—Control de Tráfico New Dallas a TP-890, Está autorizado a salir por Puerta Tres transitando por Pista Tango. Precaución por Tráfico Pesado durante el rodaje.
Camila Hughs accionó la radio equipada sobre la oreja haciendo un gesto con su mano izquierda mientras mantenía la derecha firme sobre el mando de su transporte. —Aqui TP-890. Autorizados …. eh...salida por puerta Tres via…. Tango. —repitió algo nerviosa.
—Readback correcto. —informó la torre de control. —Contacte a Control Orbital Edén al abandonar la zona de Exclusión de New Dallas.
—Entendido.
La comunicación se cortó y la joven se relajó un poco. Observó que su velocidad había descendido ligeramente por lo que aplicó un poco de potencia al propulsor principal. El transporte de personal era un pequeño transbordador con capacidad para unas veinte personas, apenas con la suficiente autonomía para realizar transferencias orbitales entre las diferentes estaciones y naves que rutinariamente llegaban al planeta Eden.
Camila mantuvo la vista fija en su vector de dirección y dió unas pequeñas correcciones al joystick para mantener la línea intermitente de luces holográficas centradas bajo la nariz de su nave. Lentamente, siguiendo las reglas de circulación dentro de la enorme estación, el transporte se acercó flotando a las enormes compuertas que separaban los enormes hangares del espacio exterior.
A unos cien metros las balizas se pusieron en funcionamiento y las enormes compuertas de acero de un centenar de metros de altura comenzaron a abrirse para dejar paso al pequeño transporte, quien quedaba reducido al tamaño de un pequeño insecto al pasar por entre tan enormes piezas de ingenieria en movimiento.
New Dallas era una de las pocas estaciones espaciales que poseia bahías de atraque internas para fragatas y otras naves de clase capital. Allí todo era de tamaño colosal, desde las luces de navegación hasta los enormes indicadores holográficos que servían como señales viales para la enorme cantidad de tráfico que entraba y salía de la estación. Camila siguió el camino de luces que el SILS de la estación le había asignado y pronto se alejó de toda la enorme actividad que rodeaba a la gigantesca base militar.
Al llegar al final del camino de luces la computadora le devolvió el control completo de la nave. Camila usó la interfaz de navegación para insertar el código de su destino y al cabo de unos segundos recibió los datos necesarios para establecer un curso directo.
Su destino se encontraba en una órbita mucho más alta con respecto a New Dallas, por lo que debía realizar una maniobra orbital para llegar a ella. Cambiar de órbita requería aumentar la velocidad y para ello era necesario realizar una maniobra en extremo precisa, sincronizando tanto el tiempo de aceleración como el de frenado para evitar gastar el preciado combustible en maniobras de corrección. Camila dejó que la computadora escogiera el vector más eficiente y, tras recibir la confirmación del cálculo finalizado, usó el joystick para apuntar el morro de su nave hacia el indicador circular que apareció en el HUD frente al cristal de su cabina. Una vez que la alineación estuvo correcta activó el acelerador automático y dejó que la computadora tomara el control de los motores.
Pronto la vibración de los enormes motores se sintió en toda la nave y la joven quitó las manos de los controles mientras dejaba esa parte de la navegación en manos del sistema.
—TP-890 iniciando maniobra de transferencia orbital. —informó nuevamente mientras seleccionaba la frecuencia asignada al manejo de rutas de las naves espaciales que entraban en la zona de control del planeta Edén.
—Control Orbital a TP-890, aprobada su transferencia y cambio de zona de control. Contacte a OS-1 en frecuencia 272.30 al llegar a destino.
—Entendido. —respondió la joven. — 272.30. Cambio de frecuencia aceptado.
—¿ETA? —preguntó una voz conocida a sus espaldas.
—Treinta y cinco minutos. —respondió Camila haciendo que su silla girase ciento ochenta grados.
La teniente Ximena Hernandez se sentó en el asiento del copiloto y miró el campo de estrellas. Una parte del planeta todavía podía verse debajo de ellas mientras la nave tomaba más y más velocidad, dejando la órbita baja en donde podían apreciarse miles de luces de navegación correspondientes a las tantas miles de naves que, en ese preciso momento, se encontraban listas para zarpar a la guerra.
—Nunca vi tanta actividad alrededor de Edén. —observó Ximena. —La movilización de las fuerzas es total.
—Y solo es una de las cinco flotas que participaran en la campaña. —respondió la joven. —Es la primera vez en la historia de la humanidad desde la Primera Guerra Espacial que la NUNS reúne a su fuerza de choque principal.
Ximena se cruzó de brazos. —Han dejado a todos los planetas del sector interior desprotegidos. —dijo sacudiendo la cabeza. —Solo han dejado la flota defensiva en La Tierra y nada más… así y todo…
—Apenas podemos reunir un cuarto de millón de naves. —dijo Camila suspirando. —Comparado con los números que manejan las flotas Zentradi no somos nada.
La Teniente Hernandez asintió con gravedad. —El Alto mando confía demasiado en el Shock Cultural como ventaja estratégica. —dijo no muy convencida. —Y ya experimentamos en carne propia lo mal que puede resultar cuando las cosas no salen como se planean.
La Oficial Hughs giró la cabeza hacia su copiloto. —No he podido averiguar nada sobre esos Zentradi con Defensas Anti-Shock Cultural. —confesó. —Han borrado casi todas las huellas de la operación y no queda nada de información suelta que pueda rescatar.
—Espero que los de Inteligencia puedan hacer buen uso de los datos que capturamos en los sensores de nuestros cazas. —suspiró la Teniente Hernandez.
Los motores del transporte alcanzaron entonces la velocidad requerida para la transferencia orbital y se apagaron al unísono, dejando a la nave deslizándose por el espacio en completo silencio. Al cabo de unos diez minutos de aquel viaje silencioso en los que ambas pilotos no intercambiaron mas palabras, los propulsores delanteros se encendieron y se prepararon para llegar cerca de su destino final.
—Ya puedo verlo. —dijo Camila rompiendo el silencio mientras señalaba un punto del espacio a través del cristal de la cabina.
La instalación a donde se dirigían eran los inmensos astilleros orbitales llamados OS-1, un antiguo Satélite-Fábrica que la UNSpacy había capturado y transportado a la órbita de Edén para ayudar a la reconstrucción de la aniquilada flota Terrestre tras la Primera Guerra Espacial.
Poco quedaba ya de la orgánica construcción que la Protocultura diseñada para servir a sus fuerzas de choque por toda la Galaxia. La humanidad había tomado la tecnología de aquellas enormes fábricas y la había adaptado y modificado de acuerdo a sus requerimientos, dejando de lado la producción de destructores y fragatas Zentran para centrarse exclusivamente en naves de diseño terrestre.
O al menos, así había sido al principio.
Las naves Zentraedi eran, incluso en el presente, mucho mas económicas y faciles de mantener que sus contrapartes alienígenas. Miles de naves Zentradi, apenas reconvertidas con las mejoras de supervivencia y control de daños humanos, patrullaban actualmente las fronteras de la expansión humana, allí donde el presupuesto de la NUNS no llegaba a desplegar los enormes portanaves clase Battle por falta de recursos. Las naves Zentradi estaban siempre disponibles.
Por eso Ximena no se sorprendió al ver como una enorme compuerta se abría en la estructura principal del enorme astillero y una enorme Thurvel-Salan, recién salida de la cadena de montaje, emergia de las tinieblas y volaba directamente a uno de los enormes docks de atraque en donde un centenar de otras naves iguales a esas esperaban las nuevas órdenes en silencio.
Camila miró aquella nave y se volvió hacia su Sempai. —¿Es cierto que son Drones? —preguntó.
—Si. —respondió la Teniente Hernandez. —Todas esas naves son controladas remotamente. Ninguna de ellas tiene la capacidad de desplegar tropas, solo se usan como plataformas de artillería móviles no tripuladas.
La joven miró aquellas enormes naves silenciosas. —La mitad de nuestra flota la ocupan esas naves fantasma. —dijo.
—Más de la mitad. —la corrigió Ximena.
Los docks de atraque crecían como enormes ramas por debajo de la enorme estructura principal del Astillero, era difícil contar cuantas naves de esas había, pero Camila calculó unas seiscientos o setecientos solamente ancladas allí, escuadras enteras de ellas podían verse ahora ancladas a varios kilómetros de allí en orbitas geoestacionaria alrededor del planeta.
—Será mejor que contactes al control de vuelo. —indicó Ximena.
Camila asintió y volvió a activar el comunicador de su oreja. —Aqui TP-890, solicito autorización para aproximación con intenciones de atraque.
Para su sorpresa, una voz de computadora fué la que respondió a su pedido.
—«Este es el sistema automático de Aproximación de OS-1» «TP-890 su petición ha sido registrada» «Ingrese plan de vuelo y aproximación y espere aprobación antes de continuar»
—Solicito aproximación manual. —dijo muy segura de si misma. —Nuestro destino es EPM-665.
Ximena miró a su piloto interesada. —¿Vas a volar toda la aproximación en forma manual? —preguntó.
—Estoy lista. —respondió la joven. —Tengo confianza en todo lo que me ha enseñado.
La teniente Hernandez asintió en silencio y Camila volvió su atención a las comunicaciones.
—«No hay tráfico activo en los alrededores del Dock 44» —informó el sistema automático «Se recomienda el uso del sistema SILS para navegación controlada»
—TP-890 Requiere aproximación Visual. —insistió Camila.
—«Permiso concedido» «Recuerde seguir el procedimiento de Seguridad y no vuele cerca de las instalaciones ni a velocidades mayores a las recomendadas» —advirtió la computadora. —«Precaución por tráfico en la zona; manténgase alerta»
—Entendido. iniciando aproximación. TP-890 fuera.
La muchacha asumió el control completo del transporte bajo la atenta mirada de su Senpai e inició la maniobra de aproximación.
Ximena la había adiestrado bien. Si bien habían pasado solo dos meses desde que se reunieron en aquel viejo taller en Edén, la joven había hecho progresos a pasos agigantados gracias al intenso programa de entrenamiento a la que había sido sometida en los simuladores de vuelo.
Aún estaba lejos de ser una verdadera piloto de combate claro, pero sus habilidades como piloto se habían refinado como nunca antes y sentía que lo que había aprendido en la Academia eran juegos de kindergarten comparadas a las maniobras y tácticas que Ximena había apenas mostrado en aquellos combates simulados.
El astillero que era su destino apareció ante ellas. Una solitaria nave se encontraba anclada a la enorme estructura de metal con los amarres y mangas de aprovisionamiento desplegadas a medida que los pertrechos de guerra eran embarcados por medio de enormes cintas transportadoras.
Si bien solo unas pocas luces iluminaban aquel dock de amarre, la forma de la nave era fácilmente reconocible: Era una fragata clase Northampton, la única de su clase que se encontraba en aquel enorme astillero lleno a rebosar de cruceros y destructores Zentradi.
—Supongo que son verdaderos marginados. —observó Camila apretando los controles. —¿Por qué otra razón han venido a aprovisionarse aquí, sinó? —preguntó. —Estuve investigando algunos de los reportes y las cosas que leí son… bueno, para ponerlo en forma objetiva… la reputación de estos tipos es terrible.
Ximena no respondió y mantuvo la vista hacia el campo de estrellas, como si pudiera ver algo más que espacio infinito.
—No comprendo. —continuó diciendo la joven. —¿Como es posible que exista una unidad como esta en la milicia? ¿Con esta clase de… prontuario?
Ximena apartó la mirada del cristal y miró a su compañera. —Supongo que son buenos en lo que hacen. —dijo con voz suave.
—¿Ehh? —protestó Camila devolviendo la mirada. —¿Esa te parece una razón válida?
—Tráfico delante. —respondió la Teniente con calma señalando hacia la proa, pero sin cambiar de expresión.
—¿Tra-?
Las alarmas de proximidad del transporte se activaron y Camila volvió la vista rápidamente al frente, justo a tiempo para ver los propulsores brillantes que dejaban estelas luminosas a pocos metros de ellos.
—¡Mierda! —gritó.
Empujó con toda su fuerza el control hacia delante para forzar a la nave a comenzar un picado de emergencia, pero cuando reaccionó no había nada frente a ellos.
—¿Pero qué…?
Ximena había activado uno de los monitores de vigilancia y utilizó el control para enfocar hacia estribor. —No te preocupes. —dijo. —No hubieses podido tocarlos ni aunque quisieras… es más, creo que ni se dieron cuenta que estábamos aquí.
—¿Ehh...?
Por el monitor vió que en efecto no parecían haberse dado cuenta de su presencia. Camila reconoció de inmediato la silueta de aquellos cazas variables, casi obsoletos en la parte central de la Expansión Humana. —¿Esos son VF-11? —preguntó. ¿Que están…?
—Entrenando. —dijo Ximena acercándose aún mas a la pantalla. —Observa… y aprende.
Los dos cazas estaban enzarzados en un brutal combate "a cara de perro" como se le conocía en la jerga militar. Ambas aeronaves giraban una alrededor de la otra y trataban de posicionarse aprovechando cada pequeña ventaja de la intrincada danza de batalla para poder situar sus armas en posición de disparo. Cada tanto un pequeño fogonazo de luz se veía entre los frenéticos giros y vueltas, evidenciando cada vez que uno de ellos hacia un disparo con una de sus armas.
Camila volvió a poner el transporte en rumbo de aproximación y vió que sus manos estaban perladas de sudor. Redujo un poco la potencia del motor y volvió la vista hacia la pantalla. —Esa forma de luchar. —dijo mirando las frenéticas imágenes. —¿Quienes rayos son esos tipos? —preguntó sintiendo un escalofrío.
No obtuvo respuesta por parte de su compañera asi que volvió su atención a los mandos del transporte.
Ya estaban lo suficientemente cerca de la fragata como para distinguir los detalles del casco. La joven piloto había buscado conocer más sobre aquel extraño batallón entre la limitada información que había disponible sobre ellos, más para su sorpresa era muy poco lo que había logrado averiguar. Fotografías solo había visto unas pocas y casi todas ellas databan del personal que había estado asignado a aquella nave previamente. (Aparentemente la Fragata había pasado por las manos de varios Capitanes desde que fuera comisionada en el año 2051)
Increíblemente, la fotografía que Tali les había enseñado allá en el viejo taller era, a decir verdad, la fotografía más actualizada que existía de aquella nave y Camila comprendió que muy probablemente aquella fragata no hubiese recibido mayores mejoras (o siquiera una mano de pintura) desde entonces.
La nave había sido reparada multitud de veces a juzgar por los diferentes tonos de grises que el metal exhibía en las diferentes placas de blindaje que formaban el casco. Lo único que parecía ser relativamente original era la burda piña dibujada sobre una de las bandas del casco, justo debajo de la superestructura que albergaba el puente del mando. Habia sido repintada varias veces, eso si y al parecer cada vez habian utilizado un tono diferente de amarillo o incluso naranja… era como si un niño Zentradi hubiese estado dibujando con crayones gigantes en aquella nave.
Aquella fruta tenía un significado nefasto en la milicia. ¿Por qué aquellos tipos la habían escogido como emblema de su nave? Ximena tampoco había podido darle una respuesta concreta y se había limitado a encogerse de hombros cuando la había interrogado sobre aquel asunto.
—¿Sabes dónde está la entrada al hangar de las Northampton? —preguntó Ximena una vez que las aeronaves que estaban entrenando hubiesen desaparecido tras las enormes estructuras del astillero orbital.
—Si, en la sección ventral inferior. —respondió orgullosa Camila. —Voy a hacer un patrón por encima de la proa y descenderé por estribor para interceptar el SILS del hangar.
—Bien.
Camila volvió a activar su comunicador mientras el transporte se acercaba ya a la silenciosa fragata. —Aquí TP-890. —dijo un poco nerviosa. —Solicito permiso de atraque en el Hangar Principal.
Una voz gruesa y poderosa no tardó en escucharse por el auricular. —Aquí el Control de Tráfico de EPM-665, el hangar se está abriendo en este momento, complete un circuito de espera alrededor y proceda a interceptar el SILS en la baliza activa.
En ese preciso instante una baliza apareció en la interfaz de vuelo frente a los ojos de Camila y la computadora de vuelo asignó correctamente los vectores de intercepción para el plan de aproximación más directo.
—Entendido. TP-890 Inicia circuito de espera seguido de intercepción de la baliza de aproximación SILS.
La comunicación se cortó y la joven piloto volvió a suspirar. —Bueno, aquí vamos.
Giró el joystick para interceptar el circuito por la derecha e inició la aproximación pasando por encima de la fragata, cerca de donde se elevaba el puente de mando.
—¡Oh…! —exclamó con asombro, haciendo que Ximena volviera la atención hacia el frente. —¿Qué sucede?
—¡Mira! —exclamó la joven señalando a través del cristal de la cabina.
En ese momento vieron a su derecha la superestructura del Puente de Mando… o lo que quedaba de ella.
—De-Deculture! —exclamó Camila.
El Puente de Mando de las Northampton era una torre que se elevaba a mas de cuarenta metros sobre el casco de la nave y estaba coronado por un domo de cristal en forma de arco que otorgaba una visibilidad excelente a la tripulación. Lo que Ximena y Camila ahora contemplaban en silencio eran las ruinas de aquella torre. El enorme domo de cristal se encontraba acribillado a disparos, pero era uno en particular que, con casi medio metro de diámetro, dominaba todo aquel escenario de destrucción.
—Sea lo que sea lo que les pegó, los que estaban en el puente no lo deben haber pasado nada bien. —dijo Ximena sacudiendo la cabeza.
Camila utilizó uno de los reflectores de maniobra y dirigió un haz de luz hacia los agujeros. El cristal astillado devolvió miles de reflejos y pudieron ver claramente la ruina del otro lado del destrozado domo; la silla del Capitán y los puestos de control y monitoreo de los oficiales del puente estaban vacios y todo era silencio. Podían ver las pantallas quebradas y el daño causado por la metralla en los diferentes pisos de la torre, en donde los proyectiles que habian atravesado el escudo habian lanzado una lluvia de destrucción y muerte por todo el espacio.
—Debió haber sido un infierno. —dijo Camila. —Nadie pudo haber sobrevivido a eso… lo que quiere decir…
La Teniente Hernandez se cruzó de brazos. —No es una nave fantasma, si eso es lo que estas pensando. —dijo.
La joven apagó el reflector y completó la maniobra pasando por sobre la nave. —¿Por qué no están en el astillero reparando los daños? Se supone que partimos mañana a primera hora… ¿Cuándo piensan reparar el Puente de Mando?
Tampoco obtuvo respuesta entonces y las luces de guia del sistema SILS aparecieron frente a ellos extendiendose hacia el espacio desde la parte inferior del vientre de la fragata en dirección a la popa de la misma. Carina hizo descender el transporte en dirección a la baliza que indicaba el inicio de la senda de aproximación.
Una vez que la nave llegó a la posición indicada inició una maniobra de rotación y el transporte giró ciento ochenta grados, ahora apuntando la proa hacia la sección media de la Northampton. —Entrando en final. —informó Camila por la radio mientras aplicaba un poco de potencia a los motores.
La nave avanzó a poca velocidad por entre la senda de luces holográficas y pronto estuvieron bajo la enorme popa de la fragata. Una enorme aleta estabilizadora ocupaba la sección ventral de la fragata por lo que la senda SILS estaba desplazada a la izquierda. El hangar de las Northampton podía lanzar y recibir a dos naves al mismo tiempo por lo que habia dos sendas de ingreso y egreso a cada lado de la enorme aleta.
Una enorme sección de la zona ventral tras dicha aleta se había abierto hacia abajo revelando la entrada iluminada del hangar principal. Hacia allí se dirigió Camila mirando fascinada los cazas variables que podían verse alineados a cada lado del hangar en las estaciones de repostaje.
—Son todos VF-11. —dijo. —¿Cómo es posible que operan con aeronaves tan desactualizadas? ¿Acaso no…?
No pudo terminar la pregunta. Dos bólidos pasaron a toda velocidad junto a ellos dejando una estela de humo que tomó por sorpresa a ambas mujeres. Los dos VF-11 cambiaron a modo GERWALK a pocos metros del hangar y utilizaron todo el poder de los motores principales para frenar la alocada carrera justo en el inicio de la plataforma de metal.
—¡Hijos de puta! —gritó Camila sin creer lo que veía. —¿Están locos?
Los dos VF-11 cambiaron a modo robot y caminaron por el hangar hasta sus respectivas estaciones de mantenimiento, en donde ambos mechas quedaron de pie una al lado del otro mientras una estructura de refuerzo aseguraba ambas máquinas firmemente a la pared.
Para entonces el transporte de Camila y Ximena había entrado al hangar y siguiendo el sendero de luces se dirigió hacia el fondo del mismo. —Las apariencias engañan. —observó Ximena sintiendo ahora los efectos de la gravedad artificial en su cuerpo. —El exterior de esta nave puede parecer descuidado y falto de atención, pero mira el orden y limpieza de este lugar.
Incluso para la poca experiencia de Camila, aquel lugar aparecía ante sus ojos como un verdadero ejemplo de como debía ser mantenido uno de esos hangares. Todas las vías de circulación estaban debidamente marcadas, la pintura en los pisos de metal perfectamente mantenida, ninguna mancha de aceite o grasa se podía detectar por ningún lado y cada caja, contenedor o rack de armamentos estaba debidamente asegurado a su sitio. Nada parecía estar fuera de lugar allí. —¡Mira! ¡Allí están nuestros VF-171! —exclamó señalando las aeronaves azul oscuro que ahora podían verse hacia el fondo del hangar, aparcadas en línea una al lado de la otra.
—¿Solo tres? —observó con preocupación la Teniente Hernandez.
Al final del camino de luces vieron varias personas vestidas con uniformes de mantenimiento que reaccionaron a su llegada. Uno de ellos tomó un par de balizas portátiles y comenzó a hacer indicaciones para que Camila redujera la velocidad.
La joven obedeció y avanzó lentamente hacia el hombre que levantó los brazos para indicar que se detuviera y los bajó cuando el transporte frenó sobre las marcas blancas en el piso.
—TP-890 en parking, apagando motores. —avisó Camila por radio.
—Bienvenidos a bordo. —saludó la voz gruesa en los oídos de la joven. —Control de tráfico fuera.
La joven hizo descender el transporte que se posó pesadamente sobre el tren de aterrizaje. Inmediatamente activó los anclajes magnéticos e inició la secuencia de apagado mientras Ximena se quitaba el cinturón de seguridad y levantaba del asiento del copiloto
Al cabo de unos minutos la puerta lateral detrás de la cabina se abrió y las dos jóvenes descendieron al piso del hangar. Un equipo de operarios había ya rodeado la nave y un par de ellos estaban entrando por la compuerta de la bodega para bajar la carga que habían traído desde New Dallas.
—¡Camila! ¡Ximena! —exclamó uno de ellos acercándose con un Pad en la mano. Ambas chicas reconocieron de inmediato al Jefe Aichi. —¿Tuvieron buen vuelo?
—Sin novedades. —respondió la Teniente. —¿Eso es todo…? —preguntó señalando los cazas con una mano.
Aichi suspiró y se colgó el Pad de uno de los enganches del cinturón. —Tuvimos suerte de conseguir esos tres. —dijo sacudiendo la cabeza. —Los burócratas de la NUNS son extremadamente eficientes a la hora de liquidar remanentes y dar de baja equipo que consideran innecesario… a ese que está allá. —dijo señalando el último de los cazas, todavía con varias piezas faltantes en su fuselaje.. —Ese lo tuvimos que rescatar de la bodega de uno de los cargueros de reciclaje… si no fuera porque conozco a un par de esos tipos ya seria una pila de chatarra. —aseguró.
—Apenas podremos operar al mínimo indispensable con solo tres aeronaves. —respondió Ximena. —Mala cosa.
—Al menos conseguimos un montón de repuestos y equipo. —la tranquilizó el mecánico y de inmediato se volvió hacia Camila. —Pero traten de no hacer locuras allá afuera… las partes se reemplazan, los pilotos no.
Antes que Camila pudiera responder algo una voz extraña los interrumpió.
—Si eres buen piloto sobrevives, de lo contrario no pierdas tu tiempo en salir al espacio.
Las dos jóvenes se voltearon hacia la dirección en la que venía esa voz y vieron dos pilotos que habían aparecido tras una de las alas del transporte.
Eran dos jóvenes, probablemente de unos veinte y tantos años. Ambos llevaban sus cascos de vuelo en la mano por lo que sus rostros eran perfectamente visibles. Uno de ellos (el que había hablado) tenía el cabello corto y rojo, el otro lo tenía exactamente con el mismo corte pero en cambio era de un azul casi eléctrico, pero eran los rostros los que hicieron comprender a ambas chicas que no podían estar ante nada más y nada menos que hermanos mellizos.
—Así que ustedes son las pilotos de esos VF-171. —observó el otro piloto de cabello azul. —Fuerzas especiales ¿No?
—Son personal de soporte. —lo corrigió el chico de cabello rojo con un claro tono burlón. —Interferencias, análisis de datos y todas esas cosas, no son verdaderas pilotos de combate.
Camila sintió que la sangre se le subía a la cabeza. Dió un paso al frente para decirle un par de verdades a esos dos pero por suerte Ximena no se había dejado afectar por aquella afrenta..
—¿Y? —preguntó fingiendo interés. —¿Cuál de ustedes ganó?
—¿Ehhh? —preguntaron los dos jóvenes al unísono mirando a la Teniente con extrañeza.
—Vi que los VF-11 tenían varias manchas de pintura. —dijo refiriendose a los impactos que la munición de práctica había dejado en los cazas. —¿Cuál de ustedes se alzó con la victoria entonces? —preguntó cruzándose de brazos.
—¡Pero que pregunta es esa! ¡Es OBVIO que fuí yo el que se alzó con la victoria! —exclamó el piloto de pelo rojo inflando orgulloso el pecho.
—¿Tu? —preguntó su compañero con sorna. —Tu aeronave tiene mas impactos que la mia ¿Quieres contarlos de vuelta?
El piloto de pelo rojo se volvió gesticulando furiosamente hacia su compañero. —¡Los impactos indirectos no cuentan! ¡Esas son manchas de pinturas secundarias! ¡Yo te acerté en la cabina!
—En el escudo de la cabina querrás decir… y apenas fué un impacto lateral, con ese angulo ni siquiera un proyectil antiblindaje hubiese dejado mas que una marca en el metal. —respondió igual de colérico el piloto de pelo azul.
Ximena estaba segura que ambos acabarian a los golpes, pero en ese momento notaron que alguien mas venia caminando hacia ellos por detrás del transporte.
Las chicas ahogaron un grito de asombro. La persona que se acercaba era enorme… seguro pasaba con comodidad los dos metros de altura, pero no parecía ser un Zentradi micronizado… era simplemente alguien de contextura enorme que vestía un uniforme de oficial y claramente no pertenecía al personal del hangar.
Por supuesto ambos pilotos continuaban enfrascados en su discusión cada vez más acalorada y no vieron al recién llegado hasta que estuvo justo detrás de ellos. Sin decir una palabra el desconocido apoyó sus enormes manos una en cada hombro de los pilotos y sin decir una palabra los lanzó uno contra el otro con un repentino movimiento.
Las cabezas de ambos jóvenes chocaron entre sí con un ruido que hizo que Camila apretara los dientes.
—Eso es por hacer maniobras peligrosas cuando hay tráfico en el hangar. —dijo con voz seria y profunda. Los cuerpos inertes de los pilotos cayeron como sacos de patatas sobre la cubierta pero el hombre los atajó en el aire y los levantó con facilidad uno bajo cada brazo. —Van a seguir con su discusión en el calabozo. —dijo volviéndose hacia las recién llegadas.
—Ah… ustedes deben ser las dos pilotos que faltaban llegar. Bienvenidas a la Bramante. —dijo con una sonrisa.
Las dos jóvenes notaron de inmediato la insignia del uniforme y comprendieron que estaban ante un superior. —Teniente Ximena Hernandez y Oficial Carina Hughs reportandose al servicio, Señor. —exclamó la joven piloto poniéndose en posición de firme junto a su compañera. —Gra- gracias por la bienvenida. —agregó nerviosa Camila.
—El Capitán me pidió que las acompañara al Puente de Mando. —dijo el grandulón sacudiendo la cabeza. —Pero ahora tendré que llevar a estos idiotas al calabozo… ¿Jefe Aichi…?
—Será un placer acompañarlas. —dijo el mecánico acomodándose la gorra.
—Excelente… ah, yo soy el Oficial en Jefe de esta nave. —dijo. —Pueden llamarme Jarvis.
—Sí Señor. —respondieron las jóvenes.
—Magnífico… bueno, las veo más tarde. —dijo mientras cargaba con facilidad a los desvanecidos pilotos y se alejaba a grandes zancadas por el mismo camino por el que había llegado.
Los tres amigos quedaron en silencio mientras el enorme oficial se alejaba y fué Aichi quien primero rompió el silencio. —Será mejor no hacer esperar al Capitán Owen. —advirtió.
El Jefe de mecánicos comprobó que las tareas de descarga del transporte marchaban sin problemas y tras dejar a uno de los mecánicos a cargo de la operación abandonó el hangar junto con las mujeres por una de las salidas secundarias.
—Eso de allá atrás… ¿Fué algo normal en esta nave? —preguntó Camila en cuanto tuvo la oportunidad. Aichi llamó al elevador y se volvió hacia la joven. —Esos dos no son las únicas malas hierbas en esta fragata. —dijo rascándose la nuca. —Me imagino que ya han oído los rumores sobre esta nave y su tripulación.
—¿Es tan… mal la cosa? —preguntó preocupada Ximena.
El Jefe de los mecánicos sacudió la cabeza. —No… es decir… no sabría decirlo con seguridad, solo llevo algo más de un mes aquí. —reconoció mirando a la joven a los ojos. —Esta tripulación… si, son raros, "extravagantes" sería la palabra más adecuada, no obstante…
—¿No obstante?.
—Son profesionales… profesionales como nunca los ví en la milicia de estos últimos tiempos. —aseguró el hombre cruzándose de brazos. —Me imagino que ya verán ustedes a lo que me refiero.
Las puertas del elevador se abrieron y los tres entraron a su interior. Aichi marcó uno de los pisos inferiores y comenzaron a ascender rápidamente.
—Mira. —dijo Camila señalando el tablero en donde estaban marcados los diferentes pisos. El botón que marcaba el piso mas alto había sido removido y solo quedaba el agujero en el metal.
—¿Esa es…?
—El acceso al Puente de Mando original… si. —asintió Aichi. —Supongo que ya lo vieron al llegar… le dá a esta fragata un aspecto tétrico, más aún que el de esa maldita piña pintada bajo la torre.
No pudieron continuar con la charla mucho más. El elevador llegó a destino y la puerta se abrió revelando un pasillo y un guardia de seguridad al final del mismo.
El CIC (Combat Information Center) de la Bramante se encontraba en las entrañas de la nave y servia tambien como Puente de Mando de la fragata. No era un lugar particularmente grande pero el Capitán Owen había adaptado bien el espacio a sus necesidades. Había cuatro puestos de control en el centro de la habitación pero solo un par de ellos parecían estar ocupados. Los enormes radares holográficos que ocupaban gran parte del espacio de los Puentes tradicionales no podían utilizarse en aquel reducido lugar por lo que habían sido reemplazados por numerosas pantallas de tamaño más modesto en paredes y techos. En esos momentos casi toda la actividad de la tripulación estaba centrada en los preparativos para zarpar y en muchas de esas pantallas aparecían listas y estimaciones del proceso de recarga y almacenamiento de las provisiones. Camila contó tres tripulantes sentados frente a sus puestos de control aunque solo podía ver claramente al que estaba de aquel lado que daba a la entrada. El propio Capitán estaba inclinado junto al puesto de ese oficial mirando atentamente la pantalla mientras supervisaba algo en una de las terminales. Se incorporó de inmediato al ver entrar a los recién llegados a la nave.
—Capitán. —dijo Aichi quitándose la gorra. —Le presento a las dos últimas pilotos de nuestro escuadrón.
Las dos jóvenes saludaron en posición de firmes.
—Teniente Ximena Hernandez y Oficial Carina Hughs reportandose al servicio, Señor.
—En descanso. —dijo Owen dando unos pasos hacia ellos. Era un hombre de unos cincuenta años de edad de contextura media y gesto severo. Sus cabellos habian sido de un negro azabache profundo en su juventud pero habian comenzado a volverse mas claros desde hacia un tiempo. Su rostro estaba prolijamente afeitado y sus facciones eran angulares y duras. Camila comprendió que aquel hombre no sonreía a menudo. —¿Dónde está el Oficial en Jefe? —preguntó.
—Fué a "acompañar" a los Mellizos al calabozo. —respondió Aichi.
—¿Y ahora que mierda hicieron esos pendejos? Bah… olvidalo, mejor no quiero saberlo. —dijo haciendo un gesto con la mano, en cambio se volvió hacia Camila, quien de pronto sintió sobre ella todo el peso de la dura mirada del hombre.
—Nunca hemos tenido un escuadrón de Operaciones Especiales en nuestro Batallón. —dijo al cabo de unos segundos. —Tampoco lo necesitamos.
Después del recibimiento en el hangar, ni Ximena ni Camila esperaban algo más de aquella tripulación, pero escuchar aquello de boca del mismísimo Capitán de la nave era particularmente insultantee. Ambas chicas no respondieron y disimularon cualquier muestra de haberse sentido afectadas por aquel comentario. Al fin y al cabo eran profesionales.
—No obstante… no podía rehusarme al "paquete" completo. —dijo suspirando. —El Jefe Aichi es uno de los mejores Jefes de Mecánicos de toda la maldita New Dallas… seria un idiota si dejara pasar una oportunidad asi.
—Le aseguro que recibió algo más que solo un equipo de mecánicos. —dijo Aichi con voz firme. —La Teniente Hernandez es un piloto de primera, su legajo en New Dallas tiene…
—Aquí el legajo de los soldados es lo que menos importa. —lo cortó de golpe Owen.
—Si… Capitán. —respondió el mecánico guardando silencio.
Owen se colocó la gorra de Capitán y se dirigió hacia su silla, apenas una más similar a las otras que formaban el equipo de operadores del improvisado puente de mando. —He leído los informes. —dijo sentándose de forma pesada. —Y sigo sin creerlo…. ¿De quién fué la maldita idea de pedir un traslado a esta nave? NADIE pide ser asignado a la Bramante. —aseguró golpeando repetidamente el apoyabrazos del asiento con el dedo índice para remarcar lo que decía.
—Mia. —dijo una voz femenina.
Todos en el puente de mando miraron hacia la puerta en donde una mujer había entrado sin que nadie se percatara.
El Capitán Owen miró a la recién llegada con cara de pocos amigos. —No creí que te cobrarias la deuda con esta clase de favores. —dijo secamente. —Sea como sea, ya estamos a mano, pero si hubiese sabido de antemano que el paquete completo incluia a una Hughs, lo hubiese pensado mejor. —dijo Owen cruzando las manos bajo su barbilla. —Se te "olvidó" ese pequeño detalle, Tali.
La Oficial Camila Hughs ignoró por completo aquel comentario y en cambio se emocionó al reconocer a la mujer.—¿Tali? —preguntó sin poder contenerse mirando sorprendida a la recién llegada. —¿En serio es usted?
—Hola Camila. —la saludó amigablemente. —La última vez que nos vimos tenía otro peinado. —dijo la mujer acariciándose la cabellera. —Y media más de diez metros, cierto. Así que te perdono por no haberme reconocido. Algunos Zentradis sufrimos ciertos cambios de fisonomía al Micronizarnos… nada problemático en mi caso por suerte. —dijo con una sonrisa.
—Pero… usted es Civil. ¿No? ¿Se ha enlistado en la milicia entonces? —preguntó algo confundida Camila.
—Que va… ni loca. —dijo mirando de reojo al malhumorado Capitán. —Estoy aquí como contratista civil; básicamente mi trabajo consiste en que esta fragata no se caiga a pedazos.
—Nos hemos arreglado bien sin tí. —aseguró Owen. —¿Que te hace pensar que te necesitamos?
Tali se cruzó de brazos. —Tienes buenos trapeadores y la nave está maravillosamente limpia por dentro, debo aceptarlo. —reconoció. —Pero los ruidos y vibraciones que percibo en el casco. —dijo mientras se acercaba a una de las paredes y acariciaba el metal. —Definitivamente la Bramante necesita un poco de "Tuning". —afirmó.
—No voy a correr carreras con los Zentradi, si eso es lo que insinuas. —la amonestó el Capitán.
—Eso espero… ¿Y qué hay de la Torre de Control? ¿Cuando va a arreglar esa ruina? —preguntó poniendo los brazos en jarra. La actitud que adoptaba era la de una madre que regañaba a su hijo por dejar los juguetes tirados por toda la sala.
Owen se quitó la gorra y la apoyó sobre su regazo. —¿Para qué? —preguntó. —No pienso sentar mi trasero en ese lugar ni aunque me tripliquen la paga. —respondió enojado. —El idiota que diseñó estas fragatas puso a todos los oficiales y operadores en una maldita burbuja de cristal a la vista de todos… ¿Crees que voy a arriesgar mi pellejo en un blanco tan obvio? Aquí estamos más que seguros y podemos seguir operando la nave incluso si arrancan esa maldita torre de cuajo.
La Meltrán suspiró. —Deberíamos reemplazar el domo de cristal por blindaje y utilizar el espacio para algo más útil. —dijo pensativa. —Se me ocurren un par de ideas interesantes.
—Haz lo que se te cante la gana. —respondió Owen de mala manera. —Pero te advierto que ya es tarde para volver al astillero a hacer modificaciones a la Bramante.
Como para remarcar aquello, el Oficial que había estado junto al Capitán unos momentos antes se volvió sobre su silla mientras se quitaba un par de auriculares. Era un hombre bastante joven, delgado y de ojos brillantes. —Procedimiento de carga y reaprovisionamiento completado. —dijo.
—Excelente. Quiero que todo esté asegurado y contabilizado en la bodega de carga. No quiero ninguna sorpresa cuando zarpemos mañana.
—Entendido. —respondió el hombre volviendo a colocarse los auriculares. —Comenzaremos de inmediato.
El Jefe Aichi se ubicó junto a Tali. —Nos queda un VF-171 por rearmar y ya estaremos listos en el hangar. —aseguró.
—Mañana habrá una revista de tropas en la órbita baja de Edén antes que la flota se lance al combate. —explicó el Capitán Owen. —Todas las naves formarán en posición para que los Altos Mandos den un discurso "cliché" a las tropas. —dijo sin disimular su disgusto. —En fin, ya pueden retirarse todos. —dijo haciendo un ademán hacia el grupo de personas que en aquel pequeño espacio se había convertido en una multitud.
La Teniente Ximena Hernandez dió un paso al frente. —Señor. —habló con firmeza. —¿Me permite preguntar algo?
—Adelante. —respondió secamente el hombre.
—¿Cree que mi escuadrón es una carga para su nave? —preguntó.
Owen sonrió (O hizo una mueca que podría interpretarse como una). Al parecer era un hombre que agradecía que fueran directos y al grano. —No. —dijo. —Nada en esta nave está de sobra. Mi trabajo consiste en utilizar todo el material y personal de guerra que tenga disponible y garantizar el cumplimiento de mi misión. —Tras decir esto miró fijamente a la joven a los ojos. —Dije que no necesitamos un Escuadrón de Operaciones Especiales y lo ratifico; usted y sus compañeros son, al menos en lo que respecta a esta nave, pilotos de combate regulares como el personal que ya tenemos asignados a ese rol. —dijo.
El Jefe Aichi se cruzó de brazos. —No disiento con usted, Capitán. —dijo. —Como ya expliqué antes, la Teniente Hernandez es un piloto excepcional por si sola ... pero sería un desperdicio no utilizar todas las capacidades de nuestro Escuadrón de Enlace Situacional.
Tali asintió. —Es cierto lo que dice el Jefe; El escuadrón Púrpura podría aportar un apoyo valioso a este batallón. —afirmó. —Disponer de nuestros propios sistemas de intercepción y control de datos en el campo de batalla aumentará la autonomía de la Bramante en forma exponencial.
El Capitán Owen se rascó la barbilla aún no demasiado convencido. —La Bramante no tiene el equipamiento necesario para procesar esa información. —dijo señalando a Ximena y sus compañeros. —Los Escuadrones de Enlace Situacional trabajan en conjunto con las Battle Class y sus Comandos de Batalla Centrales… nosotros no tenemos nada de eso aquí a no ser que…
El Capitán se incorporó y se dirigió hacia los puestos de control. —¡Boris!
Una persona se incorporó del otro lado de las pantallas. Era un hombre de anteojos de unos treinta años, algo excedido de peso y con una incipiente calvicie. Los pocos cabellos a ambos lados de su cabeza estaban despeinados y desprolijos. Su uniforme estaba arrugado y descuidado al igual que su aspecto general. Camila se sorprendió que alguien en un puesto de Oficial tuviera tan mala higiene personal.
—¿Capitán? —preguntó mirando sorprendido a los recién llegados.
—¿Sabes algo de las operaciones que llevan a cabo los de Enlace Situacional? —preguntó.
Al escuchar ese nombre el hombre se sobresaltó pero de inmediato se acomodó los lentes. —Si… si claro. —dijo todavía algo confundido. —Son aeronaves equipadas para la guerra electrónica… tienen equipos de análisis de datos y se pueden utilizar tanto en el apoyo como en la disrupción de comunicaciones enemigas. —afirmó.
—¿Crees que podamos usar esa clase de aeronaves con el CIC de la Bramante?
El Oficial meditó en silencio unos segundos. —El sistema de mando conjunto recibe los datos por medio de la Red de Combate de la flota. —respondió. —No es necesario…
—Ya lo sé. —respondió Owen. —Me refiero a recibir y procesar datos en forma independiente, de nuestras propias aeronaves en el Campo de Batalla.
El hombre miró nervioso a Ximena y reconoció el emblema del escuadrón. —Con el software adecuado… —dijo pensativo. —Nuestro Núcleo Computacional está preparado para trabajar enlazado a la Red de Combate de la Flota. —explicó. —Para recibir y analizar datos en forma independiente tendremos que crear un núcleo en paralelo para que se haga cargo de todos esos canales de datos extra.
El Jefe Aichi miró al oficial con curiosidad. —¿Tienen las computadoras de la Bramante el jugo necesario para eso? —preguntó.
—Oh si. —respondió el hombre visiblemente entusiasmado. —Esta nave solo utiliza una fracción del poder de cálculo que tiene disponible… La mayoría de los datos se procesan en las Battle Class y se envían a toda la flota por medio de la Red de Combate… nuestras computadoras solo sirven para encriptar y desencriptar esos datos. —explicó.
Owen no tardó mucho en decidirse. —¿Puedes conseguir ese software y montar el núcleo paralelo? —preguntó.
El hombre asintió. —Conozco exactamente en donde buscar ese software. —aseguró Boris. —Con respecto al hardware… tal vez tengamos que tirar algunos cables extras.
—Yo me encargo de eso. —se comprometió Tali. —Tu dime lo que necesitas y encontraré la forma adecuada de hacerlo.
Owen asintió satisfecho. —Bien, pero no se obsesionen con eso… será un proyecto secundario con mínima prioridad. ¿Entendido? Estamos a punto de iniciar una campaña, no tenemos tiempo para experimentar.
—Sí Capitán. —respondieron al unísono Tali y el Oficial Boris.
—Excelente. El siguente paso sera…
—Capitan.
Camila y Ximena reconocieron de inmediato aquella voz. Era la misma que había hablado por la radio al llegar a la zona controlada por el tráfico de la Bramante.
—¿Qué sucede, Gabriel?
El hombre se levantó de su puesto. Era un Oficial de mediana edad de tez oscura con la cabeza completamente calva. Sin decir una palabra mas señaló una de las pantallas.
Los demás se volvieron y la imagen de una de las cámaras de monitoreo de la fragata mostró a las aeronaves que se aproximaban. —Tenemos visitas. —dijo el Capitán Owen frunciendo el entrecejo. —Esos son…
—Un transporte Oficial. —observó Tali cruzandose de brazos. —Escoltado por nada más y nada menos que dos malditos VF-31S armados hasta los dientes.
La Meltran no exageraba. Aquellos cazas variables eran las versiones del VF-31 equipadas con armadura y armamento extra, llevando al extremo las capacidades de aquellas ya de por si mortíferas aeronaves.
—Alguien importante viene en esa nave. —observó Ximena.
—Será mejor que seas cortés con ellos, Gabriel. —advirtió Owens. —¿Seguro que vienen hacia aquí?
—No creo que estén perdidos. —respondió el Operador con una sonrisa tras lo cual se acomodó los auriculares y volvió a su terminal. Los demás no pudieron escuchar el intercambio de saludos entre la torre y la comitiva que se aproximaba.
—Tengo una mala espina sobre esto. —dijo Owen apretando el puño. —Muy mala.
Al cabo de un minuto el Operador de Tráfico volvió a ponerse de pie. Por la expresión de su rostro, mucho mas pálida que antes, todos supieron que el presentimiento del Capitán había sido acertado.
—Es el Vicealmirante Samuel . —dijo con un hilo de voz. —Solicita abordar la Bramante. —informó.
El ambiente en el pequeño cuarto del CIC se volvió tan frío como el interior de un freezer.
