Notas: Capítulo liviano - Comienza el drama en el próximo capítulo.
Fines de febrero - abril 1813
Era la primera vez en su vida que Kitty se sentía feliz, querida y especial. Enseguida que su madre y hermanas se fueron a Ramsgate se mudó a la casa de los Phillips.
Unos pocos días después, su tío Phillips vendió la casa y su negocio de Meryton, y con ese dinero compró una pequeña propiedad en Bath ya que, comenzando a sufrir de reuma, y las aguas eran beneficiosas para aliviar sus dolencias.
Además, su tío Phillips decidió dejar de trabajar, ya que tenía ahorradas unas 15000 libras - incluyendo las 5000 libras que su esposa había contribuido al matrimonio. El dinero estaba invertido al 4%, y por ende recibía anualmente unas 600 libras.
Los Phillips, en especial su tía, le dedicaba muchísima atención, y la trataban como si fuera su hija. Kitty era consciente que su madre quería a Lydia y a Jane mucho más que a ella, y su padre solo quería a Lizzy. Sumado a ello, su padre solía decirle que era una de las jóvenes más tontas del Reino, y su madre le recordaba que no era tan hermosa como Jane, ni tan simpática como Lydia.
Al principio, Kitty estaba abrumada. Bath era mucho más grande que Meryton, y la sociedad era mucho más variada y refinada que la que estaba acostumbrada. Sumado a ello había muchas más opciones de entretenimiento.
En la casa de al lado donde ahora vivían, vivía el Sr. Hanks, que era juez, con sus dos hijos: un varón y una mujer. La Srta. Isabella Hanks tenía la misma edad de Kitty; era una joven tímida y muy dulce. Tocaba muy bien el piano, hablaba francés e italiano y era muy instruida.
Su hermano, Robert Hanks, estaba en el último año de universidad estudiando leyes, ya que deseaba seguir los pasos de su padre.
A los pocos días de conocerse, Kitty e Isabella entablaron una bonita amistad, que duraría toda su vida. Kitty admiraba a Isabella, y deseaba parecerse a ella. Por otro lado, Isabella estaba encantada con Kitty, ya que era la primera vez que tenía una amiga. Se había criado sin madre, ya que había muerto poco después que ella nació, y los únicos primos que tenía eran mayores que ella y no le prestaban atención. Su padre era un hombre muy serio y estricto, y desde que era pequeña tenía una rutina muy estricta de estudio. Cuando cumplió 14 años, su padre la envió a un colegio exclusivo en Londres. Como era simplemente la hija de un juez y su dote era solo 7000 libras, las hijas de los caballeros adinerados y de los nobles, la trataban con indiferencia.
Una semana después de conocerse, Kitty fue a visitar a Isabella, pero por error llegó media hora antes que terminara su lección de piano. Kitty quedó muy sorprendida al escuchar a Isabella; tocaba mucho mejor que cualquiera de sus hermanas, y además su rostro reflejaba que disfrutaba tocando el piano.
Al terminar la performance, Kitty aplaudió en forma entusiasta, "¡Bravo! Nunca escuche a alguien tocar el piano tan bien."
Isabella se sonrojo ligeramente. No estaba acostumbrada a recibir halagos. "Gracias. Me gusta mucho tocar el piano. Además, a mi padre le gusta mucho la música y me pide casi todas las noches que toque para él." Hizo una pausa y con curiosidad le preguntó, "¿A ti también te gusta tocar?"
Kitty suspiró y con franqueza respondió, "Prácticamente no sé tocar el piano. Una de mis hermanas mayores, Elizabeth, me empezó a enseñar hace unos años. Aprendí a tocar unas piezas muy simples, pero como mi madre se quejaba cada vez que practicaba ya que decía que tocaba muy mal y el ruido del piano le producía dolor de cabeza, decidí no seguir practicando."
Por unos instantes, Isabella no supo que decir. Su padre siempre decía que era muy importante practicar para mejorar, y la alentaba a que lo hiciera. Con precaución le preguntó, "¿te gustaría seguir aprendiendo?"
Kitty vaciló y con franqueza respondió. "Si, me gustaría. Pero no hay piano en la casa de mis tíos."
Isabella sonrió, "Si quieres puedes usar el piano de mi casa e incluso puedo ayudarte con las lecciones."
Kitty sonrió y asintió. A partir de ese día, Kitty comenzó a ir tres veces por semana a casa de Isabella a practicar. Isabella estaba encantada con toda la atención que Kitty le prestaba, y se divertía enseñándole. Además, las dos amigas conversaban de varios temas, salían a pasear por la calle principal de Bath, e incluso los Phillips y Kitty la habían invitado a que fuera con ellos a un baile.
Unas semanas después, cuando Kitty cumplió 18 años, el tío Phillips le regaló un piano.
