La propia Veiss cerró la tapa de la vaina con sus tentáculos mientras los demás observaban en silencio. Ella también había notado el inusual líquido que brotaba de los ojos de la meltran e inmediatamente volvió a conectarse a la maquinaria de la estancia mientras proyectaba imágenes a su alrededor.

—Las secreciones hormonales de la Capitán Hyle han vuelto a aumentar. —observó con tono preocupado. —Tú. —dijo volviéndose hacia Von Neumann. —¿Tienes experiencias en manipular vainas de reposo y recuperación? —preguntó.

—Si, señor. —respondió. Fritz estaba todavía sobresaltado por lo que había visto, pero respondió sin dudar.

—Ustedes tres permanecerán aquí vigilando la vaina. —ordenó señalando al joven investigador y a las dos mujeres que lo flanqueaban. —Quiero que se comuniquen conmigo si observan alguna anomalía… o si Hyle intenta salir de la vaina. —dijo en tono grave. —Si lo intenta, usen la fuerza para evitarlo, pero no la maten; debe estar con vida para el proceso de transferencia celular.

La forma casual en la que dijo aquello hizo que Lynn apretara los dientes con fuerza. Afortunadamente tanto Fritz como Camila continuaron sosteniéndola para evitar que todo se saliera de control.

—El resto de ustedes vendrá conmigo hasta donde se encuentra Noigolk Dah; debemos llevar el equipo hasta allí. —dijo señalando la misteriosa vaina que habían traído desde el transporte.

—Si, señor. —respondió Tali. —Procedan. —ordenó señalando a los demás.

Veiss replegó sus tentáculos que desaparecieron rápidamente dentro de su vestimenta. —Siganme. —ordenó.

Mientras Ximena y Lina se dirigían hacia la vaina, Tali se acercó rápidamente a Fritz. —¿Crees que este es un buen sitio para introducir la bacteria? —preguntó.

El joven asintió. —Esta es la computadora a cargo del desarrollo de la nave, estamos en el mismo centro neurálgico de la misma… si, servirá. —aseguró.

La meltran extrajo la ampolla con el aplicador que habían traído desde la Mainstream y se la dió rápidamente asegurándose que la archivista no pudiera verla. —Hazlo cuando nos hayamos ido. —dijo.

Fritz tomó la ampolla y miró confundido a su compañera. —¿Y qué hacemos luego? —preguntó.

Tali sacudió la cabeza. —Hay algo extraño en esa Veiss. —aseguró. —Las tripas me dicen que deberíamos detenerla y salir de aquí de inmediato… pero tengo mis dudas.

—¿Crees que si ella detecta la bacteria pueda intentar detenerla? —preguntó.

—No lo sé. —reconoció la guerrera. —Lo único que sé es que tenemos que aprovechar cualquier oportunidad que tengamos y estamos caminando al borde del precipicio.

En ese momento Veiss y los demás llegaron a la puerta y se prepararon para salir. Tali dejó a Von Neumann y a las dos chicas con el y se apresuró a seguir a los demás. Antes de atravesar la puerta se volvió y envió una advertencia por la radio.

—No hagan nada estúpido. —amenazó lanzando una mirada tan intensa que la propia Lynn retrocedió un paso.

Los tres permanecieron en silencio varios minutos sin saber que hacer, entonces Fritz pareció despertar del trance y tomando el aplicador que Tali le habia entregado se dirigió a los enormes "tallos" y manojos de cables que surgían de la pared y desaparecen entre las tuberías y maquinarias que colgaban del techo.

—¿Vas a inyectar esa cosa aquí? —preguntó Camila colocandose a su lado.

Fritz asintió. —Esta cosa está conectada directamente a la Bio-Computadora… Noigolk Dah o como se llame; tenemos que hacerlo ahora.

El aparato, del tamaño de una taza (tamaño Zentradi por supuesto) era una de las diferentes variantes que habían traído desde la Mainstream a bordo de la Dumpster Fire. Ximena portaba un lanzador ensamblable que podía lanzar una carga de la bacteria a una distancia de un kilometro con relativa facilidad, pero por suerte no tendrían que utilizarlo. El investigador palpó con la mano los diferentes cables y tallos tratando de descubrir su función.

—Tenemos que buscar una vía que esté conectada a un sistema de circulación general. —dijo con tono preocupado. —No servirá de mucho que inyectemos la bacteria FOLD en un cable de datos.

—¿Buscas entonces una arteria o una vena? —preguntó Lynn.

—Eso o incluso un conducto de líquido refrigerante o similar… necesitamos que esta cosa se distribuya por toda la fortaleza de la forma más rápida posible. —explicó mientras acariciaba una de aquellas raices de color verde pálido.

Lynn miró la vaina cerrada y se volvió hacia Fritz. —Oye. —dijo con voz insegura. —¿Esa cosa no le hará nada a Hyle? —preguntó.

Fritz y Camila se volvieron hacia la chica-gato e intercambiaron miradas de incertidumbre. —No podemos hacer nada por ella. —dijo Camila sacudiendo la cabeza.

—Pero… ¡Es injusto! —protestó la joven cabo. —¿Por qué tiene que morir así? Ella solo quería cumplir con su deber… quería… quería…

—¿Quería seguir luchando? ¿Seguir matando? —preguntó Fritz al ver que la joven no podía terminar la frase. —Si te refieres a las cosas que hacen los Zentradi de forma "natural"... Esa es la palabra que buscas. —aseguró.

Lynn mostró los dientes. —Ella nunca mató a nadie. —dijo. —Ya oíste su historia; desde que la crearon que se pasó toda su vida patrullando esta región; jamás tuvo oportunidad de…

—Tali tiene razón. —dijo Camila con voz calma. —Hyle es una meltran como las demás; si hubiese descubierto quienes somos nos hubiera matado sin pensarlo dos veces.

—¡Pero no lo hizo! —exclamó la joven levantando la voz. —¡No se merece… eso! —gritó señalando la vaina. —¿Van a usarla como si fuera un ingrediente de una sopa? ¿Quieren que termine como esos huesos secos de allí? —preguntó.

Camila dió un paso al frente y enfrentó a la joven. —Si no tuvieras el casco puesto, te abofetearía para que entres en razón. —dijo cruzando los brazos. —¿Quieres dejar de comportarte como una chiquilla? Ahora eres un soldado.

—Se supone que nosotros protegemos a los demás. —respondió la Voldoriense mirando fijamente a su colega.

—Lo estamos intentando. —contestó Camila. —Incluidos a todos estos Zentradi, solo tienes que seguir órdenes y no intentar interferir con la misión. ¿Entendido?

—Pero…

—Salvaremos a Hyle si podemos. —prometió la joven colocando su mano sobre el hombro de la chica-gato. —Confía en el plan de Aramaki, confía en Tali y Fritz… intentaremos resolver esto de la forma menos violenta que podamos.

Fritz había permanecido a un lado examinando la maquinaria de la sala. Finalmente se dió por vencido y activó el núcleo computacional que llevaba en la muñeca. —Lucy. —llamó en voz alta.

El holograma de la IA apareció frente a él. —A sus órdenes, Profesor.

—Necesito que analices la arquitectura de este sistema. —dijo señalando las máquinas a las que se encontraba conectada la vaina con Hyle dentro. —Tenemos que saber cual de estas conexiones nos darán acceso al resto de la fortaleza; solo tenemos una oportunidad.

—Entendido, estoy lista. —respondió la IA.

—¿Tienes un cuchillo? —preguntó Fritz volviéndose a Camila. —Necesito pelar uno de estos cables para que Lucy pueda acceder a la red.

La oficial Hughs desenfundó su propio cuchillo y se acercó al grueso cable que salía de la vaina. Tras varios intentos pudo quitar parte del material que lo recubria dejando al descubierto varios hilos de metal plateado que se encontraban entrelazados en el interior. Fritz extrajo un par de finos cables desde su pulsera y con cuidado los usó para medir el voltaje y resistencia de cada uno de ellos. Una vez que encontró uno que parecía ser el que transportaba datos lo aseguró firmemente con un clip y dejó que Lucy analizara el flujo de información.

—Este tipo de señales me son completamente desconocidas. —informó la IA mientras sus ojos dorados brillaban con un fuerte resplandor.

—Busca un tipo de señal que sea compatible con la que rescatamos del núcleo en la Rainbow. —ordenó el joven. —Busca en la base de datos y compara los tipos de funciones de onda hasta que encuentres una compatible con las que conocemos.

—La tengo. —informó Lucy al cabo de unos pocos segundos.

—Muestramela.

La IA desplegó una pantalla holográfica y la señal que había detectado apareció en forma de un gráfico de ondas. Fritz utilizó sus manos para manipular los datos de forma de examinar cada segmento. —Aquí. —dijo señalando y resaltando una parte. —¿Puedes aislar y analizar esto?

—Analizando… detecto una estructura de datos abierta, podría ser un tipo de paquete de datos.

—¿Puedes encontrar la onda portadora de esta señal?

—Afirmativo, aislando.

Una nueva forma de onda apareció en una ventana individual y Fritz la movió con la mano hasta dejarla frente a sus ojos. —Necesitamos cambiar la frecuencia para que sea compatible con estos datos; empieza en el rango de los 30k Hertzios e incrementa a intervalos de 5k.

Los ojos de Lucy volvieron a brillar. —Tengo una coincidencia a 145k —informó al cabo de un rato.

—Calibra los receptores y corre una nueva capa de simulación, engancha la onda portadora y trata de identificar los paquetes de datos.

—Afirmativo. —respondió la IA. —Paquetes de datos identificados, iniciado transcripción.

Toda la pantalla se llenó de una lista de caracteres similares a los que habían visto en la pantallas que la propia Veiss había generado desde sus tentáculos. Fritz sonrió satisfecho.

—Lo tenemos. —dijo. —Ejecuta nuestro protocolo.

Todos los caracteres en la pantalla se sacudieron y fueron reemplazados por símbolos humanos que casi todos (pero especialmente Fritz) podían comprender.

—Mira. —señaló marcando una columna de números. —Estos son los signos vitales que transmite la vaina al sistema.

—¿Hyle continúa con vida? —preguntó Camila.

—Si, la vaina parece estar en modo de espera. —confirmó el joven investigador.

Tanto Lynn como Camila suspiraron aliviadas.

—Lucy. —dijo Fritz volviéndose hacia el holograma. —¿Puedes infiltrar el sistema usando la señal de datos de la vaina?

—La arquitectura es completamente diferente a lo que conozco. —respondió la IA.

—Claro que lo es. —confirmó el joven. —Estos son sistemas informáticos de la Protocultura, estamos trabajando directamente con un lenguaje prácticamente desconocido para nosotros.

—Mi capacidad de cálculo no es suficiente. —informó Lucy. —Necesito más poder de procesamiento.

Tras meditarlo un momento, Fritz tuvo una idea. —¿Puedes usar la computadora del transporte en el que vinimos? Tenemos un enlace de comunicación que instalé en la Dumpster Fire cuando Veiss estaba interrogando a Hyle.

—Tendré que usar las comunicaciones compartidas. —advirtió la IA.

—Haslo, usa todos los recursos disponibles. —ordenó Fritz.

El holograma de Lucy desapareció con una explosión de pixels. La IA necesitaba todo el jugo disponible de las computadoras bajo su control y no podía desperdiciar poder de procesamiento en proyectar su imagen frente a los demás.

Por el sistema de comunicación instalado en los cascos del grupo comenzó a escucharse los chasquidos de estática a medida que Lucy llenaba los canales de datos con sus paquetes de infiltración. De inmediato fueron contactados por Tali.

—Fritz, las comunicaciones se están degradando ¿Qué sucede?

—Es Lucy. —informó el investigador. —Está utilizando la banda de transmisión local para inyectar datos en los sistemas de la fortaleza; necesitamos localizar el punto exacto para desplegar la bacteria. ¿Cómo va todo ahí? —preguntó.

—Estamos frente a Noigolk Dah. —explicó la meltran. —Sigue dormido… o inactivo o lo que sea, pero Veiss ha comenzado a hacer… algo. —dijo nerviosa.

—No me gusta nada como suena eso. —respondió el joven.

—A mi menos… ¿Qué crees que está sucediendo?

—No tengo ni la menor idea. —aseguró Fritz.

—Informame si descubres algo. Tali fuera.

La comunicación se cortó y Fritz permaneció en silencio meditando aquella nueva información, lo que rápidamente llamó la atención de Camila.

—¿Sucede algo, Fritz? —preguntó.

El joven sacudió la cabeza. —No tiene sentido. —dijo.

—¿Eh? —preguntó Lynn.

—Veiss. —respondió el joven. —Lo que está haciendo… no tiene sentido.

—¿A qué te refieres?

—A esto. —dijo Fritz golpeando la vaina. —Lo que propone hacer es… imposible. —explicó sacudiendo la cabeza.

—¿Imposible? —preguntaron a coro ambas jóvenes.

—Las Bio-Computadoras utilizan ADN Zentradi como base para desarrollarse. —comenzó a explicar el joven. —Eso ya lo sabíamos… pero el tipo de información genética que se transmite durante el proceso no tiene nada que ver con las habilidades que Veiss cree que Hyle posee. —aseguró.

—¿Osea… que la memoria de los Zentradi no se traslada a esa cosa? —preguntó Lynn.

—Exacto… Ninguna experiencia que pudo haber desarrollado Hyle durante su vida como Capitán en el Escuadrón 377 podría beneficiar directamente a Noigolk Dah y sin embargo…

—¿Crees que Veiss usó a Hyle como pretexto para poder tener acceso a la Bio-Computadora? —preguntó Camila.

El joven asintió con la cabeza. —Es la única explicación que se me ocurre.

—Esa archivista está tramando algo. —aseguró la chica-gato.

—Esperen un minuto. —dijo Camila extendiendo las manos. —¿No estamos siendo un poco paranoicos? Veiss es una archivista meltran… ¿Por qué querría hacer algo a espaldas de su Comandante?

Ni Fritz ni Lynn tenían la respuesta a aquella pregunta por lo que ambos guardaron silencio. Al cabo de unos minutos Lucy volvió a aparecer frente a ellos. —La he encontrado. —dijo orgullosa. —Allí hay un ramal que forma parte del sistema circulatorio de la Bio-Computadora. Está directamente conectado al tronco principal de la fortaleza.

El holograma flotó hasta una de las paredes y señaló una de las gruesas raíces que parecían formar parte de la pared de material biológico. —Aquí. —dijo.

Fritz tomó el inyector y miró a las dos jóvenes, quienes asintieron en silencio.

—Hagámoslo. —dijo dando un paso hacia donde estaba Lucy.

—«No»

Los tres quedaron paralizados. La voz que había hablado era completamente extraña, pero de alguna manera, familiar.

—Quién… ¿Quién ha dicho eso? —preguntó Lynn descolgándose el rifle de la espalda.

—Eso… eso vino por las comunicaciones internas. —exclamó Camila. —¡Fritz! ¿Qué está pasando? ¿Quién…?

—Ha sido Hyle. —dijo Fritz con un hilo de voz. El semblante del joven estaba blanco como la leche.

Lucy flotó hasta la vaina y desplegó una nueva pantalla. —Hay una señal de video que viene de la vaina. —dijo. —La mostraré ahora.

La imagen del rostro de la Capitán Hyle apareció en la pantalla holográfica. La meltran estaba con los ojos abiertos y semblante sereno.

—¿Pu-puede escucharnos? —preguntó Camila asombrada.

—Puedo escucharlos. —repitió Hyle. —Desde hace rato.

—Oh mierda. —exclamó Lynn.

La meltran guardó silencio varios segundos antes de volver a hablar. —Ustedes no son Zentradis. —afirmó. —Han venido hasta aquí a sabotear la fortaleza, eso está claro.

Los demás intercambiaron miradas de pánico. ¿Que iban a hacer?

—Puedo cortar la transmisión desde la vaina. —advirtió Lucy. —Aislar a esa meltran es la opción más…

—No. —dijo Lynn. —No vamos a cortar nada… Hyle tiene derecho a saber la verdad.

—Lynn… —dijo Camila.

La chica gato volvió a colocarse el rifle en la espalda y se acercó a la vaina mientras no dejaba de ver la pantalla. —Es cierto. —dijo. —Nosotros no somos Zentradis, somos una de las tantas razas a las que los Zentradi han estado destruyendo a lo largo y ancho de la galaxia. —dijo. —Yo vengo de Voldor, un planeta en el otro extremo de la galaxia, ellos dos son humanos, del planeta Tierra.

—¿Humanos? ¿Voldor? —repitió Hyle.

—Somos hijos de la Protocultura. —explicó Fritz. —Nosotros fuimos creados por la República Estelar durante la época en la que conquistaron la galaxia.

En ese momento se dieron cuenta que nadie había hablado una sola palabra en Zentradi y Hyle los comprendía a la perfección. Lucy comprendió de inmediato lo que sucedía.

—Hyle está usando nuestra red de comunicación interna; el traductor está funcionando en forma automática en ambas direcciones. —afirmó.

La Capitán Hyle respiró hondo. —Ustedes son mis enemigos… entraron a mi nave y me engañaron, me quitaron a mi tripulación y me usaron para lograr su objetivo. —dijo. —Debí haber sospechado, debí haber sido más cuidadosa, ver las señales de alerta… he fallado. —dijo reconociendo su derrota. —Debí haber sido reemplazada hace tiempo en cuanto mis capacidades de mando fueron puestas en duda, por mi culpa todo el Nexus ha sido comprometido.

—Lo… sentimos. —dijo Lynn bajando la vista. —Yo… nosotros…. no sabíamos…

Hyle los miró confundida. —¿Lo… sienten? —preguntó. —Me han derrotado, han logrado su objetivo… ¿Por que lo… sentirán? —preguntó.

—No sabíamos que usted estaba en la nave cuando llegamos. —explicó Camila. —Encontrarla a usted fué una sorpresa.

—¿Entonces por qué no me mataron? —preguntó sin comprender.

—No matamos sin necesidad. —respondió Lynn. —Nosotros estamos para proteger a los demás.

—Eso es… ridículo. —dijo Hyle. —¿Qué clase de guerrero se niega a matar?

Ninguno de los tres compañeros supo que responder, pero Hyle estaba comprendiendo la situación a una velocidad sorprendente. —Veiss tiene razón. —dijo. —"La Cultura es algo peligroso; es un tipo de actividad que choca con la directiva de combate Zentradi y debe ser evitada a toda costa" —recitó palabra por palabra tal y como había explicado la archivista.

—¿Ustedes pertenecen a esa cultura? —preguntó.

—Si. —confirmó Fritz. —Nuestra civilización ha desarrollado una poderosa cultura, es el motor que ha motivado que dejemos atrás nuestra cuna y nos lanzáramos al espacio. —explicó.

El rostro de Hyle se ensombreció. —Y yo he sido infectada por esa cultura. —dijo. —Por eso mis capacidades como Capitán se vieron afectadas; mi mente estaba envenenada por esos… "sueños".

—Te equivocas. —exclamó Lynn. —¡Los sueños no son malos… soñar es hermoso y pueden ser una experiencia maravillosa!

—Mientes. —dijo. —Todas sus palabras han sido una mentira tras otra. ¿Pretendes que crea ciegamente todas esas cosas sin sentido que dices?

Lynn cayó al piso de rodillas mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. —Yo… yo no quería. —dijo sollozando.

—Debieron matarme, deberían matarme ahora mismo. —dijo la meltrán con cólera. —Es lo que haría un enemigo de verdad.

—No vamos a hacerte daño. —dijo Camila mientras se ponía de rodillas junto a Lynn para consolarla. —Nuestra misión no es causar daño a los Zentradi; queremos prevenir la guerra y detener la destrucción sin sentido que causó la Protocultura.

—Los Zentradi fuimos creados para luchar. —respondió con ira. —Solo matándonos podrán detenernos.

—Tali. —dijo Fritz de pronto. —Tali es una meltran como tú… Ella cambió de bando justamente porque desea detener esta guerra.

Aquello tomó por sorpresa a la guerrera. —¿Tali? ¿Ella es…?

—Una meltran, una guerrera de pura sangre Zentradi. —confirmó Camila. —Fué creada en la flota de Gol Boddole Zer y luchó contra nosotros muchos ciclos atrás… pero al conocer la cultura y recuperar lo que la Protocultura le había quitado fué todo lo que necesitó para querer unirse a nosotros y traer paz a toda la galaxia.

Hyle estaba realmente confundida. Su rostro había pasado de estar tensado por la ira a mostrar una completa estupefacción ante aquella revelación. —No lo creo. —dijo sacudiendo la cabeza. —¿Un Zentradi que se niega a matar? ¿Que clase de… corrupción es esa? ¿Es lo que me hubiera pasado a mí de seguir bajo los efectos de esa… "cultura"? —preguntó.

—Tali es una guerrera y estoy segura que ha matado, así como yo también lo he hecho. —reconoció apartando la vista de Lynn. —No podemos evitar del todo la violencia, es una realidad que muy a pesar de nuestros esfuerzos, es imposible de erradicar de esta galaxia.

—Pero tú no has matado a nadie. ¿Verdad? —preguntó la chica-gato.

—Yo… no… no he tenido la oportunidad. —respondió sorprendida Hyle. —Pero no dudaría un segundo en hacerlo… tal y como ustedes mataron a mi tripulación yo…

—Tu tripulación está sana y salva. —dijo Fritz. —Nadie fué herido, todas las meltran fueron capturadas con vida y trasladadas a nuestra nave nodriza, allí fueron alojadas y alimentadas mientras se recuperaban del Shock Cultural.

—Mi tripulación…¿Están vivas? —preguntó confundida Hyle.

—Cuando los Zentradis son expuestos a la cultura de forma repentina se produce un efecto de shock, como el que resulta de un fuerte golpe en el estómago. —explicó Camila. —Las chicas perdieron la capacidad de luchar y pudimos capturarlas fácilmente… nadie opuso resistencia.

—Mientes. —volvió a responder Hyle. —Los Zentradis JAMÁS nos rendimos, nadie…

Camila se puso de pié, harta de la testarudez de la meltran. —No tiene caso discutir con ella. —dijo dirigiéndose hacia Lynn.

La chica gato se incorporó también y para sorpresa de sus compañeros se quitó el casco. —No. —dijo pasándose la mano por el rostro para secar sus lágrimas. —Tenemos que demostrarle que hablamos en serio, que tiene otra oportunidad y todo depende de su elección.

—Mi elección es cumplir mi deber. —respondió Hyle. —Me han despojado de mi nave, mi tripulación y la oportunidad de morir sirviendo a mi gente. ¿Qué más van a quitarme? ¿El honor de dar mi cuerpo a cambio de servir mejor a la nueva flota? —preguntó con lágrimas en los ojos.

—Te equivocas. —dijo Fritz. —Veiss te está usando; ya has escuchado nuestra conversación sobre el tema; tu sacrificio será totalmente en vano; Noigolk Dah no aprenderá nada nuevo de tu información genética, la memoria y experiencias no se transmiten por medio del material genético.

—¡Eso no es verdad! —gritó Hyle golpeando la puerta de la vaina, que tembló por la fuerza del impacto. —¡Noigolk Dah se hará más poderoso! ¡Yo contribuiré con mi sacrificio!

—¿Y qué ganará Noigolk Dah con eso? —preguntó Camila. —¿La habilidad de derramar lágrimas como tu lo estás haciendo en estos momentos?

El rostro de Hyle era una máscara de terror y las lágrimas caían por sus mejillas. —¡No! —gritó con desesperación. —¡Eso no puede ser! ¡Yo no…! ¡Yo no quiero…!

—Está lista. —comprendió Camila dando unos pasos hacia atrás. —Sus últimas barreras de condicionamiento se han debilitado por completo… tenemos que demostrarle de una vez por todas el verdadero poder de la cultura, es ahora o nunca.

Fritz se quitó el casco y respiró profundamente. Sabía perfectamente a lo que se refería su compañera. Camila se acercó mientras desenfundaba el enorme cuchillo de combate y con un repentino salto cubrió la distancia que lo separaba de Von Neumann.

—¡Mira bién! —gritó mientras lanzaba un tajo horizontal sobre el pecho del investigador.

Fritz cerró los ojos en cuanto sintió el tajo del afilado cuchillo sobre el traje de vuelo que usaba. El arma rasgó la tela como si fuera papel y las dos enormes esferas de espuma que formaban los pechos falsos de su disfraz cayeron sobre la cubierta. Hyle contempló la escena estupefacta.

—Zentran. —exclamó la meltran apenas con un murmullo. —¿Ustedes son…?

—Zentran y Meltran… hombres y mujeres. —respondió Camila también quitándose el casco. —Y esta es nuestra cultura.

Esta vez Fritz estaba preparado y ambos se abrazaron mutuamente para darse el beso. Hyle abrió la boca y quedó por completo paralizada al ver a aquellos dos seres unir sus labios de aquella forma extraordinaria.

—¡De-Deculture! —exclamó.

El tiempo pareció detenerse por completo para todos, entonces escucharon la canción.

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—¡Deculture! —exclamó Ximena al mirar hacia arriba y comprender la magnitud de lo que estaba viendo.

Frente a ella la enorme mole de Noigolk Dah se perdía en la oscuridad de las alturas como una terrible torre oscura que se erguía en medio de la cavernosa bóveda que formaba el centro mismo de la super-fortaleza enemiga.

Hyle no perdió el tiempo admirando el paisaje y rápidamente indicó a los demás que desplegaran alrededor de la plataforma que como una especie de balcón colgaba de la enorme estructura que contenía al durmiente ser.

Noigolk Dah no se parecía en nada a las imágenes que Tali o Ximena habían visto del Comandante Supremo Gol Boddole Zer. La Bio-Computadora que se levantaba ante ellas era muy diferente; estaba compuesta por varios cuerpos unidos por cables o raíces de grueso tamaño que colgaban del techo por medio de una docena de cables tensores. Lo que parecía ser la cabeza de aquel ser se encontraba dentro de una esfera de cristal de enormes dimensiones, pero sí había un rostro allí o era solo el cerebro conectado a las demás partes, nadie podía saberlo. Todo estaba en tinieblas y salvo el resplandor verdoso que emanaba de algunos de los tentáculos y cables alrededor del monstruoso cuerpo, nada más iluminaba aquel lugar.

Hyle parecía tener algún control sobre la instalación y tras desplegar sus propios tentáculos y hacer contacto con las paredes cercanas logró encender varios de aquellos orbes semienterrados en el piso que pronto brillaron con intensidad e iluminaron la estancia con reflejos dorados.

—Trasladen la vaina hasta el borde. —ordenó mientras desplegaba varias pantallas a su alrededor. —Y retrocedan hasta la entrada, no es necesario que se acerquen más.

Tali, Ximena y Lina obedecieron y depositaron la misteriosa vaina en el sitio que Hyle había indicado, tras lo cual retrocedieron hasta quedar cerca de la abertura por la que habían entrado.

—Esto no me gusta nada. —dijo Lina usando el canal de comunicación privado.

—A mi tampoco… parece que esta archivista estuviera haciendo algo a escondidas de sus superiores. —observó la teniente Hernandez.

Tali no respondió, en cambio no quitaba los ojos de encima a lo que Hyle hacía en esos momentos. Cuando Fritz se comunicó con ella al cabo de unos minutos, apenas pudo intercambiar un par de palabras con el investigador.

La extraña meltran trabajaba en silencio. Sus tentáculos brillaban con un tenue resplandor verdoso a medida que los conectaba a diferentes órganos o maquinarias que formaban la enorme columna central de donde colgaban aquellas enormes masas de tejido vivo y piezas mecánicas. Cada tanto se escuchaba un soplido de aire seguido de alguna nube de vapor que ascendía lentamente y se perdía en la oscuridad del techo. Toda la fortaleza parecía estar en un sueño agitado lleno de pesadillas.

Al cabo de un rato hubo un cambio visible en el ambiente; la plataforma en donde estaban se iluminó y una enorme pantalla apareció flotando sobre el vacío que los separaba de la enorme Bio-Computadora. Vieron que Veiss sonreía satisfecha.

—La primera fase está completa. —dijo volviéndose hacia las confundidas "meltrans". —Pronto podré acceder a la interfaz de Noigolk Dah e inyectar los datos de la Capitan Hyle. —explicó.

En la pantalla aparecieron una multitud de símbolos desconocidos y una voz extraña comenzó a recitar lo que parecía una lista de algún tipo. Veiss respondió en la misma lengua y la computadora pareció reaccionar a la voz de la archivista.

—Mi traductor no logra descifrar lo que dijo. —dijo Ximena en voz baja.

—No es Zentradi… lo que significa que es.

—Protocultura. —exclamó Veiss. Todas las mujeres se pusieron en guardia. —Supongo que se están preguntando que clase de lenguaje es este ¿Verdad? —preguntó.

Tali tragó saliva. —La Protocultura… se supone que es algo prohibido. —dijo.

—Lo es… ciertamente no queremos que los simples soldados como ustedes sepan algo de nuestros creadores. —dijo la meltran con una misteriosa sonrisa. —Pero la verdad es que ellos son quienes nos trajeron a este universo y nos enseñaron a luchar; somos lo que somos gracias a su increíble tecnología y conocimientos.

Veiss desplegó un nuevo tentáculo y tras conectarlo con una de las arterias de la Bio-Computadora notaron cómo se produce un cambio en la voz que salía del holograma.

«Se ha detenido el proceso de lanzamiento, esperando confirmación para continuar» —dijo la extraña voz ahora en claro Zentradi (que los traductores de todos podían comprender y traducir a su vez)

—La Capitán Hyle es un caso extraordinario en la Armada Zentradi. —continuó explicando Veiss dándoles la espalda. —Pero es algo que estaba previsto.

—¿Previsto? —preguntó Tali aún más confundida que antes.

—Todos los procesos relacionados con las formas de vida biológicas están sujetos a las mismas reglas a lo largo y ancho del universo. —aseguró. —Y los Zentradi no son la excepción; a pesar de ser creados como armas casi perfectas, algunos parámetros escapan del control total.

«Atención: se ha detectado la presencia de una nueva muestra de material genético que no coincide con el perfil aceptado»

—La vida es impredecible. —explicó la archivista ignorando el aviso de la computadora. —Y por eso es tan difícil de controlar. Hyle vivió mucho más de lo que corresponde a un soldado de su clase y gracias a eso desarrolló una serie de condiciones que sobrepasaron sus capacidades originales.

—Tali. —dijo Ximena acercándose a la meltran. —mira la vaina… algo está sucediendo.

La misteriosa vaina que habían traído desde el transporte había comenzado a brillar. Allí donde estaba el metal oscuro ahora podían verse unas finas líneas que parecían marcar paneles a lo largo de toda la estructura cilíndrica.

—Los signos vitales de la Capitán Hyle están comenzando a mostrar los valores necesarios para el procedimiento. —observó la archivista. —Podremos comenzar de inmediato. —dijo volviéndose hacia el grupo. —¿Saben que Hyle puede soñar? —preguntó a las alarmadas mujeres.

—¿So-soñar? —preguntó Tali.

—Es un tipo de actividad cerebral durante los periodos de descanso. —explicó Veiss. —Ningún Zentradi puede hacerlo en condiciones normales, pero la Capitán Hyle logró alterar su química cerebral para generar las hormonas necesarias para contrarrestar el condicionamiento… una verdadera proeza.

Veiss caminó hacia ellos y se detuvo junto a la vaina. —Y eso es justamente lo que necesito, ya que solo durante el sueño es posible liberar la mente de las ataduras con las que los Zentradi han sido controlados.

La vaina comenzó a abrirse en cuanto Veiss acarició la superficie con uno de sus tentáculos. La superficie lisa de metal se dividió en una docena de segmentos y ante el horror de las mujeres comenzaron a desplegarse hacia fuera, como si un enorme insecto estuviera emergiendo de un huevo.

—¿Qué mierda es esa cosa? —preguntó Lina retrocediendo.

—No… no tengo la más remota idea. —respondió Ximena.

La criatura (Porque no sabían realmente como llamar esa cosa) desplegó una docena de brazos y comenzó a levantarse por medio de unos gruesos y brillantes tentáculos oscuros que rápidamente se afianzaron al piso de metal de la plataforma. El ser media algo así como veinte metros de altura y al terminar de desplegarse empequeñecía por completo a todos los allí presentes.

Tali dió un grito y cayó hacia atrás al piso, en donde comenzó a sufrir un ataque de algún tipo. Lina se arrodilló junto a ella y removió el casco para poder examinarla mejor.

—Está en shock. —dijo la médica sosteniendo los hombros de la aterrorizada meltran..

Los ojos de Tali estaban en blanco y todo su cuerpo sufría convulsiones. Lina extrajo una ampolla autoaplicable y la presionó contra el cuello de la jefa de Ingeniería. De inmediato cesaron los temblores, pero la meltran seguía sin responder a los llamados de la médica.

Ximena observaba la escena fascinada. Esa cosa era aterradora en verdad, casi una imagen de pesadilla… ¿Pero cómo había podido causar esa reacción en una guerrera curtida en la batalla como Tali? Todo su cuerpo le gritaba que tenía que huir de allí, pero logró controlar los impulsos y permaneció quieta en el lugar, observando lo que sucedía a su alrededor.

Veiss se detuvo junto a la criatura y pareció ignorarlos por completo. Varios de sus tentáculos se unieron a lo que parecían ser válvulas en el pecho del repugnante ser y por el resplandor que emanaba de ellos era evidente que la archivista se estaba comunicando con la criatura.

—Lina. —dijo Ximena tomando su rifle. —Lleva a Tali hacia la salida, tenemos que asegurar una ruta de escape por si las cosas se ponen peor.

—¿Crees que pueden ponerse peor todavía? —respondió la mujer que sin embargo obedeció la orden y comenzó a arrastrar a la desvanecida meltran hacia la salida.

La criatura emitió una especie de rugido y con un poderoso salto se desconectó de los tentáculos de Veiss.

—Hazlo. —ordenó la archivista.

El monstruoso ser se acercó a la Bio-Computadora y comenzó a trepar por la enorme estructura que sostenía las diferentes partes del cuerpo de Noigolk Dah como un gigantesco insecto usando su docena de extremidades. En cuanto llegó a donde se encontraba el orbe de cristal dió otro rugido y usando varios brazos o patas a la vez arrancó de cuajo aquella enorme esfera con pavorosa facilidad.

—¿Pero que mierda…? —comenzó a decir Ximena pero no pudo terminar la frase; con agilidad felina dió un salto al costado justo cuando la esfera de cristal cayó de forma estrepitosa, casi aplastándola en el sitio.

—Ten cuidado. —dijo Veiss mirando a la criatura en las alturas. —Casi aplastas a una de nuestras invitadas.

Ximena había rodado sobre el piso y se incorporó de un salto con el rifle firmemente sujeto con ambas manos.

—¡Deculture! —exclamó horrorizada

El cristal había estallado en mil pedazos y el contenido de la esfera se había desparramado sobre la cubierta; eran los restos de Noigolk Dah, o al menos lo que parecía ser su cerebro y un solo ojo, que pareció mirar en forma acusadora a la aterrada piloto a la que casi acababa de aplastar.

—Lina, el objetivo de la misión ha sido comprometido. —gritó. —Voy a asumir el mando hasta que Tali se recupere, tenemos que detener a Veiss y a esa cosa; están planeando destruir la fortaleza.

La doctora depositó a la desvanecida meltran en el suelo y descolgó su propio rifle de la espalda. Ambas chicas corrieron hacia donde estaba la archivista y levantaron sus armas.

La meltran las vió llegar y no se movió del lugar; pero vieron que sonreía.

—¿Oh? —dijo al ver las armas que apuntaban a su rostro. —Qué interesante. —observó. —Solo una de ustedes ha reaccionado con absoluto terror, ustedes dos no parecen haber sido afectadas… realmente curioso.

—¡Alto! —gritó Ximena usando unas de las pocas palabras en Zentradi que conocía. La archivista no se inmutó en absoluto. —Ya es tarde para detenerme. —respondió. —Noigolk Dah ha sido destruido y ahora tengo el control total de esta fortaleza.

Ximena abrió fuego seguido inmediatamente de Lina. Las ráfagas de los rifles impactaron directamente en la cabeza de la archivista con una explosión de chispas producto de la máscara de metal que voló en mil pedazos. El cuerpo de Veiss se sacudió y cayó hacia atrás por la fuerza de los impactos. Los ecos de las explosiones rebotaron en las paredes perdiéndose en las tinieblas del techo.

De inmediato levantaron sus rifles hacia la criatura, pero la misma no parecía tener interés en ellas. El ser se había sujetado a los restos de la estructura que sostenía la cabeza de Noigolk Dah y había creado conexiones con las raíces y cables del tronco de la Bio-Computadora. Aquella cosa no parecía tener cabeza, pero en la zona del tórax de donde salían las extremidades superiores había una especie de estructura cristalina que brillaba con reflejos esmeralda.

—¿Qué mierda está haciendo esa cosa? —preguntó Lina. —¿Es un tipo de parásito?

—No lo se… tenemos que traer a Fritz de inmediato, tal vez él sepa cómo lidiar con esa cosa.

En cuanto se dió vuelta para dirigirse hacia la salida vió a Veiss de pié tras ella.

—¡Oh mierda! —gritó mientras levantaba el arma, pero la archivista ya había desplegado una media docena de tentáculos. Aquellos miembros se enroscaron en sus extremidades y la inmovilizaron por completo, forzándola a soltar el arma ante la insoportable fuerza de aquellos apéndices. Uno de los tentáculos golpeó su casco y lo lanzó lejos, dejando a la piloto momentáneamente aturdida por el golpe. Lina gritó y logró hacer unos pocos disparos antes de ser inmovilizada como su compañera, pero las balas impactaron en el cuerpo de la archivista sin hacer demasiado daño, salvo destrozar la tela negra de la extraña túnica que llevaba puesta.

Veiss levantó a las dos mujeres sin esfuerzo varios metros por encima del piso. Su cabeza estaba completamente destrozada por las balas, como uno de esos melones que usaban en las pruebas de tiro, pero eso no parecía haberla incomodado en absoluto.

—¿Quién mierda es esta tipa? —preguntó Ximena luchando por zafarse de aquellos tentáculos blancuzcos. —¿Por qué mierda no está muerta?

No tardaron mucho en descubrir el por que. Las ropas negras habían sido desgarradas por los disparos de Lina y comenzaron a caer en jirones, entonces vieron el cuerpo bio-mecánico por entre los tentáculos que se movían a intervalos regulares.

A la altura del pecho de la archivista vieron como un orbe de luz comenzaba a emerger de entre el tejido biológico y los tentáculos ondulantes. La esfera quedó suspendida a unos pocos metros del cuerpo y varios tentáculos se enroscaron debajo de ella, creando una especie de plataforma mientras la luz comenzaba a extinguirse lentamente.

Las dos chicas lanzaron una exclamación de sorpresa al ver como una figura humanoide emergía de aquella luz justo frente a ellas.

—Es… es un Micrón. —exclamó Lina aún luchando contra aquellas ataduras.

—¿Entonces esa cosa era… un mecha? —comprendió Ximena de inmediato. —Hija de puta, nos engañó por completo.

La pequeña figura era de tamaño humano, de unos 1,7 de altura, pronto distinguieron los rasgos de una mujer joven de cabellos blancos, casi plateados que le llegaban hasta la cintura. Vestía un traje ajustadísimo, casi como si en realidad solo vistiese un poco de pintura sobre la piel y aquellos símbolos luminosos irradiaban todos los colores del arco iris.

El rostro era calmo y sereno, pero eran los ojos los que destacaban por completo en aquella misteriosa mujer. Tanto Ximena como Lina quedaron fascinadas por el poder y sabiduría que parecían emanar de ellos.

La misteriosa mujer las miró y extendió uno de sus delicados brazos hacia Ximena, quien luchó en vano por liberarse en cuanto vió el fino tentáculo que se acercaba hacia ella.

—¡Aléjate de mí! ¡No te atrevas a tocarme con esa cosa…! —gritó en su lengua natal.

El fino apéndice plateado acarició su mejilla con delicadeza. La punta del mismo se volvió brillante, como si una gota de rocío reflejara los primeros rayos del sol por la mañana.

—Como lo suponía. —dijo la joven micrón. —Ustedes no son Zentradi.

La voz era solemne y clara, totalmente diferente a la voz mecánica y antinatural de la archivista Veiss.

—Que fascinante. —continuó diciendo mientras el tentáculo se deslizaba por el cuello de la piloto. —Puedo detectar la firma de una sonda de intervención en su ADN… ¿Así que ustedes son una especie nativa modificada? Ahora comprendo la preocupación de Khallen… ustedes no son enemigos cualquiera; han logrado infiltrarse hasta el corazón mismo del poderío Zentradi, una verdadera proeza.

Ximena intentó morder el tentáculo sin éxito pero la misteriosa mujer continuó examinando la cabeza de la angustiada piloto. Cuando palpó la oreja y sintió el aparato de traducción automático volvió a sonreír.

—¿Qué es esto? ¿Una muestra de su tecnología? —preguntó mientras el apéndice iluminaba el audífono con una luz dorada. —Ya veo, un traductor universal… veamos si puedo aprender su funcionamiento.

El tentáculo se retrajo y la joven cerró los ojos mientras parecía concentrarse en algo. Al cabo de algunos minutos volvió a abrirlos y, para sorpresa de ambas, habló en español (*) con asombrosa claridad.

—¿Lo estoy haciendo bien? —preguntó mirando a Ximena.

—¿Quién eres tú? —preguntó la teniente Hernandez sin ganas de seguir el juego de aquella mujer.

—Veiss, por supuesto. —respondió la joven. —Ese es mi nombre.

—Usted tampoco es Zentradi. —dijo Lina. —¿Por qué está haciendo esto? ¿Es también enemiga de los Zentradi?

Veiss volvió a sonreír. —Se podría decir que si. —dijo. —Aunque a diferencia de ustedes, mi relación con ellos no es la de una presa que lucha para evitar ser devorada.

—¿Qué quiere decir? —preguntó Ximena.

—Los Zentradi son mis hijos… hijos descarriados que se han rebelado contra sus padres, pero hijos al fin y al cabo —respondió la mujer cruzándose de brazos.

—Oh mierda. —comprendió Lina. —Eso quiere decir…

—Protocultura. —dijo Ximena. —Usted es…

—Una fiel servidora de la República Estelar. —respondió la mujer con una sonrisa.

*NdA: Los personajes hablan en Japonés