El espacio se iluminó con dos enormes explosiones de energía púrpura, pero solo una de ellas era real. El enorme arco de energía dimensional era tan grande que permaneció encendido unos segundos más luego que la gigantesca nave de Investigación emergiera desde el SubEspacio Dimensional.
Boris se tomó el pecho aún agitado. —Casi se me para el corazón al ver el reflejo de nuestra propia burbuja Warp en esa cosa. —dijo señalando la pantalla.
Finalmente el arco de energía se extinguió y solo la luz de las lejanas estrellas se reflejaba en los enormes paneles de espejos de la silenciosa estación abandonada.
Los demás guardaron un silencio respetuoso. La enorme instalación espacial era, con todos sus paneles desplegados, casi el doble de tamaño de la Planck.
—La Estación de Monitoreo Profundo Barrow. —explicó Jarvis soltando el timón. —O lo que queda de ella. Una de las estaciones clase Hubble que la NUNS construyó en la periferia de los territorios explorados al final de la Primera Guerra Espacial… ya solo queda una sola de ellas activa en toda la galaxia, creo recordar en la órbita de Plutón, cerca del anillo que se formó con los restos de la isla de Ataria del Sur. —dijo.
La Bramante se detuvo a unos cinco kilómetros de la silenciosa estación con las luces apagadas mientras los sistemas de rastreo comenzaban a investigar en forma pasiva los alrededores inmediatos a ambas naves. Una versión mas pequeña de los enormes displays holográficos con forma de esfera apareció en el centro del CIC mostrando en amarillo la zona alrededor de la nave que los sensores habian empezado a rastrear en busca de contactos.
El Capitán Owen se puso de pie y caminó unos pasos hacia la brillante pantalla que mostraba la enorme estación a oscuras. —Oficialmente la Barrow fué dada de baja por fallos de diseño que acortaron su vida útil…pero eso no fué lo que verdaderamente pasó. —dijo mientras se cruzaba de brazos.
Mac estaba allí con ellos, había sido convocado por el Capitán para evaluar la aproximación a la zona de la misión. —Si. —dijo el soldado mirando la pantalla. —Es una injusticia que Sutherland luchara tanto por denunciar la inoperancia de la Fuerza en estas regiones de la Periferia… al final se salieron con la suya y ocultaron todo lo que sucedió, tal y como el viejo Almirante había predicho que pasaría.
—Su lucha por castigar a los responsables de lo que sucedió aquí le ganó la hostilidad de los Hughs. —observó Gabriel desde su puesto de radio. —Al final del día solo unos pocos chivos expiatorios pagaron por los errores de esa familia, pero lo más indignante de todo es que hicieron lo imposible por borrar todas las huellas de esta masacre.
—Dimelo a mi. —respondió con tono sombrío Mac. —A los pocos que quedamos vivos del programa de "Reforma" de prisioneros nos mandaron a Jirax a morir congelados… esos tipos hicieron cualquier cosa a su alcance para silenciar la verdad.
Jarvis se volvió hacia el Oficial de Sistemas. —¿Cómo sobrevivió usted, Boris? —preguntó.
El hombre se encogió de hombros. —Antes de separarnos, Mac me dijo que si quería sobrevivir, me hiciera útil para los militares… así que me dediqué a escribir programas para los servicios de inteligencia usando mi propio código… al ser software que solo yo podía mantener y actualizar me permitió mantenerme "útil" y evitar el destino de mis ex-compañeros. Eventualmente programadores más jóvenes comenzaron a hacerme sombra y justo cuando estaban por transferirme a vaya a saber que lugar lejano para "desaparecerme", ustedes me llamaron para el Batallón 612.
Owen suspiró profundamente. —Sutherlands se quedó sin tiempo, pero fundamentalmente quedó solo contra toda la maquinaria corrupta de la NUNS… si hubiese tenido más aliados, tal vez hubiese podido cambiar algo.
—No hay "si" en la historia. —sentenció Mac acariciandose la cicatriz de la mejilla. —Ahora solo nos queda a nosotros, los supervivientes, el arreglar todos los problemas del pasado.
El globo holográfico del radar se volvió azul y se encogió hasta casi desaparecer sobre las cabezas de los oficiales.
—Todo despejado en los alrededores. —informó Gabriel. —La zona es segura.
—Solo estamos a un salto de EFF-04776. —observó el Capitán Owen. —Será mejor que investiguemos desde aquí qué clase de terreno nos espera, inicien el proceso de separación.
—Iniciando el proceso de separación. —repitió Jarvis mientras volvía a tomar los controles de la Bramante.
En la popa de la fragata se inició el proceso de separación mediante la desconección de los cables de datos y energía, seguida de la desmagnetización del enorme mecanismo de atraque que unía ambas naves firmemente. Jarvis aplicó un poco de potencia y la Bramante comenzó a separarse lentamente de la gigantesca nave de investigación.
—Avance lento, ⅕ adelante. —informó el enorme hombre al timón de la fragata. —Todos los sistemas en verde, tenemos separación completa de la Bramante.
Después de treinta y tres días de viaje juntos, finalmente ambas naves se separaron por primera vez. De inmediato llegó una comunicación desde la Planck al CIC de la Bramante.
—En pantalla. —ordenó Owen.
El rostro de Fritz Von Neumann apareció casi en primer plano. —¿Ya llegamos? —preguntó el joven como si estuviera en medio de un viaje familiar.
—Casi. —respondió el Capitán. —Estamos a solo un salto de distancia. —explicó.
—Oh. Ya veo. —respondió el joven algo desilusionado. —¿Por qué nos separamos? —preguntó.
—EFF-04776 es un cuadrante peligroso. —explicó Jarvis. —Hay una poderosa anomalía dimensional en el área que fácilmente podría despedazar a la Planck si nos acercamos demasiado.
—Iremos hasta la zona de operaciones con la Bramante. —agregó el Capitán Owen. —Nuestra Fragata es mucho más ágil y maniobrable y corremos menos peligro que si movemos a la nave de investigación directamente en la zona.
—Comprendo. —respondió el Doctor Von Neumann. —¿Puedo abordar su nave entonces? —preguntó.
—Enviaremos un transporte a recogerlo a usted y a su equipo. —respondió Jarvis. —¿Cuánto personal necesita trasladar a la Bramante?
—Oh, conmigo solo alcanza. —respondió el joven. —puedo encargarme solo del análisis del artefacto, ustedes pueden completar el resto con el personal que crea necesario para la seguridad y todo eso.
Owen y Jarvis se miraron confundidos. —¿Seguro? —preguntó el Capitán.
—Estaré listo enseguida…esperaré en el hangar principal. —exclamó con entusiasmo mientras cortaba la comunicación.
Todos en el CIC quedaron en silencio en cuanto la imagen desapareció. Mac en cambio sacudió la cabeza. —¿Este pendejo es el que dirige la operación? —preguntó. —¿Están seguros que no usa pañales todavía?
—Comuniquense con Curtiss. —ordenó Owen mientras Gabriel establecía la llamada. A los pocos segundos el rostro del veterano oficial apareció en la pantalla. —¿Capitán?
—Necesitamos ir a buscar al Doctor Von Neumann a la Planck y traerlo hasta la Bramante… ¿Puede enviar a uno de nuestros pilotos?
—Entendido. —dijo el hombre. —La Oficial Hughs está sumando horas de vuelo en los VF-171 para su certificación, la enviaré a ella a buscarlo. —dijo.
—De acuerdo, esperaremos a que regresen y nos prepararemos para el salto final a la zona de operaciones.
La llamada se cortó y Owen se volvió hacia sus hombres. —Bien, prepárense todos. —dijo.
Treinta minutos más tarde, el hangar de la Bramante se abría por completo para dejar salir al VF-171 al mando de la Oficial Camila Hughs. La aeronave solo contaba con su rifle estándar por tratarse de un despliegue en una zona de operaciones, pero ni el Director de Misión ni el Jefe Aichi creyeron necesario agregar armamento extra por solo unos pocos minutos de vuelo.
—Delta Uno, lista para despegar. —informó la joven por la radio mientras miraba por segunda y tercera vez los indicadores de estatus de su caza..
—Delta Uno, permiso para despegar aprobado, que tenga buen vuelo. —respondió Gabriel desde el CIC. —Le informo que el control de vuelo de la Planck está también bajo mi control, informe cuando se encuentre en Final.
—entendido, Delta Uno fuera.
Camila quitó los frenos magnéticos del tren de aterrizaje y aplicó un poco de potencia a los motores. El VF-171 comenzó a moverse lentamente por la pista de vuelo mientras la joven miraba nerviosa los indicadores de ambos motores, entonces aplicó un poco más de potencia para ganar más velocidad.
El caza salió del hangar y de pronto todo el campo de estrellas apareció ante sus ojos. Hizo un viraje hacia la derecha y retrajo el tren de aterrizaje mientras completaba la primera vuelta alrededor de la fragata.
Vió a la Planck unos kilómetros más allá, pero lo que atrajo su atención fué la enorme mole de espejos de la estación Barrow. La joven quedó fascinada al ver aquellas estructuras hexagonales que aparecian y desaparecian a medida que miles de estrellas se reflejaban en todas direcciones.
Desvió la mirada de la silenciosa estación y se concentró en su objetivo. La Planck tenía las luces de navegación apagadas, pero Gabriel había encendido el SILS desde el hangar principal y las luces holográficas se extendían casi dos kilómetros desde el vientre de la enorme nave. Camila dirigió su aeronave hacia el final de aquel camino de luces y se comunicó con Gabriel una vez que se hubo alineado a la perfección con la senda de planeo que terminaba en las enormes puertas de metal.
—En final. —informó por la radio.
—Entendido, abriendo las compuertas.
Las enormes compuertas de metal se abrieron lentamente revelando un gigantesco hangar completamente iluminado. Allí había lugar para anclar varias Northampton, pero todos los atraques estaban vacíos a excepción de una pequeña nave de transporte similar a la que habían usado para ir desde New Dallas a la Bramante.
Camila redujo la velocidad e ingresó al hangar a unos pocos metros de la pista mientras desplegaba el tren de aterrizaje. Frente a ella vió, a unos trescientos metros, un vehículo con balizas activas y las luces encendidas que esperaba a un lado de la enorme pista de aterrizaje. Aplicó un poco de potencia para hacer descender su caza y activó el anclaje magnético local. En cuanto las ruedas tocaron el piso de metal el caza rodó por la pista a poca velocidad hasta detenerse junto al transporte. Reconoció a la Sargento Miles y al joven Doctor, quien llevaba una enorme mochila a cuestas y su misma bata blanca de laboratorio, aunque al saltar del transporte la joven observó que debajo de la misma vestía pantalones cortos.
La cabina doble del VF-171 se abrió por completo y Camila se quitó momentáneamente el casco. —Hola Fritz. —dijo haciendo un saludo con la mano. —¿Listo?
Von neumann casi corrió hasta el caza pero se volvió al oir la llamada de la Sargento miles.
—Se olvida esto. —dijo la mujer sosteniendo el casco de vuelo con una mano.
—Oh. —exclamó el joven llevándose una mano a la cabeza. —Cierto.
Recogió el casco de manos de la sargento (quien suspiró resignada) y volvió al caza. Camila había desplegado la pequeña escalerilla para que el joven científico pudiera trepar, pero Fritz tenia problemas para siquiera subir al primer escalón. El joven, a pesar de ser bastante delgado, no parecía tener mucha afinidad a la actividad física y aquel simple ejercicio parecía ser lo bastante desafiante para hacerlo resoplar.
—Lo ayudaré. —dijo la joven levantándose de su asiento. —Tome mi mano.
Fritz era bastante liviano y la Oficial Hughs no tuvo problema en ayudarle a trepar hasta su posición en la cabina. —Gracias. —dijo el científico recuperando el aire. —Es la primera vez que subo a uno de estos. —dijo sin ocultar su excitación.
El joven colocó con dificultad la mochila en el pequeño espacio libre tras su asiento e intentó ocupar su sitio en el puesto que generalmente ocupaba la Oficial Hughs.
Camila sonrió y ayudó al joven a sentarse correctamente y ajustarse el cinturón de seguridad. Se sonrojó un poco al estar momentáneamente tan cerca del joven y percibir el olor del jabón que había usado para lavarse aquella mañana, pero finalmente le puso el casco en la cabeza y comprobó el funcionamiento de las comunicaciones internas.
—¿Puede oírme? —preguntó tras colocarse su propio casco.
—Perfectamente. —respondió Von Neumann.
Camila se sentó tras los mandos de su aeronave y levantó el pulgar hacia el vehículo aparcado a un lado. La Sargento respondió el gesto con un saludo mientras daba marcha atrás y se alejaba de la pista.
La cabina se cerró casi sin ruido y Camila activó las luces de circulación para empezar a dar la vuelta por la pista en dirección a la salida.
—Ah por cierto… por favor no toque ninguno de los controles. —advirtió la joven. —Mi jefe de mecánicos deshabilitó la mayoría de ellos, pero hay un par que recomendaría mantener las manos alejadas.
—Okey.
El caza llegó hasta el final de la pista y Camila giró ciento ochenta grados hasta que la nariz de su aeronave quedó apuntando hacia las enormes compuertas de salida, aún abiertas de par en par. —Delta uno, listo para despegar. —informó Camila. —El Doctor Von Neumann está a bordo.
—Entendido, pueden regresar cuando gusten. —respondió Gabriel.
—¡Esto es muy emocionante! —exclamó Fritz al sentir la vibración de los motores en cuanto el VF-171 comenzó a rodar por la pista.
Camila dirigió la aeronave hasta el final de la misma y solo ascendió unos pocos metros, dejando que la velocidad adquirida la alejara de la Planck una vez que estuviera fuera de su influencia gravitacional. De inmediato retrajo el tren de aterrizaje y se alejó a medida que completaba un viraje ascendente.
Fritz estaba fascinado. Tenia el rostro pegado al cristal de la cabina (Al menos hasta el punto en que lo permitía su casco) y miraba asombrado el pequeño punto en que se habia transformado la enorme nave de investigación.
Camila movió el joystick y la aeronave hizo un barril de trescientos sesenta grados.
—¡Wow! —exclamó el científico.
—¿Te gusta volar? —preguntó la piloto volviendo el caza a vuelo nivelado (O al menos nivelado en relación al plano galáctico)
—Se siente… genial. —respondió el chico. —¡Ser piloto de caza es lo mejor! ¿Siempre se siente tan bien? —preguntó.
Camila se alegró que su pasajero no pudiera ver su rostro sonrojado. —Esto… estas son maniobras básicas. —reconoció con humildad. —Solo tengo una docena de horas de vuelo en los VF-171, estoy sumando más para poder certificarme y ser un piloto de combate oficial. —dijo.
—¿No eres oficialmente piloto? ¡Pero vuelas muy bien! —exclamó Fritz.
Antes que Camila supiese que responder una llamada desde la Bramante interrumpió sus pensamientos. —Delta Uno… se está alejando de mi sector controlado… ¿Está todo bien? —preguntó Gabriel.
—«Oh rayos» —pensó Camila. —Aquí Delta Uno, si, todo bajo control, estaba…
—Yo solicité a la Oficial Hughs si podía hacer un reconocimiento de la zona. —dijo Fritz ingresando a la comunicación por radio. —Siento no haberlo preguntado antes… ¿Hay algún problema?
—¿Re-reconocimiento? —preguntó confundido Gabriel. —¿Ustedes? Eh.. dejame consultarlo con el Capitán. —pidió.
Al cabo de unos momentos de silencio la voz del Operador volvió a escucharse en la cabina. —Delta Uno tiene permiso para navegar dentro de la zona de control aéreo de la Bramante. —informó Gabriel. —No se alejen más allá bajo ninguna circunstancia.
—Enterado Bramante, Delta Uno permanecerá en la zona de control, informaré en cuanto hayamos culminado el… reconocimiento.
La comunicación se cortó y la joven suspiró. —Es cierto que usted está al mando de esta misión. —dijo. —Siempre lo olvido.
Fritz sacudió la cabeza. —No estoy acostumbrado a dar órdenes o nada de eso… generalmente hago lo que los oficiales de la NUNS me dicen que haga, sólo con respecto a mi investigación es donde siento que no necesito opiniones. —respondió el joven.
—A mí tampoco me gusta dar órdenes. —dijo la joven. —Todos en mi familia siempre ocuparon altos cargos en la milicia, pero siempre tras un escritorio o lejos del campo de batalla. Yo no podría dar órdenes y poner a mis colegas en peligro sabiendo que yo en cambio voy a estar a salvo a miles de kilómetros de las líneas enemigas.
Fritz no respondió. Un repentino reflejo había captado su atención y ahora que el VF-171 pasaba cerca de la estación abandonada, se podían ver todos los enormes espejos que apuntaban hacia el centro de la galaxia.
—¿Esa es la Barrow? —preguntó el joven. —Sabía que estábamos cerca pero no que estábamos justo al lado.
—Es enorme. —reconoció la joven. —Es más grande que la Planck.
El joven científico asintió. —Es una estación de Observación Clase Hubble, se construyeron muchas luego de la Primera Guerra Espacial para localizar y vigilar a las flotas Zentradis que permanecen activas en la Vía Láctea.
Camila detuvo al caza y entró en una órbita cercana a la estación. —¿Y bien? —preguntó.
—¿Y bien que? —preguntó a su vez Fritz intrigado.
—Se supone que tenemos que hacer reconocimiento… a eso nos autorizaron en la Bramante así que… ¿Qué es lo que quiere… reconocer?
El joven miró pensativo el campo de estrellas sin saber que responder.
—Podemos quedarnos dando vueltas un rato. —aconsejó la joven piloto. —Practicaré algunas maniobras básicas de poca intensidad mientras tanto.
—¿Podemos acercarnos a la Barrow? —preguntó Fritz al cabo de un rato. —Me gustaría verla un poco más de cerca.
—Claro.. supongo que si. —respondió la piloto.
Camila abandonó la órbita estable y se zambulló en picada hacia la silenciosa instalación. Las pantallas que recubrian el cristal de la cabina aumentaban la poca luz que llegaba a aquel sector del espacio y los enormes espejos que se abrían como flores pronto se extendieron sobre ellos.
—Cada uno de esos espejos está hecho de una aleación de Berilio y recubiertos con diferentes tipos de metales que reflejan una determinada onda del espectro electromagnético. —explicó el joven. —Cada fotón que recolectan es, a su vez, reflejado hacia los sensores ubicados alrededor del eje principal de la estación.
El VF-171 redujo la velocidad a medida que se internaba entre las enormes plataformas. Camila tenía confianza en lo que había aprendido de Ximena pero aún asi era extremadamente peligroso volar por allí a mucha velocidad. Tras recorrer toda la base de la estación en silencio llegaron al sitio en donde parecía surgir el eje principal de donde se insertaban todas las plataformas de espejos. Un oscuro túnel segmentado se adentraba en lo que parecía haber sido una ruta de entrada a las entrañas de la estación.
—Eso debe llevar al centro de mando de la Barrow. —dijo Fritz señalando el túnel.
Camila desplegó las piernas del caza y se detuvo en la entrada misma. —Quieres… ¿Quieres entrar ahí? —preguntó algo indecisa mirando la oscuridad mas allá del alcance de los sensores.
El Doctor Von Neuman miró la oscuridad con indiferencia. —¿Es seguro?
—Debería serlo… iremos volando despacio para encontrar un paso libre.
Tras decir aquello volvió a plegar las piernas del avión y aplicó un poco de potencia. El VF-171 encendió la luz del morro e iluminó por completo el túnel, que se trataba de una abertura circular en cuyo centro se encontraba el enorme pilar que servía de eje a la estación. Cada ciertos intervalos enormes vigas transversales en forma de cruz dividian el pasaje de forma que solo se podía circular por un espacio más pequeño, por suerte aún lo suficientemente grande para que incluso pasara hasta un carguero mediando.
Camila condujo su aeronave hábilmente por los pequeños espacios libres, esquivando contenedores y materiales de construcción que habían sido abandonados allí quien sabe hacia cuánto tiempo.
Al cabo de algunos minutos llegaron al final del camino; un gran espacio abierto como una enorme bóveda rodeados de las enormes plataformas que formaban la corona de aquella gigantesca flor de pétalos espejados.
La computadora de alerta se encendió de pronto y Camila detuvo el caza antes de salir del túnel.
—¿Qué sucede? —preguntó Fritz.
—Hay muchos escombros por delante. —explicó la piloto. —Tendremos que seguir en modo robot.
Tras decir eso accionó el control y el caza pasó a modo Battroid. La joven aplicó un poco de potencia y el robot salió del túnel.
—Rayos. —exclamó Camila. —Que desastre.
Todo el espacio interior estaba repleto de escombros. Enormes pedazos de plataformas, espejos y lo que parecían ser restos de módulos habitables flotaban lentamente por todos lados. —Parece que algo pasó aquí dentro. —dijo Camila. —Esta cantidad de escombros no es normal… mira, hay metales destrozados y retorcidos por lo que parece ser una onda de choque, algo parece haber explotado aquí.
—Probablemente por eso debieron haber abandonado la Barrow. —dijo Fritz. —Mira, allí al final del soporte central es donde debía de estar la torre de control.
Se acercaron flotando lentamente pero de pronto Camila volvió a detenerse.
—¿Qué sucede? —volvió a preguntar preocupado Fritz.
—He perdido telemetría con la Bramante. —respondió la joven. —Tampoco tengo datalinks activos con la Planck… estamos aislados por completo.
—No me extraña. —dijo Fritz. —Estamos en una especie de Jaula de Faraday… ningún tipo de radiación puede llegar hasta aquí dentro.
La joven miró pensativa los restos destrozados. —Si nosotros perdimos el contacto con ellos, eso significa que la Bramante tampoco puede vernos a nosotros… es probable que estén preocupados por perdernos de vista, deberíamos volver ahora mismo.
Fritz observó los hierros retorcidos allí donde alguna vez estuvo la torre de control. —¿Crees que quedó algún registro de lo que sucedió aquí? —preguntó ignorando a su visiblemente preocupada piloto.
—¿Eh?
—Yo trabajé mucho con los datos que esta estación suministraba. —explicó Fritz. —Eran datos viejos si, ya que esta estación dejó de transmitir allá por el año 2058… pero realicé muchas simulaciones con esos datos como base para predecir los patrones de movimiento de las flotas Zentradis conocidas y que estos instrumentos seguían desde aquí.
Camila volvió a mirar los restos de la estructura. —No creo que ninguna computadora haya sobrevivido a eso. —dijo. —Y de todas formas no pienso permitir que abandones mi aeronave sin un traje especial para trabajar en esta clase de ambientes llenos de basura.
—Oh, no, por supuesto que no. —se disculpó Fritz. —Pero… allí, ¿Ves esa plataforma allí arriba?
La joven miró en la dirección que señalaba el científico. —¿Eso? Es un dock de amarre, puedo ver algunos viejos contenedores vacíos allí anclados también.
—¿Crees que podamos conectarnos a la red de la estación desde el Dock? —preguntó el joven. —Si hay algún dato disponible yo podría extraerlo.
—Ha pasado demasiado tiempo. —respondió Camila sacudiendo la cabeza. —Ese dock ni siquiera debe tener energía de reserva para funcionar, menos que menos para que puedas conectarte a la red local.
El VF se elevó por entre la chatarra y se acercó a la estructura de metal que se extendía en forma de cruz desde el pilar principal. Para sorpresa de ambos vieron la luz de una pequeña baliza solitaria que giraba lentamente al final de uno de los docks.
—Parece que las baterías aún mantienen la carga. —observó Fritz.
Camila suspiró y usando el control pasó a modo caza para iniciar la secuencia de atraque. La computadora detectó el sensor de la instalación y entró en modo de aproximación automática. La nave se acercó lentamente a la estructura metálica y cuando solo estaba a unos pocos centímetros los anclajes magnéticos se activaron y el VF-171 quedó firmemente unido a lo que quedaba de la estación.
—Parece que mi pantalla está bloqueada. —dijo Von Neumann mientras intentaba teclear en el panel de instrumentos que tenía frente a su asiento.
—Si, como le había dicho antes está bloqueada porque…
—¿Podría darme acceso desde allí? Gracias.
Camila dudó un instante. ¿Había sido eso una órden? Fritz era quien estaba a cargo de la misión y se suponía que todos ellos debían seguir sus órdenes. ¿Qué hacer? De pronto recordó aquel lejano día en que estuvo en la misma posición que Fritz, dando órdenes al piloto de la nave en la que se encontraba de copiloto como si fuera el Capitán de la misma. Y esa vez las cosas habían resultado en un desastre.
—De…de inmediato. —respondió mientras ingresaba a la interfaz de permisos del caza. Seleccionó el puesto del copiloto y desbloqueó el acceso a la pantalla principal. Si el Jefe Aichi iba a gritarle a alguien, que fuera al propio Fritz… ella solo estaba siguiendo órdenes.
—Gracias. —respondió la voz del joven desde atrás. —Voy a conectarme al nodo del dock a ver que encontramos.
Una pequeña compuerta se abrió bajo la cabina y un manojo de cables se extendió mediante un brazo telescópico hasta un zócalo de conexión algo oxidado que sobresalía de una de las vigas de metal del amarre.
—Veamos que hay allí. —dijo Fritz haciéndose sonar los dedos de ambas manos.
Camila activó su propia pantalla para reproducir lo que estaba sucediendo en la terminal del científico. Fritz no estaba usando la interfaz estándar, sinó que había establecido una comunicación directa a la computadora del Dock mediante una ventana de comandos avanzados. La chica sabía bastante de computadoras como para entender lo que Fritz estaba haciendo allí, pero el joven no lo sabía y trató de explicar a medida que hurgaba la base de datos. —He hecho un ping a la terminal y solo veo dos direcciones activas. —dijo. —Una es la del ordenador de control al que estamos conectados y la otra es un módulo de memoria de registros… me temo que no hay nada más a lo que podamos acceder desde aquí. —explicó.
—Comprendo. —respondió la joven.
—El módulo de memoria contiene un registro de las últimas naves que atracaron en esta plataforma— dijo mientras extraía la información mediante un comando de copia.
Una nueva ventana se abrió mostrando una lista de datos. Camila observó las fechas; 2058.
—Parece que la última nave que atracó aquí era un carguero. —observó Fritz. —Un Clase Mercury matrícula MCN-0397… Río Grande.
—¿Río Grande? —preguntó Camila.
—¿Te suena?
—Para nada. —respondió la joven. —¿Estaba aquí cuando explotó todo esto?
Fritz expandió los registros y exploró las listas de entradas para comprender la actividad de aquellos fatídicos últimos días. —No, aquí figura que descargó contenedores y cargó otros vacíos… figura fecha y hora de salida… pero parece que no fué la última nave en salir parece.
—¿No?
—Otra nave estaba anclada aquí antes que la Río Grande… vaya… que interesante.
—¿Qué es?
—Un VF-19. —dijo el joven.
—¿Un VF-19? Eso sí que es extraño, esas naves las usan las Fuerzas Especiales ¿De qué destacamento? —preguntó intrigada la joven piloto.
—Veamos…. no, tiene matrícula civil. —respondió Fritz.
—¿Civil? ¿Un VF-19? ¿Estás seguro?
El joven sacudió la cabeza. —No… la verdad que no. —dijo. —Es lo que dice aquí, yo no conozco mucho sobre esto. —reconoció.
Camila miró la lista de datos con interés. —Ese número de registro podría ser de una PMC… es la única respuesta que se me ocurre a este acertijo pero…
—¿Pero?
—Los VF-19 no son aviones populares entre los mercenarios… son difíciles de dominar incluso para los pilotos más veteranos. ¿Dices que también se fué de aquí antes de la explosión? —preguntó.
—Aparentemente unas cuantas horas más tarde que la Río Grande. —explicó el joven.
—Eso no es una casualidad. —afirmó Camila. —Me pregunto que rayos habrá pasado en este lugar, tal vez podamos buscar algo de información en la Red cuando volvamos… ¡Oh!
Camila cayó en la cuenta que no solo habían estado perdiendo tiempo allí jugando a los detectives, durante todo ese tiempo habían permanecido aislados de las naves que los esperaban fuera. —Control de misión debe estar preocupado ya. —dijo la joven. —Tenemos que volver AHORA.
Fritz cerró la ventana de datos y apagó su consola. —No hay nada más que hacer aquí. —confirmó el joven científico. —Pero valió la pena investigar; la experiencia nos servirá para cuando busquemos el artefacto.
—Cada vez que habla de artefactos o experiencia, me parece que se refiere a un videojuego y no a la vida real. —dijo Camila suspirando. —Regresemos de una buena vez.
El VF-171 desactivó el anclaje magnético y flotó lentamente alejándose del dock. Una vez que estuvieron a una buena distancia Camila activó el modo Battroid y se dirigieron hacia donde estaba la entrada del túnel, pero para la sorpresa de ambos tripulantes, un enorme panel de espejos astillados había flotado hasta la misma, bloqueandola por completo.
—Mierda. —Exclamó la oficial Hughs.
—¿Podemos empujar esa cosa? —preguntó Fritz.
—Dejame intentarlo.
El robot extendió los brazos y sujetó el enorme espejo, que de inmediato se quebró en millones de pedazos. Camila aplicó un poco de potencia a los propulsores pero la enorme pieza de metal y vidrio no pareció moverse ni un centímetro.
—Está atorada. —dijo.
—¿Podremos buscar otra salida?
—Podríamos volar un agujero en una de las paredes. —respondió pensativa la joven —Pero eso llamaría la atención de la Bramante y no me gustaría tener que dar más explicaciones de las que ya voy a tener que dar… tratemos de despejar el camino por el que venimos lo mas discretamente que podamos.
Camila desactivó el seguro del armamento y el Gunpod GU-14B se desplegó en la mano del robot, listo para disparar.
—Uh… ¿Segura que esto es una buena idea? —preguntó algo indeciso el joven viendo la enorme arma desplegada.
—Confía en mí, además tengo munición perforante cargada. —explicó Camila. —Tuvimos mucha suerte, si hubiesen cargado munición explosiva esto sería mucho más complicado. Voy a hacer solo unos pocos disparos para debilitar el marco en donde está montado el espejo, eso debería bastar para poder salir de aquí.
El VF-171 retrocedió hasta el centro de aquel espacio cerrado y apuntó cuidadosamente al panel que bloqueaba la entrada. —¿Listo? —preguntó.
—Listo. —respondió Fritz.
Camila contuvo la respiración y contó los latidos de su corazón, tal y como le había enseñado Ximena. Entonces apretó el gatillo.
Varias cosas pasaron entonces, una más escalofriante que la otra. Lo primero fué el fogonazo de luz verde que pareció explotar en el lugar donde impactaron las balas perforantes disparadas por Camila, lo que siguió fué un grito ahogado en las comunicaciones radiales.
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—Capitán. —exclamó Gabriel en el CIC de la Bramante, haciendo que todos se sobresaltaran por el tono de voz del hombre.
—¿Qué sucede? —preguntó Owen levantándose de su silla.
—Ha sucedido algo. —respondió el hombre y todos vieron que su rostro se volvia pálido de repente. —Te- tenemos una posible… una posible situación de Azul contra Azul. —dijo con la mano temblorosa.
Owen y Jarvis solo atinaron a cruzar sus miradas. —Mierda. —dijeron simultáneamente.
