Pues Arthur... Iba a irse a la sastrería, pero ahora le ha dado vergüenza.
Oh, venga ya.
Así que... decide irse a casa del médico primero. Carraspeo. Carraspeo.
El médico va a estar poco enfocado en ti si su mujer está fuera.
¡Igualmente! Va ahí primero y seguro le dicen que... el Dr. Zwingli está ocupado con otra visita y el muy idiota asegura que no pasa nada, que él le espera.
Uff…. Vas a impacientarte de esperar.
Lo que va es a flipar con los... gritos del doctor. CEJA LEVANTADA.
¡No grita tanto!
Lady Edelstein asegura que sí que lo hace.
Ugh. Cállense todos que él solo… está susurrando.
No, no está susurrando para nada.
Quizás pueda pasar como que está haciendo una… cirugía menor.
Arthur Kirkland es muy inocente pero... lo desvirgaron ayer.
Ejem. Pues…
Igualmente ahora le parece incomodo marcharse... y SÚPER INCOMODO quedarse, pero como le da más vergüenza ir a la sastrería que quedarse a oír el concierto de Lady Edelstein en Vash sostenido...
Súper mega INCÓMODO quedarte. Vete.
Y ya parece que va a acabar...
Ugh… es que no oigas estoooooo
Ah, no... Están volviendo a subir de intensidad los gritos. Ugh con los bises.
No es necesario, de verdad.
Pues es que está como... hipnotizado ahora.
Pues es que… Ugh.
La parte buena es que ahora el trauma es compartido con el servicio y con él.
El servicio está haciendo como que está muy ocupado.
Salvo al chaval al que han mandado a avisar al Doctor que Arthur está aquí, que también opina que Arthur debería irse. Es IMPOSIBLE que no esté oyendo lo que pasa, ¿por qué sigue ahí?
Pues nadie lo entiende. ¿Será que trae tapones en los oídos? ¿Es sordo? ¿Duro de oído?
Duro de mollera más bien.
Igualmente ahí en la puerta está el chaval, esperando que alguien venga a decirle "Al final el imbécil del abogado se ha ido, ya puedes volver a lo tuyo y fingir que todo esto no acaba de pasar." Pero no. Golpea la puerta con cuidado.
¡¿En serio?!
Pues ¡es que a eso le han mandado! Ugh.
—D-Doctor Zwingli? —pregunta en un susurro deseando que no le oigan y pueda irse, ¡qué mala suerte!
Es que el doctor Zwingli está concentrado en otras cosas y él… no te escucha, pero si Lady Edelstein es tan amable de escuchar e interrumpirle, puede que... tenga opciones.
Puede que sí se lo diga, no para que pare.
Ugh. Puede que funcione perfectamente bien eso que le dice.
Lo sabemos.
Malditasea. Va a gritar un poco más hasta que… se calla.
Lady Edelstein sonríe. Deseamos pensar que ella terminó en algún punto… Zwingli se le esconde en el cuello.
Sí, hombre sí. Aunque probablemente el doctor no se enteró. Ella le acaricia el pelo.
Seguramente no se enteró, lo siento, suele perder un poco la cabeza. Él se le repega y le da un besito en el cuello.
—¿Estás bien?
Él asiente porque... es que, nunca está tan bien como está en sus brazos...
—¿T-Tú estás bien?
—Aún hay alguien en la puerta.
—E-en la puerta... O-oh... —se esconde más, ahora avergonzado—. ¿Crees que nos hayan... ?
—Ja —tan orgullosa de ello.
—Ugh, suenas tan orgullosa —protesta él, sin ser capaz de sacar la nariz de ahí. Ella se ríe un poco—. E-Es que lo haces muy bien.
—Lo sé.
—Me gusta todo de ti —le da otro beso en el cuello.
—¿Todo?
—Menos que tengas un marido.
La soprano suspira porque siempre es lo mismo... se separa un poco de él. El doctor se cubre un poco, mirándola a los ojos.
—Aún hay alguien en la puerta —repite.
—Ugh… ¿Quién es? —aprieta los ojos.
—Alguien del servicio. Creo —se echa hacía atrás tumbándose, con todo el pelo largo suelto un poco enmarañado.
—Voy a… ver —El doctor Zwingli le pasa una mano por el pelo con suavidad y luego suspira—. Y a echarle. ¿Quieres algo más? ¿Agua?
Ella asiente. Él se acerca y le da un besito en la mejilla, antes de levantarse.
—¡Un minuto! —pide yendo a la mesita y sirviendo un vaso con cuidado antes de traérselo.
—Danke, Liebe.
El doctor sonríe un poquitín con eso, yendo a ponerse la bata con una poca de prisa y… abriendo la puerta. Es que hasta labial puede que tenga embarrado en la cara.
Lady Edelstein sigue desnuda sobre la cama, sin cubrirse en lo más mínimo pasándose las manos por el pelo y mirando por la ventana.
Cielos. CIELOS.
El chico del servicio mira al doctor y carraspea porque no le hace caso por seguir mirando dentro.
—Ehm... hay una visita en la sala.
El doctor mira al chico aún un poco embotado en general, con ojitos de corazón, sin… pensar nada de lo que está haciendo.
—¿Una visita?
—Sí... abajo —la verdad, la tentación de intentar mirar hacia dentro del cuarto...
—¿No le han dicho que estoy o-ocupado?
—Sí, y aun así ha querido entrar. Es... es Mr. Kirkland.
—Ohh... —el alivio momentáneo...—. Ohh... —el horror.
—Ahora vamos —responde Lady Edelstein desde dentro, cínicamente.
El doctor Zwingli aprieta los ojos y cierra la puerta, cerrándose la bata hasta el cuello y... tragando saliva.
—Ugh... ¿Nos habrá oído? —pregunta abriendo los ojos y... SONROJÁNDOSE al verla, abriendo la boca.
—Tal vez —se gira a mirarle y aprieta los ojos—. No puedo bajar contigo.
—¿N-No? Es… Arthur.
—Y se supone que yo estoy en Oslo. Su padre es amigo de Gilbert.
—Mi mujer está con su hermano en el norte, ¿con quién crees que va a pensar que estoy?
—No podrías ser más cínico —echa la cabeza atrás y sonríe igual.
—¡No soy cínico! Es... ugh.
—¿Vas a vestirte o pretendes bajar en bata? —se incorpora y le mira.
—No, no. Sí que voy a vestirme —se sonroja aún más, si acaso eso es posible, buscando su ropa.
—Tal vez yo debería bajar en bata... —se levanta, yendo a asearse.
—ESO sí sería bastante cínico —se sonroja, mirándola igual con la boca abierta de arriba a abajo.
—Entonces no propondré bajar. Sí, esperaría que pudieras hilar palabras.
—S-Si puedo... hilarlas.
Le mira de reojo con una mirada cargada de sentido.
—Mejor si te vistes —añade a esa frase. Es que... ¿dónde ha dejado sus calzones?
Ella sonríe y se vuelve a lo que estaba haciendo.
—S-Sophia... —empieza, todo nervioso porque esta pregunta es difícil y le da vergüenza, ella no le mira, pero le oye—. ¿Ha-Has visto mis calzoncillos?
—Voy a ponérmelos yo.
—M-Mis… mis… mis…. M-m-mis…
Ella se ríe un poco con esa respuesta.
—P-Pero tú… tú traías unos.
—Lo hacía hasta que me los quitaste.
—P-Pues estorbaban un poco...
—¿Te estorbaban para qué?
—P-Para lo que... p-pues... tu sabes, p-para...E-Eso que hicimos.
—Que fue... ven —hace un gesto con la mano para que se acerque.
Él se acerca, desde luego, sonrojándose otra vez. Con cuidado... le pone la mano en... salva sea la parte y le quita la piel que estaba usando como condón.
C-Cielos. Traga... saliva.
—Aun espero que me respondas —se lo pone en las manos.
—R-Responderte lo que... ¿qué? —El doctor Zwingli se mira las manos y es que no tiene IDEA de en qué estaba.
—Lo que hablábamos. ¿Qué hacíamos?
—A-A-A... ¿A-Amarnos?
Lady Edelstein sonríe y decide perdonarle, yendo a ponerse el vestido que llevaba, aunque va a necesitar ayuda.
Vash carraspea, sonrojándose más y abriendo el cajón para sacar otros calzoncillos...
—Liebe... —le llama oootra vez para que le ayude.
Él deja de hacer lo que hace para enfocarse en ella y es que los vestido victorianos. Veinte minutos más tarde... Mágicamente, ella está completamente vestida y él sigue en bata.
¡Ugh! Pero ¿¡cómo lo logra siempre?!
Magia gala.
Ugh.
Lo que pasa es que ya le he dicho que NO se lo va a tirar otra vez, pero es que le encanta cuando está así.
El Doctor Zwingli traga saliva al notar... cómo es que están... y cómo es que ella se ve toda bonita y perfecta con su vestido y él es aún un desastre que no se ha ni siquiera peinado un poco, que tiene labial por todos lados, los labios hinchados, la piel de gallina y aún algunos escalofríos.
Ella le mira como un gato a un ratón mientras se peina.
Zwingli va otra vez a intentar buscar calzoncillos…. Tragando saliva y más pendiente que de ella que de los calzoncillos. Se le caen. Los recoge.
Ella se le acerca otra vez y él pega un saltito.
—Hallo.
—He-Ha-Ha… —el único ser que es capaz de hacer hahaha sin que sea una risa.
Ella inclina la cabeza.
—Y-Yo… —susurrito, sonrojo.
Ella le pone las manos en los hombros... y le quita la bata, dejándola caer al suelo.
—E-Ehh… —el doctor traga saliva.
—¿Todo bien? —le mira a los ojos.
Él le mira de vuelta con ojitos de corazón y traga saliva. Sí. Otra vez.
—¿Aja? —levanta una ceja con esa cara, sonriendo.
Él se le acerca con boquita de beso… Y se va a encontrar un dedo. Abre los ojos en clara confusión.
—Tu amigo sigue ahí abajo —le acaricia los labios donde tiene la marca de pintalabios más fuerte.
—Ugh —el doctor cierra los ojos y levanta aún más los labios.
Le acaricia la barbilla y es que... vale, vale, otro. Ugh, esto pasa cuando no pueden verse cada que ella quiere.
¿Otro beso? U otro… ¿evento?
Beso.
El doctor se la come y es que vuelve a acariciarle toda la espalda y a hundirle la mano en el pelo.
Ella le pone las manos en la cintura, dejándose hacer y haciendo un mmmmmm
Lo siento, Arthur, ¿de verdad no quieres dejar una nota? Ella es más capaz de tener disciplina si no tiene el tiempo tan limitado.
La verdad, Arthur pone los ojos en blanco pensando que esto ha sido una pérdida de tiempo.
¡Debió irse ir con el sastre!
Ojos en blanco, debería especializarse como abogado de divorcios, se iba a hacer de oro con toda esta gente.
Pues… también. Ojalá, aseguraría el doctor si no estuviera perdido en los labios de Lady Edelstein.
Tendría que hacerles una foto y destapar eso.
Y arruinar a todo mundo. ¡Deja de hacerte de enemigos!
Más bien, liberarlos a todos. Vaaaaale, vale, se va a ir.
Francis agradece eso. Ya era bloody hora.
Le va a dejar nota al servicio del Doctor de que cuando pueda se ponga en contacto con él.
Cuando regrese su hermano y su mujer.
Ojalá fuera antes.
Sinceramente, no depende de él.
Sigh. Sí lo hace, que no se haga ahora.
¡No! depende de... ehm... la... soprano. Bueno, ya le llamará.
No le llamará, le irá a ver o a buscar o a mandar a alguien con unan nota.
No todos los días se puede hacer esto, pero algunos sí, así que aunque hoy aun no tocaba, este capítulo es para MatsuriRchan
