Los principales personajes quedan a Stephanie Meyer la historia es mía totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización
Capítulo 40.
Emmett McCarthy.
¿Quién podría afirmar que una eternidad de dicha puede compensar un instante de dolor humano? Albert Camus.
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—¿Quién es Claire?
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—Rosalie
Rosalie rápidamente se apresuró a caminar lejos de Emmett, quien la alcanzó y tomó su brazo izquierdo deteniéndola. Después de que ella le preguntara él la había llevado a casa en silencio sin decir una palabra de su pasado, escondiéndose en un caparazón que a Rosalie le resultó imposible de atravesar. En el camino ella había intentado hablarle, pero Emmett había fingido no escucharla.
—Escúchame por favor —le pidió Emmett. Era la primera vez en demasiado tiempo en el que un "por favor" escapaba en forma de ruego de su boca. Y le supo tan amargo como lo que estaba a punto de decir.
Rosalie lo miró con la decepción marcada en el rostro y lágrimas queriendo escapar de sus hermoso ojos y él quiso poder ser capaz de dejarla. De alejarse. De no hacerle el daño que le estaba haciendo pero era egoísta y en su infierno personal él la amaba. Aunque aceptarlo le había costado más que su dignidad, su hombría y enfrentarse a los fantasmas de su pasado que aún señalaban sus faltas.
Estaba jodido, perdido y locamente enamorado de esa pequeña y simple chiquilla quien ni siquiera se imaginaba la intensidad de lo que su amor significaba. ¿Cómo podría saberlo cuando él era un pendejo con ella? ¿Cómo podría ella creer siquiera que él la amaba como lo hacía cuando la estaba lastimando tanto? A cada maldito segundo él lo hacía. Le aterraba dejarla entrar. Dejarla ver su oscuridad.
—No es lo que piensas —que mentiroso se escuchó diciendo algo que sabía ella le iba a regresar. Ella le sonrió, no de la forma sensual en que siempre lo hacía. Su sonrisa estaba llena de sarcasmo, esa sonrisa vacía que se da cuando sabemos que nos están mintiendo y eso nos lastima, pero fingimos que no lo hace. Y qué buena era fingiendo. Porque esa sonrisa le hizo más daño que el dolor que había tenido que sufrir en el pasado. Esa sonrisa le enfrió y le congeló el corazón.
—¿Vas a responder mi pregunta? Dime Emmett, ¿Cuánto tiempo más crees que voy a soportarlo? ¿Era eso lo que querías escuchar? Charlotte te conoce bien y yo solo soy una tonta que nada sabe de tu pasado. Solo te pregunté una cosa y te niegas a responder. ¿Quién es Claire? Dime. ¿Quién es esa mujer? ¿Voy a tener que enfrentarme con ella como lo hice con Charlotte?
El sollozo que se le escapó la hizo parecer débil pero esa mujer le estaba mostrando la tempestad que podía hacerle sentir y la culpabilidad que podía encontrar en su corazón con solo palabras tan simples como esas. Maldito fuera él que se estaba enamorando de esa faceta suya, esa en la que ella parecía estar agonizando de dolor.
—Sabes que es un golpe bajó. Rose, lo que sea que Charlotte te dijo era mentira. Ella estaba molesta, buscábamos una manera de quitármela de encima porque me estaba obligando a casarme con ella —aseguró y se sintió aún más cobarde y estúpido.
—No fue lo que oí. Ella estaba confiada, muy confiada, de que iba a obtener lo que quería, de que no iba a tener que pedirlo. Planeó y casi te obligó a casarte con ella según tú. Me dijo que yo era un estorbo. Ella me hizo entender que no sé nada de ti y cuando me atrevo a preguntar me ignoras. ¿Qué es eso que escondes de mí tan celosamente? —le espetó rota Rosalie rápidamente limpiándose los ojos —. Debió haber sido divertido para ti burlarse de la pobre y absurda chica de pueblo que venía a escribir algo que nunca le perteneció. Lo dijiste desde un principio. Lo pensaste desde siempre. Dime algo, cuando Charlotte apareció ¿Te acostaste con ella?
—No me acosté con Charlotte, no la toqué. No estando contigo. Y si no quieres creerme puedes irte a la mierda —le gritó en su defensa —. No soy alguien bueno. Te lo dije, pero no te haría algo así porque no eres un juego para mí. Creí haber sido claro contigo.
—No hay mentira más estúpida que la de creer en alguien que tiene la mente perdida en otra mujer, porque si no quieres hablar de Claire es porque fue importante. Sé que está muerta, pero si no quieres ni decir su nombre es porque quizás sientes algo por ella. No viviré bajo la sombra de un fantasma, jamás. Quizás estás viendo en mi a una mujer que murió hace demasiado tiempo ¿Es eso? —le respondió y se giró huyendo de él de nuevo, sin querer escuchar la respuesta.
—Te amo —le dijo en voz alta Emmett y cuando ella se detuvo como si él la hubiese congelado repitió —. Te amo. Y maldito sea por lo que voy a decir pero Claire es parte de mi por una cosa, una. Ella no podría ser tú porque sería enfermo decir que estoy enamorado como un pendejo de mi propia hermana.
La escuchó jadear fuertemente y sus ojos se encontraron así que él no se detuvo
—Jamás vivirás bajo la sombra de un fantasma. Si tan solo abres los ojos y me miras a mí, porque como un idiota ciego a lo único que puedo ver es a ti. Desde el primer momento siempre fuiste tú y me lo negué, me lo impedí y me reclamé porque mereces el mundo, un mundo lleno de rosas, de amor. No un mundo tan lleno de mierda como el mío.
—¿Qué estás… —pálida la vio mirarlo demasiado confundida como para saber qué era lo que le estaba diciendo aún así no se detuvo.
—Le pedí a Isabella ser yo quien te contará esta parte de la historia, aún sabiendo que al oírla ibas a huir de mí. Aún sabiendo que después de saber quién soy vas a odiarme. Así que más vale que camines porque voy a decirte quien soy y tendrás que agregar a ese maldito libro mi nombre.
Rosalie abrió la puerta de su habitación, demasiado nerviosa, y encendió la luz. Caminó hasta la computadora y apretó la grabadora; era su trabajo escribir el libro y así se dejará el alma en él iba a terminar lo que había empezado. Aunque eso quizás la dejara rota. Emmett abrió la cortina y miró a la lluvia azotar la ventana, mientras los recuerdos llegaban y brotaban como golpes fuera de su boca.
—Isabella es una mujer hermosa. Eso fue lo primero que pensé en cuanto la vi tirada en el suelo, lleno de sangre que brotaba de mí y lo peor es que ni siquiera podía recordar desde donde estaba brotando. Ella no lo recuerda, pero Jane la llevó una vez a ver una pelea callejera y vi a Félix mirarla hambriento, con ganas de lastimarla. Fue la primera vez que Félix la vio, supe que la había atacado unos meses después y que ella apenas tenía doce años.
"Yo tenía dieciséis años y era un maldito peleador callejero. Aún puedo escuchar los huesos de mis contrincantes quebrarse en pedazos, sus gritos agónicos. Todos me llamaban Break. La calle conocía al hombre que se la pasaba drogado en un mundo en el que prefería eso a enfrentar su sucia y maldita vida. Todos guardamos secretos. Yo odio el mío. Odio recordar lo que viví antes de conocer a esa mujer porque entonces sería recordarlo a él.
Mi madre me tuvo y fui su hijo bastardo hasta que un maldito y sucio bastardo llegó y la embarazó. Este si se quedó. Pero mi madre no podía darle sexo porque era un embarazo de alto riesgo y se la pasaba en la cama la mayor parte del tiempo. Alguien tenía que cumplir con "sus necesidades" alguien tenía que darle lo que él quería. Y nadie podía negarse."
Rosalie negó varias veces, pero Emmett no la estaba viendo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y el aire se atoró en su garganta
—Recuerdo sus manos en mi y las veces que terminé inconsciente, demasiado herido para levantarme de la cama. Demasiado cansado y sintiéndome sucio. Recuerdo sus manos en mi y odio que alguien me toque mi maldito pene por eso. Era un maldito. Y cuando mi madre tuvo a Claire rezaba en las noches para que no la tocara. Para que no la mirara. Pero crecí y dejé de ser la maldita novedad. Mi hermana estaba creciendo también y yo tenía tantas pesadillas que la primera vez que probé heroína y dejé de ver a mi padrastro abusando de mi en las noches empecé a pelear para conseguirla. Maté a un hombre. Estaba drogado y la cara del maldito se parecía tanto que lo molí a golpes. Solo lo golpeé hasta que estuvo muerto.
"Amaya apareció junto a Jane. No sé si la recuerdas pero ella conocía a la madre de Isabella. Es extraño la manera en la que el mundo se conecta con hilos invisibles. Ella me ofreció dinero a cambio de buscar a su hija; en las calles decían que ella estaba bajo las órdenes de Félix, Sienna prácticamente era un títere de Félix, esclavizada por las drogas que él le daba. Su poder era incontable en ese entonces porque poseía las calles y la zona baja de San Francisco. Aún así no fue difícil entrar a su guarida y fingir ser su súbdito.
Isabella no era mejor que yo. Ella parecía tener el mismo infierno y dolor en sus ojos, tanto que me pareció hermosa, un huracán, un infierno, el más hermoso de todos los terrores; ella era un cielo nublado que yo siempre quería ver, pero ambos estábamos rotos. No podíamos repararnos entre nosotros, no era justo ser la destrucción del otro así que solo la miré de lejos. Era imposible no verla. Ella no sabía que era hermosa, que llamaba la atención de todos, pero no era así cómo debía ser.
El fervor con el que ella amaba a Edward me alejó también. Al final ella no era lo que yo quería aunque sí lo miras de ese modo estamos hechos el uno para el otro. Ambos somos destrucción. Salvé su vida de Felix, evité que ese bastardo le hiciera lo que me hicieron a mí . No podía dejar que Felix la violara, no cuando sabía lo que eso era, no cuando Félix se burló riéndose y me dijo:
"Te dejaré un pedazo"
Sabía que no iba a sobrar nada. Nada de ella si él la tocaba. Así que lo mandé todo a la mierda y la salvé de Félix traicionandolo. Tuve que desaparecer después de eso, pero lo que pasó me hizo entrar un poco en razón, me hizo cambiar.
Había estado tan perdido en las drogas y en las peleas que no noté que mi hermana estaba viviendo lo mismo que yo hasta que la salvé de él, la salvé de su propio padre. Solo recuerdo que estaba drogado. Charlotte me acompañaba a casa cada noche sin importar como estuviera y al entrar a la casa lo supe, supe que algo estaba pasando. Escuché a mi hermana ¿sabes? La escuché rogarle al maldito detenerse, sabía que él guardaba un arma en uno de sus armarios así que la tomé, abrí la puerta de la habitación de mi hermana, se lo quité de encima y le disparé. Lo hice tantas veces que en el arma solo quedó una bala que no pude disparar. Charlotte me sacó de la casa junto a Claire y ambos huimos con mi hermana, demasiado asustados de todo.
Quería ser bueno, quería cambiar mi vida y la suya, tenía fe. Dejé las drogas y empecé a estudiar. Amaya no se enojó porque traicioné a Félix echando a la basura todo lo que había trabajado para ayudarle a alejar a su hija de ese bastardo. Ella puso sus fuerzas en Isabella, quería venganza tanto como todos los que odiaban a Félix.
Pero yo quería ser alguien digno de mi hermana, cambiar, así que cuidaba de mi pobre hermana, quien estaba demasiado llena de miedo.
Descubrimos su embarazo y la cuidé, intenté hacer que amara a su hijo a pesar de las circunstancias pero ella veía a ese maldito venir por nosotros todo el tiempo. No supe que estaba consumiendo drogas hasta que fue tarde, eran las drogas las que la tenían con psicosis y la gente no ayudaba al señalarla por estar embarazada siendo joven.
La escuela de leyes era fácil, leí los libros, pasé los exámenes antes que cualquiera. Yo tenía una prioridad. Quería mostrarle a Claire que íbamos a lograrlo.
Jackson nació y Claire no quiso verlo. Él tenía problemas respiratorios por lo que iba al hospital a diario. Era un niño prematuro pero un luchador. Nos pagué el cambio de apellidos con dinero que había guardado de todas las peleas, use el dinero que no me gasté en drogas en buscarnos un futuro; eso ayudó a que nadie nos encontrará creó.
Claire cayó en una depresión postparto que la tenía mal. Intentó suicidarse miles de veces, tantas que un día solo la dejé morir como un maldito cobarde. Sabía cuándo lo intentaba porque dejaba la puerta de la entrada de nuestro departamento abierta. Estaba cansado así que ese día me senté en la puerta de la entrada por horas y solo la dejé allí. La dejé allí tanto tiempo que murió. Se había cortado las venas está vez. Y yo me quedé con mi sobrino de pocos meses a cuestas.
Charlotte apareció de nuevo en mi vida. Ella lo cuidaba mientras yo estudiaba, y trabaja en varios trabajos simultáneos. Ella se volvió mi constante. Le salvó la vida a mi sobrino cuidándolo del desastre que yo era, porque me drogué varias veces más buscando alivio. Todo dolía, regresé a pelear en las calles, pero esta vez con el propósito de cuidar de mi familia.
Isabella tocó mi puerta un día. Ella me recordaba, recordaba que yo le había salvado la vida. Apenas me había graduado de abogado, tenía tres empleos y nadie quería contratarme para ejercer derecho. Isabella llevaba un contrato, una vida y la oportunidad de cambiar. Yo estaba a punto de seguir a Claire. No me preguntes dónde estaba mi madre porque ella vio lo que estaba pasando y solo lo dejó. A ella no le importó. Así que sí. Mi Claire es un fantasma que me perseguirá toda la vida; asesiné a dos hombres y ambos fueron unos malditos, ese es quien soy Rosalie. Tengo grabadas a fuego las palabras de Isabella
"El mundo se caerá a pedazos, y todas y cada una de las veces que ese maldito te lastimó o a Claire, todas serán grabadas a fuego en su memoria porque le dolerá lo que a ti. A cada segundo."
Él había muerto, pero hice que lo enterraran en una tumba sin nombre. Lo hice pagar y no me arrepiento. Bailé sobre su maldita tumba hasta que me dolieron los pies. Y nadie puede ir y visitar sus malditos restos porque no hay un nombre en ese nicho.
Te amo —le repitió antes de verla a los ojos —. Pero te mereces un mundo de rosas. Soy un maldito hijo de puta que vivió una mierda de vida en su infancia. Tengo miles de traumas y sé de cosas que harían que lloraras y huyeras de mí asustada. Y te dejaré hacerlo si es lo que quieres, pero quiero que te quede claro que te amo. Y maldita sea si no te digo que eso me da miedo porque soy un cobarde. Y porque puede que te lastime saber mi pasado.
Rosalie apagó la grabadora y se quitó el abrigo mientras sus ojos azules, llenos de lágrimas, le impedían ver a Emmett, quién caminó a la puerta para salir de allí. Ella no lo dejó ya que caminó a él y se abrazó a su espalda poniendo sus manos sobre su pecho.
—No te vayas —le dijo en un susurro antes de sentir lo tenso que el estaba en sus brazos.
—No puedo quedarme —le respondió y le tomó las manos. Rosalie lo giró y sollozó antes de tomarle el rostro entre sus manos.
—También te amo.
Emmett exhaló y luego la giró en sus brazos estampándola en la puerta y bajando su rostro para besarla. Ambos se besaron hasta dejarse sin aire.
Amor no era una palabra suave para Emmett quien, al sentir a Rosalie en sus brazos, la apretó aún más hasta romper su vestido y dejarlo en el suelo. Ambos tropezaron con su ropa hasta que cayeron a la cama y rebotaron por la rapidez en la que estaban haciendo las cosas.
Rudo, Emmett besó su cuello y de un tirón le arrancó el brasier para ver sus pechos y morderlos. Furiosa Rosalie le arañó la espalda y gimió al sentirlo entre sus piernas. No hubo preliminares. Emmett le quitó la ropa e hizo lo mismo con la suya y solo se tomó un segundo para ver si ella estaba lista y se abrió paso entre ella.
Ambos exhalaron desesperados la respiración del otro sintiendo el hormigueo y la excitación quitarles la respiración. Emmett le tomó una pierna y la ajustó a su cintura y empujó duro y solo deteniéndose muy poco pero cada estocada suya era el cielo. Rosalie gimió y echó la cabeza para atrás al sentir la pasión con la que Emmett la estaba tomando. Ambos estaban extasiados el uno del otro como locos. Emmett gruñó y empujó de nuevo y Rosalie sintió su respiración.
—Nadie. Nadie te amará como yo malditamente lo hago. Siénteme —le susurró haciéndola gemir más fuerte. El gruñó de nuevo.
—Eres mío —replicó en respuesta ella y ambos suspiraron besándose. Emmett empujó más fuerte — ¡Oh, si! —gritó sintiéndose libre antes de empezar a sentir el orgasmo llegar. Emmett la soltó y se agarró del respaldo de la cama y se siguió moviendo más fuerte haciéndola chillar de placer.
"Maldición" Lo escucho gruñir cuando ambos llegaron al orgasmo. Rosalie empezó a reírse repentinamente sobre él quien los giró para no aplastarla.
—¿Qué estamos haciendo? —le preguntó sin mirarlo. Emmett suspiró pareciendo que su respiración había estado atorada en su pecho y le acarició la espalda antes de acomodarse un poco.
—Felices. Estamos siendo felices —contestó. Rosalie levantó el rostro y le dejó un beso en la barbilla antes de abrazarse a su pecho y quedarse allí quieta.
—Cásate conmigo Rosalie —escuchó a Emmett decir. El sueño que tenía se perdió en esas palabras cuando levantó el rostro y vio a Emmett mirarla esperando una respuesta. Ella parpadeó confundida y se levantó sin saber que decir, cubriéndose con una de las sábanas en la cama. Emmett en cambio se quedó mirándola fijo desde donde estaba.
—Cásate conmigo. Por favor. La vida es corta, no quiero esperar a que uno de nosotros no este. Estoy seguro de lo que quiero y es a ti, cásate conmigo.
Rosalie se llevó las manos a la boca y sus ojos se inundaron de lágrimas de nuevo. Sólo entonces recordó las palabras de Isabella
—El mundo no es más que una puta del dinero que creamos solo si somos inteligentes. Todo tiene un precio. Todo en este mundo. Pero hay cosas que aunque tengas millones no puedes pagar. Cuando estás llegan, no dudes en decir sí
—Si —susurró —. Sí —repitió en voz alta antes de tomar a Emmett por sorpresa pues se lanzó sobre él chillando
—Maldición si.
La historia de Emmett también es muy dura. Esta historia está llena de personajes complejos con vidas muy complicadas, pero que parece que van reconduciéndose.
Por otro lado, ya estamos en el 2024! ¡FELIZ AÑO A TODOS!
Ahora si que hay que esperar hasta el próximo domingo para el próximo capítulo.
Nos leemos.
Un saludo
