Los principales personajes quedan a Stephanie Meyer la historia es mía totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización


Capítulo 25

El egoísta corazón

"Y no fui yo el caprichoso que quería soledad

En vez de amor, sabes que no

El que escogió abrazar la ausencia

De tu cuerpo en mi colchón,

Fue mi egoísta corazón" San Luis. Mi corazón..

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Rosalie se inclinó a recoger la manta del pasto en el jardín cuando una mano cubrió la suya y tiró de ella haciéndola chocar contra el pecho duro de un enorme muro de músculos.

Emmett enganchó sus manos en su cintura y ella buscó sus ojos color miel suave mientras Emmett la movía en silencio sin música por el pasto bailando al son de sus corazones. No necesitaban música.

—Me impresiona verte aquí —le susurró antes de detenerse para solo abrazarla fuerte y esconder su rostro en su cuello. Rosalie suspiró y acarició su cabello antes de que Emmett buscará sus ojos y la besara hasta dejarla sin sentido.

¿Iba a ser siempre así? ¿Iba a sentir como si el aire le llenará los pulmones cada vez que lo besara? Como si una bocanada de aire fresco atravesará sus pulmones haciéndolos sentir libres.

—Emmett yo te a… —susurró Rosalie cuando él deslizó sus brazos por su cintura hasta la curva de su trasero haciéndola jadear sin dejarla terminar. Emmett se maldijo al sentir las manos desesperadas de Rosalie y la soltó dando un paso atrás sintiendo que caía al vacío sin poder evitarlo.

—Besarte es como inyectarse éxtasis. Y no puedo bajar de esa nube si no bajas conmigo —Rosalie sintió sus mejillas calientes y Emmett dejó un beso pequeño en sus labios antes de deslizar su nariz sobre la suya y decirle —. Hay palabras que son pequeñas para describir sentimientos. Eres hermosa Rosie y eso no te describe. Necesitaría miles de adjetivos para poder acercarme a lo que me haces sentir y, aún así, me quedaría corto.

—Eres un poeta. O un mentiroso.

Emmett sonrió bobalicón y le palmeó la cintura antes de señalar la manta en el piso con la barbilla.

—¿Has visto las estrellas de cerca alguna vez? Aquí brillan mucho y si entrecierras los ojos se verán como si pudieras tocarlas con las manos.

Ambos se recostaron en el pasto en silencio y Rosalie solo se perdió en las estrellas. Era magnífico cómo estas brillaban esa noche haciéndola sentir paz, pero también dedujo que la paz que estaba sintiendo podía ser porque estaba en los brazos del amor de su existencia.

—Pareciera que piensas en la cura del cáncer —afirmó Emmett llamándole la atención y Rosalie negó entrelazando sus dedos mientras miraba sus manos. Había cicatrices allí, pequeñas cicatrices en los nudillos y varias más arriba. Todas casi imperceptibles para quien no miraba fijamente.

—Solo estoy feliz. Y soy extraña —le susurró de vuelta intentando capturar en una jaula sus pensamientos.

—No puedo competir con los pensamientos.

—No deberías —Rosalie se giró en sus brazos aún recostada en su pecho y busco su mirada deslizando su mano en una caricia por su barbilla lentamente. —¿Puedo preguntar algo?

—¿Puedo no responder? —replicó de vuelta, tensándose. Rosalie sonrió suavemente infundiendo aliento y movió su cabeza afirmando.

—Cuando era niña mis papás me dieron todo ¿Sabes? Tenía los mejores regalos, ventaja de ser hija única, supongo, tenía todo lo que quería.

—Creí que ibas a preguntar…

—Aún no termino —lo interrumpió bruscamente dándole una palmada en el pecho antes de mirar al cielo de nuevo —. Les pedí ir a Alaska. Y fuimos. Quería ver una aurora boreal. En ese momento me di cuenta de que las cosas más bellas se esconden bajo capas de hielo, o fuego. Mi padre estuvo en el hospital con hipotermia por mi culpa casi una semana.

Emmett se tensó y Rosalie se levantó de su pecho haciendo que él la siguiera.

—No seré insegura y te preguntaré ¿Por qué yo? Pero si quiero preguntar ¿Por qué te da miedo que sea yo? Porque lo he visto, ese miedo en tus ojos extraño.

Emmett se aclaró la garganta incómodo, sintiendo un nudo en su garganta que no había sentido nunca.

—Un día me odiarás Rosalie —declaró pareciendo seguro de sí mismo y Rosalie sintió tristeza por él. No lastima, pero sí tristeza de que el pensará que eso podía pasar.

—Emmett no habría nada en este mundo que pudiera hacerme odiar…

Emmett le puso la mano en los labios y negó varias veces.

—No me conoces aún, no lo digas. No soy una buena persona.

—El hecho de que creas que no lo eres no me hará dudar de tí.

—Rosalie… —quiso interrumpirla de nuevo, pero no pudo pues Rosalie se levantó del pasto y lo miró desde arriba. La siguió e hizo lo mismo poniéndole las manos en los hombros intentando con todo su ser hacer que las palabras salieran de su boca. No pudo. Estás se atoraron y lo hicieron sentir cobarde. En su lugar le dijo —. Un día vas a odiarme. Vas a dejar de creer en mí, dejarás de pensar que soy esa imagen perfecta de lo que crees que amas y me verás como soy, al hombre real tras este traje. Mi historia está atada a la de Isabella. No declares que no podrías odiarme cuando sentirás odio por mi Rosalie.

—Podría prometerte creer siempre en ti aún cuando seas tú mismo quien haya perdido la fé. Emmett, no eres perfecto, pero en tu imperfección tú me amas.

—Crees que soy un héroe cuando no es así. No te equivoques conmigo. Soy un canalla —la soltó sin querer hacerle daño y se giró, pero antes de irse le dijo dándose la vuelta para enfrentarla —. Y me da miedo que seas tú, porque puedes ver más allá de mí y nadie ha podido jamás hacerlo. No antes de ti.

Isabella quien lo escuchó todo esperó hasta que Emmett la viera para señalar su oficina. Una vez dentro ella se sentó y vio que la mano derecha de Emmett temblaba de miedo. Emmett era un hombre alto y grande y estaba temblando pareciendo asustado a muerte.

—Me recuerdas a alguien —le dijo luego de varios minutos de verlo temblar.

—Estás bebiendo de nuevo Isabella —le reclamó Emmett intentando cambiar el tema mientras buscaba la forma de quitarle la copa de las manos. Isabella se la bebió sin hacer una mueca y la dejó sobre el escritorio de golpe. Emmett en cambio arrugó su nariz al verla beber así.

—El amor de tu vida no se está muriendo en una cama de hospital sin una cura.

—El coma…

—No me salgas con que esa mierda de que no es una enfermedad. Edward lleva ocho años así.

—No sé que decir —contestó Emmett mientras se sentaba masajeando su frente angustiado.

—Sé que no quieres oírlo de mi. Pero. Estás marchitando tu flor extraña Emmett. Ella no será un cálido sol para siempre. Todos tenemos un límite al que es mejor no llegar nunca. Si ella llega a su límite te arrepentirás si se va. Y yo te pateare las bolas. Duro.

—Solo le dije la verdad.

Isabella sonrió antes de tocar con ambas manos su nariz y recostarse en su silla

—La verdad. ¿Crees que la verdad es decir que te odiará pero no decirle porque?

Emmett maldijo entre dientes y negó forzado .

—Aun no llegas a esa parte y yo no estoy listo. Además no se porqué siempre estás escuchando conversaciones que no debes.

—Llegaré. Y ella tiene todo el derecho a saberlo. No me reclames por escuchar conversaciones en mi casa.

—Me corresponde decirle. Quiero ver el odio en su rostro. Hasta tú deberías odiarme por haber sido tan ruin —le espetó levantándose en un impulso que lo hizo tirar la silla al piso. Isabella miró la silla y luego a Emmett antes de mirar a la puerta tras él

—Creo que eres un cobarde. Y no fuiste ruin conmigo, me salvaste la vida. Muchas veces.

—La cobardía nos define. No me vengas con eso de que soy un cobarde cuando tú te bebes el alcohol de todo el estado en una semana y aún así no te atreves a cruzar la puerta de la habitación de tu esposo.

Emmett se detuvo y se maldijo por lo que había dicho antes de que Isabella negara y señalara la puerta.

—Vete —le ordenó. Y él se fue dejando un desastre a su paso.

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Rosalie sonrió abiertamente cuando a la mañana siguiente Emmett tomó su mano y la llevó a su boca con reverencia mientras conducían hacia la oficina. Él también estaba sonriendo sin dejar de mirarla, quizás temeroso de que ella fuese a desaparecer. Esa mañana le había pedido disculpas de forma sencilla y ella las había aceptado, quizás era una estupidez pero era imposible no amarlo de alguna manera y el amor era en parte perdón. Estaba en las nubes.

—Eres muy hermosa —ella se sonrojo y le tocó la mejilla despacio.

—Estaba pensando en llamar a mis padres y presentártelos. Si quieres —se sonrojo y Emmett impaciente la beso en la boca antes de bajarse del auto y abrirle la puerta.

—Tu madre me conoció —se burló de ella y le picó las costillas.

—No como al hombre al que amo.

Emmett inhalo aire, se escuchó como un jadeo él solo se detuvo a mirarla impresionado

—Entonces creo que deberíamos llamarlos esta noche. O podemos pedirle a Isabella el jet privado e ir a verlos.

Rosalie chilló feliz ante la idea de ver a sus padres y se lanzó sobre Emmett abrazándose a su cuello haciendo reír con ella en sus brazos

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Los tacones color negro eran sus favoritos, pero el hecho de hacer sus piernas lucir interminables era lo que la hacía sentir más.

Más era una palabra sin definición.

Todos giraron su rostro al verla entrar. O quizás estaban viendo su atuendo de última moda y, por supuesto, su abrigo color beige que colgaba perfectamente de sus hombros. Uno de sus guardaespaldas tuvo que alejar a una chica que se había quedado con la boca abierta ya que estaba en su camino. Y ella tuvo la decencia de saludar moviendo sus dedos encantados.

No fue educación.

Charlotte Blues era todo menos educada.

Preciosa, natural, y su cabello pelinegro junto a sus hermosos ojos ámbar la había hecho convertirse en la dueña de las pasarelas en París. Ella era demasiado hermosa.

Pero todo era apariencia

Ella era un lobo vestido de oveja. El único problema era que a ella le gustaba un león de montaña.

Casi había sido suyo. Sí. Pero él siempre volvía a su selva de cemento a reinar. Y nunca la había hecho su reina.

No arrugó su rostro, se obligó a sacar su lado dulce frente a la chica sentada en el área de información quien abrió los ojos demasiado sorprendida para poder decir nada.

—¿Está el señor McCarty disponible?

La chica negó antes de mirar la entrada principal en dónde Emmett entraba de la mano con una chiquilla que le enervó la sangre.

Ninguno de los dos la vio. Pero ella sí que sonrió mientras se acercaba a ambos para lanzar su veneno.

—Vaya. Así que esta fue la razón por la que dejé de ser Charlie y me convertí en Charlotte.

Emmett se tensó y palideció al escuchar su voz. Rosalie buscó la fuente de esa voz y cuando ambos vieron a la mujer frente a ellos no supieron qué decir.

—¿No vas a saludarme?

Emmett se aclaró la garganta y soltó a Rosalie para abrazar a la hermosa mujer que los había interrumpido

—¿Cuándo volviste?

La chica se lanzó a su cuello colgándose de él en un abrazo que Emmett correspondió de una forma que a Rosalie la hizo sentir insegura puesto que parecían más que amigos.

—Hace unas horas. La semana de la moda terminó y siempre que eso pasa vengo a verte. ¿Es que ya no puedo hacerlo?

Rosalie alisó su falda y arregló su chaqueta antes de mirar a la hermosa y despampanante mujer frente a ella a los ojos

—No te conozco —le dijo Charlotte antes de apartar a Emmett de un empujón extendiendo su mano hacia Rosalie.

—Soy…

—Charlotte —los interrumpió Isabella llamándoles la atención a los tres. Charlotte gruñó como un chihuahua y se giró hacia Isabella con una sonrisa burlona en el rostro.

—Supongo que dirás que es un gusto verme.

—De hecho iba a preguntarte por qué estás aquí —le contestó Isabella haciéndola arrugar el ceño.

—Sabes que vengo una vez al año —se explicó e Isabella se cruzó de brazos y la miró de pies a cabeza sin parpadear.

—Ya. ¿Qué haces en mi empresa?

Charlotte se aclaró la garganta y tocó su cabello como si eso fuese normal.

—Fui una de tus modelos de campaña. Mi agente dice que intentaron contactarme así que aproveché para venir cuando la semana de la moda terminó.

Isabella afirmó antes de pasar de ellos y Charlotte sonrió abiertamente de una forma que dejó a Emmett tenso.

—¿Por qué no me llevas a la oficina? Tenemos que hablar.

Sin esperar una respuesta la chica se giró a Rosalie y le dijo

—Espero no te importe que me robe a mi novio.

Sin esperar una respuesta tomó a Emmett del brazo y se lo llevó.


¿Quién no quisiera ahorcar a Emmett hoy? Sé que todas creen que está jugando con Rosalie pero les diré que no todo es lo que parece. Miren que él es duro con Isabella y no se mide para decirle lo que piensa. Jo, gracias por siempre estar allí para mí, por siempre escuchar mis dramas. Espero que amén está historia igual que yo.

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