de sorpresa. Pero su sorpresa se desvanece rápidamente, dando paso a una euforia contagiosa.
—¡Vaya! Parece que tendré que hablar más. Marco —Puck da vueltas a mi alrededor con un entusiasmo desbordante—. Tienes más de un elemento en tu cuerpo, ¡fuego y viento, nada menos!
—¿Más de un elemento? ¿Viento? —miro a Puck con los ojos abiertos de par en par, incapaz de ocultar mi asombro.
Tener dos elementos no es algo que esté en la novela.
Si yo reemplacé al protagonista, entonces debería tener inicialmente el elemento Yin y nada más.
No entiendo.
Fundamentalmente soy un ser humano, pero ahora estoy atrapado en una historia.
¿Qué debo hacer? Los engranajes de mi mente giran a toda velocidad. No importa qué, debo aprovechar cada oportunidad que se presente.
—No es habitual, pero nacen personas que son compatibles con más de un elemento mágico. —Puck se detiene frente a mí, su voz rebosante de emoción—. Qué maravilla, Marco.
Puck empieza a aplaudir con una intensidad que reverbera en mi corazón.
Quiero encontrar una razón, una explicación, pero sé que no conseguiré nada sin información.
Si el elemento mágico está ligado al ADN, no debería ser extraño encontrar mutaciones. Lo que realmente me intriga es por qué alguien de otro mundo como yo tendría algo así.
—El problema está en que, para bien o para mal, tu puerta parece no haber sido usada para cosas buenas —dice Puck con un tono de decepción que corta como un cuchillo.
Ahora es el momento de aprovechar esta conversación para obtener más información.
—¿El miasma? Beatrice me dijo que era causado por la bruja de la envidia. —Mi mirada se vuelve seria mientras clavo mis ojos en los de Puck.
Puck se detiene, su mirada fija en la mía, y puedo sentir la tensión en el aire.
El tiempo apremia, y sé que no puedo perder ni un segundo. Necesito información, deseo obtener respuestas para cumplir mis ambiciones. Mi conocimiento sobre mi mundo real es mi mejor arma en este enigmático lugar.
Es precisamente por eso que compartí mi conocimiento sobre mi mundo con ellos, en este momento soy un misterio para ellos, una anomalía en su mundo.
Pero es precisamente esta enigma lo que los impulsa a hablar, a abrirse.
Están fuera de su zona de confort, y eso les permite romper las barreras y expresarse con más libertad. En este mundo, soy un forastero, alguien que no encaja del todo, por lo que hacer preguntas se siente completamente natural.
—El miasma que sientes en tu cuerpo es su creación, así es. Pero el problema radica en que, al no saber cómo controlar tu puerta, lentamente está corrompiéndote —Puck utiliza una metáfora con una flor para explicarlo—. Imagina que en lugar de agua, le estás echando aceite a una flor. Con el tiempo, esa flor morirá, porque no está diseñada para eso.
El miasma es como un veneno, un veneno que se despierta en gran medida cuando utilizas la habilidad del "retorno por muerte", como si fuera un residuo de su uso.
—Afortunadamente, tu capacidad de manejar el maná es bastante alta —Puck me sonríe de nuevo—. Tu cuerpo estaría destinado a ser el de un gran mago, algo que solo se ve en ciertas razas.
Una gran mago, si tuviese la misma edad antes de que me sucediera "eso" habría visto esto como una oportunidad de ser un héroe.
—Es bastante curioso, especialmente porque afirmas no ser de este mundo —comenta, finalizando su explicación—. Si no fuera por el miasma en tu cuerpo, tendrías una gran oportunidad
Pienso en lo diferente que podría haber sido esta historia.
Ahora que tengo una posibilidad real en mis manos, en lugar de perder el tiempo, debo esforzarme al máximo. Cada día aquí es una oportunidad, y no pienso desperdiciarla como lo hizo el protagonista en la novela.
Aunque al final, eso era una historia, centrada en sus temas.
Esto es la realidad.
Mi cuerpo está siendo afectado por el miasma en este momento. No estoy seguro si también está afectando mi mente, pero sé que con el tiempo, su influencia disminuirá.
—¡Dejemos de hablar y vamos a la práctica! —exclama Puck, rompiendo mis pensamientos.
Puck crea una pequeña bola de fuego con su cola, un acto de magia que emerge de la nada. La magia es verdaderamente sorprendente; verla en acción nunca deja de maravillarme.
Pero, al mismo tiempo, no puedo evitar recordar lo que ocurrió cuando el protagonista utilizó magia.
Si no soy capaz de controlarla, podría ser peligroso, tal como sucedió cuando su puerta explotó al usarla.
Tengo que aprovechar al máximo esta oportunidad, y si Puck está dispuesto a ser mi maestro, lo haré responsable de guiarme y protegerme en este mundo desconocido.
—¿Me puedes ayudar? No quiero terminar quemado o explotado. —Lo miro con una expresión un tanto abatida, impotente ante la idea de no poder enfrentar esta situación por mí mismo.
—¡Jajaja! Supongo que eso podría suceder. —Se acerca a mí, situándose detrás de mí.
Coloca una de sus patas en mi espalda, y una extraña sensación de frío se extiende desde ese punto por todo mi cuerpo.
—Yo te ayudaré, así que puedes estar tranquilo.
—Gracias. Definitivamente es un honor tenerte como maestro. —Sonrío con alegría, tratando de aligerar la tensión que siento.
Puck se ríe brevemente ante mis palabras, pero luego ambos nos concentramos en la tarea que tenemos por delante.
Un silencio pesado se cierne sobre nosotros.
Mientras Puck canaliza su maná en mí, me concentro en sentir esa energía. Es un proceso lento, pero gradualmente comienzo a percibir una sensación peculiar en mi cuerpo, como si estuviera siendo acariciado por un viento desconocido.
Siento una calidez que se expande por todo mi ser, como si hubiera entrado en una habitación caliente. Pero al mismo tiempo, desde mi espalda, una fría energía se mezcla con esa sensación, y ambas energías fluyen por todo mi cuerpo, creando una extraña y electrizante sensación en mis manos.
Esto es el maná, una forma de energía que carece de una manifestación física concreta, pero que es simplemente energía en su estado más puro. Es sorprendente descubrir que puedo percibir y manipular esta energía a través de la magia.
—Ahora, imagina tu puerta, el lugar de donde surge la energía cuando la abres y se cierra cuando la mantienes. —Las palabras de Puck rompen el silencio, guiándome en este proceso.
Controlar una puerta no es algo que se pueda hacer con precisión, pero si esto va a ser el comienzo, debo ir más allá.
Si lo que tengo que hacer es controlar esta energía, entonces debo imaginar un circuito perfecto, capaz de regular todos los elementos. Una puerta es una imagen vaga, pero en mi mente tengo grabada la imagen de un circuito regulador de potencia.
Ahora que tengo la oportunidad de imaginar el maná como una fuente de energía, lo primero que debo hacer es controlar la cantidad que fluye, como si estuviera ajustando la corriente eléctrica en un cable.
La corriente es como un río, puede ser un río grande o un riachuelo. Esto significa que para controlarla, necesito reducir su caudal.
Imagino una resistencia que gradualmente reduce el flujo del río eléctrico. Pero hay otro factor importante: el voltaje, que representa la fuerza con la que fluye la corriente. Debo ser preciso en este proceso.
Poco a poco, armo mentalmente un circuito con una resistencia variable que controlo con mi mente.
Visualizo un circuito regulador de ancho de pulso, con la claridad de quien ha sufrido mucho en el pasado y sabe cómo evitar los errores.
Controlaré cada variable para evitar una explosión, pues debo concebir el maná como si fuera electricidad.
Para concluir, imagino un lugar que almacenará toda esta energía: una fuente, una batería conectada a mi circuito. Mientras me concentro en esta imagen mental, siento una extraña sensación en mi pecho, como un calambre o una vibración. En respuesta, un choque eléctrico atraviesa mi cuerpo y percibo el sabor ácido de la batería en mi lengua.
Además, noto una sensación fría que me envuelve, como si algo estuviera drenando constantemente la energía.
Es intrigante cómo diferentes aspectos de la magia pueden manifestarse de manera tangible en mi percepción interna.
—El maná en tu cuerpo intenta purificar el miasma, pero este es demasiado denso para ser purificado —dice Puck detrás de mí—. Ahora que tienes la puerta, intenta hacer fluir el maná lo más lentamente posible. Yo te ayudaré si algo sale mal.
Sentado en el suelo, cierro los ojos y me concentro en mi interior.
Mi objetivo no es controlar la intensidad de la energía mágica, sino regular su flujo para evitar un agotamiento rápido y utilizarla eficientemente.
Mi circuito se activa y siento inmediatamente cómo la batería comienza a liberar maná, regulado por la resistencia. Los transistores empiezan a operar para mantener un flujo constante.
Me doy cuenta de que mi conocimiento en principios eléctricos y electrónicos en mi mundo puede aplicarse para manipular la magia en este nuevo contexto.
Si puedo concebir la magia como energía, entonces puedo utilizar los mismos métodos y técnicas que conozco para controlarla.
"La magia es una forma de autosugestionarte"
—Esto significa que, independientemente de si es real o no, si creo que puedo controlar mi magia de esa manera, entonces sucederá. Todo depende de cuánto pueda creer en ello —susurro, sintiendo el peso de mis pensamientos internos.
Mis ojos escudriñan el oscuro abismo a mi alrededor, consciente de que revelar mi conocimiento podría desencadenar consecuencias impredecibles. Puck y Emilia, dos seres cuyo entendimiento de la magia es vasto, podrían no comprender mis teorías.
O tal vez, solo tal vez, esto sea el inicio de una revolución en el control de la energía.
Me aferro a la determinación de seguir mi propio camino, independientemente de las normas establecidas. Mis palabras rompen el silencio con un eco inquietante:
—Creo que lo he logrado. Controlar el flujo para que sea constante, regulando las ondas y manteniéndolo lineal.
Es como si estuviera transformando la realidad misma, cambiando de corriente alterna a corriente continua. Puck, enigmático y misterioso, se acerca, su presencia sutil pero imponente.
—¿Pasa algo? —inquiero, el temor latiendo en mi voz, temiendo haber errado en mi intento.
Puck, con su sabiduría, me sorprende con su respuesta.
—No... Al contrario, la forma de tu puerta es clara, es extraña pero es clara. Lo sorprendente es que el maná dentro de ti parece haberse controlado un poco mejor, lo normal sería tener un maná que fluctúa en intensidad, ya que apenas eres un novato —explica, sus ojos centelleando con curiosidad—. ¿Es de verdad tu primera vez usando magia?
Asiento con confianza, no dispuesto a mentir.
La verdad es mi mejor aliada en este desafío. Sin embargo, la duda persiste en los ojos de Puck, quien puede escrutar mi sinceridad.
Decido alzarme, tomar el riesgo y compartir mi origen, mi conocimiento de la energía eléctrica de mi mundo.
Explico cómo aplico esos principios en esta nueva realidad, viendo cómo sus ojos se ensanchan con cada palabra.
Finalmente, Puck muestra una expresión de reflexión, como si considerara la magnitud de lo que acabo de revelar.
Mis palabras han encendido una chispa de curiosidad en su ser, y en ese momento, sé que hemos dado un paso más allá de lo conocido, hacia un territorio desconocido lleno de posibilidades.
El suspenso se cierne en el aire, y el destino aguarda en las sombras, listo para desvelar su siguiente misterio.
El crepúsculo tiñe el cielo de tonos dorados mientras Puck y yo continuamos nuestra conversación. Su sonrisa, una mezcla de curiosidad y admiración, es un reflejo de mi propia sorpresa y gratitud por su apoyo.
—Entonces, mezclar tus conocimientos en ese campo te llevaron a lo que hiciste ahora —Puck comenta con una mirada perspicaz, como si hubiese descubierto un nuevo enigma—. Parece que mi pupilo es increíble, deberías contarme más sobre tu mundo.
Mi corazón se hincha de orgullo ante sus palabras. Le debo mucho por ayudarme, y su reconocimiento es un gran regalo.
—Es gracias a mi gran maestro —respondo con gratitud, alzando mi puño en un gesto de camaradería—. Siempre que quieras hablar, no tendré problema alguno.
Puck acepta mi gesto y choca su pata con mi puño en un gesto de complicidad. La conexión entre nosotros se fortalece, y siento que estamos unidos por un propósito compartido.
Puck entonces comparte una información crucial sobre el maná, revelando que su funcionamiento se basa en la comprensión de la mente y la imaginación.
Sus palabras reverberan en mi interior como una revelación, una puerta a nuevas posibilidades.
—Aunque, te recomiendo que no digas a todo el mundo sobre tu procedencia, dudo que alguien en la mansión le tome importancia, pero no sabemos qué personas hay por el mundo —advierte, su mirada perdida en el horizonte, como si vislumbrara el futuro incierto.
Asiento con seriedad, comprendiendo la importancia de mantener mi origen en secreto. La responsabilidad que recae sobre mis hombros es abrumadora, pero estoy decidido a enfrentarla.
—Claro, eso lo tengo claro —afirmo con determinación—. Todo tiene un propósito.
Mis pensamientos divagan en las posibilidades que se abren ante mí. La magia y la ingeniería pueden converger de formas inimaginables.
El potencial es ilimitado, y estoy ansioso por explorarlo.
Sin embargo, una voz repentina interrumpe nuestro diálogo, sacándonos de nuestra reflexión conjunta.
—¿Qué hacen? —la pregunta flota en el aire, tomándome por sorpresa.
El instante se carga de sorpresa cuando la voz de Emilia resuena a mi lado, un repentino eco en el silencio.
Mi cuerpo reacciona de forma instintiva, dando un brinco que me hace tropezar con mi propio pie, y termino en el suelo con un estruendo incómodo. Puck no puede contener su risa ante mi reacción desbordada.
Los ojos preocupados de Emilia se posan en mí, y con una dulce voz y una sonrisa sincera, pregunta:
—¿Estás bien?
Aprovecho su mano extendida y me levanto con un asentimiento, aún aturdido por la sorpresa.
—Sí, solo estaba muy concentrado —respondo, tratando de disipar la vergüenza que ha invadido el momento.
Emilia se disculpa, pero yo la detengo con una mirada y en su lugar clavo mis ojos en Puck, mi maestro.
La emoción late en mi pecho, porque el tiempo apremia, y pronto comenzaré a aprender a leer y escribir de la mano de Ram.
No quiero perder ni un segundo.
Puck no pierde tiempo y me guía con su mirada intensa.
—Ahora que tienes el control de tu puerta, lo que debes hacer es imaginar que fluye hacia tus manos y de ellas emana el fuego —indica, su voz resonando como un eco profundo en mis oídos.
Emilia decide guardar silencio para no interrumpir mi proceso, una actitud que agradezco profundamente.
El día ha cedido ante la noche, y el esplendor del atardecer ha dado paso a un firmamento que es extraño y diferente al que suelo conocer.
La magia, como una página en blanco, aguarda mis instrucciones y mis deseos.
Todo lo que necesito hacer es imaginar, comprender, y creer en mi capacidad. La magia reside en la imaginación y en el entendimiento de su funcionamiento.
Cierro los ojos y visualizo cómo el gas fluye desde mis manos, como si fuera un cauce invisible. La chispa de mi intención enciende la llama, pero cuando abro los ojos, no veo más que la oscuridad de la noche.
Debo intentarlo de nuevo.
Fracaso una y otra vez. A pesar de que sé que está grabado en mí, no puedo evitar sentir una barrera mental. Mi mente se resiste a aceptar la idea de que puedo crear fuego de la nada, y esa duda me limita.
Pero no me rindo. En mi sesentavo intento, imagino que la pila que sostengo está conectada a una máquina que regula el flujo de gas. Dejo que el gas fluya lentamente, como si estuviera abriendo una válvula.
La llama debe nacer del gas.
—¡Le daré una chispa! —exclamo, como un grito de determinación.
Abro los ojos con fuerza, concentrándome en que la chispa encienda el gas que fluye de mi mano. Siento cómo el calor comienza a intensificarse en mi palma, y de repente, una llamarada caótica y descontrolada brota de mi mano, como si hubiera una fuga de energía.
La emoción desborda a todos. La excitación del logro nos envuelve en su abrazo cálido.
—¡Lo lograste! —gritan ambos, contagiados por la victoria que compartimos.
Miro la llama danzante en mis manos, maravillado por la magia que ahora fluye a través de mí.
La magia, el poder que todos anhelamos, ahora es mía para moldear.
Pero esto es solo el comienzo. Ahora que tengo el control sobre la llamarada, debo perfeccionarlo. No solo quiero encenderla, sino también dominarla.
Emilia, curiosa, pregunta:
—¿Qué planeas hacer?
Mis ojos brillan con determinación mientras explico mi próximo paso.
—Los cristales mágicos aquí funcionan de manera similar; la llama no crece indefinidamente, sin importar cuánto maná le apliquen —comento, señalando mi intención de controlar la llama a voluntad.
Imagino que cierro una válvula en mi mente, reduciendo el flujo del gas, y la llama comienza a transformarse. Deja de ser una llamarada caótica y se convierte en una llama recta y controlada. Sin embargo, aún no es suficiente.
Decido aumentar el flujo de maná, infundiendo más energía en mi poder. Mi mente ajusta la presión de la llama, y esta se transforma en algo que solo había visto en películas antiguas: un sable de luz.
La presión es tal que en la parte inferior de la llama, empieza a asomar un tono azul, una señal de que la temperatura se ha vuelto intensamente alta.
La magia fluye como un río salvaje bajo mi control, y el suspenso en el aire es palpable mientras enfrento un nuevo desafío en mi búsqueda por comprender y dominar esta magia desconocida.
La sorpresa se refleja en los ojos de Emilia y Puck mientras observan asombrados mi nueva habilidad.
Para ellos, acostumbrados a la magia en su forma explosiva y descontrolada, mi capacidad para regular el fuego debe ser un enigma intrigante. La mirada de Emilia se posa en una roca cercana, la toma y la arroja directamente a través de la llamarada.
La roca atraviesa el fuego sin ser cortada, después de todo es gas, pero eso no me molesta.
Lo que tengo en mis manos es un poder destructivo, capaz de causar graves quemaduras. Pero estoy decidido a explorar sus límites y posibilidades.
Decido cerrar aún más la válvula imaginaria, aumentando la presión del gas y reduciendo el tamaño de la llama. Es entonces cuando un dolor agudo me ataca en el pecho, dejándome sin aliento. Siento como si de repente hubiera perdido todo el aire en mis pulmones. Mi maná se vuelve inestable, enviando calambres de dolor a través de todo mi cuerpo.
—¡Marco! —exclaman Puck y Emilia, corriendo hacia mí en un acto de preocupación sincera.
Puck coloca sus patas en mi pecho y comienza a regular el flujo de maná, mientras que Emilia utiliza su magia de sanación para aliviar mi sufrimiento. Pero esto va más allá de una simple herida física; puedo sentir que algo más profundo está ocurriendo.
El miasma.
Hay aspectos de este mundo que no me han sido revelados por completo, y mi ignorancia casi me lleva a un desastre.
El miasma, un enemigo pasivo y silencioso, había comenzado a consumir mi maná de forma descontrolada.
Después de unos angustiosos minutos, Puck logra estabilizarme, aunque mi cuerpo responde con un doloroso entumecimiento en todos mis músculos, como si hubiera realizado una intensa sesión de ejercicios.
Emilia exhala un suspiro de alivio al verme en mejores condiciones. Se sienta en el suelo mientras yo yago en el suelo, sin poder mover ni un solo músculo.
Con seriedad en su mirada, Emilia me advierte:
—Casi agotas por completo tu maná al esforzarte de esa manera. No puedes hacerle eso a tu cuerpo; no lo soportará. Primero debes aprender a controlar la magia dentro de ti.
Puck parece querer decirme algo, pero su mirada se cruza con la de Emilia, y se contiene. Supongo que no quiere que conozca la verdad sobre el miasma en mi interior.
Pero sé que llegará el momento de hablar con él al respecto.
En ese momento, mi humor cambia y, con una sonrisa traviesa, le propongo a Emilia:
—¿Me llevarías a la cama?
Emilia, sin perder la sonrisa, accede y me carga como si fuera una pluma.
Estoy frente a ella, sus ojos capturando mi atención mientras observo su rostro perfectamente esculpido y su piel pálida y tersa. Es un momento de proximidad que no puedo evitar apreciar.
—¡Wow! ¡Wow! No tienes por qué cargarme así —bromeo, tratando de no reírme ante la escena inesperada. No esperaba que realmente aceptara mi solicitud, y mucho menos que me llevara con tanta facilidad.
Debo recordar no provocar a Emilia más de lo necesario; definitivamente no es alguien con quien quiera enemistarme. Para mi sorpresa, Emilia me baja con suavidad y me entrega una semilla.
—Es una semilla bocco, te ayudará a recuperar un poco de tu maná —explica, mostrando su preocupación por mi bienestar.
Contemplo la semilla Bocco en mis manos, pero decido no consumirla de inmediato. Recuerdo vagamente haber oído hablar de ellas, y lo mejor es preguntar antes de tomar cualquier decisión.
—No me siento tan mal —le digo a Emilia con una sonrisa, tratando de mantener la calma—. ¿Cómo funcionan exactamente las semillas Bocco?
Puck se acerca a mi oído y responde en un susurro:
—Al consumirlas, tu puerta se abre de golpe y absorbe el maná del entorno con fuerza. Pero, mi pupilo, deberías abstenerse de comerlas. Solo Lia puede hacerlo sin problemas.
Sus palabras dejan claro que hay algo especial o peligroso en estas semillas, pero decido dejar ese tema para más adelante.
Por ahora, confío en Puck y evito consumirla. Él utiliza su magia para ayudarme a recuperar algo de energía, permitiéndome moverme más fácilmente.
—Gracias, pero me siento lo suficientemente bien —le digo a Emilia, y luego me dirijo a ella con una sonrisa—. No soy tan débil.
Emilia responde con una sonrisa, aceptando mi respuesta.
Después de ese breve intercambio, me encamino hacia mi habitación. Emilia y Puck se alejan en otra dirección, y agradezco que no hayan llegado antes, ya que de lo contrario habrían notado mi ausencia.
Una vez en mi habitación me siento en la cama, pensando en esa pequeña personita.
No quiero molestar más a Beatrice por el momento. Necesito tiempo para adaptarme a este mundo y esperar a que su interés por mí crezca.
La visitaré cuando considere oportuno y compartiré con ella los planos que iré creando. No quiero utilizarla a la fuerza; quiero que fluya de manera natural.
Solo deseo hacerla feliz.
Pero mi introspección se ve interrumpida por un suave golpe en la puerta. Rápidamente, me levanto y la abro. Al hacerlo, unos delicados cabellos rosados revolotean a mi alrededor, y me encuentro cara a cara con Ram.
—Sé que soy hermosa, pero no me gusta que me miren con ojos lascivos como los tuyos —sus palabras, cargadas de desprecio, me toman por sorpresa.
Ram entra en la habitación con un gesto de molestia, pero no por la razón que yo esperaba.
—No, no, es que tienes algo en tu cabello. —Señalo su cabeza con una sonrisa—. Pensé que te habías dado cuenta, qué despistada.
La cabeza de cabellos rosados parece libre de cualquier adorno, y mi explicación apresurada sobre algo en su cabello solo la hace lucir un tanto irritada.
Algún día me va a matar por responderle.
Con un suspiro de resignación, Ram finalmente entra, cerrando la puerta tras de sí. Su expresión mezcla una pizca de fastidio y curiosidad, como si se preguntara qué diablos está pasando por mi cabeza.
Ella deja un libro en la silla de mi escritorio antes de sentarse en la cama. Con un gesto, me indica que la siga. No puedo evitar sentir un atisbo de gratitud hacia ella por ofrecerse a enseñarme.
—Deberías agradecer que alguien como yo te va a enseñar.
Asiento, aceptando su punto.
—Razón tienes. —Me acerco a mi silla y me siento, tomando el libro en mis manos.
Parece ser una recopilación de cuentos. Sin embargo, las formas y símbolos que llenan las páginas son extraños y desconocidos para mí.
Aunque ansío aprender, la sintaxis es completamente diferente de lo que esperaba.
Ram se levanta de la cama y toma la silla junto a mí.
—Espero que aprendas rápido porque solo lo diré una vez.
Con pluma y papel en mano, comienza a explicar la complejidad de su idioma. A medida que pasan los minutos, las reglas y estructuras comienzan a tomar forma en mi mente.
—Así que esto es su idioma, gran maestra. —Le dirijo una sonrisa burlona.
Es un idioma peculiar, una mezcla extraña de latín y japonés. Se divide en tres tipos de glifos: Ro-Glifos, I-Glifos y Ha-Glifos, cada uno con su correspondencia en mi mundo.
Los I-Glifos son similares al hiragana japonés, aunque con algunas particularidades. La fuerza de la consonante no cambia, por lo que "ka" y "ga" comparten el mismo glifo. La repetición de vocales se hace simplemente escribiéndolas nuevamente, y los caracteres kana pequeños se representan como glifos normales.
Los Ro-Glifos son una reescritura del abecedario latino, pero con símbolos diferentes para representar las mismas veintisiete letras. Por último, los Ha-Glifos sustituyen palabras extranjeras del inglés que normalmente se representarían en katakana.
La extrañeza de todo esto solo aumenta mis dudas sobre el lugar en el que me encuentro.
A pesar de la confusión inicial, aprender el idioma parece más factible de lo que había imaginado. Solo necesito memorizar la forma de cada letra y familiarizarme con la sintaxis.
El japonés, el inglés y el español ya son parte de mis habilidades lingüísticas, lo que facilitará el aprendizaje de este nuevo idioma.
Con determinación, me sumerjo en la tarea de memorizar los glifos, con la esperanza de que este conocimiento me lleve un paso más cerca de comprender mi situación en este extraño mundo.
Ram me mira con impaciencia mientras prosigo mi aprendizaje acelerado, minimizando mis errores en el proceso.
—Al menos tienes cerebro, así da gusto ser tu maestra —dice Ram, inflando su pecho con arrogancia.
—Debes sentirte orgullosa de tener un estudiante tan talentoso como yo. —Afirmo, sacándole un poco la lengua en tono de broma.
Entonces, como las personas maduras que somos, hacemos una apuesta: si puedo escribir una frase, la otra persona se compromete a lavar los platos durante toda la semana.
—¡Vamos allá! —Exclamo con determinación.
La batalla final ha comenzado, y con el resto de mi energía, me sumerjo en la escritura de una frase utilizando los I-Glifos. Mientras escribo, me concentro intensamente para evitar cualquier error.
Mis manos tiemblan debido a la tensión, mientras Ram intenta distraerme con palabras al azar para desconcentrarme. Un solo error significaría el fracaso total.
¡Debo darlo todo en este momento!
Pongo en marcha todo mi cerebro, no puedo permitirme fallar, no ahora. El ambiente se vuelve cada vez más tenso a medida que sigo escribiendo, entregando todo mi ser en cada trazo.
Ram parece observar ansiosamente, verificando que lo que escribo esté correcto.
—¡No puede ser...! —murmura Ram, visiblemente asustada.
Sigo escribiendo sin descanso, utilizando todas mis fuerzas y demostrando una determinación inquebrantable frente a esta situación. No me dejaré doblegar, no cometeré ningún error.
¡Estoy decidido a ganar!
Pasa una hora y estoy a punto de dormir. Cierro los ojos pensando en el día de mañana.
Hoy fue un día tan emocionante y lleno de acontecimientos que casi olvido algo importante: mañana es el día del ataque de las mabestias. No tengo ningún plan concreto, ya que en realidad no hay mucho que pueda hacer para evitarlo.
He estado vigilando si alguien se dirige hacia la aldea, pero para mi sorpresa, parece que nadie tiene intenciones de hacerlo.
Si alguien finalmente decide ir, entonces tendré que acompañarlo para asegurarme de que la mabestia no utilice su maldición contra nadie y para que Rem o Ram puedan ver el cristal y, con suerte, repararlo.
Mientras reflexiono sobre esto, cierro los ojos lleno de temor. No tengo idea de lo que depara el día de mañana.
Si soy reiniciado, tendré que repetir todas mis acciones y fingir que no sé nada de lo que ha sucedido hasta ahora.
Será aún más difícil debido al sensor de Puck. Con la información que tengo, mentir se volverá extremadamente complicado.
Debo superar este desafío desde el primer intento. Si quiero cumplir mis objetivos, aprender magia fue un paso importante, pero ahora también debo esforzarme por controlar el miasma en mi cuerpo.
Finalmente, caigo rendido por el agotamiento de este largo día.
El cuarto día normalmente sería cuando las mabestias atacarían. Sin embargo, algo inusual ha sucedido:
No ha ocurrido ningún ataque.
