Hace más de 1000 años aproximadamente
3. La caída
Poco después de haber cumplido los cinco años empezó a verlos: seres extraños que se arrastraban y escondían en lugares oscuros, tenían diferentes tamaños, formas y colores que le causaban curiosidad y llamaban su atención. Cuando trataba de agarrarlos algunos huían y otros sólo decían cosas incomprensibles. Al inicio sus padres lo tomaron como parte de sus juegos y amigos imaginarios, ya que por más que ella les señalaba donde estaban aquellos seres, ellos jamás pudieron verlos y trataban de hacerle creer que no estaban ahí. Sin embargo, poco a poco su padre empezó a verla de una forma más recelosa y desagradable que de costumbre. A los pocos meses, su actitud terminó por confirmar su molestia y cada vez que trataba de comunicarse con aquellos seres, su padre se ponía de muy mal humor, especialmente cuando estaban en la calle rodeados de personas y le ordenaba en voz baja y severa que dejara de actuar como una loca.
Debido a ello intentó hacerlo a escondidas, se escabullía por las casas y campos de sus vecinos para poder encontrar a aquellos seres y por fin satisfacer su curiosidad, ya que en el campo era casi imposible encontrarlos. Gracias al nacimiento de su hermano poco tiempo después, su ausencia pasaba desapercibida, aunque en realidad nunca le prestaron tanta atención como a él, pues era el varón que tanto habían anhelado sus padres, y un año después dieron la bienvenida a uno más aunque con él llegó también la triste noticia de que su madre no podría tener más hijos. Si bien su padre se mostró frustrado en un principio, eventualmente lo aceptó, ya que al menos tenía dos niños.
Sin embargo, debido a su situación precaria y con la llegada de nuevas bocas que alimentar, su padre tuvo que trabajar más horas en el campo, mientras que su madre buscaba trabajos de lavandería para poder ayudar y cuidar a sus hermanos al mismo tiempo. Así, ella con sus seis años y medio también tuvo que contribuir al sustento de su hogar. Su padre le enseñó a ir al bosque para recolectar agua fresca y conseguir hierbas de todo tipo para poder vender y hacer preparaciones. A decir verdad, aquellos fueron los mejores meses que pudo compartir con su padre, pues parecía que la calma y soledad de los bosques cambiaba su forma de ser y no era tan rudo con ella, como si la ausencia de personas le permitiera ser más amable.
Poco a poco fue aprendiendo sobre plantas medicinales, cosméticas, aromáticas y comestibles, cuando su padre ya no pudo acompañarla por sus labores en el campo, fue su madre con sus hermanos para terminar de enseñarle las cosas que le faltaban y más adelante la dejó por su cuenta. Su madre siempre había sido una persona callada y tímida, cuando su padre se irritaba por las visiones de Kasumi, ella sólo atinaba a mirarla con miedo y prefería que fuera su padre quien corrigiera su comportamiento. Le hubiera gustado que su madre fuera tan cariñosa con ella como lo era con sus hermanos, pero las veces que ella había tratado de acercarse y darle un abrazo, su madre parecía corresponderlos por obligación y con temor.
Con el pasar de los meses se fue familiarizando cada vez más con aquellos árboles y paisajes que parecían darle la bienvenida con la brisa y el aroma de las flores. Al principio tenía miedo de ir sola pero poco a poco el bosque se convirtió en su refugio, le servía para despejar la mente, la ayudó a olvidarse de aquellas apariciones extrañas y a la vez encontró el consuelo a la soledad que la acompañaba por ser distinta a su familia.
Pasaron los meses y después de tres años, Kasumi inició un pasatiempo que empezó como parte de su trabajo. Para no olvidar la forma, los nombres y los usos de las plantas que encontraba empezó a disecar algunos ejemplares para tenerlos a la mano y coleccionarlos, hasta que un día en una de las entregas de lavandería de su madre escuchó sobre la escritura, donde a través de dibujos podía guardar lo que sabía. Le llamó la atención y quería aprender, pero al ser de clase baja no tenía los medios, así que fue probando suerte con diferentes familias a quienes su madre servía para ver si alguna aceptaba algún tipo de intercambio con las hierbas que ella recolectaba para poder aprender aunque sea lo básico. Así fue que una joven, algunos años mayor que ella y su madre, que había enviudado recientemente, se conmovieron con ella y decidieron enseñarle el alfabeto japonés, ya que el chino estaba reservado sólo para los grandes clanes y familias cercanas al emperador.
Aquellas mujeres fueron las primeras personas a las que pudo considerar una especie de amigas y quizás la madre y hermana que le hubiera gustado tener, eran amables, diferentes a las personas de su nivel, siempre la trataban como a una igual y compartieron la mesa con ella tantas veces que terminó por hacerse costumbre comer juntas.
Por su lado, ellas al igual que Kasumi, también le tenían un gran aprecio pues alegraba su hogar con sus ocurrencias y su ternura; por ello cuando supieron de la situación con sus padres y al ver el esfuerzo que ponía al traerles flores y compartir sus conocimientos sobre plantas, decidieron corresponderle enseñándole otras cosas además de leer y escribir, como hacer cuentas, un poco de historia, política, poesía y cómo comportarse ante los demás. Si ella hubiera nacido en una familia más favorecida hubiera podido subir de nivel rápidamente, sin embargo, ellas tratarían de ayudarla y si tenía suerte, en pocos años sería la envidia de las mujeres y el anhelo de los hombres.
Como Kasumi pasaba la mayor parte del tiempo en el bosque, recolectando y jugando había descuidado bastante su apariencia, así que fueron ellas quienes le enseñaron a cuidar su imagen. Sorprendentemente, la niña dócil desapareció ante la mención de un baño, puso bastante resistencia, llegando incluso hasta llorar, pero después de varias semanas persuadiéndola con dulces y comida terminó aceptando con tristeza. Grande fue su sorpresa al ver como al sacar el sombrero que llevaba y deshacer su moño se daba paso a un cabello relativamente largo y muy mal cortado, con fleco y lados desiguales, pero su sorpresa fue aún más grande al ver que el color negro de su cabello iba desapareciendo con cada cuenco de agua para dar paso a un celeste encendido mientras las lágrimas de Kasumi escurrían con él.
Madre e hija quedaron atónitas, jamás habían visto algo así; sin embargo, sabían la relación de ese color con aquellos que se hacían llamar "hechiceros" y no pudieron evitar la corriente de miedo que les invadió el cuerpo con un escalofrío; estaban a punto de irse, pero al ver los ojos llenos de lágrimas y escuchar la voz quebrada de Kasumi pidiendo perdón desesperadamente, pudo más el cariño que había nacido entre ellas que el temor que podían sentir. Ambas la abrazaron, silenciando sus instintos de huida y le acariciaron el cabello, diciéndole por primera vez palabras de consuelo.
Aquel día Kasumi abrió su corazón y les contó sobre aquellos seres a los que veía y por fin tuvo una respuesta al miedo de su madre y la molestia de su padre: ella era una "hechicera". Ambas mujeres le contaron todo lo que sabían relacionado a ellos, sus poderes con los que hacían "magia", la energía celeste que decían que envolvía a las personas con pensamientos negativos y que ellos usaban a su favor para "luchar" con las "maldiciones", seres nacidos de aquellos sentimientos negativos. Eran personas sin control que se destruían entre ellos mismos para ganar aún más poder, tierras e influencia sobre el emperador. Cometían abusos llevando destrucción y caos con sus peleas, siendo así odiados y temidos por las demás personas.
—Perdónenme, por favor, nunca quise molestarlas con mi presencia— Kasumi comprendió por qué sus padres eran distantes con ella, las lágrimas caían nuevamente mientras se agachaba para pedir disculpas— les devolveré todo lo que me han dado y les pagaré…— de pronto una mano le levantó el rostro sin dejarla terminar.
—No tienes por qué pedir perdón Kasumi— le dijo la señora Azumi mientras la abrazaba levantándola del suelo acariciándole la cabeza —nosotras también nos dejamos llevar por el miedo y por un momento olvidamos a la inocente niña que nos alegra con su compañía. No tenemos por qué desconfiar después de haber compartido tantos momentos, nos gustaría que siguieras viniendo a visitarnos y si es posible que nos cuentes más cosas sobre aquello que nosotras no podemos ver. —La señora Azumi le dirigió una sonrisa amable al igual que su hija y Kasumi al ver que eran sinceras, no pudo contener su emoción y con lágrimas les devolvió el abrazo.
Después de aquel día, la señora Azumi y su hija Ema arreglaron el corte irregular que tenía Kasumi, tratando de cubrir los mechones cortos con los largos, para finalmente terminar con un flequillo a un costado y un mechón corto cerca al rostro que no pudieron cubrir. Entre las tres hicieron un tinte más suave para pintar el cabello de Kasumi de color negro y acomodaron su sombrero y velo de forma que lo sujetara bien.
Fueron los cuatro años más felices para Kasumi, por fin había encontrado una familia al lado de Ema y Azumi, había aprendido muchas cosas con las que alguien humilde como ella sólo podía soñar y en las tardes que no las visitaba, iba al bosque con sus hermanos para enseñarles lo que aprendía con ellas. En cuanto a sus padres, si bien seguían manteniendo su distancia, ya no eran tan fríos como antes, al principio fue por las cosas que conseguía Kasumi con la venta de lo que recolectaba, pero conforme pasó el tiempo vieron como ganó un poco más de confianza y trataba de hacer que su hogar fuera más acogedor, ella misma transmitía su alegría, se veía más refinada, aunque mantenía su amabilidad y gracia.
Para su sorpresa Ema y Azumi mostraron gran curiosidad por su "don", ellas querían saber todos los detalles de lo que ella veía y cuál era su "poder especial". Kasumi les describía y dibujaba como eran las maldiciones, que hacían y donde estaban para que evitaran cruzarse con ellos, ya que al estudiarlos se dio cuenta que dañaban a las personas de diferentes formas. Poco a poco a pedido de ellas fue esmerándose más intentando atraparlos y concentrándose en ver la "luz azul" que ellas le habían comentado que rodeaba a las personas, hasta que por fin lo logró; también intentó descubrir si ella podía generar esa energía y si tenía algún poder especial, logró lo primero pensando en los momentos más tristes, pero en cuanto a su poder todo fue en vano. Ellas le contaron los poderes de los que habían escuchado, pero no volaba, no controlaba los elementos, animales o maldiciones, etc. Al final, se resignaron en que no tenía un poder en especial, pero creían que más adelante quizás lo podría desarrollar.
Lamentablemente, aquellos días terminaron cuando Ema se comprometió con un joven guerrero que vivía en una ciudad muy lejana, Kasumi estaba feliz por ella, pero una parte de sí esperaba con tristeza el día en que tuvieran que separarse. El día llego más pronto de lo que ella hubiera querido y las tres compartieron sus últimos momentos acompañados de lágrimas, Kasumi deseaba ir con ellas, pero pensaba en sus hermanos y sus padres y también en Ema, ya que sería injusto para ella estorbar en su nueva vida.
—Cuando tus hermanos sean mayores, podrías venir a vivir con nosotras, el esposo de Ema está subiendo de rango en el ejército y podríamos presentarte personas importantes, hasta podrías conseguir una mejor posición, piénsalo— Azumi vio a Ema y esta le dio una pequeña bolsa similar a un omamori. —Recibe este presente para que recuerdes que siempre serás como parte de nuestra familia.
Kasumi la recibió con ojos llorosos y al abrirla encontró un collar con un cordón de seda negro y un colgante de madera ovalado con unas figuras triangulares.
—Este es un collar especial, lo mandamos hacer para ti— mencionó Ema —y tiene un secreto— le dijo mientras lo tomaba de manos de Kasumi —Si lo giras a la mitad se convierte en… un corazón y puedes abrirlo para guardar lo que tu desees. Es nuestro regalo para que te acompañe. Y en el frente hay una flor tallada como las que nos traes, pero también puede ser una estrella que te guíe para encontrar a alguien que te valore y te proteja de las malas personas; por favor cuídate y nunca pierdas tu forma de ser.
Miwa aceptó con lágrimas en los ojos y abrazó a ambas —muchísimas gracias, es hermoso, prometo que siempre lo tendré conmigo y lo usaré para tenerlas presente hasta que nos volvamos a ver… yo también tengo algo para ustedes— y sacó de entre sus ropas una cajita inro hecha de madera entregándosela a Azumi quien la abrió para encontrar diferentes tipos de flores coloridas y plantas disecadas que desprendían un aroma dulce —Aquí tienen algunas hierbas que las pueden ayudar, disculpen por tan poca cosa, quería darles algo especial…
Azumi y Ema se acercaron para abrazarla una última vez, mientras lágrimas silenciosas caían —por favor no digas eso Kasumi, aquellas flores no son poca cosa, ellas nos recuerdan a ti, muchas gracias. — Poco a poco enjugándose las lágrimas las tres se separaron y al día siguiente, Kasumi les decía adiós mientras agarraba con fuerza su collar.
Después de su partida Kasumi quedó sola nuevamente, así que aprovechó para dedicarle más tiempo a sus hermanos, los llevaba al bosque para recolectar y de paso lo que había aprendido con sus amigas. Ellos la ayudaron a sanar el vacío que habían dejado Azumi y Ema. Salían temprano a buscar frutos y entre descansos pescaban, aunque era inevitable terminar jugando en el río, trepando a los árboles o corriendo por el bosque. Sin embargo, el tiempo estaba empeñado en dejarla sola, ya que después de tres años uno a uno sus hermanos tuvieron que acompañar a su padre para iniciar sus labores en el campo.
Ahora que ya era casi una adulta y después de tantos años, conocía el bosque como la palma de su mano, sabía dónde estaban los árboles frutales, dónde el río era más suave y las cuevas escondidas que se creaban a su paso, cada día se aventuraba más y más lejos, confiada en todo lo que había aprendido. El bosque se había convertido en su hogar, con sus grandes árboles, el sonido del río y los campos de flores de aroma suave. Para su mala suerte aquellos días también estaban por terminar. Ahora que era mayor y se había convertido en una joven bonita y educada y su padre quería empezar a buscar algún buen partido, pero su madre al ver su angustia se conmovió y le propuso entrar a trabajar en un clan llamado Zenin, que era muy importante y requería personal de servicio. Al principio Kasumi no quería ninguna de las dos opciones, porque deseaba visitar a Ema y Azumi, pero al pensar en sus hermanos pequeños optó por entrar a trabajar con los Zenin para poder ayudarlos a conseguir un mejor trabajo.
Kasumi se despidió del bosque por un tiempo mientras aprendía las tareas domésticas en aquella casa, que más que casa era como un complejo conformado por varias construcciones y con amplios jardines. La primera vez que la vio quedó impresionada y le costó poder ubicarse. También tuvo que mudarse con la servidumbre pues su hogar estaba muy lejos, aunque con el tiempo pudo familiarizarse con los negociantes que llevaban productos y así escapaba un par de veces a la semana al bosque que tanto extrañaba.
Conforme pasaban los meses Kasumi iba tomando más labores en otras partes de aquel complejo y veía cada vez a personas más y más extrañas e intimidantes, siempre rodeadas de energía maldita, algo dentro de ella empezó a alertarla hasta que un día lo descubrió: aquel era un clan de hechiceros y no cualquiera, sino uno de los más poderosos e implacables. Su primer pensamiento fue huir de ahí, pero regresar era aceptar la decisión de su padre y dejar de ayudar a sus hermanos. Así que decidió enfrentar su miedo y quedarse.
Pasaron tres años en los cuales aprendió a ocultar muy bien su cabello y su poder, pudo hacer un par de amigas y quizás se hubiera quedado trabajando ahí por más tiempo si no hubiera sido por el futuro sucesor del clan: Naoya Zenin. Al principio pensó que los rumores sobre él eran infundados ya que él se mostraba amable con ella y hasta habían conversado en varias ocasiones; sin embargo, poco a poco fue mostrando su verdadera naturaleza, iniciando con palabras subidas de tono, se acercaba cada vez más buscándola en lugares solitarios, con lo que Kasumi empezó a marcar más distancia y a rechazar sus invitaciones, hasta que todo terminó cuando quiso sobrepasarse y besarla a la fuerza, aunque no contaba con la agilidad de la joven que escapó de entre sus brazos como una liebre.
Habían pasado un par de semanas desde aquel incidente y si bien al principio se asustó y estuvo a punto de dejar la mansión, también le angustiaba la decisión de su padre de arreglar un matrimonio, ella quería casarse por amor con quien ella escogiera. Sus amigas al verla angustiada, la habían presionado hasta que contara lo que pasó y ambas la habían apoyado, comprometiéndose a acompañarla y estar cerca de ella en sus labores.
Hoy era su cumpleaños número veinte y había decidido regalarse un tiempo en el bosque para distraerse y pensar en algún plan para dejar aquel lugar, quizás conseguir otro trabajo hasta que sus hermanos alcanzaran la mayoría de edad. Aquella parte del río estaba en la base de un barranco, más lejos de su zona habitual, pero a ella le gustaba por los árboles y formaciones rocosas de alrededor que cubrían esa parte y donde podía ocultarse para lavar su cabello y dejarlo suelto lejos de miradas curiosas.
Estaba relajada pensando en lo que haría cuando vio a dos hombres luchando al borde del precipicio, uno iba todo de negro y poco a poco iba arrinconando al segundo hasta que logró doblegarlo y tras varios golpes en el suelo, el hombre rodó y empezó a caer, aunque más parecía rebotar sin llegar a tocar las rocas del todo, hasta que terminó al borde del río donde la corriente amenazaba con arrastrarlo en cualquier momento. Miwa esperó a que el hombre de negro desapareciera de la cima y se puso parte de sus ropas a toda prisa, se detuvo un momento, probablemente estaba muerto, con el cuerpo destrozado, pero algo dentro de ella se agitó, por la forma en que había caído quizás había una mínima posibilidad de que estuviera vivo y si era así tenía que ayudarlo pues más adelante había una catarata y si la caída no había acabado con él, definitivamente el agua terminaría de hacer el trabajo.
Cuando llegó a él, se dio cuenta que era bastante alto y tenía el cabello blanco, característica especial del clan Gojo, del que había escuchado en la mansión Zenin. Le hubiera gustado alejarse, pero no podía dejarlo a su suerte; lo puso boca arriba con esfuerzo y vio su rostro joven y su cuerpo golpeado con un corte sangrante en la frente; milagrosamente estaba entero, aunque no respiraba, por lo que empezó a darle masajes en pecho, pero como no reaccionaba, con mucho pesar decidió darle respiración boca a boca, hasta que el hombre escupió un poco de agua y empezó a respirar lentamente. Estaba pensando cómo iba a hacer para llevarlo hasta donde había dejado sus cosas, cuando el joven abrió los ojos desesperado y se levantó dando tumbos, a lo que Miwa se levantó y fue tras él. —Espere por favor, está herido, se va a lastimar…
—¡¿Dónde estás?! ¡Te quitaré esa máscara, maldito cobarde! De seguro eres horrible y… —se dio la vuelta al sentir las manos de Miwa en su espalda tratando de detenerlo y abrió los ojos sorprendido, poniendo una expresión taimada —¿Y tú quién eres?— La vio de pies a cabeza y se quedó mirándola fijamente con sus ojos celestes —Bonito color de cabello, eres una de las nuestras ¿Estás confabulada con ese tipo? ¿Has venido a rematarme?— Iba avanzando, mientras Miwa retrocedía hasta quedar pegada a la pared de roca —Me va a pesar acabar con una joven tan bonita…
En ese momento Miwa se arrepintió de no dejarlo a su suerte y haber ido a buscarlo, se arrepintió de tener tan poca ropa, sentía que sus ojos atravesaban la tela y sobre todo se arrepintió de no cubrir su cabello. Aquel hombre estaba casi encima de ella y en vez de agradecerle prometía matarla. Cerró los ojos y agarró su collar, "lamento no poder ir a buscarlas".
Notas:
Este capítulo se lo dedico a Wandd :) muchas gracias por tus reviews :') realmente significan mucho para mí (se sonroja jajajaja) espero poder entretenerte aunque sea un ratito.
Como siempre avanzando a paso de tortuga xD Esta nota será un poco larga, perdón.
Me demoro demasiado porque he descubierto que me inspiro muchísimo más de noche xD soy una lechuza de lo peor. Creo que es por el silencio y porque está todo fresquito. Lo que vean aquí es el resultado de mis amanecidas, pero soy feliz :) Además soy tan maniática que me leo varias veces para corregirme todo lo posible, si se escapa algo, es mi neurona cansada.
En cuanto al cap, he leído y visto no se cuantos videos de la era Nara y Heian, aun asi, si hay algunas cosas que no concuerdan con la época es por conveniencia argumental jajajaja
Según Gege disque Kasumi se deja llevar por modas, pues aquí esta tu moda hermoso gatito, a Kasumi le gusta coleccionar plantas u_u
Nunca me han llamado mucho la atención los OC pero ahí me ven creando a dos en los primeros capítulos, como no sabia que ponerles busque los nombres en Google y los elegi por su significado: Ema – significa beneficio, favor y Azumi – espacio seguro.
El collar es el del Ilusionista, no lo pude resistir xD
Las cajas Inro eran unas cajas de diferente material que se usaban para llevar cosas que se amarraban a la cintura y los omamori son amuletos que son como bolsitas, el de Kasumi NO es un Omamori, simplemente es una bolsita parecida en la decoración.
Hasta aquí mi reporte Joaquín, espero poder sacar el siguiente capítulo más rápido.
