Los principales personajes quedan a Stephanie Meyer la historia es mía totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización
Capítulo 12.
Amigos.
"La verdadera amistad llega cuando el silencio entre dos personas es incómodo"
David Tyson Gentry
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—Puede que no sepa qué es lo que estoy haciendo Isabella, pero quiero averiguarlo. Rosalie Hale me hace querer averiguar en qué realmente me estoy metiendo.
Emmett cerró la puerta de la oficina de Isabella sin dejarla responder, molesto por la inquisición a la que había sido sometido. Se encontró con Grace de frente al salir del despacho; ella parecía haber estado tras la puerta todo el tiempo.
—Isabella está borracha de nuevo. Hay vidrios por todos lados. Estaba por quedarse dormida sobre el escritorio—dijo él como explicación antes de mirar al pasillo de las habitaciones de huéspedes sintiendo unas enormes ganas de ir y ver a Rosalie. Maldita sea la chica que lo tenía sintiéndose como un tonto.
—La niña Rosalie también bebió.
—¿Ella estaba bien? —pregunto y se maldijo al ver los ojos de la vieja astuta brillar de forma extraña. Ella se encogió de hombros quitándole importancia .
—Soy la niñera de Isabella, señor McCarthy, no la de sus huéspedes.
—Si Isabella te escucha algún día llamarte así a ti misma…
Grace sonrió suavemente rodando los ojos y luego le dio la espalda caminando a la cocina dejándolo solo en la sala de estar. Emmett dedujo que quizás era cierto y que Grace era quien, en los momentos más oscuros, ayudaba a Isabella a no caer fuerte en el abismo, pero él nunca había preguntado porque o de dónde venía ella. Cuando él había vuelto a la vida de Isabella un año y medio después de haberle salvado la vida de Félix, Grace ya estaba allí dirigiendo la mansión, y Edward llevaba seis meses en coma. No preguntó quién era la anciana, aunque ella se había convertido en la sombra de Isabella y no era que no pudiera saberlo, pero a veces era mejor no saber, aunque él le fuera leal a su jefa.
—¿Será que estará bien? —gruñó y dio dos pasos a la puerta para irse. Tenía reuniones con gente importante, pero quería ver a Rosalie; quizás la niña no soportaba el licor, quizás estaba vomitando, podría estar ahogándose en un propio vómito y eso lo asustó.
Maldijo antes de tomar una decisión y caminar hacia el pasillo de las habitaciones de huéspedes. Ir y verla no le iba a hacer ningún daño.
No iba a acercarse a ella, se mintió.
Rosalie abrió la ventana de su habitación y se subió en el alféizar y dejó colgando sus pies. La brisa cálida del verano le calentó los huesos, así que se abrazó fuerte con sus propios brazos antes de suspirar.
Escribir una historia era la cosa más difícil que podía existir. Había cosas que salían naturalmente de su control, reacciones que no podía describir, y preguntas para las que no tenía respuestas. Y le daba miedo preguntar. Había estado investigando y se arrepentía muchísimo de no haberlo hecho antes. Las cosas que Isabella le estaba contando necesitaban un respaldo, aunque estaba completamente segura que lo que ella le estaba contando era verdad.
Era imposible no verlo en sus ojos. La señora tenía una historia que daba miedo, pero también estaba llena de cosas buenas que ella aún no podía ver y Rosalie quería mostrarle eso, mostrarle todas las cosas buenas que ella no había notado. El hombre que la había salvado de ser asesinada por un traficante de niños y armas a gran escala, su madre quien, a las malas, le había mostrado un poco de compasión encerrándola en armarios para que no viera la depravación que podía haber tras la vida que la mujer llevaba.
Pensó en su esposo. Cullen era un apellido común en Estados Unidos, un apellido que cualquiera podría tener, pero ella había googleado Edward Cullen y miles de artículos acerca de lo que le había pasado habían salido, sin una fotografía del hombre que se había robado el corazón de Isabella.
No estaba segura de cual de todas las teorías era real. No sabía nada de nada si era sincera consigo misma. Había teorías locas que decían que su familia lo había congelado y encerrado en un congelador en lugar de desconectarlo y dejarlo morir. O tenerlo escondido en un cuarto con máquinas como realmente había pasado. Pero ningún artículo de la prensa hablaba realmente de lo que le había pasado; especulaban sobre accidentes de auto, derrames cerebrales y secuestros. Nadie tenía pruebas o informes médicos ya que ni siquiera sabían el nombre del hospital en el que había estado internado. Intentó buscar esa información con sus amigos y todos decían que no existía un informe médico.
Luego estaba lo siguiente en la lista. ¿Quién no querría sus manos fortuna Cullen Masen? Decían algunos artículos que Elizabeth Masen quien ahora manejaba la empresa naviera de su familia, por lo que Rosalie sabía que Isabella no había tocado un solo centavo de su esposo jamás.
Era extraño como al ahondar más en detalles había descubierto que la Familia Masen tenía un pasado oscuro que tenía mucho que ver con el tráfico de armas, matrimonios arreglados y Malik Maroto era uno de sus amigos cercanos.
Preguntas que no podían ser respondidas por Isabella quien solo podía contarle su lado de la historia por lo que la tenía investigando así.
Los inicios de Global High era algo que estaba en internet. En cómo una joven Isabella había convertido una empresa en bancarrota en una empresa rentable en semanas. En como las deudas que Charles Swan tenía en ese entonces habían desaparecido como por arte de magia.
En como Emmett había sido nombrado el vicepresidente a solo una semana de comenzar a aparecer en las fotos de los periódicos como representante legal de Global Hihg.
El apellido McCarthy era algo que tenía pendiente a investigar. Quería saberlo todo, aunque no estuviera lista para saberlo.
Emmett. El nombre solo le hizo suspirar de forma tonta. Estaba cayendo fuerte y se maldijo por eso. Los chicos no habían sido jamás su objetivo o su fuerte, ella era torpe en la escuela y, después, en la universidad siempre fue la chica inteligente que se llevaba bien con todos, pero nunca fue la chica que llamó la atención. No fue la chica a la que todos perseguían de un lado a otro aunque siempre fue buena compañera de todos.
Pero Emmett, con una sola mirada, le hacía latir el corazón tan fuerte que este desbocaba como si hubiese corrido un maratón y estuviese llegando primera a la meta. Ella sentía esa sensación cuando lo veía, era como si el aire le faltara o se le olvidase respirar, pero ¿Qué podría él ver en ella? Emmett tenía al alcance de sus manos un mundo lleno de mujeres hermosas, más aún una mujer poderosa que lo consideraba su igual, y ella, ella solo era alguien que había llegado a su vida a…
—Las ventanas no deben ser un asiento muy cómodo.
Rosalie chilló asustada y cerró los ojos al sentir que iba a caerse de espaldas mientras movía los brazos en círculos buscando agarrarse, pero el golpe no llegó y, cuando abrió los ojos, se encontró con la mirada suave de Emmett quien parecía aturdido por tenerla tan cerca. El corazón de Rosalie desbocado latió y le recordó que ella estaba soñando muy alto, que iba a caerse y que el golpe al final iba a dolerle demasiado.
—Tiene unos ojos muy bonitos Rosalie.
Rosalie parpadeó aturdida y sacudió la cabeza volviendo a la realidad antes de, con ayuda de Emmett, bajar del alféizar y dar unos pasos atrás intentando alejarse de él. Estar cerca la estaba confundiendo demasiado. Era como estar en una rueda de la fortuna o una montaña rusa. Cuando la adrenalina acabara estaba segura de que iba a sufrir demasiado los estragos.
—¿Está Isabella bien? ¿Ella lo ha enviado a buscarme?
Emmett pareció herido y le dedicó una mirada triste antes de retroceder metiéndose las manos en los bolsillos de su pantalón. Llevaba un traje, como siempre, pero se veía bien, bastante guapo. Sus zapatos negros brillantes y su corbata de seda azul combinaban con su camisa blanca de vestir. Su barbilla, un poco peluda, lo hacía lucir como un rebelde y su quijada cuadrada fuerte parecía haber sido hecha por un escultor de la edad media.
—Isabella está bien. Un poco borracha, pero bien. Se quedó dormida sobre el escritorio de nuevo. Quería ver cómo estaba usted. Grace mencionó que usted había bebido y quería asegurarme de que no estuviera sintiéndose mal o algo así.
Rosalie miró la cama como si esta tuviese todas las respuestas y luego a Emmett antes de encogerse de hombros
—Estoy bien señor McCarthy. Dos tragos de coñac no me harán daño.
—Emmett.
—¿Disculpe?
—Mi nombre. Me llamo Emmett. Señor Mccarthy suena bien para los negocios, pero mis amigos me dicen Emmett.
—Usted y yo…
—Usted y yo no empezamos muy bien Rosalie Y no voy a disculparme por eso. Ante todo soy el abogado de Isabella y representante de Global High. Pero quiero que sepa que usted no me incomoda. Quiero que seamos amigos.
Rosalie escuchó su corazón quebrarse en pedazos al escuchar a Emmett pedirle ser su amiga sin saber que él no tenía amigos y que le estaba pidiendo, por primera vez en su vida, su amistad a alguien. Cuando ella no respondió Emmett se aclaró la garganta en busca de una respuesta
—No está de acuerdo con que yo sepa la historia de Isabella —le dijo Rosalie dando un paso más atrás.
—Cualquiera en sus cinco sentidos estaría en contra de sacar tanta mierda al sol. La historia de Isabella es para alguien preparado para encerrarnos en un manicomio.
—Se incluye. Por supuesto no me asombra que lo haga.
Rosalie dio varios pasos para salir de la habitación y antes de llegar a la puerta Emmett le tomó un brazo. No apretó, pero la detuvo y por alguna razón ambos empezaron a respirar de forma extraña al estar tan cerca uno del otro.
—Isabella es mi mejor amiga Rosalie. Jamás pensé en ella de otra manera. No pasaría esa línea nunca. Conozco a Edward. Sé porque Isabella lo ama tanto y usted pronto lo sabrá. Por favor, si en algún momento la ofendí o dije algo grosero yo…
—No se disculpe cuando es obvio que no quiere hacerlo —Emmett parpadeó aturdido por la declaración de Rosalie.
—No sabe nada.
—Ese es su problema señor McCarthy. Usted cree que nadie sabe qué se esconde detrás de su mirada. ¿Cree que una chiquilla como yo no sabe que hay detrás de sus ojos?
Emmett se enfureció, pero no lo demostró. Si le alzaba la voz a la chiquilla sabelotodo iba a asustarla. Sus demonios rugieron y le urgieron hacerlo.
—Nadie me conoce Rosalie. Y las personas que lo hacen me tienen miedo.
—Debe ser aburrido que nadie lo desafíe o se atreva a mirarlo a los ojos.
—Es mejor así. Puedo protegerme de que me hagan daño. No voy a ofrecerle o pedirle que sea mi amiga de nuevo. Puedo ser profesional si eso es lo que necesita que yo haga. No volveré a molestarla de nuevo si eso le incomoda. No soy un tonto.
La mirada de Rosalie se suavizó y Emmett, como un imán atraído al metal más poderoso, dio un paso cerca de Rosalie ,quien tartamudeó.
—No debería importarme. Y no me molesta que quiera que seamos amigos.
—Eso es bueno. Ser amigos —susurró de vuelta Emmett dando un paso más cerca, le deslizó un dedo por su mejilla despacio haciéndola jadear y cerrar los ojos mientras ambos respiraban el mismo aire y cuando Emmett la atrajo desde su cintura a su pecho Grace habló.
—La Señora Isabella quiere verla en su despacho señorita Hale, en dos horas.
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El olor a café se coló en su nariz haciéndola arrugarla.
—Si la arrugas un poco más, estarás en problemas. Los cirujanos plásticos no las dejan iguales —Isabella gruñó moviendo las manos y su espalda protestó al igual que su cuello.
—¿Volví a quedarme dormida sobre el escritorio?
—Eres una muchacha indecente. El alcohol es un problema para ti. Si Hyõ estuviera vivo, te pondría sobre sus rodillas y te daría una de esas que no te dejarían sentarte en años —gruñó Grace antes de pasarle una mano por el rostro alejándole el cabello. Isabella enfocó a Grace y suspiró antes de levantarse de su posición.
Tenía el rostro pegado al escritorio y su culo pegado a la silla. Estirarse iba a doler, así que lo hizo rápidamente mareándose por el movimiento.
—Mierda —murmuró antes de que su cabeza empezara a martillar.
—Deberías dejar de beber tanto.
—Grace —le advirtió Isabella levantando la taza de café y dándole un trago.
¡Iugh! Estaba amargo.
Grace no pareció enojada por el tono de voz de Isabella, quien parecía cansada y la resaca le estaba haciendo temblar las manos.
—No me hagas caso, pero tampoco digas que no te lo advertí. El niño Edward despertará un día y tú estarás a su lado conectada a cables que te mantengan viva si sigues así. ¿Te has visto el rostro? Parece que tuvieras mil años
—Joder, gracias a Dios no soy hija de nadie —murmuró Isabella mirando el reloj de su despacho. Había dormido tres horas y eso era increíble para ella quien podía dormir solo dos horas al día. O una.
—¿Cómo está Rosalie?
Grace miró a Isabella un segundo antes de arreglarse la ropa en un movimiento grácil
—Solo dio dos tragos a tu copa. A esa niña le gusta Emmett. Los encontré en su habitación a punto de besarse hace rato.
—Lo sé Grace. Seguro los interrumpiste y pusiste nerviosos. Sé lo que es eso.
—No te quejes muchacha. El joven Emmett me recuerda a Edward a veces ¿Sabes? él la mira como un ciego que ve al sol por primera vez. Como Edward te veía a ti hace tanto tiempo. Puede que le haya dicho que querías verla porque quería interrumpirlos. Le dije 2 horas, pero de eso hace ya más de una hora. Llámame mentirosa si quieres.
Isabella dejó el café de lado y se cruzó de brazos antes de girar su cuello intentando relajarse.
—Dilo ¿por qué querría yo interrumpirlos? —la invitó a hablar y Grace se sentó en la silla suspirando de alivio. Isabella la miró evaluando. Grace parecía cansada.
—Creo que deberías dejar que esos dos encuentren su camino. Y ayudarles a hacerlo, a las buenas. El joven Emmett se merece ser feliz y la chica parece ser lo que él necesita para serlo.
—Y yo creo que tu deberías dejarme pagarte por descansar. ¿Necesitas más personal? ¿Cómo está tu espalda? —Grace le quitó importancia chasqueando la lengua antes de responder.
—No me cambies de tema niña.
—No era mi intención hacerlo vieja tonta —Grace le frunció el ceño a Isabella, quien sonrió sin poder evitarlo haciendo que las facciones duras de Grace se relajaran —. Así que ¿desde cuándo eres Celestina?
Grace bufó levantándose del asiento y se giró hacia la salida para decir de espaldas mientras se alejaba hacia la puerta.
— Desde que dejé de servir la casa Cullen, te juré lealtad niña, así que no me jodas la paciencia. La chica vendrá pronto. ¿Será posible que la amenaces un poquito y la hagas sentir miserable? Asegúrate que sus intenciones con el niño Emmett sean buenas. Él me agrada. Si yo fuera veinte años menor seguro lo obligaría a casarse conmigo.
Isabella sonrió sin poder evitarlo antes de tomar en sus manos el collar que siempre estaba escondido en su cuello. Grace le dio un vistazo y se aseguró de que el piso estuviera limpio antes de cerrar la puerta. Aún recostada en su silla a Isabella le dolían las articulaciones de su espalda y el cuello. Levantó su café y le dio un buen trago para aminorar el dolor de cabeza producido por la resaca.
Grace aún tenía fe de que Edward despertará. Su corazón dolió al pensarlo y su párpado derecho parpadeo por los nervios alterados.
Fe.
Hacía mucho tiempo ella la había perdido. Alejó los recuerdos guardándolos para Rosalie y luego se puso a pensar en las palabras de Grace acerca de esos dos.
¿Sería verdad que Emmett buscaba en Rosalie algo más que follarla y sacarla de su sistema?
Quizás debía dejar que de verdad esos dos se encontraran en el camino.
Aunque ella aún tenía que cumplir con la petición de Grace y hacerla sentir miserable. Solo un poco.
Nuestro Emmett es la cosa más hermosa y crítica del mundo, pero cuando sepamos su historia todo tendrá sentido, pronto, recuerden que estamos viviendo a Isabella, Edward estará allí, él es el dueño de su corazón pero también tenemos que verlo todo.
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