La última sacudida fué más violenta que las anteriores, tanto que Lynn se vió arrojada al piso de forma repentina sin oportunidad siquiera de sujetarse de algo.

Se incorporó sin dificultad y se secó las lágrimas del rostro. Había estado llorando junto a la vaina en donde Hyle se encontraba sufriendo aquello. ¿Por qué el tormento de aquella guerrera, quién debería ser su enemiga a muerte, la afectaba de aquella manera? ¿Era acaso la culpa por haberla engañado para lograr los objetivos de la misión? ¿O acaso su extraño comportamiento y el destino que había sufrido a manos de aquella Archivista despertaban su compasión?

—¡Lucy! —llamó con desesperación. —¿Qué está pasando? ¿Qué son esas sacudidas?

Pero la IA ya no estaba allí y en esos momentos concentraba todo su procesamiento en ayudar a Fritz y Camila a luchar contra su propia camarada, momentáneamente poseída por la poderosa canción de la Cantante Estelar.

La chica-gato activó su intercomunicador pero solo escuchó estática y crujidos en su oído. Estaba sola allí, en el interior de una fortaleza enemiga, en el centro mismo del poder Zentradi y a docenas de años luz de la ayuda más cercana.

—No debí haberme enlistado. —se dijo mientras se apoyaba en la vaina. —Pero… ¿Cómo hubiese resultado todo si yo no estuviera aquí? —preguntó mirando el rostro sufriente de Hyle. —¿Seguiría usted enterrada en aquella pila de chatarra? ¿Se podría haber evitado todo… esto? —preguntó sacudiendo la cabeza.

Hyle obviamente no respondió. Lynn miró la pantalla con los datos biométricos y descubrió con horror que la frecuencia cardiaca de la Meltran se estaba reduciendo. Su respiración, presión sanguínea… todos los indicadores mostraban registros descendentes, pero lo más alarmante era el rostro de la guerrera; había comenzado a perder el color y empezaba a tornarse de un color pálido. Aquello fué demasiado para la joven Voldoriense, quien de pronto olvidó por completo sus órdenes y responsabilidades —A la mierda con todo esto. —dijo con resolución. —No voy a dejar que muera, Capitán.

Tomó el manojo de cables que salían de la vaina y tiró con todas sus fuerzas, pero a pesar de su enorme tamaño Zentradi no pudo desconectarlos del aparato. Desesperada tomó su rifle de asalto y lanzó una ráfaga de disparos a escasos centímetros de los gruesos cables, que quedaron completamente destrozados por las balas explosivas.

Luces rojas comenzaron a brillar en la habitación seguidas de varias palabras en un idioma desconocido. Lynn las ignoró y arrojando el rifle a un lado tomó la masa de cables destrozados y los arrancó por completo de la vaina, cortando la conexión de una vez por todas..

La pantalla holográfica con la imagen de Hyle y sus datos desapareció en una explosión de píxeles y la joven Voldoriense se arrojó sobre la vaina para tratar de abrirla. Tras un esfuerzo monumental logró mover lentamente la enorme tapa y en medio de jadeos y resoplidos pudo abrirla por completo.

Hyle yacia en el interior de la vaina cubierta por una maraña de cables y una gelatina viscosa de color esmeralda que solo dejaban su rostro por encima de aquella desagradable sustancia. La chica gato tomó la cabeza de la desvanecida meltran y la levantó con cuidado, tratando de apartarla de toda aquella asquerosidad.

—Capitán ¿Puede escucharme? —preguntó con desesperación.

No obtuvo respuesta y se inclinó aún más sobre ella para ver si respiraba. Para su alivio detectó la respiración tenue de la guerrera, pero era apenas perceptible. Decidida, comenzó a arrancar aquel cableado para tratar de liberar a su compañera.

Perdió por completo la noción del tiempo mientras luchaba contra aquella maraña de cables cubiertos por la desagradable baba verde que dificultaba su tarea, más al cabo de varios intentos logró liberar por completo el cuerpo desnudo de la guerrera.

Usando todas sus fuerzas (Porque Hyle era enorme, incluso para los estándares Zentradi) logró extraer el cuerpo desvanecido de la vaina y ambas mujeres cayeron sobre la cubierta cubiertas por una densa capa de aquella sustancia pegajosa.

—Resista, Capitán. —dijo Lynn subiendo a horcajadas sobre la meltran.

Quitó como pudo la baba verde del rostro de Hyle y notó con alivio que algo de color habia vuelto al semblante de la guerrera, pero su respiración seguia estando muy débil. Recordó que llevaba consigo unas cápsulas autoaplicables de varias drogas como parte de su equipo de primeros auxilios. Extrajo la ampolla correspondiente al Inyector de Epinefrina y sin pensarlo dos veces la aplicó en el cuello expuesto de la meltran.

La reacción fué casi inmediata, pero ni siquiera los reflejos felinos de Lynn sirvieron para evitar el ataque. Hyle abrió los ojos repentinamente tomándola del cuello con un movimiento fugaz y una fuerza brutal, levantándola por los aires como si fuera una muñeca de trapo.

—¡Tu! —exclamó Hyle escupiendo restos de gel verde por su boca. —¡Debura! ¡Muere!

La poderosa mano de la meltran apretó con fuerza la garganta desprotegida de Lynn, quien en vano trató de liberarse usando sus pequeñas manos. Era inutil. La mano de Hyle era una garra de acero; completamente fría al tacto y ni siquiera sus afiladas garras felinas lograron penetrar aquella resistente piel de la guerrera.

Los ojos de la meltran lanzaban destellos escarlata o tal vez solo estaban inyectados de sangre y eso los hacía ver de aquel color rojizo, como si un fuego ardiera tras aquellas pupilas casi completamente dilatadas. Lynn comenzó a perder las fuerzas en sus brazos a medida que la poderosa mano de su contrincante privaba a su cerebro de oxígeno y sangre fresca. La visión comenzó a volverse borrosa, como si estuviera dentro de un túnel y comprendió que estaba a punto de morir. Las lágrimas rodaron por sus mejillas y cayeron sobre el rostro de Hyle.

La chica gato solo sintió el golpe al caer en el piso. De inmediato se tomó la garganta con ambas manos y se llenó los pulmones de aire mientras sentía su cuello como si hubiera tragado carbones ardientes. Al levantar la vista vió a Hyle aún con el brazo en alto y la mano abierta tras haberla soltado desde aquella altura. Parecía una estatua completamente inmobil, apenas iluminada por las tenues luces del techo que daban a su cuerpo desnudo el aspecto de una máquina detenida en medio de una operación rutinaria.

—De-Deculture.

La meltran cayó al suelo de rodillas mientras se llevaba ambas manos al rostro. Todo su cuerpo temblaba en forma descontrolada, como si cada uno de sus músculos se moviera en forma independiente. Lynn giró sobre sí misma y retrocedió asustada arrastrando su trasero hasta que su espalda chocó contra la vaina destrozada. Estaba no sólo asustada, sinó completamente fascinada por el terrible espectáculo que presenciaba frente a ella.

Hyle se miró lás manos todavía cubiertas de la baba verde y las abrió y cerró lentamente. —Se acabó. —dijo sacudiendo la cabeza. —Lo he perdido todo.

Lynn no supo que responder; estaba completamente paralizada de terror en aquel momento y solo atinó a respirar y recuperar las fuerzas.

—Ni siquiera he podido matarte con mis propias manos. —dijo dejando caer sus brazos al costado de su cuerpo. —¿Y qué soy entonces? ¿Una Meltran que no puede matar? ¿En que me he convertido?

Ante el asombro de la chica gato, Hyle extendió un brazo y tomó el rifle de asalto que había caído a un lado de los cables destrozados. Sin decir una palabra tomó el arma con ambas manos y apoyando la culata del mismo en el piso lo puso en posición vertical apuntando hacia el techo, entonces se inclinó hacia delante y apoyó su barbilla en la boca del arma.

—¡No! —gritó Lynn reaccionando por fin.

La ráfaga de proyectiles destrozó uno de los orbes luminosos del techo que quedó parpadeante mientras trozos de cristal y material del techo caían sobre ambas guerreras. Lynn se había abalanzado sobre ella en el momento que la meltran jalaba el gatillo y había logrado apartar la cabeza de Hyle del camino de los mortales proyectiles. El rifle cayó inerte al lado de ellas mientras los ecos de las explosiones aún sonaban en el recinto.

La chica gato continuaba abrazando con fuerza a la guerrera meltran, pero Hyle yacía de espaldas en el piso sin oponer resistencia, a pesar de que su contrincante se encontraba sobre ella inmovilizandola con aquel abrazo.

—¿Ni siquiera vas a dejarme morir? —preguntó con voz fría sin dejar de mirar el techo.

Lynn tenía el rostro enterrado entre los pechos de la meltran. Al oír la voz de Hyle levantó la cabeza y miró a su contrincante con lágrimas en los ojos. —No…. ¡No! —gritó sacudiendo la cabeza. —¡Usted es… mi Capitán! —dijo sin dejar de llorar.

La meltran la miró confundida. —Si realmente eres mi subordinada… ¿Por qué te empecinas en desobedecer mis órdenes entonces? —preguntó sin cambiar el tono de voz. —Mis acciones y falta de capacidad de lucha han puesto a mis camaradas en peligro… debo morir para evitar que mi existencia continúe perjudicando la integridad de nuestras fuerzas.

—Eso… ¡Eso no es verdad! —gritó Lynn. —Usted no tiene que morir, no ha hecho nada malo… ¡Por favor deje de decir eso!

Hyle suspiró. —¿Todos los de tu raza son así de… extraños? —preguntó.

—No lo sé. —respondió la chica-gato.

—Suéltame. Es una órden.

Lynn sufrió una sacudida y aflojó un poco la presión de su abrazo. —¿Promete que no va a intentar matarse? —preguntó indecisa.

—¿Crees que realmente me estás sujetando con esa patética fuerza que tienes? —preguntó la Meltran como si estuviera burlándose de ella. —Podría lanzarte por los aires de una patada ahora mismo si realmente lo quisiera.

La chica-gato la soltó finalmente y dió un salto hacia atrás. Con alarma vió que el rifle de asalto estaba al alcance de la mano de Hyle, pero la meltran no parecía tener interés en el arma y simplemente se sentó en el sitio y se acarició la mejilla, donde las balas del rifle habían pasado tan cerca de su piel que un hilillo de sangre manaba por la herida abierta.

—Capitán… —dijo Lynn pero la meltran hizo un gesto con la mano para que guardara silencio.

—Soy patética. —dijo mirando su propia sangre que había manchado su mano. —No puedo matar a otros, ni siquiera puedo matarme a mí misma ¿Que se supone que voy a hacer ahora? —preguntó mirando al techo.

Otra vez la chica-gato no supo que responder, por lo que se quedó allí agazapada, lista para saltar por si la meltran intentaba hacer otra locura, pero Hyle parecía estar estar en otro mundo y no dejaba de mirar el techo. Preocupada tras varios minutos de inmovilidad, Lynn se movió para acercarse pero de inmediato la meltran movió la cabeza y la miró a los ojos. —¿Dónde están tus camaradas? —preguntó.

Lynn tragó saliva. —Fueron a detener a Veiss. —dijo. —Creemos que intenta destruir la fortaleza o… algo peor. —dijo tras una pausa.

La meltran la miró fijamente, como tratando de descubrir la mentira en los ojos de la joven que tenía delante. —¿Estás diciendo que la Archivista Veiss es tanto enemiga de nosotros los Zentradi como de… ustedes? —preguntó.

Antes que Lynn pudiera responder la meltran se puso de pié y se dirigió hacia la pila de ropa que había quedado junto a la vaina. Lentamente y en silencio comenzó a vestirse bajo la atenta mirada de la chica-gato, que cada tanto se sobresaltaba con las explosiones y sacudidas que se sentían en el interior de la fortaleza.

—¿Que sabe de Veiss? —preguntó mientras se abrochaba su traje de oficial. —Por cierto —agregó lanzando una mirada fría hacia la chica-gato. —Póngase firme, soldado.

Lynn se puso de pié de inmediato y tras ponerse firme hizo el saludo militar, pero en vez de realizar el saludo Meltran hizo el de la NUNS. Hyle la miró confundida hasta que la chica comprendió su error y bajando el brazo se llevó el puño al pecho. —Lo-lo siento, Señor. —dijo avergonzada.

—Tu entrenamiento me parece algo deficiente. —observó.

—Soy cadete. —respondió Lynn. —Solo llevo algunos meses de entrenamiento.

—¿Cadete? ¿O sea que no eres un verdadero soldado de infantería? —preguntó la meltran asombrada.

—Yo… yo quiero convertirme en uno. —se justificó la joven. —Quiero proteger a mi familia y amigos, no quiero que les pase nada malo.

—"Quieres" —repitió Hyle. —¿Estás diciendo que ser soldado es una… elección?

—En nuestra civilización no todos son soldados. —explicó Lynn. —Los que no luchan se llaman "civiles".

—Deculture. —exclamó la meltran. —Todo eso suena tan irreal… si no fuera por las cosas extrañas que vi hacer a ti y tus camaradas, no podría creerte de ninguna manera.

Lynn asintió en silencio; ¿Eran aquellas palabras un signo que Hyle había empezado a confiar en ella?

—Dime lo que sabes sobre Veiss. —ordenó la meltran. —Dices que están tratando de detener ¿Qué cosa?.

—Fritz dice que Veiss es… es una… cantante de las estrellas o algo así.

—Cantante Estelar. —la corrigió Hyle. —Recuerdo que la cabo Fritz lo mencionó en mi nave cuando me habló sobre la Protocultura, nuestros creadores. —dijo pensativa. —Esas cantantes estelares eran quienes nos dirigen originalmente cuando estábamos bajo el control de la Protocultura.

—Algo así. —respondió la chica-gato. —Nunca fuí muy buena con las clases de historia en la escuela. —reconoció.

—Si Veiss es una de esas cantantes, entonces es posible que intente recuperar el control del Nexus. —razonó la guerrera.

—Fritz dijo que Veiss estaba moviendo la flota alrededor de la fortaleza. —recordó Lynn. —Tal vez ya ha logrado obtener el control de todas las fuerzas Zentradi.

—Tu camarada Fritz dijo que la Archivista Veiss me estaba engañando, que lo de usar mi ADN era una farsa ¿Sabes entonces por qué me encerró en esa cosa entonces? —preguntó señalando la vaina.

Lynn sacudió la cabeza. —Creo que intentó usarle para acceder a la fortaleza, durante la activación de la vaina Fritz dijo que se estaban produciendo enormes cantidades de una energía… tal vez eso era precisamente lo que necesitaba Veiss.

Hyle se colocó las botas y culminó de vestirse. Inmediatamente levantó el rifle del suelo y revisó la cantidad de munición que quedaba en el cargador mientras a Lynn se le erizaban las orejas por los nervios.

—Ahora dime cuál era tu objetivo y el de tus camaradas. —dijo mientras bajaba el arma y se volvió hacia Lynn. —¿Que pensaban hacer en el Nexus? ¿Por qué usaron mi nave para infiltrarse hasta aquí? ¿Que era esa cosa que pretendian inyectar en la fortaleza?

Lynn tragó saliva, pero sabía que en esa situación no podría decir nada menos que la verdad. —Fritz diseñó un plan para transmitir la cultura a todos los Zentradi. —dijo. —Usando esta fortaleza como transmisor, necesitabamos inyectar un virus o algo así para lograr obtener la habilidad de transmitir información… creo, no estoy muy segura de como funciona eso.—reconoció.

—¿La cultura? ¿A todos los Zentradi? —preguntó confundida Hyle.

Lynn asintió. —Las fuerzas Zentradi están destruyendo todo a su paso y estamos perdiendo la guerra… nuestra última esperanza era infiltrarnos en esta fortaleza y tratar de contener el espíritu de lucha de los Zentradi para detener la masacre antes de que sea tarde.

Hyle la miró y levantó el arma apuntando hacia donde estaba ella. Lynn retrocedió pero su espalda chocó contra una de las paredes de la habitación.

—¿Su plan era infectar a todos los Zentradi con lo mismo que me infectó a mi? —preguntó con un brillo escarlata en los ojos. —¿Es eso verdad?

—S-si. —respondió la chica-gato apretando los dientes.

—Comprendes que puedo volarte la cabeza con esta arma si lo deseo. ¿Verdad? —preguntó apuntando directamente entre los ojos de la aterrada joven mientras colocaba su dedo sobre el gatillo. —Nada me impide matarte en este momento.

Lynn cerró los ojos y escuchó las detonaciones del arma, pero solo sintió los pedazos de rocas cayendo sobre su cabeza. Cuando abrió los ojos vió el humo saliendo de la boca del rifle y la mirada extrañamente serena de la guerrera. —¿Tu sabías que no iba a matarte, verdad? —preguntó bajando el arma.

—N-no, Capitán. —respondió casi en susurro la aterrada joven.

Hyle se acercó y colocó su mano sobre la cabeza de la inexperimetada soldado, quien en forma instintiva hizo que sus orejas de gato se pegaran a su cabeza. Hyle las acarició con delicadeza ante el asombro de la joven Voldoriana. —Puedo matarte ciertamente… pero no deseo hacerlo. —dijo. —¿Eso es realmente lo que he ganado por obtener su cultura? —preguntó intrigada.

—Ha ganado la libertad de elegir, Capitan. —respondió Lynn abriendo un ojo. —Ahora es libre de las cadenas de la Protocultura.

—Y Veiss quiere volver a ponernos esas cadenas. —comprendió Hyle. —Ella es el verdadero enemigo… y realmente DESEO matarla por ello. —dijo apretando con fuerza el rifle. —¿Me ayudaras?

—Si, Capitán. —respondió la chica-gato con visible entusiasmo.

Hyle la observó en forma inquisitiva, todavía con serias dudas sobre su temporal aliada en aquel conflicto. —Una cosa más. —dijo. —¿Que fué eso que hicieron tus compañeros? Recuerdo justo antes de desmayarme que Fritz era en realidad un Zentran y que él y Camila…

—Un beso. —dijo Lynn poniéndose colorada. —Eso fue un… beso.

Hyle se llevó uno de sus dedos a los labios y los acarició con delicadeza. —Un beso. —repitió como saboreando la nueva palabra. —Lo recuerdo y siento una sensación extraña… ¿Eso es parte de su cultura? —preguntó.

—Si. —respondió la chica-gato. —Es algo que los adultos hacen… yo… yo no tengo experiencia en eso. —reconoció desviando la mirada.

La meltran se agachó para estar a la altura de Lynn y usando su mano tomó con delicadeza la barbilla de la chica-gato y la obligó a mirarla de frente. —¿Y es algo que hacen entre Zentran y Meltrans? ¿O también entre Meltrans…?

Los cabellos de Lynn se erizaron cuando sintió que Hyle acariciaba sus labios y su rostro se volvió completamente rojo por la vergüenza. —Ah… yo… yo… —intento hablar pero sus palabras quedaron atravesadas en su garganta mientras la meltran se acercaba cada vez más a su cara.

Hyle la miró con curiosidad mientras sonreía en forma enigmática. —Cuando nos encarguemos de Veiss vas a explicarme mejor estas cosas. ¿Entendido?

—S-si… sí Capitán. —respondió la chica gato con un suspiro de alivio en cuanto Hyle apartó su rostro del de ella.

.

.

.

.

—Fritz.

El joven se volvió hacia el holograma. —¿Qué pasa, Lucy? —preguntó.

—He perdido el control de todos los nodos del Nexus. —reportó la IA. —Todos se han reiniciado simultáneamente y un nuevo protocolo reemplazó a los que tenía en la base de datos… no puedo acceder a ninguno de ellos.

—Ha sido Veiss. —dijo Ximena. —Hija de puta.

No había habido ningún cambio en la situación desde que la misteriosa Veiss se había fusionado con la fortaleza. El grupo de infiltración se encontraba atrapado en aquella maraña de tentáculos que habían sido desplegados desde los restos del disfraz que la sobreviviente de la República Estelar había utilizado para engañarlos a todos.

Lina intentó en vano usar el comunicador y tras varios intentos se dió por vencida. —Tenemos que encontrar la forma de advertir a la Bramante y a la Mainstream de lo que está sucediendo. —dijo.

Lucy era la única que estaba libre, pero su condición de holograma le impedía ayudar a los demás a escapar de aquella trampa.

—¿Y si enviamos a Lucy en busca de Lynn? —preguntó Camila tratando en vano de liberar una de sus manos.

—Los Drones solo tienen un limitado alcance desde mi brazalete. —explicó Fritz señalando el aparato que llevaba adherido en la muñeca. Si se alejan demasiado perderán la comunicación y quedarán atascados a mitad de camino.

—Rayos. —exclamó Camila. —No tenemos forma de contactar ni a Lynn ni a la flota. ¿Qué podemos hacer?

—Lynn vendrá eventualmente. —dijo la Teniente Hernandez mirando hacia la entrada parcialmente cubierta por los escombros. —Pero necesitamos contactar a la flota en forma urgente para advertirles sobre Veiss.

Mientras discutían aquello la canción de la Cantante Estelar había vuelto a sonar en el Nexus. Todos se taparon los oídos pero la canción se transmitia directamente a su cerebro y era imposible evitar oir aquella embrujada voz. Afortunadamente ninguno de ellos pareció ser afectado de la misma forma que Tali, quien seguía inconsciente también atrapada entre aquellos tentáculos blanquecinos.

Lucy proyectó un diagrama del Nexus y remarcó la disposición de la flota. —Veiss está moviendo todas las naves en forma manual. —informó. —Ha alterado la formación y está reagrupando el cuerpo principal frente a la fortaleza.

—Se está preparando para partir. —observó Ximena. —Va a robarse la flota entera y todos los guerreros para usarlos en su plan de venganza.

Fritz había logrado liberar una de sus manos de entre los tentáculos y la estaba utilizando para manipular un teclado holográfico en donde rápidamente había comenzado a analizar las causas de la desconexión de Lucy de la red del Nexus. —Mala cosa. —dijo al cabo de unos minutos. —Parece que todos los nodos han sido reconfigurados con un tipo de protocolo desconocido.

—¿El EVIL? —preguntó Camila.

—Sin lugar a dudas. —respondió el joven haciendo que su única mano libre bailara a toda velocidad sobre el teclado. —Esa cosa tiene su propia arquitectura computacional… no obstante.

—¿No obstante? —preguntó intrigada Ximena.

—Tiene que ser similar hasta cierto punto al protocolo que rescatamos de la Rainbow. —afirmó. —Las fortalezas Zentradi son, comparadas con la Serie EVIL, una versión obsoleta de su tecnología de Bio-Armas, pero incluso las versiones más modernas de un software poseen trazos de versiones anteriores embebidos en lo más profundo de su código… si esa cosa fué capaz de invadir y dominar la fortaleza, tiene que haber un protocolo compartido que podamos utilizar.

—Llevará tiempo. —dijo Lucy flotando sobre el joven investigador. —Solo dispongo del poder de procesamiento de la terminal portátil. —dijo señalando el brazalete de Fritz. —Teniendo en cuenta la complejidad del código que rescatamos de los restos de la fortaleza en EFF-04776, podría demorar años hacerlo con nuestra capacidad de cálculo actual.

—Mierda. —maldijo Ximena.

Los demás se miraron desanimados, pero Lina no había perdido las esperanzas. —¿Y qué hay de la bacteria FOLD? —preguntó. —¿No es el tiempo de usarla? Tal vez Veiss o su mascota sean vulnerables a esa cosa.

Fritz dejó el teclado y miró a la doctora inseguro. —No lo sé. —confesó. —La bacteria FOLD no está diseñada para interactuar con algo como eso. —dijo señalando a la criatura adherida al tronco principal que formaba el centro neurálgico de la fortaleza. —Asumo que Veiss sobrescribió todos los protocolos informáticos del Nexus con su propio software de control, seguramente el mismo que utiliza ese EVIL que está ahí.

—Confirmo que esa asunción es acertada. —observó Lucy. —Ninguno de los paquetes de datos que estoy recibiendo en estos momentos coinciden con la base de datos que elaboramos en base a la base de datos de la Bio-Computadora.

—¿Y eso qué significa? —preguntó Camila.

—Que aunque infectemos la Bio-Computadora (O lo que queda de ella) con la bacteria FOLD, no podremos controlarla a menos que descifre este nuevo protocolo del EVIL.

—Mierda. —volvió a maldecir Ximena. —Eso significa que la misión ha fracasado.

—Me alegra oír eso. —dijo una voz desconocida. —Eso quiere decir que solo tendré que preocuparme de Veiss y no de ustedes.

Todos se volvieron hacia la dirección de donde venía la voz y vieron una figura resaltada contra las luces que provenían del exterior. Lucy desapareció de inmediato en cuanto Fritz la miró e hizo un gesto con la cabeza.

—¿Hyle? —preguntó sorprendida Lina. —¿Qué está haciendo ella aquí? ¿Quién…?

La meltran avanzó entre los escombros y todos pudieron ver que llevaba el rifle de Lynn en sus manos.

—¿Qué le has hecho a Lynn? —gritó Camila temiendo lo peor. —¡Responde!

—Yo estoy bien. —respondió la joven chica-gato saltando desde detrás de los escombros. —Lo-lo siento. —dijo mortificada. —Fué idea mía, yo la liberé.

—De-Deculture. —exclamó la Teniente Hernandez cuando la meltran se detuvo a pocos pasos de donde se encontraba prisionera de aquellas ataduras. La Capitán Hyle la observó detenidamente sin soltar el rifle, pero no hizo ningún ademán de apuntarlo hacia ella. —La Cabo Lynn me contó todo sobre su plan para controlar esta fortaleza y usarla para detener a los Zentradi. —dijo.

Todos miraron a Lynn, quien se escondió tras el enorme cuerpo de Hyle.

—Si he comprendido bien, ustedes han fracasado y Veiss tiene ahora el control de la fortaleza. —afirmó.

—Es tal como dices. —confirmó Camila. —Veiss es nuestra enemiga, así como lo es de todos los Zentradis.

La guerrera miró a la oficial Hughs con desdén. —No me interesa lo que pase con ustedes; desde mi perspectiva ustedes son mis enemigos y mi obligación es matarlos de inmediato… sin embargo, no los considero una amenaza, menos que menos en el estado en que se encuentran ahora.

—¡Tali! —exclamó Lynn al ver a la meltran inconsciente casi enterrada entre aquellos tentáculos. —¿Qué le sucedió? —preguntó corriendo hacia ella.

—Veiss la controló con su canción maldita. —dijo Lina. —Intentó matar a Camila y a Fritz en cuanto entraron a esta habitación.

Hyle se volvió hacia la joven doctora. —¿Canción? ¿De qué hablas?

—Tú también corres peligro. —recordó Camila. —Veiss puede controlarte usando su canto, no podrás enfrentarte sola a ella. Ayúdanos a salir de aquí y juntos podremos…

—No. —respondió la guerrera con frialdad. —Ya he sido engañada por ustedes una vez; no volveré a confiar en mis enemigos.

—Capitán… —dijo Lynn mirándola con desesperación.

—Voy a matar a Veiss y voy a recuperar el control de esta nave. —dijo la meltran apoyando la culata del rifle en el piso. —Luego los entregaré a todos ustedes a mi Comandante Khallen y el decidirá su destino.

—El destino de Khallen ya está sellado— dijo una voz que sonó en toda la caverna. Hyle se volvió y apuntó el rifle hacia la oscuridad. —¿Quién ha dicho eso? ¡Muestrese! —gritó mientras giraba en redondo en busca de enemigos.

Como única respuesta una enorme pantalla se desplegó frente a ellos y la figura de Veiss apareció superpuesta al enorme tronco de nervios y conductos en donde se encontraba adherida la criatura que había asesinado a la Bio-Computadora.

—Archivista Veiss. —dijo Hyle levantando el rifle hacia la imagen. —Usted es una traidora.

—¿Traidora? ¿Yo? —preguntó la mujer cruzándose de brazos. —Yo pertenezco a quienes crearon tu raza, estúpida criatura. —dijo escupiendo las palabras. —Son ustedes los que nos han traicionado y vuelto nuestras propias armas contra la gloriosa República Estelar…. pero claro, tú no sabes eso. —afirmó.

—Se más de lo que cree. —respondió la meltran desafiante elevando un puño cerrado hacia la enorme pantalla. —Los Zentradi somos la raza de guerreros más poderosos de la galaxia y no seremos controlados por nada ni por nadie.

Veiss sonrió. —¿Está segura de ello, Capitán?

Fritz comprendió en seguida lo que iba a suceder. —¡Lynn! ¡Ayuda a Hyle! —gritó.

El canto de la Cantante Estelar comenzó a sonar de inmediato en la caverna y la Capitán Hyle sufrió un espasmo en todo su cuerpo. De inmediato tomó el rifle y tal y como había hecho junto a la vaina lo apuntó hacia su cabeza, pero Lynn ya estaba prevenida y con un rápido movimiento felino apartó el cañón del arma, bloqueando a su vez el gatillo para evitar el mortal disparo.

—¡Capitán! —gritó la chica-gato. —¡Tienes que luchar! ¡No permita que la domine!

Hyle apretaba los dientes tratando de resistir inútilmente el poder de aquella maldita canción. Su fuerza superaba con creces la de la pequeña chica-gato, pero afortunadamente aquella lucha de voluntades estaba mortalmente equilibrada. Todos los músculos del cuerpo de la meltran se sacudían y contorsionaban, como si la mente de la guerrera debiera luchar individualmente con cada uno de ellos para evitar ceder a los impulsos de aquella extraña melodía.

—¡Veiss, detente! —gritó Camila. —¡Tiene que haber otra forma, esto es una locura!

La falsa Archivista detuvo su canción ante la sorpresa de los demás. Hyle y Lynn cayeron agotadas al suelo de la caverna mientras los últimos ecos de la canción aún resonaban en los oscuros techos de la enorme estancia. —¿Lo ves? —dijo mirando a la guerrera caída. —Tu resistencia es inutil, ni siquiera puedes dominar tu propio cuerpo, ninguno de ustedes tiene el poder de detenerme — agregó mirando a los demás.

La Capitán Hyle usó el rifle que aún sostenía para apoyarse y ponerse de pié. —N-no dejaré que te lleves nuestra flota. —dijo mientras Lynn la ayudaba a sostenerse.

—¿Llevarmela? ¿En serio crees que quiero usar armas obsoletas como ustedes teniendo a un EVIL bajo mi mando? —dijo con desprecio.

La pantalla se amplió aún más y pudieron ver una vista completa de la fortaleza. Veiss había movido toda la flota en formación cerrada frente a la fortaleza, pero pronto comprendieron que no solo las naves habían sido desplazadas, los enormes asteroides que formaban el complejo de manufactura del Nexus también habían sido movidos de sus posiciones originales y ahora se encontraban frente a la fortaleza. Hyle reconoció de inmediato el centro de mando en donde Khallen y sus oficiales se encontraban en esos momentos bajo el control total de la canción de la terrible mujer.

—¿Vas a robarte también el Nexus? —preguntó Camila al ver aquello.

—No… no va a robarse el Nexus. —dijo Fritz comprendiendo lo que estaba por suceder.

—¿Pero qué…?

Camila comprendió de inmediato al ver como el enorme ojo que ocupaba la proa de la fortaleza comenzaba a iluminarse a medida que la energía dimensional del reactor comenzaba a cargar la mortal arma.

—¡No! —gritó Hyle. —¡Detente! ¡No lo hagas!

En la proa de la fortaleza, sobre el enorme cañón dimensional con forma de ojo, la monstruosa figura de Veiss que sobresalía del casco extendió ambos brazos para abarcar a todos los Zentradis del Nexus, ahora reunidos y al alcance de su venganza.

—¡Gloria a la República Estelar! —gritó con el rostro desencajado en una mueca de extasis y locura.

El tiempo pareció detenerse por efecto de la enorme concentración de energía dimensional. El espacio mismo se sacudió y deformó en cuanto la enorme lente del arma enfocó los miles de emisores en un solo punto y desató todo el poder de aquella mortífera energía al mismo tiempo. Cuatro millones y medio de Zentradis desaparecieron en una fracción de segundos en los cuales simplemente dejaron de existir al desintegrarse todos y cada uno de los átomos que formaban sus cuerpos. Khallen logró comprender al menos lo que sucedía gracias a que la enorme estructura de roca y metal que formaba el centro neurálgico del Nexus logró contener la onda expansiva de la temible arma por un par de segundos antes de ser vaporizada por completo. El gigantesco Comandante logró exclamar un "¡DECUL-!" antes de ser vaporizado también junto a su séquito de archivistas.

—¡Dios bendito! —exclamó Lina sin poder creer lo que veía.

—No sabía que eras creyente. —observó Ximena.

—No lo soy. —respondió la mujer. —¿Pero cómo quieres que reaccione a eso?

Hyle había permanecido en silencio contemplando la terrible escena, pero un hilillo de sangre brotaba de entre sus labios debido a la forma que había apretado su mandíbula. De inmediato tomó uno de los cuchillos de combate que habian caido al suelo durante el combate y lo arrojó en dirección a Ximena. —¿Su misión era destruir esta fortaleza? —preguntó. —Haganlo entonces, si aún pueden.

El cuchillo se clavó en uno de los tentáculos cerca de la mano libre de la Teniente Hernandez y la joven rápidamente comenzó a liberarse de sus ataduras bajo la atenta mirada de la meltran.

—¿Finalmente se dió cuenta de que estamos en el mismo bando? —preguntó Camila.

—No estamos en el mismo bando. —respondió Hyle. —Hagan lo que tengan que hacer, no pienso detenerlos. —afirmó.

Lynn tomó su cuchillo y comenzó a ayudar a Lina y a Fritz, quienes pronto estuvieron libres de aquellos tentáculos. Lo primero que hizo Von Neumann una vez que estuvo libre fué desplegar sus pantallas holográficas para analizar los datos disponibles.

—Lucy. —llamó.

El holograma apareció junto a él, lo que provocó que Hyle apuntara su arma hacia la figura que había aparecido de forma súbita.

—Lucy es un holograma, no puedes dañarle. —explicó Lynn poniéndose junto a la guerrera.

El joven hizo que todos los datos cruzaran fugazmente delante de sus ojos. —Es peor de lo que temia. —dijo.

—¿A qué te refieres? —preguntó Camila.

—La energía liberada por ese disparo… ha sido una fracción de la que se encuentra almacenada en los generadores dimensionales de la nave… ¡Veiss puede disparar el cañón principal en forma continua! —exclamó mientras sus dedos temblaban sobre el teclado holográfico.

—Un maldito cañón dimensional automático…. dime que estás bromeando. —dijo Ximena.

Lina terminó de revisar el estado de Tali y volvió su vista hacia la enorme pantalla que todavía mostraba el exterior de la superfortaleza. —Ese poder de fuego… nada podrá detener a Veiss ahora. —dijo con un hilo de voz.

Hyle las observaba en silencio. Aún llevaba el rifle de Lynn en sus brazos pero no hizo ningun gesto de sentirse amenazada ni siquiera cuando Ximena y Lina recuperaron sus propias armas de entre los restos del cuerpo de Veiss.

—¿Y ahora que hacemos? —preguntó Camila que se habia arrodillado junto a Fritz.

—La misión ha sido comprometida, pero tenemos que neutralizar esta fortaleza, es nuestra prioridad número uno.

Fritz extrajo la ampolla con el aplicador y la mostró a los demás. El líquido escarlata brilló en cuanto el joven lo levantó en alto. —¿Servirá de algo? —preguntó.

—Solo hay una forma de averiguarlo. —dijo Ximena. —Hazlo.

Von Neumann se incorporó y apagó las pantallas a su alrededor. —Lucy. ¿Has logrado encontrar un sitio apropiado?

—Afirmativo. —respondió el holograma. —Aquí.

La IA desapareció y apareció junto a uno de los enormes tallos de metal que se elevaba sobre los restos de la Bio-Computadora señalando uno de ellos en particular. —Esta es una arteria primaria y está conectada a todo el sistema circulatorio central.

—¿Qué hay de Veiss? —preguntó Lina mirando nerviosamente la pantalla. La enorme figura que se erguía sobre el cañón principal había cerrado los ojos y parecía estar dormida.

—Tal vez está momentáneamente fuera de combate. —observó Ximena. —Hay que hacerlo ahora o nunca.

Fritz asintió y avanzó hacia allí, pero se detuvo en cuanto Hyle se interpuso en su camino. Los demás se pusieron tensos y apretaron las empuñaduras de sus armas, pero nadie las apuntó contra la meltran.

—Déjame hacerlo a mi. —pidió la guerrera.

Von Neumann se volvió indeciso y miró a Ximena. La Teniente Hernandez asintió con la cabeza y el investigador extendió la mano con la bacteria. —L-la parte afilada va con-contra la arteria principal. —explicó nervioso.

Hyle tomó el aparato y sin decir una palabra caminó hasta donde estaba Lucy, en donde se detuvo un momento mientras los demás contenían el aliento.

—Soy un soldado. —dijo Hyle con voz solemne. —Haré lo que sea por derrotar a mi enemigo, aunque sea sacrificando a toda mi gente.

Tras decir aquello apoyó el aplicador sobre el cableado y presionó con fuerza en donde Fritz le había indicado. Hubo un tenue siseo y una vez que la ampolla estuvo vacía el aparato quedó aplastado por la fuerza de Hyle.

No hubo ningún cambio en el ambiente. La meltran se volvió y enfrentó a todas las miradas que se encontraban clavadas en ella. —¿En serio pueden detener a Veiss con esto? —preguntó.

—Lo intentaremos. —prometió Camila. —Nuestro plan original ha fracasado, pero haremos lo posible por detenerla.

—Tenemos que informar a nuestra flota de esto. —dijo Lina. —En estos momentos Veiss es la fuerza más peligrosa para nosotros, más aún que los Zentradis.

Hyle la miró con interés mientras se acercaba a ellos. —¿Una flota? —preguntó. —¿De cuántas naves estamos hablando? —preguntó.

—Doce. —respondió Fritz.

—Es un buen número. —observó la meltran. —Si logran rodear a Veiss con un ataque de saturación coordinado tal vez…

—Doce naves, no Doce millones de naves. —aclaró Camila ante la mirada atónita de la Capitán Hyle.

—¿Do-doce naves? —preguntó la meltran sin poder creer lo que escuchaba. —Eso… eso ni siquiera es una escuadra completa. —dijo.

—En realidad trece. —lo corrigió Lucy.

—¿Trece? —preguntó intrigada Ximena.

—La "Dumpster Fire" es todavía parte de la flota. —recordó la IA.

Lynn se rascó la cabeza. —"Dumpster Fire" es el nombre que usamos para referirnos a su nave, Capitán Hyle. —explicó la chica-gato.

—"Dumpster-Fire" —repitió la meltran. —¿Así que su "cultura" llama a sus naves con un nombre particular? —preguntó intrigada.

—Es la costumbre. —respondió Camila.

Hyle guardó silencio mientras procesaba aquello. —¿Qué significa ese nombre? —preguntó.

Lynn miró a Ximena sin saber que decir. —Creo.. creo que significa "Invencible Guerrera" o algo así. —dijo esquivando la mirada.

—"Invencible Guerrera" —repitió Hyle. —Qué nombre tan apropiado, me agrada. —dijo ante las miradas de resignación de todos los presentes.

—Espera un momento. —dijo Fritz levantando la cabeza de pronto. —Lucy.

—¿Si? —preguntó la IA volviéndose hacia el investigador.

—Recién dijiste. "La Dumpster Fire es todavía parte de la flota". ¿Verdad?

—Es correcto. —respondió el holograma.

—¿Estás diciendo que…?

—La nave aún figura activa en mis registros. —anunció la IA. —No se ha movido de su sitio en el astillero periférico y continua operacional.

Hyle dió un salto. —¿Mi nave? ¿Mi nave no ha sido destruida? —preguntó con cara de asombro.

Fritz desplegó las pantallas de su terminal y confirmó los datos a una velocidad sorprendente. —Estoy confirmando… si, tengo telemetría con la nave… ¡Aún está operacional! —exclamó con alegría señalando los datos que fluían por la pantalla y nadie más que él podía comprender.

—Lucy. —dijo Ximena volviéndose hacia el holograma. —¿Puedes volar la nave tú sola?

—Afirmativo. —respondió la IA.

—Tráela hacia aquí de inmediato. —ordenó ante la sorpresa de los demás. —Antes que Veiss se recupere y se de cuenta que aún seguimos aquí.

—A la orden. —respondió Lucy. —Tendré que usar todo mi poder de procesamiento para hacerlo, no podré mantener mi avatar durante ese tiempo.

—Hazlo.

El holograma desapareció en una explosión de luces y el silencio los envolvió.

—¿Quieres escapar en la nave de la Capitán Hyle? —preguntó Lynn.

—Si, tenemos que avisar de inmediato a la flota y necesitamos los sistemas de comunicación que hay en la nave. —respondió la Teniente Hernandez. —No podemos hacer nada más aquí, tenemos que retirarnos y preparar un contraataque.

Camila observó a la criatura que permanecía adherida a la columna central de tuberías y tallos de la fortaleza. —¿No deberíamos intentar destruir esa cosa mientras podamos? —preguntó. —Tal vez nunca más tengamos la oportunidad de acercarnos tanto al centro mismo de la Super Fortaleza.

—Ojalá tuviéramos explosivos o cargas de demolición. —exclamó Lina.

—Yo tengo un par de granadas de fragmentación. —dijo Ximena. —Pero de poco servirán contra esa cosa.

Todos comprendieron que era mejor escapar mientras tuvieran la chance de hacerlo, aunque Hyle se mostró reacia a hacerlo. —Los Zentradis jamás retrocedemos. —protestó apretando el rifle de asalto con ambas manos mientras los demás se preparaban para ponerse en marcha.

—Es cierto. —aseguró Camila colgándose su propio rifle al hombro. —Pero no tiene sentido arrojar tu vida en vano aquí; tu nave y tripulación te necesitan y aún no nos ha vencido. —le recordó.

La meltran no respondió pero para sorpresa de todos tomó a la desvanecida Tali y la cargó con facilidad en su espalda. —Yo la llevaré. —dijo. Lina le dirigió una mirada de preocupación pero asintió con la cabeza finalmente.

—Bien. —dijo Ximena al comprobar que todos estaban listos. —Avanzaremos hacia el transporte de inmediato, formen una fila y protejan los-

—¿Van a algún lado?

Un escalofrío recorrió los cuerpos de todos. Hubo un crujido en lo alto y al voltearse vieron como el EVIL se estaba moviendo de una forma extraña. Pronto se dieron cuenta que el cuerpo había comenzado a hincharse y cambiar de forma y al cabo de unos minutos un busto comenzó a surgir de entre las protuberancias y bultos de aquel material oscuro y brillante. El rostro de Veiss emergió de entre el material biológico y desde lo alto, los miró con una sonrisa maligna entre sus oscuros labios. —Aún no he terminado con ustedes. —dijo con una voz que hizo que todos, incluida Hyle, se paralizaran de terror.

—Oh mierda. —exclamó Fritz sintiendo que su vejiga se aflojaba de pronto.