Borrachera sentimental
Capítulo 6
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El pecho le quemó en cuanto tuvo un atisbo de la voz de Izuku.
Katsuki hundió el rostro en las manos. El pesar se vertía sobre él, el calor consumiendo la escasa tolerancia que le quedaba. Mierda. No es como si siempre fuera tolerante respecto a sincerarse. O a pendejadas del amor y los sentimentalismos baratos que conocía de previas conversaciones de sus amigos.
Tenía que estar tranquilo. Serenarse.
Había tomado whisky; era suficiente para que su orgullo no se interpusiera.
Y cuando sintió unas manos colocarse en sus hombros, la voz de Izuku se adentró por sus oídos como un lento y sonámbulo presagio. «Vámonos, Kacchan» Susurró. Se sintió imbécil por haberse ruborizado.
Sus manos se presionaron contra sus mejillas, el frío y el calor exuberante de ellas, penetraban su piel.
—Kacchan —Insistió Izuku. —Déjame llevarte a casa.
Luego oyó a Kirishima decirle que él no había consumido la gran cosa, que debía tranquilizarse y no cuestionar a Katsuki. Esto hizo que Izuku se dirigiera a él, tras soltar a Katsuki de su agarre.
—¿A qué te refieres? —Interrogó.
Katsuki exhaló, relajándose de su tacto.
Kirishima se carcajeó de nervios.
—Es que… bueno. Es que cuando Bakugo empieza a tomar, no puede detenerse. Se puede poner un poco callado.
—¿No es lo opuesto? —Presionó Izuku.
—¿Qué quieres decir?
—Kacchan es… —Izuku se pausó como si no quisiera profundizar en el tema. —Es más sincero, ¿O acaso no es así con ustedes?
—Eh —Kirishima se rió más nervioso. —Sí. Supongo. Habla de lo que quiere, eh quizás depende del momento.
—¿Lo supones?
Izuku ensombreció su voz.
Katsuki lo percibía distante, y no era una experiencia mala, o algo de esa índole.
—Estás haciendo muchas preguntas, Midoriya.
—Es sólo que… —Izuku colocó sus manos en los hombros de Katsuki, quien al advertirlo, se sintió temblar. —Parece que me quieres decir algo.
—Ah, no. Es Bakugo. Él te quiere decir algo.
Antes de que Katsuki replicara ante esa llamada de su amigo, Izuku dijo:
—Si es así, que Kacchan me lo diga. Y lo siento si me vi un poco cauteloso, no quiero dar la impresión de que Kacchan no me preocupa. Al contrario, es mi novio y quiero estar ahí para él.
Katsuki puso los ojos en blanco. Semejante idiota de novio terminó escogiendo. Sólo podía pensar en que se abriera un agujero en la tierra que lo tragara y así no tendría que estar escuchando las pendejadas de los demás.
—No digo que no, bro —Dijo Kirishima, un poco más tranquilo.—No me quiero entrometer en sus asuntos. Perdona si fui imprudente —Para después suspirar—, Bakugo me preocupa. Es mi amigo.
—Sí, lo entiendo.
Katsuki hundió la cabeza por abajo de sus hombros, advirtiéndose gruñir frente a la turbación que le causaba esa conversación. Le urgía que terminara.
Con la pesadez, calándole el cerebro, se levantó de la silla. Era molesto saberse observado por Izuku, quien al instante, acudió a poner un brazo alrededor de su cintura, y murmurar «vámonos, Kacchan. Yo pago la cuenta».
—¿Qué? —Espetó Kirishima, asombrado. —No, Midoriya. No es necesario.
—Insisto —Afirmó Izuku.—Tengo la impresión de que Kacchan está enojado conmigo o algo así y… está borracho.
—¡No estoy borracho, pendejo! —Exclamó Katsuki, sacudiéndose en el agarre de Izuku.
La irritación y la incomodidad pisoteaban su cabeza. No obstante, sintió la mano de Izuku abrirse un poco y aferrarse más firme por su cintura. De no ser por que estuviera tan enojado, estaría echo un caos de alegría.
Estaba probando el amargo sabor de la decepción.
La nuca le ardía como una jeringa incrustarse en los huesos. Podía jurar que Izuku lo quería asesinar, al ponerlo en esa posición. Las piernas arriba del reposabrazos, la cabeza colgando del otro extremo del reposabrazos y los brazos pegados a los costados. Izuku lo trajo a su casa, claro, nunca lo había traído a la suya. Lo oyó a la distancia, abrir las puertas de su alacena, musitar algo y cerrarlas.
Katsuki suspiró, fastidiado. Parpadeó con pereza, reparando el hecho de que se estaba somnoliento y si no hacía algo al respecto con su cuerpo, quedaría dormido.
De repente, Izuku se posicionó frente a él. Le preguntó dónde había dejado el remedio para la resaca de la vez pasada, que Katsuki se rehusó a contestar, por lo que Izuku murmuró «no te preocupes, te compraré otro» luego hizo una breve pausa, después de rozar sus dedos en su brazo con un gesto tranquilo y cálido «¿Te sientes bien? Puedo traerte algo de beber, o comer. Kirishima dijo que casi no comiste».
—A la mierda Kirishima —Escupió Katsuki. —Llévame a mi cama, la cabeza me está matando con este maldito sofá.
—Lo tú que quieras, Kacchan —Murmuró Izuku con cariño.
Katsuki se percibió ruborizar; subió sus brazos a cubrir su cara. ¿Cuántas veces lo había hecho hasta ahora? Le resultaba una tontería que prefería evadir la estúpida idea de ser quien tomara la iniciativa de aquella conversación, misma que temía con toda la cordura que le sobraba.
¿Por qué carajos tenía que ser él? ¿Por qué Izuku tardaba tanto en leer su ánimo?
No paraba de sentirse palidecer, con las manos de Izuku sobre su cuerpo, sosteniéndolo. Parecía un acto no ensayado, por la manera tan genuina en que lo cargaba, como cerciorándose de si lo estaba haciendo bien o incomodando a Katsuki.
Enseguida, Izuku pasó su mano por la prominencia de su brazo, dándole leves caricias.
—¿Qué puedo darte para que te sientas mejor, Kacchan?
«Irte a la chingada» pensó Katsuki, molesto. «Y dejar de chingar con las mismas pendejadas cursis, nerd»
—Quizás no es el momento adecuado para hablar, pero quiero que sepas que estoy dispuesto a escucharte cuando me necesites. Aquí estoy.
Katsuki tenía con las extremidades laxas, la cabeza echa un embrollo, el pecho revoloteando como una cruel armonía y un cosquilleo que emergió de su parte inferior.
—Deku —Habló Katsuki con la voz ronca, debido a la presión emocional.
—¿Sí? ¿Qué pasa, Kacchan?
Izuku tomó su mano con gentileza, gesto que Katsuki rechazó con una sacudida.
—Quiero que seas malditamente honesto con esto, ¿Entendiste, cabrón?
Izuku asintió.
Este era su momento. Debía soltar la bomba. Aventarla en la cara de Izuku y olvidarse de esta relación. Quizás así se desharía de esos inútiles sentimientos que lo volvían un desastre.
Se consolaba con que él podía con esto, que él podía con la carga que implicaba desnudarse delante de alguien. La vulnerabilidad y la ausencia de orgullo, las partes esenciales que formaban su personalidad eran un estorbo para solucionar y enmendar. Unir. Desunir. Y esto, era, en consecuencia, desunir.
Así que con un estrago de valentía, tragó saliva y miró a Izuku a los ojos. En ese instante, flaqueó. No obstante, mantuvo su determinación en pie.
—¿Sigues hablando con ese imbécil? —Preguntó Katsuki, la garganta seca, el corazón latiendo rápidamente.
Izuku alzó una ceja, interrogante.
—¿Quién?
—Sabes a qué imbécil me refiero, idiota.
—Kacchan… —Izuku hizo una mueca, confundido. Ladeó la cabeza, como reflexionando.
—El imbécil que parece hijo de Aizawa, cabrón.
«¡Tu pinche ex!» gritaba en su mente.
Entonces, en ese momento, pareció que la mente de Izuku conectó con algo porque abrió mucho los ojos y se mostró sorprendido.
—Eh, sí, Kacchan —Contestó Izuku, con un deje de incomodidad habitando en su voz.—Pero, ¡No es lo que crees! Nos hemos encontrado un poco desde mi regreso. ¿Por qué?
Katsuki apretó los puños.
—No lo has olvidado, ¿verdad?
—¡Qué! Kacchan, ¿Por qué crees eso? ¿Qué te dio esa idea?
—¡Deja de dar vueltas y responde! ¡Idiota!
—No, Kacchan —Replicó Izuku, con cierto grado de alarma.—No haría algo como eso. No siento eso por él. Es un amigo, lo juro. Sólo te tengo a ti.
—Dudaste —Señaló Katsuki. —Evadiste la pinche pregunta al principio. Significa que todavía quieres a ese cabrón.
—¡No, Kacchan! ¿De dónde sacaste eso? Te aseguro que no es así. Ya no sentimos nada.
Katsuki bajó la cabeza, tapando su expresión con los mechones de su cabello. Se convenció de que estaba manejando bien la situación; él llevaba el control.
—Los vi —Confesó Katsuki, con todo su coraje.—Los vi el otro día platicando como un par de pendejos tortolitos en plena luz del día. ¡Le estabas sonriendo a ese imbécil! Nunca me había sentido tan estúpido… Esta relación no es más que un acto de caridad para ti.
—¿Qué dices, Kacchan? —Izuku parecía preocupado; intentó tomar su mano varias veces, pero Katsuki se negó en todas las ocasiones. —Sabes que no haría algo como eso. Me gustas, realmente me gustas. ¿Por qué me fijaría en alguien más si te tengo a ti?
—Me correspondiste porque sentiste lástima —Sentenció Katsuki, amargo.—Es eso. Deja de irte por las ramas, Deku. ¡Tú no me quieres! Nos hemos conocido por años y apenas te gusto. Es una pendejada, Deku. Lo sabes.
—Kacchan… no digas eso. Por favor.
Los ojos entristecidos de Izuku gritaban lo contrario, mas Katsuki no estaba dispuesto a ceder. Tenía que ser una mentira, un acto.
—No es así, Kacchan. Déjame explicarte. Hay un motivo. Pero te juro que ¡No me gusta Shinsou! Eso se terminó, Kacchan.
—¡Vete a la mierda, Deku! ¡Eres un maldito infiel!
—Por favor —Suplicó Izuku, la voz empañada de melancolía. —Por favor, tienes que creerme, Kacchan. No te engañé. Jamás lo haría. Me gustas tanto…
Katsuki frunció el ceño. ¿Por qué le parecía que Izuku estaba hablando con la verdad? Sus gestos, su voz, sus ojos llorosos, indicaban que Izuku se entregaba a él en cuerpo y alma, pese a que según sus evidencias mentales, no era de ese modo.
Tal vez sólo se sentía inseguro, tal vez quería una demostración más significativa de lo que Katsuki significaba para Izuku. Un algo que constatara que lo quería, pero le costaba creerle.
¿Desde cuándo se había vuelto tan cobarde? Era casi imposible aceptar las palabras de Izuku. No se detenía en pensar si Izuku lo decía por decir, o si quería aclararlo todo de una buena vez.
—Realmente me gustas —Repitió Izuku, encomiando cada palabra, cada letra.
Entonces, recordó la vez en que se enteró que Izuku y Shinsou eran pareja. Por allá de segundo año, pocos meses después de la guerra, se había dirigido hacia el elevador rumbo a su habitación; en ese momento en que estuvo por picar el botón, Jirou le llamó con la intención de informarle acerca de que un grupo de música que habían escuchado en primer año cuando practicaban para el festival cultural, recién acababa de lanzar un álbum. No se le ocurrió que en cuanto girara la cabeza, contrario al ascensor, que en ese segundo se abrió, Kaminari, Sero, Mina y Kirishima exclamaron por detrás de Jirou, lo inevitable «¡Midoriya y Shinsou se están besando!» Con eso llegó la oleada de risas, chistes, preguntas y felicitaciones. Katsuki metió las manos a los bolsillos, y no se atrevió a siquiera mirar hacia atrás.
No olvidaría lo miserable que se sintió; lo patético e indigno que se percibió como el idiota que se había enamorado de su amigo de la infancia. No podía aceptarlo, mas resultaba una tortura evitarlo.
Teniendo a Izuku en frente, rogando por que le creyera le avivó un recuerdo que, para él, era sumamente doloroso.
—Estás confundido, Deku —Aseguró Katsuki, con voz apagada.
Esto pareció molestar a Izuku, porque respondió:
—¡No estoy confundido! ¡En ningún momento te mentí, Kacchan!
—Lo estás. Sé que no te fijarías en… —Se detuvo en seco, casi meditando sus palabras. Había hablado de más. —Sé que eres un pendejo denso, pero no tardarías tanto en darte cuenta de lo que sientes.
—Kacchan —Izuku dijo, tratando de calmarse, pese a que la acuosidad de sus ojos y sus temblores corporales decían lo contrario.—Tienes que creerme, por favor, no te engañaría. No pensé, no pienso y no pensaré en hacerlo. Y si quieres sabes la verdad, te la diré. El que me gustes no es reciente, Kacchan.
—¿Hah? —Esta vez fue el turno de Katsuki de sorprenderse.
Para esos instantes, la cara llorosa de Izuku estaba roja.
¿De qué estaba hablando? ¿Que no era reciente?
Katsuki necesitaba saberlo.
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NOTA: Van a aclarar las cosas estos dos.
Espero que les guste el capítulo.
