-o-
"Lo que se refleja en estos ojos
se convertirá en cenizas".
-Naruto Data Book
-o-
c6- Beneath the Demon Moon (Bajo la luna demoníaca)
Cuando la puerta de entrada estuvo a la vista, Sakura finalmente dejó de correr.
Tras sus altos muros, el Complejo Uchiha estaba silencioso y oscuro. Después de tanto tiempo dentro de Tsukuyomi, le sobresaltó recordar que así era el lugar en su realidad, en su presente. Solo que ahora conocía la diferencia de primera mano.
Los Uchiha no existían más en Konoha, y ella estaba allí para verlos desaparecer.
Tan pronto cruzó el umbral, perdió lo poco que le quedaba de una esperanza infundada. Las siluetas inconfundibles de algunos cadáveres le salieron al paso en calles y aceras. En sus rostros, la angustia del que ha intentado escapar sin éxito de un verdugo que inexorablemente, casa por casa, había descendido con su particular sentido de la justicia y su indetenible arrogancia, demandando sangre y poder.
Cualquier buena voluntad o simpatía que Itachi se había ganado con el dilema que le había presentado, pareció esfumarse en ese momento ante la violenta evidencia de la masacre y la magnitud de sus consecuencias. Tal vez Konoha había sido la responsable, pero Itachi como su brazo ejecutor, no era menos culpable por ello.
Itachi había instrumentado un genocidio, y eso, nada lo podía cambiar.
Un ruido a sus espaldas le hizo voltear, el viejo kunai que la había acompañado desde que entró en Tsukuyomi estaba de vuelta en su mano.
"¡No, no, no, eso no!"
En ese momento, Sasuke cruzaba el umbral de entrada al Complejo. En su rostro, una expresión confusión se contrajo en una de miedo en pocos segundos. En la distancia, Sakura podía ver su cuerpo temblando de arriba abajo, sus pequeñas manos aferrando con fuerza la tira del bolso cruzado sobre su pecho.
¡Qué tonta había sido! Todo este tiempo pensando que ella podía entender, ayudar, y hasta proteger a Sasuke, cuando su pasado estaba marcado por algo como esto. Desde luego que nadie podía entender la profundidad del vacío en el que él estaba cayendo justo ante sus ojos… nadie, excepto su hermano mayor, el responsable de haberle quitado todo.
En ese momento de horrorosa claridad, Sakura comprendió por fin por qué todo lo que motivaba al Sasuke de su presente estaba atado a Itachi. Irremediablemente, por la voluntad de este, como un juego macabro a ser dios y destino.
Luego del shock inicial, Sasuke echó a correr hacia su casa, desesperado, y Sakura hizo un estúpido intento por detenerle, aun sabiendo que era imposible afectar de ningún modo la ilusión.
Nuevamente, solo podía seguirle, los ojos fijos en su espalda, temiendo lo peor.
Mientras veía a Sasuke entrar a su casa y recorrerla con apremio, llamando a sus padres, Sakura supo con certeza que Itachi les esperaba en algún lugar, como el depredador espera a la presa principal del día.
Por varios segundos, Sasuke vaciló frente a la puerta cerrada de la habitación de sus padres, y Sakura tomó una bocanada de aire tratando de templar sus nervios.
Aun así, nada la preparó para la escena en cuestión. Los cuerpos de Fugaku y Mikoto estaban tendidos al fondo de la habitación, en un charco de su propia sangre, sendos cortes en la espalda, precisos y profundos les habían arrebatado la vida en segundos. Sasuke se sacudía entre llanto e incredulidad, llamándoles, hasta que sus ojos se ajustaron a la penumbra y la silueta inconfundible de su hermano se hizo visible detrás de los cuerpos.
"Hermano, ¿qué está pasando… por qué…?"
Itachi volvió su rostro hacia Sasuke con lentitud, sus ojos brillando color carmesí.
"Tonto hermano menor".
"¡Nooooo!" Sakura gritó, tratando de interponerse entre ambos, pero el Mangekyou Sharingan les atrapó a los dos de inmediato, y la locura de estar en un genjutsu dentro de otro genjutsu fue un detalle insignificante ante el horror de lo que Itachi les estaba haciendo ver.
Uno tras otro, en un bucle que parecía interminable, el infame nukenin les hizo vivir y revivir cada uno de los asesinatos, de cada uno de los miembros del Clan, en innecesario y sangriento detalle; especialmente la muerte de los padres de Sasuke, postrados delante de él en una súplica inútil, sus rostros desencajados con un terror que paraliza el alma.
Jamás, en toda su vida, Sakura iba a poder olvidar los gritos desgarrados de súplica y desesperación de Sasuke mientras las imágenes continuaban implacables una tras otra; cada vez más sangrientas, cada vez más violentas, grabándose a fuego en sus mentes.
"¡Maldito seas, Itachi!" Sakura vociferó con la poca fuerza que le quedaba, cuando por fin terminó el genjutsu, luego de lo que parecieron horas atrapados. Ella cayó sobre manos y rodillas, puntadas de dolor recorriendo todo su cuerpo, mientras a su lado, Sasuke se había desplomado, quedando tendido en aparente estado de conmoción.
"¿Por… qué…?" preguntó jadeando agitadamente. "¿Qué necesidad… tenías de… torturarlo así?"
Itachi no contestó. Si no estuviera completamente agotada, ya se hubiese levantado a sacarle las palabras a golpes. "¡Contéstame!" demandó, lanzando por fin el kunai en su puño, que él esquivo sin casi moverse.
"¿Por qué lo hiciste, hermano?"
La voz quebrada de Sasuke, apenas un débil murmullo, pareció llenar la habitación. Luego de sufrir una técnica de tortura semejante, Sakura no esperaba que él recuperase el conocimiento por varios días. Pero si algo tenía su infame compañero del Team 7, era resiliencia.
"¿Por qué?" volvió a preguntar, genuinamente confundido.
"Para medir mi propia capacidad".
¡Oh, Sakura podría haber creído esa razón sin ningún problema! Itachi destilaba la típica arrogancia de todos los clanes que poseían un Kekkei Genkai.
"¿Lo hiciste… solo por eso?" Sasuke se estaba poniendo de pie con esfuerzo, el chakra en su cuerpo en total desequilibrio, saliendo como una llamarada a su alrededor.
"¡¿Qué clase de razón es esa?!"
Encontrando una fuerza inesperada, el menor de los Uchiha se lanzó contra su hermano, un grito de guerra en la garganta y los puños bien apretados al frente. Pero Itachi le despacharía sin problemas, con un golpe al estómago que lo envió de nuevo al suelo, tosiendo y jadeando.
En ese momento Sakura vio desaparecer lo último que quedaba del ninja en entrenamiento. En su lugar quedó el niño pequeño y hasta entonces, inocente, que estaba enfrentándose a la muerte repentina y violenta de sus padres, sus cadáveres a centímetros de su rostro; a la traición de su hermano mayor, sin duda, la persona más importante para él en su vida. En segundos, Sasuke estaba poniéndose de pie nuevamente, esta vez aterrorizado. Salió de la habitación a toda velocidad, llorando y suplicando por su vida.
"¿Cómo pudiste hacerle esto?"
Escuchar su propia voz, coloreada por las lágrimas la sobresaltó. No se había dado cuenta del momento en el que había empezado a llorar, paralizada como estaba en el suelo.
"¿Cómo es esta tu forma de protegerle?"
Pero Itachi seguía sin responder a sus preguntas, inmerso en la representación del pasado, moviéndose ya hacia la salida con la clara intención de seguir a Sasuke y continuar con su tortura.
Increíblemente, Sakura le vio marcharse sin siquiera intentar detenerle. Ya no le quedaban fuerzas para levantarse del suelo y seguirle. Tampoco le quedaban ganas de continuar viendo el morboso enfrentamiento entre los hermanos. La kunoichi cerró los ojos, apretándolos hasta que comenzaron a dolerle, las lágrimas dejando de caer por fin a fuerza de voluntad.
¿Por qué Itachi le mostraba ahora todo lo peor de sí mismo, luego de mostrarle todas las razones por las que debía creerle? ¿Por las que debía confiar en él?
"¿Por qué?" susurró para sí misma, contemplando sus puños apretados contra el suelo con impotencia.
"Tenía que asegurarme de que Sasuke me odiase con todas sus fuerzas".
La voz grave a sus espaldas la hizo saltar hacia el frente. Sus pies giraron y su cuerpo cayó en cuclillas, una postura defensiva completada no sin esfuerzo.
Entonces le vio, recostado contra la pared, a un lado de la puerta de la habitación, y la sorpresa casi le hace perder el equilibrio.
Por primera vez desde que Sakura había entrado en Tsukuyomi, el verdadero Uchiha Itachi, el hombre de su presente y no el niño que había sido en el pasado, se dejaba ver.
Tenía los ojos cerrados, los brazos cruzados sobre su pecho y ninguna expresión en el rostro. Su característica túnica negra con nubes rojas estaba ausente, al igual que su hitae-ate. En su lugar vestía de negro, un uniforme ninja indistinguible. Era alto, aunque no tanto como Kakashi-sensei, pero sí con la misma contextura poderosa de un ninja en su esplendor. Su cabello, mucho más largo que en el pasado, continuaba atado en una cola a la altura de su nuca.
"Tenía que ser el único responsable en su mente", continuó hablando sin moverse "despreciable e imperdonable. El único al que debe destruir, si mi plan ha de funcionar".
"¿Plan? ¿Qué plan puede justificar esto?" exclamó con un ademán hacia los cuerpos sin vida, ahora a su lado. "Itachi… ¡tus propios padres!"
Su respuesta fue abrir los ojos, mirando en la dirección señalada sin parpadear.
"Ellos me estaban esperando". Sus hombros se encogieron mínimamente. "Lo sabían, y, aun así, eligieron sacrificarse en lugar de luchar. Al final, decidieron apostar por el futuro que yo había visto para Sasuke y para el Clan".
Sakura volteó a ver los cuerpos nuevamente. Era difícil imaginar al arrogante y manipulador Fugaku dando un paso atrás, dejando todo, hasta su vida, por los ideales de su hijo.
"Por eso no puedo fallarles".
Con movimientos elegantes y comedidos, el nukenin se despegó de la pared dando un par de pasos al frente y volviéndose a verla. La intensidad de su mirada la hizo revolver en el sitio, insegura de a dónde mirar. De golpe, todas las razones por las que debía temer a este hombre y que se habían diluido ante la permanente visión del niño que había sido, volvieron a por venganza.
"Sakura-san, aún debes ver cómo termina esta noche".
"No", suplicó sin poder contenerse, "no más por favor…".
Pero ya era tarde, Sakura se sintió arrastrada física y emocionalmente por Tsukuyomi, una vez más.
-o-
El resto del intercambio entre los hermanos Uchiha, Sakura lo presenció silenciosa, manteniéndose al margen, pero sin perder detalle.
Quizás era por el agotamiento emocional de la técnica ilusoria a la que estaba sometida o simplemente el shock de vivir la violencia de una masacre de aquella magnitud, pero la kunoichi se encontró a sí misma suspendida en una extraña calma, que solo podía presagiar una tormenta en ciernes.
Así pudo ver, aparentemente impasible, cómo Itachi había animado a Sasuke a odiarle, a hacerse más fuerte asesinando a su mejor amigo y luego, a buscarle cuando estuviese listo para matarle con los mismos ojos que él tenía. Luego, cómo Sakuke se había sobrepuesto nuevamente a su miedo y a todo el horror que había vivido, persiguiendo a su hermano por varias calles antes de tratar de matarle allí mismo con un simple kunai.
Si Sakura hubiese tenido su propio kunai en ese momento, le hubiese ayudado de buena gana a descerebrar al mayor de los Uchiha. Internamente, ella estaba amasando su propia carga de odio y desprecio por el nukenin que superaba todo lo que había experimentado antes de conocerle. ¿Y cómo no hacerlo, cuando estaba viéndole herir a una de las personas que más le importaban en su vida? ¿Al compañero de equipo que ella y Naruto juraron traer de vuelta?
Pero entonces, claro, la vio; esa maldita expresión de dolor, desnuda, desgarrada y completamente ajena en el estoico rostro de Itachi; una lágrima descendiendo por su mejilla mientras la realidad de haber perdido para siempre a su hermanito menor le pegaba de lleno.
Ahora el deseo de proteger a Itachi, de hacer justicia en su nombre le sobresaltó por su violencia, haciéndola sentir a punto de estallar… a punto de romperse en pedazos, ante tantos sentimientos encontrados que no tenían oportunidad de convivir juntos en una sola persona.
No se podía amar a uno y condenar al otro, tanto como no se podía separar sus destinos.
Sakura se acercó al cuerpo de Sasuke, tendido en medio de la calle, pareciendo demasiado un cadáver más en medio de la tragedia. De cuclillas a su lado, trató de entender cómo se puede lastimar tanto en nombre del amor, y si el amor dolía siempre tanto como había dolido, invariablemente, el suyo por Sasuke.
"¡Eres un sádico, ¿sabes?!" dijo por fin, su temperamento despertando de su aletargamiento con nuevas energías. "¡Ya lograste lo que querías, Sasuke va a crecer odiándote más que a nada en su vida, eso te lo garantizo!"
Frente a ella, Itachi reajustaba su hitae-ate con cuidado, recuperando con cada movimiento la compostura perdida hacía momentos. El vistazo al ser humano detrás del asesino parecía ahora una parte más de la ilusión, lo que solo azuzó la llama de su mal carácter.
Sakura no era sínica ni propensa a la amargura, pero en ese momento la desesperanza estaba sofocándola. Una carcajada nerviosa comenzó a salir a borbotones de su cuerpo por varios segundos, dejando escapar una tensión que ya no podía manejar. Había enfrentado el reto de Tsukuyomi con el deseo de encontrar respuestas y una solución al dilema de Sasuke. Ahora, estaba en un callejón sin salida, dudando de sus propios sentimientos y su propia capacidad para volver a construir una realidad fuera de la ilusión.
Parpadeando lágrimas y sudor fuera de sus ojos, Sakura miró fijamente al shinobi frente a ella: un monstruo de trece años; un hermano dedicado; un psicópata asesino; un hijo ejemplar…
…un niño.
"Contéstame algo. Después de todo esto, ¿cómo abandonar a Sasuke a su suerte va a protegerle? Lo dejaste como un paria, a merced de Danzo, con la venganza como único sustento".
Finalmente, el joven ANBU reaccionó a sus palabras, acercándose a ella unos pasos, sus ojos fijos en el cuerpo tendido de su hermano.
"En todo lo que he hecho" comenzó con cuidado, "Sasuke ha estado de primero en mis pensamientos. Su bienestar me importa más que la aldea misma".
"Lo que dices y lo que haces son dos cosas distintas".
Itachi se inclinó frente a Sakura, al otro lado de Sasuke. Con una ternura inesperada apartó los cabellos de la frente de su hermano menor, sus dedos acariciando su mejilla. Sakura sintió ganas de apartarle de un manotazo, pero se contuvo.
"Sasuke no conoce nada sobre la maldición en la sangre Uchiha, ni sobre los rituales a los que estaba sometido su Clan. Empujarlo hacia un camino diferente, que lo lleve a conseguir poder por otras vías, lo mantendrá limpio".
Solo el imaginar al pequeño Sasuke participar de un ritual como el que había presenciado en Tsukuyomi le hizo estremecer. Sakura tuvo que dar, de mala gana, un punto más a favor del nukenin.
"Empujarlo a matarme servirá para que restaure el nombre Uchiha y recupere su equilibrio y paz mental". Itachi suspiró sonoramente y volvió sus ojos por fin hacia los de Sakura. "Entonces él podrá seguir viviendo, reconstruir el Clan como desee, con la libertad de mezclar su sangre, diluirla, y con ello, sin saberlo, destruir la maldición que causó la verdadera desgracia de su Clan".
"Un nuevo comienzo…" Sakura interrumpió en un murmullo. "¿A eso te referías cuando hablaste con el Sandaime?"
Itachi asintió, poniéndose de pie. "Y es a él a quien debemos ir a ver enseguida".
-o-
Sakura se frotó ambos ojos con fuerza. ¿Pero qué coño le pasaba ahora, que todo le hacía llorar? Ella se había prometido a sí misma dejar la emocionalidad atrás cuando comenzó a entrenar con Tsunade como su aprendiz, deseando fortalecerse como persona y como ninja.
Genjutsu de tortura psicológica o no, ella no iba a retroceder ahora.
Mordiendo el interior de su mejilla, volvió su atención a la escena frente a ella, tratando de no moquear más. Era la nostalgia de ver al Sandaime, de escuchar sus palabras de apoyo lo que le impedía parar de llorar, y no el ver a Itachi completamente postrado en súplica frente al tercero, la desesperación asomándose como nunca en su tono de voz.
Muy diferente había sido su postura y accionar cuando ambos habían llegado minutos antes a la Torre para reportar el éxito de la misión ante el Consejo. Sus palabras estaban dirigidas a todos, pero la amenaza velada en ellas estaba, claramente, dirigida a Danzo.
"Dejaré la aldea como un criminal, el único culpable de la masacre del Clan Uchiha, pero dejo aquí mi legado y en su continua existencia está la garantía de mi discreción".
Si las cosas que sabía Uchiha Itachi saliesen alguna vez a la luz pública, todo el sistema político de la aldea podría derrumbarse como un castillo de naipes. La masacre Uchiha era tal vez lo más grave, pero no lo único cuestionable en el repertorio de secretos de Itachi. Sakura estaba, de algún modo, segura de ello.
Ahora, mientras Itachi suplicaba al Sandaime la protección personal de Sasuke en la aldea y este le prometía cuidar de su hermano en su ausencia, Sakura comenzó a recorrer mentalmente la historia que había presenciado hasta ahora, tratando de recuperar la serenidad mientras encontraba los puntos ciegos en la trama hábilmente urdida por Itachi.
Cuando el Sandaime finalmente se retiró de la habitación, las lágrimas en su rostro se habían secado, y en su mente una pregunta había tomado cuerpo.
Itachi seguía de rodillas frente a ella, su agotamiento evidente en su postura, pero por lo demás, estaba paralizado como si el tiempo se hubiese detenido. ¿Era este el fin de la historia? No si Sakura podía hacer algo al respecto.
"Bueno, parece que ganaste esta partida: Sasuke está seguro, la aldea fuera del alcance de Akatsuki, Danzo perdió su oportunidad, y tú… tú tienes todo el poder del Clan Uchiha en tus manos. Muy conveniente para ti, ¿no?"
Sakura se plantó delante de él, manos en la cintura, en el mismo lugar que el tercero había ocupado hacía momentos.
"Lo que no me has dicho aún es, ¿qué piensas hacer con ese poder que, según tú, ha corrompido a todos los Uchihas irremediablemente?" preguntó arqueando una ceja para mayor efecto. "¿No me dirás ahora que tú eres inmune?" El sarcasmo fue de campeonato. Ino estaría orgullosa de ella.
Itachi, lentamente, levantó la cabeza.
"Cuando salí de la aldea tenía la ambición de enfrentar y destruir a Madara y Akatsuki, antes de que sus planes se pusieran verdaderamente en marcha. Luego, hacer lo propio con Danzo".
"Entones, ¿por qué no lo has hecho?"
"Porque algo que no estaba en mis cálculos… algo que está a punto de pasar, va a cambiar mi destino".
Sakura arrugó el rostro. "No entiendo, ¿qué p-?"
Itachi estaba de pie, empuñando el Tanto que siempre llevaba en su espalda antes de que Sakura siquiera se hubiese percatado de la amenaza. En menos de un parpadeo dos sombras aparecieron en una de las ventanas de la oficina Hokage a sus espaldas.
La primera de las sombras se lanzó enseguida en contra del joven ANBU, siendo despachado por este con una rapidez pasmosa, la garganta rebanada hasta casi decapitarle.
Estúpidamente, Sakura comprendió en ese momento porque Tsunade se había deshecho de todas las alfombras decorativas en la oficina Hokage.
El segundo atacante no corrió con mejor suerte que su compañero, el tanto le atravesó de lado a lado a la altura del corazón.
Pero al tercer atacante, ni ella ni Itachi lo habían visto.
Una lluvia de dardos que parecían venir de todas direcciones descendió sobre Itachi y Sakura nunca vio a nadie contorsionarse y moverse con tanta agilidad en un espacio tan reducido, esquivando el ataque al tiempo que usaba un katon no jutsu que terminó de chamuscar las alfombras y parte del mobiliario.
En pocos segundos, el tercer atacante estaba rostizado y con tres shurikens clavados en puntos vitales, para mayor seguridad.
Sakura estaba más que impresionada. Se volvió a ver a Itachi con una sonrisa de felicitación que murió rápido en sus labios. En el cuello del Uchiha, uno de los finos dardos había encontrado su blanco.
Itachi comenzó a mover la mano hacia el dardo, pero Sakura estaba sobre él enseguida, apartándole de un manotazo para removerlo ella misma.
"¡Veneno!" exclamó después de olfatearlo con cuidado, "aunque no lo reconozco, nunca he visto algo así".
"Eso es porque no se trata de un veneno hecho para matar, no de inmediato al menos".
Sakura estaba genuinamente desconcertada "¿Cómo dices?"
"Este es el comienzo de la enfermedad que me consume".
"¿Qué enfermedad?" inquirió. Si Uchiha Itachi estaba enfermo, había logrado mantenerlo en absoluto secreto o la inteligencia de Konoha sobre el nukenin ya lo sabría.
"La enfermedad que no me permite usar mi poder al máximo de mi potencial".
La espalda de Sakura se puso rígida enseguida, el aliento contenido dolorosamente como si hubiese intentado tragar una piedra. Porque esas últimas palabras, alarmantes como eran por sí mismas, no habían sido dichas por el niño ANBU frente a sus ojos.
La kunoichi sabía bien lo que iba a ver antes de voltearse.
El verdadero Uchiha Itachi estaba de nuevo frente a ella y Sakura no quería ni imaginarse que tan poderoso era entonces este hombre cuando no estaba enfermo.
Recordando entonces el concepto de respirar, Sakura tomó una bocanada nada discreta antes de preguntar.
"¿Imagino que Danzo envió a los asesinos?"
"Así fue".
Sakura se volvió a mirar al joven ANBU, que se frotaba distraído el punto de inserción en su cuello. El Itachi adulto era una novedad demasiado desconcertante para ella. Aun con sus ojos negros y sin la vestimenta de Akatsuki, era difícil verle sin recordar de lo que era capaz el nukenin más odiado y peligroso de la aldea y con razones de sobra.
"Si no podía matarte, su objetivo era incapacitarte" afirmó, tratando de concentrarse en la tarea pendiente.
"Danzo prefiere un perro con rabia a uno muerto. Del primero aún es posible sacar beneficios".
Nada quería más en ese momento la kunoichi, que salir corriendo, encontrar la cama más cercana y dormir por mil años. Pero ella no sería quien era si se permitía rendirse después de haber llegado tan lejos. Lo que Itachi quería de ella, ella no lo iba a dar sin pelear hasta el final.
"Vale, admito que hasta ahora has presentado una historia plausible, pero si soy franca, las conspiraciones, los golpes de estado, las traiciones… todo eso no tengo ninguna dificultad en creer".
Sakura le enfrentó de brazos cruzados y con el mentón en alto, haciendo un esfuerzo por mirarlo a los ojos.
"La parte que más me cuesta tragar, es que todo esto, era lo mejor para Sasuke".
"Dejarlo atrás fue lo más duro de todo lo que hice" replicó.
"¿Y qué hay de lo duro que fue para él? ¡Tú no estuviste aquí para ver su soledad, su aislamiento; como el odio que plantaste en él le consumió!" Sakura apretó los puños hasta que le comenzaron a doler. "Vivir así, tampoco es vida".
"No tenía otra opción" contestó, sin perder la compostura. "La visión de mi padre era perpetuar el sistema Uchiha. Un sistema en el que Sasuke no era más que mi repuesto, y tendría que perder sus ojos y su vida, por mí".
Sakura sintió como si le hubieran dado una cachetada. De algún modo se le había escapado el hecho de que Sakuke estaba también sujeto a las costumbres de su Clan; sus privilegios por ser parte de la familia principal terminaban tan pronto empezaban los de Itachi, destinado a ser el próximo líder.
Mientras ella contemplaba todas las aristas de este nuevo horror, Itachi se había acercado al escritorio del Hokage, examinando con curiosidad un viejo portarretratos con una foto descolorida al otro lado del cristal. "Sé que el Sandaime cumplió su palabra y le protegió tanto como pudo hasta su muerte, lo demás dependería del propio Sasuke y de su suerte".
"Es curioso que digas eso", Sakura estaba completamente exhausta mental y físicamente, pero lejos de permitirle ninguna salida fácil al Uchiha.
"Yo recuerdo bien la muerte del Sandaime, porque justo después del funeral tú te apareciste en la aldea, tratando de secuestrar a Naruto y enviando a Sasuke al hospital por semanas".
La kunoichi se acercó también al escritorio desde el otro lado. Tener algo sólido entre ellos le hizo sentirse marginalmente mejor.
"Un brazo y varias costillas rotas, si mal no recuerdo… trauma psicológico severo…".
Irguiéndose todo lo posible y con las manos en la cintura, Sakura encontró de algún modo la fuerza para increparle. "Me parece que Sarutobi-sama también lo estaba protegiendo de ti".
"Con el Sandaime muerto era cuestión de tiempo para que Danzo lo matara. Aparecer en la aldea era un mensaje para Danzo y un recordatorio para Sasuke y su promesa de matarme".
"¡No tenías que romperle las costillas para recordárselo!"
"Konoha ya no era segura, tenía que hacerlo marchar".
"¿E ir con Orochimaru era la mejor opción?"
"No había mejor opción".
"¡Dices eso es porque tú no le has visto!" agitada, Sakura comenzó a caminar de un lado a otro en la oficina. "Ese sello maldito que tiene en su cuello es…", se estremeció de repulsión solo con recordar la mutación severa que causaba.
Itachi se movió de repente, interponiéndose en su camino y obligándola a detenerse frente a él. "Yo me haré cargo de destruir ese sello antes de morir", Sakura quedó atrapada por la repentina sinceridad en sus ojos. "Eso te lo juro, Sakura-san".
"Quisiera creerte, de verdad, pero hagas lo que hagas ahora… él nunca será el mismo".
Sakura sacudió la cabeza, apartando la mirada, tratando de contenerse, pero las siguientes palabras salieron sin que pudiera hacer nada por impedirlo.
"¡Y no sabes lo que te odio por haberme mostrado el niño que fue y lo que podría haber sido su vida si, si…!"
Cuando se le quebró la voz, Sakura supo que había llegado a su límite.
O salía de allí corriendo o iba a romper en llanto delante de Uchiha Itachi.
Entonces, con la poca dignidad que le quedaba, eligió correr.
-o-
Konoha estaba dormida.
Calles desiertas, luces apagadas. Un silencio atípico dominaba el lugar.
No era por la hora. Konoha podía presumir de una intensa vida nocturna hasta el amanecer.
Se trataba, más bien, del fin de la ilusión.
Itachi le había mostrado su historia, su sacrificio, su demencia.
Sakura había perdido su tiempo, su realidad y algo de su cordura en el proceso.
Por ello, lo primero que hizo al salir de la Torre Hokage había sido buscar el callejón más estrecho y deprimente posible y esconderse allí a llorar. Nada, opinaba Sakura, podía ser más liberador. Especialmente cuando sus puños lloraban con ella, dejando a su paso una destrucción proporcional a la rabia y el dolor que la desgarraban por dentro.
Lo segundo que hizo, cuando logró calmarse, fue quedarse dormida. Cuánto tiempo era imposible de decir en Tsukuyomi, pero había sido, al menos, un descanso reparador. Al momento de abrir los ojos, aún era de noche, las estrellas visibles en un cielo despejado y sin luna.
Ahora, mientras caminaba sin rumbo por las calles empedradas de la parte más antigua de la aldea, la kunoichi hacía un nuevo repaso mental de todo lo que había visto y cómo descubrir el pasado Uchiha había sido una aventura mucho más siniestra de lo que hubiera podido imaginar. Sakura se sentía en una situación ridículamente imposible, dando vueltas en un laberinto sin entradas ni salidas, en el que las respuestas solo conducían hacia más problemas sin solución.
En principio, era evidente que la maldición que habían sufrido los Uchiha por obtener su Kekkei Genkai estaba en el centro de todos sus problemas, ligada de algún modo al poder de los bijuu y a la historia misma del nacimiento del mundo ninja, tal y como lo conocían. Sakura tenía curiosidad, no lo iba a negar, pero perseguir esas respuestas parecía una empresa fútil ahora que la historia de los Uchiha estaba, aparentemente, por llegar a su final.
De una forma casi macabra, la propia maldición Uchiha había facilitado para Itachi el ejecutar la masacre. Muchos de quienes se encontraron al otro lado del filo de su tanto esa noche, lo enfrentaron con resignación más que con sorpresa; muchos al igual que Mikoto y Fugaku, ni siquiera habrían tratado de defenderse del ataque, pues ese iba a ser su destino tarde o temprano: morir para dar poder a otro, sacrificarse por el poder superior del Clan.
Y a pesar de eso, lo más sobrecogedor de todo era que, en el fondo, había sido una historia marcada por un amor incondicional y verdadero. El afecto entre los hermanos Uchiha había sido el ancla que mantuvo a Itachi cuerdo, el combustible que impulsaba a Sasuke, y la única razón por la que Konoha no había sucumbido a una desgracia mayor en aquel momento.
Ahora estaban a las puertas de otra amenaza que bien podía destruir el modo de vida shinobi de una vez por todas, y de nuevo, la clave para detenerlo todo parecía estar irremediablemente atada al desenlace del enfrentamiento entre los hermanos Uchiha.
Si los planes de Itachi se concretaban hasta el final, Sasuke concluiría su venganza al matarle y restauraría el nombre de su Clan, ignorante del pasado y quedando libre para volver a una Kohona inocente a sus ojos. A partir de allí, cómo se vinculaba esto con sus planes para acabar con Madara y Danzo, Sakura ya no lo tenía tan claro. De lo que estaba segura era que Itachi lo tenía todo bien pensado, dispuesto como estaba a acabar con la misión que el Sandaime le había encomendado durante su último encuentro.
"Proteger siempre a Konoha y su voluntad de fuego, esa es la última misión que te encomiendo, Itachi".
El Uchiha parecía ser demasiado testarudo para morir sin haber concluido lo que comenzó en esa terrible noche de la masacre.
En primer lugar y con la muerte de Itachi, la promesa hecha por Madara de mantenerse alejado de Konoha quedaría sin efecto y la aldea estaría a merced de Akatsuki. Si ella estaba leyendo bien la situación, Madara lo tenía muy fácil: cambiar a un hermano por otro solo requería contarle toda la verdad a Sasuke, convirtiéndole en la mejor arma en contra de la aldea.
Itachi no lo había dicho explícitamente, pero era evidente que su mayor preocupación era como proteger a Sasuke del secreto que había guardado durante años. De ello parecían depender todos sus esfuerzos.
Y por último quedaba Danzo, quien trabajaba desde la sombra para tomar el control de la aldea y garantizar que el mundo ninja seguiría anclado en las viejas prácticas más ortodoxas por mil años más. Sakura sabía que él tampoco se mantendría ajeno al desenlace de la pelea entre los Uchiha, considerando lo que valoraba el sharingan y su deseo de controlar su poder.
Era ahora muy evidente que su equipo estaba en más peligro del que pensaban cuando partieron de Konoha, e irónicamente, el hombre que les había emboscado con una bandada de cuervos era el menor de sus problemas.
Cuando Sakura levantó la vista, luego de estar ensimismada por varios minutos, no se sorprendió al comprobar que sus pasos no habían sido tan aleatorios como ella había pensado inicialmente. Estaba en su vecindario, frente a la casa donde había nacido y crecido. El único lugar donde ella podía sentirse verdaderamente a salvo. Con un par de saltos, subió enseguida a su lugar favorito de escape: la azotea.
Desde la ventaja de la altura de las dos plantas, pudo ver el resto de las casas del viejo vecindario apiladas en torno al patio común que compartían. No era muy grande, ni había nada en él salvo algunas macetas con plantas coloridas y unas pocas sillas, todas destartaladas y diferentes entre sí. Pero los vecinos lo habían hecho más acogedor colgando hileras de luces amarillas de una casa a otra, lo que le daba una calidez especial por las noches.
Sakura se tumbó en el suelo, la mitad de la espalda apoyada contra el muro que bordeaba toda la cornisa. Estiró las piernas como un gato y miró hacia la noche. Bajo las estrellas, arrullada por una brisa cargada de la fragancia del jazmín y el olor a fritanga saliendo de la casa de algún vecino, ella tomó una bocanada de aire, sonriendo ante la felicidad sencilla que podía disfrutarse de cosas pequeñas como aquella. Aunque se tratase de una ilusión, para Sakura había cosas muy reales en el mundo que la rodeaba.
Se le ocurrió, tardíamente, que la ilusión no solo se alimentaba de las memorias de Itachi sino de las suyas también, para recrear todo lo que solo ella conocía. Lejos de asustarla, este detalle de algún modo la reconfortó. Quizás porque encontró en la pesadilla la certeza de que su hogar estaba dentro de ella, no importaba a dónde fuese.
Ahora que se le acababa el tiempo, para recordar tanto como para volver a la nueva realidad que le esperaba fuera de la ilusión, Sakura tenía que enfrentar todo lo que había cambiado en ella y tomar una decisión sobre el camino a tomar de ahora en adelante.
Sentándose bien, de piernas cruzadas y manos sobre sus rodillas, llamó con voz firme a su carcelero:
"Uchiha Itachi, me has mostrado tu realidad, pero me has ocultado tus motivos para traerme hasta aquí".
El viento agitó sus cabellos, trayendo consigo la voz que tanto ansiaba y temía al mismo tiempo.
"Tienes ahora más razones para desconfiar de alguien como yo y de lo que pueda decirte, ¿no es cierto?"
Sakura no pudo contener una sonrisa. Itachi podía ser muchas cosas despreciables, pero al menos estaba plenamente consciente de sí mismo y de lo que era. Algo realmente extraño viniendo de alguien tan poderoso como él. En su experiencia, los shinobis de su calibre perdían rápidamente contacto con la realidad del común de la gente.
La kunoichi miró a su alrededor. La voz no parecía venir de ninguna dirección en especial, pero ella podía sentir su presencia muy cerca.
Itachi había demostrado ser el genio que su reputación clamaba. La manera en que urdió una solución tan compleja como imposible, en medio de una situación desesperada, transformando su predicamento en una ventaja había sido simplemente magistral –si bien moralmente cuestionable. La verdad era que nadie le pedía cuentas al maestro sobre los sacrificios en el tablero de Shogi; menos cuando se había logrado la victoria.
Por ello, Sakura sabía que ella era una pieza más jugando en ese tablero mental que operaba un hombre en el que no se podía confiar, buenas intenciones de fondo o no.
Solo le quedaba reiterar la única pregunta que de verdad importaba ahora, antes del final.
"¿Por qué me has revelado esto a mí?"
Los pasos subiendo por la escalera lateral fueron suficiente para activar su entrenamiento, la urgencia de levantarse y asumir una posición defensiva un reflejo automático que, no sin esfuerzo, mantuvo bajo control. Delante de ella, el Itachi de su presente apareció nuevamente, subiendo a la azotea con lentitud, su presencia tan ajena en el lugar de su infancia como Naruto lo estaría en una clase de ballet.
Itachi mantuvo su distancia, sentándose sobre el muro al otro lado de la azotea, las piernas cruzadas a la altura de los tobillos. Su postura era relajada y hasta cierto punto parecía inofensiva; las manos sueltas a cada lado y un semblante inexpresivo. Sakura luchó contra las ganas de revolverse en su sitio.
"¿Y bien?" inquirió sin poder contenerse más. "¿Por qué me has mostrado todo esto?"
"Porque sé que tú, al igual que Naruto-kun, quieren a Sasuke más que nadie".
Sakura miró al piso de inmediato. Sus sentimientos por Sasuke no eran algo que ella ocultase, pero de algún modo se sintió desnuda con las palabras de Itachi, sabiendo que él entendía bien la profundidad de los mismos.
"Porque sé que a él también le importan ustedes –aunque lo niegue", Itachi continuó, y la seguridad en sus palabras la reconfortó enseguida. "Buscar un camino distinto a aquel de la maldición Uchiha es prueba suficiente de que él nunca podrá cortar sus lazos de cariño con ustedes".
El shinobi miró a lo lejos, hacia las luces del alba comenzando a despuntar en la distancia.
"En ustedes dos sé que puedo confiar la protección de Sasuke, tanto de su pasado y de Madara, como de Danzo y su obsesión con el poder Uchiha", una sombra descendió en sus ojos, "…y si llega a ser necesario, lo protegerán de sí mismo también".
La perdición de su hermano era sin duda un desenlace más que posible, si su semblante preocupado era una estimación de lo que estaba por venir.
"Hablaste también con Naruto, ¿no es cierto?" Sakura preguntó, recordando de pronto lo ocurrido justo antes de ser atrapada en Tsukuyomi. "Cuando nos emboscaste, noté que él te habló como si se hubieran visto recientemente".
"Así es" asintió. "Naruto no es bueno con las explicaciones, por eso a él le di el poder para detener a Sasuke si todo se sale de control; un poder que, espero, no tenga que usar nunca".
Itachi sin duda había hecho la tarea. Conocía bien al Team 7 y Sakura se preguntó entonces qué tan de cerca había logrado seguir los acontecimientos de la aldea y todo lo relacionado con Sasuke desde su exilio.
"Todo lo que te he mostrado, Sakura-san, ha sido con la esperanza de que las lecciones del pasado no se pierdan por completo y les ayuden a ustedes a recorrer el camino que les corresponde como el futuro de la aldea de la hoja".
La voz de Itachi traicionó entonces la urgencia que se ocultaba tras sus intenciones. "Solo te pido que pienses en todo lo que te he mostrado y, cuando llegue el momento, protejas a Sasuke y si lo crees justo, alertes a la aldea y ayudes a detener a Danzo".
"¿Y quién me creería?" Sakura sacudió la cabeza, convencida de que Itachi la estaba sobreestimando. Aún tenía dificultad para creerlo todo ella misma, cuanto más convencer a alguien de que Itachi no le había lavado el cerebro.
"Subestimas la importancia que tienes como la aprendiz de un Sanin y la compañera del próximo Hokage".
Sakura le miró con la boca abierta. Todos sabían que Naruto quería ser Hokage, pero de allí a asegurarlo…
"¿O acaso crees que ustedes tres fueron puestos juntos al azar?"
Itachi parecía divertido con su desconcierto y Sakura luchó por ponerlo bajo control.
"El Tercero al igual que el Yondaime tenían claro que el papel de la próxima generación sería vital para terminar de cambiar y fortalecer a la aldea bajo la verdadera voluntad de fuego. Para lograrlo nada es dejado al azar, Sakura-san".
"En la aldea que me has hecho ver, no sé cómo eso sea posible".
"A lo interno, el funcionamiento de la aldea y su lucha política por prevalecer en el mundo ninja nunca ha estado separada de nuestra naturaleza como shinobis: somos asesinos, mercenarios, comerciamos con la vida de las personas".
Itachi acalló las protestas amenazando con salir de la kunoichi con un gesto de su mano, antes de proseguir.
"Pero aun en un mundo que nos necesita así, solo nosotros tenemos el poder suficiente para cambiarlo por uno más justo; uno donde la paz tenga garantías para perdurar".
Sakura cerró la boca con un sonoro clic. A pesar de todo lo que había presenciado en Tsukuyomi, algo en ella se negaba a abandonar por completo un mundo en el que no todo estaba teñido por un rio de sangre. Ella no se sentía nada de las cosas que había dicho Itachi: asesina, mercenaria… pero era sin duda una kunoichi entrenada en Konoha y si lo que él había dicho era cierto, en ella estaba también el potencial para ser diferente.
Ella lo estudió entonces por varios segundos, ensimismado en sus propios pensamientos como parecía estar en ese momento. Del modo en que él se presentaba ahora ante ella, él tampoco parecía nada de las cosas que había dicho y de nuevo Sakura se preguntó cómo hubiese sido la vida de los hermanos Uchiha si la suerte hubiese sido otra para ambos. Entonces, las siguientes palabras de Itachi apenas y las alcanzó a oír, un susurro del que habla consigo mismo.
"Mi hermano tiene mucha suerte en tenerles".
Sakura se sobresaltó internamente con la melancolía desnuda en la voz de Itachi. Este era el hombre en el que se había convertido aquel niño asesino a quien conoció dentro de la ilusión. El hermano cariñoso, el hijo dedicado, el shinobi leal a toda prueba, seguían allí, curtidos por la experiencia, pero no destruidos por completo. Todo estaba siempre oculto tras la dureza de un semblante hermoso, elegante, que parecía tallado en piedra, y unos ojos negros cargados con el peso perenne del legado que llevaba a cuestas.
Dentro de la monstruosa ilusión que había levantado con su increíble poder ilusorio, Sakura entendió entonces que el único que estaba siendo torturado constantemente por Tsukuyomi, era el propio Itachi.
Sakura volvió su rostro a un lado, incapaz de seguir mirando a un shinobi al que no sabía si admirar u odiar, temer o ayudar... Con la atención de vuelta hacia el patio, perdida en la hilera de luces que los conectaban con los techos de sus vecinos, deseó por un momento regresar a aquellos tiempos más sencillos, cuando era una niña sin mayores preocupaciones que jugar y salir bien en sus exámenes de la academia.
Antes de poder contenerse, se encontró rememorando en voz alta, desesperada por llenar un vacío al que no podía poner nombre todavía.
"Esta noche, este lugar, me traen recuerdos de mi propia niñez, ¿sabes?"
Tenía que convencerse de que, a pesar de la oscuridad en ciernes, algo bueno por lo que luchar sobrevivía aun en su aldea.
"En noches así me escapaba por la ventana de mi habitación y subía aquí para espiar a mis padres".
Sakura no tenía que voltear para adivinar la mirada de desaprobación que enviaba Itachi en su dirección.
"¡No me mires así!" reclamó cuando vio sus suposiciones reflejadas claramente en aquellos inquietantes ojos negros. "En ese entonces yo era muy niña y no tenía muchos amigos" dijo volviendo a fijar su mirada en las hileras de luces que iluminaban el patio, como estrellas en una galaxia privada.
"En realidad no tenía ningún amigo" confesó. "Mis padres en cambio, tenían muchos, y solían invitarles a cenar en casa. Luego se reunían con ellos y algunos vecinos en este mismo patio trasero".
Hasta ahora, Itachi había compartido su pasado con ella. Aunque fuese algo tan insignificante y anecdótico, Sakura se sentía de algún modo aliviada de poder hacer lo mismo.
"Se quedaban hasta muy tarde, bebían y charlaban y reían… pero a mi lo que más me gustaba era verlos bailar".
Cerró los ojos, rememorando.
"Mis padres siempre bailaban por horas, hasta casi el amanecer, incluso cuando sus amigos ya se habían marchado".
Los Haruno siempre habían sido una pareja alegre y abiertamente afectuosa, y en los ojos de la niña que había sido quedó grabado a fuego la forma en que aquel amor se manifestaba: en el ritmo de sus pasos, la cadencia de sus cuerpos, las risas cómplices y los besos apasionados.
"Siempre deseé hacer lo mismo, así que a veces, después de que ellos se marchaban a dormir, yo salía al patio y bailaba sola". Sakura suspiró con una sonrisa, los recuerdos de su travesura aún frescos en su mente.
Entonces el silencio se extendió por más tiempo del que parecía educado cuando se está en compañía. Cuando Sakura se volvió, Itachi ya no estaba sentado al otro lado de la azotea. Miró a su alrededor, pero no había señales del shinobi en ningún lugar.
¡Vale, que la historia de su pasado no le valía a él una mierda, eso ya lo sabía, pero al menos le había tomado por un hombre medianamente educado… dejarla con la palabra en la boca…!
Una melodía familiar comenzó a sonar a sus espaldas, cortando su indignación en seco. Se puso de pie enseguida, mirando hacia el patio, sus ojos empañándose tan rápido que las luces se distorsionaron como acuarelas. Allí estaban sus padres, como hacía diez años atrás, bailando suavemente como si fueran las dos últimas personas que quedaban en el universo.
Y para Sakura, realmente lo eran.
La kunoichi descendió a toda prisa los escalones hacia el patio, queriendo experimentar aquel momento como nunca había podido hacerlo antes en el mundo real.
Todo estaba allí tal y como lo recordaba, solo que ahora podía verlo de cerca, pararse directamente al lado de sus padres y ver en las expresiones de sus rostros lo que siempre había intuido desde la distancia: el amor a toda prueba que les unía y que habían pasado a su hija como el mejor de los legados.
Como nunca, Sakura sintió la necesidad de tocarles, de abrazarles, e internamente elevó una oración para que los dioses le permitiesen retornar a la aldea con vida y así volver a verlos. En contraste con el horror que se ocultaba tras los muros impenetrables de la familia Uchiha, Sakura se sintió más agradecida que nunca de ser quien era: una kunoichi sin clan y sin otra herencia más allá de que lo que habían inculcado sus padres en ella.
La risa contagiosa de sus padres la sacó de sus cavilaciones, justo a tiempo para verlos tomarse dulcemente de la mano y entrar a casa. Sakura se quedó allí, mirándolos desaparecer por la puerta, mientras la música continuaba arrullándola en su vaivén hipnótico. Era evidente que solo quedaba una cosa por hacer.
"¡Qué rayos!"
La kunoichi se sentó en el suelo y se quitó las botas lo más rápido que pudo. Una vez descalza comenzó a bailar con un acompañante invisible, girando y riendo como no había hecho en años. En ese momento, los problemas que le acosaban no parecían tan imposibles de resolver. La vida tenía una forma, a veces maravillosa, a veces cruel, de seguir adelante y aceptarla era parte de crecer y madurar.
Sakura se maravilló de descubrir eso mientras se comportaba como una niña, recordando aquellas fantasías que no le hacían sentir tan sola, y que le daban esperanzas y fuerzas para el futuro.
Entonces se le ocurrió otra idea que la hizo detenerse en seco, alarmada. Con la respiración agitada, miró con cuidado a su alrededor, espiando las ventanas oscuras de sus vecinos, las terrazas aparentemente vacías a su alrededor.
"No estarás mirándome, ¿verdad?"
La música continuaba sonando, pero eso no la reconfortó en lo absoluto.
"¿Itachi?"
Cuando no hubo respuesta por varios segundos, Sakura suspiró aliviada. Realmente esperaba haber evitado la vergüenza.
"Bailar es… interesante".
O tal vez no. Girando a toda velocidad, le encontró recostado contra la pared de su casa, justo al lado de la puerta por la que habían desaparecido sus padres minutos antes.
"¡¿Interesante?!" chilló, en un mal intento por disimular su alarma. Sakura se dio una cachetada mental por olvidar que estaba en una ilusión creada y controlada por Itachi. ¡Claro que él estaba viéndolo todo!
"Bailar no es interesante, bailar es divertido" exclamó.
Itachi parpadeó varias veces sin decir palabra, indicando claramente que el concepto le parecía un sin sentido. Eso prendió enseguida otro tipo de alarmas en la cabeza de Sakura.
"Pero, alguna vez habrás bailado, ¿no?"
Ahora fue un ceño ligeramente fruncido el que indicaba que la idea le parecía descabellada del todo. Y realmente lo era, considerando a quién se lo preguntaba y luego de ver de cerca el tipo de presión y responsabilidad bajo la que había crecido Itachi.
Todo el asunto le encogía el corazón y le horrorizaba sobremanera. A Itachi no solo le habían robado su derecho a ser, abiertamente, un shinobi de Konoha, le habían robado también toda su vida desde la niñez.
"Bueno", Sakura se sonó los dedos con gusto, "tenemos que arreglar eso".
Sin detenerse a pensar en lo que estaba haciendo realmente, la kunoichi se acercó a Itachi sin temor alguno y, tomándole del brazo, le haló hacia el centro del patio, como si se tratase de Naruto o de Sai y no del nukenin al que tanto decía odiar. Una vez allí le agarró de las muñecas y comenzó a girar con él, poniendo su cuerpo como contrapeso y tratando de hacerle perder la evidente rigidez que apretaba todo su cuerpo con un ritmo sencillo de seguir.
Sakura comenzó a reír sin poder contenerse, ante lo absurdo de la situación. Un Itachi torpe era un sin sentido y sin embargo era evidente que él no tenía idea de cómo llevar el ritmo con ella.
De repente y por respuesta a sus risas, el shinobi le dio una sorpresa, halándola de un brazo y haciéndola girar sobre sí misma varias veces, tal y como su padre había hecho con su madre momentos antes. Eso la hizo reír aún más, divertida y algo mareada, embriagada de la misma felicidad que había experimentado viendo bailar a sus padres.
Cuando paró de dar vueltas, Sakura le miró a los ojos y encontró en el fondo de aquella insondable oscuridad una sonrisa genuina, que se reflejaba levemente en la comisura de sus labios, en sus hombros relajados, en la forma en que sus manos sostenían las suyas con cuidado.
Entonces su cabeza paró de girar junto con su cuerpo.
Se había quedado sin aliento.
¿Porque algo tan sencillo como una sonrisa le estaba rompiendo el corazón en mil pedazos?
"Esto está mal", Sakura sacudió la cabeza tratando de entender otro imposible sin respuesta.
Frente a ella estaba Itachi, mostrándose una vez más como un espejo de múltiples facetas. ¿Cuál de los reflejos era el verdadero? O tal vez ninguno de los que había visto hasta ahora lo era. Tal vez el verdadero Itachi seguía oculto, atrapado para siempre bajo el peso de una realidad sostenida en base a engaños.
Desembarazándose de su agarre, Sakura dio un par de pasos hacia atrás.
"Esto está mal" repitió y la música cesó enseguida.
Cuando alzó la vista para verle de nuevo, todas las imágenes se habían fundido de nuevo en uno solo Itachi. Allí, frente a ella, solo quedaba el estoico y temible Akatsuki mirándole impasible e inalcanzable. Un nuevo temor le apretó el pecho, la pérdida de aquella sonrisa efímera era como una condena, atada con todo y grillete al fondo de su estómago.
"Entonces tú debes hacer lo correcto, ahora".
Con esas palabras, Itachi le dio la espalda y echó a andar. Enseguida y con cada paso, el mundo a su alrededor comenzó a descomponerse, la oscuridad haciéndose más intensa a medida que, bombillo a bombillo, se iban apagando las hileras de luces sobre su cabeza.
Sakura trató de seguirle, de detenerle, pero de inmediato y para su completo horror, encontró que no podía moverse.
"Gracias por tu tiempo, Haruno Sakura".
"¡No, no, por favor, espera… Itachi!"
Las familiares náuseas se apoderaron de su cuerpo, al tiempo que el suelo desaparecía bajo sus pies. La figura de Itachi se fundió con la total oscuridad circundante y Sakura no pudo más que dejarse caer.
-o-
"¡Itachi!"
Todo el aire se le escapó de los pulmones con el esfuerzo de pronunciar su nombre. Un latigazo de dolor recorrió su cuerpo cuando cayó de rodillas en el suelo, y eso como nada le hizo estar consciente de que estaba de vuelta en su realidad y, milagrosamente, aún con vida.
Entonces, no registro nada más allá de la túnica negra y roja frente a ella y los gritos desesperados de Naruto y sus compañeros antes de que el mundo volviese a desaparecer.
"¡Sakura!"
-o-
-o-
NDA: pues para Sakura fue un segundo, pero nosotros hemos estado ocho años atrapados en este Tsukuyomi! Increíble cómo pasa el tiempo, ¿no? Sé que es difícil seguir historias en progreso, así que gracias a todos los que no abandonan y siguen por allí dándome porras. Escribir este capítulo fue muy duro emocionalmente, solo puedo esperar que sientan las mismas emociones en cada párrafo. No tienen idea de cómo amo este fic!
Y después de muuuucho tiempo, me dieron ganas de dibujar algo para este capítulo. Está publicado en mi deviantart, porque Itachi bailando (o al menos intentándolo), lo vale :).
¡Felices fiestas!
