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"To live in hearts we leave behind

is not to die."

―Thomas Campbell.

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c9- The Paths of the Dead. (Los caminos de los muertos)

Itachi abrió los ojos y no hizo ninguna diferencia.

La oscuridad continuaba allí, igual de impenetrable que con parpados cerrados.

Empezaba a tomar conciencia con lentitud, abandonando la bruma de un sueño agitado, pero de un modo extraño, también placentero. La cabeza le daba vueltas, un pulsar rítmico y doloroso en su sien agravaba su desorientación.

Había algo importante, bailando al filo de su percepción, que no lograba alcanzar. Poco a poco las ideas en su mente comenzaban a apuntar en una misma dirección. ¡Algo estaba mal! Era lo único de lo que tenía certeza; sus instintos aletargados estaban en alerta, pero su cuerpo no respondía a una situación en la que se sabía vulnerable: sin poder recordar nada, sin saber dónde estaba.

No sin esfuerzo trató de concentrarse en aquello que sí podía entender de inmediato. Su cuerpo estaba evidentemente lastimado. Apenas podía moverse. Un dolor seco le comprimía el pecho. Sus piernas casi no las podía sentir y sus brazos estaban igualmente entumecidos, un leve cosquilleo subiendo por ellos. Por el olor químico, algún tipo de ungüento había sido aplicado en ellos.

A su lado derecho, podía sentir una fuente de calor que le reconfortaba y trató de concentrarse en ese fuego, en el olor a madera quemada, en los troncos que podía oír crepitando en aquella chimenea que trató de imaginar.

Había alguien más en la habitación con él. Estaba a su lado izquierdo, a un par de metros. Él podía escuchar la respiración rítmica de un sueño poco profundo. Al fondo, se percibían los ruidos apagados de una noche tranquila, acompañando el sonido de las olas del mar que, con una familiaridad olvidada, le dieron algo de sosiego en la tormenta que empezaba a agitarle con cada centímetro de conciencia que ganaba.

Nada de lo que alcanzaba a percibir daba respuesta a la urgencia que sentía.

Itachi pensó entonces que, por alguna razón, debería estar lloviendo y el rostro ensangrentado de su hermano apareció frente a él.

De un solo golpe, todo estaba de vuelta en su mente: ¡su pelea con Sasuke!

Le pareció sentir de nuevo el calor sofocante de las llamas en medio de la destrucción que habían causado; su hermano acorralado, el rostro torcido en una mueca de absoluto pánico.

Su cuerpo se estremeció como entonces, con el esfuerzo de tratar de alcanzarle con su último aliento; dos dedos en la frente y un jutsu plantado dentro de su ojo como protección final.

'Lo siento, Sasuke, esta es la última vez'.

¡Él había muerto!

¡Él tenía que estar muerto! Había sentido la vida abandonar su cuerpo; se había entregado por completo al momento de paz que le esperaba al otro lado y que siempre había anhelado.

¿Por qué seguía con vida? ¿Por qué?

De inmediato, puso toda su limitada fuerza en moverse, un gemido de auténtico dolor escapando en contra su voluntad al intentar incorporarse.

"¡Itachi!" con voz somnolienta pero alarmada la persona a su lado se acercó a toda velocidad. "Aún no debes moverte".

"¿Sa-k-?"

"No trates de hablar. Tienes que descansar para reponerte. Estamos a salvo".

Las manos ágiles de la médico le empujaron de vuelta a la cama, chequeando con rapidez sus signos vitales, al tiempo que un chakra cálido comenzó a entrar en su cuerpo, aliviando mínimamente la dolorosa presión en su pecho.

La sorpresa de estar vivo solo se equiparaba a la de estar bajo el cuidado de Haruno Sakura. ¿Qué había pasado luego de su enfrentamiento con Sasuke? ¿Dónde estaba ahora su hermano? Después de tantos años de vivir al límite, encontrarse sin el control de la situación, sin saber que estaba pasando a su alrededor, era la peor tortura.

"¿Dón-d?" insistió en hablar.

"En el refugio de Nagawa. Kisame me ayudo a traerte hasta aquí".

Al parecer las sorpresas estaban lejos de acabar. Su compañero en Akatsuki era tan impredecible en sus decisiones como era sádico a la hora de matar a una presa suculenta, como él mismo las llamaba. Salvarle la vida iba mucho más allá de lo que él le había pedido antes de ir a enfrentar a su hermano y, francamente, mucho más de lo que esperaba de él en la mejor de las circunstancias.

"Antes de marcharse dijo que su deuda contigo estaba saldada. Que tú entenderías".

Sakura se había apartado mientras hablaba. Podía escucharla moviendo utensilios cerca del fuego. Itachi pensó entonces en el mensaje de Kisame y no encontró razón ni motivo para su comportamiento. Si por deuda se refería a haberle salvado la vida alguna vez, Kisame también le había salvado a él en otras tantas ocasiones. ¿Había malinterpretado la lealtad de Kisame hacia Madara? Tal vez él también tenía un interés oculto en ver al patriarca Uchiha fracasar.

Enseguida la kunoichi estuvo de vuelta. Una mano se deslizó bajo su nuca levantando su cabeza un tanto, lo que le hizo sentir marginalmente mejor.

"Bebe esto… despacio", instruyó, colocando con cuidado el borde de una taza caliente contra sus labios. El olor a jengibre y eucalipto saturó sus sentidos y le hizo evocar una niñez que había olvidado hacía mucho, aun con el fuerte sabor amargo de la medicina mezclada en la bebida.

Unos sorbos le hicieron sentir un alivio inmediato; su garganta era como un terreno agrietado por la sequía que bebía ávidamente de las primeras lluvias. Cuando Sakura estuvo satisfecha, apartó el recipiente, dejando su cabeza de vuelta en la almohada.

"¿Dónde está Sasuke?" la pregunta salió de inmediato, su voz aún un murmullo quebrado, pero con más fuerza.

Cuando ella no contestó enseguida, Itachi supo que lo que más temía había ocurrido. Tanteando con la mano, hizo contacto con el antebrazo de ella, al que se aferró con tanta fuerza como sus entumecidos dedos le permitían, llamando su atención en una petición silenciosa. El suspiro profundo de la kunoichi le dijo todo lo que necesitaba antes de escuchar sus palabras.

"Cuando llegamos al lugar de la batalla ya era tarde, Madara se lo había llevado".

Itachi tragó con dificultad, su mandíbula trancada con fuerza.

"Pero Naruto y los demás están tras su pista, no debes preocuparte por eso ahora…".

"¡Ve a por él!" ordenó, apretando un poco más su antebrazo.

"No puedo dejarte aquí, solo, en tu condición".

"¡Ve! Madara no debe-".

"¡No voy a dejarte!"

El grito fue tan inesperado como la fuerza que sintió detrás cada palabra. Él podía escuchar la respiración agitada y percibir los movimientos impacientes a su lado. Por qué Sakura perdía su tiempo y energías con él le resultaba tan incompresible como el comportamiento de Kisame.

"Esta enfermedad no tiene cura, Sakura-san" dijo lo obvio, con más condescendencia de la que habría querido en circunstancias normales.

"No la tiene, todavía".

Esa respuesta le agitó aún más. ¿En qué tontería estaba pensando esta niña? Realmente deseó verla entonces para poder leerla mejor.

"Sakura-san, -".

"Si vas a decir otra necedad, es mejor que te la guardes. ¡No me voy a marchar y no voy a desistir de ayudarte!"

"Si realmente quieres ayudarme" tragó con dificultad, tratando de hacerse oír mejor, "debes ir a por Sasuke".

El estruendo de la taza quebrándose en pedazos le alertó que el humor cambiante de la kunoichi había dado un giro para peor.

"¡Mucho genio y mucho poder, pero al final no entiendes nada!" vociferó, soltándose de su agarre con facilidad.

Los murmullos incesantes que siguieron, donde la palabra idiota se repitió varias veces, le confirmaron una oportunidad de empujarla en la dirección deseada si lograba pincharla en el momento justo. Pero la kunoichi, siempre sorprendente, no le daría ocasión de intentarlo.

"¡¿Acaso no escuchaste las palabras del Sandaime?!" clamó frustrada en su dirección. "¡La oportunidad de un nuevo comienzo también era para ti, Itachi!"

Semejante declaración le descolocó por varios segundos. Una imagen del rostro del Sandaime, su sonrisa afable brillando a través de la dureza de sus arrugas y cicatrices, ocupó su mente.

'La oportunidad de un nuevo comienzo te espera, Itachi…'.

'Nadie lo merece más…'.

Sin darle oportunidad de responder, la kunoichi continuó su arenga, volviendo a acercarse a su lado.

"Si has podido hacer todo esto, si has llegado tan lejos sacrificando tanto, no puedes rendir-te a-hora…" la voz se quebró, entre esfuerzos por regular una respiración imposiblemente agitada.

Decir que él se encontraba profundamente desconcertado era quedarse cortos. El dolor de cabeza latía ahora en sus sienes con nuevos bríos y le hacía doblemente difícil el pensar con claridad. Él había considerado todas las variables y todas las posibilidades en cada nudo que había encontrado en el entramado del destino, pero en ese ir y venir de posibilidades, jamás se había planteado el ser más que un instrumento para lograr un fin. Nunca un fin en sí mismo. Nunca una oportunidad para sobrevivir más allá de su utilidad como shinobi en la misión que debía concluir.

Unas gotas cayendo en su brazo en un patrón irregular le sobresaltaron aún más.

"¿Estás llorando?" dijo, escuchando en su propia voz rasposa una confusión que no hacía más que crecer desde que había despertado.

Era tan severo su desconcierto, que Itachi consideró por un segundo la posibilidad de estar en una alucinación durante sus últimos segundos de su vida.

A su lado, la kunoichi no respondió, ni su silencioso llanto dio señales de detenerse. Itachi lamentó su falta de visión para comprobar lo que jamás hubiese imaginado posible. Tanteando hasta hacer contacto de nuevo con ella, su mano fue subiendo lentamente. Sus dedos eran ahora sus ojos y la única forma que tenía de ver lo que para él era un absoluto sin sentido.

Cuando por fin hizo contacto con aquel rostro, sus dedos ásperos acariciaron con reverencia una mejilla tersa, tratando de borrar el surco que las lágrimas estaban dejando a su paso. Su pulgar se deslizó suavemente hasta rozar el labio inferior, buscando detener el leve tremor que le sacudía. Era inapropiado, pero no podía apartar su mano de aquellas sensaciones pasaban entre ellos como una corriente eléctrica. Y ella tampoco se apartaba de su tacto, ni daba señales de que aquello estuviese mal.

Itachi no tenía un nombre para el calor que se instaló en su corazón ante el gesto de esta chica inocente y temperamental, con cabello ridículo y ojos como gemas preciosas. Sentirse objeto de la preocupación sincera de alguien era algo con lo que Itachi no estaba equipado para lidiar. Odio y temor los podía manejar sin problemas, pero lágrimas.

"Yo no merezco tus lágrimas, Sakura-san".

"Tal vez no, pero tampoco puedes detenerlas", respondió más calmada. Entonces ella tomó su mano, apartándola de su rostro para apretarla con fuerza entre las suyas.

"Lo que sí puedes hacer es aceptar que estás con vida en este momento, porque esta es mi realidad, Itachi. Una realidad en la que tú continúas viviendo por ti y no por una misión".

Su realidad era aparentemente todo lo que la de Itachi no era. ¿Podía él acaso si quiera respirar en semejante lugar?

De todos los finales previstos, este era el único que no había logrado ver: que alguien quisiera salvarle la vida. Y claro solo podía ser ella: una variable impulsiva y apasionada que resultó imposible para él predecir. Sus razones para salvarle la vida eran una interrogante para la que tal vez nunca encontraría una respuesta satisfactoria.

Entonces, Itachi sintió a Sakura dar un respingo que la puso de nuevo en movimiento. Ella dejó con cuidado la mano que sostenía a un lado de su cuerpo antes de separarse un paso de la cama y tomar una bocanada de aire, tratando de recomponerse. El momento entre ellos se rompió como la taza en el suelo; demasiados pedazos imposibles de volver a enmendar.

"Tus heridas están sanando rápidamente. El problema como bien señalaste es tu enfermedad. Sin embargo, he logrado encontrar la forma de regenerar el tejido dañado frenando parcialmente la propagación de las células malignas, con lo cual podrás recuperarte lo suficiente para ponerte de pie en un par de días".

Como si los últimos minutos no hubieran tenido lugar, la médico ninja había hecho su aparición finalmente, con un tono amable pero firmemente profesional que dejaba claro la diferencia entre ellos: ella estaba a cargo y él no era más que un paciente sometido a un tratamiento del que poco tenía que opinar.

"He intentado hacer algo por tu vista, pero al parecer tu sharingan se ha sellado por completo".

Al menos eso no era una sorpresa. Todos los Uchiha tenían muy claro que el precio a pagar por alcanzar un poder ocular sin límites era caer lentamente en un mundo de oscuridad, soportando un dolor permanente en los ojos. Claro que, para eso, también había una solución igual de siniestra. Si ibas a caer, lo mejor era caer hasta el fondo.

"Sé que debes tener muchas preguntas, pero la prioridad es tu recuperación" remató con un tono que no dejaba lugar a protestas. "No se puede interrumpir el proceso de regeneración. Descansa ahora y mañana hablaremos cuanto gustes".

No había mucho más que pudiera hacer. Esta vez era él quien estaba a merced de la kunoichi, bajo sus condiciones y, según ella, en una realidad en la que estaba libre de unas cadenas que él mismo había cerrado años atrás.

¿Cómo vivir ahora cuando debería estar muerto? Confinado como estaba en una cama, encontrar la respuesta era lo único que podía hacer.

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Sakura estaba profundamente cansada. Como nunca lo había estado en toda su vida.

Y era más que un cansancio físico lo que le impedía funcionar correctamente y mantener los ojos bien abiertos y su mente alerta.

En principio, Kisame le había vuelto a sobre exigir cuando salieron de la guarida de Akatsuki, llevando a Itachi en dirección suroeste hasta cruzar la frontera del país de Fuego. Lo peor del viaje no había sido lo largo del camino recorrido, sino lo intrincado del terreno en sí mismo. Tan pronto entraron en la Tierra del Té, una gigantesca cordillera les salió al paso, la cual atravesaba y dividía buena parte del pequeño país en dos. Ellos tuvieron que atravesarla, cambiando de dirección hacia el sureste para llegar a destino.

El templo abandonado de Nagawa estaba en lo más alto de un risco frente al océano Kanashii. La pagoda tradicional de tres plantas con sus desgastadas maderas rojas y grises se mantenía en pie a pesar de los años de negligencia y la inclemencia del tiempo. Un camino marcado por un pasillo de cientos de puertas torii descendía desde un lado del templo hacia el mar, contorsionándose como una serpiente roja hasta llegar a un pequeño muelle.

Era un lugar hermoso y Sakura no podía parar de admirar la vista hacia el mar desde la ventana. Por un momento cerró los ojos y respiró lo más profundo posible, tratando de capturar para siempre aquel olor característico del océano que tan pocas veces podía darse el lujo de disfrutar.

Se encontraban instalados en una edificación contigua a la pagoda, donde probablemente vivieron los encargados del mantenimiento del templo años atrás. Allí habían encontrado un refugio compacto y bien equipado que, según Kisame le explicó, no era el único. Itachi tenía preparados lugares como aquel en varios países. Herencia familiar, le había dicho, pero a Sakura le costaba imaginar que podrían haber hecho los Uchiha con un lugar tan apartado de todo como aquel.

Sakura estiró los brazos por encima de su cabeza, tratando de sacudirse el letargo del cuerpo. Era evidente que ella pagaba ahora las consecuencias del abuso constante de los últimos tres días. Su chakra era casi inexistente luego de la sanación intensiva que había aplicado a Itachi. Eso sin contar que había tomado otra píldora de soldado durante el camino hasta allí y otra más durante la sanación. Era un milagro que no hubiese colapsado totalmente.

En especial porque el peor abuso al que ella se estaba sometiendo, era el emocional.

Lo que había empezado como una misión para salvar a Sasuke se había convertido en un viaje inesperado de descubrimiento personal que ella calculaba le había envejecido mil años en menos de veinticuatro horas. Se sentía cansada y decepcionada del mundo. Se sentía sola y desorientada sobre su verdadero lugar en una sociedad ninja que ahora se le antojaba más un espejismo que el ideal que había imaginado por años. Pero al mismo tiempo estaba más segura que nunca de que sus decisiones habían sido acertadas y estaba determinada a actuar en consecuencia; aun cuando su apuesta de poner a Itachi por encima de Sasuke fuese no solo riesgosa, sino imposible de explicar a Naruto.

Sakura se estremeció de solo pensar en la cara de su compañero cuando lo supiera. La promesa que se habían hecho y el trabajo incansable de años para rescatar a su compañero descarriado, les unía de una manera irrevocable. ¿Cómo se sentiría ella si Naruto abandonase a Sasuke teniendo tan cerca la oportunidad de rescatarle?

Traicionada. Así es como se sentiría.

Sakura se puso en movimiento tratando de despejar una pena que amenazaba con consumirla. Había mucha leña afuera que no se iba a apilar sola junto a la chimenea y ella tenía que hacer algo para no pensar de más. Sea cual fuese la reacción de Naruto, lidiaría con ella y sus consecuencias cuando llegase el momento. De poco le servía torturarse ahora con las posibilidades.

Afuera el sol era deslumbrante pero la brisa fría que soplaba del sur hacía agradable el trabajo manual. Mientras apilaba una madera sobre otra, sosteniéndolas con un brazo contra su pecho, Sakura trató en vano de no pensar en la avalancha de sentimientos que la situación había detonado en ella. La tragedia de los hermanos Uchiha le tocaba demasiado cerca. Estaba emocionalmente comprometida por todo lo ocurrido con el clan Uchiha de un modo distinto que antes, porque ahora lo había vivido en cierta forma y se había vuelto parte de su propia historia. También se sentía avergonzada por lo que había hecho su aldea en nombre de una justicia retorcida y una paz que se pagaba con sangre.

Muchas veces Tsunade le había advertido que debía templar su corazón si quería llegar a algún lado como ninja. Había llegado incluso a contarle sobre su pasado con Orochimaru y luego lo ocurrido con Dan, tratando de hacerle comprender cómo las decisiones que ella y Naruto tomaban respecto a Sasuke iban a impactar el resto de sus vidas.

Pero ella, tontamente, había pensado que estaba lista. Que había comprendido a su shishou; que podía manejar sus sentimientos por Sasuke con madurez.

Entonces, ¿cómo rayos terminó preocupándose por el destino no de uno, sino de dos Uchihas? Al punto de arriesgarlo todo, abandonando su misión y a Sasuke por un criminal confeso que encontraba justo cualquier método a su disposición con tal de cumplir con su misión.

¡Maldición! Si hasta se había encariñado de un modo ridículo con Kisame, si la forma en la que se había despedido de él era algún indicio.

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"¿En verdad vas a marcharte?" la pregunta salió sin su permiso mientras le veía alistarse. Le había ayudado a dejar a Itachi instalado en el refugio y a descargar todos los insumos necesarios.

"Ya he saldado mi deuda, no tengo nada más que hacer aquí".

"Después de lo que has arriesgado por salvar a Itachi, ¿puedes siquiera volver a Akatsuki?"

El shinobi no contestó. Continuó sus preparativos para un viaje que no tenía rumbo definido, si en algo se le podía creer. Si bien era cierto que en el camino hasta el templo habían tenido oportunidad de conversar de una forma sorprendentemente civilizada, Sakura estaba lejos de conocerle, mucho menos de comprenderle. Sin embargo, ella insistió, insegura de a dónde quería llegar con sus preguntas.

"No les va a costar mucho adivinar que fuiste tú quien robó el cuerpo de Itachi junto con todo el material médico que sustrajimos".

"Si no te conociera diría que te preocupas por mí, pequeña".

"¿Y qué si lo hago?" le retó.

"Eso es problema tuyo. Yo hasta aquí llego" declaró, terminando de cargar un bulto al hombro.

"Si les vuelvo a ver, a ti o a él, ¡los mataré!"

El inconfundible brillo asesino de sus pequeños ojos blancos tuvo esta vez muy poco efecto en la kunoichi, solo kami sabe por qué.

"Bien, haz lo que quieras entonces, pero quiero que sepas que ahora soy yo quien tiene una deuda contigo. ¡Y no lo voy a olvidar!"

Kisame la miró por un largo rato con una expresión inusualmente seria en su rostro. Ella continúo allí, de pie con los brazos cruzados, desafiándole a contradecir sus sentimientos, a decir algo sarcástico o hiriente.

Pero el shinobi solo tomó su extraña espada, se la echó a la espalda, y se marchó sin decir adiós.

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Sakura forzó su atención de vuelta al presente, mirando hacia el viejo árbol de cerezo cuyas largas ramas rozaban el techo de la pagoda. Desde allí un pajarillo multicolor trinaba sin cesar una canción alegre mientras un par de gatos no le perdían de vista desde el suelo, moviendo con aparente pereza sus largas colas. La kunoichi puso una apuesta mental a favor del pájaro mientras continuaba con la tediosa tarea de elegir los troncos perfectos para alimentar el fuego. En un lugar apartado de todo como aquel, poco más podía hacer para mantenerse distraída.

Pero si bien era difícil para ella no pensar en lo ocurrido, era casi imposible no pensar el shinobi bajo su cuidado.

Lo primero que le había sorprendido al ver a Itachi en persona, fuera de Tsukuyomi, era lo delgado que estaba, muy por debajo de su peso ideal. Dentro de la ilusión él se había presentado a sí mismo de la forma en que un ninja en plenitud de condiciones debería estar. Tal vez lo había hecho como mecanismo de defensa para ocultar su enfermedad, o tal vez lo había hecho tan solo por vanidad; lo cierto era que la perenne túnica de Akatsuki sobre sus hombros sin duda le había ayudado a mantener la ilusión de salud en la vida real. Pero era evidente con solo verlo ahora que tenía años batallando contra una enfermedad que le consumía.

Una enfermedad misteriosa que estaba anclada en lo profundo de sus pulmones y que había comprometido también su sistema renal. Su propio sistema inmune había comenzado a atacar las células sanas de su organismo, haciendo de todo el cuadro una verdadera pesadilla. Sakura nunca había visto nada semejante, en especial por la agresividad con que la infección se multiplicaba al contacto con el chakra de Itachi, lo que en un shinobi, incrementaba especialmente la complejidad de una solución.

Sakura imaginaba que Itachi trató de reducir en lo posible el uso de chakra, pero para un nukenin trabajando para una organización criminal al tiempo que espiaba para su aldea, esa era una tarea poco menos que imposible.

Era obvio que el veneno en cuestión había sido diseñado especialmente para atacar a un ninja. Que Danzo estuviera detrás de un arma semejante le alarmaba particularmente, considerando que sus dos mentoras eran las expertas más reconocidas en el área. ¿Tendrían algo que ver, aunque fuese de manera indirecta? Si alguna de ellas había creado este particular veneno, las esperanzas de Itachi de sobrevivir eran mucho más ciertas.

Por ahora, ella no podía hacer mucho más. Había logrado ralentizar la multiplicación de células malignas considerablemente, pero por lo demás, tendría que seguir la misma receta aplicada por el propio Itachi hasta ahora: usar medicina convencional y restringir el uso del chakra. Sin los implementos adecuados no podría avanzar mucho en una investigación que ya le estaba quitando el sueño de la emoción.

Antes de salir del laboratorio de Akatsuki, ella había cargado con todo lo que pudo: instrumentos, muestras, medicinas y algunas cosas innombrables y desconocidas que esperaba no la fuesen a matar en un descuido. Lo más interesante de todo había sido una serie de pequeños contenedores con esporas de distintos colores que de inmediato dedujo tendrían distintas aplicaciones. Sakura se sentía como una niña frente a una enorme caja de regalo que debes esperar a medianoche para poder abrir.

Había tanto que hacer, tanto que investigar. Pero la mayoría de lo que anticipaba tendría que esperar a su regreso a la aldea, donde tendría las condiciones necesarias para saborear a fondo su botín.

Sakura se puso de pie con su abultado cargamento de madera apretado contra el pecho, sosteniéndolo todo precariamente con su mentón. En la puerta, un gato tan gordo como era anaranjado vigilaba sus movimientos, evidentemente a la expectativa de hacerla tropezar… de nuevo. 'Hoy no, Mr. Gato' pensó, al tiempo que daba un peligroso traspié contra el pequeño escalón de la entrada.

Contra todo pronóstico, Sakura logró llegar a destino con su cargamento.

La oscuridad de la habitación le obligó a pestañear profusamente para adaptarse al cambio de luz. Allí su paciente y principal preocupación se encontraba dormido en el sueño artificial de la medicación.

En ese momento Sakura se sintió muy consciente de sus limitaciones e inexperiencia. ¿Qué rayos estaba haciendo? Aun con todos los insumos que había conseguido, no estaba en condiciones de tratarle adecuadamente. Ella misma aún estaba en entrenamiento, lejos de ser una médico completamente formada y certificada.

Y, sin embargo, allí estaba, dando su mejor esfuerzo por un nukenin. ¿Era muy descabellado que estuviese pensando la forma de llevarle a Konoha? ¿De atenderlo allí con ayuda de Tsunade? Si sus compañeros lograban rastrearla hasta el refugio, tal vez podría convencerles, podría llegar a algún acuerdo con Itachi, persuadirle de volver, de revelar la verdad; tal vez podría…

Sakura dejó los troncos a un lado de la chimenea y enseguida se dio un par de sonoras palmadas sobre sus mejillas, obligándose a despertar a la realidad de su situación. Estaba soñando un imposible. Itachi no iba a volver a la aldea tanto como Sasuke ya estaba perdido en manos de Madara.

Considerando la reacción de Itachi a las noticias sobre su hermano, sería una suerte si lograba mantenerle bajo observación por veinticuatro horas más luego de contarle todo lo ocurrido. Ella tenía que aceptar que había muchas variables en juego que estaban fuera de su control. Lo mejor que podía hacer era esperar y continuar trabajando al máximo de sus capacidades.

A estas alturas del juego, Itachi era el único además de Naruto que tenía alguna posibilidad de alcanzar a Sasuke, y de ayudarles en la guerra en ciernes, pero ¿a qué precio? Para bien o para mal, Itachi no tenía escrúpulos a la hora de tomar decisiones cuestionables, si eso le reportaba los resultados esperados.

Arrastrando un poco los pies, ella regresó a su puesto en la pequeña butaca de madera dispuesta a un lado de la cama donde Itachi dormía. Como había hecho desde que estaba a su cuidado, le miró en silencio, grabando en su memoria aquel semblante lleno de ángulos duros, inflexibles, pero a la vez, rebosante de una belleza etérea.

En unas horas Itachi volvería a despertar y ella ya no podría huir más de las preguntas que debía contestar.

Sakura se hundió un poco más en el asiento, tapando su rostro con las manos. No solo eran las preguntas que vendrían lo que le generaba aprehensión. Su comportamiento con Itachi había sido trágico, por decir lo menos. Ya podía oír la voz de su shishou en su cabeza, señalando su eterno error como tantas otras veces:

'Dejas tus verdaderos sentimientos al descubierto en tu rostro, en tu voz, en tu temperamento, y aunque lo que sientes hable bien de la persona que eres, mostrarlos es un error tan estúpido para un ninja como vestir de color naranja en una misión…'.

Tomando en cuenta que esta vez había perdido el control hasta las lágrimas, Sakura estaba considerando seriamente lanzarse al mar con una piedra atada al tobillo. Lo peor era que Itachi, drogado, adolorido y ciego como estaba, se había dado cuenta de todo, para su mayor vergüenza. Entonces recordó la genuina sorpresa en su rostro ante el simple gesto de llorar por él, y el corazón se le encogió otro poco. Nadie había llorado nunca por Itachi y su tragedia.

Esta era la realidad de un niño que a cuenta de ser un prodigio fue tratado como una máquina por quienes debían protegerle. Hasta donde Sakura había alcanzado a ver del pasado, los únicos momentos de sosiego que había tenido Itachi eran el tiempo que pasaba con su hermano y con su mejor amigo Shisui. ¿Y cómo había terminado eso?

Al primero, había tenido que forzarlo a odiarle, para protegerle.

Al segundo, tuvo que verle morir, en un sacrificio para darle a él una oportunidad de vivir.

Desde muy niño, todo el amor que Itachi había sentido se fue echando a perder, tiñendo su mundo de negro y tatuando todo lo que veía, todo lo que era y lo que sería, de allí en adelante, su futuro.

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"¿Elegiste salvarme a mí, en lugar de a Sasuke?"

La sencilla pregunta, dicha además con marcada incredulidad, cortó el nervioso relato de Sakura como un cuchillo.

Era cierto y aun así parecía resultar increíble para Itachi que ella, obsesionada como estaba con rescatar a Sasuke desde su partida, hubiera sido capaz de tomar semejante decisión. Enseguida, Sakura pasó de estar a aprensiva por la conversación a ponerse completamente a la defensiva.

"¡Ya te lo dije! Madara vigilaba a Sasuke personalmente, era imposible alcanzarle". Tenía el rostro enrojecido y los puños cerrados sobre su regazo, tratando de contener sin mucho éxito las emociones que le desbordaban. "En cambio tú estabas en animación suspendida y había una oportunidad real de salvarte".

"Aun así, Sasuke debió ser la única elección posible para ti", desestimó, casi a modo de reproche.

"¡Seguro, debí enfrentarme yo sola a Madara! Estoy segura de que Kisame hubiese apreciado mucho el espectáculo que hubiera dado".

"Debiste esperar".

Sakura estuvo a punto de levantarse de la butaca para ir a darle una bofetada. ¡A la mierda que fuese un paciente en recuperación! El aura de suficiencia que despedía en su dirección, reclinado sobre varias almohadas contra el respaldo de la cama, le encendía la sangre.

"Aunque hubiese decidido esperar", consiguió decir sin terminar de perder la compostura, "el daño ya estaba hecho".

"Eso no puedes saberlo".

Ahora sí, Sakura saltó como un resorte. "¿Sabes qué? ¡Tienes razón! Quién sabe hasta dónde había llegado Madara para entonces o cuál había sido la reacción de Sasuke". Con cada palabra su tono de voz se elevaba considerablemente, aunque Itachi parecía inmune a su exabrupto.

"¿Pero sabes lo que sí sé sin lugar a dudas?" continuó, acercándose unos pasos hasta él. "Que para Sasuke yo siempre fui poco más que una molestia, una carga obligada que debía cuidar y llevar a cuestas en el equipo".

Dolía admitirlo, aun años después, pero ahora podía hacerlo sin sentir que el pecho se le abría en carne viva.

"¿Crees que ahora, después de tres años como un desertor, después de haber intentado matarnos a todos la primera vez que le encontramos, él iba a escucharme a mí y hacerme caso?"

Itachi no contestó y Sakura agradeció que no pudiera verla entonces, temblando de pies a cabeza.

"Como dije antes, me aseguré de dejar un rastro para que el resto del equipo pudiera encontrar la guarida y a estas alturas ya deberían estar allí", explicó, forzando una calma en su voz que no sentía. Con movimientos rígidos volvió a sentarse en la butaca. "Ellos no van a desistir hasta rescatar a Sasuke. Y si alguien puede alcanzarle ahora, ese es Naruto".

Itachi reflexionó unos momentos, los ojos ciegos cerrados en una expresión de concentración. "Es cierto lo que dices, pero Naruto no podrá cambiar la determinación de Sasuke si Madara completó efectivamente su trabajo. Lo que sí puede hacer, es detenerle".

"¡Un punto más a favor de mi decisión!" Sakura exclamó de inmediato. "Tú eres el único que tiene alguna oportunidad de hacerle entrar en razón".

Su renovado entusiasmo no pareció afectar a Itachi más de lo que su furia lo había hecho. Después de unos segundos, el shinobi inclinó la cabeza en su dirección. Sus ojos, ahora grises le resultaban más inquietantes que el propio sharingan.

"¿Y qué hay de mi decisión de morir, Sakura-san?"

Sakura se encontró boqueando como un pez fuera del agua por lo que pareció una eternidad. Nada podía haberla preparado para recibir una pregunta como aquella, mucho menos contestarla. Tuvo que tragar grueso antes de encontrar de nuevo su voz.

"Pensé que se trataba de un sacrificio, no de un suicidio".

Itachi cerró los ojos de nuevo y por primera vez desde que habían comenzado a conversar, Sakura logró ver algo de verdadera emoción cruzar su estoico semblante.

"Me lo preguntaste antes, en Tsukuyomi, y la verdad es que yo no soy inmune a la maldición en la sangre Uchiha".

Sakura estaba conteniendo la respiración sin saberlo.

"Alimentar el chakra que nos da este poder requiere sustentar los peores sentimientos que puede albergar un ser humano. Hasta ahora yo solo me he reusado a dejar que esa oscuridad me consuma por completo. Pero puede llegar el día en que ya no pueda hacerlo más".

"¡¿Y por eso querías morir?!" exclamó, alarmada.

"Un ninja en mi situación es demasiado peligroso, ¿acaso no lo crees así?".

No era difícil ver que él tenía mucha razón, más aún con todo el ridículo poder que estaba a su disposición si su salud se lo permitiera. Sin embargo, eso no evitó que Sakura buscase frenética todos los argumentos posibles para negarlo, descartando uno tras otro cada vez que se hacía la pregunta: '¿pensarías igual si se tratase de un ninja cualquiera y no de Uchiha Itachi?'

Su silencio prolongado fue una invitación para que Itachi continuase poniendo más clavos en su metafórico ataúd.

"En unos años más, yo seré el próximo Madara al que deban destruir".

"Incluso si eso sucede, estaremos preparados" contestó demasiado rápido, tratando de restar importancia al asunto y apartar esa perturbadora idea de la conversación. "Lo importante ahora es que, sin ti, nuestras esperanzas de éxito estaban seriamente comprometidas. Y no estoy hablando solo de salvar a Sasuke".

"Haces una apuesta peligrosa conmigo, Haruno Sakura".

Sakura se revolvió en su asiento, las palabras de Itachi se sentían más como una amenaza que como una afirmación. "Todo el mundo ninja como lo conocemos está en serio peligro de acuerdo a lo que me mostraste en Tsukuyomi. ¿Cómo podemos enfrentar a Danzo y a Madara sin tu ayuda?"

Itachi se reacomodó levemente, la mirada vacía y sin foco contrastando con un ceño fruncido en concentración. Sakura daría lo que no tenía y más para saber lo que estaba pasando por su cabeza. A medida que el silencio se alargaba su capacidad para controlarse se desmoronaba a la misma velocidad.

"¿Crees… crees que me equivoque al traerte de vuelta?" se aventuró a preguntar con un dejo de inseguridad que no pudo mantener fuera de su voz. Itachi contestó enseguida.

"Creo que has hecho una jugada interesante. El factor sorpresa está de tu lado y puede que tus objetivos se cumplan en el corto plazo. Más allá de eso… es incierto lo que pueda ocurrir".

Sakura asintió, olvidando que él no podía verle. Su jugada era ambiciosa sin duda, pero mentiría si dijera que sus verdaderas prioridades iban más allá de ayudar a los hermanos Uchiha y cambiar un destino que les había enfrentado de manera injusta. La kunoichi recordó de pronto que ella poco sabía de lo ocurrido durante el más reciente enfrentamiento de los hermanos y si Itachi había quedado ciego y severamente lastimado entonces…

"¿En qué condición dejaste a Sasuke?" preguntó con urgencia. "Cuando llegamos al lugar nos sorprendió la magnitud de la batalla. Tu Amateratsu aún seguía ardiendo en todo el perímetro".

"No le hice ningún daño permanente. Esta vez tuve mucho cuidado de no romper sus costillas". Itachi se burló sin malicia de sus reclamos anteriores y Sakura torció la boca en respuesta, desconcertada por el extraño humor del shinobi.

"¿Y el sello?"

"Sasuke está libre del sello maldito" confirmó, "y fuera del alcance de Orochimaru".

Su alivio con la noticia se convirtió en confusión con el último comentario. "No entiendo. Orochimaru está muerto. Sasuke mismo lo asesinó".

"Hmn, tal vez".

Su tono de duda contradecía lo que la inteligencia que Konoha había recibido sobre el incidente. ¿Era posible que el sannin hubiese sobrevivido una vez más? Parecía difícil de creer, pero no sería la primera vez que algo semejante ocurría. Sakura estaba a punto de preguntarle al respecto, pero Itachi le ganaría la palabra con otra de las preguntas que más estaba temiendo recibir.

"¿Cuál es tu pronóstico de mi condición, Sakura-san?"

La kunoichi se puso a la defensiva de inmediato.

"Si ya estás pensando en marcharte, ni lo sueñes. Tus niveles de chakra están por el piso y el proceso de sanación y regeneración requiere de al menos cuarenta y ocho horas más antes de que puedas si quiera ponerte de pie; además hay que tomar en cuenta que-".

"Desde esta cama no puedo hacer lo que esperas de mi" interrumpió.

"Tampoco puedes hacerlo si te caes muerto a los tres pasos".

"De igual modo, es peligroso quedarnos aquí por mucho tiempo" razonó, lo cual era muy cierto y contra lo que la kunoichi no encontró ningún argumento.

Itachi no podía mirarla fijamente pero no hacía falta. Su atención estaba enfocada en ella, esperando su respuesta, aun si sus ojos apuntaban en otra dirección, y ella lo sentía como un peso específico, haciendo difícil hasta respirar con normalidad.

"No puedo dar un pronóstico aún. Todo dependerá de cómo evoluciones en las próximas veinticuatro horas". La kunoichi se puso de pie, lista para poner fin a una conversación que le había descolocado más de lo esperado. Necesitaba tiempo para procesar todo y salir de allí cuanto antes era la mejor manera de lograrlo. Con pasos demasiado apresurados para ser normales, Sakura llegó a la puerta de salida donde el enorme gato naranja entorpeció como siempre su casi perfecta maniobra de escape.

"Sakura-san".

La kunoichi se detuvo de mala gana a medio camino entre saltar el gato naranja o patearlo, aún no estaba segura. Volvió su rostro ligeramente, sintiéndose de momento incapaz de mirarle directamente.

"Tú sí le importas a mi hermano. No le juzgues por sus acciones del pasado, que no son más que las consecuencias de las mías".

Sakura volvió a mirar hacia la salida. Había pasado años de su vida alimentando esa fantasía. Ahora prefería la realidad más objetiva de admitir que, los lazos que había formado con Sasuke estaban unidos a través del Team 7. Sin el equipo, ella no existía para él.

De nuevo, ella no se encontró capaz de responder, así que optó por saltar el gato y escapar con todas sus dudas y angustias sin decir palabra.

Había cosas que era mejor dejar sin respuesta.

Más cuando dar una, no dependía de ella en lo absoluto.

-o-

NDA: parte de la letra de una de mis canciones favoritas de Pearl Jam está en este capítulo, será que alguien la encuentra?

Para el templo abandonado al que llega Sakura con Itachi tomé de referencia el lugar donde Itachi y Kisame se encuentran por primera vez (la imagen en mi twitter).

Ah, y cuando dije carpeta llena de kisasaku me refería a fanart de la pareja coleccionado de varios artistas, no a fics escritos por mí, jajaja (no me tienten!) les recomiendo la galería de lpilz en deviantart si quieren ver más de esa pareja.