Leon se encontraba en su casa con dos botellas de Whisky que se había bajado solo y ahora abría una botella de vino. Llevaba semanas bebiendo, con suerte se ocuparía de su higiene personal. ¿La razón? Ada Wong. Aquella mujer que no se sacaba de la cabeza desde aproximadamente 15 años, se casaría, no sabía con quien exactamente. Quien la tomaría como su esposa era un enigma. Estaba destruido y no quería que nadie lo sacara de ese estado, ni sus amigos como Chris o Claire Redfield. Ellos lo habían tratado de sacar de los bares y para evitarlos se dedicó a beber en su casa. El departamento era un caos. Ropa sin lavar, vasos repartidos, desorden, casi nada de limpieza. La relación que ellos tenían era complicada y con la reciente noticia se había dado cuenta que la había perdido, pese a que la había esperado años. ¿Qué era ella para él? Nada. ¿Por que había sido tan tímido? Si la hubiera detenido en vez de dejarla ir cada vez que ella se marchaba, si tal vez lo hubiera intentado de forma más notoria sería otra historia. En vez de solo defenderla o ayudarla cuando sus caminos se cruzaban. Se la imaginó con un vestido blanco, llamativo como ella y el velo ¿cubriría su cara o solo estaría de adorno en su cabello? ¿Qué flores llevaría en el ramo? ¿Cómo sería su maquillaje? ¿Estaría enamorada de esa persona? Probablemente sí, por algo se casaba. Se sirvió hasta casi el tope en la copa. Moriría si sabía quien era el afortunado y lo oía de sus labios. Debería haberla besado más veces, debería haberle rogado aquella noche, hace cinco años, cuando la cena pasó más allá del romance y lo envolvía la lujuria por ella. Debió rogarle que se quedara y dejarle claro que los sentimientos complicados que tenían en esa relación eran mayores.

¿Qué hacía ella con él? ¿Alguna vez lo vio y no se dio cuenta de que él sobraba? Pensaba que podría estar siempre en esa relación complicada, compartirla, pero en ese instante se dio cuenta que tres eran mucho para el amor. No sabía como lucía ni tampoco quien era él, ni porqué ella pensaba que podía estar entre dos. Él no era su dueño, pero le dolía.

La puerta sonó, tambaleándose se encontró con Chris.

"Dios, Leon. Date un baño por favor". Pidió mientras arrugaba la nariz. Y por primera vez desde 1998 lloró frente a alguien. Se sentía roto completamente. No podía aguantar más ese sentimiento. "Lo siento" dijo Chris mientras lo llevaba al sofá. Él comenzó a retirar los vasos, la copa vacía y las botellas.

"¿Quién es él?" Preguntó Leon con un tono ebrio mientras apoyaba sus codos sobre sus muslos, seguía llorando, pero en silencio. Pensaba para él mismo que parecía ridículo. Llorando por una mujer que quizás nunca lo amó. "¿Por qué él y yo no?" Dijo mientras comenzaba a sollozar.

Chris tampoco sabía quien era él y se sentía un poco en shock al ver a Leon llorar y sollozar por aquella mujer que lo tenía loco desde hace años. Se sentó a su lado y colocó su mano en el hombro de él. No sabía que decirle para que se sintiera mucho mejor. Buscó en sus bolsillos del pantalón hasta encontrar pañuelos y se los pasó a Leon, quien se limpió los mocos que comenzaban a formarse por el lloriqueo.

"Chris, no la puedo dejar de querer" dijo angustiado. "Si ella tuviera la mitad del amor que le tengo y me viera, aun le rogaría o le diría que fuera feliz, aunque no sea conmigo. No entiendo porqué estoy humillándome".

Chris se sentía frustrado, ¿Cómo ayudar a Leon además de oírlo? Leon se levantó tambaleando nuevamente, sintiendo como la saliva se secretaba en demasía y fue al baño. Vomitó llorando. Chris le consoló, acariciándole la espalda mientras lo oía expulsar el vómito. Le repitió constantemente que todo estaría bien mientras le palpaba la espalda. Lo vio reposando en el inodoro, inconsciente. Lo llevó a la cama, lo acomodó y limpió el departamento, escondió la botella de vino que aún contenía el alcohol. En la mesita de noche le dejó unas aspirinas, sal de fruta, agua y lo arropó sintiendo rabia contra Ada Wong. Ella nunca sabría que tan mal estaba por la noticia.

Cuando Leon despertó con el estómago adolorido y vacío se dio cuenta de que nuevamente estaba solo. Que vergonzoso y miserable se sentía. Por una mujer que nunca fue clara, que lo mantuvo en esa relación tan complicada, estaba así. Pero ¿cómo no lo iba a estar? Era como una bruja o el mismo hechizo. Vio la nota de Chris. Le había dejado además una especie de almuerzo en el refrigerador, le indicó que primero hiciera el esfuerzo de comer un poco y luego se tomara las cosas para la resaca.

Con las piernas debilitadas fue a la cocina y se calentó el almuerzo. Sintiendo como deseaba vomitar nada de lo que quedaba en su estómago. Morirá el día en que Ada concrete ese matrimonio. Comió a penas y se sirvió lo que Chris le había dejado para la resaca. Con un poco de hipo entró a la ducha, con agua helada para despertar. Se arregló y caminó por la ciudad, como errante, buscando a aquella mujer de rojo. ¿Por qué ahora que la necesitaba no la encontraba? ¿Por qué? ¿Tan poco valía para ella todos esos años de ir y venir y esa noche donde se entregó? Ahora que la necesitaba y no la dejaría ir no aparecía en los espacios que él frecuentaba.

Sus pies desgastados lo llevaron a un parque. Se sentó y la vio caminando de la mano. Con él. Simmons. Sería demasiado incómodo el día a día en el trabajo y por él, renunciaría, pero la lealtad que le tenía al presidente era otra cosa. Quería marcharse, pero sus pies no daban. Lo vio marcharse y ella se quedó sola. Absolutamente sola. Mientras su sien le daba martillazos una y otra vez y los pensamientos viajaban a la velocidad de la luz, no se dio cuenta cuando le posó la mano en el hombro. Ella se dio vuelta con tranquilidad.

"¿Por qué, Ada?" Preguntó aguantándose las lágrimas. ¿Tan poco valía?

Ella no le dijo nada. Tenía una cara de que no le conocía. Temerosa le sacó la mano de encima, no parecía la misma Ada de siempre. De su bolso sacó una cajetilla de cigarros y le dio 3. "Tengo que irme" dijo ella dejándolo solo en el parque, con el sol escondiéndose. Se quedó pasmado en medio del camino y la vio marcharse. La mujer de rojo no tenía su color característico, usaba azul. Pero no le llamó tanto la atención ¿tal vez tratando de desligarse de su pasado? Si bien, Leon no fumaba lo pensó.

Volvió a su hogar, sintiéndose miserable. ¿Qué es lo que hacía ella con él? Se sintió horrible. No pudo retenerla nuevamente, siempre huyendo.

Los días pasaron y las campanas de boda estaban constantemente sonando en su oído, matándolo por dentro. Se la imaginaba llamando por el nombre a Simmons y diciéndole los votos. Se sentía horrible. Vio los cigarros. Silencio. No tenía como encenderlo. Y fue entonces que Leon prendió un cigarro en la cocina. Y comenzó a llorar, lejísimos de ella y sin estorbar. Ella jamás sabría nada. No. Se fumó los tres cigarros, sintiéndose mareado y con ganas de vomitar, no le hallaba la gracia.

La noche anterior de la boda sonó su puerta. Caminó, medianamente ebrio y con un cigarro en mano. Había empezado a fumar. Y la encontró, con un vestido rojo con detalles negros. Entró como Pedro por su casa. Y se sentó en su sofá.

"¿Por qué bebes tan seguido?" Preguntó cruzando sus piernas y observándolo con esa mirada que lo mataba. Lo vio acercándose con agresividad, Ada sintió nervios y miedo en ese momento. Él dejó con fuerza el cigarro en el cenicero y solo la observó. "¿Desde cuando fumas?". No hubo respuesta hasta que él se arrodilló y lloró en sus piernas. Un poco shockeada colocó su mano en sus cabellos.

"¿Por qué, Ada? ¿Por qué?" Preguntó sin mayor rodeos, sollozando en sus piernas, humillándose ante la mujer que le había dado vuelta el mundo. Ya no se sentía volando en el aire como cuando la tenía a veces. Solo su corazón adolorido.

"¿Por qué, qué, Leon?" Preguntó extrañada. Ella había pensado en él los últimos meses y se le presentó esperando alegrarle el día, como pasaba cada vez que se cruzaban. Lo recordaba como un cachorro emocionado porque el dueño vuelve a casa.

"Él te espera para mañana, ve. Al fin y al cabo solo somos amigos" dijo entre sollozos acariciando sus piernas mientras se sorbía los mocos. Se sentía patético deseándole lo mejor, pero peor sería rogarle que no se case. "Todos dicen que ando triste sin ti, que me haces mal. Que no eres buena para mí, pero te quiero".

"No entiendo qué está pasando, Leon. Pensé que estarías feliz conmigo presente" dijo mientras seguía acariciando su cabeza esperando que hubiera consuelo. "¿Por qué me dices estas cosas?"

"Porque desde Raccoon City estoy enamorado de ti". Dijo mientras levantaba su cara. Tenía los ojos hinchados y enrojecidos, su nariz rosada al igual que sus labios. Ada le limpió las lágrimas mientras trataba de entender qué estaba sucediendo. "Si te casas te llevarás mi vida" ya no importaba nada, la quería ahora, que jamás se fuera. Se lamió los labios, con el corazón expuesto, dañado. Sintiendo nervios porque la tenía cerca a una reina de belleza que estaba con una cara atónita.

"¿Quién se casa? Yo no me voy a casar" dijo mientras le dejaba un pequeño beso en la frente. "No sé porqué dices eso, Leon. Yo estoy soltera y vengo acá esperando pasar tiempo de calidad contigo".

"¿Cómo que no te casas? Si te casas con Simmons mañana, te vi hace unos días en un parque con él, demasiado melosa. Y me estaba muriendo por eso. Me diste tres cigarros y actuaste como que no me conocieras. Usabas un vestido azul"

Ada chasqueó la lengua un poco molesta y negó con la cabeza mientras suspiraba. Ella le tomó la mano esperando consolarlo mientras pensaba en cómo resolver la situación. Era grave, demasiado.

¿Cómo resolver que le estaban suplantando la identidad? Ella había rechazado a Simmons y por lo mismo dejó de ser su socia. Luego de un rato lo tomó de la barbilla y lo besó suavemente.

"No soy ella. Yo siempre usaré rojo o negro. Te falta conocerme más" dijo un poco frustrada. "Ya arreglaré ese asunto ¿si? Por ahora deja de lado la bebida y el tabaco y conversemos" dijo manteniendo su mano.

Él asintió, temeroso. No entendía mucho, se supone que ella se iba a casar y ahora le decía que no. Pero lo vio como otra oportunidad. La besó nuevamente. No quería que se marchara. Quería tenerla entre sus brazos. Ella le correspondió el beso y le acarició la cara. Lo vio cabecear por el sueño. Por primera vez, durmió con él y no se fue, pero en el sillón. Se acurrucó con él. Y también bajó la guardia por primera vez después de mucho tiempo. Le debía la vida.