Los principales personajes quedan a Stephanie Meyer la historia es mía totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización
Capítulo 33
Cosas que nunca salieron de los labios de nadie.
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"El silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de los ruidos. Miles Davis"
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Isabella se detuvo y Rosalie suspiró, demasiado perdida imaginándose a una señora más joven y menos cargada de sentimientos, una chica con fe interminable luchando por salir adelante, cuidando de su padre enfermo, pero Isabella no era sencilla, no era el tipo de chica que solo lo intentaba una y otra vez. Isabella parecía el cielo a punto de soltar un infierno de lluvia que arrasaría con todo.
—¿Tienes una fotografía de Edward? —preguntó e Isabella asintió mientras seguía mirando al frente antes de levantarse y caminar hasta un mueble de su oficina para abrirlo y sacar una caja grande y vieja de allí para ponerla en el escritorio.
—Hay algo que quiero que tengas —susurró y movió la caja grande para dejarla sobre las piernas de Rosalie quien la agarró en sus manos para abrirla. Dentro había cuadernos viejos, todos de tapa negra, decenas de ellos.
—Hay cosas que nunca podré —la voz de Isabella se cortó y cuando Rosalie la miró ella estaba mirando fijamente la caja como si esta tuviera toda su fortuna en ella —. Hay preguntas que solo él habría podido responder. Quiero creer que las respuestas están ahí. Los leí y solo reafirmé que el hombre en esa camilla de hospital en mi casa me ama, que él desesperadamente me ama, y me ama desde pequeño.
Cuando los ojos de ambas se encontraron Rosalie jadeó demasiado asustada para saber qué decir
—También hay fotos. Puedes leerlos todos cuando quieras.
—Isabella no tienes que…
—Sí —la interrumpió bruscamente Isabella —. Quiero que los leas. Una parte de Edward está allí y él es el protagonista de esta historia.
Rosalie asintió intentando convencerse de que estaba lista para abrir esa caja y tomar uno de esos diarios e internarse en la vida de un hombre en coma. Recordó que no hace mucho cuando Isabella y ella estuvieron sentadas en su yet, había visto uno de estos cuadernos en la mano de Isabella. Esta dió un último vistazo a la caja y se alejó saliendo por la puerta dejándola sola.
Rosalie se tomó un momento antes de levantarse de la silla y acercarse al ventanal solo para mirar a la nada y perderse allí. Se acercó tanto que casi pegó su rostro al cristal antes de reaccionar y girarse a la caja y abrirla tomando uno de los cuadernos al azar. Cuando alzó el cuaderno una fotografía se deslizó de este hasta el piso boca arriba. Una Isabella muy joven miraba fijamente a la cámara casi dejándola sin aire porque si la Isabella adulta era hermosa, la Isabella adolescente irradiaba más que belleza.
Llevaba una camiseta color café tan sencilla y el viento parecía estar alborotando sus cabellos. No había una sonrisa en su rostro, por el contrario su ceño estaba fruncido. Aún así sus ojos brillaban intensamente reflejando misterio.
Era como ver el cielo nublado esperando desatar una lluvia que seguramente arrastraría al mundo a su paso.
Rosalie tuvo miedo de levantar la fotografía del piso, sin embargo lo hizo. La levantó y la acercó a sus ojos asegurándose de no estar viendo un dibujo. Miro el diario en sus manos y la curiosidad ganó. Así que solo lo abrió en una página al azar y leyó.
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11 Abril de 2002
Aún no sé cómo decirle, muchas veces con ver sus ojos me basta. Ella solo tiene que mirarme y yo lo sé, sé que sus pensamientos son turbios, o solo tiene hambre. Que poco sabe esta hermosa mujer de lo mucho que la amo. De cómo siendo un hombre tan simple porque a su lado soy nadie sería capaz de ser superman por ella. Quisiera que ella se viera a través de mí, que ella supiera lo increíble y loca que está. Soy un cursi, pero quiero pedirle que se case conmigo. Quiero amarla siempre. Porque ella me salvó, ella me hizo ver la vida de una forma diferente. Ella lo es todo, y yo quiero ser su para siempre.
Edward.
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Los ojos de Rosalie se empañaron en lágrimas no derramadas. Y recordó ver a Isabella leer uno de esos cuadernos
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—¿Puedo preguntar qué lees?
Isabella pareció salir de su trance y Rosalie anotó eso en su mente, ya que sin querer examinaba psicológicamente a la señora, era una maldición con la que debía vivir cuando se enfocaba en alguien. Era como hacer un rompecabezas, le gustaba ver cómo cada pieza encajaba en su lugar y justificar a esa persona. La vio meditar antes de suspirar y responder
—Es… —Isabella frunció el ceño, miró el manuscrito y luego miró a Rosalie diciendo con un brillo extraño en sus ojos —. Una larga historia, una historia tonta y romántica que empezó en el caos injustificado de la vida de dos personas que por accidente chocaron sus mundos.
—¿Cómo se llama? —preguntó con la curiosidad brillando en sus ojos azules. Isabella miró el manuscrito un momento. Estaba viejo y algunas hojas estaban sueltas y en ese momento la llevó de vuelta al pasado a recuerdos que tenía escondidos en una agonía intensa que cruzó a través de sus ojos. Tras lo que pareció una eternidad miró a Rosalie volviendo a la realidad y respondió.
—En realidad no lo sé —fue un susurro, un susurro suave pero la voz que brotó de la dura e inquebrantable señora fue como si un cuchillo le hubiese atravesado el corazón
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—No se volverá más fácil.
Rosalie saltó al escuchar la voz de Lauren quien posiblemente llevaba tiempo allí observando, esta vez la asistente no se veía dura, implacable esta vez la miraba con tristeza —. La historia de Isabella. Sé que estás escribiendo sobre ella. Todo el mundo lo sabe —aclaró. Rosalie guardó el diario en la caja y asintió intentando verse menos afectada.
— Estoy consciente de esto. Sabía en qué me metía al venir aquí.
Lauren se adentro en la oficina y se sentó frotando la falda lápiz color negra que llevaba ese día con ambas manos mientras cruzaba sus piernas de una forma nerviosa.
—Fui la amante de su padre. ¿Sabes? No de Hyõ, de Charlie Swan —Rosalie jadeó y Lauren sin mirarla continuó pareciendo avergonzada de sí misma —. Era ingenua, joven. Creí que él iba a amarme como yo pensaba que lo amaba. Pero solo era sexo. Él se enamoró una vez y eso terminó. Luego por supuesto Hyõ llegó y le dijo que René había tenido una hija. Tenía pruebas de ADN, líneas de tiempo que probaban que realmente Isabella era su hija. Estaba allí cuando él renegó de Isabella cediendo sus derechos paternales a un hombre moribundo porque Hyõ lo buscó porque lo habían desahuciado y quería proteger a su hija. Lo dejé después de ver la forma en la que lo trató, dejé mi trabajo porque un hombre que renegaba de su hija ante otro hombre moribundo no valía la pena y me fui para alejarme de todo y fue cuando el gran Charles Swan quebró. Isabella llegó y compró su empresa y Dios, ella se abrió paso a codazos en un mundo de penes. Así que un día llegué no había nadie siendo su asistente así que reclamé mi lugar de vuelta, la ayudé a organizarse para que fuera más fácil. Isabella no es estúpida. Ella sabía quién era yo. Nunca lo mencionó, ella me trató con respeto y tomó mis consejos. Me costó tiempo ganarme su confianza, pero lo único que me dijo cuando el Señor Cullen cayó en coma fue
"Vamos a incendiar el cielo Lauren, porque necesito ser rica para ayer"
Rosalie sonrió suavemente y Lauren también lo hizo levantándose antes de girarse a la puerta
—A la mañana siguiente teníamos a inversores desde los más grandes a los más pequeños haciendo fila para comprar diez de los mejores diseños de aviones jamás creados por Hyõ e Isabella. La admiro mucho por eso. Se vendieron solo dos y ella se volvió respetada y famosa, la gente habló de la hija perdida de uno de los mejores ingenieros de aviación. Espero que te enseñe la oficina de Hyõ pronto. Es hermosa. Ella le rinde homenaje a un hombre que solo la crio de una forma tan respetuosa y buena. Isabella se ganó el respeto de gente afuera que no creía en nadie. Incluido el mío.
—Creo que cualquiera lo haría. Respetarla.
—El chófer te espera. Isabella dispuso de él para tus necesidades de ahora en adelante. ¿Puedes levantar esa caja? O necesitas que alguien la lleve por ti.
Rosalie tomó la caja en sus manos y la levantó sin responder. La asistente le abrió la puerta y antes de que Rosalie se fuera le dijo:
—Si te sirve de algo, Emmett está enamorado de ti y Charlotte es solo una perra a la que me gustaría encajarle un lápiz en la yugular.
Rosalie se rio por primera vez en dos días. Se rio y Lauren hizo lo mismo mientras se miraban con simpatía.
—Creo que no eres la única, pero hay formas más fáciles de hacerla sufrir —le dijo caminando hasta donde el chófer la esperaba. Lauren la miró alejarse y Rosalie no supo que se había ganado el respeto de la asistente al hablar de esa forma.
Mientras Rosalie se adentraba en la ciudad de San Francisco hacia la mansión, leyó el diario de Edward y se dio cuenta de que más que desear que su vida se arreglará ella deseaba que la historia de Isabella tuviera un final feliz. Uno de esos finales en los que los milagros sucedían. No era imposible, pero era tan posible como lograr que Isabella se atreviera a entrar en esa habitación en el segundo piso.
Miró las letras suaves de Edward y la pasión para describir a la Isabella adolescente intrépida y callada. A la mujer fuerte en la que se convirtió aterrándolo, pero haciéndolo sentirse posesivo. Él era un hombre bueno, era todo lo que Isabella describía aunque apenas estaban adentrándose en su relación. El auto se detuvo y Rosalie reaccionó al escuchar la maldición del conductor quien frenó de forma brusca
—¿Qué sucede? —preguntó asustada, pero no pudo decir nada más ya que un auto se les había atravesado. Emmett se bajó del auto al otro lado de la calle que los llevaba a la mansión y la sacó a rastras, pero Rosalie le golpeó el brazo hasta que él la soltó.
—¿Quién demonios te crees para tratarme de esa forma? —le gritó furiosa y él se metió las manos a los bolsillos, tensó una vena en su frente palpitaba por la furia, pero Rosalie no le tuvo miedo. Lo miró furiosa también porque tenía derecho a estarlo. Ella estaba furiosa así que se miró las manos antes de dar un paso y golpearle el rostro. Una bofetada que sonó en la oscuridad de la calle. Emmett no se defendió, se quedó allí estático y ella le golpeó de nuevo sintiendo su mano derecha arder y temblar pero…
…Oh maldita sea qué bien se sentía. Su corazón le golpeó el pecho de una forma que casi la dejó sin aire.
Le golpeó el pecho la tercera vez y con fuerza. Usó ambas manos. Lo odiaba y lo amaba y lo volvía a odiar con muchas ganas, así que solo lo golpeó hasta que un sollozo se escapó de su garganta, solo entonces Emmett reaccionó y la detuvo tomándole los antebrazos antes de atraerla a su pecho
—Te odio —su voz sonó rota y se maldijo por dejarlo ver su debilidad.
—Lo sé —le susurro hablando por primera vez antes de continuar —. Te dije que ibas a odiarme.
—Por favor no seas intencionalmente obtuso Emmett, no lo hagas —lo increpó antes de girarse hacia el auto en donde el chófer los miraba fijamente pareciendo asustado por todo el show que seguramente ambos estaban haciendo.
—Eres un egoísta.
—Si.
—¡¿Por qué no te defiendes?! —chilló Rosalie antes de caer en cuenta que estaba reclamando algo que no era suyo. Respiró aunque se sintió como tragar clavos para ella y luego se apretó el puente de la nariz buscando detener sus lágrimas —. No me prometiste nada. Ni siquiera me dijiste que me amabas. Yo… —Rosalie se detuvo — debería haber deducido que tú preferirías a alguien con más mundo que a una simple pueblerina. No hables
Lo detuvo y luego se aclaró la garganta porque aún se sentía como si un hierro caliente le atravesara la garganta quemándola
—Lo mejor será que te alejes de mí y dejes de confundirme. ¿Por qué estás aquí? —preguntó y Emmett habló suavemente
—La caja de los diarios de Edward desapareció. No deberías estar leyéndolos sin el permiso de Isabella.
—¿Crees que sería capaz de solo tomar algo que no es mío? —Emmett palideció al escuchar la pregunta y Rosalie agregó —. Isabella me dijo que había respuestas que ella no podía darme. Cosas que nadie más que Edward podía decir porque él está vivo en esos diarios. Y maldita sea si no deseo ahora que solo he leído unas páginas que él despierte. Quiero que me diga su lado de la historia porque soy egoísta. Así como en el fondo aún quiero escuchar tu lado de la historia.
—Mi lado de la historia es oscuro. No quieres escucharlo.
—¿Qué te aterra tanto Emmett? ¿Tienes miedo de que me enteré de que amas a Isabella por sobre mí o Charlotte?
Emmett se giró a su auto y lo golpeó haciéndola saltar
—¡¿Por qué mierda siempre juegas con fuego?! ¡Yo no la quiero de esa forma maldición! No es ella a quien yo amo —le gritó furioso. Rosalie se cruzó de brazos y le gruñó.
— Eres tan brillante como un agujero negro y el doble de denso. Un idiota si crees que voy a creer que no sientes nada por ella.
Emmett repentinamente se giró hacia ella.
—¿Me llamaste denso? —preguntó aturdido.
Rosalie se irguió firme levantó su barbilla y asintió una vez apretando sus propios antebrazos con tanta fuerza que estaba segura iba a tener moretones al día siguiente. Intentó imaginar que Emmett no había leído esos diarios y rogaba al cielo de forma silenciosa que nunca lo hiciera porque ella los estaba leyendo y había una parte que hablaba del Emmett adolescente. Edward no había ignorado las cosas, él era muy atento, y le importaba todo lo que rodeaba a Isabella.
Él es un chico de ojos tristes al que quisiera odiar. Es agradable, casi como a ese hermano pequeño que siempre quise y nunca tuve. Se ganó mi respeto al salvarle la vida a la mujer que amo más que a mi vida. Él será el único hombre al que le confiaría la vida de Isabella, porque aunque me muera de celos en el fondo Emmett la ama, no como yo, no como ella me ama a mí. El amor incondicional y la lealtad que Emmett demuestra lo hacen el elegido para ser su guardián. Él no lo sabe y no voy a decirle, jamás. Porque decirle sería aceptar que él podría reemplazarme y hombre, que sí podría, pero soy egoísta y él es un imbécil, un imbécil que se ofende con insultos elegantes. Un día le dije que era tan brillante como un agujero negro y el doble de denso. Eso lo dejó pensando y así nació nuestra amistad. Estas son cosas que nunca saldrán de mis labios. Mierda, sería un tonto si lo dijera. Aún así espero que él sea el padrino de mi boda y lleve a Isabella al altar cuando llegue el momento. Porque Hyõ no podrá hacerlo, y es como él lo habría querido. Es como Hyõ querría que fuera. Isabella siendo entregada por el brazo de un hombre que la ama tanto como la amamos nosotros.
Edward.
Así que tenemos un poquito más del punto de vista de Edward. Muchas quieren que él despierte, que termine con los pensamientos y la melancolía de Isabella, lo sé, pero todo a su tiempo, Isabella aún tiene que acabar con Félix ¿Acaso creyeron que él ya no está? Emmett siendo Emmett, ámenlo es parte de la historia. Jo, gracias por siempre estar allí nena.
¿Reviews? Hasta el próximo capítulo chicas!
