Gracias querido lector por leer esta historia. Un nuevo año está por comenzar y no es cualquier fecha; Se cumplirán 40 años de la existencia de Macross en este mundo y, por primera vez en todo este tiempo, podremos disfrutar de gran parte de esta magnifica saga alrededor del globo sin las cadenas de la nefasta Harmony Gold.

Espero que todos tengan un maravilloso año y puedan seguir disfrutando de lo que tanto les gusta. ¡Feliz 2022!

Gerli.


El Capitán Owen y su Primer Oficial esperaban en el hangar principal de la Bramante la llegada de tan importante visita. Solo ellos dos y una pareja de soldados se encontraban allí; todo el personal de mantenimiento y soporte del hangar había sido enviado a hacer un poco de R&D mientras duraba aquella inesperada reunión.

—¿Qué pasó con los mellizos? ¿Qué hicieron ahora? —preguntó el Capitán señalando los VF-11 anclados a sus soportes de mantenimiento.

—Entraron a toda velocidad al hangar cuando el transporte que traía a las chicas del Escuadrón Púrpura estaba maniobrando en Final —respondió el Oficial conocido como Jarvis. —Tuvimos suerte que hicieran esa estupidez en ese momento y no ahora con el ViceAlmirante a punto de llegar. —observó sacudiendo la cabeza.

—Espero que pasar la noche en el calabozo les enfríe un poco la cabeza. —dijo Owen visiblemente molesto.

—Oh… eso tendrá que esperar hasta mañana. —respondió Jarvis. —Tuve que llevarlos a la enfermería primero.

—¿A la…?

—Creo que me excedí un poquito al atraparlos. —respondió el fornido oficial haciendo un gesto con ambos dedos de la mano. —Estarán fuera de combate por un tiempo, me temo.

Owen gruño. —Un día vas a matar a uno de esos idiotas. —lo recriminó.

—No si ellos se matan primero. —suspiró el Primer Oficial. —Como sea, al menos no molestarán hasta que terminemos con los preparativos de salida.

El Capitán guardó silencio y dirigió su mirada hacia la entrada del hangar. —¿Qué opinas de todo esto? —preguntó.

—¿Se refiere a la visita? —Definitivamente no es casualidad. —dijo Jarvis. —Tener a esa Hughs a bordo era una garantía de problemas, pero no me imaginé ni por un segundo que los problemas vendrían tan pronto. —dijo con amargura en la voz. —Esa chica… —observó pensativo rascándose la barbilla. —Esa chica va a meternos en medio del juego de poder entre los azules y los colorados. —dijo.

Los Azules y Colorados eran como solían llamar a las dos facciones del ejército que luchaban por controlar la institución, pero tenían otros nombres como Halcones y Palomas o Leones y Elefantes.

—La chica no pertenece a ninguno de esos bandos, eso es seguro. —observó Owen. —¿Leiste su Dossier?

—Claro que no. —respondió Jarvis con tono ofendido. —Pero es una mujer y ya sabe que papel juegan las mujeres dentro de la familia Hughs.

—Contratos de matrimonio. —masculló el Capitán reprimiendo las ganas de escupir para no ensuciar el inmaculado suelo. —Costumbres del medievo en pleno siglo Veintiuno… me da asco.

Jarvis cruzó los brazos y miró a su Capitán desde su altura privilegiada. —Le dije que era una mala idea. —dijo.

Owen se ajustó la gorra. —Fué una cuestión de honor. —dijo. —No podía negarme a aceptar a esos pobres desgraciados del Escuadrón de Enlace Situacional, especialmente luego de lo que les pasó.

Jarvis frunció el entrecejo. —Los usaron de carnada. —dijo. —Y cuando solo quedaron los cadáveres, los volvieron a usar como propaganda para impulsar esta campaña entre los civiles indecisos. Nunca pensé que pudieran ir tan lejos. —respondió con amargura.

Owen observó como el enorme oficial cerraba el puño con fuerza y el sonido de sus nudillos hizo que un escalofrío corriera por su espalda. —Dudo que esa chica resista servir en la Bramante. —dijo en cambio.

El enorme oficial sacudió la cabeza. —No lo sé, Capitán. —dijo. —Los lazos que se forman durante la batalla son los más fuertes que existen… casi tan durables como los del amor. —agregó con una sonrisa. —Esas dos chicas… no se separarán tan fácilmente.

—Veremos. —respondió Owen. —Aquí llega el tío.

Las luces de la compuerta se encendieron y la enorme estructura comenzó a abrirse dejando a descubierto el campo de estrellas. El transporte VIP apareció al final del camino de luces holográficas del SILS y pronto distinguieron a los dos VF-31 que escoltaban a dicha nave a cada lado.

Los cazas se adelantaron y entraron al hangar primero, desplegando sus piernas en modo Gerwalk y pasando a modo Battroid una vez que se posaron en el piso de metal, tras lo cual se posicionaron uno a cada lado de la enorme compuerta para esperar al transporte.

—Mira toda esa ferretería. —dijo Owen señalando las abultadas armaduras que portaban aquellas mortíferas máquinas de guerra. —¿Cómo pueden volar con todo eso encima?

—Escuché que son la pesadilla de los mecánicos. —observó Jarvis. —Cada Super Kairos tiene un equipo de veinte personas dedicadas exclusivamente a su mantenimiento.

—Chatarra sobrevalorada. —respondió disgustado el Capitán.

—Tienen que justificar el gasto… cada uno de esos cuesta lo mismo que un escuadrón entero de nuestros VF-11. —dijo.

El transporte no tardó en seguir a los cazas y entró pesadamente al hangar, que no estaba diseñado para recibir naves del tamaño que ostentaba el transporte del Vicealmirante. Jarvis apretó los dientes cuando vió el poco espacio que quedaba libre entre aquella enorme nave y el techo del hangar.

Finalmente la nave se posó en el centro del mismo y tanto el Capitán Owen como su Segundo caminaron solemnemente al encuentro de las visitas. El Vicealmirante Samuel descendió por una puerta lateral seguido de un par de oficiales de alto rango, quienes de inmediato se ubicaron a cada lado de su Superior.

—Vicealmirante. —dijo Owens mientras él y su camarada saludaban y se ponían en posición de firmes. —Bienvenido a bordo de la Bramante. —dijo.

—Gracias Capitán. —respondió el hombre mecánicamente devolviendo el saludo. —Lamento interrumpir los preparativos de su nave con esta visita inoportuna. —agregó mirando a los dos hombres que tenía delante.

—Hemos terminado el aprovisionamiento antes de lo previsto. —informó Owen. —Su visita no es, en absoluto, inoportuna, Señor.

—Me alegra oírlo. —respondió Hughs. —De todas formas no pienso robarle mucho de su tiempo; he venido a ver a mi sobrina, la Oficial Camila Hughs quien recientemente ha sido apostada en esta nave.

Owens y Jarvis cruzaron una rápida mirada; aquello no era para nada una sorpresa. —Informaré a la oficial Hughs de inmediato. —respondió el Capitán. —Por favor utilice mi oficina mientras dure su visita. —pidió con una ligera reverencia.

—Gracias, Capitán.

Jarvis se adelantó e hizo un gesto hacia el elevador del hangar. —Por aquí, Señor.

El Vicealmirante Samuel indicó a sus hombres que permanecieran junto al transporte y se dirigió al elevador escoltado por Owens y su Segundo ante la atenta mirada de los pilotos de los VF-31 quienes seguían la escena desde las cámaras de vigilancia de sus mechas.

Jarvis descendió del elevador en un piso inferior para ir a buscar a Carina mientras Hughs y Owen continuaron otro piso más hasta la cubierta en donde se encontraban los camarotes de los oficiales.

—Capitán. —dijo de pronto el ViceAlmirante una vez que quedaron solos. —No es necesario que registre esta visita en la bitácora de su nave. Esta es una visita extra-oficial. ¿Entendido?

Owen asintió y dejó que su superior saliera primero del elevador tras lo cual lo siguió en silencio por el pasillo hasta la puerta de su oficina, la cual abrió para que pudiese pasar el Vice Almirante, no obstante Samuel se quedó allí mismo mirándolo fijamente.

—¿Señor? —preguntó Owen.

—No se que espera ganar con esto. —dijo Hughs de forma fría. —Pero le aseguro que meterse con mi familia no vale el riesgo.

—No tengo idea de lo que está hablando. Señor. —respondió el Capitán mientras devolvía una mirada similar. —No tengo intención de involucrarme en nada que no sea mi trabajo como Capitán de esta nave —afirmó.

—¿Realmente piensa que voy a creerme que es una casualidad que la Oficial Carina Hughs haya sido apostada aquí? —preguntó y un atisbo de cólera se notó en su voz. —No me tome por idiota, Capitán. —dijo.

—Jamás me atrevería a faltar el respeto a mi Superior. —respondió Owen. —El Batallón 612 recibe personal de todas las ramas de las fuerzas armadas. —agregó. —Ni yo ni ninguno de mis Oficiales tiene injerencia sobre quién es o no transferido aquí.

Samuel se acercó aún más al Capitán Owen. —¿Es eso cierto? —preguntó. —¿Realmente me quiere hacer creer que no leyó el legajo de la Oficial Camila Hughs? ¿Realmente no sabía quién era?

—No leemos los legajos de quienes vienen a la Bramante. —respondió con seriedad Owen.

El Vicealmirante retrocedió un paso. —Por supuesto. —dijo esbozando una sonrisa. —Por algo su tripulación está compuesta por delincuentes y la peor lacra de descarte de las Fuerzas. —afirmó.

El Capitán Owen no respondió al insulto y continuó manteniendo la puerta abierta, pero Samuel Hughs no demostraba ninguna intención de entrar a la oficina.

—Ella no debería estar aquí. —dijo. —El campo de batalla no es lugar para una Hughs.

—Eso no correspondió a mi decidirlo. —respondió el Capitán. —La Oficial Hughs era miembro de un escuadrón especial que ya había estado involucrado en operaciones de combate, mucho antes de llegar aquí y es como personal apto para el servicio que se le dió un lugar en esta tripulación.

—Créame que quienes dejaron que eso sucediera ya han sido debidamente castigados por ello. —respondió con tranquilidad Hughs.

Owen supo de inmediato a lo que se refería el Vice-Almirante. —Si no recuerdo mal, el Escuadrón Púrpura estaba al mando del Coronel Naidu… —dijo pensativo.

—Todos lamentamos el terrible accidente que sufrió el Coronel Naidu. —respondió rápidamente el hombre haciendo un gesto con la mano.

—Un terrible accidente. Si. —asintió el Capitán de la Bramante.

—Eso no importa ahora. Voy a encontrar a todos los responsables de ésta… "irregularidad". —dijo el ViceAlmirante sin apartar la mirada de Owens. —Y haré que paguen por ello.

El Vicealmirante apartó el rostro con desagrado y entró a la oficina sin decir una palabra más.

El Primer Oficial Jarvis no tardó en llegar con la Oficial Carina Hughs. Ambos saludaron al Capitán frente a la puerta de su oficina y se pusieron en posición de firmes a la espera de las órdenes.

—Oficial Carina Hughs. —dijo Owen mirando a la joven. —El Vicealmirante Samuel Hughs ha venido a esta nave y pide hablar con usted. —dijo.

—Si Señor. —respondió Carina.

La chica no había reaccionado visiblemente a aquello por lo que Owens supuso que no era la primera vez que aquello sucedía. —Estaremos en el CIC mientras tanto. —dijo colocándose la gorra.

Los dos hombres dejaron a la joven oficial frente a la puerta cerrada y comenzaron a caminar por el pasillo en dirección al elevador. Jarvis no tardó en romper el silencio. —¿Cree que ha venido a llevársela? —preguntó mientras se abrían las puertas del ascensor.

—Si. Pero creo que también está aquí para evaluar la situación. —respondió el Capitán. —Cree que de alguna forma nosotros estamos involucrados en esto, posiblemente sospeche de algún tipo de operación interna para minar su influencia por medio de su sobrina.

—Mala cosa. —dijo Jarvis. —Cuando los Altos Mandos se ponen paranoicos, es impredecible lo que puedan hacer…

—Creo que el primero en descubrirlo fué el Coronel Baidu. —respondió Owen.

Jarvis asintió en silencio y ambos hombres descendieron en silencio hasta las entrañas de la nave.

Cuando Camila entró a la oficina de Owen lo primero que notó fué lo increíblemente sobrio que era aquel lugar. Las paredes de metal eran las mismas de cualquier otro camarote de la nave y el más básico indicio de decoración brillaba por su ausencia. Aquello también había captado la atención del Vicealmirante, quien miraba malhumorado aquella excesiva austeridad.

—Oficial de Inteligencia Camila Hughs reportandose. Señor. —dijo la joven poniéndose firme mientras hacía el saludo correspondiente.

—En descanso. —respondió el hombre con frialdad. —Esto no es el camarote de un Capitán. —dijo mientras caminaba por detrás del escritorio de metal de Owen y tomaba un pequeño portarretrato (El único objeto que había sobre el mismo) —He visto celdas mejor decoradas que esto.

Camila miró la fotografía que sostiene su tío. No podía ver mucho debido al ángulo en la que estaba pero pudo distinguir el rostro de una mujer. Aquel gesto del Vicealmirante Hughs había sido de muy mal gusto ¿Qué derecho tenía a tocar de esa forma irrespetuosa aquella fotografía?

El hombre suspiró profundamente y dejó el portarretrato en el mismo sitio. —¿Realmente quiere servir en una nave como esta? —preguntó mirando por primera vez a los ojos a la joven.

La joven oficial había adoptado la posición de descanso y mantenia ambas manos tras la espalda. —Si, Señor. —respondió mirando al frente. —Todos en el Escuadrón Púrpura estamos conformes con nuestra nueva asignación en la flota. —respondió.

Samuel Hughs volvió a suspirar y se quitó la gorra de Vicealmirante. —Camila… ¿Podemos hablar entre nosotros como familia? —preguntó suavizando el tono de voz. —¿Estás de acuerdo? Será solo un momento.

La joven se relajó un poco y asintió con la cabeza mientras su tío se sentaba en el escritorio y apoyaba su gorra sobre la superficie de metal. —Escucha…. quiero que sepas que estás siendo manipulada.

Camila lo miró confundida. —¿Yo? —preguntó.

—Si, tú. —respondió el hombre. —Te están usando en un juego peligroso y has venido a parar justamente a la boca del lobo.

La joven apretó los puños. —Nadie me está usando, tío. —dijo sacudiendo la cabeza. —Yo… es decir todos en el escuadrón decidieron venir aquí. Todos queríamos continuar sirviendo juntos en la fuerza en estos tiempos difíciles. —explicó.

—Hablas como si fueran un grupo de la escuela. —dijo en tono áspero el Vicealmirante. —No sabes donde tu y tus "amigos" se metieron… ¿Tienes una remota idea de que clase de lugar es el Batallón 612?

—Es una fragata como otras tantas miles de fragatas en la flota. —aseguró.

Samuel apuntó hacia la puerta. —Tu nuevo Capitán comanda un batallón de salvajes, inadaptados y delincuentes… ¿Es a alguien así a quien pretendes servir?

—Son.. rumores. —respondió la joven.

—No, no lo son. —aseguró su tío. —Aquí vienen a parar todos los soldados y pilotos problemáticos. —dijo. —Lo más bajo y repudiable de nuestra Fuerza… todo lo que no podemos eliminar por las malditas leyes burocráticas termina aquí, en el Batallón 612.

—Y aún asi todos somos soldados. —respondió valientemente Camila.

El Vicealmirante la miró a los ojos. —Tu no perteneces aquí. —dijo. —No eres un soldado regular. No debes estar junto a esta calaña.

Camila lo miró furiosa. —¿Es eso entonces? ¿No me consideras ser digna de las armas que me dieron?

—Eres una Hughs, deberías tener un poco más de sesos que el resto de los soldados de esta nave. ¿No lo entiendes? Corres peligro aquí. —advirtió el hombre señalandola con el dedo índice. —Ven conmigo, te llevaré a la nave insignia de la flota; desde allí podrás servir en un puesto más acorde a tus capacidades.

Samuel Hughs extendió la mano abierta.

Camila miró con asco la mano enguantada de su tío. —A ti no te importa lo que me pase a mi ¿Verdad?. —dijo mirándolo desafiante. —Todo lo que te importa es tu maldita reputación. ¿Dices que me usaron? ¿Que fuí manipulada? Los únicos que hacen eso son los de nuestra familia. —dijo conteniendo las lágrimas. —Solo te preocupas por mi porque soy un eslabón débil, una persona a la que pueden usar para dañarte.

—Camila…

—Puedes quedarte tranquilo, tío. —dijo la joven restregandose la manga del uniforme por el rostro. —No dejaré que nadie me use, ni siquiera tú. —¿Quieres que me vaya de esta nave? Dame la órden correspondiente y obedeceré, como orgullosa miembro de la fuerza que soy. ¿Pero hablarme con palabras dulces y "familiares"? Eso sí que nunca lo aceptaré.

El rostro de Samuel Hughs se contrajo por la ira. —Eres igual a tu madre. —dijo casi escupiendo las palabras. —¿Sabes lo que te pasará si te quedas en esta nave? Uno de esos brutos bajo el mando del Capitán Owen va a violarte, o tal vez varios a la vez. —dijo con amargura. —¿Crees que una chiquilla como tu va a estar a salvo solo porque tiene un rango superior? Van a destrozarte… y será solo tu culpa.

—Puedo defenderme sola. —aseguró Camila palpando su arma reglamentaria colgada del cinturón Camila.

—Eso lo dudo. —respondió el Vicealmirante. —No lo volveré a repetir; desiste de esta locura y ven conmigo a mi nave.

No. —respondió la joven. —No lo haré. Tendrás que darme la orden como Vicealmirante, pero no dejaré a mi Escuadrón por voluntad propia.

Samuel Hughs se incorporó y tomó la gorra de encima del escritorio. —No. —dijo. —Si te lo ordenara mis enemigos usarian ese gesto en mi contra. Lentamente se puso la gorra en la cabeza sin mirar a su sobrina, —Que así sea. —dijo al cabo de unos momentos de silencio, entonces se volvió hacia la joven y Camilia sintió el desprecio en la mirada fría de su tío.

—Al menos trata de no quedar embarazada. —dijo. —Lo único que nos falta es tener bastardos en la familia.

Camila no supo que responder. Se sintió tan ultrajada que las palabras se atoraron en su garganta. El Vicealmirante salió de la oficina sin saludarla mientras ella permanecía paralizada en el sitio. Se alegró que el Vicealmirante hubiese cerrado la puerta al salir asi nadie más podía ver las lágrimas rodar por sus mejillas.

—Mira su cara. —susurró Jarvis a su Capitán en cuanto vió el rostro del Vicealmirante aparecer en el hangar principal. —Supongo que la reunión con su sobrina no fué del todo bien.

—Y hablando de la sobrina, no la veo tras los pasos de su tío llevando las valijas. —observó Owen.

—¿Eso es una buena o mala señal?

—Supongo que estaremos a punto de averiguarlo. —respondió el Capitán poniéndose en posición de firme. —¡Señor!

El hombre se detuvo momentáneamente frente al Capitán y su Segundo para intercambiar los saludos de rigor. —Gracias por su tiempo. —dijo secamente el Vicealmirante. —He terminado mis asuntos aquí.

Samuel Hughs subió por la escalerilla del transporte seguido de sus hombres. La puerta se cerró tras el último de ellos y los dos hombres que quedaron en el hangar retrocedieron a una distancia prudencial mientras los motores comenzaban a rotar la nave para dirigirse hacia la salida.

Los siguientes en moverse fueron los VF-31. Una vez que el transporte se colocó sobre la pista de despegue ambos robots caminaron a ambos lados de la nave y se dirigieron a la salida, pero uno de los pilotos calculó mal la altura del hangar y al pasar bajo un parante que sostenía una de las grúas una de sus antenas se partió al medio, cayendo al piso de metal con un golpe sordo.

—Ups. —exclamó Jarvis.

Los dos cazas pasaron a modo Gerwalk y despegaron sin mayores inconvenientes. El transporte los siguió unos segundos más tarde y pronto la enorme compuerta comenzó a cerrarse nuevamente.

—Eso podría haber ido mucho peor. —observó Owen quitándose la gorra. —Me pregunto que demonios pasó en mi Oficina —dijo mientras miraba como su Segundo oficial caminaba hasta la pista de despegue y levantaba con facilidad el trozo de antena que había caído del robot. —¿Qué vas a hacer con eso? —preguntó señalando el pedazo retorcido de metal.

—Guardarlo de recuerdo. —respondió feliz el enorme oficial. —Es la primera vez que alguien del rango del Vicealmirante Hughs visita la Bramante.

—Y espero que sea el último. Vamos. —dijo mientras se dirigían al ascensor.

Los dos hombres ascendieron nuevamente y tras abrirse la puerta al pasillo vieron a la Oficial Camila Hughs parada junto a la puerta de la oficina del Capitán. La joven parecia estar sumida en sus propios pensamientos y no vió a los hombres hasta que estos estuvieron frente a ella.

—¡Capitán! —exclamó la joven poniéndose firme y saludando de inmediato.

Owen respondió al saludo. —En descanso. —dijo. —Será mejor que vaya a su camarote con sus compañeros. —dijo. —Mañana debemos formar temprano para la revista de tropas, será su última oportunidad de descansar antes de que comience esta campaña.

—Sí Señor. —respondió Camila y de inmediato agregó: —Gracias por aceptarnos en su nave.

El Capitán hizo un gesto con la cabeza y miró cómo la joven se alejaba por el pasillo hacia el elevador.

—Adorable joven. —dijo Jarvis. —Siento lástima por ella y toda la mierda en la que se ha visto involucrada por ser parte de esa "familia". —se lamentó.

—¿Y no siente lástima por nosotros? —lo recriminó el hombre.

—Solo un poco… además ya estamos acostumbrados… ¿No?

Owen gruñó una respuesta ininteligible y entró a su oficina seguido de su Segundo.

Camila llegó a su camarote (Que compartiría con Ximena durante aquella campaña) y se dejó caer exhausta en su cama sin siquiera sacarse el uniforme. Ximena dejó de leer su pad y se asomó desde la cama de arriba. —¿Te encuentras bien? —preguntó mirando la espalda de su compañera.

La joven se dió la vuelta y quedó acostada boca arriba. —Mi tío es un hijo de puta. —exclamó.

La teniente Hernandez tragó saliva. —¿El Vicealmirante…?

—Temo que nos vaya a hacer la vida imposible. —dijo incorporándose tras lo cual se sentó en la cama para comenzar a quitarse el calzado. —Crees… ¿Crees que hicimos lo correcto? —preguntó mirando hacia arriba.

Ximena dejó a un lado su pad y apoyó la cabeza en la almohada. —Ni idea. —respondió. —Era… lo que había que hacer. —dijo mientras miraba el techo de metal de su camarote. —Tu… ¿Te arrepientes…? —preguntó al cabo de unos momentos de silencio.

—No. —respondió muy segura la joven oficial. —Para nada. Sé que algo está mal en la fuerza, pero no es abandonando cómo vamos a arreglarlo.

Camila se quitó el arma reglamentaria y la colocó junto con el resto de su ropa sobre una silla al lado de la cama. Quedó solo vistiendo una camiseta gris y su ropa interior mientras miraba el arma que asomaba de su funda. —¿Crees que corramos peligro en esta nave? —preguntó.

—El verdadero peligro está en las fuerzas que vamos a enfrentar en el espacio. —respondió su compañera.

—Lo sé pero… es decir. —comenzó a decir Camila y de repente se sorprendió al ver la cabeza de Ximena frente a sus ojos. —Te protegeré. —dijo la Teniente cabeza abajo con la mirada fija en el rostro de la joven. —Sea donde sea.

—Xime… —dijo la joven con lágrimas en los ojos. —¡Xime!

Camila intentó abrazar a su compañera pero la piloto se apartó con un movimiento casi felino y la oficial Camila cayó al piso de metal del camarote con un fuerte ruido.

—¡Auch! —exclamó acariciandose la cabeza.

—Será mejor que te duermas de una vez. —la recriminó Ximena volviéndose a acostar. —tendremos un desfile mañana temprano.

Su compañera la miró desde el piso y sonrió entusiasmada. —¡A la orden! —exclamó haciendo el saludo correspondiente.

Unos diez minutos más tardes ambas jóvenes dormían profundamente en lo que sería su primer noche de muchas por venir a bordo de aquella nave.

Fueron despertadas temprano por la mañana por el toque de Diana que sonó en cada rincón de la Bramante. Se vistieron rápidamente y a los pocos minutos ya estaban listas en la sala de pilotos, donde el Director de Operaciones (Un Oficial de avanzada edad llamado Curtiss) dió un repaso a las actividades que los escuadrones deberían realizar durante la jornada. Se sentaron junto a Travis y otro de los ex-pilotos del escuadrón Púrpura llamado Ray.

Allí conocieron al resto de los pilotos que formaban parte de los tres escuadrones activos en la Bramante; Alfa, Bravo y Charly. Ximena y el resto de sus compañeros serían el cuarto y por ende adoptarian para sí el nombre "Delta". Aquello era radicalmente diferente de otras naves de la fuerza en las que, generalmente, los escuadrones adoptaban nombres de colores.

Como ya habíamos mencionado antes, la Bramante operaba los anticuados pero extremadamente fiables VF-11 Thunderbolt. Aquellas naves no solo estaban probadas en combate con miles de horas de operaciones a sus espaldas; su mantenimiento era más que sencillo y la abundancia de componentes y armamento las hacian sin lugar a dudas una de las naves más versátiles y fiables de la flota, casi tanto como los venerables (Pero definitivamente obsoletos) VF-1.

No vieron a los pilotos temerarios que habían causado aquella conmoción en el hangar la tarde anterior, aparentemente seguían en el calabozo y se perderían el desfile. A simple vista aquellos escuadrones aparentaban ser relativamente normales. Camila observó que ambos líderes de los escuadrones Alfa y Bravo aparentaban ser pilotos con varias campañas de experiencias. Ambos rondaban los cuarenta años y se los veía en excelente estado físico. El líder de Bravo parecía ser un poco más joven que su colega y que llevase el pelo atado en una larga cola a su espalda de alguna manera reforzaba aquello. El líder de Alfa llevaba un corte militar casi al ras, además de estar perfectamente rasurado. Fuera de esos detalles, nada en particular despertó las alarmas de Ximena, quien se concentró entonces en la misión que les encomendarían durante la partida.

El Director Curtiss desplegó una enorme pantalla holográfica y asignó a cada escuadrón una posición en el espacio tridimensional que rodeaba a la fragata. Alfa y Bravo estarían posicionados sobre la proa de la Bramante mientras que Charly y Delta ocuparian los flancos.

—Me temo que serán un par de horas aburridas allá afuera, sin mucho que hacer mas que quedarse sentados mirando las estrellas. —dijo el Director suspirando. —En todo caso mantengan disciplina radial y solo transmitan lo estrictamente necesario. ¿Entendido? Sus posiciones ya han sido cargadas en las computadoras de navegación, eso es todo. Pueden salir.

Los pilotos (Unos quince sin contar a Ximena y sus compañeros) comenzaron lentamente a abandonar la sala en dirección al hangar principal, el recién formado escuadrón Delta los siguió en último lugar por los pasillos de la nave hasta que llegaron a donde se encontraban sus aeronaves listas para desplegarse.

Toda la tripulación de la Bramante estaba formada en el hangar principal. Si bien las estaciones de repostaje y la pista principal estaban libres, todo el fondo del espacioso lugar estaba ocupado por las tropas que servían a bordo de la fragata.

La Bramante, como todas las otras Fragatas Furtivas Clase Northampton en la fuerza, era una nave de combate multipropósito. En la flota servía como una versátil y probada plataforma de artillería que podía desplegarse rápidamente en cualquier punto del campo de batalla, siendo especialmente efectiva como escudo antimisiles y plataforma anti-cazas debido a sus numerosas torretas de defensa de punto y repetidores láser de alta velocidad. Su arsenal ofensivo no solo incluía sus cuatro cañones de artillería frontales; también estaba equipada con lanzadores de misiles y torpedos Anti-Naves Capitales en ambas bandas, lo que la convertían en una mortífera punta de lanza durante ataques a flancos o retaguardias de las concentraciones enemigas aprovechando sus excelentes cualidades furtivas.

Su papel multipropósito era reforzado por su capacidad de desplegar un pequeño número de naves de combate, generalmente cazas variables para ataques de precisión o neutralización de mechas o aeronaves enemigas, pero también podía llevar bombarderos medianos o escuadrones de las Fuerzas Especiales para operaciones de tipo quirúrgico.

La Bramante no solo contaba con sus escuadrones de cazas regulares; también disponía de un batallón de tropas especializadas en desembarcos, más comúnmente llamados "Marines".

Ximena contó una Compañía completa, probablemente unos ciento cincuenta hombres divididos en una media docena de pelotones. Vió varios vehículos de transporte de tropas aparcados al fondo del hangar y al menos dos IFV (Vehículos de combate de infantería) pero lo que más le llamó la atención era la composición de las tropas.

—Supongo que los rumores eran ciertos después de todo. —dijo en voz baja dirigiéndose a Camila.

La joven asintió. —Si. Supongo que esas son las tropas "problemáticas".

Todas las tropas a pié estaban compuestas por personal que había sido trasladado desde diversas partes de la fuerza, ya sea por mala conducta, indisciplina o tal vez solo por el capricho de algún Capitán que quería sacarse de encima a alguien en particular. Camila vió rostros duros, muchas cicatrices y signos de poca higiene personal en muchos de ellos. Sintió un escalofrío en cuanto varios de ellos le lanzaron miradas lujuriosas y por un momento tuvo conciencia de lo ajustados que eran sus trajes de vuelo y lo reveladores que eran. Las palabras de su Tío sonaron en su cabeza y la joven sintió que volvía a hervirle la sangre. Ignoró a aquellos brutos y continuó su camino sin prestarles más atención.

Pero no todas las miradas hacia aquellas jóvenes pilotos había sido cargadas de lujuria: Uno de los Capitanes, un hombre fornido bien entrado ya en los cuarentas miró con curiosidad a las nuevas caras y las siguió con la mirada hasta que se perdieron entre las aeronaves estacionadas, luego volvió su vista hacia el frente.

Habían colocado una enorme pantalla holográfica en el hangar para que todas las tropas y tripulantes pudieran presenciar la partida de la flota y el discurso del Almirante Aramaki, quien abordo de la Nave Insignia Macross 47, se preparaba para iniciar aquella ofensiva a gran escala.

El Jefe Aichi los recibió junto a los VF-171 S2, que habían recibido una mano de cera y brillaban como recién pintados bajo las poderosas luces del hangar.

—No pudimos terminar la número 3. —dijo un poco desilusionado señalando la aeronave rodeada de andamios y piezas. —Y eso que estuvimos hasta tarde trabajando en ella… tendrán que salir con la #1 y #2.

—Travis y Ray irán en la #2. —ordenó Ximena. —Camila y yo volaremos la #1.

—Entendido… entonces solo queda un pequeño detalle por terminar.

Tras decir eso el mecánico se acercó a un carrito y tras tomar unas tiras de plástico y una herramienta indicó a uno de los ayudantes que hiciera lo mismo. Entonces se acercó al VF-171 de Ximena y colocó las tiras en el fuselaje de la aeronave, justo debajo de la cabina.

—Casi listo. —dijo aplicando una capa de pintura. —No se preocupen; esto secará enseguida.

Al retirar la máscara, los nombres de Ximena y Camila quedaron inscriptos en el fuselaje de color azul oscuro con grandes letras blancas.

Los mecánicos trajeron dos escaleras, una para el piloto y su RIO. Las chicas se colocaron sus cascos y tras revisar que sus trajes funcionaban a la perfección abordaron la aeronave al mismo tiempo que los otros dos pilotos hacían lo mismo con la aeronave #2.

Las escaleras fueron retiradas y de inmediato un transporte con un generador y baterias aparcó junto a la nave para proveer la energía necesaria para el encendido de los motores. Los técnicos conectaron los cables de alimentación a los puertos adecuados y pronto ambos motores se encendieron con un rugido apagado.

—Comparado con los VF-11, estos motores apenas hacen ruido. —observó Aichi mientras controlaba la telemetría de las turbinas en su Pad. —Es la ventaja de trabajar con naves furtivas. —dijo.

—¿Qué opinas de los otros escuadrones? —preguntó Ximena desde la cabina.

—Las aeronaves tienen varios años ya, pero todas están dentro de su horas de uso reglamentarias. —dijo Aichi señalando los VF-11 que comenzaban también a encender sus motores. —El Capitán Owen tiene buenos mecánicos, todos hombres de la escuela Nakajima… me hice amigo de varios de ellos en el tiempo que ustedes estuvieron en Edén. —explicó el viejo mecánico. —Con respecto a los pilotos… bueno, ya viste lo que pasó ayer. —dijo secándose el sudor de la frente. —Pero me han dicho que esos dos son un caso especial; los demás pilotos son todos excelentes profesionales… Estoy cargando los datos del plan de vuelo en la Base de Datos principal.

—Entendido. —respondió Camila desde el asiento trasero. —Puertos de comunicación abiertos, listos para carga de datos.

La información de la misión fué encriptada por la terminal del mecánico y cargada en las computadoras de los VF-171 S2. Era solo información de puntos de ruta y navegación pero los sistemas informáticos trataban aquellos datos como información ultra-secreta.

—Datos de Misión Recibidos. —informó la Oficial Hughs.

—Delta Uno listo para rodar. —informó la Teniente Ximena Hernandez.

Aichi hizo una señal con la mano y los técnicos retiraron las escaleras y el transporte con el generador.

—¡Buen vuelo! —exclamó el Jefe Aichi mientras se alejaba junto con los demás mecánicos. Solo el banderillero quedó junto a la nave esperando la señal del piloto para comenzar a rodar por la pista.

Ximena miró al otro VF-171 y vió que también estaban listos. Hizo una señal con la mano y ambos cazas bajaron las cabinas de cristal al mismo tiempo.

El banderillero encendió las balizas y miró a Ximena. La joven hizo un gesto con la mano para informar al oficial que estaba lista para comenzar a rodar hasta la pista de lanzamiento a lo que el oficial respondió levantando ambas luces hasta su cintura. Inmediatamente movió ambas hacia arriba y abajo indicando que podía comenzar a moverse.

Lentamente el VF-171 comenzó a abandonar su estación de repostaje. Ximena giró siguiendo las marcas en el piso hasta la angosta calle de rodaje. Un VF-11 estaba ya ocupando la posición delante de ella así que se detuvo a esperar su turno.

Las Northampton podían lanzar dos cazas simultáneamente, pero dado que allí no había catapultas como en los viejos portaaviones terrestres, en realidad podían despegar casi simultáneamente todas las aeronaves que cupieran en la pista que daba a la enorme compuerta. Dado que aquello no era un despliegue de emergencia ni estaban bajo ataque, los cazas salían de dos en dos con un amplio intervalo de tiempo entre despegue y despegue.

Al llegar el turno de Ximena la joven rodó hasta la pista principal y ocupó su sitio en la marca del piso. El oficial de despegue indicó con sus balizas que esperara a que su ala Delta 2 ocupara su sitio, cosa que ocurrió casi de inmediato. Una vez que ambas aeronaves estuvieran preparadas en oficial adoptó la posición con el brazo extendido hacia la compuerta.

Era la señal de salida. Ximena aceleró los motores a potencia de despegue y el VF-171 rugió mientras salía despedido a toda velocidad seguido de su ala. Ambas aeronaves dejaron atrás la popa de la Bramante y giraron a estribor para unirse al patrón de vuelo junto a las demás aeronaves.

—Mierda. —exclamó Ray por la radio.

—De-Deculture. —murmuró Camila.

Toda la flota de la NUNS estaba desplegada ante ellos. Había decenas de miles de naves de toda clase formadas en enormes estructuras tridimensionales que se extendían todo alrededor.

—Nunca había visto algo así fuera de los libros y simulaciones. —exclamó Ximena también asombrada.

—Una formación de Pared Triple. —observó Camila. —Impresionante.

La NUNS había establecido su flota de tal modo que formara tres enormes pantallas, como si quisiera cubrir una de las caras de Edén, pero desde la posición de la Bramante no podían ver aquello. Afortunadamente la transmisión del desfile estaba siendo retransmitida a todas las naves de la flota y Camila pudo sintonizar el canal adecuado y mostrar en una pequeña ventana una vista general de lo que estaba sucediendo.

Los escuadrones de Cazas de la Bramante ocuparon su sitio junto a su nave y aguardaron el inicio del desfile. Delta Uno y Dos estaban prácticamente ocultos a la sombra de la dañada torre de la fragata y dado su color oscuro, eran casi invisibles a los ojos de los Drones-cámara que volaban entre las miles de naves transmitiendo las imágenes del despliegue de tropas a todos los rincones de la Expansión Humana.

La imagen del Almirante Aramaki apareció en todas las pantallas dando inicio al discurso previo a la partida de la flota.

—Ciudadanos de la galaxia. —comenzó a hablar el Almirante. —Hoy nos embarcamos en la misión más importante para garantizar la supervivencia de las civilizaciones creadas por la Protocultura, para neutralizar de una vez por todas la amenaza Zentradi y devolver la paz a toda la Vía Láctea.

Los aplausos y gritos acallaron momentáneamente las palabras del Almirante.

—Miles de sacrificios han sido necesarios en el pasado para garantizar la paz, pero ya es momento de honrar esas muertes y finalizar, de una vez por todas, el conflicto que nos ha legado la antigua civilización de la Protocultura.

Mientras aquellas palabras eran dichas, tras él una enorme pantalla mostraba escenas de batallas entre las fuerzas de la NUNS y Zetradis "rebeldes". Tanto Ximena como Camila apretaron con fuerza los controles en cuanto reconocieron las imágenes de la masacre que habían vivido en carne propia apenas unos pocos meses antes.

—Es hora de reparar el daño que ellos causaron y lograr el fin del conflicto.—continuó recitando el Almirante. —Los Zentradi deben ser pacificados, su cultura necesita ser restaurada y su amenaza borrada de la faz de esta galaxia. Solo así lograremos la paz eterna.

Más gritos y aclamaciones mientras la imagen se alejaba del Almirante y mostraba las enormes formaciones de naves aparcadas en órbita de Edén.

—Nuestra flota llevará la cultura a los Zentradi y lograremos la Paz… ¡De una vez por todas!

Una ventana se abrió en la pantalla frente a Ximena y Camila. Era una transmisión local del Capitán Owen. —Iniciaremos un Procedimiento de Salto FOLD desde posición estacionaria. —advirtió el Capitán. —Confirmen que sus aeronaves se encuentran gravitacionalmente ancladas a la Bramante o se quedarán atrás.

Camila ya lo había confirmado quince minutos antes en cuanto Ximena ocupase la posición designada, pero volvió a revisar por las dudas. —Estamos gravitacionalmente anclados a la Bramante. —confirmó.

—Esto va a estar bueno. —dijo el piloto de Delta 2. —¿Un FOLD con tantas naves juntas? Debe ser algo increíble.

—Mantengan silencio de radio. —los amonestó Ximena.

En la transmisión del desfile. Aramaki levantó ambas manos en un gesto de despedida. —¡Partimos hacia la Victoria! —exclamó mientras tras él, comenzaban a formarse miles de burbujas WARP a medida que los generadores de energía dimensional creaban los puntos de entrada para la enorme flota. —¡Adelante! —gritó.

Las miles de burbujas parecieron fundirse en una sola y toda la flota quedó envuelta en lo que parecía ser una nueva estrella justo al lado del planeta. Todo el planeta Edén quedó de pronto iluminado con resplandores rosas y violáceos mientras la gigantesca burbuja aumentaba cada vez más su brillo a medida que la energía de millares de reactores llenaban aquel espacio de materia subdimensional.

Entonces hubo un resplandor y toda la flota desapareció en un abrir y cerrar de ojos.