- Tía Kahori... - preguntó, jugando nerviosamente con sus manos. - De casualidad... ¿Rin hablo contigo antes de irse?

La mujer detuvo sus acciones durante unos segundos, sin embargo, no volteó a verla. Momentos después, volteó, sosteniendo la pequeña bandeja con dos tazas de té y unos panecillos recién horneados.

- Sírvete con gusto. - sonrió, sentándose frente a ella.

- Gracias. - tomó el pequeño recipiente.

- Kag, te refieres a... ¿si me habló de esto? - sacó la foto del bolsillo de su kimono, deslizándola sobre la mesa.

- Bueno... supongo que esa es mi respuesta. - pronunció, sorprendida.

- No te preocupes... la realidad es que Rin se levantó muy temprano en la mañana. - bebió un sorbo. - Se veía bastante inquieta y cuando le pregunté el porque, sólo... comenzó a hablar.

- Tal vez... fue demasiado para ella.

- Descuida, era algo que tarde o temprano iba a saberse y, para ser sincera, me alegra el poder hablar con libertad de mi hermana pequeña.

Kagome sonrió ante aquel comentario.

- Mi pregunta sonará tonta, pero... ¿la extrañas?

- Han pasado más de 20 años y todavía siento un nudo en el pecho cada vez que la pienso. - le dio un mordisco a su panecillo, al mismo tiempo en que su mirada se opacaba de aquel brillo nostálgico.

- ¿Cómo era Hikari?

- Indomable. - sonrió. - Era... la más rebelde de las tres... también era muy reservada con respecto a su vida, probablemente porque sabía que la regañaríamos si nos enterábamos de las cosas que hacía. - apretó ligeramente la taza. - Sólo desearía haber sabido más de... ya sabes.

- ¿Te refieres a la relación con el padre de su hija?

- Si... - suspiró. - Todavía recuerdo el escalofrío que recorrió mi espalda el día que supe que estaba embarazada.

Inicio del flashback

- Hikari... por favor, déjame pasar. - pronunció al otro lado de la puerta del baño.

- Déjame sola.

- Kamisama... no me obligues a entrar...

- Kahori...

- ¡Suficiente! - empujó la puerta, encontrándose con la joven sentada sobre la tapa del retrete, con su cabeza entre sus manos. - ¿Qué te ocurre?

No respondió, sin embargo, las lágrimas que se estrellaron en el suelo le dieron una premonición de que, sea lo que sea que sucediera, no era bueno. Sus ojos color miel se posaron sobre su vientre, notando que estaba un poco más abultado de lo normal, aunque aquel minúsculo relieve aún no se notaba cuando se encontraba de pie.

- Mírame. - pronunció con firmeza.

- Oye...

- ¡Qué me mires! - gritó, al mismo tiempo en que ella elevaba la mirada. - Estas pálida... ¿estas mareada o sientes nauseas?

- Kahori...

- Estas embarazada, ¿verdad?- nuevamente, no respondió. - Maldición, Hikari, dime que esto es una broma... ¿Quién es el padre?

- Mi pareja...

- ¿Pareja? - la miró incrédula. - ¿Tienes pareja? - ella asintió. - Pero... ¿Cómo...? es decir, ¿hace cuanto tiempo están juntos.

- Hace un año.

- ¡¿Un año?! ¡¿Y jamás se te ocurrió decirnos nada?!

- No quiero que ustedes lo conozcan...

- ¿Qué? - murmuró. - Pero... ¿Por qué?

- Porque... no deben hacerlo, yo me haré cargo de este bebé y lo dejaré.

- Hikari... - por un momento sintió que estaba al borde del colapso. - Me acabas de confirmar que estas esperando un hijo, de una persona que no conocemos y encima vas a dejarlo, ¿acaso enloqueciste?

- Confía en mi. - la miró con seguridad. - Yo sé lo que es mejor para todos.

Kahori se quedó observándola fijamente, mientras su mente trataba de procesar todo lo que había escuchado.

- ¿Alguien más lo sabe?

- Sólo él... y te pido por favor, que no le digas a nadie.

- Papá tiene que saberlo, no puedes ocultarle algo así, menos ahora que mamá no está.

- ¿Qué parte de que no quiero que nadie sepa no te quedó en claro?

- Oye, cuida tu tono conmigo.

- Y tú no traiciones mi confianza. - se puso de pie. - Cuando llegue el momento, todos sabrán de este embarazo, pero... no quiero que me hablen del padre, nunca jamás.

Fin del flashback

- Al parecer, verdaderamente aquella situación con ese hombre era más complicada de lo que podríamos imaginarnos.

Kagome apretó el agarre sobre su taza, mientras por su mente pasaban las secuencias del sueño que había tenido momentos atrás, sin embargo, sabía que no podía decir nada, después de todo, seguía siendo algo imposible de probar para ella.

- Tía... ¿Rin llegó a comentarte sobre Kikyo?

- Oh, si, tu amiga, la que aparentemente es la hija de mi hermana.

- Si... bueno... nosotras... estamos casi seguras de que si lo es. - hizo una pausa. - Además... yo, conocí a su padre.

- ¿Qué? - se sorprendió. - Pero, ¿Cómo? es decir, no debería sorprenderme, ya que es tu amiga, pero, teniendo en cuenta la situación.

- Lo se, te comprendo...

- ¿Cómo es él?

- Aterrador. - respondió sin titubear. - Posee una mirada... espantosa... además, su energía es... no lo sé... estar en su presencia te genera una sensación de peligro inminente.

- Vaya... - suspiró. - Me encantaría decir que me sorprende, Kag... pero teniendo en cuenta la manera en la que mi hermana se empeñó para que no lo conociéramos, me decía que era una persona peligrosa.

- Lo es... estoy segura de que es una persona más peligrosa de lo que podrías imaginar, tía.

Después de todo, si fue capaz de herir a Kikyo y querer asesinar a Naraku, puede ser capaz de cualquier cosa, sin embargo, decir esto sería arriesgarme a que más gente este en peligro.

Antes de que pudiese seguir, una llamada entrante provocó que su celular sonara de repente.

- Lo lamento. - se puso de pie. - Debo responder...

- Por supuesto, hija, ve tranquila. - sonrió.

La joven salió de la cocina, deteniéndose a pocos metros de la puerta de la habitación de Rin.

- Inuyasha...

- Kag, que alivio, ya me estaba preocupando.

- Lo lamento, vi al pasar que tenía un mensaje tuyo, iba a responderte más tarde.

- Escucha, necesito que me brindes una respuesta de inmediato...

- ¿Sobre qué? - frunció el ceño.

- Anoche, Yura me llamó... me dijo que quiere vernos esta tarde, si o si... aparentemente, se irá luego de hablar con nosotros. - hizo una pausa. - Y, acaba de escribirme de nuevo.

Yura...oh por dios, me había olvidado por completo de ella y Bankotsu.

- De... de acuerdo...

- ¿Te parece bien que nos juntemos al mediodía en algún parque cerca de la casa de mi hermano?

- Si... si, me parece bien... sólo... sólo asegúrate de que haya alguien, de confianza, vigilándonos, si esto llega a ser una trampa...

- Oye, tranquila, jamás te llevaría con ella sin tener un plan previo. - sonrió ante su comentario. - Y... espero que esta noche podamos estar tranquilos.

- ¿Esta noche?

- Me dijiste que fuera a tu casa...

- Cierto. - sonrió. - Lo lamento, es que han sido unos días espantosos...

- Y es por eso... que debemos pasar la noche juntos... al menos yo deseo estar contigo.

- No lo digas como si yo no quisiera estar contigo. - comenzó a jugar con un mechón de su cabello. - Además... recuerdo que dije que quería llevarte a casa por una razón...

- No recuerdo cuando fue la última vez que comencé un día queriendo que llegara la noche tan pronto.

Rio ante su comentario.

- Sólo... ten paciencia... envíame la ubicación del parque que elijas y nos veremos allí al mediodía, ¿si? ya debo irme.

- De acuerdo, hermosa, sólo dame unos minutos y te enviaré todo... nos vemos más tarde, cualquier cosa que necesites, puedes llamarme.

- Lo se... oye, antes de irme, ¿Cómo están Naraku y Kikyo?

- Puedes estar tranquila, ambos están bien, dentro de todo... cuando nos veamos hablaremos bien.

- De acuerdo, cuídate.

- Tú también, amor, nos vemos.

- Te amo.

Cortaron la llamada y ella regresó hacia la cocina, con la intención de continuar el desayuno con su tía.


Un par de horas más tarde, en el parque Hakurei.

Llegó a la esquina, miró hacia ambos lados y cruzó la calle con el objetivo de adentrarse en el parque, más específicamente, la zona de ejercicio, en donde Inuyasha la estaría esperando. Luego de unos minutos de caminata, logró divisar aquella larga y espléndida cabellera plateada e, inmediatamente, sonrió.

- Inuyasha. - pronunció cuando se encontraba a unos metros de él y éste volteó.

- ¡Kag! - por alguna razón, su voz se oía más eufórica de lo normal, al igual que su agarre en su cuerpo cuando sus brazos la rodeaban por completo.

- Hola. - dijo con ternura, mientras correspondía su acción. - ¿Te encuentras bien?

- Te extrañé.

- Yo igual. - sonrió, acomodando su rostro en su pecho. - Aunque... nos vimos apenas ayer.

- Lo sé... pero... sentí que nuestra reconciliación quedó a medias...

Es verdad... él y yo peleamos ayer por la mañana... diablos, ¿realmente pasaron tantas cosas en solo un día?

- Es verdad. - pasó sus manos por su pecho. - Pero... esta noche puedes demostrarme tus disculpas... así como yo las mías...

- Pequeña... me encantas cuando te vuelves traviesa. - la besó, acariciando la unión de su cintura con su cadera.

A unos metros de distancia y sin animarse a interrumpir, Yura observaba la escena, con su mano apoyada en su pecho y su puño apretado.

Recuerdo aquel contacto... la calidez de las manos de Inuyasha podían alegrarle el día a cualquier mujer que estuviese a su lado... aún no puedo creer que no soy yo quién está entre sus brazos en este momento.

Suspiró, ahogando en su pecho el deseo de llorar y retrotrayendo las lágrimas que amenazaban con escapar de sus ojos. Se armó de valor y observó a ambos lados en busca de algún intruso. Rápidamente descubrió a dos hombres, pero su corazón regresó a latir con normalidad cuando notó que eran los hombres que trabajaban para Sesshomaru, seguramente estaban allí para proteger a su hermano y su cuñada. Una vez que los tortolitos se separaron un poco, decidió entrar en escena.

- Inuyasha... - murmuró, observándola acercarse. - Mira...

Él volteó, encontrándose con su mirada rosada y supo de inmediato lo que ocurría.

Está a punto de llorar... seguramente nos estaba observando.

No había más sentimientos entre él y ella, al menos no de su parte, sin embargo, eso no provocaba que sintiera gusto o felicidad al restregarle en la cara su nueva pareja, por el contrario, en el fondo, no quería que eso fuera la causa de su dolor.

- Buenos días... - pronunció, deteniéndose a unos metros.

- Hola... - respondió ella con timidez.

- Yura... bien, aquí estamos... tú deseabas hablar.

- Si... estem... bueno, ¿por donde comenzar?

- ¿Por las disculpas tal vez?

- Inuyasha...

- Esta bien. - sonrió. - Él tiene razón... debo comenzar por lo obvio. - llevó su mirada a sus manos, las cuales estaban entrelazadas a la altura de su estómago. - Lamento todo lo que les hice pasar a los dos... lamento haber tratado de intimidarte, Kagome... lamento haberte disparado, Inuyasha y... lamento profundamente haberme involucrado en los juegos de Bankotsu.

- Yura... de mi parte, acepto tus disculpas.

- Pues, yo aún no. - respondió el peliplata. - Hiciste mucho daño... no te importó nada, ni siquiera lo que yo significaba para ti. - miró a Kagome. - Lo lamento si esto suena incómodo, Kag, pero nosotros jamás hablamos sobre el fin de nuestra relación y es necesario para que esto se termine de una vez.

- No es necesario que te disculpes, Inuyasha. - sonrió. - Lo comprendo a la perfección, de hecho, puedo dejarlos hablar a solas, si lo desean...

- No. - intervino Yura. - No hay nada que deba decirle, que tú no puedas escuchar.

- Bueno... no mentiré, eso si me sorprende. - suspiró . - Dime, ¿Cuál era el plan original de Bankotsu?

- Ya lo saben a todo... él se puso en contacto conmigo para que viniera a ayudarlo para apartar a Sesshomaru de la firma... su idea era que yo regresara a tu lado, utilizara tu vulnerabilidad por mi y... lograr capturarte... usarte de amenaza contra él...

- No puedo creer que te hayas prestado a eso... - apretó sus puños.

- Pero, no contaba con que conocieras a alguien más. - miró a Kagome, omitiendo las palabras de Inuyasha. - Fue entonces que cambió de estrategia y decidió que lo mejor sería separarlos... obligarte a regresar conmigo... él sabía como te pondrías si la perdías, inclusive estaba dispuesto a lastimar a Kagome, para doblegarte. - miró al peliplata.

Antes de que él pudiese responder, fue ella quién tomó la palabra.

- ¿Qué te hizo cambiar de opinión? - preguntó la morena.

Yura fijó sus ojos en los orbes dorados del joven, dándole rienda suelta a las lágrimas que ya no podía contener. Giró su cabeza, intentando ocultar la debilidad que sentía, sin embargo, erra demasiado tarde.

- Cuando... - tragó saliva. - Cuando subía al escenario y te vi...

Yura

Aspiré profundamente, mientras el guardaespaldas de Bankotsu me llevaba hacía la parte trasera del escenario. Por suerte, al parecer, nadie se había enterado de mi presencia, por lo que todos quedarían boquiabiertos al verme ingresar, bueno... todos los que me conocían, incluyéndolo a él.

Su aburrido discurso se extendía y se extendía, agotando mi paciencia en cada palabra, hasta que por fin, pronunció mi nombre.

- Señoras y señores, quiero presentares a mi mujer... Un fuerte aplauso para mi futura esposa... ¡Yura Sakasagami!

Puse mi mejor cara, adornada con la sonrisa falsa más amplia y brillante que realicé en mi vida y salí. Como habíamos planeado, corrí a sus brazos y lo besé, tratando de demostrarles a los presentes, un amor que no sentía en lo absoluto.

Nos separamos e inevitablemente busqué su mirada entre la gente. Rápidamente la encontré y, en lugar de sentirme victoriosa, sentí que estaba cometiendo el peor error de mi vida. Aún con la poca iluminación, pude notar como sus ojos se ensombrecían y se retiraba rápidamente.

Mierda... no puede ser.

Esperé a que todo el circo terminara y salí directo a la misma habitación en la que había estado esperando. Me senté en la silla, observando la botella de Ron que me habían dejado y decidí ahogarme en él. Esperé que me dieran la señal para ir hacia la mesa y cenar, la cual llegó momentos después que mi cordura comenzaba a desaparecer.

- El señor Bankotsu la espera. - pronunció Kyokotsu, sosteniendo la puerta.

- Ya...ya. - respondí con desdén, mientras me ponía de pie, luchando por mantener el equilibrio.

- ¿Necesita ayuda?

- Ni lo menciones.

Salí, tratando de disimular mi borrachera y me dirigí a la mesa seleccionada, en donde lo primero que observé fue la mirada de desprecio de Izayoi y, para ser honesta, no la culpaba, después de todo, me estaba burlando de su hijo frente a sus ojos.

- ¿Estas borracha? - murmuró Bankotsu en el momento en que me senté a su lado.

- No preguntes. - respondí con molestia.

- Si me avergüenzas, olvídate de nuestro trato. - esbozó una sonrisa, como si estuviese susurrando cosas de amor en lugar de una amenaza.

- Cierra la boca. - lo besé sutilmente, siguiendo el juego de su máscara.

Continuó charlando con los presentes en la mesa, mientras los Taisho le lanzaban miradas fatales. Cuando la tortura finalmente terminó y la fiesta comenzó, me puse de pie, decidía a ir en busca de Inuyasha, sin embargo, un fuerte agarre sobre mi brazo hizo que me detuviera.

- ¿Qué haces? - murmuré.

- ¿A donde vas? - respondió en el mismo tono.

- Oye... - me separé bruscamente. - No me molestes o se terminará aquí.

- Sólo no me avergüences, ¿de acuerdo? - acarició mi mejilla.

Ignoré completamente mis palabras y, con pasos dudosos, avancé entre la multitud. No estoy segura de si mi cuerpo me llevó hasta allá o, inconscientemente, pensaba que él llevaría a alguien a los cuartos. Las luces se apagaron y suspiré a sabiendas de lo que se venía. El tiempo se detuvo y, cuando mis ojos lograron enfocar algo, me encontré con él, llevando de la mano a otra mujer. Mi sangre hirvió en ese momento al percatarme de que, a pesar de volver a verme después de años, prefería irse con otra.

- ¿Pensaste en escapar de mi, cariño? - grité y, sin pensarlo dos veces, me acerqué, tomando su rostro y estampando mis labios sobre los de él.

Esa suavidad... la recuerdo muy bien.

Pensaba que todo saldría perfecto, sin embargo, su reacción me dejo absorta.

- No vuelvas a acercarte a mi, me das asco. - pronunció, luego de empujarme sin ningún tipo de miramiento.

Sus palabras quemaron en mi pecho, provocando que mi ira creciera y, de repente, las ideas de Bankotsu ya no me parecían tan malas o dudosas.

- ¿Ah si? - trataba de que mi tono se oyera normal, aunque me costaba demasiado - Juraría que, si hubiese hecho esto el año pasado, me encerrarías en ese cuarto, rogando de rodillas que no me alejara de ti. - me burlé.

No me respondió, por el contrario, pude notar como apretaba el agarre sobre la mano de esa mujer e ingresaba a los cuartos, dejándome con el deseo de mandar todo a la mierda.

- ¡Disfrútalo niña! - grité - ¡Pero recuerda que mientras esté dentro de ti, estará pensando en mi! - reí, aunque... en el fondo deseaba morir en ese mismo instante

Fin del flashback

- Cuando... cuando te vi con ella... supe que te había perdido y... eso me molestó. - apretó sus puños. - Realmente... había otra persona ocupando mi lugar.

- Yura, creo que no es necesario que te diga que fuiste tú quién se fue sin más, ¿Qué esperabas? ¿Qué me quedaría de brazos cruzados esperando a que algún día regresaras?

- Bueno... si lo dices de esa manera...

- Aún no respondes a mi pregunta - intervino Kagome. - ¿Por qué cambiaste de opinión?

- Porque escuché, cuando íbamos en la ambulancia, como el te decía te amo...

- ¿Sólo por esas dos palabras?

- Conozco a Inuyasha lo suficiente como para darme cuenta de cuando sus palabras son honestas, además... crucé mi límite. - miró su brazo. - No quería... no quería lastimarlo físicamente.

- ¿Por qué te fuiste? - la sorprendió.

- ¿Quieres escuchar la verdad?

- Para eso viniste, ¿o no?

- La verdad es que... la verdad es que al comienzo me acerqué a ti por el dinero... conocía el apellido de tu familia y tú eras el más cercano a mi edad...

- ¿Qué? - murmuró, completamente incrédulo, mientras Kagome tapaba su boca con su mano.

- Mi madre me había dicho que me acercara a Sesshomaru, sin embargo, sabía que él era demasiado mayor, después de todo, yo tenía 18 y él 24, entonces... te conocí.

- Te acercaste a mi por interés. - pronunció con un dejo de molestia en su voz.

- Al comienzo si, pero... después te conocí mejor y me enamoré. - sonrió. - Y decidí quedarme a tu lado aún cuando supe que no seguirías los pasos de tu hermano.

- Vaya y se supone que debo agradecerte por eso.

- Oye, estoy tratando de ser sincera, si comienzas a enojarte...

- ¡¿Y que esperabas?!

- Inuyasha. - tomo su mano. - Déjala que termine... tú necesitabas escuchar esto... Yura, por favor, continua.

- Un día... mi madre me llamó y me dijo que debía regresar inmediatamente a mi país, ya que había encontrado a alguien para mi. - dijo, avergonzada. - Me envió su foto y... me gusto.

- ¡Keh! ¿Me dejaste por otro? - sonrió, irónicamente.

- Era demasiado joven e inmadura...

- Feh, tenias 22. - rio. - Bien, al menos ya se el porque te fuiste.

- ¿No estas molesto?

- Pasó demasiado tiempo como para molestarme, sin embargo, mi yo de hace dos años atrás si lo estaría. - suspiró. - Aún así, me cuesta creer que hayas sido capaz de dejar una relación de tantos años, sólo porque te gustó alguien más.

- Si conocieras a mi familia en profundidad, comprenderías el porque...

Después de todo, tú sólo compartiste poco tiempo con ellos.

- Bien, ¿algo más de lo que desees hablar?

- Bueno... ya te dije lo que sentí al volver a verte, ya te dije el porque me fui, también lo que planeaba Bankotsu, asique... sólo... sólo me queda decirte que, a pesar de que aún siento muchas cosas por ti... deseo que seas feliz. - fijó sus ojos en Kagome. - Que sean felices.

- Bien.

- Inuyasha. - murmuró. - Yura, te agradezco por haber venido hasta aquí, a pesar de que él se muestre molesto, estoy segura de que realmente necesitaba saber todo esto, ¿Qué harás ahora?

- Me iré... regresaré con mi familia, tengo el pasaje aquí y un auto esperándome a una calle... tomaré un avión y no volverán a saber de mi. - sonrió. - O eso espero.

Salvo que Bankotsu decida buscarme por cielo y tierra.

- ¿Segura que Bankotsu te dejará ir tan fácil? - preguntó, preocupada.

- No lo sé y, para ser franca, no quiero pensar en eso, sólo quiero irme.

- Entonces no te detendremos más. - intervino el joven. - Eres libre de irte.

- Gracias. - sus ojos se humedecieron nuevamente, mientras lo observaba fijamente. - Inuyasha... ¿puedo...? - extendió sus brazos.

- No es necesario. - se mostró reacio.

- Inuyasha. - cruzó su mirada con la de su novia. - Sólo es un abrazo, por favor, ella lo necesita.

Kagome.

Pensó, completamente sorprendido de sus palabras, por lo que, accedió.

- De acuerdo. - suspiró, dando un paso en dirección de la joven.

Ella lo rodeó con sus brazos, al mismo tiempo en que apoyaba su cabeza en su pecho y cerraba sus ojos, dejando que nuevas lágrimas escaparan.

- Lo siento tanto. - murmuró. - Per... perdón.

- Ya. - correspondió su abrazo. - Lo importaste es que decidiste regresar... tú te pareces más a la Yura que conocí.

Sonrió ante sus palabras, al mismo tiempo en que por su mente pasaban todos los recuerdos que había compartido con el peliplata, desde fiestas especiales, salidas, encuentros pasionales y el ideal de un futuro junto, un futuro que jamás llegaría.

Te amo, Inuyasha... siempre estarás en mi corazón.

Se alejó, mientras él regresaba al lado de Kagome y ella retrocedía.

- Yo... me disculpo de nuevo y... ya no tengo nada que decir.

- Por favor, ten mucho cuidado. - pronunció la morena.

- Lo haré.

- Cuídate. - dijo él, con sinceridad en su tono.

- Gracias. - sonrió, al mismo tiempo en que volteaba y se alejaba.

Maldición... esto... esto fue tan difícil.

Su alma dolía, sin embargo, sabía que había hecho lo correcto. Abandonó el parque, en dirección al auto que la esperaba, en el cual subió y cerró la puerta.

- Listo, al aeropuerto por favor.

- Por supuesto. - sonrió Renkotsu, quién mantenía su identidad oculta debajo de una máscara y un traje.

Arrancó el auto y salió, llevando a la mujer a la casa de Bankotsu, en donde él la estaría esperando.


Extra: Oficina ardiente

Las manos ardientes del peliplata entraron en contacto con los muslos descubiertos de ella, dejando estrellas de fuego en cada caricia.

- Se... señor... - suspiró, mordiendo sus labios.

Presionó más sus piernas contra sus caderas, provocando que el roce de sus sexos se hiciera más profundo, mientras él respondía ese acto con un gruñido.

- No... no es correcto. - gimió. - Estamos en la oficina...

- ¿No te sientes cómoda? - preguntó, bajando la intensidad de sus besos.

- Si... bueno... no, es decir, hay... está Ayame afuera...

- Puedo detenerme ahora si lo deseas.

- Ese es el problema, señor... no quiero que se detenga.

- Entonces... - llevó sus manos a su entrepierna, acariciando su cavidad por sobre la delgada tela de sus bragas.

Su miembro creció al sentir la humedad que emanaba, al mismo tiempo en que su deseo por entrar se hacía cada vez más insostenible.

- Señor Sesshomaru... - su voz lo enloquecía, sin embargo, quería que fuese una situación especial.

- Reservaré un hotel esta noche. - gimió, besando su cuello. - Y no te perdonaré la vida.

Se apartó a regañadientes, mientras ella se bajaba del escritorio y acomodaba su ropa, con su cara roja como tomate. Él regresó a su lugar, fijando sus orbes dorados en ella, quién se sentó nuevamente en donde estaba.

- Rin... hay muchas cosas de las que quiero hablar, pero... no puedo, no en este estado.

- Comprendo... ¿son cosas malas?

- La mayoría...

- De acuerdo. - desvió la mirada, tratando de dispersar el recuerdo del calor de su cuerpo pegado al suyo.

- ¿Estas de acuerdo?

- ¿He?

- ¿Estas de acuerdo en que reserve un hotel para los dos? Sólo lo haré, si me das tu consentimiento.

- Bueno... si, si estoy de acuerdo.

Sonrió y, por segunda vez desde que lo conocía, él también curvó sus labios.

- De acuerdo... le diré a Kohaku que te recoja esta noche.

¿Es necesario que sea él?

Pensó, sin embargo, no se pronunció al respecto.

- Esta bien...

- Puedes retirarte...

Ella se puso de pie, acercándose a la puerta, en el mismo momento en que la voz encantadora del peliplata, atravesaba sus tímpanos.

- Me encantas.

Dos palabras que provocaron que su cara escalara a un tono de rojo que, con toda probabilidad, nadie había visto antes. Quiso voltear y correr a sus brazos, pero no logró hacerlo, por le contrario, salió de la oficina, con una pequeña sonrisa.

- Vaya... al parecer el jefe es más rápido de lo que esperaba. - se burló, cuando ella cerró la puerta.

- ¿De que hablas?

- Tienes cara de recién follada.

- ¡AYAME!... no sucedió, puedes estar tranquila.

- ¿No te folló? ¿Entonces por qué estás tan nerviosa?

- Por las cosas que me preguntas.

- Ay si, ya. - rio. - No llegó a follarte, pero sus manos si recorrieron tu cuerpo, se nota.

- ¿Eres sexóloga? - se sentó en su escritorio.

- Que extraño se oye esa palabra en tu boca. - rio. - No, no lo soy, pero tengo la suficiente experiencia como para darme cuenta de las cosas.

Antes de que la castaña pudiese responder, las puertas del ascensor se abrieron nuevamente, dejando a la pelirroja muda.

- Koga. - sonrió Rin, a sabiendas de que la situación se había volteado a su favor. - ¿Qué haces aquí?

- ¿Qué más puedo estar haciendo? - sonrió, deteniéndose frente a los escritorios de ambas - Vine a hablar con mi futura mujer. - miró a la joven.

- Vaya... - la castaña desvió la mirada. - Al parecer, hay demasiadas cosas de las que no estoy enterada. - miró a su compañera con picardía.

- Tonterías. - se puso de pie. - Eso es lo único que sale de su boca.

Comenzó a caminar en dirección al baño, mientras el moreno la seguía y Rin se aseguraba de que Sesshomaru no se percatara de lo que sucedía.


Extra: Baño de pasión

¿Qué hace aquí? Se supone que no deberíamos volver a vernos.

Pensó, al mismo tiempo en que ingresó al baño, deteniéndose frente al espejo. Segundos después, oyó la puerta abrirse y, por un segundo, pensó que Rin la había seguido.

-¿Por qué te escapas? - preguntó con seriedad.

- ¿Eres consciente que estas en el baño de mujeres?

- La única mujer aquí es Rin.

- Si mi jefe te descubre... nos meterás en problemas a ambos.

- Eso no sucederá. - dio un paso en su dirección.

- Quiero que te vayas.

- ¿Por qué haces esto, Ayame?

- ¿Hacer que? - sus miradas se encontraron a través del espejo.

- Desaparecer... no supe más nada de ti desde que te pusiste celosa de Kagome.

- ¿Celosa? Pf... - él sonrió. - No se que te ha hecho pensar que eres tan importante.

- Sé que lo soy. - cruzó sus brazos. - Tú pretendes hacerme creer lo contrario.

- ¿Por qué me sigues? Se supone que el hecho de que no te responda, debería ser suficiente.

- Porque te quiero. - respondió sin más.

- ¿Cómo puedes querer a alguien que no conoces?

- ¿Crees que no te conozco? - dio un nuevo paso. - Sé que eres gentil, aunque te escondes detrás de una máscara de lejanía, sé que te gusta la limpieza y tener todo el departamento en orden, sé que te gusta cocinar, sé que te gusta cuando alguien responde positivamente a cualquier cosa que hayas hecho por él. - se detuvo detrás de ella, colocando sus manos sobre su hombro. - Sé que te gusta el sexo... y... te gusta mantener el control... te gusta que se estremezcan con tus movimientos. - beso la piel de su cuello, mientras ella cerraba sus ojos. - Sé que no quieres involucrar tus sentimientos y, probablemente, sea porque fuiste traicionada en el pasado. - sus manos comenzaron a acariciar su estómago. - Sé que sientes algo por mi, aunque no quieras admitirlo.

- Koga... - un suspiró abandonó sus labios en el momento en el que su mano se coló por su falda, acariciando su entrepierna.

- ¿Por qué no me dejas estar contigo? - murmuró contra su oído.

Ella volteó y comenzó a besar sus labios con hambre y deseo. Rápidamente, él la cargo, colocándola contra la pared, mientras su lengua acariciaba su boca. Ella apretó sus piernas alrededor de su cadera, con la intención de sentir su dureza contra su cavidad.

- No lo haré. - pronunció, colocando su rostro entre los pechos de la joven.

- ¿A que te refieres?

- No... no tendremos sexo, hasta que no me des una respuesta. - elevó su mirada, fijándola en sus ojos verdes. - No harás lo mismo de siempre... no follaremos y te irás.

- Koga...

- Estoy hablando enserio. - mordió sutilmente sus labios. - Necesito que me des una respuesta, ahora.

Sus ojos temblaban, mientras su mente se debatía entre lo que verdaderamente quería y los miedos que la atormentaban.