—Dime que es una maldita broma. —dijo Owen mirando fijamente al Doctor Van Neumann.
Fritz guardaba silencio nerviosamente junto al operador de comunicaciones y el hecho que no negara la afirmación de la Meltran era prueba más que suficiente que estaba diciendo la verdad.
Gol Boddole Zer era el nombre de quien había sido el Comandante de la 425ava. Flota Principal de la Armada Zentradi. Bajo su mando se encontraban todos los Zentradi involucrados en la casi aniquilación de la Raza Humana durante la Primera Guerra Espacial. Su muerte a manos de Humanos y Zentradis uniendo fuerzas para recuperar la cultura perdida, significó el fin de la terrible guerra y el inicio de la expansión de la humanidad por la galaxia.
—¿Qué rayos estaba haciendo Unity con una de esas cosas? —preguntó Jarvis cruzándose de brazos. —Suena como algo…
—Imposible. —terminó la frase el Capitán Owen. —No hay forma que algo como eso haya estado en manos de civiles… ni siquiera teniendo en cuenta los lazos entre esa Fundación y las autoridades a cargo de este sector… no tiene sentido.
Tali se recostó contra uno de los puestos de comando y suspiró mirando el holograma del radar. —No es imposible. —dijo pensativa. —Unity está formado por muchos Zentrans y Meltrans que decidieron tomar por su cuenta la lucha por preservar la identidad cultural que recuperamos tras la Primera Guerra Espacial. —explicó volviéndose hacia su Capitán. —Es posible que muchas de sus actividades no sean compartidas con las del gobierno Humano.
—Pero ocultar la existencia de una de esas cosas… ¿Por qué arriesgarse a tanto? ¿Y por qué dejarla aquí abandonada entonces? —preguntó Jarvis rascándose la cabeza.
—Evidentemente porque fué destruida o severamente dañada. —razonó el Capitán. —¿Es posible que hayan obtenido lo que querían y abandonaron aquí los restos?
Owen se volvió hacia Boris. —¿Ustedes dos saben algo de eso? —preguntó e inmediatamente miró al Sargento Mac. —¿Sobre la existencia de algo similar a Gol Boddole Zer o sus restos dentro de esa nave?
Mac sacudió la cabeza. —Vi cosas raras en esa nave… pero ninguna similar a uno de esos gigantes mitad máquina mitad computadora que salen en las películas.—afirmó encogiéndose de hombros.
—Pamplinas. —dijo Tali sacudiendo la cabeza. —La Bio-computadora conocida como Boddole Zer medía algo así como doscientos metros de altura desde la base hasta la cabeza que usaba para comunicarse… por más grande que sea una Three Star, meter a una de esas cosas ahí dentro en secreto es…
—Oh no. —dijo Fritz levantando una mano. —El núcleo nunca llegó a desarrollarse en una Bio-Computadora adulta.
—¿Pero qué…? —exclamó Owen.
—¿Desarrollarse? —preguntó Jarvis aún más confundido. —¿A que se refiere?
El joven volvió a ajustarse los anteojos. —Por lo que sé, este núcleo es el predecesor de lo que sería la Bio-Computadora que forman a los Comandantes Zentradi. —explicó. —
—O sea… ¿Un huevo? —preguntó Gabriel desde la consola.
Fritz lo miró confundido. —¿Eh? no…. o sea si, pero… no. —respondió confundido tratando de ordenar sus pensamientos mientras sacudía ambas manos buscando de encontrar una forma de explicarlo. —Es… bueno, creemos que el núcleo es una base de datos genética autónoma con la información necesaria para la construcción de la BioComputadora en sí…
—Los planos. —comprendió Owen. —¿Y qué rayos hacía Unity con los planos para construir una de esas cosas? —preguntó.
Fritz adoptó una pose pensativa. —No lo sé. —dijo al cabo de un rato. —Pero es posible que no tuvieran la capacidad de extraer información valiosa del Núcleo, no es algo que cualquiera pueda hacer. —explicó.
—Y aparentemente tú sí puedes. —observó Tali cruzándose de brazos.
El joven asintió. —Solo recientemente hemos desarrollado una teoría en base a lo que creemos es la interfaz de información que gobierna la lógica detrás del funcionamiento de estas computadoras biológicas. —explico. —Sabemos poco y la mayoría de ello es por el análisis de los restos del cadáver del propio Gol Boddole Zer… pero realmente no quedó mucho de él para que descubrieramos todos sus misterios.
Si el Capitán Owen estaba satisfecho por haber obtenido la verdad, ahora realmente se arrepentía de saber tanto. —Dejaremos las conspiraciones para los idiotas de Inteligencia. —dijo apartando los pensamientos que lo preocupaban sobre aquel descubrimiento. —Terminemos con esto de una vez por todas.
Jarvis se volvió hacia Mac. —Sargento, prepare a sus hombres: la misión comenzará a las 1130 horas.
—Sí Señor. —respondió el veterano soldado poniéndose firme. —¿Cuál será el nombre de la Operación? —preguntó.
Todas las miradas se volvieron hacia el Capitán, quien a su vez miró las pantallas de transmisión de los drones. —Así que la Rainbow ¿Eh? —dijo pensativo al cabo de un momento mientras contemplaba los restos silenciosos de la enorme nave. —En fin…que sea la Operación Arco Iris entonces, con mil demonios
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La Operación Arco Iris comenzó un poco antes, exactamente a las 1100 horas cuando el hangar de la Bramante se abrió por completo para dejar salir al Escuadrón Alfa en su misión de patrullaje alrededor de la zona de operaciones. Dos VF-171 y tres VF-11 equipados con los nuevos Fast-Packs furtivos despegaron en formación y tras alejarse varios cientos de kilómetros de la fragata comenzaron una ruta de patrullaje en completo silencio radial. Owen no creía que hubiese peligro real en esa parte de la Galaxia, pero estaban en guerra y no dejaría que nada ni nadie los tomara por sorpresa.
El Campo de escombros alrededor de la Anomalía era demasiado peligroso para patrullar con las aeronaves y, de todas formas, no era un sitio del que pudiese provenir ninguna amenaza directa hacia ellos. Jarvis distribuyó los drones para que patrullaran el perímetro del mismo con sus sensores pasivos y con todas las previsiones de navegación activas para aumentar las chances de supervivencia en un terreno hostil como aquel.
Dentro de la Bramante los preparativos para el Grupo de Operaciones continuaba a toda marcha. El Sargento Mac armó su equipo en base a lo que pensaba podría cubrir todas las eventualidades que pudieran suceder dentro de la vieja nave. Además de él y Fritz, el equipo contaría con dos soldados del batallón de ingeniería que operarían los EX-Suits para el trabajo pesado, el Doctor Niccola sería el médico del equipo y el segundo al mando en caso que sea necesario, también los acompañarian un experto en demoliciones llamado Roco. Los cuatro lugares restantes los ocupaban cuatro soldados de infanteria equipados con armaduras pesadas de combate. Todos, salvo Fritz, estaban armados con rifles de asalto. El joven científico rechazó con pavor cuando el Sargento le ofreció una pistola automática con su bandolera para que la llevara bajo su ropa. Eso sí, todos llevaban trajes de EVA con sus respectivos cascos protectores; a pesar de los informes disponibles era imposible conocer la calidad del aire dentro de la nave o si había una atmósfera respirable en absoluto, lo que limitaría la búsqueda de aquel objeto al tiempo de aire disponible en sus trajes.
Una vez que todo estuviese preparado se reunieron en el hangar principal junto a la nave de transporte que los llevaría a la Rainbow.
—Haremos un test de comunicaciones. —dijo Mac haciendo un gesto circular con la mano cerrada apuntada hacia el techo. Todo el grupo (Salvo Fritz que no conocía los gestos) de inmediato formó un círculo alrededor del Sargento mientras probaban las comunicaciones.
—¿Doctor Von Neumann? ¿Me recibe? —preguntó Mac
Fritz parecía una caricatura de sí mismo. Mac lo había obligado a vestir un chaleco blindado y eso sumado al traje EVA lo hacían parecer una salchicha hinchada. —¿Eh? ¿Qué? —preguntó confundido mirando a su alrededor.
Uno de los soldados se rió pero el resto lo miró con caras serias. —Responda la pregunta del Sargento. —le indicó el Doctor Niccola en forma amigable. —¿Cómo escucha las comunicaciones?
—Ah… bien, creo. —dijo.
—Suficiente. —respondió Mac. —Bien, usted Doctor Von Neumann va a estar junto a mi en lo que dure la misión. Lo quiero a dos metros de distancia mía en todo momento ¿Entendido?
—En-Entendido. —respondió el joven.
—Bien. —dijo satisfecho mirando al resto. —No esperamos nada imprevisto allí fuera, pero estén alertas a los peligros ambientales; derrumbes y pisos inestables… es una nave vieja que lleva muchos años abandonada.
Todos asintieron en silencio.
—Aborden. —dijo haciendo un gesto con la mano hacia el transporte.
Mac y Fritz permanecieron al lado de la rampa mientras los soldados empujaban las enormes valijas con los EX-Gears. Si bien el transporte era lo suficientemente grande para que los soldados pudieran entrar con aquellos equipos puestos, Mac prefirió llevarlos empacados y usarlos sólo cuando fueran necesarios.
—Allí van. —dijo Ximena mientras se colocaba el casco ya en su asiento en la cabina del VF-171-S2. —La misión está por comenzar, prepárate.
Camila miró hacia el transporte y vió al pobre de Fritz moverse con dificultad con todo ese equipo protector encima. Tuvo ganas de reírse pero reprimió aquel impulso y se limitó a ponerse el casco e imitar a su Sempai.
El Escuadrón Delta había desplegado sus cuatro aeronaves para la operación; los cuatro cazas escoltarian al transporte hasta las inmediaciones de la vieja nave, pero solo Delta 1 entraría al hangar principal de la Rainbow mientras los otros tres cazas permanecerían fuera. La razón de ello eran las comunicaciones; Utilizarían los sistemas de transmisión de datos del VF-171-S2 para enlazar las comunicaciones del Grupo de Mac y redirigir las mismas hacia fuera de la nave y eventualmente hacia la Bramante. De esta forma y a pesar de la interferencia de la Anomalía y del aislamiento de la propia Rainbow podrían mantener las comunicaciones en todo momento.
—Buena suerte. —dijo Aichi retirando la escalera lejos del caza. —Que tengan buen vuelo.
Las dos chicas respondieron el saludo y la cabina se cerró sobre ellas.
—Aquí Delta Uno. —dijo Ximena por la radio. —¿Pueden oírme todos?
Todos los pilotos de Delta respondieron en turnos informando el estado de sus comunicaciones por radio.
—Delta Dos, cinco y cinco
—Delta Tres, cinco y cinco
—Delta Cuatro, cinco y cinco
—Aquí Líder de Vuelo Delta. ¿Me recibe Torre? —preguntó Ximena cambiando a la frecuencia de comunicaciones externas.
—Aquí control de Misión. —se escuchó la voz de Gabriel. —Los recibimos fuerte y claro; pueden despegar cuando deseen.
—Entendido. Escuadrón Delta rodando para despegue.
Los cazas comenzaron a moverse por la pista de rodaje siguiendo las indicaciones del Oficial de señales. Cuando pasaron junto al transporte Camila pudo ver como Fritz subía trabajosamente la rampa seguido por Mac. El joven miró hacia el caza y reconoció a Camila por su casco de vuelo. Se detuvo e hizo un ademán para levantar la mano a modo de saludo pero el Sargento lo empujó amigablemente hacia delante y la joven no pudo responderle a tiempo.
Las luces de indicación de despegue montadas en el techo del hangar pasaron a verde y Ximena aceleró los motores. En un segundo los dos primeros cazas de Delta habían abandonado el hangar de la Bramante seguidos casi de inmediato por los dos restantes.
—Formación en "V" conmigo. —ordenó la Teniente Hernandez por radio. —Entraremos en el patrón de espera hasta que el transporte salga.
Las cuatro aeronaves se formaron rápidamente y comenzaron a girar alrededor de la fragata mientras el transporte encendía los motores en el hangar.
Mac mismo se había sentado a los mandos del transporte con el nervioso Fritz como su copiloto. El Sargento no exageraba cuando había dicho de tener a Von Neumann a menos de dos metros de distancia a todo momento.
—TP-890 listo para despegar. —informó el hombre activando la radio.
—Puede despegar cuando lo desee, Sargento. —respondió Gabriel. —Su escolta lo está esperando afuera, buena suerte.
—Gracias, saliendo ahora, cambio y fuera. —dijo mientras aplicaba un poco de presión al control de elevación vertical. El transporte se elevó a medio metro del suelo y comenzó a avanzar lentamente mientras el oficial de señales indicaba la via libre.
Ya no quedaban aeronaves por salir por lo que las luces de salida permanecian en verde. Mac aceleró y el transporte cruzó la enorme compuerta sumergiéndose en el mar de estrellas.
—En curso hacia la Rainbow. —informó el Sargento. —ETA 10 minutos.
Casi de inmediato fueron rodeados por las aeronaves del Escuadrón Delta, quienes se posicionaron alrededor del mismo a unos doscientos metros de distancia mientras dejaban que las computadoras de navegación tomara el control de velocidad y curso del objetivo que debían escoltar.
La Bramante había anclado a unos cien kilómetros del campo por temor a los escombros y a las peligrosas emisiones de la Anomalía por lo que no tardaron mucho en llegar hasta los primeros anillos de desechos.
—Entrando al área de escombros. —informó Mac. —Iniciando navegación de Seguridad.
—Enterado. Los mantendremos informados si hay cambios en las emisiones de la zona. —informó Gabriel. Las comunicaciones habían comenzado a degradarse visiblemente y la voz del operador llegaba cargada de estática. Sería mucho peor una vez que entraran a la zona en donde estaba anclada la Rainbow.
El transporte y su escolta disminuyeron la velocidad y dejaron que la computadora navegara de forma segura entre los restos de chatarra que comenzaron a aparecer frente a la nave. Ya no eran solo pequeños trozos y esquirlas de metal; Mac y especialmente Fritz ya podían distinguir los restos de las armaduras Zentran y Meltran que formaban aquellas pilas de escombros.
—Es muy emocionante ver tantos restos del Ejército de Supervisión. —explicó Fritz fascinado por lo que veía. —Aquí se libraron varias batallas en diferentes épocas incluso… ¿Ve la diferencia de colores entre los restos? La emisión de Neutrones va degradando la pintura y es fácil de distinguir…
—Aproximandonos al objetivo. —informó Mac que no compartía en nada el entusiasmo de su copiloto por los desechos que los rodeaban. —Es probable que golpeemos algunas cosas antes de llegar, sujétense bien ahí atrás. —advirtió.
A pesar de la poca velocidad sufrieron algunas colisiones con trozos más o menos pequeños de chatarra. El escudo reforzado del transporte podía lidiar perfectamente con esa clase de impactos, pero aún así Mac tomó los mandos en forma manual y esquivó los obstáculos lo mejor que pudo mientras la oscura silueta de la Rainbow comenzaba a llenar todo el cristal de la cabina frente a ellos.
Fritz activó la visión aumentada de la cabina y pudieron ver en más detalle la enorme nave a poco menos de un kilómetro de distancia, lo que no sabían ambos es que la Rainbow también los estaba viendo a ellos.
Fritz se sobresaltó cuando una voz femenina bastante distorsionada por la estática se escuchó en la radio.
«Este es el sistema automático de aproximación de la Colonia Rainbow; Esta nave se encuentra cerrada a todo tráfico civil y comercial: No intente atracar aquí.» «Este es el sistema automático de aproximación...» El mensaje automático comenzó entonces a repetirse una y otra vez.
Mac sonrió de forma extraña. —Los fantasmas nos saludan desde sus tumbas. —dijo mientras su copiloto lo miraba confundido. —Esta debe ser la voz de Tass, la jovencita "amiga" de Otako.
—¿Quien? —preguntó Fritz sin comprender ninguna de las palabras del veterano soldado.
—Nada. —respondió Mac. —Solo son ecos del pasado… ¿Escuchó eso, Control de Misión? —preguntó en cambio dirigiéndose hacia la Bramante.
—Afirmativo y por alguna razón Boris acaba de pegar un brinco en su silla. —informó Gabriel entre divertido y confundido. —Enviaré los códigos de By-Pass de emergencia, dame un segundo.
Tras unos segundos un nuevo paquete de datos entró por el enlace y de inmediato la grabación desde la Rainbow cesó por completo. Las enormes entradas del hangar principal ubicados al frente de la gigantesca nave se iluminaron con grandes focos blancos y el sistema SILS apareció en la interfaz de la cabina del transporte. —Parece que todavía hay algo de vida en las baterías de esa cosa. —exclamó Mac. —Iniciando atraque automático.
El transporte maniobró para acercarse por la proa de la nave. Mientras tanto el Escuadrón Delta se había desplegado y las tres aeronaves que permanecerían fuera se ubicaron en posiciones a cubierto alrededor de la Rainbow. Ximena en cambio se ubicó delante del transporte y guió el avance hasta llegar a la entrada de una de las enormes compuertas.
Las enormes puertas de acero comenzaron a abrirse en cuanto el VF-171 estuvo a menos de doscientos metros de ellas. Lentamente las dos enormes hojas se abrieron revelando un oscuro túnel que se adentraba en las entrañas de la silenciosa nave. Las luces del caza se encendieron e iluminaron un poco la enorme instalación con capacidad de recibir naves del tamaño de la Bramante con comodidad. El caza y el transporte entraron a la exclusa y tras ellos las enormes compuertas comenzaron a cerrarse de inmediato mientras unas balizas giratorias anunciaban que el espacio se estaba presurizando.
—Parece que si hay aire aquí dentro. —dijo Fritz monitoreando los sensores externos del transporte. —Veremos que tan buena es la calidad atmosférica.
Para sorpresa de ambos tanto la gravedad como la presión atmosférica mostraron valores estándar de 0,8g y 1 PSI respectivamente. Aquello era un buen comienzo; podrían sacarse los trajes de EVA y viajar más livianos por el interior de la nave.
La segunda compuerta entonces comenzó a abrirse y la luz que se filtró por entre las poderosas hojas de metal casi los ciega con su resplandor.
El enorme hangar estaba completamente iluminado. Enormes reflectores en el techo y las paredes mantenian todo el enorme lugar casi como si fuera pleno día. El caza de Ximena seguido por el transporte penetraron en el hangar y descendieron lentamente hasta la gigantesca pista de circulación del mismo.
—Este lugar es inmenso. —exclamó Camila al ver los enormes espacios abiertos. —Y todo está tan… limpio y ordenado.
No se equivocaba. El hangar estaba completamente vacío. Ni naves ni materiales, ni siquiera basura o restos que indicaran una nave abandonada… todo estaba despejado y ordenado; las grúas estaban en su sitio con las plumas levantadas y listas para volver a operar en cualquier momento. Los enormes nichos en las paredes que servian de diques para naves más pequeñas estaba silenciosos y parecían mirar a los recién llegados con miles de ojos de metal y vidrio.
—Mira eso. —dijo Ximena señalando adelante. —Allí en el piso.
Una zona del piso de metal a unos doscientos metros delante de ellos estaba hundida y, en algunos sitios, los paneles de metal faltaban por completo dejando a la vista la estructura de soporte que existía debajo..
—Es como si algo enorme hubiese caído allí. —dijo la piloto mirando el techo. —Hay una enorme grúa justo arriba. ¿Crees que fué algún tipo de accidente?
—Probablemente. —respondió su copiloto.
Ximena transformó su aeronave a modo gerwalk y las piernas del caza tocaron el piso de metal. El transporte aterrizó unos pocos metros detrás de ellos y comenzó a apagar sus motores.
—La zona parece segura. —dijo Ximena mientras examinaba las cámaras alrededor del caza. —¿Qué dicen los sensores de actividad electromagnética?
Camila revisó los instrumentos con cuidado. —Nada que pueda detectar desde aquí. —confirmó la joven. —Todo está silencioso. ¿Reviso el infrarojo y térmico?
La teniente Hernandez sacudió la cabeza. —Con tantos focos de luz caliente no podrás ver nada… de todas formas todo parece despejado.
Mientras las jóvenes examinaban los alrededores la rampa del transporte ya se había abierto. Primero descendieron los cuatro soldados quienes de inmediato armaron un perímetro defensivo alrededor de la nave con sus armas listas. El resto del equipo comenzó a descender entonces empujando los EX-Gears en sus contenedores con ruedas.
Mac y Fritz fueron los últimos en descender del transporte. El Sargento ordenó al joven que se pusiera en el centro de la formación y revisó las comunicaciones con la aeronave de Ximena.
—¿Me recibe Teniente? —preguntó mirando hacia el caza mientras sacudía el brazo..
—Fuerte y claro. —respondió Ximena. —Datalink activo y transmitiendo hacia el exterior. —informó mientras desplegaba la pantalla con la información de la conexión. No solo podían escuchar la radio desde allí; el propio Mac tenía una cámara de alta resolución en el casco que transmitia una señal de video para que el control de Misión pudiera supervisar el progreso de la misma.
—Excelente, partiremos enseguida… espero que no se aburran mucho aquí, trataremos de completar la misión lo más pronto posible.
—Entendido—respondió la joven haciendo un saludo desde la cabina del caza.
Mac se quitó el casco y respiró hondo. —Pero… ¿Qué demonios? ¿Huelen eso?
Los demás imitaron a su superior y también se sorprendieron al sentir el aroma del aire al respirar por sus propios medios.
—Esto no es aire reciclado. —dijo uno de los soldados.
Mac asintió. —He estado en naves que llevan décadas en el espacio y el aire siempre huele igual en todas ellas; cargado de Ozono y con una pizca de acidez por los filtros de reciclado, pero esto… nunca había olfateado algo así.
—Pero yo sí. —dijo otro de los soldados. —Yo combatí en una jungla hace varios años… Esto huele exactamente como eso. —aseguró el hombre con una mueca.
—¿Jungla? —preguntó Fritz.
—Aire fresco, creado naturalmente, sin reciclar. —razonó Mac. —Recuerdo que había un parque con árboles y césped en la Colonia… pero estaba lejos de ser una "Jungla" —dijo rascandose la cabeza. —En fin, un misterio a la vez; quítense los trajes así podremos ir más cómodos allí dentro.
Mientras el grupo se quitaba los trajes, Ximena abrió la cabina del VF-171 y también se quitó el casco. Ambas chicas habían estado oyendo la conversación de los soldados y sentían curiosidad por sentir aquel "aroma".
—Es cierto. —observó la Teniente Hernandez llenándose los pulmones con aquella fragancia exótica. —Huele a… verde. —dijo sin saber exactamente que palabra usar.
Camila la había imitado y ahora miraba intranquila los alrededores del enorme hangar. —¿Qué crees que haya pasado aquí dentro? —preguntó inquieta.
Como única respuesta su compañera de encogió de hombros y tomando su Pad se puso a revisar unos reportes. Camila suspiró y volvió su atención a la transmisión de video del equipo de operaciones ya que estaba algo preocupada por la seguridad de Fritz en esa extraña nave.
Mientras tanto los hombres habían guardado los cascos de EVA y los habían reemplazado por cascos de combate. Los soldados y el propio Mac llevaban montados visores nocturnos y, en el caso del Sargento, había montado a un lado de su intercomunicador la cámara que transmitía sus movimientos a la Bramante. El casco que le tocó a Fritz le quedaba un poco grande para su cabeza por lo que Roco tuvo que ajustarlo por él. El Doctor Niccola proyectó un mapa estándar de la Three Star y marcó la posición del grupo en el hangar principal de babor. —Estamos aquí y tenemos que llegar a esta parte de estribor.. —dijo señalando la zona del impacto exterior que habían analizado en la Bramante. —Tendremos que subir un par de niveles supongo, todo dependerá de lo que encontremos en la zona de los depósitos.
Mac miró el mapa y señaló la zona de la base de la torre de control en donde solía estar ubicado el puente de mando. —Detrás de esta estructura comienza la zona habitable de la antigua Colonia. —dijo. —Propongo ir allí primero y examinar las terminales de datos; es posible que encontremos un mapa actualizado de esta nave.
Los demás estuvieron de acuerdo y se prepararon para partir. Mac hizo que dos soldados fueran delante, Nicolla, Roco y los dos Ingenieros junto a Fritz en el centro y los otros dos hombres cerrando la columna.
—¿Me recibe Control de Misión? —preguntó Mac por la radio. —Iniciando la operación.
—Recibido— respondió la voz de Jarvis. —Buena caza.
Caminaron sin prisa por el gigantesco hangar mientras las enormes luces desde el techo hacían que sus sombras se alargaran sobre el piso de metal. Nada se escuchaba a su alrededor salvo el sonido de las botas de combate de los soldados y el suave susurro de las ruedas de los contenedores de los EX-Gears. Nadie hablaba pero no se sentían intranquilos ni nada por el estilo; sólo querían cumplir con la misión lo más rápidamente posible. Al cabo de un rato vieron un par de vehículos eléctricos estacionados en lugares especiales pero las baterías estaban agotadas y los abandonaron resignados.
Siguieron las líneas pintadas en el piso que señalaban la dirección de la proa de la nave, allí donde estaba la base de La Torre de control. Tras un rato de caminata llegaron a un ancho túnel que por suerte estaba bien iluminado. Era una vía de comunicación importante y progresaron rápidamente. Al cabo de unos veinte minutos de marcha llegaron a compuerta cerrada que separaba al hangar de otro de los sectores de la nave. La enorme compuerta estaba cerrada herméticamente por lo que tuvieron que utilizar una esclusa más pequeña a un lado del camino principal. Tras entrar en ella cerraron la puerta a sus espaldas y abrieron las de la nueva cubierta, entonces la fragancia perfumada los golpeó en el rostro con la intensidad de un huracán.
—Mierda. —exclamó el experto en demoliciones abriendo los ojos como platos. —¿Ustedes ven lo que veo yo?
Toda la cubierta que se abría delante de ellos estaba cubierta por una gruesa capa de vegetación de todo tipo y tamaño. Las plantas eran tan altas que subian por entre las columnas de metal y en algunos casos sobrepasaban la cubierta superior, creando una especie de bóveda verde sobre sus cabezas.
Vieron helechos, bananos, palmas, toda clase de arbustos y musgos colgando de barandas y pasarelas. Era una visión increible que, a la luz de los enormes focos del techo, reflejaba un caleidoscopio de color verde de todos los tonos imaginables.
—Una maldita jungla. —exclamó Mac restregándose los ojos. —¿Cómo…?
Si antes los hombres no habían demostrado intranquilidad, al ver aquellas plantas y árboles salidos de la nada se sintieron verdaderamente amenazados. El grupo apuntó sus armas hacia las enormes paredes de vegetación sin saber muy bien qué hacer. El único que no demostraba estaba nervioso era el soldado que había dicho tener experiencia en esa clase de terreno. Con tranquilidad bajó el rifle y señaló los frondosos árboles cercanos. —Es el sonido lo que me pone nervioso. —dijo sacudiendo la cabeza. —O mejor dicho la falta de él.
Mac se colgó el rifle al hombro y asintió con la cabeza. —Hemos hecho algunas simulaciones virtuales en la jungla… pero aquí no parecen existir los sonidos de una… ¿Dónde están los pájaros? ¿Los bichos? ¿El sonido que hacen los árboles al moverse por el viento? Todo parece más… falso. —dijo. —¿No estaremos ante un elaborado holograma?
—Yo por mi parte, me alegro que no haya bichos. —dijo el Doctor Niccola. —No quiero lidiar con enfermedades tropicales y fiebres para las que no tenemos vacunas en la Bramante.
Definitivamente no estaban ante un holograma; las enormes hojas se doblaban al paso de los hombres y las raíces y lianas crujían bajo el peso de sus pesadas botas. El grupo continuó avanzando y se adentraron bajo las sombras de los enormes árboles. No tardaron en llegar a la antigua base de la torre en ruinas y la cubierta en donde partían las anchas escaleras que llevaban al parque de la colonia. Sin dejar de apuntar y vigilar cada rincón los hombres subieron la escalera con dificultad por la enorme cantidad de lianas y raíces que crecían entre los escalones.
—Ojalá tuviéramos un par de machetes. —dijo uno de los hombres entre maldición y maldición cuando una de sus botas se había atascado entre dos gruesas raíces.
—Si esta jungla se extiende por dentro del "laberinto" más allá de este punto, definitivamente tendremos que conseguirnos varios de esos. —dijo Mac. —Atención, estamos llegando a la cubierta superior.
Si la jungla los había sorprendido, lo que vieron allí arriba los hizo quedarse sin aliento
—¿Qué demonios…? —preguntó el Doctor Niccola acomodándose los lentes.
Las dos enormes rocas se levantaban por entre las plantas que crecían en toda la cubierta superior, pero eran las hermosas rosas rojas que las cubrían lo que maravillaba a aquellos curtidos hombres, quienes jamás habían estado frente a algo semejante.
—Curioso monumento. —la voz del Capitán Owen se escuchó en los auriculares de todo el grupo.
—No un monumento… una tumba. —observó Mac acercándose a la base de las enormes rocas. —Aquí está escrita una fecha y un epitafio; Ralph Laurent. 2024 - 2059. —leyó —Así que el gigantón no pudo lograrlo. —dijo sacudiendo la cabeza.
El Doctor Niccola lo miró extrañado. —¿Usted lo conocía? —preguntó.
—Solo nos vimos una vez. —respondió el Sargento recordando la terrible experiencia de ver como el gigante destrozaba de un terrible puñetazo a uno de aquellos Drones de combate que habían estado a punto de matarlos. —Ralph era un humano convertido en Gigante que trabajaba aquí.—explicó.
Mientras tanto Fritz se había acercado a la otra placa para leer lo que decía. —Midori. —Leyó en voz alta. —Solo figura la fecha de deceso de 2059. ¿Ella era también una gigante Meltrán? —preguntó.
Mac sacudió la cabeza. —Si lo era, yo al menos nunca la conocí… pero es evidente que murieron juntos en este lugar dijo. —Allí veo otras tumbas de lo que supongo son Colonos de tamaño Micrón.
Había una veintena de tumbas de acero inoxidable alrededor de las dos enormes rocas cubiertas de flores. El grupo se dispersó por la cubierta en busca de alguna terminal de datos que funcionase mientras los guardias vigilaban nerviosos las enormes cubiertas que se abrían a varios centenares de metros por sobre sus cabezas. Allí estaban realmente expuestos a una emboscada enemiga y eso aumentaba el nerviosismo de los hombres.
Mac caminó por entre las plantas seguido por el Doctor Von Neumann, quien acataba al pie de la letra las órdenes del Sargento de no despegarse de él por un solo segundo.
No tardaron en llegar hasta las enormes paredes de metal que marcaban el final de aquella enorme cubierta. En la base de la misma vieron un sector de tierra oscura en la que no había crecido vegetación alguna. Una solitaria lápida de cemento marcaba la ubicación de otra tumba.
—Que extraño. —observó Fritz. —¿Por qué está separada de las demás? —preguntó.
—Creo saber por qué. —respondió Mac con un tono de voz extraño.
Se acercaron lentamente hasta poder leer las letras talladas en la lápida. Solo pudieron ver una fecha: 2059.
La voz de Jarvis sonó solo en los oídos de Mac. —¿Tus antiguos camaradas? —preguntó el Segundo al mando.
—Si. —respondió Mac mientras apoyaba una rodilla en la tierra frente a la tumba. —Si las cosas hubieran sido un poco diferentes, yo estaría enterrado aquí ahora mismo.
—También podrías estar enterrado en Jirax, o Brennontown, o cualquiera de los otros campos de batalla en donde luchamos durante todos estos años. —lo consoló Jarvis en la radio.
El Sargento sonrió. —¿Insinúa que tengo la suerte del Diablo? —preguntó.
—No, solo que has tomado las decisiones correctas en el momento oportuno. —respondió su amigo. —No te lamentes del camino recorrido; preocúpate de elegir los caminos correctos que conducen al mejor futuro.
—Me parece un buen consejo… ¿Qué demonios es eso?
El sonido de movimiento mecánico hizo que mirara en dirección a Fritz. El joven se había descolgado la pesada mochila y tras haber abierto la parte superior extrajo una extraña antena montada en un brazo telescópico. El extremo en el que estaba montado el instrumento de detección estaba encapsulado en una burbuja de cristal. —¿Y eso? —preguntó.
—Tengo una sospecha con respecto a toda esta… jungla. —respondió Fritz señalando su alrededor con el brazo. —Necesito medir un poco el espectro cercano.
Mac no respondió y continuó observando en silencio la tumba mientras su compañero volvia a ponerse la mochila en la espalda, dejando solo la antena desplegada que asomaba sobre su cabeza.
—Ten cuidado que no se enganche con ninguna liana. —observó el Sargento. —Esa cosa parece frágil.
Fritz iba a responder algo pero fué interrumpido por la llamada de uno de sus hombres. Mac se volvió y vió a uno de los técnicos que venía trotando hacia ellos.
—Hemos encontrado un mapa. —informó entusiasmado. —En una de las estaciones de vehículos que hay cerca de uno de los edificios.
—Excelente, veamos que tenemos entonces. —respondió Mac. —Profesor Von Neumann, siganos por favor.
Fritz había desplegado una pequeña pantalla holográfica frente a su rostro y asintió en silencio. Evidentemente estaba muy concentrado en analizar sea lo que sea que aquella antena captaba en esos momentos.
Regresaron a donde se erguían las enormes rocas y vieron que todo el grupo estaba allí esperándolos. El Doctor Niccola había desplegado el mapa holográfico de la nave mientras otro de los técnicos trabajaba en una pequeña pantalla holográfica desde su Pad personal. Los demás habían montado un perímetro de seguridad y permanecían con sus armas listas lanzando miradas de desconfianza a la densa vegetación que los rodeaba.
—Sargento. —exclamó el facultativo al ver a Mac. —Un golpe de suerte… parecen ser mapas actualizados… o al menos actualizados al momento de cerrar la nave. —dijo.
El técnico que operaba la terminal terminó de transferir los últimos archivos y el holograma azul que habían traído con ellos actualizó su base de datos con la que habían recuperado. Toda una serie de estructuras en amarillo se superpusieron al mapa de base y aparecieron resaltados mostrando las enormes fábricas, depositos e instalaciones que habian quedado abandonadas tras el éxodo de los antiguos colonos.
—Es un maldito laberinto. —exclamó el técnico en demoliciones inclinando su casco. —¿Se supone que tenemos que entrar ahí? —preguntó.
Mac leyó el nombre del área que estaba marcada como zona peligrosa. —"El Interior". —dijo en voz alta. —Si, tenemos que ir ahí… ¿Podemos encontrar una ruta segura a la zona en donde puede estar esa cosa? —preguntó.
El técnico usó su Pad para insertar una simulación que Tali había hecho para acotar la zona de búsqueda. Un área en rojo que partía desde la zona del casco con las marcas del impacto se extendía hacia las entrañas de la nave mostrando el camino probable que aquella cosa había seguido durante la colisión. Mac suspiró resignado al ver el tamaño de aquella zona y todas las cubiertas que abarcaba. —Será mejor ponernos en marcha ahora. —dijo. —Mientras más pronto encontremos esa cosa, mejor.
—Buscaré la ruta más directa. —respondió el técnico poniéndose a trabajar de inmediato.
Los demás asintieron y se prepararon para partir. Mac se acercó al joven Fritz y apoyó su mano en el hombro. —¿Y? —preguntó. —¿Algo interesante?
Fritz se sobresaltó por el gesto del hombre pero apagó la pantalla holográfica y señaló las plantas alrededor. —Si. —dijo entusiasmado. —Esta jungla no ha crecido de forma natural.
—¿A que se refiere?
—Hay un campo de energía dimensional de tipo residual en esta nave. —explicó el joven.
Mac lo miró preocupado. —¿Algo peligroso? —preguntó mirando nervioso a su alrededor.
—No estoy completamente seguro porque no es mi área. —dijo encogiéndose de brazos. —Pero no… no creo que sea peligroso… al menos no lo fué para estas plantas. —señaló.
—¿Un tipo de energía que hace crecer las plantas? —preguntó el soldado. —Nunca había escuchado algo como eso.
Fritz se acomodó los lentes tal y como hacía siempre que se disponía a explicar algo. —Es un tipo de energía diferente a lo relacionado con el sistema FOLD y la energía dimensional que usamos en las burbujas WARP. —aclaró. —Está más relacionado a las ondas FOLD de esas que interactuan con los campos biológicos de los seres vivos.
—Oh. —exclamó Niccola comprendiendo de pronto. —Hablas de la Sound Energy; la misteriosa energía que algunos músicos pueden producir durante su canto. ¿Verdad? Es un campo de estudio fascinante —afirmó.
Mac miró a sus dos compañeros y luego volvió la vista hacia los árboles. —¿Música? ¿Canto? Aquí hay un silencio de muerte. —dijo. —Será mejor que revisen sus teorías cuando estemos de regreso en la nave.
El grupo terminó de recoger las cosas y se formaron en fila para partir. Tomaron una de las salidas superiores de la cubierta en donde se encontraba el parque y se adentraron por una serie de pasillos a lo que el mapa denominaba como "El interior".
La ruta que habían elegido parecía llevarlos por buen camino. Avanzaron en la dirección deseada casi sin desviarse mientras subían cada vez más para llegar a la altura en la que creían podía estar su objetivo. Al cabo de veinte minutos de caminata Mac dió la orden de alto y todos se pusieron en cuclillas a esperar las nuevas órdenes.
—¿Pueden escucharme allá afuera? —preguntó el Sargento por la radio.
—Con algo de estática. —respondió Travis. —La señal de video se corta cada cierto tiempo. ¿Cómo va todo?
—Bien por el momento. —respondió el soldado. —Llegaremos al área de búsqueda en diez minutos.
—Entendido, mantenos informados de como progrese la busqueda.
La comunicación se cortó y Mac indicó que prosiguieran. El pasillo por el que caminaban en aquel momento terminó de pronto a unos doscientos metros y cruzaron una zona abierta llena de enormes tanques de almacenamiento. Enormes grúas suspendidas en la oscuridad parecían flotar en el aire como brazos de gigantes congelados en medio de un titánico combate.
—Estamos en medio de la zona de búsqueda. —informó uno de los técnicos tras consultar brevemente el mapa portátil.
Mac levantó la mano e hizo que el grupo se acercara mientras los soldados montaban un perímetro de defensa alrededor de la plataforma. —Vamos a investigar la zona. —dijo señalando las cajas con ruedas que contenían los EX-Gears tras lo cual se volvió hacia ambos técnicos. —Tu revisa arriba y tu abajo.
—A la orden. —respondieron al unísono los dos soldados.
Aquellos hombres estaban muy bien entrenados y tardaron menos de diez minutos en colocarse los exo-trajes.
Los EX-Gears eran trajes que proporcionaba una maniobrabilidad sin par en ambientes de ingravidez, pero también servían por igual en atmósfera e incluso podían propulsarse bajo el agua (aunque con algunas limitaciones). Eran usados no solo por los pilotos de los cazas de última generación como parte de su sistema de supervivencia, sinó que también eran usados por las fuerzas especiales y comandos de asalto. Los trajes proporcionaban buena protección contra armas ligeras y al ser Exo-Trajes potenciados, permitian al portador llevar armamento pesado con facilidad, lo que los volvía una fuerza aún más letal inclusive.
Tras probar el funcionamiento de los sistemas de control y propulsión, ambos soldados encendieron las luces de búsqueda y partieron en direcciones opuestas ante la atenta mirada del Sargento Mac.
Roco desplegó su terminal de datos y conectó la señal de video de ambos trajes para que se reprodujera en dos pantallas separadas mientras los demás observaban con atención las tareas de búsqueda.
—Hay signos de destrucción en aquella estructura. —señaló el experto en demoliciones. —Nuestro objetivo definitivamente cayó por esta zona.
Mac indicó por radio al soldado que estaba investigando la zona superior a que descendiese y revisara los niveles inferiores. Al cabo de unos minutos pudieron ver que en el fondo de aquella enorme cubierta había un agujero enorme que descendía a las cubiertas inferiores.
—Preparen las cuerdas, bajaremos hasta allí. —ordeno.
Los hombres obedecieron prontamente y al cabo de unos minutos cuatro largas sogas colgaban de las barandillas hábilmente aseguradas por los soldados. Fritz se imaginó lo difícil que sería bajar por allí con sus precarias habilidades físicas y suspirando comenzó a quitarse la pesada mochila de la espada. De pronto sintió que alguien lo tomaba por los hombros y lo arrastraba hacia él.
—Tú te vienes conmigo. —dijo Mac tomando una cuerda mientras la pasaba por la cintura del joven científico. —No queremos juntarte con una espátula allá abajo y no quiero que el Capitán Owen me haga picadillo.
Fritz quedó prácticamente colgado de Mac y la diferencia del tamaño de ambos realzaba aún más aquella escena cómica. Los hombres señalaron al científico colgado casi como un niño en un arnés sujeto a su padre mientras se reían a carcajadas. —¿Hoy es el día de traer a los hijos al trabajo? —preguntó uno de los soldados.
—Oh, cierra el pico. —respondió el Sargento. —Bajen de una vez y aseguren la zona, esperaremos aquí a que iluminen un poco ese agujero.
El primer grupo de hombres comenzó a descender las cuerdas con gran agilidad mientras los técnicos en los EX-Gears volaban alrededor usando sus focos portátiles para iluminar la zona.
Les llevó a los hombres unos pocos minutos descender los casi cien metros que los separaban del agujero en el piso, tras lo cual informaron por radio que la zona era segura para descender.
Mac tomó la cuerda y tras asegurarse que resistiría su peso y el de Von Neumann comenzó el descenso. Uno de los soldados tomó la pesada mochila del científico y usó la cuerda libre que quedaba para bajarla despacio hasta el fondo del precipicio. El resto de los hombres descendió sin problemas.
Fritz miraba nervioso la oscuridad alrededor pero lo que más lo atemorizaba era el enorme rifle de Mac apretado contra su pecho. Nunca había estado tan cerca de un arma en su vida y ahora tenía una casi pegada a la nariz.
Descendieron los últimos metros y tocaron tierra con facilidad ante el evidente alivio del Doctor Von Neumann.
—¿Vió? No fue tan difícil. —dijo Mac mientras desataba la soga. —Con algo de suerte esa pudo ser la parte más complicada del viaje… veamos que tenemos aquí.
Fritz no respondió y tras recuperar su mochila de manos del soldado que la había bajado hasta allí continuó observando los alrededores usando su aparato de medición.
Los Ex-Gears descendieron al fondo del pozo y usaron sus reflectores para iluminar la cubierta en donde se encontraban. Eran unos gigantescos almacenes en donde anteriormente se encontraban enormes estantes llenos de mercancías, piezas o toda clase de materiales producidos en la Colonia, más ahora todo estaba vacío y silencioso.
Las luces de las armaduras se cruzaron sobre una enorme depresión en el piso metálico; el punto donde el objeto había detenido su alocada carrera de destrucción contra la enorme nave, pero aquella cosa no se veía por ningún lado.
El experto en demolición observó los alrededores. —Han removido los escombros y limpiado el lugar. —dijo. —Allí hay pilas de chatarra y hierros retorcidos.
—¿Quieres que revisemos eso? —preguntó uno de los hombres pero Mac sacudió la cabeza. —No creo que esté allí… mira esas marcas en el piso. —dijo apuntando con el haz de luz de la linterna acoplada a su rifle de asalto.
Una serie de abolladuras en el piso formaban un camino que se alejaba de allí. Era como si un enorme punzón hubiera dejado marcas en el metal.
—No se que mierda sea eso… pero no son marcas de vehículos o siquiera un Mecha pesado de construcción o esos WorkRoids de carga. —dijo uno de los técnicos aterrizando cerca de Mac. —Pero veo rayones y marcas en el piso en esa dirección; es posible que hayan movido el objetivo hacia algún lugar.
—¿Pero hacia dónde? —preguntó Niccola rascándose la barbilla. —Podríamos tardar semanas en buscar por todos los recovecos de esta nave.
Mac meditó en silencio mientras miraba las marcas en el piso. —Por ahora seguiremos el rastro en esa dirección. —dijo. —Tal vez haya una pista más adelante.
El grupo volvió a ponerse en marcha siguiendo el rastro de las curiosas marcas en el piso. El almacén era inmenso y los ecos de sus pisadas resonaban en las enormes estanterías vacías. Las dos armaduras caminaban (O mejor dicho rodaban sobre una especie de patines) mientras iluminaban el camino lo mejor que podían. Al llegar a otra área abierta del almacén una serie de detalles captó la atención de los soldados.
—Huellas de un combate. —dijo uno de los hombres usando la linterna adosada a su rifle para iluminar los enormes agujeros. —Impactos de armas de fuego de grueso calibre en pisos y paredes… Aquí se intercambiaron disparos entre armaduras de combate.
Los demás asintieron. No había restos de armaduras o cuerpos en las proximidades, pero las marcas que había dejado la munición explosiva en las paredes e instalaciones de los alrededores era evidente para aquellos hombres experimentados en combate. Continuaron avanzando hasta que en la próxima cubierta llegaron al final del rastro.
—Maldición. —exclamó Mac.
Se encontraban en lo que parecía ser una estación de carga. Enormes vías ferroviarias cruzaban el enorme espacio vacío en una docena de direcciones diferentes. Una docena o más de vagones se encontraban inmóviles en las vías secundarias, con su cargamento aún esperando ser llevado a algún lado. Cuando los EX-Gear movieron los haces de luz sobre ellos los hombres vieron con asombro que se trataba de enormes armaduras Meltrán principalmente Queadluun Nona en diferentes etapas de desguace. Los torsos de los mechas estaban alineados en los vagones ya desprovistos de sus sistemas de propulsión así como brazos y piernas de la armadura.
Las huellas en el metal llegaban hasta el borde del andén y se esfumaban por completo.
—Parece que cargaron esa cosa en un tren y se la llevaron de esta zona. —dijo Roco. —¿Pero que via? ¿Y en qué dirección? —preguntó señalando los oscuros túneles en donde desaparecian las vías.
El Sargento ordenó a los Ex-Gears que volaran sobre las vías en busca de pistas. Los dos técnicos se remontaron en el aire y cada uno tomó un túnel diferente para explorar algunos metros por delante.
—Temía que algo así pudiera llegar a suceder. —dijo Mac arrodillándose en el piso y ordenando al resto a que se juntaran a su alrededor. —No tiene sentido buscar a ciegas por todo este laberinto… Propongo usar drones de observación, todos los que haya en la Bramante y soltarlos aquí dentro para explorar cada uno de los túneles.
—Tendremos que montar un puesto de mando móvil en el Hangar Principal y organizar el monitoreo desde allí. —observó Niccola. —Con toda la interferencia que hay no podremos usarlos desde la fragata…Adiós a la esperanza de hacer esto en unas pocas horas. —dijo sacudiendo la cabeza.
Mac suspiró y miró a sus hombres. —¿Alguno tiene alguna idea? —preguntó.
Ninguno de los hombres respondió y en cambio se miraron entre ellos sin saber que decir, solo Fritz reaccionó poniéndose de pie mientras desplegaba la pantalla holográfica frente a su rostro. —Creo que puedo acotar un poco la búsqueda. —dijo.
Los demás miraron en silencio como el joven caminaba hasta el borde del andén. Una vez que estuvo junto a las vías comenzó a mover la pantalla en dirección a los túneles.
La imágen mostraba una grilla de cuadrados azules. A medida que el joven movia la cabeza en dirección a los diferentes túneles la pantalla se actualizaba con las lecturas del pequeño brazo detector que sobresalía por detrás de su espalda. —Allí. —exclamó de pronto Von Neumann deteniéndose mientras señalaba el centro de la pantalla. —En esa dirección.
Uno de los cuadrados de la grilla mostraba un tono de color verdoso, diferente al de los otros recuadros azules. Mac se acercó y observó la pantalla intrigado. —¿Qué es eso? —preguntó.
—Estoy filtrando un tipo de radiación emitida por ciertos materiales usados en armamento e infraestructura Zentradi. —explicó el joven. —No es mucho, pero podremos saber la dirección general de lo que buscamos.
—Este lugar está lleno de piezas y restos de armaduras Zentradi. —respondió el hombre señalando los vagones llenos de restos de armaduras. —¿Cómo es que…?
—Simplemente filtrando la radiación que sabemos NO pertenecen al Núcleo. —respondió Fritz. —El núcleo debe estar construido con materiales completamente desconocidos para nosotros… si filtramos las cosas que sí conocemos, eso nos deja con la radiación desconocida… y mi sensor detecta algo desconocido justamente en aquella dirección.
Mac se volvió hacia Niccola. —¿Qué piensa, Doc?
El hombre se encogió de hombros. —Vale la pena el intento. —dijo.
En ese momento llegaron los dos EX-Gears y se posaron cerca del grupo. —Hay estaciones de carga cada cien metros. —reportaron. —No hemos visto esas marcas en ninguna de ellas, pero no quisimos alejarnos demasiado.
El Sargento no tardó mucho en decidirse. —Seguiremos la pista del Doctor Von Neumann. —dijo. —Todos aborden uno de los vagones vacíos; iremos en aquella dirección.
—¡Sí Señor! —respondieron los hombres.
De inmediato montaron un improvisado puente entre las vías hasta el vagón más cercano y el grupo de soldados abordó el mismo sin complicaciones. Uno de los técnicos en el EX-Gear voló hasta el cambio de vías al final del segmento en el que estaban aparcados y usó la fuerza potenciada de la armadura para operar la manija en forma manual. Los rieles se deslizaron con desgano, acusando ya la falta de mantenimiento y grasa, pero finalmente la vía en la que descansaba el vagón lleno de soldados quedó conectada al ramal principal que se adentraba en el túnel que Fritz había señalado.
—Ese ramal lleva directamente a la Popa de la Rainbow. —informó Roco examinando el mapa. —Si no se llevaron esa cosa hacia el hangar principal… tal vez eso signifique que aún esté aquí. —dijo esperanzado.
—Esperemos. —respondió Mac y de inmediato se volvió hacia los guardias. —Ustedes, se encargarán de los frenos, activenlos a mi orden.
El vagón disponía de frenos manuales para cada bogie, Mac ubicó a dos soldados al frente y dos atrás para que juntos accionaran los frenos cuando fuera necesario.
—¿Y cómo vamos a poner esta cosa en marcha? —preguntó Fritz mirando alrededor en busca de una locomotora o algo.
—Improvisaremos. —respondió el Sargento haciendo una señal con la mano.
Los dos EX-Gear descendieron hasta el vagón y se colocaron en la parte trasera con los pies apoyados en las vías.
—Aceleren despacio. —ordenó Mac. —No tengo idea del peso o resistencia de esta cosa y no me gustaría descarrilar por el aire.
Los dos hombres activaron sus propulsores simultáneamente y comenzaron a aumentar la potencia lentamente. El vagón no se movió durante varios segundos, pero lentamente las ruedas comenzaron a emitir un chirrido y casi en cámara lenta comenzaron a moverse hacia delante.
Los hombres se internaron en el túnel y fueron prácticamente tragados por la oscuridad, pero simultáneamente también desaparecieron de las pantallas de la Bramante que monitoreaban su progreso.
