8
Se encontraron con el jefe Aichi en el elevador. El viejo mecánico se había cambiado la ropa que había usado en el ejercicio y ahora vestía una simple camiseta y pantalones largos, también parecía haber salido de la ducha hace poco.
—¿A usted también…? —comenzó a preguntar Ximena en cuanto Aichi saludó al Director Curtiss.
—Si, parece que es importante. —dijo con voz seria.
La teniente Hernandez aún llevaba puesto su traje de vuelo, al menos había dejado el casco en la Sala de Pilotos. El Director presionó el piso indicado y la joven observó que se dirigian a la parte nueva de la torre, aquella sección de la Bramante que habían instalado nueva hacía tan solo unos pocos días.
Cuando las puertas del elevador se abrieron vieron que estaban en lo que parecía ser otra nave. Las paredes, el piso y el techo eran de materiales y colores diferentes. Caminaron por un pequeño pasillo y entraron a una habitación en la que un solitario guardia hacía de custodia en aquel momento.
La habitación estaba completamente iluminada y no era muy grande, pero al carecer casi por completo de decoración aparentaba ser más grande de lo que era. Había una gran mesa en el centro rodeada de butacas y una gran pantalla en el extremo. Eso era todo.
—¿Una Sala de Conferencias? —preguntó Aichi entrando en la habitación.
—Aparentemente vino incluido con la torre nueva. —explicó el Director de operaciones.
El Capitán Owen estaba allí junto al Oficial Jarvis y el Oficial de Inteligencia y Sistemas Boris. Los tres estaban parados a un lado de la mesa revisando unas imágenes en el pad que sostenía el Capitán.
Había seis butacas y eran seis tripulantes. Ximena comprendió que nadie más estaría en aquella reunión y la puerta cerrándose a sus espaldas confirmó aquello.
—Gracias por venir tan pronto, por favor tomen asiento. —indicó el Capitán haciendo un gesto con la mano libre.
Ximena, Aichi y Curtiss se sentaron de un lado y Owen, Jarvis y Boris del otro. En un extremo de la mesa estaba la enorme pantalla y del otro lado la puerta cerrada que daba salida al pasillo. La luz comenzó a atenuarse mientras Boris usaba su Pad para conectarse a la conferencia que estaba a punto de comenzar.
En la pantalla apareció un sala de conferencias pero era mucho más grande que la que ocupaban ellos en ese momento. La mesa era de madera exótica y bellamente pulida, pero ese insignificante detalle ni siquiera pasó por la mente de Ximena al reconocer los rostros que los miraban desde la pantalla.
—Saluden. —indicó Jarvis poniéndose de pie.
Los seis se pusieron de pie y saludaron al Almirante Aramaki y sus oficiales a bordo de la Macross 47, la Nave Nodriza de la Flota de Expedición Profunda Veintisiete. Allí no solo estaba toda la plana mayor de la NUNS, sinó también los Capitanes de las otras Battle Class de la flota. Aquella reunión no era poca cosa, definitivamente.
Ximena notó que uno de los oficiales sentado frente al Almirante la estaba mirando y rápidamente reconoció aquel rostro. Era el tío de Camila, el Vicealmirante Samuel B. Hughs. Su compañera le había contado todo lo que había sucedido durante aquella "visita" y por eso de pronto sintió un gran asco y rechazo hacia aquel hombre que había dicho esas cosas tan horribles a su propia sobrina. Apretó los dientes en silencio y apartó la vista de aquellos fríos ojos azules.
¿Se había ganado la enemistad de uno de los hombres más poderosos de toda la fuerza? Lo que había ocurrido con su antiguo superior, el Coronel Baidu se materializó en su mente. El ejército se apresuró a declarar lo ocurrido como un lamentable accidente, pero no era la primera vez que alguien había sufrido un accidente mortal tras haber ganado a uno de los Hughs como enemigo.
—Gracias por responder a mi petición tán rápido, Capitán Owen. —dijo Aramaki respondiendo al saludo. —En descanso.
Los seis tripulantes de la Bramante se sentaron y aguardaron en silencio mientras en la pantalla, Aramaki hablaba con uno de sus oficiales de Inteligencia.
—Esta transmisión es absolutamente confidencial. —comenzó a decir el Almirante mirando hacia la cámara. —¿Sus sistemas de Encriptación están actualizados? —preguntó.
Owen dirigió una mirada a Boris y este comprendió de inmediato. —Sí Señor. —respondió poniéndose de pie evidentemente nervioso. —Todas las transmisiones de seguridad se están procesando en nuestro Núcleo Computacional Cuántico. —afirmó. —Nuestras comunicaciones usan el Protocolo Q-F32 Revisión 2.
El Almirante Aramaki asintió. —Veo que han aprovechado al máximo las actualizaciones a su nave, Capitán. —observó. —¿Han culminado las certificaciones correspondientes?
—Sí Señor. —Ahora fué el turno de Jarvis de ponerse de pie mientras Boris se sentaba aliviado. —Todos los sistemas han sido testeados y certificados según los procedimientos vigentes.
En la pantalla varios de los oficiales intercambiaron miradas inquietantes entre ellos. —Excelente. —respondió Aramaki mientras Jarvis volvía a tomar asiento. —Comprendo que han terminado un Ejercicio Inmersivo hace tan solo unas pocas horas. —dijo mirando a Ximena, quien todavía llevaba puesto su traje de vuelo. —Lamento no dejarlos descansar un momento, pero me temo que tenemos una situación de extrema gravedad desarrollándose en estos momentos.
Ximena escuchó como el jefe Aichi tragaba saliva. Definitivamente aquello era algo serio.
El Almirante tomó su pad y con el dedo seleccionó una serie de archivos. —Por favor observen esto. —dijo mientras hacía un gesto con el dedo para proyectar las imágenes.
La enorme pantalla se oscureció y una imagen apareció ocultando todo lo demás. Era una imagen de bastante mala calidad, seguramente tomada por un telescopio a una distancia enorme, pero las formas que aparecian eran fácilmente reconocibles para cualquier miembro de la NUNS.
—Una Superfortaleza Zentradi. —dijo Owen recordando la que hacía unas pocas horas había abierto fuego sobre ellos en la simulación. —Aunque… parece de un tipo de configuración que jamás había visto antes. —observó intrigado.
El Oficial Jarvis tomó el puntero láser de encima de la mesa y marcó en la pantalla las gigantescas estructuras que se levantaban a cada lado de las enormes "alas" que se extendían desde la protuberancia central del cuerpo de la titánica nave. —¿Qué son estas cosas? —preguntó. —¿Algún tipo de armamento extra? ¿O propulsión?
—Esas estructuras no son parte de la SuperFortaleza. —explicó Aramaki. —Son parte del astillero en donde está siendo construida.
—Por todos los… —comenzó a decir Boris. —¿Eso es un…?
—Un Nexus, si. —respondió Aramaki.
Los Nexus eran los mega-astilleros de la Armada Zentraedi en donde se construían aquellas titánicas Superfortalezas. Se creía que quedaban solo unos pocos de ellos desparramados por toda la Galaxia pero jamás habían sido encontrados… hasta ahora.
—¿Esa imagen es reciente? —preguntó Owen alarmado.
—De hace al menos treinta y seis horas. —explicó el Almirante. —Como verá esa nave está en avanzado estado de construcción y mis Oficiales de Investigación creen que su lanzamiento podría ser inminente.
Los tripulantes de la Bramante quedaron en silencio mientras otras imágenes comenzaban a aparecer en la pantalla mostrando una vista general del complejo. Una enorme flota se estaba amasando allí, probablemente cercana al millón de naves.
—Como verán, son instalaciones verdaderamente gigantes. —explicó el Almirante. —Nos llevó muchas décadas de investigación dar con una de ellas, ya que son las únicas instalaciones de la Armada Zentradi que están completamente aisladas de la red de comunicaciones unificada que heredaron de la Protocultura.
—¿Aisladas? —preguntó Jarvis
—Por completo. —puntualizó Aramaki. —Son instalaciones ultra secretas emplazadas en lugares "ruidosos" de la Galaxia… ningún tipo de emisión, en cualquiera del espectro electromagnético superan el "ruido" de fondo que los alrededores de los emplazamientos producen.
—Osea que son virtualmente invisibles. —observó Owen.
—Deben serlo. —señaló el Vicealmirante. —Son las instalaciones más valiosas de la Armada Zentradi y son completamente irremplazables. Solo tienen unas pocas de las creadas por la República Estelar en tiempos de la Protocultura.
Aramaki mostró un mapa de la Galaxia y señaló un pequeño punto en uno de los brazos exteriores de la Vía Láctea. —Anteriormente descubrimos aquí los restos de uno de los Nexus destruidos por el Ejército de Supervisión. —explicó dejando la marca activa en el mapa. —Aparentemente su destrucción fué en tiempos recientes, a principios del Siglo XX… los Zentradis lograron aniquilar a la mayoría de los atacantes, pero no pudieron evitar la destrucción total de la instalación.
—Nuestros expertos han descubierto que hay una gran probabilidad que la ASS-1 haya sido una de las naves que participó de esa operación. —explicó Samuel. B. Hughs. —Lo que explicaría el hecho que persiguieran a esa nave tan insistentemente hasta el mismísimo Sistema Solar.
—Virgen Santísima. —exclamó el Director de Operaciones.
Los rostros de la plana mayor de la NUNS volvieron a aparecer en la pantalla. —Investigamos esos restos por varios años. —explicó el Almirante Aramaki. —Pero no descubrimos ninguna pista sobre el paradero de los demás Nexus… si es que quedaba alguno activo en la Galaxia. Finalmente, hace unos once meses, nuestros más avanzados sensores pasivos detectaron la presencia de Zentradis en una región en donde nunca antes se los había detectado antes. Se les asignó una etiqueta de seguimiento y se los categorizó como un Destacamento Errante.
—¿Destacamento Errante? —preguntó Ximena.
—Cada cierto tiempo sucede que ciertas escuadras o divisiones de la Armada Zentradi son separadas de su flota. —explicó Owen. —Ya sea por una batalla especialmente sangrienta que decapita su cadena de mando o por errores logísticos de los Comandantes, cuando eso sucede se convierten en Destacamentos Errantes, o perdidos, también se los llaman "Flotas Huérfanas". Son muy comunes por toda la galaxia, pero sin una cadena de logística o flota de soporte no suelen durar mucho… unos pocos años tal vez… eventualmente sus naves quedan inmovilizadas y todos mueren perdidos en medio del espacio en cuanto la comida o el oxígeno se agoten… lo que suceda primero.
—Que horrible. —exclamó Aichi.
El Almirante se aclaró la garganta. —Ejem… bien, continuando con la explicación… Este contacto despertó la curiosidad de nuestro equipo de vigilancia, no solamente por haber aparecido prácticamente de la nada en una región en donde nunca había sido detectada actividad Zentradi… si no por la dirección que aparentemente estaban tomando.
El Vicealmirante Hughs tomó su marcador láser y dibujó una línea recta desde la región en donde había aparecido aquella Flota Huérfana hasta un punto que había señalado Aramaki en el brazo exterior de la Vía Láctea.
—Iban en dirección al Nexus destruido. —comprendió asombrado Jarvis.
—Eso automáticamente encendió las alarmas de nuestros vigías. —explicó el Almirante. —Y comenzamos a monitorearlos constantemente, tratando de permanecer fuera de su rango de detección para ver cuáles eran sus intenciones.
Owen miró la pantalla pensativo. —¿Creen que se trató de una fuerza de exploración enviada para ver qué sucedió con ese Nexus? —preguntó.
Aramaki asintió. —Probablemente. —dijo. —Es lo que piensan nuestros expertos… aunque la cantidad de tiempo que pasó desde la destrucción del Nexus y la aparición de este destacamento de reconocimiento es desconcertante. —afirmó.
—Ya veo. —dijo el Director Curtiss. —Que un destacamento desconocido de pronto aparezca de la nada y se dirija a una de las instalaciones más secretas de toda la Armada Zentradi… es muy probable que se haya originado no de una de las flotas regulares, sinó de uno de los otros Nexus activos.
—Y la excesiva dilatación del tiempo de respuesta se debe al aislamiento total entre esa clase de instalaciones. —observó Jarvis. —Pero al parecer se enteraron de alguna forma y dado el tiempo transcurrido…
—Lo hicieron por medio de transmisión de información Sub-Luminal. —señaló Boris. —¿Probablemente radio? ¿O algún tipo de láser de frecuencia desconocida?
—Si bien la evidencia de ello era circunstancial, no podíamos dejar pasar la oportunidad de descubrir si esa teoría era verdadera. —reconoció Hughs cruzándose de brazos sin dejar de mirar los puntitos en el mapa. —Continuamos monitoreando a los Zentradis a medida que se internaban en nuestro territorio, enmascarando las emisiones creadas por nuestra tecnología para que sus sistemas no pudieran detectar nada fuera de lo normal en su camino.
—¿Y qué sucedió cuando llegaron al Nexus destruido? —preguntó intrigado el Capitán Owen.
Aramaki se encogió de hombros. —Nada. —dijo suspirando. —Teníamos la esperanza que transmitieran la información a su base y poder triangular su ubicación, pero para nuestra sorpresa continuaron guardando absoluto silencio radial. Tras patrullar aquellos restos durante varias semanas, finalmente abandonaron la zona y comenzaron a rondar por las inmediaciones como si estuvieran patrullando. Mantuvieron ese patrón hasta muy recientemente.
—Es decir, se convirtieron en un verdadero Destacamento Errante. —razonó Ximena.
—¿Qué fué de ellos? —preguntó Owen.
El Almirante miró a Owen y al cabo de unos segundos miró a la confundida Ximena. —Creo que ustedes ya saben la respuesta a eso… o al menos lo sabe la Teniente Hernandez.
Una nueva imagen fue transmitida en la pantalla. Ximena ahogó un grito, pero fué la maldición de Aichi la que se escuchó en la sala de reuniones.
—Lo-lo siento. —se disculpó el viejo mecánico haciendo una reverencia hacia la imagen del Almirante Aramaki.
Ximena se había puesto blanca como la leche. Reconoció de inmediato las imágenes de los Zentradi que habían diezmado a su escuadrón y su corazón comenzó a latir con fuerza mientras trataba de mantener la compostura.
El Almirante Aramaki comprendió los sentimientos que se arremolinaban en la joven piloto y suspiró. —Como verá Capitán Owen, eran varios los motivos por los que el batallón 612 se presentó como una opción a esta operación. —continuó hablando. —La experiencia en combate contra ellos que algunos de sus pilotos tienen, es uno de ellos.—afirmó volviendo a mirar a Ximena.
Las armaduras que componían aquel Grupo de Zentradis "Errantes" aparecieron en un collage de imágenes en la pantalla. Todas las armaduras tenían aquel color blanco fantasmal tan fuera de lugar en aquellos soldados definitivos. El enorme Acorazado ocupaba el centro de la imagen y también llevaba aquellos mismos colores. Ximena recordaba algunos detalles por haber visto a aquella nave a través de los sensores de su caza durante el combate. Ahora que podía apreciar al acorazado con iluminación perfecta y en buena resolución, descubrió las enormes diferencias con respecto a las otras naves de su misma clase.
—Es… es un acorazado furtivo. —exclamó al distinguir el recubrimiento en forma de pequeños hexágonos que cubría gran parte del casco de la nave.
Tanto Curtiss como Jarvis parecían verdaderamente asombrados. —¿Los Zentradi poseen esa clase de tecnología? —preguntaron casi al unísono.
—Al menos las tropas que patrullan los Nexus. —respondió Aramaki. Estas naves no emiten prácticamente nada en el espectro electromagnético… sólo pudimos detectar su presencia por la "huella" subdimensional que dejan con cada salto FOLD.
—Eso al menos explica el por que combatieron de forma tan diferente. —dijo el Jefe Aichi. —También parecían ser inmunes al Shock Cultural. —señaló.
—No estamos tan seguros de eso. —observó el Vicealmirante señalando el array de antenas instaladas en la nave Zentradi. —Tras el análisis de la batalla no queda del todo claro las intenciones del enemigo en cuanto al uso de las interferencias.
—El jamming fué claramente en respuesta a los hologramas y la canción de Minmay que se utilizan en la maniobra de Shock Táctico. —Objetó la joven.
—Tal vez… o tal vez fué parte de su entrenamiento programado para suprimir emisiones de cualquier tipo. —Explicó Aramaki. —El análisis forense del material recuperado tras la batalla no confirma eso. El equipo de interferencias podría haber estado automatizado para enmascarar emisiones que superaran determinados valores.
Ximena apretó los dientes. —Si hubiésemos sabido eso antes… —dijo con rabia.
—El array del Acorazado hubiese sido el blanco prioritario, seguido del Shock Táctico para neutralizarlos. —comprendió Aichi.
El Almirante Aramaki miró a la joven piloto. —Hubo desprolijidades en la organización de esa misión. —reconoció. —El Director de Misión de New Dallas no contaba con toda la información necesaria sobre ese destacamento de Zentradis.
—¿Por qué? —preguntó Curtiss.
—Porque se trata de información extremadamente confidencial. —respondió Hughs. —Además eran detalles innecesarios para la tarea que debían cumplir, que era la de neutralizar a esos Zentradis. —respondió.
Owen se cruzó de brazos y la indignación se notaba en su rostro. —Debieron suministrar la información completa… o al menos la necesaria para alertar a los pilotos sobre la presencia de tropas no-regulares. —dijo reprimiendo la ira. —New Dallas despachó a sus escuadrones como respuesta a una amenaza Zentradi Estándar, por lo que el procedimiento no-letal de neutralización tuvo prioridad al momento de planificar la misión.
Samuel B. Hughs dirigió una mirada de desprecio al Capitán Owen. —¿Nos está acusando a nosotros del resultado de esa misión? —preguntó.
—No. —se apresuró a responder Owen. —Pero se podría haber minimizado la pérdida de vidas… tal vez se podrían haber evitado por completo.
—La responsabilidad recae en New Dallas. —afirmó el Vicealmirante visiblemente molesto por el tono del Capitán Owen.
Aramaki se volvió hacia su Vicealmirante. —Eso no es del todo cierto. —dijo. —No era estrictamente necesario neutralizar a ese grupo; podríamos haber continuado con la observación remota por tiempo indefinido.
Samuel B. Hughs sacudió la cabeza. —Fué decisión de todos los Capitanes. —dijo. —Usted se comprometió a respaldar la decisión final de la mayoría.
—Si. —reconoció Aramaki suspirando. —Es cierto… pero el precio que pagaron esos hombres…
—Cumplieron su misión, que es lo importante. —dijo con frialdad el hombre. —Podemos pasarnos todo el día discutiendo sobre a quién culpar sobre eso, o podríamos centrarnos en el asunto urgente que tenemos entre manos.
El Almirante intentó responder pero calló al último instante. No quería reconocerlo pero el argumento de Samuel Hughs era inobjetable. En cambio se volvió hacia Owen y señaló los datos de la pantalla. —Al menos no repetiremos el mismo error con usted, Capitán. —dijo haciendo un gesto con la mano. —Dispondrá de toda la información que tenemos sobre esta unidad y lo que sabemos del Nexus.
La pantalla se oscureció y el mapa de la galaxia volvió a desplegarse ante ellos.
—¿En qué consiste nuestra misión? —preguntó Owen. —¿Que puede hacer la Bramante frente a una de esas… cosas? —dijo señalando la región en donde había aparecido el marcador que indicaba la instalación secreta Zentradi.
Aramaki se aclaró la garganta. —No es combatiendo como deberá lidiar con esta situación. Necesitamos evaluar la situación y para eso lo enviaremos a usted y a sus hombres a una misión de reconocimiento. —dijo. —Pero no irán solos.
Una pequeña ventana se abrió sobre el mapa y la fotografía de una extraña nave apareció resaltada. —Tenemos una nave de observación científica cargada de instrumentos y personal experto que necesita ser escoltada hasta las proximidades de esa cosa. —explicó Samuel Hughs. —El Batallón 612 estará bajo el mando de uno de nuestros investigadores mientras dure la misión.
La nave que apareció en pantalla tenía una forma extraña y solo unos pocos de la tripulación de la Bramante había visto una de esas alguna vez. Todo su fuselaje parecía formar una enorme pirámide de la que brotaban diferentes protuberancias llenas de antenas y sensores, como si de un enorme pez globo se tratara.
—El batallón 612 se unirá a la Nave de Investigación Experimental Planck y atracará en el puerto del Portanaves Furtivo Uraga que usualmente se encarga de suministrar protección y navegación.. Durante la misión la Bramante servirá como nave guía y escolta de nuestros expertos —explicó Aramaki. —Deberán mantenerse lo suficientemente alejados para evitar los sensores y patrullas del Nexus, por eso es necesario mantener un nivel de sigilo extraordinario.
Owen y su Segundo se miraron en silencio. —¿Puedo preguntar algo, Señor? —preguntó Jarvis mirando al Almirante.
—Adelante.
—¿Por qué nosotros? —preguntó. —El Batallón 612 se especializa en misiones de combate, no de escolta o reconocimiento.
El Almirante Aramaki cruzó sus manos por delante mientras se apoyaba en la mesa. —Primero y principal, porque su reputación y experiencia están a la altura. —dijo. —Necesito una unidad con capacidades y tripulantes… flexibles. —dijo buscando la palabra adecuada. —Hombres con experiencia que puedan adaptarse a cualquier situación… Como verá, estamos tratando con tecnología y tácticas de batalla que no son estándar en los manuales de lucha contra los Zentradi.
Samuel Hughs asintió. —No sabemos qué otras sorpresas desagradables nos depare el Nexus. —dijo. —Por eso queremos que ustedes evalúen la situación desde la distancia y recopilen inteligencia para decidir la mejor forma de lidiar con la existencia de esta amenaza.
—Comprendo. —dijo el Capitán Owen.
—Es de vital importancia que obtengamos información sobre esa instalación y la Superfortaleza que están a punto de desplegar en ella. —afirmó Aramaki. —Nuestros expertos creen que esa nueva flota que está en construcción podría dirigirse hacia la zona del Nexus destruido por el Ejército de Supervisión, lo que significa…
—Que se pondrán en dirección a La Tierra. —comprendió Ximena.
—Nuestra flota defensiva no podrá detenerlos. —dijo Hughs. —Y no podemos depender del Shock Cultural como única arma…. las probabilidades que ocurra lo mismo que en la Primera Guerra Espacial son…
—Extremadamente bajas. —afirmó Aramaki. —Tenemos que encontrar una forma de evitar que esa flota salga de allí o, en todo caso, desviar su atención hacia otro lado, dependerá de ustedes analizar la situación para que nuestros expertos decidan el mejor curso de acción.
—Entendido. —respondió Owen. —Pondré de inmediato a mi equipo a trabajar en los preparativos. ¿Cuándo debemos partir?
—Lo más pronto posible. —respondió Samuel B. Hughs. —Necesitamos monitorear su actividad y tener un plan de contingencia por si es necesario evacuar Colonias que podrían encontrarse en su camino hacia el Nexus destruido. Por favor realice los preparativos necesarios cuanto antes.
Aramaki se puso de pié y lo mismo hicieron todos los demás de ambos lados de la pantalla. —Espero que su misión sea exitosa, Capitán. —dijo el Almirante. —Estaremos atentos a sus informes.
Los tripulantes de la Bramante saludaron y la comunicación se cortó.
—Mierda. —dijo Boris, quien fué el primero en desplomarse sobre la silla. —¿Osea que tenemos que remolcar a unos científicos y su laboratorio por media galaxia? —preguntó francamente decepcionado.
—Eso es lo de menos. —respondió Jarvis. —La perspectiva de jugar al gato y al ratón tan cerca de una de esas… cosas, me da escalofríos. —afirmó el corpulento oficial.
Owen había permanecido pensativo, aún de pie en su sitio. Al cabo de un momento se dirigió a la pantalla oscura. —Comunicame con Ingeniería. —dijo con voz fría.
De inmediato el rostro de Tali apareció en la pantalla. —Capitán. —dijo la mujer mientras se quitaba el casco de protección. —Veo que han estrenado la sala de reuniones de la nueva torre. —dijo con tono alegre.
—Tenemos trabajo. —dijo Owen yendo al grano. —¿Puedes preparar a la Bramante para que viaje lo más silenciosamente posible?
La Meltran comprendió que no era tiempo de bromas y su rostro se volvió serio de golpe. —Si. —dijo sin dudarlo. —Puedo ajustar la propulsión para enmascarar nuestras emisiones al mínimo posible.
—Ponte a trabajar en ello lo más pronto posible. —ordenó Owen. —Partiremos en cuanto la Bramante esté lista… otra cosa más. —dijo recordando de pronto. —Tendremos que acoplarnos a otra nave durante buena parte del viaje, te enviaré la información sobre ello apenas la reciba.
—A la orden, Capitán.
La comunicación terminó pero el Capitán Owen aún no había terminado. Acto seguido se volvió hacia el Director de Operaciones. —Nuestros escuadrones también deberán prepararse para este escenario. —dijo y de inmediato miró al jefe Aichi. —El Escuadrón Delta va a ser nuestra unidad principal de cobertura durante esta operación debido a sus capacidades furtivas. —dijo. —Nuestros VF-11 no podrán igualar a los VF-171 en cuanto a detectabilidad… me temo que no podremos usarlos abiertamente.
—Capitán. —dijo Aichi mientras volvía a ponerse de pie. —Podemos usar Fast-Packs especiales en los VF-11 para volverlos un poco más "silenciosos". —aseguró. El Director Curtiss asintió. —Es cierto.—dijo cruzándose de brazos. —Podemos equipar nuestros cazas con Fast-Packs de Propulsión Furtiva; usando esos motores en vez de los reactores estándar se logra una reducción drástica de las emisiones… aunque esa clase de equipo limita bastante el rango de operación de las aeronaves. —advirtió.
—Excelente. —exclamó Owen. —Pidan ese equipo de inmediato, debemos aprovisionarnos de todo lo que podamos necesitar en esta misión, porque me temo que no sabemos cuánto vaya a durar. —dijo mirando a su Segundo.
—Me reuniré con el jefe de suministros de inmediato. —respondió Jarvis.
—Bien… y por último. —dijo volviéndose hacia la joven piloto. —Teniente Hernandez.
—A la orden, Capitán. —exclamó la joven levantándose de su asiento.
—¿Qué puede decirnos sobre esas unidades irregulares con las que se enfrentó? —preguntó.
Ximena tragó saliva. —Eran buenos… mucho mejores soldados que las tropas regulares a las que nos enfrentamos en las simulaciones. —afirmó. —pero no son invencibles.
El Capitán y su Segundo asintieron.
—En los meses que llevo como parte de los escuadrones de ataque de la Bramante he conocido mejor al resto de los pilotos. —dijo entusiasmada. —Y creo que son excelentes, de un nivel muy por encima de la media de nuestra flota. Estaremos a la altura del desafío. —aseguró.
—Me alegra oír eso. —dijo Curtiss con una gran sonrisa. —Porque yo respondo por alguno de esos idiotas.
Owen caminó hacia la cabecera de la mesa y apoyó ambas manos sobre la madera. —Bien, será mejor ponernos a trabajar de inmediato. Quiero que cada sección esté lista lo más pronto posible. La operación se iniciará en setenta y dos horas.
Los cinco tripulantes se pusieron firmes y saludaron. —¡Sí Capitán! —exclamaron.
—Jefe Aichi… usted y la teniente Hernandez ya pueden regresar a sus puestos. —dijo mirando a los recién nombrados. —Recuerden que esta misión es confidencial.
—¡Sí Señor! —respondieron ambos.
—Pueden retirarse.
Cuando la puerta se cerró tras ellos, Owen se sentó finalmente en su asiento mientras se cruzaba de brazos. —¿Ustedes también lo notaron? —preguntó.
—Si, el Almirante estaba rodeado de "Halcones''. —dijo Jarvis, quien parecía poder leer la mente de su Capitán a veces. —En la reunión no se encontraban ninguno de los capitanes que pertenecen al bando de las "Palomas".
—Aramaki está cada vez más rodeado de elementos hostiles. —observó Curtiss. —Él mismo reconoció que tuvo que ceder a la presión de los capitanes para atacar a esos Zentradis Irregulares, cosa que me pareció muy llamativa.
Boris miró a los tres hombres y se encogió de hombros. —La política interna de la NUNS me interesa poco y nada. —reconoció. —A mí no me metan en líos.
Owen ignoró el comentario de su oficial de sistemas y sacudió la cabeza. —En todo caso es algo extraño. —dijo pensativo. —Enviarnos a nosotros a una misión de Reconocimiento… no es así cómo actúan los "Halcones". —dijo.
—A mi también se me hace sospechoso que actúen con tanta cautela. —respondió Jarvis. —Atacar por sorpresa a ese Nexus con toda la flota sería algo que con seguridad le causaría una erección con solo imaginarlo al Vicealmirante Hughs… supongo que, como dice el dicho "El miedo no es tonto".
Mientras tanto el Capitán Owen había vuelto a poner en pantalla las imágenes enviadas por el Alto Mando de la flota. El área de operación estaba marcado con un círculo verde en un remoto sector exterior de la galaxia. —¿Creen que hay alguna otra razón oculta para enviarnos a nosotros hasta allí? —preguntó señalando el objetivo.
Curtiss se encogió de hombros. —Quien sabe. —dijo. —Con tanta lucha interna entre los peces gordos de la milicia es imposible saber sus motivaciones.
Jarvis observó al pensativo Capitán. —Yo creo que la amenaza es real —afirmó. —Ahora si enviarnos a nosotros es algo que obedece a otra razón más allá de nuestro trabajo… eso tal vez nunca lo sepamos.
Boris levantó la vista de su pad y miró al Segundo. —¿Crees que el tío de esa chica nos eligió a nosotros por algo en especial? —preguntó.
—No creo que enviar a su sobrina a una misión al lugar más peligroso y custodiado de toda la Armada Zentradi sea algo que desee. —respondió pensativo Jarvis
—O tal vez si. —dijo Owen ante la mirada atónita de los demás. —¿Qué..? Solo estoy pensando en voz alta, no se tomen todo lo que diga en serio. —gruño.
Se hizo un pesado silencio en la sala de reuniones, pero no duró demasiado y los hombres comenzaron a trabajar de inmediato.
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El Escuadrón Delta escuchó con atención las palabras del Jefe Aichi una vez que él y Ximena hubieran regresado a las barracas. Ya muchos en el escuadrón daban por hecha la responsabilidad del Alto Mando en la muerte de sus compañeros, la confirmación por parte de Ximena y Aichi solo sirvió para echar sal a las heridas aún abiertas. No obstante, en cierta forma, sentían que habían hecho lo correcto en continuar honrando la memoria de aquellas víctimas para, algún día, poder llevar ante la Justicia a los responsables de sus muertes.
Aichi dejó bien en claro que, si bien volverían a luchar contra aquellos mismos Zentradi que habían masacrado a sus colegas, no se trataba de un acto de venganza. Debían cumplir su misión como servidores públicos y proteger a la Raza Humana del inminente peligro que aquella nueva flota representaba. Ya habría tiempo de llevar paz a la memoria de los caídos, pero ahora debían enfocarse en dar lo mejor de ellos.
Y dado el poco tiempo del que disponían para prepararse, dar lo mejor de ellos era absolutamente indispensable para cumplir con las órdenes de su Capitán.
Al día siguiente llegaron los nuevos suministros y el equipo extra que la Bramante había solicitado para la misión. No solo llegaron los nuevos Fast-Packs de tipo Furtivo para los VF-11; para sorpresa de Aichi una media docena de VF-171 último modelo fueron descargados en el hangar aún envueltos en aquel plástico protector que les ponían en las fábricas al salir de la línea de montaje. Al parecer el Alto Mando quería asegurarse que la operación fuera lo más discreta posible.
El Escuadrón Delta recibió dos de aquellas máquinas último modelo y también recibió la transferencia de dos pilotos de Bravo (Que tenían varias decenas de horas de vuelo en los simuladores de aquellas naves) para completar su nueva ala de cinco unidades. Alfa y Bravo recibieron dos máquinas cada uno, dando a aquellos pilotos la flexibilidad para dar soporte a Delta sin exponerse a los sensores enemigos.
Ninguno de los equipos de técnicos a cargo de los VF-11 tenía experiencia con aquellas nuevas máquinas, pero por suerte el antiguo escuadrón Púrpura tenía personal técnico de sobra y el Jefe Aichi ayudó a sus colegas a reorganizar las estaciones de mantenimiento. Al final todos los Escuadrones (Salvo Charly, que operaría exclusivamente con los VF-11 como respaldo en caso de extrema necesidad) tenían personal especializado en cada tipo de aeronave y un programa de entrenamiento rápido fué establecido por el experimentado Jefe de Mecánicos para alcanzar una certificación completa de todos los sistemas.
Mientras tanto, Tali cumplió su promesa de "Tunear" a la Bramante para que funcionase lo más silenciosamente posible. Tras salir de la Three Star durante su "Actualización de Media Vida", la nave ya estaba en óptimas condiciones de operatividad, no obstante la Meltran logró encontrar una forma de llevar al límite las características furtivas de la fragata en formas inimaginables para los ingenieros que habían diseñado aquella nave.
Todo el software de control de los reactores fué acondicionado para dar prioridad al uso "silencioso" de sus capacidades. Muchas partes externas de la nave que no estaban cubiertas por el material absorbente de radiación del casco fueron exhaustivamente recubiertas por casi todos los técnicos disponibles, quienes recorrieron el casco de cabo a rabo en busca de partes descubiertas. Cada antena y sensor externo fué examinado y probado para medir el tipo y cantidad de energía que podían emitir, así como la temperatura irradiada y la susceptibilidad de cada pieza a las vibraciones del casco.
El siguiente paso fué preparar el puerto especial en la popa de la Bramante para que pudiesen acoplarse a la Planck, la nave de Investigación que debían escoltar hasta lo más profundo del territorio Zentradi. Todas las Northampton tenían la capacidad de acoplarse a varias naves de la flota, pero generalmente sólo unas pocas estaban dedicadas a ese trabajo y el puerto posterior estaba siempre abierto y preparado. Tali tuvo que reforzar el cableado de datos así como los sistemas primarios y secundarios y revisar los anclajes magnéticos, cosa que nunca en la vida útil de la Bramante se habían utilizado.
Afortunadamente la fragata estaba en excelentes condiciones de mantenimiento y aquella pieza de equipo pronto estuvo lista para la misión.
Al cabo de exactamente Setenta y Dos horas, la Bramante dejó su posición en la retaguardia de la enorme flota y se dirigió hacia el centro de la misma, allí donde estaba la Nave insignia Battle 47 y el resto de las otras Battle Class que formaban la punta de lanza de la Vigésimo Séptima Flota de Expedición Profunda.
La nave que debían escoltar se encontraba anclada al llamado "Cluster 1". Se trataba no de una nave sino de un muelle móvil anclado a la parte de atrás de una de las Battle Class de la flota. En este Dock especial iban amarradas varias Islas Coloniales de Clase II junto con otras naves de soporte y mantenimiento que, en general, solo se usaban en ocasiones especiales y era más rentable que estuviesen ancladas y con un mínimo de personal a bordo.
La Séptima Flota, al contrario que su versión civil llamada "Flota de Inmigración" no contaba con un contingente de Colonos en busca de planetas en donde asentarse, no obstante si poseía un cierto número de civiles en su composición. Dado que muchas de la funciones de la NUNS se encontraban en manos de contratistas privados, la Flota debía proveer acomodamiento y protección a esos civiles y sus familias, de modo que en el mismo centro de la flota se había establecido un pequeño núcleo comunitario en donde los familiares de quienes trabajaban para la milicia vivían sus vidas dentro de una relativa normalidad, con escuelas, parques y servicios esenciales provistos por la propia flota.
Por cierto, allí también se encontraban ancladas las naves de las varias PMCs que se encontraban brindando sus servicios a la NUNS. Owen contó una docena de cruceros y destructores de toda clase anclados junto a una de las islas, esperando a que llegaran las ordenes para desplegarse en donde hiciera falta.
La Bramante se acercó al Cluster 1 lentamente y pronto distinguieron la nave que debian escoltar anclada a uno de los Docks destinados a naves de soporte. En cuanto estuvieron a menos de un kilómetro de allí vieron como el Portanaves de Ataque Clase Uraga que estaba anclado a la proa de la Planck comenzaba a moverse hacia delante dejando atrás la enorme nave de investigación.
Para sorpresa de todos los que estaban en el CIC de la fragata, vieron con alarma como el enorme portanaves comenzaba a virar hacia estribor sin haber despejado por completo el muelle de atraque.
—¿Pero qué rayos están haciendo? —preguntó Jarvis aplicando potencia a los retropropulsores para disminuir la velocidad de la Bramante mientras todos veían la temeraria maniobra por las pantallas de observación. —¿Están locos?
El portanaves de Clase Capital Uraga giró por completo y su proa pasó a unos pocos metros por encima de un portanaves Clase Guantánamo que se encontraba anclado a su lado, mientras la proa hacia lo mismo del lado de la estructura misma del dock de amarre. Sin detenerse en absoluto, la enorme nave abandonó el Cluster 1 y se dirigió hacia la fragata que se acercaba lentamente.
—Señor. —dijo el operador llamado Gabriel levantando la cabeza desde su puesto de monitoreo. —El Capitán del CVS-181 desea hablar con usted. —dijo.
—Ponlo en la pantalla. —ordenó Owen mientras se levantaba de su silla.
En la pantalla principal apareció un hombre muy joven que, muy probablemente no había llegado aún a los treinta años. El hombre miró la cámara y de inmediato saludó. —Soy el Capitán Dominic Homs al mando del CVS-181 Mainstream. —dijo con entusiasmo.
—Un gusto conocerlo, Capitán Homs. —respondió su camarada devolviendo el saludo. —Capitán James. A. Owen del Batallón 612 al mando de la Fragata TPM-665 Bramante. Hemos venido a recoger la nave de investigación Planck.
—Es toda suya, Capitán. —respondió el joven Capitán haciendo un gesto teatral con ambas manos.
—Iniciaremos la maniobra de acoplamiento de inmediato. —informó Owen. —Por cierto… tiene un gran piloto a los mandos de su nave. —observó. —Esa maniobra hizo que a varios de mis oficiales les rechinaran los dientes.
El hombre en la pantalla lanzó una fuerte carcajada. —¿Lo has oído, Sandy? —dijo divertido mirando hacia un lado de la pantalla. —El Capitán Owen te ha hecho un cumplido… ¡Y yo que pensaba enviarte al calabozo!.
Homs volvió la vista a la pantalla mientras se cruzaba de brazos. —Gracias por sacarnos a esa cosa de encima. —dijo refiriéndose a la Nave de Investigación Planck. —Espero que ahora nos envíen a una posición un poco más interesante. —dijo con esperanza.
—Trataremos de regresarsela de una pieza pronto, Capitán. —prometió Owen. —Así que no desinstale aún el puerto de conexión. —agregó.
Homs suspiró y volvió a saludar a la pantalla. —Preferiría no tener que volver a estar encadenado a esa nave. —dijo visiblemente desanimado. —En fin, les deseo toda la suerte del mundo en su misión, Capitán. —exclamó volviendo a su habitual entusiasmo.
—Gracias. —respondió el Capitán de la Bramante devolviendo el saludo. —Les deseo suerte a ustedes también. Ver a un Capitán tan joven y lleno de energía al mando de su propio Portanaves de Batalla es algo que me llena de esperanzas.
—No lo defraudaré, Señor. —respondió Homs. —¡Adiós!
El CVS-181 Mainstream aceleró y pasó junto la Bramante mientras las luces de navegación saludaban con un parpadeo. Jarvis respondió el saludo de la misma manera y comenzó a virar la nave para iniciar la maniobra de acople.
—Debe ser un hombre de gran talento para tener el mando de una Uraga a esa edad. —observó Gabriel.
—Escuché hablar algo sobre él. —observó Owen mientras volvía a sentarse en su silla. —Obtuvo uno de los mejores puntajes en la Academia de Oficiales de su clase… pero lo más destacable es quien fué su Padrino a la hora de recibirse con honores.
—¿A si? ¿Quién fué? —preguntó Jarvis mientras iniciaba un viraje de ciento ochenta grados frente a la entrada del Dock de Cluster 1..
—Sutherland.
El silencio se hizo de pronto palpable en el CIC de la Bramante. —Dios santo. —exclamó el Segundo Oficial. —¿El Ex-Comandante Sutherland en persona? Eso… eso explica muchas cosas. —dijo sacudiendo la cabeza.
—Por ejemplo y para empezar, que lo hayan encadenado a una nave de investigación prácticamente bajo la alfombra de la flota. —observó Gabriel. —No puedes poner a un hombre así en un trabajo tan… vulgar. —dijo.
Owen suspiró tan fuerte que hasta Boris levantó la cabeza de entre sus pantallas de datos. —Si Sutherland estuviera aún entre nosotros la milicia no estaría en el estado deplorable en la que se encuentra actualmente. —dijo con amargura.
La muerte del Ex-Comandante Sutherland hacía ya dos años había sido un duro golpe para la facción de las Palomas en la milicia. Los Halcones continuaban amasando puestos de importancia en la Plana Mayor y casi todos los Capitanes de aquel bando se encontraban ahora en aquella flota.
—Sutherland fué uno de los pocos hombres que podía hacer frente a la tiranía de los Hughs. —afirmó Owen. —Su muerte ha sido una verdadera catástrofe para todos, pero especialmente para quienes terminaron en el bando contrario a esos tipos.
Jarvis activó los retropropulsores e hizo detener la nave perfectamente alineada al Dock de atraque. —Lamento de corazón el trato que le han dado al Capitán Homs. —dijo. —Un joven talentoso como él debería estar al mando de su propio Grupo de Ataque, no servir de chofer de una nave de apoyo.
—Espero que lo asignen a una posición más útil que ésta. —dijo. —Pero ahora es nuestro trabajo convertirnos en los choferes de esta cosa. Comunícame con la Planck, Gabriel. —ordenó Owen.
—Enseguida. —respondió el operador. —En pantalla.
El rostro de una oficial femenina de mediana edad apareció en la pantalla. La mujer se puso en posición de firme y saludó a la pantalla. —Los estábamos esperando. —dijo bajando la mano. —Soy la Sargento Stefany Miles, me encuentro a cargo de la Seguridad a bordo de la UNG-Planck.
—Capitán James A. Owen. Encantado de conocerla Sargento. —se presentó respondiendo el saludo de su camarada.
—El Puerto de Atraque está listo para recibir a la Bramante. —informó la mujer. —Pueden iniciar la maniobra de acople en cuanto estén listos.
—Entendido. Iniciando maniobra de Acople. —dijo Jarvis moviendo un poco la palanca que controlaba la potencia en reversa de la fragata.
La Bramante comenzó a retroceder a una velocidad extremadamente lenta. La popa de la fragata se iluminó con los hologramas de alineamiento que comenzaron a guiar la hábil mano de Jarvis durante la aproximación final de las enormes naves. Cuando las dos estuvieron a sólo unos pocos metros de distancia una de la otra, los anclajes magnéticos se activaron simultáneamente y con un sonoro ¡CLANK! ambas naves quedaron conectadas.
—Acople confirmado. Iniciando chequeo de conexiones e integridad estructural. —informó Jarvis.
Una transmisión se activó desde la sala de ingeniería y el rostro de Tali apareció en la pantalla. —Todos los sistemas están en verde, Capitán. —indicó. —Tengo una conexión completamente limpia a la nave de Investigación.
—Excelente. —dijo Owen. —Partiremos una vez que recibamos la confirmación de la tripulación de la Planck. —Sargento Miles. —dijo dirigiéndose hacia la pantalla principal donde la Sargento Miles continuaba de pié esperando órdenes. —¿Están listos para zarpar?
—Afirmativo. —respondió la mujer. —Lo pondré de inmediato en contacto con el Profesor Von Neumann.
La pantalla se cerró y los tripulantes de la Bramante quedaron en silencio.
—¿Ese tal Von Neumann va a ser nuestro Jefe en esta misión? —preguntó Boris.
—Si. —respondió Jarvis. —Esta es, después de todo, una misión científica. Será un Investigador el que dicte los pasos que debemos seguir para analizar la amenaza de ese Nexus.
La pantalla volvió a encenderse y todos pudieron ver lo que parecía ser un laboratorio de investigaciones a la tenue luz verdosa de varias pantallas holográficas. La voz de la Sargento Miles se podía escuchar en la transmisión,
—Profesor Von Neumann… ¿Me escucha? Por favor acérquese a la pantalla principal.
No hubo ninguna respuesta y la Sargento tuvo que repetir el llamado otras dos veces. Al cuarto intento hubo un movimiento como si alguien tomara la cámara que enfocaba el laboratorio y la moviese violentamente para enfocar otra parte del mismo.
—Pero que… —comenzó a exclamar Owen.
En la pantalla apareció un joven de anteojos arreglándose la bata de laboratorio lo mejor que podía. Si El Capitán Homs había parecido muy joven a los ojos del Capitán Owen, aquel investigador parecía ser un adolescente recién salido de la Preparatoria.
—¿Quién es ese niño? —exclamó Boris estupefacto.
—El "niño" se acomodó los anteojos y miró a la cámara. Tras los lentes podían verse dos ojos brillantes y cargados de perspicacia. —Ningún niño. —dijo. —Soy el Doctor Fritz Von Neumann, voy a estar a cargo de esta expedición. —afirmó, tras lo cual pareció sorprenderse de los rostros que veía en la pantalla y tras volver a acomodarse los lentes se rascó los rubios cabellos en actitud confundida. —Usted no es el Capitán Homs. —dijo.
Antes que Owen pudiese responder algo, la pantalla se dividió y la imagen de la Sargento Miles apareció en una de las mitades. —El Capitán Homs no va a escoltarnos en la misión. —dijo suspirando. —Le envié un informe completo a su Pad hace dos días… ¿No me diga que ni siquiera lo leyó…?
—Mierda. —respondió el joven golpeándose la frente con la palma de la mano. —No, realmente no tuve tiempo… osea que… ¿Quién es usted? —preguntó mirando la pantalla.
Jarvis reprimió una risa mientras Owen se refregaba el rostro con la mano. —Soy el Capitán James A. Owen. —dijo. —Mis hombres y yo vamos a escoltarlos a ustedes y a la Planck durante la duración de esta misión.
—Oh… pensé que vendría Homs con nosotros. —el joven parecía algo decepcionado. —Me caía bien ese tipo.
—Doctor… muestre un poco de respeto al personal militar. —lo amonestó la mujer desde la pantalla.
—Oh… rayos, bueno… si. —dijo haciendo un gesto con las manos. —Como sea… ¿Podemos partir entonces? —preguntó mirando al Capitán Owen.
—En cuanto lo ordene… Doctor Neumann.
—Llameme Fritz. —respondió. —Todos aquí me dicen Fritz… o Doctor… o lo que sea.
Owen suspiró. —Partiremos de inmediato, Doctor. —dijo. —Nuestro Oficial de Navegación compartirá la ruta en la Red local para que pueda examinar las alternativas posibles… por cierto, me gustaría reunirme con usted para discutir los protocolos de seguridad antes de llegar a territorio hostil. —dijo.
Fritz Von Neumann parecía algo confundido, por suerte la sargento Miles se ocupó de aquello. —Me encargaré de los detalles. —prometió. —¿Desea reunirse con nosotros aquí o es necesario que nosotros vayamos a su nave? —preguntó.
—Me gustaría conocer la Planck por dentro. —respondió Owen. —Si no es molestia.
—En absoluto, le informaré en cuanto organice un poco la agenda del Doctor Neumann.
Owen descubrió que el Doctor Fritz se había ido de la pantalla hacía un rato y se encontraba al fondo de la imagen trabajando en una terminal de computadora. La sargento suspiró y se disculpó con una reverencia. —Lamento el comportamiento del Doctor Neumann. —dijo. —Su trabajo lo hace olvidar el más mínimo atisbo de cordialidad o atención hacia otros seres humanos. —se disculpó.
—No hay problema, esperaré su llamada. —dijo el Capitán.
La mujer volvió a saludar y la comunicación finalizó.
—Esta misión se va a poner muy interesante. —vaticinó Jarvis sacudiendo la cabeza.
—Eso es lo que más me preocupa. —respondió el Capitán Owen desplomándose pesadamente en su sillón.
