El portazo de la puerta de su habitación provocó que se despertara de golpe, sentándose bruscamente en la cama.
- ¿Qué demonios estas haciendo? - preguntó cuando su vista se aclaró.
- No acepto holgazanes en mi casa. - respondió su hermano, terminando de acomodar su traje frente al espejo.
Inuyasha tomó su móvil, observando la hora.
- ¿Estas demente? ¡Son las 06:00 am!
- El día será largo, Inuyasha. - lo miró con seriedad. - Tienes muchas averiguaciones que hacer.
- Keh... ¿en que momento me convertí en tu empleado?
- En el momento en el que escuchaste toda la historia, además, tú solo te metiste en este embrollo. - hizo una pausa. - Llama al hospital, pregunta como se encuentra Naraku y avísale a la hija de Magatsuhi.
- La hija de tiene nombre y es Kikyo, trata de no relacionarla con ese bastardo. - suspiró, extendiendo sus brazos. - Al menos podrías traerme servicio a la habitación, ¿no te parece? - bromeó.
Sesshomaru fijó sus ojos en él, arqueando una ceja.
- El único servicio que voy a darte, será el de acomodar tu espantosa dentadura de un puñetazo, si no haces lo que te pedí.
- Oye, tranquilo... feh, puedo ver que estas de mal humor.
- Tú sólo agradece que no te estoy golpeando en este momento. - volteó, caminando hacia la puerta. - Cuando llames al hospital, diles que eres mi hermano.
- ¿Y eso para que?
- Sólo haz lo que te ordeno, y hazlo bien. - salió.
- A veces me pregunto, ¿Cómo es que las mujeres te siguen con ese carácter? - murmuró, tomando se celular y recostándose nuevamente.
- Tal vez porque no soy un inútil como tú.
- ¡¿He?! - se sentó. - ¿A donde estas?
- Una regla vital en este mundo, Inuyasha... - abrió la puerta. - Siempre tienes que estar un paso adelantado a los demás, de lo contrario, te pasarán por encima. - sonrió. - Si esto fuese una película, ya te hubieran matado dos veces. - cerró. - Levántate.
Esta vez, sólo emitió un leve suspiró y se puso de pie, marcando el número del hospital, al mismo tiempo en que buscaba algo que ponerse, entre las prendas que su hermano le había dejado en algún momento.
- Hospital central de Tokio, buenos días, ¿en que puedo ayudarlo?
- Buenos días, soy Inuyasha Taisho, el hermano de Sesshomaru Taisho, llamo para...
- ¿Desea saber el estado del joven Naraku?
¿He? ¿Qué mierda hizo Sesshomaru?
- Si... si, por eso llamo...
- El joven se encuentra estable, aún así, su estado es reservado. - hizo una pausa. - Está en terapia intermedia momentáneamente y, en este momento, no hay ningún familiar a su cuidado.
- De acuerdo, no se preocupe, pronto irá alguien a cuidarlo, muchas gracias por la información.
Cortó la llamada, manteniendo una expresión de confusión en su rostro.
- Sesshomaru... - murmuró. - ¿De que demonios me estoy perdiendo?
Volvió a mirar la pantalla, buscando el nombre de su novia, para enviarle un mensaje.
- Buenos días, Kag, cuando te despiertes llámame por favor, hay muchas cosas que necesito hablar contigo.
Lo envió, dejando el móvil sobre la mesa de noche y comenzó a cambiarse. Momentos después, salió de la habitación en dirección a la cocina.
- Señora Azumi. - se sorprendió. - Buenos días.
- Buenos días, Inuyasha. - sonrió, mientras terminaba de preparar el café. - Hacía tiempo que no te veía por aquí.
- Si, la casa de mi hermano no es mi lugar favorito para visitar. - sonrió. - ¿Puedo preguntarle que está haciendo aquí tan temprano? Sesshomaru me dijo que su horario de entrada era a las 08:00 am.
- El señor Sesshomaru me pidió que viniera a primera hora... - su rostro se ensombreció. - Además, me comentó lo que sucedió anoche... yo me quedaré al cuidado de la señorita Kagura el día de hoy.
- Kagura... - murmuró. - He tenido tantos problemas que, por un segundo, había olvidado todo lo que sucedió con ella.
- ¿Logró comunicarse con el hospital?
- ¿Qué? - susurró. - ¿Cómo sabe sobre...?
- Me aseguré de que el señor Sesshomaru fuera claro conmigo. - se acercó. - Conozco a la familia de la señora hace demasiados años como para no tener el derecho de saber sobre su estado de salud. - le extendió su taza de café. - ¿Cómo se encuentra el niño Naraku?
- ¿Niño?
- Siempre me referí a él de esa manera. - pronunció de manera nostálgica, regresando a la mesada.
- ¿Usted no tomará?
- No suele desayunar con los jefes...
- ¡Keh! Qué me pongas al nivel de Sesshomaru es un insulto para mi. - ella sonrió, preparándose una taza. - Entonces, ¿conoces a la familia de Kagura desde hace mucho?
- Desde que la señora se casó con el señor, mucho antes de que si quiera pensaran en tener hijos, sin embargo, me convertí en la niñera de Kagura cuando ella tenía 10 años.
- Vaya, eso significa que has formado parte de su vida por demasiado tiempo.
- El suficiente como para conocerla bien. - se sentó frente a él. - La señora Kagura es una gran mujer, muy madura para su edad, aunque, debo decir que me sorprendió que decidiera separarse de su hermano.
- Bien, entonces si fue ella quién lo dejo.
- ¿Acaso él no te lo dijo?
- ¿Alguna vez me viste hablando con mi hermano? me refiero a cosas que no sean problemas. - bebió un sorbo.
- Ustedes dos tienen una relación muy particular. - rio.
- No puedo negar eso. - sonrió levemente. - Somos hermanos, dariamos la vida por el otro, pero no queremos pasar tiempo juntos, no más de lo necesario. - se encogió de hombros.
- El señor Sesshomaru siempre tuvo una extraña manera de querer a la gente, incluso con la señora... no era demasiado afectivo que digamos.
- Feh... para mi siempre fue lo contrario, jamás lo vi comportarse tan amable con alguien.
- Espero no malinterprete mis palabras, joven Inuyasha, pero... no me desagrada el hecho de que hayan decidido separarse, por el contrario, siento que fue lo mejor.
- ¿Lo dices por ella?
- Si... la señora estaba... muy deprimida, ¿sabe? - hizo una pausa. - Ya no se encontraba asi misma en esa relación, era como si... como si se hubiera convertido en un fantasma dentro de su propia historia.
-Bueno, mi hermano puede ser un imbécil a veces...
- No creo que haya sido todo culpa de su hermano... a veces no nos damos cuenta, pero las relaciones pueden terminarse mucho antes de que alguno decida tomar la iniciativa y alejarse.
- Bueno, eso no sucedió en mi caso. - bebió otro sorbo. - A mi me dejaron sin más, sin siquiera una explicación... simplemente se fue. - se encogió de hombros.
- ¿Y que siente con respecto a eso?
- Que fue lo mejor que me pudo haber pasado. - respondió con seguridad, mientras el rostro de Kagome pasaba por su mente.
¡Maldición! Yura... me había olvidado por completo de ella.
Suspiró, mientras recordaba la charla telefónica que habian mantenido. Tomó nuevamente el celular, y le escirbió un nuevo mensaje a su novia.
Kag, por favor, cuando puedas, llámame, es urgente.
- Asique... ¿tiene noviecita nueva?
- Hm... es más que eso. - sonrió, dejando el móvil sobre la mesa. - Creo... que ella puede ser la indicada para acompañarme el resto de mi vida.
- Vaya... - se sorprendió. - Eso es mucho tiempo, ¿lo sabe?
- Por supuesto que lo sé... además, si no estuviera seguro, no lo diria.
- ¿Y que significa ella para usted?
- Diria todo, pero... no quisiera cargarla con el peso de tener que ser mi mundo, es decir, somos una pareja pero, al mismo tiempo, tenemos nuestras vidas...
- Eso es muy maduro de su parte...
- Gracias... - hizo una pausa. - Pero, Kagome... ese es su nombre, ella... es especial... fue algo que supe desde el momento en el que noté su existencia...
Cuando su dulce aroma reconfortó mi pecho, sin siquiera haberla visto.
- Había... algo en ella que me hacía desear conocerla más... y cuando la conocí, me hizo reencontrarme con una parte de mi que creí haber perdido. - sus ojos se fijaron en los de la mujer. - Volví a sentir muchas cosas que pensaba mantener olvidadas... es como si... como si mi vida tuviera un nuevo sentido desde que estoy con ella.
- ¿Ha pensado en formar una familia?
- Bueno... - se sonrojó. - No en este momento, pero... si, me gustaria tener hijos con ella.
- ¿Y casamiento?
- Señora Azumi... - sonrió, desviando la mirada. - Creo que si, es decir, no se que piense sobre ese tema pero, no es algo que rechazaría.
- Déjeme decirle que me agrada mucho verlo así de enamorado. - se puso de pie, llevando su taza al lavaplatos. - Todavía recuerdo lo preocupado que se oía su hermano cuando usted estaba deprimido.
- ¿Preocupado? ¿Por mi? - se sorprendió.
- Por supuesto que lo estaba... siempre supe que no le agradaba su novia, sin embargo, luego de su ruptura creo que su desprecio aumentó.
- Eso si no me lo esperaba... Sesshomaru tiene el corazón con la misma temperatura de un cubo de hielo.
- Repito, joven Inuyasha, su hermano tiene una forma muy peculiar de expresar sus emociones.
Antes de que pudieran continuar con su plática, Kikyo ingresó.
- Bu... buenos días. - pronunció titubeando. - Lo siento, pero no sabía donde estaba la cocina.
- Buenos días, Kikyo. - respondió Inuyasha. - Pasa, siéntate... ella es...
- Soy la señora Azumi. - sonrió con cálidez. - Empleada de la señora Kagura y el señor Sesshomaru... ¿desea desayunar jovencita?
- Un placer, señora. - sonrió, sentándose frente al peliplata. - La verdad es que no quisiera...
- Tienes que comer. - intervino él. - Necesitaras fuerzas para todo lo que se avecina.
- ¿De que hablas?
- Joven Inuyasha... no la asuste desde temprano...
- Azumi, es mejor que sepa todo... la ignorancia es peligrosa, mucho más en estos casos.
- Comprendo lo que dice. - extendió un tazón de té, junto con unas pequeñas galletas.
- Oye... - entrecerró sus ojos. - A mi no me diste galletas.
- Usted no pidió nada para comer. - sonrió. - Sólo no sea bruto en su manera de hablar... iré a ver a mi señora.
- Eso lo aprendiste de Sesshomaru, ¿verdad? - la miró, mientras ella sonreía y palmeaba su espalda, perdiendose por el pasillo.
Kikyo emitió una pequeña risa y bebió un sorbo de su desayuno.
- Es una mujer agradable. - pronunció él, mirándola.
- No tengo dudas.
- ¿Cómo te encuentras?
- Me duele un poco la cabeza. - respondió, en un tono desanimado. - Y, si tengo que ser sincera, tengo mucho miedo.
- Bueno, eso es normal... de hecho, me preocuparía si me dijeras que te encuentras bien. - suspiró. - Sesshomaru me pidió que hablara contigo.
- Me parece bien... después de todo, te conozco más a ti que a él.
- Oh, descuida... seguramente que él hablará contigo después.
- Antes que nada, ¿cómo estas de tu brazo? - miró su vendaje.
- Esta bien, gracias por preguntar, supongo que pronto me sacarán esto. - hizo una pausa. - Bien, estoy aquí para escuchar tus dudas, luego yo haré mis preguntas.
- ¿Qué tanto sabes? - lo sorprendió.
- ¿Sobre que?
- Sobre mi padre y yo... sobre Kagome...
- Supongo que todo, salvo que me sorprendas con algo que no... sé que tú y Kagome, aparentemente, son familia...
- Aparentemente no, estoy segura de que somos primas... mi madre es su tía...
- ¿Realmente estas cien por ciento segura?
- Vimos su foto... somo idénticas. - desvió su mirada. - Tal vez por eso mi padre me detesta.
- Aprovecharé este momento y te diré que todo lo referido a tu padre, tienes que hablarlo con Sesshomaru... después de todo, yo no lo conozco bien. - ella asintió.
- ¿Cómo se encuentra Naraku?
- Sinceramente, pensé que me preguntarías por él desde el comienzo...
- Tal vez, tengo miedo de que me des malas noticias...
- Pues, tienes suerte, él está estable.
- ¿De verdad? - su rostro se iluminó y él asintió. - ¿Cuando podré verlo?
- Ese es otro tema que deberás hablar con mi hermano... él tiene hombres que pueden protegerte, en caso de que tu padre quiera aparecer por allá.
- ¿Acaso ya no tienes libertad de dar una respuesta?
- Al parecer no. - sonrió. - Y, para ser sincero, la idea de ser subordinado de ese idiota... no me agrada.
Un pequeño silencio invadió el ambiente.
- Inuyasha... - sus miradas se encontraron. - Anoche... me preguntaste si me sentía bien... es decir, preguntaste como se sentía... mi mente. - hizo una pausa. - ¿Qué me sucedió?
Él suspiró, temeroso de revelar sobre la maldición que, aparentemente, ella también poseía.
- Bueno... seré sincero contigo, Kikyo... Yo no comprendo mucho sobre esto, pero te diré lo que sé.
Procedió a relatarle todo lo que sabía y había experimentado con aquella condición.
- ¿La maldición del yokai? - lo miró, incrédula.
- Se que suena a mentira, pero puedo asegurarte que es real, lo digo por experiencia... ¿realmente no recuerdas nada?
- No, es decir, si lo recordara no estaría pensando que enloqueciste.
- Keh... pues, deberás averiguar más por tu cuenta, ya que todo lo que te dije es lo único que se.
Al parecer, a pesar de que ambos estamos maldecidos con esta condición, la de Kikyo se desarrolla de manera diferente, ya que yo no pierdo la conciencia cuando estoy bajo ella y Sesshomaru tampoco.
- ¿Crees que él será capaz de matarnos? - preguntó, con su mirada perdida en la nada.
- ¿Perdón? - había escuchado a la perfección, sin embargo, jamás se imaginó que escucharía aquella pregunta de sus labios.
- ¿Tú crees... que mi padre podría matarnos?
¿De verdad tienes dudas después de lo que viste anoche?
- No lo sé, tú dímelo, después de todo, eres tú quien lo conoce.
- Te equivocas. - sonrió, desviando su mirada hacia la taza que sostenía entre sus manos. - Sólo conocía la mentira que él trataba de mostrarme.
- Pues, bienvenida a la verdad... y, en esta realidad, no tengo la respuesta para tu pregunta.
- Descuida... de igual manera tengo que agradecerte... por ayudarnos anoche y hablar conmigo ahora.
- Oye, no debes disculparte... Kikyo, déjame decirte que pensé que te levantarías en medio de una crisis de nervios...
- ¿Alguna vez has tenido tantas emociones negativas cohexistiendo al mismo tiempo... sin embargo, ninguna toma el control?
- ¿Podría decirse que estas en shock?
- No lo sé... es muy dificil de explicar, es como si... tuviese un vacío en mi pecho y mi mente nublada.
- Tranquila... estoy seguro de que Sesshomaru aclarará muchas de tus dudas con respecto a tu padre... por lo demás, puedes estar tranquila, no regresarás a su lado. - se puso de pie. - Siéntete como en tu casa y, si necesitas algo, puedes llamarme a mi o a la señora Azumi... dudo que alguien más venga hoy a la casa.
Ella asintió y el se alejó en dirección a las escaleras. Mientras ascendía, su móvil sonó brevemente.
Kagome.
Pensó, tomándolo rápidamente.
- Yura. - suspiró.
- Inuyasha, necesito que me confirmes la hora y el lugar de la reunión, ahora.
Llegó al final de las escaleras y se dirigió hacia su habitación, mientras marcaba el número de Kagome.
Extra: Frustración
Cerró la puerta de su habitación con llave, con la intención de que nadie lo molestara. Suspiró, tratando de calmarse, después de todo, la charla con su hermano lo había alterado más de lo normal. Sentía que, de un momento a otro, su vida se había pueso cabeza arriba, dejándolo con más responsabilidades de las que ya tenía que asumir.
- Maldición... - se quejó. - ¿Era necesario? - se dirigió hacia la ventana, observándo el cielo estrellado.
Kagura estuvo al borde de la muerte, al igual que Naraku, mi hermano aún corre peligro, inclusive Kagome está en el medio de todo este embrollo, ¿Cómo se supone que voy a lidiar con todo esto?
- Rin... - murmuró. - Lo lamento... no te he dado el tiempo suficiente. - por su mente pasó el rostro sonriente de la joven. - Supongo que deberemos hablar de todo esto.
De una u otra manera, tu familia está involucrada.
Se recostó en la cama, tomando el móvil y le envió un mensaje a la señora Azumi.
Buenas noches, señora, lamento molestarla tan tarde, pero necesito que mañana venga aquí a primera hora.
Luego, realizó una llamada.
- Señor Sesshomaru. - respondió.
- Lamento molestarlo nuevamente, señor Jineji, pero necesito un pequeño favor.
- Dígame.
- Necesito que informe al hospital que, por la mañana, mi hermano llamará para saber sobre el estado de salud de mi ex cuñado, sólo él está autorizado para recibir el parte médico.
- De acuerdo, llamaré de inmediato.
Cortó, cerrando sus ojos con la esperanza de dormirse rápidamente. Un par de horas más tarde, los abrió, percatándose de que el amanecer comenzaba a asomarse. Miró la hora y se puso de pie, dirigiéndose a la ducha y, posteriormente, al cuarto donde sabía que su hermano había decidido tomar.
Ingresó y lo encontró profundamente dormido, por lo que dejó la muda de ropa que le había preparado y salió. Se apoyó brevemente en la puerta y miró en dirección a la habitación final, pensando en si continuar su camino o descender hacia la cocina.
- Kagura. - murmuró.
Tomó el pomo y cerró sus ojos, emitiendo un inaudible suspiro, al mismo tiempo en que ingresaba.
Ella se encontraba recostada sobre su lado izquierdo, con aquel vendaje cubriendo parte de su cabeza. Su respiración era tranquila, casi como si su sueño fuera natural y no estuviese inducido por los calmantes que Jinenji le había suministrado. Apretó sus puños al recordar su imagen al ingresar a su departamento, su expresión de alivio al verlo llegar aún le estrujaba el corazón.
- Lo lamento. - pronunció, arrodillándose a su lado. - Lamento... no haber llegado a tiempo. - comenzó a acariciar su mejilla. - Por poco estuve a punto de perderte.
Hace años la perdiste.
Aquel reproche de su mente provocó que alejara rápidamente su mano, casi sintiendo que aquella caricia era indebida, después de todo, ya no había sentimientos que los unieran. No quería admitirlo, pero en el fondo, el hecho de que su relación hubiera fracasado de esa manera, le molestaba.
Se puso de pie, dedicándole una última mirada antes de salir de la habitación y, ahora si, dirigirse a la cocina, en donde comenzó a prapara su café en el momento en que la señora ingresó.
- Sesshor Sesshomaru. - pronunció agitada. - Lamento la tardanza, vine apenas vi el mensaje.
- Buenos días, Azumi. - respondió con la calma que lo caracterizaba. - No se preocupe, llegó antes de lo que esperaba.
- ¿Puede decirme lo que está sucediendo?
- ¿Quiere tomar asiento? - señaló la silla. - Creo que lo necesitará.
Sus ojos se abrieron ampliamente ante aquella petición, a sabiendas de que realmente estaba tratando con un asunto peor de lo que se imaginaba. Le hizo caso mientras él comenzaba a relatarle todo lo sucedido, desde el lazo que los unía con Magatsuhi, hasta lo sucedido la noche anterior.
- Oh, dios mio. - pronunció con sus ojos llenos de lágrimas y su mano sobre su pecho. - Mis pobres bebes...
- No hable como si estuvieran muertos, señora Azumi. - bebió un sorbo, dándole la espalda. - Ellos se recuperarán... pero necesito que usted se quede con ella durante el día de hoy, lamentablemente no puedo abandonar mi trabajo.
- Comprendo... me parece una desición acertada.
Después de todo, estoy segura de que ella no querrá permanecer bajo el mismo techo que usted por mucho tiempo.
Pensó, mientras se ponía de pie en busca de su delantal.
- ¿Su hermano y esa jovencita se quedarán por mucho tiempo?
- Inuyasha estoy seguro de que se irá antes del mediodía, pero... no dejes que Kikyo se vaya... necesito hablar con ella al regresar.
- De acuerdo. - asintió.
Él terminó su desayuno, dejando su taza en el interior del lavaplatos y se dirigió hacia la habitación de su hermano, dispuesto a darle las indicaciones correspondientes sobre lo que necesitaba que hiciera durante ese día. Al finalizar, salió directo a su auto con destino hacia su trabajo.
Llegó al elegante edificio y tomó el elevador. Para su suerte, la sonrisa de Rin fue lo primero que divisó cuando las puertas se abrieron, provocando que su pecho se indundara de cálidez.
- Buenos días, señor Sesshomaru. - su dulce voz se oyó como una melodía tranquilizadora en medio del intenso ruido de la vida.
- Buenos días, señor. - acotó Ayame, teniendo en claro que, aunque su saludo no tuviese mucho peso, debía darlo por una cuestión de respeto.
- Buenos días, Rin... Ayame. - las miró y se dirigió hacia su oficina, deteniendose frente a la puerta. - Rin, ¿podrías venir un momento pot favor?
- Por supuesto...
Él ingresó, al mismo tiempo en que la pelirroja le lanzaba una mirada cargada de burla.
- Vaya, al parecer el señor necesita de tus caricias temprano.
- ¡¿Qué dices?! - se sonrojó. - Seguramente es por cuestiones de trabajo.
- Si... si, por supuesto. - sonrió pícaramente. - Sólo busca la manera de avisarme si las cosas se ponen... muy laborales. - guiñó su ojo. - No necesito escuchar a mi jefe trabajando de esa manera.
- ¡Ayame! - gritó casi inaudiblemente, mientras se ponía de pie. - Si me sigues fastidiando, te acusaré.
- ¡Por supuesto! Aprovéchate de tu puesto de primera dama. - rio.
- Eres de lo peor. - le devolvió la sonrisa, dirigiendose a la oficina.
Ingresó nerviosamente, observando al peliplata con su mirada enfocada en la computadora, mientras sus dedos se deslizaba a través del teclado.
- ¿Señor? - sus miradas se encontraron. - ¿Sucede algo?
- Toma asiento. - respondió con seriedad, provocando que su cuerpo se tensara levemente. - ¿Cómo te sientes?
- ¿He? ¿Yo? Bueno... bueno, estoy bien...
Por su mente pasó la charla que había mantenido con su prima la noche anterior y varias preguntas llegaron a su mente, sin embargo, decidió que no era el momento.
- ¿Y usted como se encuentra?
Se quedó mirándola, sin responder, mientras un intenso brillo se apoderaba de sus ojos. De repente y sin previo aviso, tomó su mano, provocando que sus mejillas ardieran. Su mente había pasado por demasiadas cosas los últimos días, motivo por el cual su juicio no se encontraba en las mejores condiciones en ese momento o, tal vez, sentía el deseo de no pensar demasiado y sólo actuar.
- Quiero... que te quedes conmigo...
- ¿Qué? - murmuró, con su cuerpo rígido como piedra.
- He... pasado por muchas cosas estos días y contigo... me siento tranquilo.
- Sesshor Sesshomaru...
Él se acercó a tal punto que sus narices se encontraron.
- Si quieres que me detenga... sólo... dilo. - apretó aún más el agarre sobre su mano.
- No... no quiero... que se deten...
Sus labios se unieron en un beso anhelante, el cuál escaló rápidamente, en una danza sensual y llena de deseo que comenzó a atravesar sus cuerpos, pidiendo más. Él se separó, rodeando el escritorio y la tomó, sentándola sobre aquella estructura de madera.
¿Qué esta sucediendo?
Pensó, en el momento en el que, por un acto reflejo, abrió sus piernas, dándole paso a que su cuerpo se pegara al suyo. Un suspiro abandonó sus labios al sentir su dureza y mientras su boca se incrustaba en su cuello.
- Te deseo, Rin... - murmuró contra su piel.
- Se...señor... - apretó sus labios, ya que ella profesaba el mismo deseo que él.
¿Qué...? ¿Qué se supone que debo hacer?
Pensó, batallando entre su raciocinio y el placer que su cuerpo estaba sintiendo ante las caricias del hombre que la enloquecía.
