- Maldita sea. - murmuró, dejando a Kagome en el asiento trasero. - Sesshomaru... ¡Sesshomaru! - movía su cuerpo, sin embargo, no respondía. - No...

- ¿Inuyasha? - pronunció, con miedo en su voz. - No me digas...

- ¡No...! No lo digas...

Su cuerpo está perdiendo demasiada sangre, ¿realmente él podría...?

- ¿Vas a quedarte parado toda la noche como idiota o vas a reaccionar?

- ¿Qué?

Sus orbes dorados se encontraron con los de su hermano.

- ¿Te asustaste?

- ¡Maldito imbécil! - gritó, apretando fuertemente los puños, al mismo tiempo en que rodeaba el auto.

- Sesshomaru. - suspiró, sonriendo, visiblemente aliviada.

- ¡¿Crees que este es el momento de jugar esa broma?! - se sentó, mirándolo con ira.

- ¿Y que quieres que haga? ¿Qué llore como lo harías tú?

- ¡¿Acaso ves una maldita lágrima en mi rostro?!

- Ya... dejen de pelear, no es el momento. - pronunció la morena, acomodándose en su asiento.

- Tienes que ser más rápido, Inuyasha. - su tono serio provocó que desviara su mirada. - Si esto fuera una emergencia real... no sabrías que hacer.

Y eso puede ser peligroso.

Antes de que él pudiese responder, la voz de Rin les llamó la atención, provocando que todos la observaran.

- ¡Señor Sesshomaru! - gritó, cubriendo su boca con ambas manos. - ¡¿Qué le sucedió?!

Sus ojos castaños se posaron sobre la sangre reseca que cubría la mitad derecha de su rostro, mientras la mano que descansaba sobre su abdomen estaba cubierta de sangre.

- Luego hablaremos de eso. - trató de sonar despreocupado. - Sube, debemos irnos de inmediato.

Obedeció, acomodándose al lado de Kagome y entregándole el collar, mientras ella sonreía a modo de agradecimiento.

- Sesshomaru. - pronunció la morena. - Kikyo está bien, ¿verdad? - un incómodo silencio se pronunció, mientras el menor apretaba ligeramente el volante y miraba de reojo a su hermano, el cuál había entrecerrado su mirada. - ¿Sesshomaru?

- ¿Señor Sesshomaru? - Rin también se pronunció.

- Diles. - intervino Inuyasha. - Tarde o temprano lo van a saber...

-¿Inuyasha?... ¡Hablen de una maldita vez! ¡¿Qué pasó con nuestra prima?!

- Magatsuhi se la llevó. - su voz se oyó como si hubiese dado la peor noticia de su vida.

- ¿Qué? - ambas respondieron en un susurro. - No... no puede ser... - Kagome continuó hablando, mientras Rin se limitó a llevar la mano a su pecho. - No puede tenerla él... ¡No puede estar en manos de ese maldito!

- Es por eso... que estamos yendo por ella. - como pudo giró su cabeza, mirándolas a ambas. - Kikyo estaba en el hospital, con Naraku, quien aparentemente despertó...

- No comprendo. - miró a su hermano. - ¿Qué te hace pensar que sabremos algo de Kikyo en el hospital?

- Tienes suerte de tenerme de tu lado. - sus orbes dorados se posaron en el camino. - De lo contrario, estarías perdido.

- De lo contrario, no estaríamos metidos en esto. - suspiró. - Pero, ya que lo estamos, tienes razón... no tengo tu cerebro.

Una pequeña e imperceptible sonrisa se formó en sus labios. Mientras, en el asiento trasero, Kagome seguía inmersa en sus pensamientos, con aquel terror que recorría su cuerpo.

¿Fue por eso que Hikari me dijo que la salvara? ¿Acaso ella sabía que Kikyo estaba en manos de Magatsuhi?

Miró el collar, recordando la frase que su tía le había pronunciado antes de despertar.

Tengo que verlo... tengo que hablar con Magatsuhi...

- ¿Kag? - sus ojos se encontraron con los de su prima, quién la observaba con una mezcla de emociones.

Por un lado, quería abrazarla fuertemente y llenarla de preguntas sobre de todo lo que había tenido que vivir y, por otro, sabía que la situación era demasiado delicada y, con toda probabilidad, su estado emocional estaba destruido, sólo que aún no había logrado canalizar todo lo sucedido.

- Tranquila. - sonrió, llevando su mano sobre la suya. - Pronto todo terminará.

Tiene que terminar.

Un par de minutos después llegaron al hospital, en donde el peliplata estacionó el auto y todos descendieron.

- Kagome... - se apresuró a tomarla en sus brazos, evitando que tuviese que apoyar su pie fracturado. - ¿Qué sucede? - notó sus ojos llenos de lágrimas.

- Apresurémonos, Inuyasha... por favor.

- Calma... todo saldrá bien, a fin de cuentas, estamos juntos.

Comenzó a ascender las escaleras del hospital, mientras su hermano permanecía detrás.

Maldición, es peor de lo que pensé.

- No debería moverse. - pronunció Rin, tomando su brazo y pasándolo por sobre su hombro, sirviéndole de apoyo para sostenerse.

- No deberías...

- No. - lo interrumpió. - No hable como si esto fuera un deber. - por primera vez, mostró una mirada segura ante él. - Quiero estar a su lado.

- Rin. - murmuró. - Te prometo... que cuando esto termine, retomaremos donde quedamos.

Ella sonrió, depositando un beso en su mejilla, mientras comenzaban a transitar los escalones en dirección de la puerta de entrada. Entraron a la guardia, en donde, para su fortuna, no había nadie.

- ¡Kagome! - gritó Eri, quien se encontraba en la parte de la recepción, al mismo tiempo en que se ponía de pie y rodeaba el escritorio. - ¡¿Qué te paso?!

- No es nada, Eri. - murmuró ella. - Sólo... busca un doctor de inmediato.

- Si... si, claro. - corrió en dirección a la sala en donde los enfermeros y doctores de guardia se reunían.

El peliplata volteó ante el ruido de la puerta abrirse y se encontró con su hermano, caminando con la ayuda de Rin.

Mierda... esto no se ve bien.

- Inuyasha, deja a Kagome con el doctor y acompáñame.

- Señor Sesshomaru... - murmuró. - Usted está muy herido.

- Ese no es el problema. - se soltó de su agarre, irguiéndose, mientras realizaba una pequeña mueca de dolor.

- Sesshomaru, de verdad no puedes moverte bien. - pronunció Kagome. - ¿Por qué no dejas que te revisen primero?

- ¿Quieres recuperar a Kikyo? - ella abrió ligeramente sus labios al no saber que responder. - Entonces es necesario que nos movamos con rapidez, de lo contario, no volverás a verla jamás.

- Sesshomaru... - gruñó.

Su comentario le molestaba, sin embargo, en el fondo sabía que tenía razón, ya no podían perder ni un segundo, o sería demasiado tarde.

- ¿Y Yura? - miró a su novio. - ¿Sabes algo de ella? - el silencio de él le dio la respuesta. - Tienes que encontrarla...

- Si... lo se... sólo espero que se encuentre con vida. - desvió su mirada.

Aunque, para esta altura, es muy probable que no lo esté.

- Tienes que encontrarla. - su tono de súplica lo sorprendió. - Ella... ella fue un gran apoyo cuando estábamos en sus manos... ella me salvó de Kirinmaru. - sus ojos se llenaron de lágrimas. - De no ser por ella...

- Kag. - suspiró. - Haré todo lo posible, lo prometo.

En ese momento, las puertas que conectaban con la parte trasera de la guardia se abrieron, dejando ver al doctor Jinenji, junto con Eri y otra enfermera.

- Kagome. - pronunció, visiblemente sorprendido. - ¿Qué pasó?

- Es una larga historia. - sonrió levemente. - Inuyasha, puedes bajarme.

- Pero, ¿segura?

- Si, puedo caminar.

La descendió, ayudándola a estabilizarse, mientras Eri se acercaba y tomaba su brazo, sirviéndole de apoyo.

- ¿Usted no se va a revisar, jovencito? - preguntó le doctor. - Esta cubierto de sangre.

- Yo soy el mejor está de los tres. - miró a su hermano. - ¿Sesshomaru?

- Ni lo sueñes. -entrecerró sus ojos. - Vámonos.

- Señor Sesshomaru, sus heridas parecen de gravedad...

- Luego me ocuparé de eso, Jinenji... - miró a su hermano. - Inuyasha.

- De acuerdo. - suspiró. - Rin, quédate con Kagome, enseguida regreso.

La castaña asintió y se adentro, junto a su prima y los demás, en la zona donde los pacientes eran atendidos. Los Taisho cruzaron la puerta que conectaba la guardia con la zona principal, dirigiéndose a los ascensores que estaban cerca de la gran entrada.

- ¿Tienes idea de lo que vas a hacer? - preguntó una vez que las puertas de metal se cerraron.

- Por supuesto que la tengo, ¿por quién me tomas?

- ¿Y tus heridas? A mi no me engañas, estas peor de lo que te muestras.

- Preocúpate cuando deje de respirar.

- Ese es el punto, idiota, si te mueres en el medio de todo esto, ¿Qué esperas que haga?

- Lo que hubiera hecho yo en tu lugar.

- Maldito seas.

Llegaron al segundo piso, en donde rápidamente se adentraron en la zona de internación, precisamente en la dirección de la habitación de Naraku, en donde Ginkotsu se encontraba en la puerta.

- Entra. - miró a su hermano, antes de que alguno pudiese si quiera pronunciar una palabra.

Sin cuestionar, ingresó a la habitación, mientras su hermano se mantenía en la puerta.

- Señor...

- ¿Hace cuanto están aquí? - giró su cabeza, en dirección en donde se encontraba aquel hombre, vestido con un traje negro y unas gafas.

- Llegaron hace media hora, señor.

- Toma tu arma. - pronunció sin más, antes de comenzar a caminar en su dirección.

Aquel hombre de cabello rojizo giró rápidamente, sin embargo, antes de que pudiese tomar el arma, el sonido del arma contraria recargándose y apuntando directo a su frente, lo dejó inmóvil.

- No estoy de humor para hablar, por lo que tienes diez segundos para hacerte a un lado o él te volará la cabeza. - extendió su mano. - El arma, ahora.

El cañón tocó la piel de su rostro, provocando que quitara la pistola de su funda y se la entregara al peliplata.

- Apártate.

El pelirrojo hizo caso, llevando las manos a su nuca, al mismo tiempo en que los tres ingresaban a la habitación en cuestión.

- Hm... - sonrió de inmediato. - ¿Por qué no me sorprende el verte aquí?

- No reconozco tu cara, por lo que asumo que eres uno de los hombres de Kirinmaru.

- Vaya, realmente estas en todos lados.

- ¿Dónde está?

- ¿Ni siquiera preguntarás por las heridas que me hizo tu hermano?

- Tal vez él decidió no matarte, pero yo no soy como él.

- ¡Ja! ¿Crees que no conozco el secreto de tu sangre...?

Nuevamente, el sonido del arma recargándose provocó que la sonrisa de Jakotsu se borrara al instante.

- ¿Quién dijo que ensuciaría mis manos?

Los ojos negros del joven se posaron sobre los de Ginkotsu, quién le apuntaba sin ninguna expresión en su rostro.

- Comprendo... actuarás como un cobarde aún estando tan lastimado como yo.

- ¿Realmente piensas que caeré en tu manipulación barata? - miró a Ginkotsu, quién efectuó un disparo en la cama, perforando el colchón.

- ¡Maldito enfermo!

- Habla... o la siguiente irá a tu cabeza.

- ¿Qué mierda es lo que quieres? - preguntó entre dientes.

- ¿Dónde están tu jefe y su despreciable hermano?

Jakotsu sonrió maliciosamente.

- Si sus planes salieron como querían... están camino a un país extranjero en este momento.

- Hm. - sonrió. - Al parecer, tu vida ni siquiera importa para Kirinmaru, después de todo, ni siquiera le importa el dejarte atrás.

- ¿Quieres saber donde están o seguirás perdiendo el tiempo?

Él entrecerró sus ojos, al mismo tiempo en que Jakotsu le proporcionaba la dirección del lugar.

- ¿Y la otra mujer?

- No se de que me hablas.

- Se que llevaste a Kagome junto con el imbécil de tu jefe, ahora dime, ¿A dónde se llevaron a la otra mujer?

- Te dije... que no se de que me hablas.

- Ustedes siempre escuchan todo... ya te dije, que no me tomes por imbécil.

- Es tu decisión si no me crees.

- Ginkotsu.

- De acuerdo. - suspiró al ver el pulgar del hombre realizar aquel imperceptible movimiento. Fueron al bosque Hakurei.

- Ya veo, con que va a matarla.

- ¿Esperabas menos?

- No creas que te quedarás como un ciudadano más. - volteó, acercándose a la puerta.

- Yo que tú, me revisaría esas heridas...

Sin responder, salió de la habitación en compañía de su empleado, dirigiéndose nuevamente a la habitación de Naraku, en donde ingresó sin más. Inmediatamente, su hermano, quién se encontraba sentado, observando al moreno, se puso de pie.

- ¿A dónde te fuiste?

- No interesa ahora, ¿Cómo se encuentra? - miró a su ex cuñado.

- No se ha despertado. - posó sus ojos en él. - No se por cuanto tiempo estará así.

- ¿Iras en busca de Yura?

- ¿Qué? ¿Dónde se encuentra?

- El bosque Hakurei.

- ¡Eso se encuentra a las afuera de la ciudad!

Maldición... si no salgo de inmediato... no se si pueda alcanzarla.

- ¿Te irás ahora?

- Yo... no puedo dejar a Kagome así... - tomó el móvil, marcando un número.

- ¿Qué harás?

No respondió. Volteó y se dirigió a la puerta, mientras el tono de llamado le daba paso a la voz que esperaba escuchar.

- ¿Inuyasha?

- Necesito de tu ayuda... ahora.


- ¡HERMANA! - gritó, chocando estrepitosamente contra un árbol.

- ¡Abi! - gritó, deteniéndose y volteando.

¡Maldición, no puedo ver nada!

Apretó sus dientes, al mismo tiempo en que trataba de liberar sus manos, las cuáles estaban unidas en su espalda.

- ¡Abi! - repitió, sin embargo, ella no respondió. - ¡Abi, maldita sea!... ¿Abi?... ¡ABI! - lo único que lograba divisar en el medio del silencio, era su propia respiración, la cuál la desesperaba aún más.

¿Y si ellos están tras nosotras? ¿Cuánto tiempo les tomará encontrarnos?

- Abi... - murmuró.

¿Qué le sucedió? ¿Y si...?

- No. - meneó la cabeza. - Sólo... sólo chocó un árbol o se golpeó la cabeza... maldita sea, ¡Abi! ¡Responde, mierda!

Cayó arrodillada en el mismo momento en que su mente colapsaba poco a poco, insultándose internamente, mientras el momento en el que había aceptado ese maldito trato con Bankotsu, fluctuaba en su psiquis como una condena de muerte segura.

Inicio del flashback.

- ¿Y en que me beneficiaria todo esto? - preguntó, sentándose en la cama.

- Te pagaré todas las semanas, hermosa. - su tono seductor la hizo sonreír. - Además, volverías a ver a Inuyasha, ¿no es lo que deseas?

- Inuyasha me detesta, si sabes eso, ¿verdad?

- Puedo idear un plan para que vuelva a acercarse a ti, sólo confía en mi... tendrás dinero y a tu ex de vuelta, ¿Cómo crees que eso no te beneficiaria?

Fin del flashback.

Comenzó a reír fuertemente, meneando la cabeza mientras nuevas lágrimas recorrían sus mejillas.

- Maldita idiota... ¿Cómo pudiste creen en él?

¿Cómo pudiste hacer algo así?

Se irguió al escuchar pisadas acercándose lentamente.

No... no no no, no por favor, no de nuevo.

- ¿Yura?

Quedó petrificada ante el tono de aquella voz y la figura que se acercaba sosteniendo una linterna.

¿Koga?


- Kagome, es fundamental que no hagas mucho esfuerzo... tu pie se ve visiblemente afectado, además, insisto en que deberíamos realizar una placa...

- Jinenji, lo siento. - sonrió. - Volveré mañana a que me hagan todos los estudios pertinentes, pero ahora no puedo quedarme, lo siento.

- Si sabes que te dejaré ir sólo porque tú trabajas aquí y comprendes los riesgos, ¿verdad?

- Y no sabes cuánto te agradezco eso, pero, por favor, ya déjame salir.

Suspiró, abriendo las puertas, mientras ella salía, apoyada en una especie de muletas.

- Kag... - su prima se acercó. - ¿Cómo te sientes?

- Mejor. - sonrió levemente. - Me duele el rostro pero, al parecer, se ve un poco mejor.

En ese momento, los Taisho ingresaron nuevamente.

- Inuyasha.

- Kagome. - se acercó, posicionándose a su lado. - ¿Estas bien?

- Jovencito, al parecer, usted también esta herido. - señaló su abdomen. - Pero sus heridas han sido curadas.

- Es una larga historia...

- ¿Qué hay de usted, joven Sesshomaru? Se ve peor que ellos.

- Volveré cuando este a punto de dar mi último aliento, Jinenji, gracias por preocuparte. - miró a su hermano. - Inuyasha, debemos irnos.

- Si... Kag, tú quédate con Rin, vayan a tu casa, los hombres de Sesshomaru las vigilarán y nosotros...

- Yo iré y no pienso discutirlo.

- Kagome...

- Inuyasha. - una expresión de súplica se formó en su rostro. - Tengo que ir... es necesario que lo haga, por favor, confía en mi.

- Demonios. - suspiró, desviando su mirada. - De acuerdo, pero... no te apartes de mi lado, ¿comprendes?

- Si. - sonrió.

- Rin, tú puedes ir con tu familia, regresaré por ti cuando todo esto haya terminado.

- Kikyo también es mi prima, señor Sesshomaru... no quiero dejarlas sin más.

- Supongo que no podré hacerte cambiar de opinión, ¿verdad? - ella meneó la cabeza. - Bien.

Todos salieron del hospital en dirección del auto del peliplata, en donde el menor nuevamente volvió a tomar el volante y aceleró hacia la dirección señalada por Jakotsu.


- Koga... ¿Tú...?

- Será mejor que no preguntes. - sus pasos se oían cada vez más cerca.

Pasó por su lado y liberó sus manos, segundos después, el cuerpo de la otra mujer fue alcanzado por la pequeña luz de aquel artefacto.

- ¡Abi! - corrió en dirección a su hermana, quién se encontraba inconsciente a unos metros. - Dios... todavía esta viva. - suspiró, acariciando su mejilla.

- Tuviste mucha suerte, Yura. - pronunció el moreno. - No sólo de que Inuyasha me llamara si no de que el auto de mi hermano aún estaba al lado de la carretera.

Bankotsu.

En su mente se reprodujo el sonido de aquel disparo y, posteriormente, la figura del moreno boca abajo, rodeado de un charco de sangre.

- Koga... Bankotsu... - sus ojos rosados se encontraron con los celestes de él. - Él... él...

- ¿Esta muerto?

Su respiración se detuvo al escuchar aquellas palabras y enmudeció, por lo que sólo pudo realizad un movimiento afirmativo con su cabeza.

- Ese idiota. - a pesar del tono de su voz, un destello de tristeza prevalecía en su mirada. - Si sólo... si sólo hubiese sido más inteligente... si sólo hubiese sido buena persona...

- Yo... lo siento mucho...

- Tú no lo mataste, eso es obvio.

- Pero... no debí aceptar...

- ¿Crees que eso hubiese cambiado su destino, Yura? Tus disculpas no tienen que ser conmigo y lo sabes.

Inuyasha.

- Tú... ¿dijiste que Inuyasha te había llamado?

Inicio del flashback.

Se encontraba observando la sala de la lujosa mansión, mientras los oficiales seguían acumulando objetos personales, algunos ilegales y otros que serían sometidos a diversas pruebas. En ese momento, su celular comenzó a sonar.

¿Qué?

Deslizó su dedo por la pantalla, llevándolo a su oído.

- ¿Inuyasha?

- Necesito que me hagas un favor... ahora.

Para que este idiota me este llamando es porque algo muy malo sucedió.

- ¿Dónde está Kagome?

- Esta conmigo, ese no es el problema.

- ¿Entonces?

- Necesito que vayas por Yura al parque Hakurei... antes de que puedan asesinarla, por favor.

Fin del flashback.

- Al parecer, ese idiota pudo averiguar en donde estabas.

Antes de que ella pudiese responder, la voz de otro hombre se hizo presente, provocando que sus puños se apretaran.

- ¿Se encuentran bien?

- Son ellas, oficial. - miró a la mujer inconsciente. - Al parecer ella tuvo un accidente.

- De acuerdo, jovencita. - miró a Yura. - ¿Puedes caminar por tus propios medios?

- Si... bueno, eso creo.

- Usted, tome a la jovencita y síganos... hemos encontrado un cuerpo más adelante.

- Es hermano, señor... Bankotsu, el hombre que las secuestró.

En cada palabra, el dolor parecía acrecentarse, pues, a fin de cuentas, jamás imaginó este destino para su hermano mayor, al menos no cuando eran niños.

- Pues, lamento esto. - volteó. - Por favor, síganme.

- Toma. - le extendió la linterna a Yura y se acercó a Abi.

Rápidamente le quitó la venda de los ojos y desató sus manos, provocando que sus brazos cayeran a los costados al elevarla del suelo.

- Yo iré al frente. - pronunció la morena, mientras comenzaba a caminar.

Estoy viva... Estamos vivas...


- ¿Estas seguro que estamos en la dirección correcta?

- Tú sólo maneja.

- ¿Qué crees, Sesshomaru? - peguntó Kagome desde el asiento trasero.

- Pienso que se irán como unos cobardes. - pronunció seriamente, mirando por la ventana. - Kirinmaru no tiene nada que perder, pero ese no es el caso de Magatsuhi.

- Pero... nosotras ya sabemos la verdad... - intervino Rin. - ¿Quiere escapar de eso?

- Sólo quiere ganar tiempo. - las miró por sobre su hombro. - Si logra marcharse, podrá armar una estrategia para evadir todo lo que puede suceder.

Kikyo... por favor, resiste... sólo... resiste.

Pensó la morena, mientras apretaba sutilmente el collar.

Mientras tanto, la joven y su padre se encontraban caminando hacia el avión.

- Señor. - uno de los técnicos se acercó. - Estaremos listos en un momento, sólo estamos ultimando detalles.

- Perfecto. - su sonrisa emergió, mientras su cabello se bamboleaba al compas de la brisa nocturna. - ¿Podemos ir subiendo?

- Bueno... - volteó, observando la poderosa estructura metálica. - Supongo que no hay problema.

- Princesa, ¿quieres adelantarte? - miró a su hija, quién se mantenía con sus brazos cruzados y una seria expresión en su rostro. - ¿Kikyo?

- Púdrete...

La ronca risa de su padre resonó en el lugar, al mismo tiempo en que pasaba por su lado, deteniéndose a sus espaldas. Su cuerpo se tensó al sentir aquel frio elemento sobre su nuca nuevamente.

- Sube, ahora.