Ximena abrió los ojos y vió un techo de color blanco que no conocía. Permaneció allí acostada siguiendo las líneas de los paneles de revestimiento hasta que se cruzaban con las lámparas redondas que iluminaban la habitación.

Giró su cabeza y vió al equipo médico cerca de la cama; un monitor de estado sobre un carrito y diferentes perchas para colgar aquellas bolsas del suero. Una de esas bolsitas estaba llena y pudo seguir con la vista el delgado tubo transparente que desaparecía en algún lado bajo las sábanas.

«Vaya, estoy viva » fue lo primero que pensó suspirando. Cerró los ojos y entonces recordó todo.

Pasó varios minutos rememorando el terror del combate, pero especialmente aquellos últimos minutos de completa impotencia.

Sabía por supuesto que algo como aquello podía suceder en cualquier momento y estaba preparada mentalmente para soportarlo, pero aún asi…

Habían hablado pocas veces sobre ello, apenas un par de palabras o un comentario en broma. Ximena volvió a abrir los ojos escuchando aún las explosiones a su alrededor.

Los últimos recuerdos estaban borrosos. ¿Qué había sucedido? ¿Como había perdido el conocimiento? ¿Estaba herida?

Miró las sábanas imaginando su cuerpo mutilado bajo las mismas ¿Y si había perdido las piernas? ¿Y si ahora era solo un torso conectado a esos tubos? Intentó mover las piernas y para su alivio vió como una manta caia al suelo a los pies de la cama.

El movimiento fué captado de inmediato por una cámara de vigilancia cerca de la cabecera y por el rabillo del ojo Ximena percibió movimiento.

—Veo que ha recuperado la conciencia. —dijo una voz extraña.

La joven giró un poco la cabeza y vió un Drone de color blanco que flotaba cerca de la cama. Era una esfera dividida en dos en cuyo centro asomaban dos pequeños cristales negros con dos minúsculas luces verdes que servian de "ojos". La voz de aquella máquina se escuchaba a través de un pequeño altavoz situado en la parte inferior de la esfera.

—Ya he informado al médico a cargo de su cuidado, pronto vendrá a visitarla. —informó.

—Dónde… ¿Dónde estoy…? —preguntó Ximena.

—Se encuentra en el Hospital Militar de Eden.

—¿Eden…? —preguntó asombrada la joven. —¿Como…?

—Su ritmo cardiaco y actividad neuronal están alcanzado niveles de excitación no recomendables. —informó el pequeño robot emitiendo una serie de pitidos. —Le ruego intente relajarse; un profesional se encuentra en camino y le informará adecuadamente sobre su situación actual.

Antes que la joven pudiese preguntar algo más, el pequeño robot se alejó flotando de la cama y salió de la habitación por una pequeña puerta que pareció surgir de la nada en una de las paredes.

Ximena volvió a quedarse sola mirando el techo. Eden. Eso era lo que había dicho el robot. Su base de operaciones estaba en Edén, más precisamente en la órbita del mismo, pero allí, en aquella habitación, la gravedad se sentía diferente. Tuvo la sensación que se encontraba en el planeta y no en la Estación Espacial que albergaba a su escuadrón. Giró la cabeza en la otra dirección y vió, a través de unas blancas cortinas, un paisaje de colinas verdes en la lejanía.

Su cabeza volvió a ponerse en funcionamiento. Si estaban en Edén, entonces la habían traído inconsciente durante todo el largo FOLD desde la zona de operaciones. Hizo cuentas mentales y calculó que habían transcurrido al menos once días desde aquello. ¿Pero cuánto tiempo había estado dormida en el hospital? ¿Podrían haber sido meses o… años?

Hizo un intento de mover su brazo derecho pero la sonda que se introducía en sus venas le dificultó la operación. Su brazo izquierdo parecía estar libre así que lo sacó de debajo de las mantas y se tocó el rostro. No notó ninguna arruga o cicatriz, eso la tranquilizó temporalmente, o al menos hasta que pudiese verse en un espejo.

El médico no tardó en llegar y vino acompañado de una enfermera y el pequeño robot volador que la había recibido al despertar. El Profesional la saludó amigablemente y tras preguntar su nombre, rango y edad, explicó de forma abreviada los motivos por los que se encontraba allí. Aparentemente había sufrido una contusión importante en la cabeza y había sido puesta en animación suspendida durante el viaje de regreso. Al preguntar cuánto tiempo había transcurrido de eso, el hombre no tuvo inconvenientes en informar la fecha en la que había arribado y la actual. Para alivió de Ximena solo había transcurrido un par de días desde que había ingresado a ese hospital.

—¿Qué ha sucedido con mi Escuadrón? —preguntó en cuanto pudo reunir el coraje, pero el Profesional se excusó asegurando que no tenía aquella información y que debería esperar a que un oficial se pusiera en contacto con ella.

El resto del día transcurrió lentamente. Ximena fué sometida a una media docena de estudios y por la tarde la dejaron descansar en su habitación hasta la hora de la cena. Nadie fué a visitarla y lo único que pudo hacer fué ver un poco de TV y escuchar música por sugerencia del pequeño robot-médico que le hacía compañía en aquella habitación.

Luego de la cena, una enfermera cambió una de las bolsitas de suero que mantenian conectada a su brazo y por la velocidad con la que Ximena se durmió era evidente que contenia algún tipo de substancia para conciliar el sueño.

Se despertó avanzada la mañana y nadie la molestó hasta el almuerzo. Una vez que la bandeja fuera retirada de su cama, llegaron las primeras visitas.

Ximena vió entrar a un oficial y tras él, dos soldados de la Policía Militar. Uno de ellos permaneció fuera de la habitación y el otro entró junto al hombre desconocido. La joven reconoció las insignias del uniforme e identificó rápidamente al hombre como su superior por lo que saludó con su mano izquierda tratando de adoptar una posición más recta en la cama. El hombre respondió de la misma forma. —Teniente Hernandez, no es necesario que se esfuerce. —saludó el Oficial. —En descanso ¿Cómo se encuentra?

—Me encuentro bien, gracias por preguntar, Señor. —respondió bajando la mano.

—Excelente. —respondió el hombre. —Mi nombre es Gotou, me desempeño como Oficial de Inteligencia del departamento de Asuntos Internos. Me han informado que ha despertado ayer por lo que debe tener muchas preguntas… pero antes de responderle, debo pedir su colaboración.

Sin esperar a que la sorprendida joven pudiera responder, abrió de inmediato un portafolio de cuero oscuro que llevaba bajo el brazo y de dentro sacó un Pad. —¿Se siente lo suficientemente bien para escribir un reporte? —preguntó el hombre alcanzando el aparato ya encendido a la joven.

Ximena miró el aparato en las manos del Oficial y lo tomó aún indecisa. —Creo… creo que si. —respondió.

—Magnífico… Me gustaría que realice un reporte por escrito de su misión. Sé que es algo que debería hacer exclusivamente con su Comandante, pero esta vez lo recibirá Inteligencia de forma directa. La dejaremos a solas por supuesto.

Tras decir esto el Oficial Gotou hizo una reverencia y salió de la habitación escoltado por los dos soldados, dejando a Ximena sola con el Pad encendido en la mano.

La joven siguió con la vista a aquellos hombres hasta que abandonaron la habitación, tras lo cual miró el aparato que tenía en las manos. Entonces lo encendió y un teclado holográfico se desplegó del mismo mientras una pantalla se materializaba frente a ella mostrando la interfaz de reportes que conocía de memoria.

¿Qué rayos estaba pasando ahí? ¿Asuntos internos? En la relativamente corta carrera de Ximena en el Ejército casi no había tenido contactos con esos tipos. Recordaba que una vez tuvo que llenar un reporte sobre una pelea en un bar de la que había sido testigo y que había involucrado a un par de idiotas de su escuadrón, pero todo había sido por escrito y nunca había estado cara a cara con uno de aquellos oficiales.

Colocó sus manos sobre el teclado y el Pad escaneó sus pupilas para identificarla, tras lo cual le pidió que se identificará en voz alta.

—Teniente Primera Ximena Hernandez. —dijo. —Escuadrón Púrpura de Enlace Situacional de la Base Orbital New Dallas en Edén.

La pantalla hizo un parpadeo y una reproducción del iris de la joven apareció momentáneamente en ella mientras la computadora verificaba la identidad del usuario.

«Identidad verificada, acceso al Registro de Operaciones confirmado» Anunció la voz digital.

Una nueva ventana se abrió y el formulario que Ximena conocía de siempre se desplegó ante ella. La joven observó el cursor parpadeante sobre el documento en blanco en silencio y dejó que sus manos tomaran la posición de escribir sobre el teclado como si se tratara de un movimiento involuntario, por fuerza de la costumbre, pero ninguno de sus dedos se movió.

Todos los recuerdos se agolparon en su mente, desde su salida desde una de las fragatas que los habían transportado hasta aquel lejano sector hasta el rostro de terror de su compañero muerto en batalla. Comenzó a escribir narrando lo que había sucedido tras el haber subido a su aeronave en el hangar de la fragata y despegado una vez que el oficial de vuelo la autorizara a salir al espacio.

Ximena describia cada acción que había tomado listándolas una tras otra a medida que su cerebro magullado recordaba cada detalle. Aquello no debía ser una historia ni una narración literaria. Se limitó a detallar como su escuadrón había realizado las operaciones previas a la emboscada y como se habían desplegado en el terreno a la espera de las tropas enemigas. Cuando llegó el momento previo al combate, Ximena dejó de lado su charla con su ahora desaparecido camarada y ex-compañero, el Oficial Miyuki Mifuda. Aquellas charlas eran consideradas privadas y nada tenían que ver con lo que debía reportar allí. También obvió escribir sobre su charla con la Oficial Fontaine y en cambio pasó directamente a describir lo mejor que pudo el combate.

«Las Fuerzas Zentradi, a pesar de su desventaja numérica, presentaron una resistencia extraordinaria y rechazaron nuestro ataque con facilidad» Escribió mientras los sonidos de las explosiones retumbaban en sus oídos.

«No eran unidades regulares, el uso de equipamiento avanzado y técnicas de guerra electrónica no se correspondian a ningún parámetro observado en esa clase de tropas, especialmente en las destinadas al patrullaje»

Ximena dejó de escribir. ¿Quiénes eran esos tipos? Cada una de esas armaduras luchaba como si fuera un As… ¿Pero Ases en una patrulla? No podía ser y sin embargo…

La joven sacudió la cabeza. Era trabajo de Inteligencia y el Alto Mando el descubrir aquello. Ella había cumplido su misión tal y como había sido entrenada para hacerlo. Alejó aquellas dudas de su cabeza y continuó escribiendo aquel reporte.

Le llevó casi una hora mas terminar de pasar su reporte en el Pad. Escribió la última frase y dejó varios espacios en blanco sin saber que mas poner a continuación.

«Logré dañar seriamente a la armadura que amenazaba directamente a mi aeronave pero el daño recibido hizo que perdiera el conocimiento. Mi copiloto estaba en condiciones de asumir el mando de la nave, por lo que asumo fué la causa de que pudiese ser rescatada a tiempo»

Ximena volvió a leer la frase y supo que eso no era cierto. «No… quien destruyó a esa armadura y salvó nuestras vidas fué la Oficial Fontaine» Se dijo mientras movia los dedos para presionar la tecla de retroceso. «Usando sus drones logró neutralizar a la armadura que estaba por matarnos a ambas… su acción nos salvó la vida»

«¿Entonces por qué pidió perdón?»

La joven se detuvo y el cursor quedó parpadeando junto a la última palabra que había escrito. Los últimos recuerdos llegaron a su mente en aquel momento.

«Lo siento… lo siento tanto» Había dicho ella entre lágrimas.

¿Por qué la Oficial Fontaine había pedido perdón? ¿No acababa de salvarle la vida? No tenía sentido aquello.

El pequeño drone de monitoreo se activó en ese momento y se acercó flotando a la cama.

—Su ritmo cardiaco y ondas cerebrales están alcanzando niveles no recomendables. —informó la voz robótica. —Es aconsejable que se relaje de inmediato para lograr una completa recuperación. ¿Desea que administre un relajante en su suero para ayudarle a…?

—No. —exclamó la Teniente Ximena volviéndose hacia el Drone. —No… no es necesario. —afirmó.

El Drone permaneció en el sitio observándola con aquellos ojos digitales y Ximena supo que no se iría de allí hasta que sus signos vitales se relajaran un poco. Intentó probar otra cosa, sabiendo que aquello no era posible en ese momento. —¿Puede informar a las personas que esperan afuera que ya he terminado mi reporte? —pidió en cambio.

—Entendido, lo informaré prontamente. —respondió el robot mientras se daba la vuelta y flotaba hacia la puerta.

Ximena suspiró y volvió a mirar la pantalla, pero no borró lo último que había escrito.

«¿Por que te has disculpado?» Preguntó a las letras que brillaban sobre la imagen holográfica. «¿Acaso tu…?»

El sonido de pasos hizo que apartara los ojos de la pantalla y observara como el hombre que se había identificado como Gotou volvia a entrar a su habitación.

—Listo. —dijo la joven haciendo un gesto con la mano para cerrar la aplicación. La pantalla se retrajo sobre el Pad y la pantalla se apagó de inmediato.

—Muchas gracias por su colaboración. —respondió el hombre.

—Puede… ¿Puede responder algunas preguntas ahora? —inquirió Ximena.

—Lo intentaré. —respondió el oficial sonriendo mientras guardaba el aparato en su cartera. —¿Que desea saber?

Ximena tragó saliva. —¿La misión fué exitosa?

—Sin lugar a dudas. —respondió Gotou. —Tengo entendido que todas las fuerzas Zentradi en la zona fueron neutralizadas.

La joven asintió. —¿Y nuestras bajas…?

El hombre sacudió la cabeza. —No dispongo de esa clase de información. —dijo.

—Comprendo. —afirmó Ximena. —¿Qué hay de mi copiloto? ¿Sufrió heridas…?

El hombre la miró seriamente. —Lamento ser yo quien deba informarle. —dijo bajando el tono de voz. —El Oficial Mifuda perdió la vida durante la batalla.

Ximena sintió aquello como una puñalada y bajó la cabeza sintiendo que la pena la embargaba, pero su cerebro reaccionó más rápido que su corazón. —No… es decir… me refiero a mi copiloto asignado durante esa operación… la Oficial Fontaine.

—Su Copiloto era el fallecido Miyuki Mifuda. —aseguró el hombre secamente.

Ximena levantó la cabeza y miró sorprendida al hombre. —¿Eh..? Pero…

—Comprendo que el shock debe ser muy grande. —dijo el hombre dándose la vuelta. —Será mejor que descanse y sane sus heridas, pronto un profesional vendrá a verla y podrá ayudarla a superar este terrible trauma.

Ximena se había quedado sin palabras. Miró la espalda del hombre y sacudió la cabeza. —Podré… ¿Podré dejar el hospital pronto? —preguntó.

—Oh sí… hablé con uno de sus médicos y me dijo que las lesiones no dejarán secuelas y sanarán pronto. Estoy seguro que pronto podrá ser dada de baja sin inconvenientes. —aseguró el oficial.

—De alta.

—¿Eh? —preguntó el hombre girando la cabeza en dirección a la cama

La joven lo miró directamente a los ojos. —Me darán… de «alta» del Hospital… eso quiso decir… ¿Verdad?

La forma en que el hombre sonrió hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de la joven. —Por supuesto. —aseguró Gotou. —Claro... de «alta», eso quise decir.

Sin decir una palabra más el hombre abandonó la habitación dejando a solas a una confundida y preocupada joven.

El resto de la tarde pasó lentamente y nadie mas (Salvo el pequeño robot volador) la molestó hasta la cena. Luego de comer, un doctor se acercó a ver como se encontraba y la hizo sentarse en la cama. Luego hizo que se pusiera de pie y diera unos cuantos pasos alrededor de la habitación.

—Mañana parece que hará tiempo agradable. —dijo mirando el informe meteorológico en su Pad. —Me gustaría que saliera a dar una caminata por el campo alrededor del hospital; creo que le vendrá bien un poco de caminata y aire fresco para recuperarse.

La joven asintió y volvió a acostarse, todavía con la cabeza llena de pensamientos y preocupaciones.

La mañana siguiente fué tal y como había previsto el medico; un dia soleado y agradable de primavera en el cual la brisa que soplaba desde la bahía traia los aromas del mar y el grito lejano de las aves marinas. Ximena se levantó temprano y un enfermero la pasó a buscar a su habitación con una silla de ruedas para llevarla del otro lado del hospital.

El enorme edificio se levantaba a las afueras de la Ciudad Capital, en una península que se extendía alrededor del transitado puerto espacial y marítimo del planeta. Todo alrededor del mismo era una pradera de hierbas verdes con algunos árboles salpicando el paisaje hasta que la vista se perdía en las colinas que se elevaban a la distancia, en donde la enorme cordillera de Centralia separaba el enorme desierto que se extendía por miles de kilómetros en aquella dirección.

Ximena vió a una media docena de pacientes que tomaban aire o descansaban allí mismo en aquella especie de plaza. Varios enfermeros caminaban por los alrededores conversando entre ellos o con los pacientes, en una atmósfera agradable y distendida.

El enfermero la dejó junto a unos bancos de madera y dijo que la esperaría allí mismo mientras daba una caminata, pero que la iría a buscar si se cansaba a mitad de camino. La joven le agradeció la ayuda y tras hacer un pequeño estiramiento, comprobó que realmente deseaba caminar un poco.

Aquello la ayudaba a pensar.

Se alejó por un sendero de losas en dirección a la bahía, sintiendo el viento en el rostro mientras contemplaba el inmenso cielo azul del hermoso planeta.

No fué demasiado lejos. Tras caminar unos quince o veinte minutos se detuvo junto a una cerca de piedra que separaba un campo de flores rojas. Tomó el Pad que le habían dado en la enfermería y apuntó la cámara de Realidad Aumentada a las flores.

«Rosas de Edén» Explicó el aparato citando un artículo de la Red Galaxy. «Variedad local adaptada a la biosfera planetaria por medio de ingeniería genética derivada de la planta originaria del Planeta Tierra»

Ximena guardó el aparato y tomó un sendero que subía una pequeña colina, en donde un cartel indicaba la existencia de un mirador.

Tras caminar varios minutos la joven llegó a la cima de aquella colina y se encontró frente al mirador; una tarima de madera a la que se accedía por medio de una ancha escalera en donde habían colocado un par de bancos y uno de esos telescopios operados por monedas.

Descansó un rato allí, viendo las barcas de pesca que salían de la bahía en dirección a las zonas de pesca designadas. El puerto espacial no estaba demasiado activo todavía. Ximena contó dos cruceros anclados a los muelles destinados a turistas, pero era evidente que aquel lugar podía recibir y despachar al menos a una docena de aquellas enormes naves en temporada alta de turismo.

Suspiró y miró al cielo, en donde varias líneas blancas cruzaban el azul profundo de la atmósfera de Edén. ¿Esos eran cazas saliendo de órbita? Hizo un cálculo rápido y miró en la dirección en la que debería poder verse su base de operaciones; la Estación Espacial New Dallas.

Distinguió un pequeño puntito brillante apenas sobre el horizonte. Aquella era la base en donde su Escuadrón operaba regularmente, ¿Como estarían todos tras la batalla? ¿Habría sobrevivido alguien más?

«Lo siento»

Le pareció oír la voz de la joven Oficial en su asiento trasero. Giró la cabeza pero solo vió las hierbas moviéndose lentamente en la brisa. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Se estaba volviendo loca?

Se puso de pie y bajó las escaleras de madera en dirección al sendero, pero no volvió sobre sus pasos y en cambio caminó en la otra dirección, dejando que el viento que venía de la bahía la llevara en la misma dirección.

Al dar la vuelta a un recodo vio una pequeña tumba no muy lejos del camino.

Allí el camino se acercaba a un precipicio y habían puesto una valla de madera para evitar que nadie se cayera por accidente. La lápida de piedra se encontraba del otro lado de la valla en una saliente que parecía asomarse sobre el abismo. Ximena pasó por debajo de la barandilla y caminó guiada por la curiosidad.

La vista allí era realmente maravillosa, mucho mejor que lo que podía verse desde el mirador. Allí el mar se abría ante ella y aparecía una parte de la enorme cordillera que parecía hundirse en el mar. Una vista magnífica.

Se acercó a la lápida y leyó la inscripción grabada en la piedra:

.

Capitán Jim Glenn

2029-2058

Tus Compañeros y Amigos

Recuerdan tu Máximo Sacrificio

.

—Sempai —dijo poniéndose de cuclillas frente a la lápida. Conocía aquel nombre por supuesto. Había leído sobre él en la bibliografía de su Escuadrón, pero no sabía que su tumba se encontraba aquí en el planeta.

Jim Glenn había sido un piloto de VF-171 S2 como ella, también desplegado en la base New Dallas, aunque en el Escuadrón Ámbar.

Vió flores en la tumba, como si alguien las hubiese puesto aquel mismo día. Se levantó y miró alrededor, pero estaba completamente sola en aquel sitio. Se inclinó ante la tumba y permaneció en esa posición rindiendo homenaje a aquel soldado que, como su camarada Mifuda, habían dado sus vidas para proteger a la raza humana.

No supo cuánto tiempo había pasado allí parada, pero por la forma en que sus piernas se quejaban de ello en forma de un insistente hormigueo, Ximena supo que había sido bastante. Volvió al camino y cuando inició el regreso se encontró con el enfermero que, preocupado por su larga ausencia, había ido a buscarla empujando la silla de ruedas. El hombre vió como la joven pasaba por debajo de la valla y sacudió la cabeza en desaprobación. —Los vientos aquí son traicioneros. —dijo señalando el acantilado. —Una ráfaga repentina puede arrojar a un humano adulto por el aire como si fuera una cometa… ¿O como se piensa que son capaces de volar esos enormes Pterodáctilos…? Utilizan las fuertes corrientes de viento para elevarse por sobre el bosque… ¿Nunca ha visto uno?

—Solo en videos. —reconoció la joven.

—Es un espectáculo digno de verse… se lo aseguro. —afirmó entusiasmado el hombre que al parecer si había presenciado uno de esos vuelos. —No se ven todavía en esta época, pero si sube a las colinas allí a fin de año. —dijo señalando hacia las lejanas ondulaciones del terreno. —Hay chances que pueda ver uno cuando bajan a alimentarse al bosque.

—Siento haberlo hecho venir hasta aquí. —se disculpó Ximena. —Ya estaba a punto de regresar.

Ximena declinó el ofrecimiento de sentarse en la silla y caminó junto al hombre el resto del camino mientras conversaban sobre la tumba que había visitado. Al parecer una mujer que trabajaba en una PMC con sede en Ciudad Capital iba allí todas las semanas a dejar flores en la tumba… pero nadie conocía su historia o identidad.

—Cada tanto aparecen un par de Meltrans a visitar la tumba. —explicó el enfermero. —Se ve que aquel soldado tenía muchos conocidos en la milicia… ¿Usted lo conoció?

—Solo sé que estuvo asignado a mi misma base de operaciones. —respondió Ximena. —desconozco las causas de su fallecimiento.

Tras algunos minutos de caminata regresaron a la entrada de la parte posterior del enorme edificio blanco en donde se encontraba el Hospital Militar. Ya no había más pacientes en la plaza con los bancos que había visto aquella mañana, aunque vió a un hombre vestido de traje que esperaba sentado junto a la entrada. Esta persona se puso de pié de inmediato al verlos llegar y se dirigió rápidamente hacia ellos.

Ximena tuvo un escalofrío y estaba segura que no era ninguna ráfaga de viento de Edén.