30 de agosto al 5 de setiembre
Durante la última semana, Elizabeth tuvo varias ocasiones de explorar los bellos jardines y senderos de Pemberley. En cuatro ocasiones, se encontró con el Sr. Darcy, y la acompañó en el recorrido. De hecho, le mostró sus lugares favoritos, entre ellos un hermoso invernadero con varias plantas exóticas.
Darcy le contó que dicho invernadero, lo había mandado construir su abuelo para su abuela, dado que ella era de constitución delicada y le gustaban mucho las flores. También le contó que el matrimonio de sus abuelos había sido un matrimonio arreglado, pero que habían sido muy felices. También conversaron sobre los padres de Darcy; Elizabeth dedujo que también fue un matrimonio arreglado, como la mayoría de los de la alta sociedad, pero no fue precisamente un matrimonio feliz.
A medida que pasaban los días, la relación entre Elizabeth y Darcy iba mejorado cada vez más, y a Elizabeth le costaba cada día más recordar que meses atrás había tenido sentimientos hostiles por él. Reconocía que disfrutaba mucho de su compañía, ya que era uno de los caballeros más inteligentes y enigmático que conocía, y aunque no era precisamente locuaz, todo lo que decía era interesante. Sumado a ello, era muy amable con ella, con sus tíos y en general con todos los que vivían en Pemberley.
Notaba que era respetuoso con sus sirvientes, jamás abusaba de su poder, y era conocido en la zona por ser un hombre justo y considerado con sus inquilinos, los comerciantes y además con los más necesitados.
Era consciente que, en los últimos días, no había pensado ni una sola vez en el Coronel Weston, y cada vez más pensaba en el Sr. Darcy. Pero, también era consciente que, en muy pocos días, su tío iba a estar en condiciones de regresar a Londres, y era muy probable que nunca más viera al Sr. Darcy.
Además, Elizabeth disfrutaba de la compañía de Georgiana. Las jóvenes se llamaban por su nombre, y todos los días practicaban duetos y conversaban sobre diversos temas. Hasta ese entonces, Georgiana nunca había tenida una amiga de su misma edad – excepto Caroline Bingley - y estaba cada día más encantada con Elizabeth.
Pero todo cambio esa fatídica mañana. Elizabeth estaba desayunando con los Darcy y la Sra. Gardiner, cuando la Sra. Reynolds le entregó un expreso que acababa de llegar para ella.
Con cierta preocupación vio que era una carta de Jane. Elizabeth le había escrito a su hermana el mismo día que había recuperado el sentido, para avisarle que estaba mejor, aunque debía hacer reposo por unos días. En dicha carta le preguntaba por Lydia, y también le aseguraba que en cuanto su tío estuviera en condiciones de viajar, iban a regresar a Londres.
Elizabeth enseguida se excusó, y fue a la biblioteca con la Sra. Gardiner a leer la carta. Al leerla, primero su rostro se iluminó y después rompió a llorar desconsoladamente.
2 de setiembre 1812
Querida Lizzy,
Acabo de recibir tu carta. Me alegro tanto que te estés recuperando, estábamos tan preocupados por ti. Nuestra madre está aún muy nerviosa por tu salud, pero espero poder convencerla que vas a recuperarte por completo.
Tengo buenas noticias para contarte: nuestro padre encontró a Lydia y a Wickham, y se han casado. Estoy convencida que Wickham está enamorado de Lydia, y por ello, se casó con ella. Espero que sean felices.
Soy portadora de muy malas noticias: nuestro padre volvió recién de Londres y tuvo un ataque al corazón. Lamentablemente, murió. Nuestra madre está en un ataque de nervios y no sé qué hacer. Estoy desesperada.
Por favor, vuelvan lo antes posible a Longbourn.
Con cariño,
Jane Bennet.
