Homs miró el mar de puntos rojos en el radar dimensional y lanzó un suspiro de resignación. El pequeño identificador que señalaba la ubicación del destructor "Dumpster Fire" se había perdido entre aquel hormiguero de actividad enemiga. El Capitán de la "Mainstream" movió la mano sobre el teclado holográfico y la imagen comenzó a alejarse mostrando primero la nebulosa donde se encontraban y luego el brazo de la enorme espiral de la Vía Láctea. Pronto una nueva marea de puntos rojos apareció resaltada en el mapa, mostrando la disposición de las oleadas interminables de fuerzas Zentradi a medida que invadían y se adentraban cada vez más los territorios que antes fueran conocidos como la Expansión Humana.
Aquella información no era 100% precisa y eso molestaba al hombre, pero no tenían otra opción; al quedar separados de la red de satélites de vigilancia de la NUNS debían operar con la poca inteligencia que solo un puñado de estaciones de monitoreo y satélites capturados les proporcionaban a intervalos irregulares. Ahora que la flota principal de Hughs había puesto rumbo al cúmulo Brisingr tal vez podrían intentar recuperar el control de la red satelital local… pero no con todos esos Zentradi patrullando las zonas liberadas.
La última posición de la flota de Hughs apareció resaltada como una flecha violeta en dirección al lejano cúmulo de estrellas. ¿Qué rayos estaba planeando Samuel? ¿Que había allí que valía la pena movilizar a toda la flota principal dejando completamente indefenso incluso al propio Planeta Tierra? Todo aquello no tenía ningún sentido.
Homs volvió a suspirar, esta vez más fuerte y hasta su segundo al mando pudo escucharlo claramente.
—¿Capitán? —preguntó la oficial Sandy Rivera levantando la cabeza. La joven estaba de pie junto al enorme radar holográfico mientras sostenía un Pad con varias pantallas desplegadas.
Homs apartó la vista de la pantalla mientras apoyaba ambos brazos en los apoyabrazos de su silla de Capitán. —Lo siento. —dijo sacudiendo la cabeza. —Estaba pensando en otras cosas.
Sandy echó una ojeada a la pantalla frente a su Capitán y vió el último contacto de las fuerzas de Hughs en el radar y su trayectoria de inserción FOLD en dirección al otro extremo de la galaxia. —Eventualmente tendremos que ocuparnos de ellos. —dijo frunciendo el entrecejo. —Pero si huyen en aquella dirección al menos es seguro que no tendremos que preocuparnos por ello durante un largo tiempo— aseguró.
—Samuel Hughs no es idiota. —afirmó Homs. —Si se dirige hacia allí es porque tiene un plan; no está simplemente huyendo de los Zentradi.
—¿Un plan? —preguntó la oficial apagando las pantallas de su Pad.
El Capitán de la Mainstream se quitó la gorra y la apoyó sobre sus piernas. —Samuel conocía todo acerca del plan de Aramaki. ¿Tenemos que entender que dá por hecho que Owen y la Bramante han fracasado? ¿Han descubierto algo en el Cúmulo Brisingr que pueda volcar la guerra en nuestro favor? —se preguntó mientras cruzaba sus manos bajo el mentón.
La Oficial Rivera sacudió la cabeza. —Cuando Owen desapareció dentro de esa Super FOLD-Gate, durante todo ese tiempo dejaron de comunicarse con el Alto Mando. Es posible que Aramaki y Hughs hayan interpretado ese silencio radial como que la misión había fracasado. —explicó la joven quien de pronto se dió cuenta que su Capitán la miraba fijamente. —¿Acaso dije algo…? —preguntó al ver la extraña expresión del hombre.
—Super FOLD-Gates. —repitió Homs remarcando las palabras con el dedo índice levantado. —Ahora que lo mencionas… ¿No es allí donde…?
El rostro de Sandy se oscureció. —El incidente de Heimdall y Lady M. —dijo.
—Y la Megaroad 01. —agregó Homs apretando los puños. —No puede ser una casualidad.
La oficial volvió a mirar la pantalla. —¿Cree que…?
—¿Samuel ha ido a buscar la ayuda de Lady M? —preguntó el hombre. —No. —aseguró sacudiendo la cabeza. —Sabemos muy poco sobre esa tal Lady M, pero al menos sabemos que siempre apoyó a las facciones de la NUNS que abogaban por una resolución pacífica al problema Zentradi. Lady M jamás aceptaría ayudar a uno de los Hughs… menos que menos tras el asesinato de Aramaki y miles de otros soldados inocentes.
Sandy apretó el Pad contra su pecho. —Entonces… ¿Por qué fueron hacia allí? —preguntó.
—No puedo ni imaginarmelo. —respondió Homs mientras se pasaba una mano por el rostro. —Hay tantos factores, tantas cosas que desconocemos… ¿Qué pasa? —preguntó al darse cuenta que su colega estaba sonriendo.
—Él al menos hubiese podido formular una teoría coherente sobre todo este sinsentido. —aseguró la oficial Rivera sin dejar de sonreír.
Homs la miró extrañado y de pronto comprendió. —Joyner (1). —dijo sonriendo también. —Ese maldito bastardo.
Ambos recordaron aquellos lejanos tiempos en la Academia de Oficiales y el fugaz encuentro que habían tenido con aquella promesa entre los oficiales de estrategia y planificación.
—Aramaki hubiera estado encantado de tener a alguien como Dante entre sus estrategas. —dijo el Capitán de la Mainstream mientras tomaba la gorra de entre sus piernas. —Era justo la clase de oficial que necesitaba a su lado.
Sandy asintió en silencio y miró el radar holográfico. —La NUNS necesita de hombres como Joyner o Sutherland. —afirmó con melancolía.—Y más aún en momentos tan oscuros como estos. —agregó.
—Y en cambio tenemos a los Hughs causando más problemas y ellos dos están muertos. —respondió Homs reprimiendo la ira.
La muerte de Joyner había sido una terrible noticia para ambos, pero más lo fué para el anciano Sutherland, quien nunca dejó de creer en las habilidades del joven. Cuando la noticia del asesinato de Joyner llegó a la Academia de inmediato todos señalaron en dirección a los Hughs, famosos ya por la forma en que sus enemigos soilan morir en accidentes de toda clase. Pero nadie habló en voz alta, era tal el miedo a las represalias que había incluso entre los estudiantes.
Cuando Sutherland murió dos años más tarde, lo hizo pidiendo a Homs que hiciera todo lo posible por encontrar a la flota perdida en donde Joyner había pasado los últimos días de su vida. Homs estaba agradecido de corazón por las enseñanzas y apoyo de aquella leyenda de la milicia, incluso cuando sabía que su amistad lo marcaría para siempre ante aquellos que no compartían los valores y honores de aquel hombre respetable.
—¿Crees que…? —comenzó a preguntar Homs cuando vió que su Segundo Oficial contestaba una llamada entrante por su auricular. La joven intercambió un par de palabras y por el cambio de su expresión supo de inmediato que algo estaba pasando.
—¿Qué sucede? —preguntó en cuanto Sandy hubo desconectado la llamada.
—Tenemos una situación en el calabozo. —respondió la oficial Rivera con voz tensa.
El Capitán de la Mainstream volvió a colocarse la gorra. —¿Las Meltrans? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
Sandy asintió. —Parece que una de ellas ha salido del shock y quiere hablar con el Capitán de la nave. —informó.
Homs se puso de pié de inmediato. —Vamos. —dijo.
Quince minutos más tarde ambos entraron al calabozo de la nave. Aquella sección de la Mainstream casi nunca tenía un uso concreto más allá de la ocasional pelea entre marines o aún más raros comportamientos de rebeldía, pero había sido adecuadamente preparada para la misión de captura de la nave enemiga y la gran cantidad de prisioneros que estaban por llegar. Afortunadamente todas las cautivas pudieron ser micronizadas sin resistencia al cabo de unos días y aquello facilitó enormemente el trabajo de los tripulantes de la Mainstream, ya que en su tamaño normal era imposible mantenerlas confinadas (y alimentadas) por mucho tiempo.
Homs conocía bastante del proceso de adaptación de los Zentradi tras recibir el Shock Cultural; era necesario acompañar a los individuos a medida que sus instintos naturales de lucha era reprimidos por las nuevas emociones y experiencias que la cultura humana produce en sus mentes. Afortunadamente con las Meltrans era algo relativamente más fácil que con los Zentrans y la tasa de reincidencia de los comportamientos violentos o regresivos era bastante menor, pero nunca cero.
Las celdas de la Mainstream eran simples habitaciones aisladas en las cuales una de las paredes estaba completamente vidriada. Los ingenieros habían extendido aquellas paredes de plexiglás de forma que quedara un pasillo central por el que el personal de salud pudiera monitorear el progreso de la adaptación de las guerreras.
Ya al entrar a la cubierta escucharon la música que sonaba durante buena parte del día. En aquel momento sonaba una vieja canción de Minmay y rápidamente fueron recibidos por el oficial a cargo de aquellas cautivas.
—Por aquí. —indicó el hombre. —Gracias por venir tan pronto. —dijo mientras miraba nervioso al resto de los técnicos que se habían reunido para recibir a su Capitán.
—¿Podremos hablar directamente con esta guerrera? —preguntó Homs deteniéndose frente a los calabozos. A través del cristal podía ver a la mayoría de las Meltrans, muchas de ellas sentadas en el suelo mientras miraban revistas, escuchaban música o simplemente manipulaban objetos coloridos que el personal de la nave había colocado allí para que las guerreras experimentaran por ellas mismas.
El hombre asintió y alcanzó un par de dispositivos de traducción universal que había sacado de su bolsillo. Tanto Homs como Sandy se los colocaron de inmediato en sus oídos
—¿Necesita que llame a uno de los traductores…? —preguntó el técnico pero el Capitán levantó la mano. —No es necesario. —aseguró. —Mi Zentradi será más que suficiente.
Fueron hasta una de las últimas celdas al final del pasillo y se asomaron al cristal. Había unas cinco prisioneras allí, todas ellas vestían los trajes naranja de una pieza que eran estándar para todos los prisioneros en las naves de la NUNS.
Una de ellas resaltaba inmediatamente del resto, no solo por su altura y complexión ligeramente más grande que las demás, sinó porque a diferencia de sus compañeras, se encontraba de pie apoyada contra la pared mientras observaba con tranquilidad el pasillo. En cuanto Homs y sus acompañantes se detuvieron frente al cristal se incorporó y caminó directamente hacia ellos.
—¿Es usted el Capitán de esta nave? —preguntó deteniéndose a unos pocos pasos del muro transparente.
—Así es. —respondió Homs usando la lengua Zentradi.
La Meltran hizo un saludo militar llevándose el puño derecho al pecho izquierdo. —Mi nombre es Zlyna Ciento Veinticuatro. —dijo.
Homs respondió al saludo usando la versión humana del mismo. —Soy el Capitán Dominic Homs, del Portanave Furtivo de Escolta CVS-181 "Mainstream"—dijo. —¿Es usted la Capitán del Destructor? —preguntó.
—No. —respondió la Meltran ante el desconcierto de los demás. —Soy la Oficial de Navegación y la Segunda al Mando de la tripulación de la nave asignada al Escuadrón de Reconocimiento 377. Es justamente sobre eso que pedí hablar con usted. —dijo tras una pausa.
—¿A que se refiere? —preguntó Homs.
La Meltrán se volvió y señaló alrededor. —Toda mi tripulación parece estar aquí. —dijo volviéndose hacia los oficiales. —Salvo nuestro Capitán.
—Mierda. —exclamó Sandy, afortunadamente usando el lenguaje humano.
—¿Está segura? —preguntó Homs.
—Afirmativo. —respondió la oficial. —No me explico como logró capturar a toda la tripulación con vida… pero de lo que estoy segura es que parece que no pudieron encontrar a nuestra Capitán.
—¿Su Capitán estaba a bordo de su nave? —preguntó Homs con inquietud.
—Definitivamente. —afirmó Zlyna. —Es posible que aún siga en el mismo sitio dentro de su armadura favorita en el hangar principal.
Homs se volvió rápidamente hacia Sandy. —Llama a los técnicos y personal de seguridad que participaron en la operación de captura de la nave. —ordenó. —Tenemos que estar seguros de esto… Si hay una Meltran a bordo de esa nave tenemos que comunicarnos urgentemente con nuestros hombres antes que ocurra lo peor.
—Entendido. —respondió la oficial Rivera.
El Capitán de la Mainstream se volvió hacia la prisionera y volvió a saludarla. —Agradezco enormemente su colaboración. —dijo.
La Meltran se cruzó de brazos y lo miró con atención. —¿Pertenecen ustedes a la Protocultura entonces? —preguntó.
—No. —respondió Homs. —Somos una de las muchas razas inteligentes de la galaxia que han sido intervenidas y modificadas por ella. —explicó. —Esto que han experimentado es nuestra cultura; nuestra forma de expresar ideas y sentimientos en forma constructiva.
Zlyna se llevó una mano al pecho y la mantuvo allí unos segundos. —La legendaria Cultura.—dijo. —Conocemos algo de su existencia como una amenaza, algo de lo que debíamos cuidarnos… pero esto no es nada de eso. —dijo y un relámpago de furia brilló en sus ojos oscuros. —Hemos sido engañadas.
—La República Estelar suprimió la Cultura y todo lo relacionado a ella para mantener a los Zentradi bajo control. —explicó Homs. —Lo que han experimentado es solo una pequeña parte. —aseguró.
La Meltrán miró a Homs a los ojos. —Si nos la quitaron, entonces la queremos de vuelta. —exigió.
—La tendrán. —aseguró el Capitán Dominic Homs. —Se los prometo.
La prisionera sonrió de forma enigmática. —A la Capitán Hyle seguramente le hubiese gustado esta… cultura. —afirmó. —Si aún está viva, estoy segura que se sorprenderá de lo que ha estado perdiéndose.
Zlyna volvió a hacer el saludo Meltran y dándose la vuelta regresó a su rincón, dando por terminada aquella visita.
—Capitán. —informó Sandy a su lado. —Los oficiales están ya reunidos.
—Vamos allá.
La reunión con el personal de seguridad no sirvió más que para crear nuevas dudas. Tanto los equipos de seguridad de la Bramante como los de la Mainstream habían recorrido la nave enemiga de cabo a rabo y no habían encontrado señales de otras tripulantes aparte de las que habían sido capturadas durante la operación.
Cuando Homs interrogó a los técnicos de mantenimiento sobre las armaduras que se encontraban en el hangar del destructor, ninguno de ellos supo decir con seguridad sobre si habían revisado el interior de todas ellas. Las que se encontraban en funcionamiento fueron transportadas y reparadas en los talleres del Portanaves, pero la chatarra y restos de equipo y material enemigo fueron apilados contra una de las paredes del hangar. Finalmente uno de los técnicos recordó haber observado que una de las armaduras descartadas, cuya coraza presentaba daños y abolladuras y por lo tanto no fué tenida en cuenta para su reutilización en la misión, tenía el mecanismo de apertura de la cabina trabado y no pudo ser abierto por medios tradicionales. El hombre aseguró que ordenó a uno de los mechas de trabajo pesado que llevase la armadura a la pila de basura y la arrojara allí, cosa que al parecer había sucedido sin ningúna clase de problemas,
—¿Es posible que la Capitán de esa nave estuviese allí dentro? —preguntó la oficial Rivera visiblemente confundida. —¿Cómo pudo suceder algo así?
—Aparentemente se trata de una Meltran de comportamiento… particular. —dijo Homs cerrando el informe de su Pad. —Espero que Tali y los demás estén bien. —dijo. —Tal vez esa armadura haya quedado sepultada en la chatarra y me temo que es poco lo que podemos hacer para ayudarla desde aquí, salvo que reciban nuestro mensaje de advertencia.
—¿Cree que el equipo de la Bramante intente rescatar a esa Meltran? —preguntó Sandy.
Homs sacudió la cabeza. —Hacer algo así podría ser muy peligroso; si esa Meltrán no está bajo los efectos del Shock Cultural podría volverse hostil de inmediato y poner en peligro toda la operación.
—Comprendo. —dijo Sandy.
—Dejaremos todo en manos de Tali y los demás. —dijo el Capitán mientras se colocaba la gorra en la cabeza y se dejaba caer en su silla frente a las pantallas del Puente de Mando. —Y recemos por que salga todo bien. —agregó.
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La Capitán Hyle salió del baño con una expresión completamente diferente. El equipo de infiltración al mando de Tali volvió a formar una línea de inmediato y esperaron a que su nueva Capitán se acercara nuevamente.
—Estoy sorprendida… y aliviada. —dijo frente a su tripulación. —Principalmente aliviada, pero también sorprendida… ¿Cómo lograron que esa cosa volviese a funcionar? —preguntó señalando la puerta del baño. Era evidente que aquel descubrimiento la había fascinado por completo.
—Reemplazo de tuberías y de los sellos de los sistemas de aspirado y recolección de desechos. —respondió Tali. —Son reparaciones básicas.
—¡Deculture! —exclamó la Meltran. —Han hecho un trabajo excelente.
—Gracias, Capitán. —respondió la Ingeniera. —Ahora con respecto a volver a la base…
—¿Qué otras cosas de la nave han… "reparado"? —preguntó ignorando por completo a Tali. —¿Podemos verlo?
Tali suspiró. Era evidente que aquella Meltran no estaba interesada en otra cosa que aquella novedad. —Le mostraré. —dijo mientras se volvía a los demás. —Vuelvan todos a sus posiciones, en cuanto coordine las operaciones con la Capitán Hyle tendremos una reunión para planificar el resto de las operaciones.
Todos respondieron con el saludo Meltran y rompieron filas mientras la Capitán Hyle los miraba asombrados.
—Tiene un gran equipo, oficial Tali. —dijo. —Ojalá mi anterior tripulación hubiera sido tan buena como la suya.
Tali la miró sorprendida. —¿A que se refiere?
—A obedecer órdenes y todo eso. —respondió la Meltran.
La Jefa de Ingeniería de la Bramante la miró con extrañeza. —¿En serio es usted la Capitán de esta nave? —preguntó.
—Por supuesto. —respondió con soltura Hyle mientras se cruzaba de brazos. —Desde hace ciento cuatro ciclos, para ser exactos.
—Ciento cuatro…. ciclos. —repitió sin poder creer lo que oía.
—¿Vamos? —preguntó la Capitán del destructor sin esperar una respuesta. —Quiero ver que otras cosas han "reparado" en mi nave.
Tali no tuvo más remedio que obedecer y tras comunicarse rápidamente con Lina para advertir que estaban en camino, comenzó a guiar a su "nueva" Capitán por la nave. Hyle estaba asombrada por los cambios y se detenía a cada momento para señalar una luz, un cable o cualquier otra cosa que los hombres de Homs habían instalado durante las reparaciones de emergencia que realizaron para llevar a cabo la operación.
Tali intentó explicar lo mejor que pudo sin usar un lenguaje demasiado técnico pero pronto se vió de alguna forma contagiada por el entusiasmo de aquella meltran y al cabo de unos minutos se encontró disfrutando aquel "tour" por la nave.
Se detuvieron un momento en el salón comedor donde probaron la nueva comida que habia sido especialmente preparada en la Three Star para la misión. Los Zentradi se alimentaban con una especie de tableta de nutrientes con forma de barra que masticaban sin mucho entusiasmo para satisfacer sus necesidades energéticas. Cuando la Capitán Hyle vió los enormes tazones de fideos y trozos de carne que se preparaban de forma instantanea quedó prácticamente sin habla.
—¿De dónde ha salido todo esto? —preguntó viendo como Tali llenaba uno de los recipientes con agua y tras activar el dispositivo de cocción dejaba que la pasta y carne se cocieran en el interior del envase.
—Son raciones especiales que usa nuestro equipo. —explicó Tali. —No me extraña que nos las conozca, son alimentos altamente especializados. —dijo mientras retiraba la tapa de uno de los recipientes. Una enorme nube de vapor ascendió y el aroma del ramen golpeó las fosas nasales de la meltran con la fuerza de un millón de canciones de Fire Bomber.
—Pruébelo. —dijo Tali alcanzando unos palillos (del tamaño de dos grandes árboles terrestres) —Haga como yo.
Tali comenzó a comer los fideos de su propio recipiente mientras la Capitán Hyle la miraba asombrada. Intentó imitarla sin éxito al principio, pero tras varios intentos logró llevar unos pocos fideos a su boca.
—¡DECULTURE! —gritó al sentir la explosión de sabores en su boca. —¡Esto! ¡Esto es…!
Tali jamás vió a alguien devorar Ramen con tanta desesperación. Hyle se inclinó sobre el recipiente de fideos y comenzó a tragar la comida con feroz avidez. —Despacio Capitán. —advirtió mientras llenaba un vaso con agua. —Se va a ahogar si sigue tragando así.
La Capitán Hyle tomó el vaso de agua y lo vació de un trago, tras lo cual siguió devorando el Ramen con la misma rapidez que antes ante la sonrisa cómplice de su nueva oficial.
Tras aquella comida rápida las dos meltrans continuaron recorriendo la nave mientras hyle se maravillaba con cada pequeño detalle. El simple hecho de ver nuevamente luces en los pasillos parecían ser suficientes como para elevar el espíritu de aquella guerrera, pero aquello no era nada comparada con la sorpresa que se llevó al ver el puente de mando.
—¡Deculture! —exclamó como por vigésima vez aquel día al ver los cambios que habian realizado en el puente. Lina se levantó del asiento frente a la pantalla de comunicaciones y realizó el saludo Meltran tal y como Ximena había indicado que lo hiciese en cuanto explicó lo sucedido en el hangar principal. Al menos la oficial de Homs estaba al tanto de Hyle, pero aún así su rostro reflejaba la sorpresa al ver a la enorme meltran entrar al puente.
—Soy la oficial Lina Doscientos Ochenta y tres. —dijo poniéndose firme mientras repetía el saludo que habia memorizado de antemano.
—En descanso. —ordenó la Capitán Hyle. —Veo que también han realizado cambios en el puente… ¿Qué es todo esto? —explicó señalando las nuevas pantallas.
Tali explicó las diferentes estaciones de monitoreo así como las nuevas cámaras instaladas en la nave. Aquellas estaciones provisorias estaban destinadas a monitorear la nave para garantizar su último viaje hasta los astilleros Zentradis, donde podrían abandonar la nave en forma segura. Hyle escuchó atentamente las explicaciones y cada tanto realizaba preguntas que sorprendían a la Ingeniera, pero a pesar de todo no dejó una sola duda sin responder, ante la evidente satisfacción de la Capitán.
—Jamás pensé que había tantas cosas por conocer en esta nave. —dijo y tanto Tali como Lina creyeron notar un dejo de nostalgia en aquellas palabras. —Han pasado tantos ciclos. —dijo mientras acariciaba la silla.
—Es toda suya. —dijo Tali señalandola.
Hyle se sentó frente a las consolas y lanzó un suspiro de satisfacción ante la mirada de las otras dos mujeres. ¿Era por el nuevo tapizado del asiento? ¿O realmente sentía algo más?
—¿Cuál es la ruta actual de la nave? —preguntó Hyle al cabo de varios minutos de silencio.
—Aquí. —dijo Lina volviendo a sentarse frente a su puesto de monitoreo. —La pondré en la pantalla.
La ruta del destructor apareció frente a las mujeres. Hyle examinó con atención y sacudió la cabeza. —Será mejor cambiar de rumbo de inmediato. —dijo. —Estamos dirigiéndonos a una región peligrosa, será mejor dar un rodeo.
La meltran usó los controles de su silla para acceder a la computadora de navegación e introducir los cambios necesarios. —Eso se ve mucho mejor. —dijo satisfecha. —Tardaremos unos días más, pero será más seguro para la nave. —aseguró.
—Entendido. —respondió Tali. —Supongo que usted conoce esta región como la palma de su mano.
Hyle la miró con curiosidad. —Por supuesto. —dijo.
Tali y Lina intercambiaron miradas en silencio. Al cabo de unos minutos Lina se puso de pié y se dirigió hacia Hyle. —Capitán, mi turno termina ahora, solicito permiso para retirarme. —dijo tratando de imitar lo mejor posible el acento Meltrán.
—Entendido. —respondió la Capitán.
—Yo también debo volver a la sección de ingeniería. —agregó Tali. —Estaré allí si me necesita.
Hyle saludó a ambas mujeres y tanto Tali como Lina salieron del puente en silencio. Solo volvieron a hablar cuando estuvieron bastante lejos de los pasillos que daban ap puente.
—Creo que mi presión arterial debe estar por las nubes. —dijo Lina llevándose una mano al pecho. —¿De dónde diablos salió esa meltran? —preguntó.
—De un ataúd… tal vez sea un vampiro. —bromeó Tali. —Tendrías que haber visto el hambre que tenía… casi se come hasta los palillos.
Tras varios minutos de caminata llegaron al salón comedor y vieron que todos estaban allí, incluida Lucy.
—Y bien. —dijo Ximena cruzándose de brazos. —¿Y ahora? ¿Qué hacemos?
Tali y Lina se sentaron en una de las mesas frente a Camila y Fritz. —Por lo pronto el plan no ha cambiado. —explicó mirando los rostros preocupados de todos. —Seguimos en dirección al Nexus, aunque la ruta ha sido ligeramente modificada por nuestro nuevo Capitán. —explicó.
—¿Crees que es seguro dejar que interfiera? —preguntó Ximena.
—Tal vez. —respondió la Meltran. —No estoy del todo segura… su presencia en el Puente de Mando nos brinda una protección extra contra lo que podamos encontrarnos en el Nexus y levantaremos menos sospechas… dicho eso, es posible que tengamos otras dificultades inesperadas por delante.
Lynn estaba de pié en un rincón y vieron que llevaba un rifle de energía a sus espaldas. Las orejas de la chica estaban planchadas contra su cabeza y mostraba una actitud cauta.
—¿Sucede algo, Lynn? —preguntó Tali.
La chica-gato sacudió la cabeza. —No. —dijo. —Yo tampoco confío en ella.
—Opino igual. —dijo Ximena. —Si realmente estuvo vaya a saber cuantos días ahí dentro es posible que su comportamiento irregular sea a causa de su aislamiento… no sabemos si puede volverse agresiva de un momento a otro.
Tali meditó aquellas palabras y tras un rato de silencio se volvió hacia los demás. —¿Qué opinan ustedes? —preguntó.
Fritz bebió un trago de agua y jugueteó con el recipiente entre sus manos. —El comportamiento o psicologia Zentradi no es mi campo. —dijo. —Pero por lo poco que sé esta clase de comportamiento en una Meltran sin contacto con la Cultura es… curioso, por decirlo de alguna forma.
—Pero… ¿Y si tuvo contacto con la cultura? —preguntó Camila.
Todos los rostros se volvieron de inmediato hacia ella. —¿Qué? —preguntó confundida Lina.
—Imposible. —dijo Tali. —Está demostrado que el acondicionamiento de la República Estelar inhibe por completo el surgimiento de cualquier tipo de manifestación cultural en los Zentradi. —aseguró.
—Aunque... eso no es del todo cierto. —la corrigió Fritz. La Meltran le dirigió una mirada tan directa que el joven sintió que aquellos ojos verdes lo estaban atravesando.
—¿A que se refiere? —preguntó.
—El acondicionamiento no es cien por ciento efectivo… al menos no a largo plazo. —explicó el investigador. —Lo que sucede es que la vida promedio de los guerreros no suele pasar de los cincuenta años o ciclos y no se tienen muchos datos sobre cómo el envejecimiento o la acumulación de experiencias y memorias en individuos mayores afecta a eso.
—Y la Capitán Hyle debe superar fácilmente los ciento diez años de edad. —observó Tali. —Si es verdad lo que dice, claro.
Lucy levantó la mano para hablar. —El estado de la nave y los materiales almacenados en ella corroboran al menos esa afirmación. —explicó mientras sacaba un Pad de uno de los bolsillos de su traje de vuelo.
Los demás se reunieron a su alrededor mientras la meltran activaba las pantallas. En aquel aparato tenía una emulación completa de los puestos de control de la nave y podía monitorear todo lo que pasaba en la nave. Una de las ventanas mostraba el puente de mando y todos pudieron ver a la Capitán Hyle sentada en su silla. La meltran miraba las diferentes cámaras que Tali había instalado en varios sectores de la nave y parecía bastante entretenida con ello.
—Mientras tu y esa tal Hyle estaban almorzando Ramen, llegó un mensaje de la Mainstream. —informó Ximena. —Parece que una de las Meltran de la tripulación de esta nave se recuperó del Shock Cultural y advirtió a Homs sobre la bella durmiente en la armadura. —dijo.
—Buen «timing» se burló la Jefa de Ingeniería. —Owen y Homs deben estar caminando por las paredes pensando en que vamos a hacer con esa información. —dijo.
Camila cruzó las manos delante de su pecho y miró las pantallas holográficas. —¿Es posible que Hyle haya superado de alguna forma su acondicionamiento? —preguntó.
Tali no respondió y volvió a mirar la pantalla, donde algo había llamado su atención.
Vieron que la Capitán Hyle hacía un movimiento brusco con la mano y activaba la interfaz nativa de la nave, que aún estaba activa en segundo plano por debajo de las nuevas pantallas que el personal de la Mainstream había instalado en el puente..
—¿Qué rayos está haciendo? —preguntó Tali sintiendo que algo no estaba marchando bien.
No tardaron mucho en averiguarlo. La voz entrecortada de la Capitán Hyle se escuchó por los dañados altavoces instalados por todas las cubiertas de la nave. —¡Atención! ¡Tenemos una situación de emergencia en el hangar principal!
—¿Emergencia? —preguntó Lina mientras Tali ampliaba la cámara que buscaba. —¡Oh mierda!
El hangar estaba envuelto en una nube de humo negro y la cámara apenas mostraba unas pocas luces a través de la densa humareda.
—¡Tenemos un foco de incendio declarado! ¡Todos a sus puestos de inmediato! —gritó Tali poniéndose de pie de un salto. De inmediato comenzó a sonar una estruendosa alarma en toda la nave y ahogó casi todos los sonidos.
La tripulación al completo salió del salón corriendo a toda velocidad. Cuando llegaron al acceso al hangar abrieron la puerta y fueron recibidos por un infierno. Todo el techo del hangar estaba cubierto de humo y grandes espirales negras formaban remolinos a medida que el calor del incendio creaba corrientes de convección en el atestado espacio.
—¡Mierda! —gritó Tali protegiéndose el rostro con el brazo. —¿Cómo rayos pasó esto?
Todo un sector del hangar estaba en llamas. Tali comprendió rápidamente que el fuego se había originado allí en la pila de chatarra donde estuviera la armadura de Hyle. ¿Acaso uno de los disparos de Lynn había encendido el aceite y grasa de las viejas armaduras? ¿Como no se habían dado cuenta antes.
—¡Rápido! ¡Preparen los equipos de lucha contra el fuego! ¡Tal y como lo practicamos! —gritó dando las órdenes adecuadas.
Habían practicado lucha contra el fuego y control de daños de emergencia, pero apenas solo un par de veces. A pesar de todo nadie perdió la calma y cada uno de ellos hizo lo que tenía asignado hacer en caso de emergencia; Fritz y Lynn se armaron con extintores portátiles y se mantuvieron en la retaguardia; ellos no iban a combatir directamente al foco del fuego, su misión era la de proteger y mantener un corredor de escape en caso que las cosas se salieran aún más de control. Mientras Ximena y Camila fueron a colocarse los enormes trajes antiflama, Tali y Lina comenzaron a activar los sistemas de extintores en el sector opuesto al incendio. Tres enormes dispensadores de espuma comenzaron a inundar el piso de aquella blanca sustancia retardante que lentamente comenzó a cubrir todo el hangar.
—Si el fuego llega a la nave o a la munición de los , estamos perdidos. —gritó Tali señalando el transporte Zentradi que estaba anclado y asegurado al piso del hangar por enormes cables de acero. —¡Preparen las mangueras!
Ximena fué la primera en estar lista. Tomó una de las enormes mangueras y valientemente se acercó a las hambrientas llamas que llegaban hasta el techo del hangar. —¡Lista! —gritó.
Tali abrió la enorme valvula con sus poderosos brazos y el líquido retardante fluyó por la manguera con la fuerza de una cascada. Por suerte el enorme cuerpo de Ximena pudo soportar aquella presión y con precisión dirigió el chorro blancuzco hacia la base del fuego.
—¡No es suficiente! —gritó con desesperación al ver como las llamas se agitaban pero no retrocedieron ni un palmo.
Camila llegó rápidamente junto a ella y sumó su propia manguera a la de su compañera. Tali y Lina se pusieron cada una detrás de sus compañeras y ayudaron a mantener el equilibro mientras ambas luchaban contra aquel poderoso infierno, pero las llamas no retrocedían y cada vez avanzaban más hacia ellas.
—Esto no está funcionando. —gritó Tali. —¡Tenemos que evacuar antes que las llamas alcancen los depósitos de munición en las estaciones de recarga de las armaduras…!
De pronto una voz entrecortada se escuchó en medio del fragor de las llamas.
—¡Abandonen el hangar! ¡Voy a abrir la escotilla y desactivar la barrera! —gritó Hyle por los parlantes del enorme hangar. —¡Rápido!
—¡Ya escucharon a la Capitán! ¡Retrocedan! —ordenó la Meltran dando por perdida aquella batalla.
Las mujeres arrojaron al piso las inútiles mangueras y retrocedieron mientras las llamas lamían sus rostros. Hubo un estruendo a sus espaldas y vieron como las enormes puertas del hangar comenzaban a abrirse de par en par.
—¡Rápido! —gritó Tali agitando el brazo. —¡Corran por sus vidas!
Lynn y Fritz rociaron a todos con los extintores para apagar las llamas que se habían prendido a los trajes de vuelo y todos corrieron hacia la salida principal del hangar. La compuerta de emergencia que daba al pasillo había comenzado a descender y lograron pasar del otro lado justo a tiempo. Tali fué la última en rodar debajo de la pesada hoja de acero con escasos centímetros de espacio. Con un poderoso estampido la puerta selló el hangar tras ellos.
—¡El hangar ha sido evacuado! —gritó por el intercomunicador.
Hyle desactivó el escudo atmosférico y hubo una descompresión explosiva en el hangar. Toda la basura en llamas salió disparada hacia el exterior como un verdadero huracán de chatarra y fuego que, como un verdadero torrente del infierno, pasó por sobre el transporte y salió disparado hacia el espacio.
—Espero que la nave no haya resultado dañada. —dijo Tali mirando el desastre en la pantalla chamuscada de su Pad.
Afortunadamente tanto la nave como los estaban fuertemente anclados en sus sitios, pero todo lo que no estaba asegurado salió volando por la entrada principal del hangar en medio del remolino de llamas y desechos.
Toda la atmósfera de aquella parte de la nave fué ventilada en apenas unos segundos. Privado del oxígeno para la combustión, el fuego se extinguió de inmediato y un mortal silencio invadió todo el hangar, ahora completamente a oscuras.
—¿Todos están bien? —preguntó Lina volviéndose hacia los demás. —¿Alguien sufrió quemaduras?
Ximena y Camila se quitaron las máscaras protectoras que todavía humeaban tras el infierno que había quedado atrás. —Estamos todas bien. —dijeron aliviadas. Lynn y Fritz también se reportaron sin heridas.
De inmediato se escucharon los sonidos de unas pisadas y Hyle apareció corriendo por el fondo del pasillo.
—¿Están todos bien? —preguntó deteniéndose junto a la tripulación que se encontraba sentada en el suelo.
—Todos bien, la evacuación fué un éxito. —respondió Tali tratando de incorporarse por sus propios medios, pero para su confusión, Hyle cayó de rodillas junto a ella. —Creí… creí que todo estaba perdido. —dijo con una voz extraña.
Tali la miró asombrada. —Ventilar el hangar fué la decisión acertada. —dijo. —No pudimos controlar el incendio lo suficientemente rápido… si esas llamas llegaban a las estaciones de los Queadluun-Rau, hubiésemos muerto en la explosión de toda la munición almacenada.
—No pensé que llegaría a abrir las puertas a tiempo. —dijo la Capitán Hyle. —Eso que hicieron… ¿Lucharon contra el fuego? ¿Es… eso posible? —preguntó confundida.
—Se llama Control de Daños. —respondió Fritz. —Pero el fuego nos superó ampliamente, no pudimos hacer nada con las herramientas que teníamos.
Hyle lo miró asombrada y sacudió la cabeza. —No diga eso, soldado. —lo amonestó. —Si no hubieran luchado contra las llamas las puertas no se hubieran abierto a tiempo… su "Control de Daños" salvó la nave de una explosión catastrófica.
Todos se quedaron mudos de asombro. La Capitán Hyle estaba… ¿Temblando? Tali tomó la mano de la meltran y sintió aquel temblor en su propio cuerpo. —¿Capitán? —preguntó sin comprender lo que estaba pasando.
—Yo… yo pensé que iba a perderlo todo. —dijo Hyle con voz entrecortada. —A la nave… y a todas ustedes.
Ante el asombro de los demás, una lágrima cayó sobre la mano extendida que sostenía Tali. La Jefa de Ingeniería de la Bramante abrió los ojos grandes como platos y levantó la vista hacia el rostro de la Capitán. La meltran estaba llorando.
—¡De…Deculture! —exclamó Tali.
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(1) Dante Sebastian Joyner fué un compañero de estudios de la Academia Militar en donde Homs y Rivera se graduaron juntos. Su historia y destino se narran en la novela "Folded Dreams" que forma parte de esta saga de historias.
