Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.


El recibimiento en el reino del Oeste fue increíblemente grande y ridículo ante los ojos de James, que no pudo evitar poner los ojos en blanco, y fingir una sonrisa hipócrita tan rápido como pudo, todo aquello le aburría de sobremanera, hubiese preferido llegar ahí y hacerse de ese reino empuñando una espada, no firmando estúpidos pergaminos.

Aun que tenía que aceptar que el hecho de tener a Draco Malfoy sumido en el temor de si en algún momento iría hasta ahí y le sacaría las tripas, era más divertido que hacerlo, se bajó del caballo de forma ágil, caminó hasta el carruaje, abrió la puerta y observó a la rubia, que estaba somnolienta.

—Hemos llegado –informó en tono tranquilo –dile a Lorcan que te lleve a una de las cámaras y que ordene que te preparen el baño y que te den ropa de la Princesa Druella.

—Su majestad.

Audrey se sentó en el suelo del carruaje y agachó la vista, ser desvirgada por el soldado del Rey había sido algo espantoso, y ella sabía que por desgracia no era la primera joven que tenía esa suerte, pero sí la primera a la que el propio rey trate como si realmente fuese de la realeza.

—Quizás no puedo hacer lo mismo por todas las jóvenes del reino –informó, como si pudiese leer la mente de la joven –pero permíteme hacer esto por ti.

La mirada azul del rey se enfocó en el hombre que le había violado, así que ella se hizo más pequeña al notar que los observaba, el hombre no se inmutó ante el hecho, se acomodó su capa y volvió a poner los ojos en blanco.

—Sé que es un castigo para ti, el hecho de tener que soportarlo cerca –observó a Lorcan –pero la forma que encontré para solucionar la burla a tu persona, es que va a desposarte.

La chica tragó saliva y asintió ante las palabras de su rey, pero aquello no la hacía para nada feliz, observó sobre su hombro al rubio, que le dedicó una mueca de fastidio, el regente se alejó después de ayudarla a bajar del carruaje ya que le habían hablado al frente, los reyes del reino del Oeste.

Lorcan se colocó a un lado de ella, colocó su mano en la empuñadura de su espada, y se cuadró frente a la rubia, dándole una sonrisa fastidiada respecto a lo que le habían informado.

—Tienes que saber que ninguno de los dos podrá salvarse de esto –informó –tú no eres feliz de desposarme, y claramente yo no soy feliz de tener que casarme con una mujerzuela que fue "desvirgada" por un guardia, que obviamente no era yo, tener que tener a una sirvienta por esposa es denigrante para mí…

—Ya deje de mentir y admita su vil acto –bufó Audrey, enfadada.

—Yo no fui, incluso el rey sabe que tengo un hermano idéntico, todos saben que fue él y que solo me está castigando –negó –pero te prometo esto, haré tu vida el infierno que volviste la mía –le sonrió –haré que sea mi hermano, Lysander, quien te folle todos los días, con la misma intensidad y brutalidad con la que dices que te desvirgó –le sonrió divertido, al ver la mirada aterrada de la chica –y pobre de ti, si alguna de estas palabras llega a oídos del rey, porque te prometo esto también, si él me hace algo por lo que te he dicho o lo que te hará Lysander, voy a disfrutar de encerrarte desnuda en las mazmorras, donde los ladrones presos podrán hacer de ti todo lo que les plazca mientras vivas.

—X—

James observó a Draco y Astoria Malfoy de pie frente a él, con una sonrisa amplia, por parte de ella e hipócrita por parte de él, ya estaba acostumbrado a lidiar con tipos como esos, así que no era para nada nuevo, estaba deseando poder marcharse de ahí cuanto antes.

—Es una lástima que mi hijo, Scorpius tuviese que encargarse de un ataque a las afueras del reino –informó Astoria –hubiese sido tan maravilloso que pudiese conocer a un guerrero tan formidable como usted, su alteza James –hizo una pequeña reverencia.

—Supongo que hubiese sido un privilegio para alguien como él –sonrió de lado, haciendo que Draco gruñera un momento, y tuviese que tragarse su insulto.

—Pero pasemos al castillo –informó Astoria –su cámara ha sido preparada y está lista para que tome un baño caliente y descanse un poco…

—No estoy cansado –le informó –supongo que está poco acostumbrada a la juventud junto a usted –elevó una ceja y le echó una mirada a Draco.

Astoria observó sobre su hombro a su esposo, y después al castaño frente a ella, se cubrió la boca ocultando una sonrisa encantada, al igual que el sonrojo en sus mejillas, sin duda James Sirius Potter estaba en mejor forma que el Rey del Oeste, aunque éste también mantenía una buena forma todavía.

—Entonces podrá unirse a nosotros en un pequeño refrigerio, para que pueda conocer a mi hija, la princesa Druella, después de que usted y mi esposo firmen el tratado.

—Supongo –aceptó.

James pasó de largo a Draco y a Astoria, no estaba agotado, tenía demasiada energía acumulada, no había tenido desahogo sexual, y aunque la reina Astoria no estaba de mal ver, no le apetecía tener una aventura con ella, aunque bien pudiese hacerlo, por lo poco que escarbó en la posibilidad.

No demoró mucho tomando un baño caliente y alistándose, realmente quería irse de ese lugar tan pestilente tan rápido como le fuese posible, si el reino del Oeste todavía tenía un poco de dignidad, era porque el maestro de armas, le había mandado una nota cuando se volvió rey, quizás por eso tampoco hizo nada por conquistarlos como a los otros tres.

Salió limpio y relajado a unirse con Draco Malfoy, éste no se puso de pie ante su presencia, aquellas agallas lo hicieron divertirse un poco, quizás debería desenvainar su espada y decirle que cambió de opinión al respecto, y que definirían aquello en un duelo, pero sin duda era lo que aquel hombre estaba esperando.

—Oh, realmente tienes prisa por hacerte de mi hija –soltó Draco.

—Por firmar el tratado –informó con desfachatez.

James se dejó caer en la silla acolchada, de forma poco "elegante", en comparación con el hombre frente a él, que su mueca dejó ver todo el horror de aquel comportamiento, sin duda Draco Malfoy odiaba con cada fibra de su malvado ser, que su hija fuese a casarse con un hombre como él.

—Nunca podrías tener mejor reina que mi hija Druella –informó –es simplemente hermosa y una mujer…

—Tranquilo, o quizás tendré la errónea idea de que tienes un interés enfermo en tu hija.

—Jamás sería esa clase de enfermos –soltó indignado Malfoy –solo un bastardo enfermo se sentiría atraído por un miembro de su familia –bufó.

—Supongo que opinamos lo mismo –aceptó James.

Los acuerdos del tratado estaban en orden, por un momento pensó que ese bastardo se las arreglaría para poner algo que no le agradara en el papel, y despertara su furia y terminara cortándole la cabeza, ahí mismo.

—Mi hijo redactó esto en persona –le informó Draco.

—Entonces me sorprende el doble que no haya querido ocultar algo en pequeñas letras –se burló el castaño.

—Mi hijo es la persona más recta que…

—Una sorpresa más, ya que es un Malfoy, tu hijo, en específico –se encogió de hombros.

Draco no contestó a las provocaciones de James, haciendo aquello bastante aburrido, pero sin duda le agradaba que eso pudiese solucionarse rápido, firmó el maldito tratado e hizo que su soltado guardara el original, dejándole la copia a Malfoy.

—Es momento de que vayamos a reunirnos al pequeño almuerzo que mi esposa organizó, para que tú y Druella pudiesen conocerse.

James asintió, se puso de pie y avanzó cuando Malfoy le hizo un ademán para que lo siguiera, el jardín al que llegaron apestaba a flores, aquello sin duda le desagradó de sobremanera, pero no dijo nada, Druella Malfoy no estaba ahí, así que puso los ojos en blanco, suponía que querían que se impresionara por completo, pero era un soldado, había viajado por todo el reino y los reinos, y no solo había mujeres hermosas en la realeza.

—Lamento la tardanza –escuchó la voz suave y firme de una mujer.

Después de unos minutos, que James había aprovechado para seguir provocando a Astoria, dándole una imagen mental de algo que jamás pasaría, Druella Malfoy por fin hizo acto de aparición, él se giró, lentamente para darle dramatismo al momento, para que cuando lo contaran, dijeran que se quedó idiotizado por la belleza de la "Reina" Druella Malfoy.

—Pensé que no se uniría jamás –soltó James en tono poco amigable.

—Lo lamento –comentó la mujer.

Lo cierto era que Druella era una mujer hermosa, para los ojos de un mortal cualquiera, pero no ante los de James, el cabello rubio, casi blanco, estaba recogido en un peinado elegante y sus ojos grises brillaban llenos de frialdad, no estaba impresionado por ella, y todos lo notaron, incluida ella.

—Supongo que ahora podemos sentarnos a tratar lo que tanto les importa.

—Nosotros…

—Descuida, Malfoy –soltó, avanzando hasta la mesa y tomando el lugar principal, sentándose de forma informal, provocando casi un infarto en Malfoy –sé muy bien que lo que firmamos hace un momento no era lo que tanto te interesaba –lo observó –sino más bien, te interesa que unamos nuestros reinos, dándome a tu hija en matrimonio.

La mueca de Draco fue placentera para James, la mayoría de la gente lo subestimaba por su edad, creían que con su vasta experiencia podían manipularlo, pero ya había demostrado que estaba por encima de eso, hasta ese momento, nadie había podido con él, en juegos mentales, sin duda le iba de maravilla.

—Su alteza… -intentó la rubia.

—Descuida, estoy al tanto, puedo llevarte a mi castillo, y tenerte ahí, veremos si te acostumbras a una vida completamente diferente –se encogió de hombros –lo digo por el cambio de paisaje –observó a su alrededor –no hay nada como esto –se burló –no como una amenaza a que no voy a tratarte bien.

—Te llevarás a Druella –informó Draco –y la tratarás como la princesa que es.

—Yo nunca he dicho que no la trataré como tal –observó a la joven y sonrió.

—Los reinos van a unirse a uno, y tendré…

—Podrás llevar las riendas de este lugar –aceptó James –siempre y cuando, tus ideales vayan con los míos, de lo contrario, tomaré este lugar, no importa que hayamos firmado un tratado de paz, vendré hasta aquí con todo mi ejército y reduciré todo esto a cenizas.

James se puso de pie lentamente, caminando hasta Draco que seguía de pie, observándolo un poco enfadado, como si quisiera incitarlo a que lo hiciera de una vez, y se dejara de palabrería, pero bien sabía que no tenía oportunidad de costear todo lo que conllevaba retarlo.

—Eso, sí, es una amenaza –le sonrió.

La mirada fría y sádica brilló en los ojos azules del Rey, haciendo que Draco que se quedara humillado, por no poder contestar aquella amenaza, no le quedó más que hacerse pequeño y asentir, ya que ningún sonido salió por su garganta y boca, Astoria Malfoy observó aquello, llevándose las manos al pecho, un poco asustada, el hombre de cabellos castaños, pudo notar cierto placer en la mirada de la hija mayor de Malfoy, como si le agradara que "su futuro marido" fuese capaz de amedrentar a su padre, como si eso no se viera muy a menudo en aquel lugar.

—Ahora bien, podemos continuar con lo que amablemente Astoria preparó –la observó.

La mujer asintió con una sonrisa un poco tímida y le indicó con un ademán que tomara asiento de nuevo, así que volvió a tomar el lugar principal para enfado de Draco, que había avanzado hasta ahí, hizo una mueca de desagrado y ocupó el lugar de la derecha de James, seguido de su hija y al último su mujer.

El pequeño almuerzo fue un poco tenso, ya que, en ningún momento, James habló sobre matrimonio, Druella se iría con él, pero no había dado detalles al respecto de lo que ocurriría cuando llegaran al reino de James, así que eso había quedado un poco a la deriva, pero, aun así, tanto para Draco como para Astoria, que el Rey James, accediera a llevarse a Druella, era una señal de que la convertiría en su esposa al llegar a su reino.

La convivencia con esas personas puso de muy mal humor a James, que llegó a su cámara deseando que avanzara el tiempo lo más rápido que se pudiese para poder marcharse de ahí, por fortuna solo tendría que esperar un día a que Druella estuviera lista para poderse encaminar al reino del centro, tenía muchas cosas de las cuales encargarse, como el asunto de "su hermana", a la que Malfoy había hecho referencia, se suponía que aquello había sido manejado con discreción por los hermanos Scamander, de Lorcan ya se había encargado al obligarlo a desposar a aquella pueblerina ridícula, pero ahora le quedaba Lysander, por ser tan poco delicado en tratar dichos temas, todavía quedaba averiguar si realmente se trataba de aquella hermana que había echado del reino a morir de hambre y frío hacía años, o una farsante.

—X—

Las actividades a las que Malfoy lo había llevado no habían sido de todo malas, la pequeña cacería había sido oportunidad para demostrarles a todos aquellos que tenían la idea de que su fama solo era algo meramente inventado por las canciones y por los más fieles lacayos, sus habilidades eran puras, sin duda podría haber mejores guerreros, pero hasta el momento, James no se había topado con alguien digno de su admiración, todos eran unos débiles, y hacían lo que los débiles hacían, lamer sus botas, y conspirar a sus espaldas, pero no iban a poder con él, y estaba demasiado seguro de eso, no había ningún hombre capaz de derrocarlo, ni en ese momento, ni en ningún otro.

—Su majestad –lo interrumpió Lorcan.

—Dime, ¿Cómo está tu prometida? –Le sonrió divertido.

—B-Bien –contestó mordiéndose la lengua –pero venía a informarle que las cosas de la Princesa Druella han quedado acomodadas y todo está listo para partir mañana.

—Esas son buenas noticias –aceptó.

—Además de que mi hermano ha llegado también.

—Perfecto, dile que venga de inmediato.

Lorcan asintió, James avanzó hasta la mesa que estaba al centro de la cámara donde los Malfoy lo habían hospedado, la puerta se abrió después de unos minutos, Lysander entró en un andar tranquilo, aunque en su rostro se dejaba ver el cansancio que le había provocado ir hasta ahí tan pronto como dejó a la mujer que se decía su hermana en el reino.

—Al parecer no eres del todo un inútil –soltó James.

—Lo lamento, su majestad, hice el recorrido tan rápido como fue posible.

—Bien, dame informes al respecto –lo observó y le indicó que se sentara.

—Es bastante joven, e ignorante –informó –no noté alguna clase de que quisiera hacerse pasar por su hermana, más bien, intentó decir que los dichos habían provenido de otro lado, no de ella ni de sus tíos.

James avanzó hasta la pequeña mesa junto a la ventana y se sirvió un poco de vino, Lysander se levantó apresurado para hacer eso por él, pero el castaño levantó la mano, para que se despreocupara por el hecho.

—La chica a la que desvirgaste en aquella villa, acusó a tu hermano del acto –le informó.

—No pensé que lo haría –admitió.

—Iba a dejarlo pasar, iba a llevarla de sirvienta al castillo, como recompensa, pero, tu hermano se ha puesto insoportable e insubordinado.

Lysander apretó la quijada ante las palabras de su rey, no podía hacer mucho por él, siempre o en su mayoría, pedía recibir el castigo por cada idiotez que hacía Lorcan, después de todo era el mayor y el más habilidoso, era su obligación cuidar de él, pero ir en contra de James era algo que no podía ni quería hacer.

—Haré que la despose al llegar al reino –le informó.

—Lo que usted considere más conveniente como castigo para mi hermano, su majestad, deberá estar alegre que no lo mande flagelar por insubordinación.

—Es momento de que se haga responsable –observó a Lysander –además, después de todos los castigos que has recibido por él, es bueno que él reciba uno que te correspondía.

—Oh, es que me obligaría a mí a desposar a una chica de tantas a las que he desvirgado –se burló Lysander.

—Hasta este momento, había creído que todas ellas habían sido por su propia voluntad, no violadas por un soldado que juró permanecer en celibato –gruñó James.