ADVERTENCIA: El extra de este capítulo contiene una situación de abuso y puede ser sensible para algunas personas.
Llegó a la casa de su hermano, pagó el viaje y descendió. Segundos después, Sesshomaru abrió la puerta, moviéndose para que él ingresara.
- ¿Dónde esta? - preguntó, seriamente.
Señaló en dirección al living, a donde ambos se dirigieron. Su mirada dorada se encontró con la castaña de ella, en un dialogo silencioso que se reflejó en un lo siento impronunciable en aquel momento.
- Buenas noches - pronunció y ellas asintieron a modo de respuesta.
Contra todo pronóstico, se sentó en uno de los sillones laterales, alejado de su novia, ella apretó sus puños a modo de respuesta, sin embargo, no mencionó ni una sola palabra.
- Seguramente se estarán preguntando ¿por qué los llamé? Sobre todo a ti, Rin.
- No somos tus empleados para que nos hables de esa manera - intervino el peliplata - Asique ahórrate las formalidades.
- Inuyasha... - gruñó por lo bajo.
- Tienes razón - sonrió - Para ser mi empleado, tienes que ser una persona inteligente, y tú careces de esa cualidad - las mujeres sonrieron, desviando sus miradas - ¿Kagome te comentó lo que sucedió con Bankotsu la última vez?
- Bueno... - la miró - Creo que eso debes preguntárselo a ella, pero si, sé algunas cosas.
- Si, Sesshomaru, le dije lo que sucedió.
- Entonces, ambos deben estar enterados de que, es muy probable, que el objetivo de Bankotsu se haya desviado...
- ¿Desviado? - preguntó la morena.
- El motivo por el que él y Yura se acercaban a ti, Kagome, era para llamar la atención de Inuyasha y, posteriormente, llegar a mi.
- Eso ya lo dijiste varias veces...
- Inuyasha - suspiró - Te invito a que mires la expresión de Rin y comprendas que ella recién está sabiendo toda esta situación.
Todos posaron sus ojos en ella, provocando que se sonrojara.
- Por favor... continúe, señor Sesshomaru.
Sonrió, enterneciéndose levemente por aquella acción.
- Bankotsu ha modificado sus planes... ahora, por alguna razón, sus ojos se han posado en ti, querida Kagome - un suspiro abandonó los labios de ella, mientras su novio fruncía el entrecejo - Y, es probable, que quiera quedarse contigo.
- ¡Pues eso no sucederá! - gritó, sin mirarla - Yo no voy a dejar que ese imbécil le ponga un dedo encima.
Inuyasha...
Pensó, sonriendo levemente, mientras desviaba la mirada a mayor de los hermanos.
- ¿Qué crees que planea, Sesshomaru?
- Si sigue siendo predecible, como yo creo que es, es probable que intente secuestrarte y mantenerte cautiva... sólo para atraer nuestra atención - se señaló a él y su hermano.
¿Por qué lo dice tan tranquilo?
Pensó Rin, llevando su mano a su pecho, mientras sentía como el cuerpo de su prima se tensaba al escuchar esas palabras.
- Tranquila - el menor las miró - Yo no permitiré que eso suceda.
- Inuyasha - intervino - Las veces que Yura se ha acercado a Kagome, tú no has estado presente, por lo que no se hasta que punto tus palabras serán de ayuda.
- No fue su culpa - respondió la morena - No puede estar todo el tiempo a mi lado... ambos tenemos vidas y cosas que hacer, es obvio que ellos buscarán atacarnos cuando estemos separados.
- Como sea - se encogió de hombros - El punto es que no puedo confiar ciegamente en que Inuyasha te protegerá, por lo que, te asignaré a dos guardaespaldas que estarán siempre cerca de ti.
- ¿He? - se sorprendió - Pero... ¿me estarán siguiendo?
- No te preocupes, no los verás.
Después de todo, ellos ya te estaban vigilando sin que lo supieras.
- Pero...
- Mi protección es innegociable, Kagome, espero que lo puedas comprender - sus ojos se fijaron en los de ella - Como parte de la familia Taisho, deberás acostumbrarte.
- Bueno, me alegra que pienses que ya soy de su familia, pero no siento que sea necesario.
- Claro, porque tener a un lunático dispuesto a todo detrás de ti es lo más normal del mundo, a todos nos ha pasado.
Ella se sonrojó, mientras los demás lanzaban una pequeña risa.
- Rin - se expresión se suavizó al encontrarse con el rostro de la castaña - Estoy seguro de que tú, al igual que ellos, te preguntas ¿por qué estas aquí?
- Bueno, si... eso es verdad.
- La realidad es que Bankotsu sabe que tú y yo hemos salido...
Entonces es verdad... ellos realmente están comenzando algo.
Sonrió, disimuladamente, observando a la castaña.
- Y sabe lo importante que te has vuelto para mi... es por eso que, ante sus ojos, te has convertido en un nuevo blanco para atacarme.
- ¿Son pareja? - preguntó el peliplata, omitiendo totalmente las palabras del joven.
- Eso no debería ser de tu incumbencia, pero no, no lo somos - volvió a mirar a Rin - Sólo nos estamos conociendo, ¿verdad?
- Si... si, así es - sonrió ella, con sus mejillas rosadas.
- Resumiendo... ustedes tres se encuentran en la misma posición de vulnerabilidad y deberán contar con alguien, de mi entera confianza, para que esté cerca y pueda llamarme en caso de alguna emergencia o por si Yura o Bankotsu se acercan.
- Ya no deberás preocuparte por Yura...
- ¿Y lo dices por qué...?
- Porque ella misma dijo que quiere apartarse de todo esto.
- ¿Y eres tan idiota como para creerle?
- Ella también habló conmigo - miró a su cuñada - Dijo... que quiere vernos y explicarse... antes de irse.
- Kagome... tú eres la inteligente de la relación, no puedes creerle sin más.
- No lo hago, pero... si no realizamos esa reunión, jamás lo sabremos...
- ¿Quieres pedirme algo? - preguntó, a sabiendas de a donde se dirigía.
- Bueno... tal vez, pero, al ver que ya has designado a dos personas para que estén a cargo de mi seguridad, creo que no será necesario.
Aunque deberé pedirte ayuda con el tema de Kikyo... pero eso será en otro momento.
- Comprendo - sonrió - Sólo te pediré a ti - miró a su hermano - Qué me mantengas al tanto del día en el que se hará aquella reunión.
- ¡Keh! Si yo digo que Yura se quiere alejar, me tratas de idiota, pero ella dice lo mismo ¿le crees? eso no es muy justo que digamos.
- Cómo dije, ella es la inteligente de la relación, Inuyasha.
En ese momento, una punzada llegó a su pecho, al mismo tiempo en que su visión se tornada borrosa y el rostro de Kagura, con una expresión de terror, pasaba por su mente.
¿Qué sucede? ¿Por qué pienso en ella en un momento como este?
Disimuladamente, miró sus manos, las cuales sentía que quemaban.
Mi sangre... está reaccionando a algo relacionado con ella, ¿estará en peligro?
Como si de una respuesta se tratara, su celular comenzó a sonar. Lo tomó, mirando la pantalla y respondió.
- Jaken, ¿Qué sucede?
- Lamento molestarlo amo bonito, pero... estamos afuera del departamento de Kagura y Magatsuhi acaba de llegar, ¿ingresamos?
- No... no hagan nada, sólo... asegúrense de que no salga, iré de inmediato.
- ¿Sucedió algo? - preguntó el joven, al notar aquella delgada y casi imperceptible línea rojiza atravesar sus ojos.
- Nada que no pueda solucionar - sonrió - Lamento el tener que dejarlos así, al menos a ustedes dos - miró a las mujeres - Pero debo irme... pueden quedarse o irse, como lo deseen.
Sin esperar respuesta, le lanzó una de las llaves a su hermano y salió en dirección a su auto, el cual estaba aparcado en una de las entradas. Lo siguiente que se oyó, fue el vehículo alejarse.
- ¿Qué sucedió? - miró a su novio.
- No lo sé - respondió, con su mirada fija en la puerta.
Pero... sea lo que sea... no es nada bueno.
- Oye, Rin, ¿quieres esperarlo o...?
- No... no es necesario en realidad, si quieres puedo llamar a Kohaku e irnos - miró al peliplata - Podemos llevarte si lo desea, Inuyasha.
- Si... si, no tengo problema, pero... Kagome... - sus ojos se encontraron - Necesito hablar contigo un momento, si es posible.
- Bueno... - miró a su prima - Rin, ¿podrías esperarnos un momento?
- Claro - sonrió - Llamaré a Kohaku mientras tanto, los estaré esperando afuera.
- Gracias - le devolvió la sonrisa, mientras comenzaba a seguir al joven.
Ascendieron por las escaleras, deteniéndose en uno de los pasillos poco iluminados. Ella se apoyó en una de las paredes, mientras él se posicionaba al frente. Un pequeño silencio invadió el lugar, mientras sus miradas estaban puestas en el suelo.
- ¿Qué sucede? - preguntó ella, en un tono bajo.
- ¿Por qué no me llamaste? - respondió, en el mismo tono.
- ¿Eso es lo primero que vas a preguntarme? - lo miró.
- ¿Qué tiene de malo?
- Sabias que vería a Kikyo en la tarde... sabías que hablaríamos de cosas importantes, ¿y eso es lo primero que sale de tus labios?
- ¡Keh! ¡Estuve esperando tu llamado todo el día! ¡Mi maldito hermano me regaño por no haber llegado y eso fue por esperarte a ti!
- ¡¿Oye que te pasa?! - gritó - Sesshomaru te regaña todo el tiempo, además, yo no tengo la culpa de que no se te haya cruzado venir. antes.. eres muy egoísta.
- ¿Egoísta? ¿Yo?
- Si, tú... estoy pasando por un mal momento y sólo te quejas por ti...
- ¡¿Quién fue el que te insistió para que me dijeras lo que te sucedía?! ¡¿Crees que eso lo hice por mi?!
- ¡No quería preocuparte!
- ¡¿Cómo puedes decir eso sabiendo que Bankotsu es un maldito hijo de perra?! - ella permaneció en silencio - ¿Cómo... puedes creer que yo no debía saber eso?
- Bueno... eso no tiene nada que ver con el tema de Kikyo...
¿O si?
- Oye... - suspiró - De acuerdo - elevó sus manos - Lo lamento, tienes razón... tu día debió ser demasiado estresante como para que yo te haga este planteo estúpido.
- Inuyasha - susurró - No es estúpido... lamento no haberte llamado, es sólo... que no pensé que fuera muy necesario, después de todo, nos veríamos aquí y... sé que no eres egoísta... tú también estás pasando por cosas horribles.
Después de todo... a quién dispararon fue a ti.
- Lo sé, es sólo... que no pude dejar de pensar en ti en todo el día, Kagome.
Ella sonrió, dando un paso y rodeándolo con sus brazos, apoyó su cabeza en su pecho.
- Te extrañé - murmuró contra su cuerpo - Todo se siente más pesado, si estamos disgustados.
- Kagome - sonrió, abrazándola fuertemente - Me sucede lo mismo... debemos mantenernos unidos, más en estos momentos.
Su dulce aroma... me encanta tener esa fragancia pegada a mi nariz.
- Así es... creo... que a veces estoy demasiado acostumbrada a lidiar con las cosas sola.
- Y eso debe cambiar... porque ahora estoy contigo - sus miradas se encontraron, mientras ella se alejaba ligeramente, sin soltar sus manos - Y... quiero pedirte disculpas por lo de esta mañana, pero... realmente el tema de la tesis es algo muy delicado para mi.
- No te preocupes - acarició su mejilla - Yo observo toda la situación desde fuera... no soy consciente que tanto puede afectarte.
- Gracias, pero lo hablaremos profundamente en otro momento, si estas de acuerdo.
- Claro - volvió a sonreír, acercándose a sus boca, besándolo tiernamente.
Rápidamente, el beso escaló a una danza de seducción y deseo profesada a través del movimiento de sus labios. Él la arrinconó, colocando su mano a la altura de su cadera, mientras la apretaba sutilmente.
- Inuyasha - suspiró - No podemos...
- Lo sé - respondió en un gruñido - Sólo quiero hacerte saber que te deseo.
- Hm - sonrió, mientras él desviaba sus besos a su cuello - Lo hicimos esta mañana.
- Lo haría todo el día... contigo nunca es suficiente.
- Tu brazo... - un gemido abandonó sus labios al sentir la dureza del joven apretar su entrepierna - Eso se siente... bien.
- ¿Lo quieres? - regresó a su boca.
- Demasiado...
- ¿Te lo doy?
- Inuyasha... tu brazo...
- Al demonio con eso... quiero estar dentro de ti, mi amor...
- Yo también quiero, pero... debemos irnos... - mordió su labio, escondiendo su rostro en su pecho, tratando de calmar sus instintos - Rin está esperando... tengo que irme con ella - un gruñido fue su respuesta - Mañana podemos dormir juntos... en mi casa.
- ¿He? - se separó, mirándola - ¿En tu casa?
- Bueno... - recorrió su torso con la yema de sus dedos - Ya que tenemos algunas cosas de que hablar... podemos reconciliarnos por completo.
- ¿Qué tienes en mente, pequeña traviesa? - sonrió, abrazándola y apoyando su mano en su trasero.
- Ya lo verás - lo beso suavemente - Ahora nos iremos.
Lo tomó de la mano, llevándolo en dirección a la escalera nuevamente.
- Espera - se detuvo, acomodando su pantalón - Nadie tiene que ver tu premio.
- Eres un idiota - rio, cubriendo su mano con su rostro.
Extra: Esa mujer
Te recomiendo obedecer.
Aquella frase atravesaba su mente mientras los labios del peliplata recorrían su cuello, provocando que sus vellos se erizaran, producto de la repulsión que sentía en ese momento. Podía sentir el calor de su cuerpo, el cual estaba pegado al de ella, mientras ambos permanecían en el sillón.
Debo mantener mi mente en blanco... de lo contrario, lo pasaré peor de lo que creo.
La mano del hombre escaló por su vientre hasta su pecho, apretándolo con deseo, mientras ella cerraba sus ojos fuertemente.
Puedo quitármelo de encima... sé que puedo hacerlo, pero... él puede matarme.
- Ahora comprendo porque Sesshomaru estaba contigo... el sabor de tu piel es delicioso - pasó su lengua por el lóbulo de su oreja, al mismo tiempo en que tomaba su mano, obligándolo a que tocara su entrepierna - Vas abrir esas hermosas piernas para mi, ¿de acuerdo?
- Eres de lo peor...
- Shhh - mordió su cuello, causando un respingo de dolor por parte de ella - Eso dices ahora... - sonrió contra su piel - Te penetraré tan duro... que te olvidarás de todos los hombres que pasaron por tu cuerpo.
¡Maldito bastardo! ¡¿Por qué tienes que ser tan repugnante?!
Apretó ligeramente sus dientes, mientras desviaba su mirada, con su cuerpo rígido como piedra.
No voy a llorar... no lo haré... no importa lo que me hagas... no te daré mi dolor.
- ¿Sabes que es lo mejor de esto? - tomó su mentón entre sus dedos - Qué mientras te hago mi mujer... tu hermanito recibirá una agradable sorpresa...
- ¿Qué? - fue la primera palabra que pronunció en unos largos minutos - ¿Qué le hiciste?
- Nada... bueno, eso depende de que tan rápidos hayan sido mis hombres.
- No importa si mi hija está con él, no se detengan por nada del mundo... o su sangre será derramada frente a mis pies, ¿de acuerdo?
Su sonrisa se amplió al recordar la orden que le había dado a los sicarios que estaban bajo su poder.
- ¡Maldito hijo de perra! - gritó, tomándolo por sus muñecas y lanzándolo al suelo, mientras se ponía de pie - ¡¿Qué le hiciste?!
- Vaya... eres fuerte - su sonrisa se esfumó, mientras se ponía de pie - Eso no me agrada.
De hecho... me trae muy malos recuerdos.
- ¡Responde a mi maldita pregunta! - tomó el jarrón que descansaba sobre la mesa, rompiéndolo contra ella y apuntándolo con la zona cortante.
- Jajaja, ¿y eso? la mujer de Sesshomaru amenazándome como una simple y vulgar persona de barrio.
- Si le hiciste algo a mi hermano, te mataré con mis propias manos...
Sus ojos rojos se dilataron al escuchar aquella frase.
- ¡No pienso dejar que te acerques a este bebé! - gritó, dirigiéndose hacia la salida de la casa.
- ¿Y que harás para oponerte? - sonrió burlonamente, desde su posición.
- Te mataré, con mis propias manos.
Una risa resonó por la habitación, mientras ella entrecerraba sus ojos.
- Hikari... ¿por quién me has tomado? De hecho... soy yo quién puede matarte sin más.
- Inténtalo - tomó uno de sus adornos de porcelana fina, lanzándoselo y golpeándolo directamente en el rostro.
Hikari... la primera mujer que se atrevió a desafiarme tanto física como emocionalmente... en aquel momento no pude ponerte un dedo encima por tu embarazo, pero ahora...
La imagen de Kagura se intercaló con el de la morena, provocando que perdiera el control. Sus ojos rojos se intensificaron, mientras sus manos se contraían y mostraba sus dientes.
¿Qué demonios está pasando?
Pensó ella al sentir aquella energía oscura atravesaba su pecho.
Él corrió en su dirección, recibiendo el golpe filoso de aquella arma que poseía la mujer, la cual le corto profundamente la mejilla, pero no lo detuvo.
- ¡Maldita perra! - gritó, con una voz carrasposa.
El sonido ambiente se convirtió en silencio, en el mismo momento en que el puño del hombre se estrelló en alguna parte de su cabeza. Cayó frente a la puerta de la cocina e inmediatamente trató de ponerse de pie.
No puedo ver nada...
El silencio fue reemplazado por un ligero zumbido, mientras un líquido viscoso y caliente comenzaba a rodar desde el costado de su cabeza. Su pecho volvió a chocar contra el suelo en el instante en el que el hombre lanzaba todo el peso de su cuerpo sobre el suyo.
- Pagarás muy grande tu descaro... maldita - sonrió, mientras desabotonaba su pantalón y golpeaba, nuevamente, la cabeza de ella contra el suelo.
No poseía fuerzas para seguir luchando, por lo que, por un segundo pensó en entregarse a su captor, sin embargo, el lejano sonido de la puerta abriéndose, provocó que girara su mirada.
Sesshomaru.
