Disclaimer: Los personajes de Final Fantasy pertenecen a Square-Enix. Tan solo los inventados son de cosecha propia
Notitas…
Ahí va el capitulito 6, espero no haber tardado demasiado. El capítulo es básicamente de Squall y Rinoa. Necesito explicar ciertos comportamientos entre ellos antes de pasar a la acción. Simplemente espero que os guste.
Nancyriny: Me alegra que te esté gustando! Yo creo que este capitulo te va a encantar, ya que es casi exclusivo de Squall y Rinoa. Además hago referencia a una cosita de Creciendo Dentro, una tontería pero que me apetecía, ya verás ya... Como siempre, gracias por leer. Espero que te guste!
CAPITULO 6
Eran las seis menos cuarto de la tarde y Rinoa se encontraba en su habitación, dando vueltas y recogiendo para que todo estuviese perfecto. Se había duchado y puesto un pantalón vaquero ceñido y roto en una de las rodillas y una sudadera negra que la venía algo grande pero le parecía de lo más cómoda. Además, de esa manera conseguía tapar el golpe en el codo que había sufrido por culpa de Seifer. No quería contarle a Squall lo sucedido, ya que solo conseguiría preocuparlo más.
También había decidido maquillarse levemente para quitar esas ojeras que la habían acompañado durante todo el día y ahora, se dedicaba a alisar el edredón de la cama y colocar de manera perfecta sus libros y apuntes de Estrategia Avanzada.
No sabía muy bien porque estaba haciendo todo aquello, si solo iban a estudiar, porque el chico solo venía a eso ¿no? Un cosquilleo inconsciente en su estómago, la hizo removerse al recordar la mañana que despertó en la habitación de Squall, le apetecía tanto estar con él, que cualquier momento le parecía adecuado pero tampoco quería parecer desesperada y mucho menos una pervertida.
Los nudillos en la puerta la hicieron sobresaltarse y se giró rápidamente hacia la puerta. Con una enorme sonrisa se acercó hasta ella, y la abrió.
Allí estaba ese hombre que había ocupado sus pensamientos casi todo el día. El también parecía cansado pero olía muy bien, fue lo primero en lo que reparó Rinoa. Venía sin su chaqueta habitual, tan solo con una camiseta blanca de manga corta que dejaba a la vista sus bien formados brazos y realzaba su pectoral musculado.
Rinoa reaccionó e intentó borrar cualquier pensamiento censurable de su mente. Estudiar, eso es lo que iban a hacer, nada más.
- Hola -saludó ella con su habitual sonrisa-. Pasa… -añadió haciéndose a un lado-.
Squall la miró durante unos segundos, los suficientes para verla realmente preciosa. Aquel pantalón y aquella sudadera la hacían demasiado sexy. Estaba acostumbrado a verla con su ropa habitual o con el uniforme de Seed pero aquello la hacía muy deseable. También se fijó en que sus ojos estaban delineados con una sutil línea negra, realzando el color castaño de sus ojos y sus negras y largas pestañas.
El joven carraspeó levemente, no había ido a su habitación a recrear toda clase de escenas eróticas con la joven. Estudiar, eso es lo que harían ¿no?
Squall pasó dentro y besándola de manera suave, se dejó caer en la cama de la chica.
- ¡Aaah! Estoy agotado… –se quejó estirando sus brazos hacia los lados y cerrando los ojos-.
Rinoa dejó escapar una tímida risa y no pudo evitar fijarse en como su camiseta se había levantado levemente dejando a la vista la goma negra de su ropa interior. La joven se mordió el labio inferior y pensó que la tarea de estudiar a su lado, iba a ser más difícil de lo que ella pensaba.
- Podemos dejarlo para otro día, el examen es la semana que viene, aún tengo tiempo –comentó ella tomando asiento en una de las sillas del escritorio-.
Squall se irguió de repente y con esa agilidad que lo caracterizaba, se puso de pie y tomó asiento rápidamente en la otra silla que estaba junto a Rinoa.
- ¡Ah! Ni lo sueñes –contestó él dándole un toquecito en la nariz con su dedo índice-. No te vas a librar de mí tan fácilmente.
- Lo que menos deseo ahora mismo es librarme de ti –dijo Rinoa con un deje sensual en la voz mientras apoyaba sus brazos en la mesa y jugueteaba con un bolígrafo-.
Squall la miró profundamente y por un momento, se perdió en la oscuridad de su mirada. No, otra vez, no, toda su mente invadida por escenas no aptas para menores. "Estudiar, estudiar, estudiar…" resonó en su cabeza una y otra vez.
El joven sonrió de medio lado y lamió instintivamente su labio inferior. Si empezaban con ese juego, seguro que no podrían parar y juraría, que el objetivo de la tarde, no era ese.
- Rin… -la llamó con voz más que sensual-. Será mejor que empecemos – acabó diciendo cogiendo uno de los libros y agitándolo levemente-.
La joven bruja dejó escapar un pequeño suspiro y asintió. Basta de jueguecito, se dijo a ella misma, ya era hora de ponerse a lo que habían venido.
La oscuridad se había cernido en la habitación y tan solo una pequeña lamparita, alumbraba a la pareja.
Squall llevaba un buen rato observando a la joven desde su posición. Estaba muy concentrada, no dejaba de escribir y subrayar el libro y sus apuntes. Hacía un buen rato que se había recogido la melena en un despeinado pero sexy moño, dejando algunos mechones sueltos y un más que sugerente cuello a la vista. El joven acercó su silla más a la de ella y pudo embriagarse de ese olor que poseía y que lo había acompañado toda la tarde, olía a ropa limpia y flores, jazmín tal vez, pensó él.
De repente, un papelito impactó en su mejilla derecha sacándolo de esos maravillosos pensamientos.
- Muy bonito, Rin –dijo clavándole esa mirada azulada-.
- Llevas observándome un buen rato, pervertido –bromeó ella mientras se recostaba en la mesa sobre sus brazos y mordisqueaba el bolígrafo que tenía en la mano-.
- Hueles muy bien ¿lo sabías? –comentó el joven de manera sensual mientras se recostaba en la silla con las manos en los bolsillas-.
La joven sonrió ante aquel comentario, parece ser que el chico hacía un buen rato que había abandonado el estudio. Y a decir verdad, ella tampoco podía más, estaba tan cansada mentalmente, que había perdido la capacidad de explicarse con claridad y de entender algo de lo que Squall le decía. Pero a pesar de todo, las dudas que tenía en ciertas lecciones, habían sido aclaradas. Se notaba que Squall tenía aquella materia más que dominada.
- ¿Sabes? Podrías ser instructor –comentó ella divertida levantándose de su silla y sentándose sobre las rodillas de Squall-.
El joven no tardó ni medio segundo en rodearla por la cintura y hacer que ella se agarrase a su cuello, estaba deseando ese acercamiento hacía un buen rato.
- ¿Ah, sí? instructor, comandante, Seed de alto rango… -enumeró el chico-. Tendría un montón de tiempo libre –comentó de manera más que sarcástica-.
- ¡Pero estarías forrado! –bromeó ella-.
- Así que es eso lo que te interesa ¿no? –siguió bromeando él mientras la empezaba a hacer cosquillas-.
Rinoa comenzó a revolverse y pronto sintió como Squall la cogía en brazos y se tumbaba en la cama con ella debajo. La joven suplicó que parara, no podía más.
- Vale, vale, vale… tiempo muerto –pidió entre risas-.
El joven obedeció y se irguió levemente sobre sus brazos para evitar aplastar a la chica. Durante unos instantes la miró sin poder reprimir aquel deseo que sentía cada vez que estaba a su lado, cada vez que olía su aroma y cada vez que sentía aquel cuerpecito entre sus brazos. Éste apartó con cariño algunos mechones de pelo que se habían escapado del moño y depositó un casto beso sobre sus labios. En ese momento no supo si sería capaz de controlarse, toda esa pasión retenida le haría perder sus modales de caballero pero no, debía ir despacio.
La mano de Rinoa en su mejilla, lo hizo volver a la realidad y salir de su propia ensoñación. Ésta lo miraba con los ojos levemente rasgados y brillantes, como si en cualquier momento fuese a atacar a su presa. Sintió como se acomodaba bajo su cuerpo, dejando un hueco perfecto entre sus piernas. Por mero instinto, Squall llevó una de sus manos hasta la cintura de la joven, colándose por debajo de aquella sudadera y sintiendo la fina piel. Rinoa entrecerró sus ojos ante ese agradable contacto y echando la cabeza hacia atrás, dejó a la vista su cuello.
El chico no pudo resistir más y recorrió con suaves besos el cuello de la joven, embriagándose de nuevo, de aquel olor que lo volvía loco. Siguió por sus mandíbulas y cuando estuvo a escasos milímetros de su boca, se detuvo. Sintió el aliento de Rinoa muy cerca y como sus ojos volvían a abrirse intentando entender porque ahora, ese hombre se detenía. Volvió a cruzar una mirada con ella, y dejando entrever una sonrisa traviesa, capturó aquellos labios con los suyos en un suave pero profundo beso. Sus lenguas no tardaron ni medio segundo en enredarse.
El corazón de Rinoa iba a mil por hora, los besos de ese hombre, llenos de ternura y pasión, estaban aumentando su excitación al máximo. Aquella mano que se aferraba, ahora con fuerza a su cintura, se deslizó con suavidad hasta capturar uno de sus pechos. Ésta no pudo reprimir un pequeño suspiro placentero y sintió como Squall sonreía contra su boca. La besó de nuevo y mordisqueó su labio inferior, muerto de placer, el cuerpo de aquella mujer era adictivo. Se separó unos milímetros de su boca y buscó su mirada pero sus ojos se mantenían cerrados. La mano que tenía libre, viajó hasta el empiece de sus pantalones y cuando dio con el botón del vaquero, lo desabrochó. Entonces vio como los ojos de Rinoa se abrían al sentir aquello.
- Creo que empieza a sobrarnos ropa ¿no crees? –susurró Squall de manera sensual en el oído de la chica-.
Rinoa sonrió y abrazándolo por el cuello, lo atrajo hacia sí, dejando que todo su peso, recayese sobre ella. Squall enterró la cara en su cuello y sintió como las finas manos levantaban su camiseta, en un intento de deshacerse de ella.
El joven se irguió y quedando de rodillas, se quitó la camiseta con rapidez. Vio como Rinoa se incorporaba también y sin previo aviso, se abrazaba a su cuello y volvía a besarlo. Las fuertes manos del chico volvieron a sus caderas y comenzando a bajar aquel pantalón vaquero que empezaba a molestarle, rozó la fina tira de su ropa interior. Se iba a volver loco, tenía tantas ganas de desnudarla que no veía el momento. Parece que Rinoa leyó su mente y sin apenas darse cuenta, aquella sudadera negra había desaparecido y estaba tirada a un lado de la cama.
- ¿Mejor así…? -susurró ella con media sonrisa-.
Squall sonrió y cogiéndola de la cintura, volvió a tumbarla en la cama con él encima. La pelinegra rodeó la cintura del joven con sus piernas sintiendo al momento, la excitación de éste contra su pelvis. Rinoa no pudo evitar soltar un pequeño gemido ante aquel contacto y el chico, llevado por la pasión incontrolable del momento, la cogió de los brazos y pasándolos por encima de la cabeza de ella, aprisionó sus muñecas. Fue entonces cuando oyó gemir a la joven pero no de placer, aquello había sido de dolor.
El chico paró de repente e irguiéndose de nuevo, dirigió la mirada hacia los brazos y entonces lo vio, un enorme moratón ocupaba su codo izquierdo, extendiéndose hacia la parte de arriba.
- ¿Qué te ha pasado? –preguntó preocupado mientras la cogía de la muñeca y la obligaba a sentarse-.
- Eh… no es nada –dijo ella masajeando la zona y sintiéndose estúpida por aquel detalle que se le había pasado por completo-.
- ¿Cómo te los has hecho? -insistió preocupado acomodándose a su lado-.
- Me he dado un golpe con la mesa, nada más –mintió-.
- No te creo, mientes fatal –argumentó el chico adquiriendo ese tono serio que lo caracterizaba-.
Rinoa suspiró y se levantó de la cama queriendo escapar de las preguntas del joven, no quería decirle lo que había pasado porque si no, estaba más que segura que saldría en busca de Seifer.
Squall la observó atarse de nuevo sus pantalones y buscar la sudadera con algo de nerviosismo, fue él mismo quien la recogió del suelo y se la ofreció a la chica. Parece que de nuevo, sus intentos por avanzar un paso más, se habían visto truncados.
- Vamos Rinoa, que ha pasado porque no quieres contármelo, es algo…
El joven cayó de repente y como si un rayo de luz iluminara su mente, supo lo que había pasado sin que ella se lo contara.
Rinoa se giró de pronto y cuando vio la cara del chico, supo que había dado con la clave. Ella no pudo esconder su gesto de preocupación y bajó la mirada hacia el suelo.
- Espera, no habrá sido Seifer –adivinó levantándose de la cama y cogiendo la barbilla de ella para que lo mirase-.
Aquello ojos castaños se clavaron con desesperación en Squall pero rápidamente los apartó de nuevo, sintiéndose tal vez, culpable.
- ¡Maldito hijo de…!
Squall se llenó de ira en una milésima de segundo y girándose de nuevo hacia la cama, recogió su camiseta y se la puso con rabia contenido. Sin decir una palabra, se dirigió a la puerta pero la pequeña mano de Rinoa, lo detuvo en seco.
- ¡Voy a matarlo! –exclamó con los dientes apretados sin poder mirarla a la cara. Solo quería buscar a ese tipo y darle su merecido-.
- ¡Espera! ¿puedes escucharme? No es lo que crees.
- ¡¿Ah, no?! –gritó cogiéndola del brazo con algo de violencia y mirando de nuevo la herida-.
Rinoa no pudo evitar tensarse ante el comportamiento del muchacho, demasiado cerca de ella. Le sacaba más de una cabeza y parecía muy enfadado.
- ¡Me haces daño! -exclamó ella con furia soltándose del agarre de Squall. No se dejaría amedrentar por su presencia-.
El chico castaño, aflojó el agarra y la miró con los ojos llenos de súplica.
- Lo siento… –dijo casi en un susurro posando una de sus manos en la nuca de la joven y atrayéndola hacia su pecho mientras la acurrucaba contra él. Sintió las manos de Rinoa agarrarse a su camiseta mientras soltaba el aire que había retenido inconscientemente en sus pulmones-.
Squall depositó un beso en la cabeza de la chica y cogiéndola de la mano, la arrastró hasta sentarse con ella en la cama.
- ¿Me cuentas que ha pasado? Prometo no salir corriendo a matar a ese bastardo –dijo bajando la voz y con un deje demasiado molesto en su voz-.
La joven bruja cogió aire y se dispuso a contarle a Squall el incidente. No quiso omitir ningún detalle ya que no merecería la pena, ella no quería mentirle. Cuando terminó la historia, clavó sus ojos en los del chico. Éste, a pesar de lo que Rinoa podía haber pensado, parecía extrañamente tranquilo.
- ¡Qué demonios le pasa a este tipo! –exclamó sin entender el comportamiento de Seifer-. ¿Crees que todo esto es por lo que pasó en el pasado con él?
Rinoa levantó la vista del suelo y miró a Squall con los ojos muy abiertos, como si lo que acababa de decir fuese una locura.
- Eh… no creo, sería de locos, no sé –suspiró cansada-.
El chico vio como de nuevo Rinoa se tensaba, algo habitual cada vez que se hablaba del tema, así que con mucha calma, se levantó y se arrodilló frente a ella. Apoyó una de sus manos en las rodillas de la chica y con la otra, levantó su mentón buscando aquella mirada almendrada.
- Algún día me podrías contar que pasó, me gustaría saberlo –comentó de manera comprensiva pero demasiado serio-.
- Si, lo sé –contentó con la voz algo quebrada. No le apetecía rememorar aquello para nada pero sabía que le debía una explicación a Squall-.
De pronto el móvil de Rinoa vibró contra la madera de la mesa de estudio, haciendo que ambos muchacho se sobresaltaran. La joven se apresuró a coger y tras un par de asentimientos y una sonrisa, colgó.
- Era Selphie, dice que ha llegado ya y si vamos para la cafetería.
Rinoa observó a Squall que se había sentado en la cama y apoyaba los brazos sobre sus rodillas, parecía tan serio y tan enfadado, que otra vez ese abismo que se abría entre ellos cuando discutían, volvía a resurgir.
El chico se levantó y pasando por delante de Rinoa, se dirigió a la puerta.
- ¿Estás enfadado? –preguntó muy bajito ella antes de que pudiera salir del cuarto-.
Éste se paró en seco y suspirando, echó la cabeza hacia atrás. Rinoa observó como la ancha espalda del joven se tensaba y sus músculos se marcaban bajo la camiseta.
- Si, Rinoa estoy enfadado. Ese maldito tipo te lleva acosando días y tu parece que no vayas a hacer nada, incluso parece que le defiendes.
- ¡No le defiendo! –rebatió con rapidez-.
Squall se giró entonces para enfrentarse a ella y la atravesó con una mirada casi heladora.
- Ni siquiera me quieres contar que pasó entre vosotros.
- Sí que quiero pero… necesito un poco más de tiempo.
Rinoa no pudo decir nada más, de repente se sentía presionada por el muchacho y solo quería irse de allí y reunirse con el resto.
- Vamos a cenar –concluyó Squall con voz grave saliendo de la habitación-.
Cuando Quistis entró en la cafetería vio a una Selphie algo despistada en uno de los laterales, la instructora se fijó en que parecía algo ¿triste? No, eso no podía ser.
- Selphie –llamó llegando hasta ella-.
- Ey… Quistis, ¿qué tal? Estaba esperando a alguien, he llamado a Rinoa y me ha dicho que ahora venía –sonrió en lo que a Quistis le pareció una sonrisa algo fingida-.
- ¿Estas bien?, pareces algo decaída.
Ésta vio como la joven apartaba la mirada hacia un lado y sus ojos enrojecían levemente.
- Oye ¿qué pasa? Vamos a una mesa.
Las dos chicas dieron un rápido vistazo por la sala hasta que dieron con una mesa, a esas horas era cuando más gente había en el lugar.
- No nos hemos visto en todo el día ¿qué tal ayer con Irvine? No me digas que estás así por él.
- Es imbécil.
- Oh… vale, pues entonces sí, es por él.
Selphie suspiró y cogiendo fuerzas, le contó a Quistis lo que pasó con él la noche anterior. No le había vuelto a ver pero seguro que ese vaquero se portaría exactamente igual que siempre, como si nada hubiera pasado.
- Bueno técnicamente no le llegaste a decir que sentías por él –apuntó la instructora colocando bien sus gafas-.
- ¡Y que! –exclamó enfadada-.
- Pues que es… ¡es Irvine! Seguramente lo entendió todo de otra manera.
- Eso no quita para que nunca le haya gustado.
- Tampoco te dijo que no le gustases ¿no?
La pequeña de pelo despuntado refunfuñó, no quería saber nada más del tema, estaba demasiado cansada de darle vueltas a lo mismo. De pronto vio como aquel maldito chico entraba por la puerta con Squall y Rinoa, así que vio la oportunidad perfecta para levantarse y empezar a servirse su cena.
- Pero espera… -dijo Quistis viendo con el genio que se había levantado de la silla. Ésta suspiró y esperó a que los demás llegasen-.
Cuando todos llegaron hasta la mesa, miraron con extrañeza a la chica.
- ¿Qué la pasa? –preguntó Irvine clavando la mirada en el pequeño cuerpo de la joven que se encontraba en la fila del buffet-.
- ¡Oh, nada! Solo está cansada –sonrió de manera fingida la instructora intentando defender el comportamiento de su amiga-.
Ambos chicos se encogieron de hombros pero Rinoa, que había notado el ambiente algo enrarecido, miró a Quistis enarcando una ceja de manera inquisitiva. Fue ésta quien le hizo un sutil movimiento con la cabeza para que la acompañase a la cola. Así que ambas mujeres se unieron a Selphie y empezaron a servirse.
- ¡Ey! Comandante ¿qué tal? –dijo el vaquero tomando asiento al lado de su amigo-. La poli ha estado por aquí ¿no? –preguntó con curiosidad-.
- Si, han estado interrogando gente pero no sabemos nada más –contestó recostándose en el respaldo-.
Justo en ese momento apareció Zell y tomó asiento. Las chicas llegaron también en ese instante con sus bandejas a rebosar de comida.
- Por cierto, os tengo que contar algo que me pasó anoche –comentó Irvine mientras se levantaba junto a Zell y Squall para coger su cena-.
Cuando todos estuvieron ya sentados y empezaron a cenar, Irvine se dispuso a relatar lo que le pasó con uno de aquellos hermanos, cuando dejó a Selphie en su habitación. No omitió detalle alguno y aunque la historia parecía de locos, no se amedrentó en contar como creyó verlo desaparecer delante de sus narices.
- Ya sé que suena raro pero es lo que vi –aclaró el vaquero-.
- ¿Y no puede ser que se fuera en otra dirección? –preguntó Zell-.
- No, estoy seguro. Me extrañó que girara en aquel pasillo porque no tiene salida, por eso cuando vi que no había nadie… no podía creérmelo.
- Bueno, es raro que nunca se les vea ni en la cafetería, ni en la zona de entrenamiento… -apuntó esta vez Squall sorprendiendo al resto por aquel comentario-.
- ¡Ves! –exclamó exaltado Irvine, alegrándose de que por fin alguien del grupo, en especial Squall, hiciera ese comentario-.
- A ver, no quiero decir que pase nada con ellos, simplemente que es raro. El lunes le preguntaré a Cid por ellos, a ver que me cuenta –comentó el comandante-.
- ¡Gracias, tío! –dijo el vaquero dándole una palmadita amistosa en la espalda a Squall-.
Estuvieron un rato más en la cafetería charlando. Squall les contó que Eleone se encontraba en Balamb con Laguna y también que la policía había empezado con los interrogatorios y seguirían el Lunes con ellos. Los demás escucharon a su comandante y por un momento, todos se quedaron en silencio, en especial Rinoa, otra vez ese maldito recuerdo de su amiga asesinada.
- ¡Ey! ¿Porque no vamos un rato a Balamb? Unos vecinos de mi madre han abierto un bar nuevo, el Crush y dicen que está muy bien –dijo esta vez Zell rompiendo el silencio e intentando animar a sus amigos-. Así podemos ver a Eleone y Laguna ¿no? –añadió de manera jovial-.
- ¡Me apunto! –dijo Rinoa con rapidez. Necesitaba despejarse y aquello le pareció una idea genial. Además era viernes y los fines de semana no tenían toque de queda-.
Rinoa había decido ir a cambiarse y quitarse la sudadera negra que la había acompañado toda la tarde para ponerse un niqui ceñido blanco de manga larga y una fina chaqueta de cuero, así taparía el golpe de su codo, seguro que si el resto lo veía, preguntarían que había pasado, igual que Squall, y no le apetecía en absoluto, dar explicaciones. Se calzó unas Vans negras básicas y salió de la habitación dirección al hall, donde habían quedado todos.
La pelinegra llegó a la par que Zell y vieron que los demás ya se encontraban allí, así que sin demorarse más tiempo, emprendieron su camino hacia el pueblo portuario de Balamb. Fue Squall quien se encargó de avisar a Eleone e indicarle que podían verse en aquel nuevo bar.
Eran las diez y veinte de la noche cuando entraban por la puerta de aquel local y la verdad que todos se sorprendieron gratamente. Era un bar grande, con dos barras, una en la parte central, que hacía de barra principal y otra al fondo, situada en una plataforma algo más elevada. En la parte de la derecha, según se entraba, podía encontrarse dos mesas de billar igual que en la planta superior, que parecía más enfocada al entretenimiento. Observaron que había gente de todas las edades pero desde luego, la juventud era quien abundaba en el bar y también pudieron reconocer a bastante gente del propio Jardín. Zell parecía tener razón y ese lugar iba a ser el nuevo local de moda en Balamb.
Cuando entraron, Eleone y Laguna ya se encontraban en la barra y el hombre no tardó ni medio segundo en correr hasta su hijo y abrazarlo sin ningún tipo de pudor.
-¡Squall, hijo! ¡Qué bien te veo! –dijo deshaciendo el abrazo y mirándolo de arriba abajo. Hacía un par de meses que no se veían, aunque hablaban todos los días, muy a pesar de Squall-.
Squall asintió y sonrió de medio lado, conocía a ese hombre tan solo hacía unos meses, desde luego iba a necesitar tiempo para corresponder todo ese cariño que le demostraba día a día.
Laguna saludó al resto y pronto se sentaron todos en una mesa. Estuvieron bebiendo, riendo y charlando de un montón de cosas, poniéndose al día sobre la vida de aquellos jóvenes Seeds.
El tiempo pasó deprisa y Laguna y Eleone decidieron retirarse, al día siguiente tenía cosas que hacer y tampoco querían irse muy tarde a dormir. Todos se despidieron y aquellos muchachos decidieron quedarse algo más en el bar. Subieron a la planta de arriba a jugar un rato al billar y allí se dieron cuenta de que era imposible ganar a Quistis, a pesar de las revanchas, la instructora siempre acaba ganando.
Rinoa, que se encontraba recostada en la barandilla de madera que daba al piso inferior, se sobresaltó al sentir la mano de Squall sobre la suya.
- Es imposible ganarla ¿sabías que era tan buena jugando al billar? –comentó Squall colocándose a su lado-.
- No, que va –contestó sonriendo-.
- Oye, siento el comportamiento de antes –se disculpó Squall sabiendo lo borde que había estado con ella-.
- No pasa nada –contestó ella sin apartar la vista de Quistis. La verdad que no le apetecía demasiado hablar con él, sentía que cada palabra que cruzaban se podía convertir en un nueva pelea, así que prefirió poner algo de espacio entre ellos-. Voy al baño –añadió como excusa-.
- Te acompaño, voy a pedir algo más.
Rinoa no pudo evitar un gesto molesto, el cual el joven, no alcanzó a ver ya que se había adelantado unos pasos por delante de ella, comenzando a bajar las escaleras. La joven lo siguió sin demasiado ánimo cuando observó que un par de chicas se cruzaban con él y lo saludaban con una enorme sonrisa mientras fingían timidez, como si coqueteasen con él. A la mente de la bruja llegaron las palabras de Yinna y aquello la enfureció más, al final iba a tener razón.
Algo hastiada, decidió adelantar al chico y éste la vio girar por el pasillo donde estaban los baños. Squall resopló malhumorado al verla pasar, sabía de sobra que estaba enfadada pero él también lo estaba, no podía comprender como seguía ocultando lo de Seifer a todos ellos.
La muchacha salió del baño y fue a lavarse las manos. Estaba cabreada y molesta y la verdad que la razón de aquello ya no la tenía muy clara. ¿Era porque Squall se había enfadado con ella por no contarle lo de Seifer? O ¿por presionarla con lo que pasó entre ellos en el pasado? O tal vez, ¿lo que la había puesto así de repente, era que toda mujer que estaba en ese bar lo devoraba con la mirada? No, eso era una autentica tontería. Justo cuando salía del baño inmersa en esa retahíla de pensamientos un tanto tóxicos, chocó con alguien.
- ¡Rinoa!
La joven bruja, levantó la vista con expresión molesta.
- ¡Yinna…! -se sorprendió de verla por allí-.
- ¡Vaya! Tenemos que dejar de vernos en los baños.
Ambas mujeres se echaron a reír y Rinoa pensó que esa recién conocida siempre aparecía cuando necesitaba apoyo.
- Pareces preocupada –comentó Yinna cogiendo a Rinoa por el brazo-.
- Bueno, estoy muy cansada del todo el día –explicó mientras suspiraba-.
Ambas chicas salieron de los baños y se pusieron a charlar apartándose del bullicio del bar, cerca de la barra principal.
- Por cierto, ¿has vuelto a ver al chico de esta mañana? –preguntó con preocupación-.
- Seifer… -contestó haciéndola saber el nombre de su atacante-. No, que va.
Rinoa desvió entonces la mirada hacia la barra, donde Squall estaba recostado esperando que lo sirvieran cuando otra chica se acercó a él. El joven pareció alegrarse de aquel encuentro y no dudó en abrazarla y darla dos besos.
Yinna observó como la mirada de Rinoa tornaba a una que empezaba a nublarse por los celos.
- Parece que se conocen ¿no? –comentó Yinna acercándose algo más a la joven-.
La bruja desvió la mirada hasta su acompañante y la fulminó con la mirada. Su tono había sonado con cierto retintín, como si tan solo quisiera picarla.
- Será una amiga, nada más –dijo Rinoa quitándole importancia al tema. Ya estaba lo suficientemente enfadada como para seguir sumando cosas-.
- Si, si pero ella se lo está comiendo con la mirada –añadió con inquina mientras soltaba una sonrisita-.
Rinoa cerró los ojos intentando buscar aquella calma que estaba empezando a perder. El día había sido muy largo, demasiado, y el encuentro con Yinna no estaba siendo del todo agradable.
- ¡Bueno, ya vale! –dijo enfadada-. Parece que te alegras de que coquetee con todo el mundo –la acusó fulminándola con la mirada-.
Cuando los ojos de la joven bruja se encontraron con de Yinna, algo cambió de repente. Juraría que la mirada de aquella mujer, que tan solo conocía de unas horas, estaba cargada de una especie de ira incontrolable. Rinoa observó cómo sus ojos enrojecían levemente y una pesadez extraña la invadía por completo, incapaz de pensar con claridad. No podía apartar la mirada de ella, lo intentaba pero le era imposible.
- Lo siento, no quería gritarte –dijo Rinoa de manera automática, como si aquellas palabras no saliesen de su boca-.
- No pasa nada.
Yinna sonrió ampliamente y besándola en la mejilla, se despidió de ella.
Rinoa parpadeó un par de veces algo confusa, mientras la veía alejarse entre el gentío. Aquella muchacha sin duda era un poco rara. Meneó la cabeza de forma negativa y mirando una última vez a Squall, vio que se dirigía hacia ella. Sin esperar a que llegara, emprendió sus pasos escaleras arriba.
Cuando la chica sintió a Squall tras ella, no pudo reprimirse las ganas de preguntar quién era la mujer con la que parecía tener bastante complicidad, ¡maldita sea!, esto era culpa de Yinna.
- ¿Quién era esa chica? –preguntó intentado aparentar desinterés-.
Squall dejó escapar una risa seca, la cual Rinoa, no pudo escuchar. Sabía por el tono de la pregunta, que no le había hecho gracia aquel encuentro.
- Es solo una amiga de la infancia, hacía algunos años que no la veía y me he alegrado de verla –contestó sin omitir detalle-.
- Era guapa.
¿Pero qué demonios estaba diciendo? Sus celos estaban saliendo a relucir sin control.
- Si, está realmente guapa –añadió Squall con toda la sinceridad del mundo. Pero no vayas por ahí, señorita Heartilly –dijo adelantando a la joven por las escaleras y señalándola con el dedo índice en un tono demasiado serio-.
Rinoa se paró de repente a mitad de la escalera al escuchar aquello y se maldijo a ella misma por aquellas tonterías que estaba empezando a decir.
- Lo siento… -se disculpó Rinoa cuando llegó arriba y vio a Squall apoyado de nuevo en la barandilla-.
- Sabes que no me gustan esos juegos, creo que nunca te he dado motivos para que estés celosa, así que no vuelvas a hacerlo –aclaró dándole un trago a su cerveza y sin apenas mirarla a la cara-.
Rinoa desvió la mirada hacia un lado, si antes el ambiente entre ellos dos estaba tenso, ahora, podía cortarse con tijeras. Así que sin decir nada más, se alejó de él y se unió al resto, lo mejor sería dejarlo estar, conocía a Squall y seguramente no querría saber nada más del tema.
Aquello chicos estuvieron una hora más en el bar, al que seguro no tardarían en volver pero decidieron que ya era una hora prudencial y debían volver al jardín.
Era la una de la madrugada y ya eran pocos los alumnos que deambulaban por las instalaciones pero aquel misterioso grupo de personas, volvía a estar reunido en el mismo lugar habitual.
- ¡Eres imbécil! -espetó la mujer con desagrado a uno de los muchachos que se encontraba allí-. Se supone que no hay que asustarla sino, no se despegará de él –añadió más que enfadada-. ¡Cíñete al plan, joder! –le acabó diciendo empujándolo por el pecho-.
Aquel joven, que no se achantó ante esa mujer, se acercó hasta ella de manera ruda.
- ¡No me toques! ¿me oyes? O me largo y os quedáis sin plan –la amenazó acercando su cara al máximo a la de ella mientras la agarraba con violencia del brazo-.
- ¡Basta! –gritó otro chico que se encontraba allí separando a ambos-. ¡Dejaros de gilipolleces!, tenemos que conseguir debilitarla y punto, que se sienta sola y asustada, sino no podremos actuar ¿eso lo entendéis? –añadió con furia alternando la mirada entre esas personas que se estaban peleando-.
- ¿Os creéis que estáis en una competición de quien tiene que asustarla más? –comentó el último hombre que se encontraba recostado en un árbol cercano-.
Todos lo miraron con odio acusado, ya estaba bien de tirarse pullas unos a otros.
- Está bien, vamos a calmarnos. En unos días deberemos actuar en más jardines, ¿de acuerdo? –dijo la mujer más calmada-. De momento tenemos tiempo pero debemos darnos prisa con el resto de Seeds. De la bruja me ocupo yo, creo que estoy avanzando con ella.
Todos cruzaron miradas una última vez y tras asentir con la cabeza, cada uno se fue por su lado. El chico más alto fue el último en abandonar el lugar, se quedó un rato pensando en lo que realmente tenía pensado hacer esa gente y por un momento, creyó que nada de aquello tenía ningún sentido pero él ya estaba metido de lleno y difícilmente podría echarse atrás. Tal vez debía empezar a replantarse las cosas.
Gracias por leer a todos. Espero que os haya gustado ya ya sabéis, animaros a comentar que es lo me da vidilla ;-)
Hasta la próxima.
