Los principales personajes quedan a Stephanie Meyer la historia es mía totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización
Capítulo 2.
Decisiones, decisiones.
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" El riesgo de una decisión equivocada es preferible al terror de la indecisión".
Maimónides
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Rosalie miró a la señora Cullen sin saber qué decir, de hecho casi estaba segura de haber escuchado mal ¿Estaba la mujer frente a ella eligiéndola, entre el mundo que tenía a sus pies, para ser la persona que escribió su historia? Era una buena oportunidad, una oportunidad única, ella lo sabía. Escribir la historia detrás de la señora, la historia real, las facetas detrás de una mujer misteriosa, su pasado, pero tenía preguntas.
—Habla de... Habla de escribir su historia. Su pasado. ¿Por qué yo? —la pregunta salió de su boca sin poder evitarlo. Fue algo tan espontáneo que le sorprendió sonar firme y decididamente cuando estaba asustada. Isabella Cullen le estaba ofreciendo algo por lo que cualquiera mataría.
Era consciente de que todos querían saber el pasado de una mujer que de la nada se había convertido en la heredera universal de un imperio que se estaba cayendo a pedazos por las deudas y, en un parpadeo, una empresa en quiebra se había convertido en la empresa mas importante y sostenible del mundo.
Había teorías conspirativas de cómo una mujer que había aparecido de la nada se había quedado con el imperio Swan y lo había convertido en el imperio H&C Global High Inc.
Se decía que Isabella Cullen había llegado un día al rascacielos de Charles Swan para comprarle la empresa en quiebra y él se la había vendido a ojos cerrados. Pero nadie sabía exactamente cómo Isabella había podido pagar todas las deudas y convertirse en una mujer billonaria.
Isabella suspiró exasperada mirando a la chica frente a ella. Era una niña. Por un momento se preguntó si estaba cometiendo un error al querer hacer lo que iba a hacer, contar su vida, su pasado. No era nada que cualquiera con la vida que ella quisiera, pero necesitaba de una manera u otra terminar con el dolor que sentía a diario dentro de ella. Extirpar a los demonios fuera de ella.
Jasper le había rogado por años que hablara con un especialista, pero ella no era una maldita loca. O quizás sí, pero tenía razones. Cada uno de sus movimientos estaban calculados, cada una de sus acciones tenían las reacciones que ella esperaba, ella sabía lo que hacía. Y maldita fuera su vida si esto no era el principio del fin. Ella estaba cerca de terminar, y cuando todo hubiera terminado, ella quizás podría encontrar la paz que tanto añoraba.
Necesitaba a la chica frente a ella para que la escuchara. Por un segundo se vio en sus ojos, ella fue inocente una vez hace ya tanto, demasiado tiempo que apenas si grababa a esa chica que ella había sido. La vida es un maldito maestro de matemáticas, te enseña, te confunde y te hace sufrir de mil maneras posibles y nunca el resultado es el mismo. Dejó de desvariar y miró a Rosalie de nuevo.
—¿Por qué no? ¿Le tienes miedo al progreso? ¿Crees que no tienes lo que necesitas para algo tan sencillo? Es solo copiar palabras que diré y darles tu personalidad
Rosalie no supo qué decir. Era tan difícil saber cómo actuar, saber que decir frente a ella; era como estar atrapada en un mundo en donde la mujer que había llegado a su casa era la reina. Sentía que le debía respeto y obediencia.
Isabella suspiró de nuevo. Si no le decía algo no tenía lo que quería, estaba segura, así que le dijo:
—Escribe artículos que son amarillistas, pero eres realista. He read cosas sobre mi en todo el mundo, de gente famosa, todo acerca de mi vida que solo son inventos para llamar la atención de la gente. La gente es clasista. Ven de menos el hecho de que una mujer quiera algo más que solo ser una esposa trofeo con amantes por doquier.
—Escribir una historia no es fácil, mis artículos son sobre cosas que compruebo en internet, acciones, o algo más que una historia. Soy una técnica de computadoras con un diploma sencillo en letras, no una escritora de Bestsellers, ni siquiera la imaginación de Julio Verne me ayudaría. Es usted poco expresiva —explicó rápidamente Rosalie nerviosa.
Isabella se aclaró la garganta y dijo, ofreciendo lo único que podría llamarle la atención a la chica que tenía frente a ella, o al menos ese era su pensar.
—Una historia como la mía puede abrirte las puertas de un mundo enorme. Millones de dólares serían tuyos con solo chasquear los dedos, tendrías a las mejores editoriales ofreciéndote una vida completa de regalías por mi biografía. Todo a tus pies por sacar mis demonios a la luz. No habría mentira en lo que vas a escribir, puedo asegurarte eso.
Rosalie sabía que ella tenía sus pies únicos y solo con escribir la historia de esa mujer. De hecho lo haría con solo decir su nombre en voz alta y su respaldo, pero también sabía que ese mundo no era suyo ni lo sería jamás. Ese mundo siempre sería absorbente y si ella no tuviera cuidado podría hacerle daño a ella ya su familia.
—Ese mundo puede acabar conmigo. Cuando se nace humilde y te conviertes en millonario ese mundo te ciega y te cambia a su antojo. La mierda se te sube a la cabeza y de pronto te cree con el poder de dañar a quien esté a tu alrededor. No quiero eso. El materialismo es una realidad en la que el mundo vive hoy en día. Si usted mira alrededor hoy todos prefieren tener acceso al mal y no al bien. La gente busca danar lo que es bueno.
Isabella asintió una vez porqué pensó que Rosalie la estaba juzgando. Isabella no estaba lejos de ser como todo el mundo, ella había causado daño a personas que frente a todos parecían unos ángeles, pero no eran más que malditos demonios oscuros, con secretos demasiados sucios. Había nacido en el lodo, sabía muy bien cómo encontrar el olor a poder que salía de la gente que llevaba un traje. Ella sabía que era la miseria y había cosas que a diario le recordaban de donde venía, cosas que no se olvidaban a pesar del dinero, del poder y de todos los hilos que ahora manejaba a su antojo.
Su triunfo era solo una de sus caras, el disfraz perfecto para obtener su venganza y ella ya había cumplido con cada uno de sus propósitos desde que tuvo ese poder. Podía sonar mal, podía ser una tirana, la peor de todas quizás, hasta alguien aterrador, pero lo único que ella había querido en su tiempo era venganza, una venganza que aún estaba incompleta y estaba pronta a terminar; pero antes ella quería de alguna forma eliminar sus demonios o al menos tener una forma de llamarlos por su nombre. Así que, aunque no quisiera aceptarlo, necesitaba a Rosalie para sacarlos, quizás más de lo que quería aceptarse a sí mismo. La chica iba a ganar un Pulitzer¹ y no la estaba llegando. Estaba dejando pasar una oportunidad que podría darle tanto.
—No eres ese tipo de persona niña. Eso que piensas te hace diferente, esa es quizás una de las razones por la que yo viaje hasta aquí para pedirte que escribas mi historia. Realmente espero no tener que repetirlo.
Lo dijo con sinceridad, porque sabía que su inocencia podía ayudarla, podía protegerla de lo que Isabella era. Había secretos que le estaban robando el aliento, miles de cosas que estaban acabando con su paciencia. Se estaba volviendo una mala mujer, una mujer peor de lo que ya era, porque su propia oscuridad ya estaba consumiendola y no debía permitirlo, al menos no todavía. Su corazón tenía que estar allí al menos hasta que ella terminara. Después, después ella misma abriría las puertas del infierno y se entregaría a Lucifer pidiéndole solo una cosa antes de quemarse en el infierno junto a sus demonios.
—¿Por qué?
Una pregunta simple de una chica inteligente y quizás demasiado inocente para su propio bien. Ella fue así. El único problema es que ya no recordaba cuánto tiempo había pasado antes de que su alma se hubiera envenenado tanto. Ahora quien viera dentro de ella saldría huyendo. Miró al frente sin realmente ver a la chica que le recordaba lo que Isabella había sido.
—Porque un día de estos puede que mis enemigos lo logren y los próximos titulares de la prensa sean "Muere dueña del imperio High". Quizás el mundo exhale en alivio cuando eso pase. Solo no les daré el gusto. No aún —respondió rápidamente. Sí, ella esperaba con ansias que ese maldito bastardo que condenó su corazón a una cama apareciera, que saliera de las fauces del infierno y la enfrentará, porque ahora ella sería una digna oposición y podría acabar con él de mil maneras. La venganza que llevaba preparándose desde siempre estaba allí a cada segundo, susurrándole al oído.
—Esa no es la verdadera razón señora y si no me dice la verdadera razón no lo haré. Por mucho que me ofrecí el mundo entero a mis pies —Rosalie dijo mientras negaba con la cabeza.
Isabella miró a través de la ventana que tenía unos pasos. La lluvia comenzaba a caer y odiaba la lluvia. Era lo bueno de vivir en San Francisco, llovía poco. Necesitaba volver a casa. Suspiró y se giró hacia Rosalie. Ella retrocedió asustada ya que en su corta vida no había visto tanto dolor en los ojos de alguien, no era posible que en una mujer tan hermosa hubiera tanta oscuridad, tanto dolor, tanta agonía.
—Eres lista —susurró antes de añadir —. Hay una razón, sí, una razón difícil de explicar, porque no es solo mi historia la que quiero contarte. Quiero narrar la historia de dos personas que se conocieron en situaciones tenebrosas, quiero narrarte mi pasado, quiero que conozcas mi presente. Estoy abriéndote las puertas y dejándote entrar a un lugar que seguramente va a resultarte tenebroso; un lugar que puede que te asuste, puede que quieras correr, huir lejos de mi, pero te lo aseguro niña, que una vez que dejes de escribir, que una vez que pongas fin en la última hoja, en ese momento muchas cosas acabaran. Incluyéndome.
Seré libre, pensado con melancolía Isabella, pero Rosalie no tuvo suficiente. La mujer hablaba como una suicida y eso la estaba aterrando. Parecía que lo que se estaba escondiendo tras la fachada de una mujer inteligente y astuta era terrorífico. Había algo más y era el motivo oculto lo que la tenía preocupada.
—Podrías haber tenido a los mejores escritores en tu puerta. Autores de Bestsellers matarían por una oportunidad como esta ¿Por qué yo?
Isabella sonrió muy poco, tan poco que no se notó y se dio cuenta que Rosalie la había hecho sonreír muchas más veces de las que sonreía en un año.
—Eso te lo diré al final de la historia. No tiene caso que entremos en detalles de algo tan simple como que eres a quien elegiría de ese "montón de escritores de bestsellers" —hizo las comillas con sus dedos y continúo —. Esto no es acerca de quien pueda escribir un cuento o una biografía. Es acerca de alguien que se apegue a la realidad. Habrá momentos en los que mi vida se escuchará como una mentira, habrá momentos en los que mis palabras sean como fantasía barata de libros de bolsillo con final trágico. Sin embargo, todo lo que voy a contarte es verdad.
Rosalie cerro los ojos y luego los abrió. Había decisión en su mirada, Isabella lo supo en el momento en que ella cerró sus manos en puños y luego sus palabras le confirmaron que su don de persuasión aún funcionaba sobre inocentes que creían que el orgullo iba a llevarles a algo bueno.
Nadie pudo decirle que no a ella.
—Lo haré, pero quede claro que cada nombre será real, no habrá jamás una mentira escrita en algo que yo haga. Si usted piensa contarme su historia, necesito hechos, y si es posible pruebas.
Le estaba usando su alma al diablo, lo sabía, pero iba a arriesgarse y no sabía porque, pero quería hacerlo. Después de todo, nada malo podía pasarle si la seguía. Se decía que quien le demostraba lealtad lograba hacer mucho a su lado. Y ella quería ayudar a sus padres de verdad, de alguna forma. Había escuchado a su madre la semana pasada diciendo que las deudas estaban absorbiendo la textilera de su padre quien quería declararse en bancarrota. Aún así necesitaba la verdad.
—Las mentiras son enredaderas que tienen espinas Rosalie. Si dices una y la persona a quien mientes no lo sabe la lastimas y lo sigues haciendo siempre. Es como dañarlos y no recuperar nada de lo que te dieron jamás. Más y, sobre todo, cuando una relación se basa en confianza. Dejas cicatrices que aunque no son visibles están allí recordando el daño que hiciste a personas que no se merecían ese sufrimiento —la interrumpió Isabella emocionalmente cansada. Rosalie sonrió por la que Isabella le hizo, pues sonaba como una mujer de cien años atrapada en el cuerpo de una joven treintañera.
—Eres sabia para hablar, eso es bueno.
Sí, eso ya se lo había dicho muchas veces, pero no era algo que ella amaba ya que la sabiduría con la que tomaba cada decisión la hacía a veces una mujer sin corazón
—Puedes añadir eso a mis cualidades junto a que soy veneno y miel. En serio, serias una buena escritora de poesia. Yo no soy dulce, la miel lo es.
—La poesía es una prosa perdida de sueños incumplidos, de autores soñadores en busca del amor. Una verdad escondida entre palabras bonitas que suenan entre sí y suelen tomarse como declaraciones silenciosas de expresiones que no podemos formular en voz alta. Verdades consumadas. Solo fui honesta. Dije la verdad —se defendió Rosalie con una mirada desafiante.
Isabella asintió. Se necesita valor para mirar a los ojos a la señora. Medusa la habían llamado muchas veces, una diosa hermosa con la maldición de la mirada que destruye el alma de cualquiera porque su alma estaba podrida, la mujer castigada por Atenea, por ser víctima de un dios poderoso aun así dejo de divagar.
—No, no puedes decir la verdad cuando ni siquiera me habías visto. No me conoces, no en realidad. Mi descripción, tú descripción, está muy alejada de los hechos.
Rosalie no se intimidó, ya que eran sus escritos de los que hablaban e iba a defenderlos siempre que pudiera.
—Los ojos son las puertas del alma. Vi suficientes videos de usted en internet. Se bien que no hay entrevistas suyas que no sean de trabajo, pero lo que vi fue suficiente.
Las palabras de Rosalie la hicieron querer sonreír de nuevo, pero esta vez no lo hizo. Ella no tenia alma y se lo dijo.
—Mi alma está encerrada en el cuerpo de un hombre que lleva conectado a miles de aparatos hace más de ocho años
La mirada confundida de Rosalie la hizo querer ahorcarse con sus propias manos. Eso no era algo que debía saberse tan pronto.
—¿Qué significa eso? — preguntó la rubia curiosa. Isabella caminó hacia la puerta en donde Emmett seguramente estaba esperando para llevar a una chica al hospital. Un exagerado como siempre, pero no distaba mucho de la realidad, de lo que podría haber pasado si Rosalie no fuera una chiquilla llena de curiosidad.
—Que nos vamos a San Francisco hoy mismo, estoy lejos de casa. No me gusta estar lejos de casa.
—No estoy lista necesito… —comenzó a balbucear Rosalie, pero Isabella la detuvo cuando vio su reloj, un reloj de bolsillo de oro. Parecía viejo, pero era hermoso. Tenía una inscripción que no logró leer, aun así no pudo evitar decir —. Lindo reloj, parece… antiguo.
Isabella miró su reloj y lo apretó en su mano un momento, antes de decir:
—Tienes una hora para arreglar lo que necesitas arreglar. No lleves más que una maleta pequeña. Lo que te haga falta yo te lo daré.
Sin respuesta esperar y sin dar una explicación del reloj, abrió la puerta de la casa y automáticamente frente a la señora se abre un paraguas negro. Emmett la miró con el ceño fruncido y un brillo en sus ojos que no supo determinar desde la puerta de su casa ¿En que se había metido?
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Rosalie miró a su alrededor. estaban en IATA (el aeropuerto internacional de San Francisco). Habían volado en avioneta desde Iowa en donde se había despedido de su madre, quien le había pedido que se consiguiera un esposo millonario, y su padre, que le había pedido unas tarjetas de beisbol originales. Todo iba tan rápido que empezaba a dolerle la cabeza. Ajustó sus lentes y hubo a Isabella, quien leía atentamente un manuscrito que parecía ya demasiado viejo y usado mientras esperaba que Emmett hablara con el piloto del vuelo privado que acababan de tomar.
—¿Puedo preguntar qué lías?
Isabella parecía salir de su trance y Rosalie anotó eso en su mente, ya que sin querer examinaba psicológicamente a la señora. Era una maldición con la que debía vivir. Cuando se enfocaba en alguien era como hacer un rompecabezas, le gustaba ver cómo cada pieza encajaba en su lugar y justificaba esa persona. La vio meditar antes de suspirar y responder:
—Es… —Isabella frunció el ceño y miró el manuscrito. Luego miré a Rosalie diciendo con un brillo extraño en sus ojos —. Una larga historia, una historia tonta y romántica que empezó en el caos injustificado de la vida de dos personas que por accidente chocaron sus mundos.
-¿Cómo se llama? — preguntó con la curiosidad brillando en sus ojos azules. Isabella contempló el manuscrito un momento. Estaba viejo y algunas hojas estaban sueltas y, en ese momento, la llevó de vuelta al pasado, a recuerdos que tenía escondidos en una agonía intensa que cruzó a través de sus ojos. Después de lo que pareció una eternidad miró a Rosalie volviendo a la realidad y respondió:
—En realidad no lo sé
Fue un susurro, un susurro suave, pero la voz que brotó de la dura e inquebrantable señora fue como si un cuchillo le hubiera atravesado el corazón. Y Rosalie lo supo, ella supo que Isabella no solo iba a abrirle las puertas de su pasado, sino que también iba a abrirle lo que le quedó de su corazón.
¿Estaba ella preparada para eso?.
Los Premios Pulitzer son galardones por logros en el periodismo impreso y en línea, la literatura y la composición musical en los Estados Unidos de América.
Varias personas han preguntado por la cantidad de capítulos de la historia. Son 60, más 3 Outakes que serán el cierre a historias que quedan abiertas en la trama y se actualizará todos los domingos. Todavía hay mucho que descubrir de Isabella y Rosalie no sabe si está lista. ¿Quién me dice que es lo que Bella está leyendo y porque la pone tan nerviosa? Siempre agradecida con Joana quien se encarga de aplacar mis locuras, muero por leer lo que piensan.
Agradecemos a todas las personas que leen y siguen la historia, ya sean lectores fantasmas o dejan un comentario. Para estas últimas gracias de corazón, todo comentario es bienvenido y nos da ánimos y nos ayuda a mejorar.
Nos leemos la semana que viene.
Un saludo
