Era la segunda vez hoy. Sí. La segunda. Ella no sabía siquiera que los hombres pudieran hacer esto más de una vez al día… Deja tu dos. Y ayer noche lo habían hecho tres.
La luz del mediodía entraba por el ventanal… solo porque Scott se había levantado en algún punto de la mañana al baño y a por comida y ella había aprovechado para abrir las cortinas y ventilar un poco.
Scott está fumando un poco, la verdad, tumbado cara arriba. Ella se estira en la cama a su lado y sonríe, con la mente en blanco.
—No sabía yo…
—Mjm? —Scott la mira y sonríe.
—Que absolutamente nada de esto era posible —ella se le acerca y le da un besito en los labios.
—Yo tampoco —responde él con los ojos aun medio cerrados.
Bella suspira y se acuesta en su pecho, cerrando los ojos.
—¿Estás bien? —pregunta el pelirrojo.
—Mejor de lo que he estado nunca —asegura la chica—. ¿Tú?
—Y-Yo... —él se humedece los labios.
Ella levanta las cejas, le mira y… traga saliva.
Golpean la puerta del cuarto.
Bella se sonroja y se separa. Scott se sonroja también y se levanta, yendo a la puerta, desnudo como va.
Alguien le dice que ha llegado el correo y se lo entrega incómodamente, porque trae una carta de su padre.
—¿Quién es? —pregunta ella.
—Una... Una carta —se la muestra—. Urgente. De mi padre, por lo visto.
—Ohh… ugh —arruga la nariz con desagrado porque esto rompe un poco su idilio.
Él se acerca a la cama y se sienta, abriendo el sobre.
—¿Qué dice? —Ella se le acerca a él, gateando por encima de la cama.
Él la mira de reojo, se humedece los labios sacándola para leerla y antes de desplegar el pedazo de papel, la baja y vuelve a mirar a Bella.
Ella… suspira, tensándose porque de por si la conversación que iban a tener… y ahora esto. Aprieta los ojos.
—No sé si quiero leerla —asegura él.
—Yo sí sé que no quiero que la leas. Algo debe haber pasado que… necesitan que vuelvas, o… vienen para acá. De cualquier forma, implica que… —se echa hacia atrás, mirando al techo y estira una mano hacia él.
Él suspira y se tumba con ella.
—Sabíamos que esto iba a pasar —le recuerda con resignación.
—Igualmente, esperaba que tardara un poco más —protesta él.
—Scott…
—El... E-El correo se pierde... los accidentes ocurren... —propone vacilando un poco.
Ella aprieta los ojos otra vez y sonríe. Él la mira de reojito sonriendo un poquito.
—Al menos puede retrasarse el correo de hoy, eso sí —se gira hacia él y lo abraza con el brazo y la pierna.
—T-Tendría que haberse muerto alguien...
—Es que una vez que la leas no vas a poder no hacer lo que sea que pida
Scott aprieta los ojos.
—Quiero saber que me ibas a decir antes de que llegara la carta —cambia de tema ella.
—Ah... ehm... N-No tiene importancia —se sonroja volviendo a mirar la carta, porque prefiere eso pero vacila de nuevo al abrirla. Estas atrapado en un loop.
Bella suspira con eso porque se sentía extremadamente cerca de este hombre pero a la vez… no hace tanto que le conocía tanto.
—¿Quieres… Que vaya al baño y así tener un poco de espacio…? —propone la chica.
—No —la mira.
—¿Estás bien?
—No —mira la carta y ella le toca el brazo suavecito—. Léela tú y si no se ha muerto nadie, fingiremos que se ha perdido —pide y se la pasa.
—Ohh, ¿seguro? —pregunta levantando las cejas porque eso no se le había ocurrido.
Asiente.
Ella la toma con cuidado y saca el papel doblado de dentro.
Él la mira fijamente esperando el veredicto.
—Muertos... no hay —Bella levanta las cejas, leyéndolo.
—Entonces no hay prisa —sonríe.
—Tampoco nadie parece venir para acá… —añade.
—Eso es todo lo que necesito saber —le quita la carta y la tira por ahí.
Bella suspira y sonríe y se le acerca por un beso. Él la abraza para perderse en él.
Bella cierra los ojos, sin poderse creer que esté sintiendo un pequeño saltito en medio de las piernas… OTRA VEZ.
—Ehm... —vacila Scott, separándose un poco del beso y mirándola.
—¿Q-Qué? —Ella traga saliva, levantando una mano y acariciándole la cara con ella.
—Qué pasará cuando... qué...
—¿Cuando yo vuelva a mi vida y tú a la tuya? —Ella aprieta los ojos.
Aparta la mirada y suspira porque eso es lo que pensaba antes. Asiente.
—Nada volverá a ser como antes —dramatiza ella.
—Yo no voy a volver a mi vida, eso seguro asiente él.
—¿Y qué vas a hacer? —ella le acaricia el pecho un poco.
—P-Probablemente obsesionarme con esto como un imbécil todo el tiempo —suspira él tumbándose de espaldas en la cama y mirando el techo en un alarde de sinceridad.
—¿Obsesionarte con nosotros? —Bella le mira con intensidad.
—Uhm... B-Bueno... —se sonroja. Bella le sonríe pero la verdad, él no la mira—. O-O sea... no de un modo... raro, ni nada. O sea, olvídalo.
—¿Tú crees que yo no voy a obsesionarme con esto?
—Pues... —se pasa una mano por el pelo y la mira de reojo.
—¿Que voy a poder volver a la vida… Miserable? —insiste.
—A lo mejor podría... No ser tan así —la mira de reojo con lo que va a proponer.
—¿Cómo? —ella le mira fijamente.
—Pues... No lo sé —aparta la mirada sin atreverse a decirle.
—¿Te sientes culpable? —inclina un poco la cabeza, tratando de adivinar.
—¡No! —exclama sorprendido y hasta un poco indignado por esa pregunta.
—Eso pensé que me ibas a decir hace rato cuando tocaron —confiesa ella.
—Ah, eso de hace rato... —vacila y decide cambiar de tema—. ¿Tú te sientes culpable?
—De hecho me hace sentir un poco culpable… no sentirme en lo absoluto culpable —niega con la cabeza.
—Eso es bastante cínico —se ríe un poco.
—Ugh, calla —protesta sonriendo.
Él se ríe un poco y la mira de reojo. Ella se estira y le da un besito en los labios.
—Mi marido es… indescriptible —empieza sin saber porque de repente están hablando de esto tan anticlimático.
—No sé de qué me hablas —replica el girando la cara y definitivamente sin querer seguir por aquí.
—Vale, eso suena… bien —Bella se ríe, asintiendo al entender.
—Quizás podríamos repetir esto —propone ahora sí, por fin, sin mirarla.
—Eso estaría bien —valora ella sí mirándole de reojito.
—Aunque... No sé qué quieras hacer con... tu mejor amiga —sigue, mirando por la ventana y pensando en Marlijn.
—Eso me hace sentir más culpable —Bella suspira y aprieta los ojos.
—Probablemente no le importe lo que haga yo, pero tú... —la mira de reojo ahora sí.
—Pues no sé si no le importe que lo hagas… conmigo —ella se mira las manos.
—Le importara por ti, no por mí —se encoge de hombros.
—No lo sé, Scott... la gente luego hace cosas. Quizás ella no es celosa hasta ahora, pero si sabe que has estado con alguien más y de todas las personas... conmigo, quizás empiecen los celos —explica volviendo a mirarle.
—La verdad, he estado con muchas más mujeres... —confiesa él y luego se lo piensa—. De hecho, ¿qué tan cínico sería ir a que tu marido revise que no tenga yo nada... contagioso?
—O-oh… oh —Bella levanta las cejas con eso todo lo que se pueden levantar.
—No creo que lo haya, tranquila... —levanta las manos dándose cuenta que quizás no es buena idea decir todas estas cosas así de bestias—. O sea, seguro debía haber ido antes, pero no creo que... No me pasa nada ni me pica nada ni siento nada raro.
—¿Qué tantas… muchas más mujeres son muchas? —frunce un poco el ceño.
—Muchas, pero... durante muchos, muchos años, o sea... es... como... ¿u-una a-al... mes? —vacila sin estar muy seguro de hecho, mirándola como disculpándose.
—C-Cielos… y-y… hum… ugh —Bella se humedece los labios y… se sonroja—. O-O sea… hum…
—L-Lo siento —susurra Scott y se pasa una mano por el pelo todo incómodo con esto por primera vez en su vida.
—¿Esto es como… esas veces?—pregunta temiéndolo un poco.
—¡NO! —chilla él de repente súper agobiado porque de verdad esto no podría ser más diferente—. No. Nononono... no. No tiene... no. No tiene nada que ver. No. Para nada.
Ella le mira, porque en realidad estaba teniendo un poco el corazón roto por ello.
—Puedo... puedo dejar de hacer eso si no te gusta —sigue, siendo Bella a la primera persona a la que le promete esto con seriedad—. Si te da... miedo. Entiendo que te dé miedo.
—Sí me da miedo y… t-tampoco me gusta —asiente ella.
—Puedo parar —asiente, tragando saliva.
—Solo si quieres, no quiero imponerte nada —asegura poniéndole las manos en el brazo en señal de disculpa.
—Yo... trataré —aprieta los ojos.
—Quizás podríamos... organizarnos para que eso no pase con... un chica de esas —propone con la boca pequeña, apartando la cara.
—Definitivamente, si esto sigue pasando contigo puedo asegurarte que no las necesitaré —suelta él tan seguro, mirándola fijamente.
—Hagamos que pase... pero tú ve a revisarte con mi marido —pide igual apretando los ojos.
—Hecho —le tiende la mano. Ella le sonríe y... se la aprieta.
—Como me encuentre algo... Y no creas que las revisiones con él son si uno quiere —le advierte.
—No... No vas a tener nada —asegura, nervioso.
—Llevas AÑOS haciendo ESO... —le recuerda.
—Y he tenido, algunas cosas, pero... hace tiempo que sé cómo cuidarme —la mira.
—Oh, ¿ya has tenido cosas? —levanta las cejas.
—Cuando era más joven —explica intentando quitarle importancia.
—Santo Dios, ¿y Marlijn? —pregunta toda preocupada.
—What? ¿Qué pasa con ella? —levanta las cejas.
—¿No se enfermó también? —pregunta con las manos sobre la boca.
—¿Ella? ¿Cómo? Si no me toca ni con un palo —se burla.
—Bueno, pero ¿entonces? —es que vacila, sin entender—. ¿No se enteró?
—¿Cómo? —él levanta una ceja porque parece ser que esto que se imagina ella, dista mucho de la realidad.
—No lo sé, viéndote desnudo —le señala con la mano.
—No creo que me haya visto desnudo nunca —se encoge de hombros—. Ya te dije que no sé ni si sabe del tatuaje.
—¡Es que como no va a saber! —replica incrédula—. Es enorme y… da un poco de… te impresiona.
—Pues porque ni en bañador —le mira recordando las vacaciones familiares en las que se van a pescar y a bañar en el río y como ella suele desestimar cualquier plan.
—Yo creo que… no se ha dado cuenta del pedazo de hombre que tiene —asegura y se sonroja.
—Uhm... —carraspea un poquito incómodo y la mira de nuevo sonrojándose también.
—Bueno, e-entonces…
Scott se pasa una mano por el pelo y la verdad, le empieza a dar la risa tonta, de la nada, haciendo sonreír a Bella en principio hasta que se la pega.
Luego niega con la cabeza, la rodea con un brazo y la atrae hacia si hasta que se tocan completamente otra vez.
—¡Aaaah! —protesta un poquito, sonriendo igual, dejándose.
—¿Crees que podamos hacer esto en Londres? —susurra cerrando los ojos y apoyando la frente en la suya.
—Creo que vamos a tener que buscar la forma.
—Si no me dejas ir con las chicas, voy a venir por ti... —advierte sonriendo de ladito.
—Puedes venir por mi cada que quieras ir con las chicas —asegura mirándole a los ojos con transparencia.
—Ese parece un buen trato —sonríe Scott.
—Solo si... yo adquiero los mismos derechos —Bella carraspea un poco.
—¿Cuáles? —levanta las cejas.
—Pues si quiero... eso —explica vacilando un poco.
—¿Ir tú con chicas? —inclina la cabeza y levanta aun más las cejas.
—Cielos, eres... TAN hombre —Bella se ríe.
—Eso tendría alguna gracia, a lo mejor podría yo... ¿mirar? —propone esperanzado.
—Ya... pero no, no estaba pensando en eso precisamente.
—¿Entonces qué pensabas?
—Pues que… yo requiriera también…
—¿Las mujeres lo requieren? —pregunta más en serio de lo que debería por lo vergonzosa que es esa pregunta.
—¿Por qué no íbamos a requerirlo? —Bella parpadea.
—Por... ¿castas y puras y recatadas? —en realidad no tiene ni idea, solo siempre le ha parecido que así es.
—Venga ya… Yo… Ugh. ¡No se puede hablar de esto como mujer! —protesta un poco, aunque sonríe.
—La verdad, hace más sentido que sí lo necesitéis... a veces —se ríe él también.
—En realidad, yo creo que lo necesitamos tantas veces como ustedes.
—También tiene sentido —asiente.
—Pues claro que lo tiene, ¡somos personas! —exclama un poco escandalizada.
—¿Entonces podrías... venir a buscarme tú a mí? —le brillan los ojos con esa idea.
—Sí.
—S-Suena bastante sexy —vacila, poniéndose nervioso solo del concepto de imaginarla acercándose a él en una fiesta y diciéndole... solo una frase que ellos dos previamente habrían acordado, que significaría que ella no estaba llevando bragas o algo así para volverlo completamente loco intentado buscar excusas para irse antes de la reunión discretamente.
—¿Te lo parece? —se sonroja, ella.
Asiente.
—Suena... terriblemente fácil y... bueno, debería avergonzarme de ello —añade un poco culpablemente.
—A mí me parece que si es así no me importa regresar —asegura él cínicamente.
—En realidad, espero que no te importe... todo esto.
—¿Todo el qué? —pregunta sin entender.
—Pues que no sea realmente casta, pura y recatada...
—Seguro sí me importa —vuelve a besarla y ella le abraza.
—No soy una de esas chicas con las que vas…. ¿C-cómo… cómo puedes hacer esto con alguien así?
—No así, desde luego —le sonríe él.
—¿N-No?
—Ehm... No. Tú... ¿tu marido hace esto? —pregunta mirándola de reojo.
—Mi marido tiene sexo conmigo como… cuatro veces al año. Para empezar.
—¿Y hace... esto? De m-más de una vez —vacila incomodo con el tema.
—No. Ni siquiera sabía que esto se podía hacer.
—Yo... tampoco —admite y no la mira, apartando la cara.
—¿Cómo?
—Ehm...
—O sea ¿no haces esto… más de una vez? ¿Sale… caro? —pregunta sin entender por qué no iba a hacerlo, seguro las prostitutas estarían encantadas con ello.
—Pues... ¿es que tu marido sí hace esto más de una vez?
—Desde luego que no. Pero… no sé si es porque no quiere o no puede. Tampoco es que yo haya tenido especiales ganas de hacerlo más de una vez.
—Oh. Hum —carraspea.
—¿Tú crees que no… puede? Quizás podría preguntarle aunque va a pensar que yo quiero más de una vez y… —pone los ojos en blanco y bufa porque en realidad ya tiene más que suficiente con lo que hacen.
—A mí... nunca me había pasado antes —confiesa en un susurrito.
—¿Pa… sado? O sea, no es algo que…
—¿Q-Qué?
—¿Controles?
—Uhm. No.
—Ohh, yo pensé que… sí.
—Es... la primera vez que... quizás no vuelve a pasar.
—P-Pero quizás sí.
—N-No creo. Es... raro.
—¿Raro por?
—Pues porque lo es.
—Oh… ¿por?
—Se siente... Ehm... He entrado un poco en pánico.
—¿En pánico? pero si ha ido súper bien.
—Me... alegro.
—¿Por qué has entrado en pánico?
—Es que no me había pasado nunca y pensaba que...
—¿Ajá? ¿Que era algo raro?
Asiente.
—La verdad yo tampoco sabía que esto… podía ser tan agradable.
—¡Venga ya!
—¿Dos veces en un día? Por favor… y eso que… haces.
—¿El qué? —sonríe, encantado con esto.
—Todo eso que se… siente bien—se sonroja un poco—. Como te mueves…. No siempre en el mismo ritmo exacto y... E-En la misma posición. Tú... tienes más imaginación.
—¿Y si no volvemos a Londres nunca? —sonríe.
—¿No estabas pensando que podíamos volver ya?
—Pero no quiero —se le esconde.
—Yo tampoco —Bella le abraza y sonríe, acariciándole la espalda.
