ENTRE PROMESAS ROTAS

¡Hola! Al fin nuevo cap.

- Cbt1996: ¡Hola! Me alegra que estés enganchada con la historia, aunque sé que te está poniendo los sentimientos a prueba jeje. Por un lado, Sesshomaru está revelando más capas de su papel en la trama, y por otro la situación con Kagura añade un toque intrigante. Kikyo sigue generando emociones intensas, y sí, el momento Inukag es un respiro necesario. Mientras que Naraku, como siempre, es un antagonista complicado. ¡Espero que sigas disfrutando de la trama y gracias por tu apoyo constante! Veremos qué es lo que pasa en el siguiente capítulo, que ya digo, será intenso.

- kcar: ¡Hola! Entiendo perfectamente tus emociones, la revelación de que Kagura y Kikyo son hermanas ha añadido un giro impactante a la historia. La situación con Moroha ha alcanzado un nivel de tensión elevado, y todos queremos que nuestro Inukag encuentre a su bebé sana y salva. :c La trama está tomando caminos inesperados, y la conexión entre los personajes está revelándose poco a poco. Agradezco mucho tu entusiasmo y apoyo. Estoy trabajando en la próxima actualización para descubrir cómo se desarrollará la historia. ¡Gracias por seguir leyendo y por compartir tus emociones!

- Ferdy Arevalo: ¡Hola! Estoy encantada de que hayas disfrutado del último capítulo. La trama se ha enredado aún más con las revelaciones sobre el hijo de Kikyo y la separación de Moroha de sus padres. La pequeña Moroha ha sido un vínculo especial entre Inukag, y ahora su ausencia añade una capa más de drama a la historia. Agradezco tu entusiasmo y review. ¡Gracias por seguir leyendo y estar pendiente de la historia!

- Karii Taisho: ¡Hola! Me alegra que hayas disfrutado del desarrollo de la trama y de las revelaciones entre los personajes. La relación entre los hermanos Taisho está en un punto crucial, y el camino para la reconciliación parece más claro. Por otro lado, Kagura y Kikyo resultaron ser hermanas, y su conexión con Naraku es un gran misterio que muy pronto se revelará. El sufrimiento de Inuyasha y Kagome al enfrentar la pérdida de Moroha es conmovedor, y estoy emocionada por cómo se desarrollará la trama para reunir a esta familia. Aprecio tus comentarios y tu paciencia. Estoy trabajando diligentemente en los siguientes capítulos para mantener la historia emocionante. ¡Gracias por seguir leyendo y por tu apoyo!

- joiscar: ¡Hola! Me alegra que hayas disfrutado del capítulo y de la unión de los hermanos Taisho en esta difícil misión. La búsqueda de Moroha y la revelación de los involucrados ciertamente han creado un desafío emocional para ambos. Gracias por seguir la historia y compartir tus pensamientos. ¡Estoy trabajando en los siguientes capítulos para llevar la trama a un emocionante desenlace!

- Kayla Lynnet: ¡Hola! Me emociona que hayas experimentado diversas emociones con el desarrollo de la historia. La dinámica entre los hermanos Taisho y la revelación sobre Kagura y Kikyo han añadido capas de complejidad a la trama. La situación con Moroha es realmente desgarradora, y comprendo cómo este puede llegar a afectar. Trabajaré en los siguientes capítulos para continuar la historia y abordar estas tensiones. ¡Muchas gracias por tu review! ¡Estoy ansiosa por compartir los próximos acontecimientos!

- Rosa. Taisho: ¡Hola! Lamento mucho el impacto emocional que ha causado la historia. Entiendo que estás experimentando una montaña rusa de emociones, y realmente aprecio tu conexión con la trama, sí está siendo intensa :C Espero que, a pesar de la intensidad de los acontecimientos, puedas seguir disfrutando de la historia en los próximos capítulos (aunque se viene aún más drama). Aprecio mucho que compartas tus pensamientos y comentarios. ¡Nos leemos en el próximo capítulo!

- Annie Perez: ¡Hola! Es comprensible que estés sintiendo empatía por Kagome e Inuyasha en esta difícil situación. La historia está llena de giros emocionantes y desafíos para los personajes. Gracias por seguir la trama y compartir tus pensamientos. ¡Espero que disfrutes de los próximos capítulos!

- Guest: ¡Hola! Me alegra mucho saber que estás disfrutando de la trama y que esta historia ha sido una grata experiencia para ti, especialmente siendo la primera vez que la lees. ¡Muchas gracias por darle una oportunidad a la historia! Si tienes más comentarios, preguntas o simplemente quieres compartir tus pensamientos, ¡estaré encantada de leerte! ¡Gracias por tu entusiasmo!

- Guest: ¡Gracias por tus palabras! Me alegra mucho saber que sientes esa conexión y familiaridad con los personajes, y que estás disfrutando de la nueva trama. ¡Espero que sigas disfrutando de la historia y muchas gracias por el review!

- Shikon de Oz: ¡Naraku está causando estragos! La relación entre Sesshomaru e Inuyasha añade mucho a la historia. ¡Gracias por seguirla y veremos qué pasará después!

- Rocio K. Echeverria: ¡Hola! Estoy encantada de saber que estás disfrutando de la historia y que te has sumergido en la trama y las relaciones entre los personajes. El reencuentro entre los hermanos Taisho añadió un toque de profundidad emocional, revelando a su vez un lado más humano y vulnerable de Sesshomaru. La dinámica entre Inuyasha y Kagome también sigue evolucionando, con esos momentos de cariño en medio de la tristeza e incertidumbre. Y, por supuesto, la conexión entre Kikyo y Kagura arrojó luz sobre el trasfondo de la trama, aunque Naraku aún guarda sus secretos. El misterio y la tensión están en aumento, y parece que el próximo capítulo podría traer más revelaciones y giros inesperados. Estoy ansiosa por ver cómo se desarrolla la historia y cómo los personajes enfrentarán los desafíos que les depara. ¡Agradezco tu entusiasmo y comentarios tan detallados y entusiasta! ¡Nos leemos pronto!

- MegoKa: ¡Hola! Qué alegría saber que disfrutas tanto de la historia y que los giros argumentales te mantienen en vilo. Me encanta saber que la trama y los personajes han logrado cautivarte y sorprenderte. La revelación del pasado de Sesshomaru ha añadido una capa de complejidad a la trama, y el papel de Kikyo y Kagura en la historia está dejando a todos en ascuas. Naraku sigue siendo un enigma, y sus intenciones ocultas generan aún más intriga (y lo seguirá haciendo). Entiendo que los nervios estén a flor de piel, ¡pero eso significa que la historia está cumpliendo su propósito! Estoy emocionada por compartir más capítulos y ver cómo se desarrollarán los eventos. ¡Agradezco mucho tu entusiasmo y comentarios! Nos leemos pronto en la próxima actualización. ¡Hasta entonces!

¡Volví! Y con una ADVERTENCIA DE CONTENIDO SENSIBLE:

Antes de continuar, quiero advertirles que el contenido que están a punto de leer puede ser sensible o emotivo. Esta pieza aborda temas que podrían generar una variedad de emociones, como tristeza, angustia o incomodidad en alguno de los lectores.

.

Y bueno, sin más que decir, más que solo poder agradecer por su inmensa paciencia y apoyo, espero que disfruten del siguiente capítulo. ¡Saludos y nos leemos muy pronto!

Atte. XideVill


Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.


CAPÍTULO 27.

KAGOME

Era mi hija.

¡Por dios! Claro que era ella.

–Inuyasha –insistí mientras le sujetaba el brazo.

Sus ojos reflejaban un profundo terror.

–¿Qué es lo que quieres, desgraciado?

Intensifiqué mi agarre cuando esa frase salió de sus labios con gran impotencia.

–Quiero escucharlo –pedí.

Inuyasha dudó por unos segundos.

–Por favor –supliqué en un susurro.

Al notar mi insistencia, no tuvo más opción.

–Quiero que mi familia esté completa –soltó la voz del otro lado.

Era Naraku, no había duda. Y el llanto de aquel bebé era el de mi hija.

–¡¿Qué haces con mi hija?!

–Kag...

Aparté la mano de Inuyasha y le arrebaté el celular mientras me ponía de pie seguida por Inuyasha.

–¡Quiero que me la devuelvas!

–Shh, shh, mi bella Kagome. Tú no estás en posición de reclamarme nada.

Mis ojos se llenaron de lágrimas a medida que seguía escuchando el incesante llanto de mi bebé. Escucharla llorar me partía el alma.

–Por favor… –supliqué con la voz rota.

–¿Quieres tenerla de vuelta?

–Sí –respondí de inmediato.

–Bien, entonces ven a verla.

–Kagome, es una trampa –advirtió Inuyasha, y lo miré con enojo, no podía permitirme perder a mi hija.

¿Qué acaso no quería tener de vuelta a nuestra hija?

–Quiero que vengas –soltó Naraku– Quiero que volvamos a ser la familia que alguna vez fuimos, aquella que abandonaste por el idiota de Taisho. ¿Lo recuerdas? –Se escuchó un suspiro a medida que el llanto de mi hija se calmaba– Pero tranquila, nuestra hija ya está conmigo, lejos de ese idiota. Solo faltas tú, linda, para que nuestra familia esté completa.

–¡No pienso permitir que manipules de esa forma a Kagome! –intervino Inuyasha, arrebatándome el celular– Juro que daré contigo, maldito, y recuperaré a mi hija…

–Ahórrate tus amenazas, Taisho, que no me asustan en lo más mínimo –afirmó Naraku– Y toma esto como una advertencia, porque si no me entregas a Kagome libremente, habrá consecuencias.

–No serías capaz de dañar a una bebé, ¿o sí?

Miré a Inuyasha al escuchar aquella frase. Definitivamente, Naraku era capaz de todo en estos momentos.

–Inu… no…

–¿Por qué no lo averiguas? –soltó Naraku– Por lo pronto, quiero que mantengas al margen de nuestros asuntos al otro Taisho.

–No sé de lo que hablas…

Naraku rio profundamente.

–Claro que lo sabes –respondió– Quiero que Sesshomaru Taisho esté fuera del juego, no quiero que se entrometa en donde no debe.

Vi que Inuyasha contenía la respiración con mucha dificultad.

–Y lo que hagas tú después me tiene sin importancia, sé que Kagome es demasiado inteligente y vendrá a mí voluntariamente. ¿No es así, linda?

Inuyasha me mantuvo en silencio bajo su mirada. Todo mi cuerpo temblaba al recordar los últimos días a lado de Naraku. No quería volver a vivir ese sufrimiento, pero aquí lo único verdaderamente importante no era lo que yo quería, sino la seguridad y bienestar de nuestra hija.

–Kagome, sigo esperando tu respuesta. ¿Acaso no quieres volver a Moroha?

–Kag… no lo hagas…

–Sí –solté con mucho pesar e ignorando a Inuyasha– Solo quiero tenerla de vuelta.

Se escuchó una risa del otro lado del celular y vi la forma como Inuyasha cerró los ojos.

–Muy bien, linda, ya verás que pronto volveremos a estar juntos y viviremos muy felices los tres.

–¿Dime qué tengo que hacer? –cuestioné, sujetando la mano de Inuyasha con desesperación– Dime dónde tienes a mi hija…

–Calma, mi amor, todo a su tiempo –Naraku habló sereno– Primero quiero ver que el idiota de Taisho cumpla con su parte del trato. Después iré por ti.

–No, por favor, quiero ver a mi bebé en este momento, quiero tenerla de vuelta, quiero saber cómo está –solté entre sollozos– Por favor… necesito estar con ella…

–Muy pronto, linda, mientras tanto disfrutaré de ella –comentó inhalando profundamente– ¡Dios! Es tan preciosa, verla dormir en mis brazos es todo un privilegio. Pero ya sabes de lo que soy capaz si Taisho no cumple su parte del trato. Me conoces muy bien, Kag, no me gusta que desobedezcan mis órdenes. Quiero que su hermanito se mantenga al margen o si no…

–¿O si no? –cuestioné ansiosa al notar que se callaba– O si no, ¿Qué? Naraku… ¡Hola! ¡Naraku!

–Kag..

Inuyasha intervino y yo lo aparté.

–¡Naraku! –insistí al no obtener respuesta.

La llamada se había cortado y aparté el aparato lejos de mí. Sollocé mientras me hundía en una profunda desesperación, mientras sentía la mano de Inuyasha sobre mi hombro.

–Kag…

–Mi bebé… –Gimoteé a medida que derramaba lágrimas– Inuyasha, ¿la escuchaste? Mi pequeña estaba llorando, tal vez tenía hambre, tal vez ella…

Inuyasha me atrajo hacia él y me permitió hundir mi rostro en su cuello. Acarició con mucha delicadeza mi cabeza a medida que calmaba mis demonios internos. Su aroma me devolvió un poco de paz, hasta que los recuerdos volvieron a atormentarme.

–Inu…

–Encontraremos a nuestra hija. Sé que Sesshomaru…

–No –Lo aparté– Ya lo escuchaste. No quiere que tu hermano esté involucrado.

–Pero cariño, Sesshomaru es la única persona que puede ayudarnos a encontrar a nuestra hija.

–Lo sé, pero tengo miedo –solté sincera– ¿Y si le hace daño a Moroha? ¿Y si su advertencia se cumple? Inuyasha, yo me muero si algo malo le pasa a nuestra hija, yo…

–Ni lo digas –interrumpió– Kag, no dejaré que vuelvas a lado de ese idiota, no después de lo que te hizo.

–Pero no tenemos muchas opciones, es la vida de Moroha la que está en juego y no pienso arriesgarla.

El silencio se adueñó de todo el lugar, y mientras nuestras respiraciones eran las únicas protagonistas, me rehusé a dar mi brazo a torcer.

–Bien… –soltó en un susurro– Tenemos que mantener la calma y pensar con la cabeza fría.

–¡Mi hija está en peligro y me pides que me calme! ¡Por favor Inuyasha, te estás escuchando! –grité con desesperación.

–¡También es mi hija, Kagome! –exclamó de la misma forma– También me da miedo perderla y juro que tampoco lo soportaría. Pero tampoco pienso arriesgar tu vida.

–Inuyasha, es la única opción, entiende…

–¡No me pidas perderlas a ambas! –Me sujetó del brazo mientras me miraba a los ojos–. Por favor… Son lo único que tengo. Ustedes dos son mi vida entera.

Lo vi derrumbarse a mis pies a medida que sus manos se deslizaban lentamente de mis brazos a mis piernas. Desde esa posición, se aferró a mí con determinación.

–Por favor, Kagome, te prometo que traeré a nuestra hija, pero por favor… por favor no me dejes, no lo soportaría.

Mis ojos volvieron a nublarse, y sentí un leve temblor en mi labio inferior. Todo esto me sobrepasaba. No podía simplemente ignorar la advertencia de Naraku y fingir demencia, pero tampoco podía ignorar los sentimientos y desesperación que sentía Inuyasha en estos momentos.

–Por favor, no hagas esto… –pedí con la voz rota– Levántate.

Se secó los ojos con las manos y me miró desde su lugar.

–Kagome, tú me sacaste de la depresión en la que me había sumergido hace años por la pérdida de mis padres. Fuiste tú la persona que llegó a mi vida como un milagro, fuiste, eres y siempre serás mi salvación –Entrelazó nuestras manos sin dejar de mirarme–, entiende, por favor, lo que significas para mí.

–Pero Moroha…

Se incorporó y me sujetó de los hombros.

–Confía en mí, Kagome. Sé que me equivoqué muchas veces. Pero esta es una promesa que no romperé, encontraré y traeré a nuestra hija a salvo.

–Pero…

Me silenció con un beso fugaz.

–Mi amor, confía en mí –insistió en un susurro sobre mis labios.

Suspiré y asentí varias veces. Tenía que confiar en él y en que todo saldría bien, pero no dejaba de sentir un dolor punzante en el pecho. Un mal presentimiento.


INUYASHA

–Vine en cuanto me llamaste.

–¿Cómo están tus hijas y tu esposa? –pregunté en cuanto lo vi cruzar la puerta del consultorio.

–Cuando llegué a casa encontré a Rin despierta frente a la cuna. Me dijo que no podía dormir porque escuchaba ruidos extraños fuera de nuestra casa.

–¿Qué hiciste?

–Tranquilo –respondió– Están a salvo, creo que llegué a tiempo.

–Pero ahora…

–Ahora están a salvo –repitió– Están en un lugar donde nadie que busque hacerles daño podrá encontrarlas. Y lo mismo va para Kagome, tenemos que ponerla a salvo.

–No creo que ella esté de acuerdo.

–No se trata de lo que ella quiera o no. Es una orden.

Sesshomaru se sentó frente a mí y dejó un montón de imágenes regadas sobre el escritorio.

–¿Y eso? ¿Qué es?

–Mientras iba de camino a casa y de vuelta a este lugar, tuve a mis hombres trabajando y encontraron esto en las cámaras de seguridad del hotel en el que te quedabas.

Miré aquellas fotografías impresas. Una de ellas se trataba de Kikyo con un sobre en las manos y frente a mi puerta. Reconocí aquel sobre de inmediato, era el mismo en el que había encontrado fotos de Kagome cenando con Naraku en un lujoso lugar. Pero entonces, ¿acaso también Kikyo tenía algo que ver en todo esto? A estas alturas, ya nada podía sorprenderme.

Pero en otra de las imágenes, se apreciaba la figura de Kikyo entrando a la habitación junto a la mía. Miré a Sesshomaru, y este me señaló otra fotografía.

–Así es, al parecer, su hermana Kagura era vecina tuya. Te tenían muy vigilado y, por lo visto, sabían cada uno de tus movimientos. Y no solo eso –advirtió mostrándome imágenes de su celular– Kagura se acostaba con uno de mis informantes, al parecer, ese fue el motivo por el cual recibí falsa información sobre tu vida y tus problemas.

–Crees que ella…

–Sí, y no lo creo Inuyasha, lo aseguro –afirmó– Kagura quiere mi cabeza y sé muy bien que era ella la que andaba merodeando por mi casa antes de que llegara.

Volví a mirar las fotos y entre ellas encontré una que captó rápidamente mi atención.

–Esta foto… –musité al mirarla.

En ella aparecemos Miroku y yo fuera de mi casa hablando con Mady, mi vecina.

–¿Por qué? –cuestioné enseñándole la imagen.

–Mira detenidamente –Me dijo mientras apuntaba un punto oscuro entre los arbustos– Aquí hay alguien, tal vez a simple vista no lo notaron, pero…

Puso sobre mi mano otra fotografía. En ella, Miroku y yo ya no estábamos afuera, pero había un hombre de pie mirando de frente por la ventana que daba a la sala de nuestra casa.

–Aunque intente esconder su rostro con una gorra es fácil de reconocer.

–Ese es Naraku –solé y él asintió.

–No te imaginas la cantidad de veces que estuvo merodeando por tu casa; al parecer, también siguió a tu esposa hasta el centro comercial.

Arrugué las fotos, sintiendo una gran impotencia por las tantas veces en las que Kag estuvo en peligro y yo no me di cuenta.

–Ahora entiendes el por qué Kagome tiene que estar en un lugar seguro –comentó– Lo primero que haré será eso, luego investigaré en el hotel. Kagura debe tener información en esa habitación y luego…

–Espera –Lo interrumpí– Tenemos que ser cautelosos.

–No soy el mejor por nada –Se jactó y yo lo miré mal.

–No hablo de eso –Me dejé caer sobre la silla– Naraku dijo que habrían consecuencias si tú no te retirabas del caso.

–Eso es tan típico –soltó– No tienes la menor idea de la cantidad de veces que escuché esa amenaza. ¿Con qué te amenazó?

–Con la vida de mi hija.

Se puso de pie y rondó por ahí tocando lo que claramente no era suyo.

–Él quiere a Kagome.

–No, él quiere a su antigua familia –corregí.

Suspiré y le conté todo lo que Kagome me había confesado acerca de Naraku Kumo, su difunta esposa y de la obsesión tan enfermiza que tenía por recuperar aquello.

–Claro –concluyó– Piensa reconstruir lo que alguna vez perdió. Podemos tomar aquello como algo a nuestro favor.

–¿De qué hablas?

–Tu hija es importante para él, sin ella no podrá manipular a Kagome para que acceda a sus condiciones. No le hará nada –sentenció y lo miré con algo de esperanza, pero desapareció de inmediato cuando recordé lo impulsivo que podría llegar a ser.

–Ya se atrevió a ponerle una mano encima a Kagome, ¿quién me asegura que Moroha estará a salvo con él?

–Por eso tenemos que actuar sin levantar sospechas lo antes posible.

Suspiré sabiendo que no había de otra. Probablemente me estaba arriesgando ciegamente, pero no tenía más opciones, no había otra manera de recuperar a mi hija y tener a Kagome a salvo.

El plan era simple: poner a Kagome a salvo, ingresar sin levantar sospechas a la habitación que ocupaba Kagura en busca de algún dato que indicara el paradero actual de Naraku y, por último, esperar la próxima llamada de Naraku.

–No quiero hacerlo.

–Kag, entiende, es necesario –comenté ante su resistencia.

–NO, yo también quiero ser parte de esto. ¡Es mi hija, Inuyasha!

–¡Y tú eres mi esposa! –solté dejando de alistar las maletas.

Solté un suspiro, caminé hasta llegar a ella y poder tomar sus manos.

–Perdón, perdóname, no quise… –Acomodé un mechón de su cabello tras su oreja– Yo también tengo miedo de que algo le pase a Moroha, Kagome, pero también temo por tu seguridad.

–Inu…

–Kag, escúchame por favor –pedí mientras la miraba con insistencia– Estaré más tranquilo sabiendo que tú estás a salvo. Solo así podré concentrarme en encontrarla y traerla de vuelta.

El silencio nuevamente se apoderó del lugar. Por un instante quise poder leerle la mente y saber lo que estaba pensando en estos momentos, pero no tenía ese don. Se apartó de mi agarre y caminó en silencio hasta la maleta que hace instantes me encontraba alistando.

–Mi abrigo está en el armario. Me lo traes por favor.

Me quedé mirándola sin mover un solo músculo.

–Inu, mi abrigo –insistió apuntando el armario– No querrás que me enferme ¿o sí?

No pude evitar soltar una sonrisa. Hice lo que me dijo y una vez listos, bajamos hasta el estacionamiento, tras nosotros se encontraba Sesshomaru con su semblante siempre serio.

–¿A dónde vamos? –cuestionó Kagome cuando me senté junto a ella.

–Bueno…

–Es una cabaña. No me pareció la gran cosa, pero me sirve –soltó Sesshomaru empezando a conducir– Fue idea de Inuyasha.

Kagome me miró abiertamente.

–Una cabaña… –susurró solo para mí– Inuyasha…

Pasé mi brazo por su hombro y la atraje para besar su frente.

–Sí, es esa cabaña… –respondí de igual forma.

La cabaña en la que habíamos pasado mi cumpleaños, la cabaña en la que recordé por qué la amaba, y sí, la cabaña en la que habíamos hecho el amor y producto de aquello teníamos una hija preciosa.

Kagome se quedó dormida apoyada en mi hombro mientras Sesshomaru se concentraba en la carretera. En varias ocasiones lo vi mirarme por el espejo retrovisor y aquello ya comenzaba a ponerme ansioso.

–Ya dilo –solté y lo vi sonreír con la mirada.

–Aún me cuesta creer que ya tengas tu propia familia.

Gruñí mientras miraba hacia la ventana e ignoraba su mirada dorada.

–Te informo que hace mucho dejé de ser un niño. No sé por qué te sorprendes.

–Tienes razón. Ya no eres un niño, eres un hombre Inuyasha y lamento no haber sido parte de ese proceso.

Me obligué a no voltear a verlo.

–Ya no importa –solté.

–Pero me alegra que Kagome haya llegado a tu vida. Para ser sincero contigo, creí que terminarían cuando te fuiste a estudiar a la universidad.

–Pues ya ves que no –respondí y esta vez lo miré.

Sesshomaru sonrió ampliamente antes mis palabras.

–Ya quiero conocer a mi sobrina.

–El trato era que después de encontrarla tú te mantendrías al margen de nuestras vidas –recalqué algo fuerte.

Sentí el cuerpo de Kag moverse y me mantuve muy quieto para no despertarla. Y al parecer lo conseguí porque Kagome volvió a quedarse dormida sobre mi hombro. Sesshomaru no volvió a decir nada, hasta que llegamos al lugar.

Me encargué de ayudar a Kagome a bajar del auto con sumo cuidado, y aunque ella me decía que no era necesario, yo no podía dejar de preocuparme por ella y su salud, al fin y acabo acababa de tener un bebé.

Después de unas horas y después de que Sesshomaru haya montado todo un gran despliegue llegó el momento de despedirme de Kag, pero esto solo sería temporal, hasta volver a tener a nuestra hija en brazos. Kaede había llegado hace algunos minutos y justo a ella venían Sango y Miroku, me quedaba más tranquilo sabiendo que Kagome no estaría completamente sola en la cabaña.

–Por favor, cuídate mucho –dijo mirándome a los ojos.

–Tú no te preocupes por mí, yo estaré bien siempre y cuando tú lo estés –aseguré mientras recorría sus manos con delicadeza.

Tomé el dedo anular de su mano derecha y deslicé lentamente nuestro anillo de boda.

–Dónde… –soltó sorprendida– Inu ¿Dónde lo encontraste?

Me llevé su mano a la boca y dejé un beso.

–Eso, mi amor, es un secreto –La vi sonreír con tristeza– Volveré con nuestra hija antes de que puedas extrañarme.

–Ya te extraño –Me dijo de inmediato y yo la abracé con firmeza.

–No quiero que te preocupes por nada, Kag, pero de todas formas estoy seguro de que Sesshomaru te mantendrá informada de todo.

–Bien…

En contra de mi voluntad, tuve que romper nuestro abrazo. Nos quedamos compartiendo una profunda mirada hasta que me aparté de ella lentamente, retrocedí y di media vuelta dejándola en la entrada de la cabaña. Sesshomaru me esperaba en el auto; cuando entré, me cubrió con una gorra negra y me alcanzó unas gafas de sol completamente negras.

–¿Y esto?

–Si no es mucho pedir, quisiera que de hoy en adelante no te las quites. Ah, y una cosa más –me alcanzó una pequeña goma para el pelo–. Esconde ese cabello.

–¿Todo esto es necesario?

–No, de hecho, aún falta mucho más.

Solté un suspiro resignado. Llegué al hotel, y tal como Sesshomaru me indicó, tenía que actuar como si nada hubiera pasado. Saludé al recepcionista y este respondió mi saludo con un asentimiento de cabeza. Subí al ascensor y esperé paciente a que este llegara a mi piso. Podía escuchar las indicaciones de Sesshomaru a través de los auriculares e ignoré su manera demandante de hablar.

–Responde Inuyasha…

Bajé y caminé por el pasillo mirando a ambos lados antes de entrar a mi habitación.

–No hay nadie –informé una vez dentro.

–¿Viste algo sospechoso? ¿Algo fuera de lo común?

–No –respondí mirando por el ventanal del lugar.

–Bien, entonces procederemos.

–Espera…

–¿Qué sucede? –cuestionó en alerta.

Solté un suspiro pesado y apreté mis puños.

–¿Qué pasará si esto sale mal? ¿Y si el idiota se entera? ¿Qué pasará con mi hija?

–Inuyasha, este no es momento de dudar.

–Lo sé, pero no dejo de pensar en el dolor que sentirá Kag si Naraku daña a Moroha. Sesshomaru, es solo una bebé.

El silencio del otro lado solo terminó por complicar aún más mi situación. Estaba dudando y aquella duda creció aún más al ser consciente del riesgo que estaba tomando.

–Tienes que confiar –soltó Sesshomaru– ¿Acaso no fue eso lo que le pediste a Kagome? Bien, entonces ahora soy yo quien te lo pido. Si quieres recuperar a tu hija déjame hacer mi trabajo.

Levanté la cabeza y con aquella orden fui incapaz de rebatir. Escuché que alguien llamaba a la puerta de mi vecina y entonces supe que Sesshomaru había dado la orden. Desde ese momento, todo dependía de él y de su plan para tratar de buscar información.

Miré por el ojo de pez en la puerta y vi a un supuesto repartidor de pizza tocando con insistencia la puerta de Kagura. Al no obtener respuesta, este solo sacó el celular y escribió algo.

–Listo –dijo Sesshomaru por el auricular– Ya puedes salir, al parecer no hay nadie y mi equipo ya desactivó las cámaras de seguridad.

Estaba a punto de cumplir sus órdenes, pero antes de que pudiera abrir la puerta, mi celular empezó a sonar. Miré con pavor el número al saber quién era.

–¿Inuyasha? –cuestionó Sesshomaru.

Contesté la llamada de inmediato.

–Tal parece que la vida de esta niña te importa muy poco –soltó Naraku apenas me llevé el móvil al oído.

–Qué…

–No intentes fingir demencia, Taisho, sé muy bien lo que planean, pero desde ya te digo que nunca me encontrarán.

Abrí la puerta y me encontré cara a cara con Sesshomaru que me veía fijamente. Tras él, había un par de hombres armados que vestían un traje oscuro de policía.

–Creí haber sido muy claro contigo, pero tal parece que me desobedeciste –sentenció y yo me tensé de inmediato– Ahora pagarás las consecuencias.

–¡No te atrevas a hacerle daño a mi hija!

–¡Una vida, Taisho! –gritó, y escuché el llanto de Moroha– Por tu rebeldía, ese será el precio que pagarás.

–¡No…!

La llamada se cortó y la desesperación me invadió por completo.

–¡Abran esa maldita puerta! –demandó Sesshomaru con profundidad.

Sus hombres obedecieron, mientras que yo solo podía sumergirme en la profunda angustia. Vi a Sesshomaru entrar a aquella habitación y de inmediato lo seguí. Para nuestra sorpresa, el lugar estaba completamente limpio. No había nada fuera de lo común; el olor a limpio terminó por marearme, y con aquello solo pude apoyar mi cuerpo en la pared más cercana. No había nada, y todo había salido mal.

–Señor Taisho, aquí hay algo.

Miré al hombre que le entregaba un sobre a Sesshomaru. Me acerqué de inmediato, se lo arrebaté de las manos, y ante su atenta mirada, lo abrí. En su interior solo había una hoja blanca con una coordenada. Miré a Sesshomaru con horror al notar con lo que estaba escrito.

–Eso es…

–Sí, eso es sangre –concluyó él.

De pronto, solo pude pensar en lo peor. El solo hecho de que aquel maldito se haya atrevido a lastimar a mi hija me hizo estremecer.

–Inuyasha, espera –Me detuvo antes de que pudiera salir– ¡No sabemos si esto es una trampa!

–¡Pues lo sea o no, no voy a ignorarlo! –advertí.

–Bien, entonces iré contigo…

–¡No! –exclamé– Iré yo solo.

–Inuyasha… ¡Inuyasha!

Ignoré su llamado mientras bajaba por las escaleras hasta el estacionamiento.

–¡Inuyasha, espera! ¡No puedes ir solo!

Encendí el motor y antes de que siquiera pudiera impedirlo, arranqué acelerando al máximo. Puse las coordenadas en el GPS y me adentré en la profundidad de un bosque. La vegetación del lugar hacía imposible que el auto pudiera adentrarse aún más, por lo que tuve que seguir el camino a pie.

Llegué hasta dar con un claro y muy a lo lejos pude ver una casa abandonada. Tal parecía que se trataba de un antiguo almacén. A medida que me acercaba al lugar, se podía escuchar el llanto de un bebé; aquello me aterró y corrí lo más que pude hasta llegar ahí. Las puertas estaban abiertas y desde entonces me dejé guiar por el llanto de mi hija con el corazón latiendo a mil.

–Moroha… –dije entre jadeos revisando las habitaciones vacías.

El llanto solo se intensificaba a medida que me adentraba. De pronto me topé con un pasillo completamente a oscuras y polvoriento. Al fondo se podía ver una puerta de madera muy antigua, y por lo visto, de ese lugar venía el llanto. Me adentré sin dudarlo y a medida que avanzaba escuchaba el sonido que hacían mis zapatos al pisar agua, pero no, aquello no era agua. Miré con desesperación el piso completamente ensangrentado y corrí.

–¡Moroha!

Abrí la puerta de un solo golpe y lo que mis ojos vieron me congeló el alma. No era mi hija, aquel llanto solo era una grabación, pero entonces.

–Myo… Myoga…

Continuará...