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"Reality is merely an illusion,

albeit a very persistent one"

-Albert Einstein

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c13- The Enchanted Sleeper (La durmiente encantada)

"¡Konoha no está en este cráter!"

Con una mano arrugada y llena de manchas, Danzo invitó a los presentes a volver la mirada hacia la devastación que se extendía a un lado, obligándoles a enfrentar lo que pocos podían creer aún del todo.

La aldea de la hoja había desaparecido, aplastada bajo el enorme meteorito conjurado por el poder de Pain, a quién Naruto había logrado derrotar, no sin grandes sacrificios.

Danzo permaneció en silencio por varios segundos, extendiendo su invitación a observar la devastación, obligándoles así a contemplar el significado de ese vacío y a sentir de nuevo el peso de roca y tierra aplastando sus propios pechos.

"Una nueva y mejor aldea se levantará sobre estos escombros, donde viejas debilidades ya no tendrán cabida", continuó sin afectación, apoyando ambas manos sobre la empuñadura de su bastón.

Un murmullo recorrió el grupo de shinobis formados frente a él. Sus palabras eran tan directas como siempre lo habían sido, e igual de engañosas. Danzo hablaba de cambio, cuando en realidad quería anquilosar la vida ninja a las viejas prácticas que él favorecía y que estaban mejor dejadas al olvido.

Bajo un sol inclemente y con el estricto negro requerido como vestimenta, la ceremonia improvisada por el honor de los caídos en la batalla estaba convirtiéndose, rápidamente, en una concentración política. En ese momento, Sakura daría lo que fuera por volver a la sombra y dejar de escuchar al fanático que tenían ahora por líder.

Especialmente cuando el solo verle, le hacía hervir la sangre.

Antes de siquiera poder cuantificar el daño dejado por la invasión de Akatsuki, ni mucho menos tener un pronóstico claro sobre la condición en la que había quedado Tsunade, Danzo había sido electo como el nuevo Hokage en una reunión de emergencia del Consejo, con la presencia y voto de los líderes de todos los clanes. La kunoichi estaba segura de que, en realidad, el viejo shinobi se había elegido a sí mismo, controlando a los presentes con la ayuda del sharingan.

La decisión había sido anunciada de inmediato, al tiempo que operarios de ROOT fueron desplegados en el perímetro del campamento que habían establecido al pie de la montaña Hokage, como guardias y ejecutores del nuevo líder de la aldea. Desde entonces, ninguna actividad era permitida sin el permiso expreso de Danzo y el ojo siempre atento de su ejército personal.

Las cosas no podían estar peor, pensó Sakura. La Konoha que aspiraba reconstruir Danzo, era sinónimo de un control desmedido y paranoico que ella no tenía idea de cómo iban a sobrevivir. Las siguientes palabras de Danzo parecieron dirigidas específicamente a confirmar todos sus temores.

"Estamos pasando por una emergencia sin precedentes en nuestra historia" declaró, pasando su mirada sobre todos y cada uno de los presentes. "Quien no obedezca la línea de comando y los nuevos procedimientos que hemos establecido para la protección de Konoha, será considerado un traidor y tratado de acuerdo a esto".

No, la situación era mucho peor.

Ahora todos eran prisioneros, dentro de su propia aldea.

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Sakura caminaba con propósito por el pasillo del nuevo hospital provisional, que se había establecido tan pronto terminó la batalla.

Esta y otras edificaciones consideradas como prioritarias para el restablecimiento de las funciones básicas de la aldea, habían sido levantadas en minutos, por el poder extraordinario de su próximo paciente.

Cuando entró en la habitación que buscaba, al final del pasillo, encontró al Capitán Yamato sentado de mala gana en una camilla, algo doblado con un dolor que trató de disimular tan pronto la médico entró en la habitación y cerró la puerta tras de sí. Sakura sonrió mentalmente. ¿Por qué todos sus chicos eran tan patéticos cuando se trataba de estar enfermos?

De pie a su lado, Kakashi no estaba mejor. Tenía los brazos cruzados, encorvado contra la pared en una de sus posturas de desgano indiferente, que seguro engañaría a todos los que le vieran, menos a sus compañeros de equipo, que le conocían lo suficiente como para detectar cuándo fingía estar bien.

Aun así, Sakura sabía que no era prudente tratar de aproximarse al copyninja en las presentes circunstancias. No solo el hombre era imposible de tratar en el hospital por regla general, sino que mientras tuviese un mínimo de chakra disponible, él se iba a mantener de pie contra todo obstáculo; y francamente, no había forma de que la aldea que estaban tratando de salvar, pudiera seguir adelante sin él, cuando la principal batalla que estaban librando ahora, era la interna.

Con eso en mente, la kunoichi se dispuso a dejar caer sobre el segundo al mando del Team 7, toda su asfixiante atención médica.

"Capitán Yamato, parece que te has excedido un poco, ¿no?"

"Tonterías, Sakura-san, solo estoy aquí porque sempai me obligó a venir" protestó con mala cara y sin mirar al copyninja. Sakura se contuvo de voltear los ojos. Kami los cría y ellos que se juntan.

"Por favor, recuéstate en la camilla".

"Realmente no es necesario…".

"No te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando, Capitán".

Le gustara o no, mientras estuviera en el hospital como un paciente, ella, como su médico tratante, le superaba en rango de autoridad. ¡Ah! La de veces que Sakura se aprovechaba de esto para hacer sufrir a sus chicos durante sus frecuentes visitas médicas, siempre le dejaba con una sonrisa en los labios y el corazón bien calentito.

Tan pronto el shinobi se acostó, Sakura le ayudó a quitarse el hitae-ate y enseguida se sorprendió como siempre de lo diferente que se veía sin el sempiterno casco. Juvenil y afable en lugar de gruñón y desabrido. Tuvo que resistir la tentación de revolverle los cabellos como a un niño.

Con las palmas de sus manos muy cerca de las sienes de su paciente, comenzó a examinarle, liberando primero una corriente superficial de su chakra que constató el estado general de su cuerpo y sus vitales, y luego, cuando hizo contacto con su piel, una corriente interna que completó el mapa de funcionamiento de sus órganos y sistemas internos. En pocos minutos, no quedó secreto en su cuerpo que la kunoichi no supiera, y su irritación creció exponencialmente. Un poco más y el abuso al que se había sometido, lo hubiera matado.

"Como sospechaba, los caminos de chakra en tu cuerpo están severamente lastimados, te has excedido más allá de lo recomendable en el uso del Mokuton y has llevado tu cuerpo al límite de su capacidad".

Considerando que el campamento al pie de la montaña ya se podía considerar como un pueblo pequeño, Sakura se preguntó si el shinobi había hecho siquiera alguna pausa para comer o dormir desde que comenzó la reconstrucción, cinco días atrás.

El hecho de que Kakashi lo hubiera escoltado personalmente hasta el hospital, le decía que no.

"No es tan malo como parece" se defendió enseguida, desestimando la gravedad de su evaluación, "aún puedo seguir ayudando con-".

"Solo tienes cinco por ciento de chakra disponible", Sakura le interrumpió, como si no hubiese hablado.

"Mi velocidad de regeneración de chakra es muy alta", refutó.

"Lo cual no te va a servir de nada si los caminos de chakra en tu cuerpo –que parecen un colador en este momento– terminan de explotar bajo la presión".

Yamato apretó los labios en lo que se parecía, sospechosamente, a un puchero.

"La aldea me necesita" declaró tercamente.

"Sin duda, ¡pero te necesita–con-vida!"

El regaño le salió con más fuerza de la que quería poner, tratando como estaba de aprender a controlar mejor su temperamento. Con aldea o sin ella, después de la dura batalla que les había tocado vivir, la idea de que uno de sus chicos continuara poniendo en peligro su vida era inaceptable para ella.

Yamato le devolvió una sonrisa triste. "Solo estoy cumpliendo con mi deber" dijo débilmente, en un intento por apelar a su lado ninja, en lugar de provocar aún más el legendario mal carácter de la médico.

Sakura se compuso con una cachetada mental, volviendo a adoptar una voz fríamente profesional.

"Tu deber es recuperarte primero para ser de verdadero servicio a tu aldea. Así que vas a descansar por setenta y dos horas, en las cuales tienes prohibido usar ni una chispa de chakra".

"¡Eso es demasiado tiempo! Sakura-san, por favor".

"Mi diagnóstico es definitivo, y de hecho vas a comenzar ahora mismo". La kunoichi se volvió mientras hablaba hacia el armario de medicinas a sus espaldas, extrayendo lo necesario para inducir en su paciente un sueño artificial que facilitaría la primera parte de la sanación.

Desesperado, Yamato se volvió hacia el copyninja, buscando algo de apoyo.

"Kakashi-sempai, de seguro estarás de acuerdo conmigo; es crucial que terminemos de restaurar el muro perimetral, no podemos perder tiempo aquí…".

El copyninja parpadeó un par de veces, inclinando la cabeza a un lado en una perfecta imitación de cualquiera de sus niken. Estaba atendiendo a las súplicas de su kouhai, pero sin dejar traslucir ninguna emoción en su ojo visible. Sakura lo miró por unos segundos, esperando su respuesta, pues solo él podía detenerla ahora.

Danzo había sido declarado Hokage, sí, pero para el resto de la aldea, para los que se contaban leales a Tsunade y a la voluntad de fuego, Hatake Kakashi era el verdadero Rokudaime.

"¿Sensei?" Sakura inquirió y Yamato miró de uno a otro, con el nerviosismo de un preso inocente esperando una sentencia injusta.

"Prosigue", indicó por fin.

"¡No!" Yamato trató de incorporarse y Kakashi lo empujó de vuelta a la camilla con facilidad, inmovilizándolo con una mano firme sobre su pecho.

"Extiende tu brazo, por favor", Sakura preparó la jeringa con manos expertas, mientras que su paciente se cruzó de brazos a la defensiva.

"Reconsidera por favor, Sakura-san".

"Puedo golpearte si lo prefieres" ofreció, con toda la dulzura posible.

"No puedo descansar ahora…"

"Claro que puedes" le cortó.

"Comprende que mi deb-"

"¡PAF!"

"¡SENSEI!"

"Dijiste que golpearlo era una opción" se defendió, encogiendo los hombros. Con un golpe directo y rápido, Kakashi había noqueado, sin ceremonia ni aviso, a su querido kouhai.

"¡Era solo una expresión!"

"Hmn" entonó, rascando su barbilla. "No creo que se acuerde de nada cuando despierte".

"¡Ese no es el punto!"

"El punto es que querías que descansara y ya lo está haciendo", dijo con el ademán de un mago que acaba de sacar un conejo del sombrero y no encuentra el aplauso esperado.

"¡No con una contusión en la cabeza!" la kunoichi sintió ganas de arrancarle los estúpidos cabellos plateados de la cabeza, segura de que en el fondo se estaba divirtiendo a expensas de ella y un muy sufrido kouhai.

Mientras la médico se aseguraba de que la gracia no había dejado un daño permanente a su paciente, Kakashi se dejó caer en la única silla de la habitación con un suspiro resignado.

"Tenemos que hablar, Sakura".

Ese tono de voz le devolvió la sobriedad enseguida.

"¿Es seguro hacerlo aquí?"

"Preparé la habitación antes de que llegaras. Estamos a salvo hasta la próxima patrulla".

Lo que les daba una media hora, antes de que los operarios de ROOT volviesen en su ronda. Era increíble, pero hasta en el hospital estaban siendo vigilados con un celo paranoico, tan ajeno a la Konoha de antes.

La kunoichi comenzó a tratar a Yamato, tomando su brazo con ambas manos y dejando su chakra fluir hacia los tejidos que requerían de su ayuda para acelerar una regeneración completa.

"¿Cómo te fue con Danzo?" inquirió Kakashi, yendo directo al punto que le preocupaba.

Tan pronto fue declarado Hokage, el viejo shinobi había llamado e interrogado personalmente a todo el equipo que había salido a la misión de capturar a Itachi, demandando detalles más allá de lo escrito por cada uno en sus reportes, buscando encontrar alguna inconsistencia, algún indicio de que le estaban ocultando información.

"Como esperábamos. Su interrogatorio se centró en el tiempo que estuve separada del equipo".

La única ventaja que tenían, de momento, dependía de que Danzo se mantuviera ignorante de todo lo ocurrido con Itachi; especialmente de que seguía con vida y con la mira puesta en acabarle. Ella solo tenía que repetir una y otra vez lo escrito en su reporte: capturada por varios días; logró conducir a su equipo a uno de los escondites de Akatsuki; logró escaparse al primer descuido; Itachi está muerto; nunca vio a Sasuke.

"¿Algún problema?"

"Ninguno. Desde luego que sospecha que le ocultamos algo, pero no creo que insista demasiado, en especial después del interrogatorio de Sai".

En su hubris, Danzo no podía concebir que el joven shinobi ya no estuviera bajo su control absoluto como antes. Sai era no solo capaz de mentirle, sino de soportar las compulsiones taladradas en su cerebro, para garantizar su obediencia. Algo de lo que se estaban aprovechando ahora, no solo para proteger la versión oficial de los reportes, sino para tratar de acercarse y espiar lo que ocurría en el nuevo centro de comando de la aldea.

"Aun así, no te confíes. Tu misión sigue siendo prioridad para la aldea. No podemos permitirnos fallar en esto".

Tsunade-sama, en su eterna sabiduría de borracha desconfiada que espera un timo en cada bar al que entra a beber, había mantenido la misión que le había encomendado a Sakura, fuera de los registros. Luego, antes de que la kunoichi pudiera oficializar a Ino como su apoyo, la invasión había comenzado.

Los pensamientos de Sakura se volvieron entonces hacia su shishou, tan solo un piso más arriba, confinada en su habitación en estado de coma y bajo estricta vigilancia ANBU. Verla tan vulnerable, sin el glamour de la eterna juventud al que se aferraba, la había sacudido profundamente, como perder la luz de un faro en la peor tormenta. Nadie sabía a ciencia cierta si volvería a despertar luego de llevar el poder de Katsuyu al límite de sus fuerzas, y si lo hacía, cuáles serían las consecuencias con las que tendría que vivir de allí en adelante. Lo único seguro era que, de momento, no estaba en capacidad de seguir al frente de la aldea. Su sacrificio les había salvado, pero a un costo inconmensurable.

Ahora, la primera parte de la misión que le había encomendado, había quedado en espera, imposible como era establecer un laboratorio de investigación con ROOT respirándoles en la nuca. Los secretos de Akatsuki y el poder intrigante de Zetsu, tendrían que esperar un poco más.

La segunda parte, lamentablemente, tampoco dependía directamente de ella.

"¿Algún contacto hasta ahora?"

"Ninguno, sensei", lamentó en una exhalación. Si seguía como hasta ahora, persiguiendo a todos los gatos que quedaban en la aldea, realmente la iban a dar por loca. Pero la kunoichi estaba desesperada por recibir la más mínima señal de que Itachi se encontraba bien y que sus estúpidos gatos no lo estaban matado de hambre.

Escondido con un jutsu de almacenamiento entre los vendajes que apretaban su busto, estaba un pergamino escrito por la Hokage para el Uchiha. Ella no sabía cuáles eran los contenidos del mensaje, y tratar de sonsacar la información de Kakashi, cuando este agregó sus propias notas al pergamino luego de que Tsunade quedara incapacitada, no le había llevado a ningún lado.

Solo tenía la orden de entregarlo y establecer un canal de comunicación con él.

"¿Qué pasa si no me contacta?"

"Si tu evaluación de su carácter fue acertada, no tengo dudas de que lo hará".

Sakura sintió su pecho comprimirse. Ella no dudaba de su decisión de confiar en Itachi, arriesgada como esta era; el problema eran sus sentimientos traicioneros, que le hacían temer a ese lugar sin nombre que ocupaba ahora el nukenin en su corazón. No sería la primera vez que su juicio se veía afectado por algo así.

Quizás por eso no pudo contenerse, y puso en palabras algunas de sus angustias. "Tengo que creer que salvar a Itachi fue también salvar a Sasuke. Mas allá de eso, sensei, yo…".

"¿Crees que va a traicionarte?" inquirió, y Sakura tuvo que apartar unas manos repentinamente temblorosas de su paciente, pausando la sanación. Se tomó unos segundos para ordenar sus ideas antes de contestar.

"Lo que espero de él, es que continue cumpliendo su misión de proteger a Konoha y a su hermano. Lo que temo, es de lo que es capaz de hacer para cumplirla". La kunoichi se atragantó un tanto, las pesadillas aún estaban muy frescas en su cabeza, tiñendo de rojo y negro todas sus noches.

Kakashi se puso de pie, con menos de su soltura acostumbrada. "Itachi adoptó la voluntad de fuego y actuó de acuerdo al cambio que quería para el futuro de su aldea y de su Clan" afirmó, mientras se acercaba a ella, "tal y como debe hacer todo líder con el poder para guiar el destino de otros".

"¿Tú crees que él hizo lo correcto entonces? Que el Tercero…".

"Si tratas de encontrar lo correcto, nunca vas a lograr hacer lo que es necesario".

La idea quedó suspendida en el aire entre ellos. Itachi había hecho lo que era necesario y lo mismo había hecho ella cuando le salvó. Ni más ni menos.

"Naruto también va a tener que tomar decisiones dolorosas cuando llegue su momento de cambiar el mundo ninja". Una mano cálida le apretó el hombro y Sakura finalmente despegó los ojos del suelo frente a sus pies para verle. "¿Vas a estar lista para apoyarlo?"

El miedo que podía sentir por la incertidumbre de lo que les deparaba el futuro, no era suficiente para frenar la promesa que se había hecho a sí misma años atrás. Ella había visto lo peor del pasado y entendía ahora los sacrificios que eran demandados del líder de una organización tan poderosa como una aldea shinobi.

"Lista o no, voy a estar a su lado, haciendo lo que sea necesario, sensei", contestó enseguida y sin reservas. No había dudas en sus ojos y el copyninja asintió, satisfecho con lo que vio en ellos.

Ella por su parte encontró en su mirada sincera, el orgullo por verla superar una prueba más en su camino ninja y su corazón se sintió más ligero de inmediato.

A su lado, Yamato gimoteó algo inteligible desde la camilla y los dos se sonrieron aún más.

"Puedo volver a golpearlo otro poco, si hace falta" ofreció galantemente.

Y después la llamaban a ella violenta.

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Una de las primeras habilidades que aprendían los aspirantes a ninja en la academia, era a orientarse y medir el paso del tiempo por la posición del sol y las estrellas.

Por ello, Sakura sabía bien que estaba en el lugar correcto. Sabía en qué dirección se encontraba el norte y dónde estaba su aldea desde allí. Sabía también que tenía veinte minutos de haber llegado al lugar de entrega, diez minutos antes de la hora acordada. Aun así, volvió a levantar la vista, como hacía cada minuto desde que había llegado, asegurándose que las estrellas seguían indicando lo mismo.

Ni la noche agradable y fresca del bosque, ni la posibilidad de estar fuera de la opresión permanente en la que se había convertido su aldea, le dieron alivio a una ansiedad que casi la hacía vibrar.

La posibilidad de ver a Itachi frente a ella, una vez más, era tan cierta como la exactitud de las constelaciones que consultaba, y a la vez, tan lejana como lo estaban las estrellas que las conformaban.

Con un gruñido, la kunoichi se cruzó de brazos, tratando de contener un tanto el exceso de energía que estaba agitando sus nervios desde que había recibido las tan esperadas noticias de Itachi.

Bueno, tal vez noticias era una palabra muy generosa para lo que había recibido.

Lo primero que la desconcertó fue el método de entrega del mensaje, luego de su incansable acoso a todo lo felino que se cruzaba por su camino.

Desde la destrucción de la aldea, tener un minuto a solas o un espacio personal era simplemente imposible. La barraca en la que había sido asignada para vivir, parecía un enjambre de actividad a cualquier hora del día o de la noche, donde cientos de shinobis compartían un espacio algo estrecho y de comodidades muy limitadas, pero que cumplía su función de darles un lugar para asearse y descansar entre un turno y otro de los distintos comités de reconstrucción de la aldea.

Lo que más detestaba Sakura de estar en la barraca no era el tener que compartir habitación con cuatro personas que no conocía bien, o la comida blandengue que servían en la cantina; era que le había tocado una habitación sin una sola ventana. No podía respirar el aire fresco con sus perfumes, ni ver el cielo cambiar de color. Solo podía mirar al techo de madera y lamentarse.

Fuera de la barraca, las cosas no eran mejores, pues se sentía constantemente vigilada a donde quiera que iba, con los operarios de ROOT pareciendo multiplicarse con cada día que pasaba. ¿Siempre habían sido tantos?

A pesar de todo esto, y de que en su habitación siempre había al menos dos shinobis tomando su descanso, esa noche ella llegó hasta su catre, lista para colapsar luego de un turno de veinticuatro horas en el hospital y lo que encontró al mover las sábanas le dio pausa:

Una inconfundible y larga pluma negra.

¿Cómo había llegado hasta allí? Ese era otro misterio para agregar a su lista interminable de interrogantes, en lo que concierne al Uchiha.

Lo segundo que la descolocó, fue el mensaje en sí mismo.

Tan pronto tocó la pluma, esta se disolvió entre sus dedos como si estuviera hecha de humo.

Y nada pasó.

Como si lo hubiera alucinado; un momento estaba allí y al siguiente no tenía ni la certeza de que había ocurrido.

Sakura miró en todas direcciones, pero nada había cambiado en la habitación. Sus compañeros no parecieron haber notado nada y ella pasó media hora revolviendo y reacomodando las sábanas tratando de encontrar la pista que había pasado por alto.

Nada.

Resignada, se acostó finalmente, machacando la almohada con más fuerza de la necesaria. En la media penumbra de la habitación, se recriminó mentalmente por su torpeza. Tenía que haber hecho algo mal, no había otra explicación para el fenómeno. ¿A menos que se tratase de un aviso antes del verdadero mensaje?

Con un gruñido, Sakura cerró los ojos y lo supo enseguida.

Todo estaba en su cabeza.

A dónde ir, a qué hora, qué hacer.

Abrió los ojos y un escalofrío la sacudió de punta a punta. No escuchó voces ni sintió un jutsu, pero era innegable que, al tocar la pluma, la transferencia se había completado. Como si siempre lo hubiese sabido y simplemente, no lo recordase.

Desde entonces, trataba de no pensar demasiado en cómo algo así era siquiera posible. La alternativa era admitir que Itachi había dejado algo en su mente; una puerta abierta, una sugestión, una trampa…

Sakura volvió a consultar las estrellas y calculó que otros cinco minutos habían pasado. El mensaje estipulaba que ella debía dejar el paquete y marcharse, lo cual era más absurdo que la forma de entrega del propio mensaje. Ella no se iba a mover de allí ni un milímetro hasta tener una respuesta satisfactoria a todas las preguntas que tenía para el Uchiha.

¡Y si llegaba un maldito cuervo, lo iba a desplumar vivo!

Reajustando su postura contra uno de los pilares de la torre de observación, de momento abandonada, la kunoichi estudió de nuevo sus alrededores. El Shi no Mori se sentía vivo entorno a ella, aun a la hora del conticinio. Aquí era donde todos los shinobis de Konoha venían a confrontar sus miedos para alcanzar el grado de Chunin. Aquí, ella había comprendido su verdadera capacidad para defender lo que amaba y el poder que necesitaba para cumplir con esa determinación.

Ahora, una vez más, estaba en este lugar, empujándose más allá del deber por alguien que, en toda regla, debería odiar. Sería poético si ella tuviese la energía para mirar el asunto con el romanticismo de antes.

De momento, solo podía pensar en la tarea que tenía entre manos. Escaparse de la aldea y sus nuevos carceleros no había sido fácil, pero su misión era clara: el pergamino de la Hokage estaba en la bolsa que cargaba en su espalda, además de un lote de medicina que había logrado preparar a escondidas.

Entregarlo todo iba a poner su paciencia a prueba, si el tiempo de espera era un indicio.

Volvió a mirar a las estrellas, maldiciendo mentalmente su suerte, cuando un mínimo destello de chakra capturó su atención.

"¿Qué parte de dejar el paquete y marcharte no te quedó claro, pequeña?"

Irguiéndose en alerta, Sakura no pudo contener ni la sorpresa ni la sonrisa.

"¡¿Kisame?!"

Saliendo de las sombras en la espesura, inconfundible por su tamaño y el color de su piel a la luz de la luna, el infame monstruo de la Niebla Oculta se dejó ver. Sakura nunca pensó que se alegraría tanto de volver a ver su estúpida cara de pescado llena de dientes, pero allí estaba, sonriéndole de oreja a oreja.

"¿Qué pasó con aquello de: 'los mataré si les vuelvo a ver', hm? ¿No estarás perdiendo tu toque?"

"No te pases de lista kunoichi, que mi Samehada está hambrienta y tú eres de sus favoritas".

Confirmando sus palabras, de inmediato Samehada cobró vida desde su lugar en la espalda del nukenin, un rugido ronco y largo que pareció reverberar de los árboles. Sakura se estremeció como siempre, asqueada y fascinada a partes iguales por la peculiar arma.

"¿Realmente pensaste que yo iba a dejar todo y marcharme sin tener noticias?"

"No, pero tenía que intentarlo", explicó, deteniéndose a unos pasos de ella, "¡Tsk! eres una kunoichi muy terca".

Su queja perdió todo el efecto cuando el brillo divertido de sus ojos denotaba que él también estaba complacido de verla.

"No perdamos más tiempo entonces, dime ¿cómo está Itachi? ¿Dónde está?" preguntó, haciendo un esfuerzo por poner su voz más profesional y fallando espectacularmente.

Kisame no contestó de inmediato. Con la facilidad que da la práctica, liberó su espada y la clavó en el suelo a un lado, antes de sentarse frente a Sakura, piernas cruzadas en loto de una manera que lucía imposible para un shinobi de sus dimensiones.

Sakura tardó solo unos segundos en imitarle, sentándose frente a él en la misma postura, colocando la bolsa con lo que debía entregar sobre sus piernas. Se veía tan diferente sin su atuendo de Akatsuki, que ella no podía parar de mirarlo. Kisame por su parte la contemplaba también, mientras tomaba agua a boca llena de una desgastada cantimplora.

"Tengo que admitir que no te creí capaz de sanarle hasta tal punto", dijo por fin, secándose la boca con el dorso de la mano. "Itachi está mejor de lo que le he visto nunca".

Un sonoro suspiro de alivio se le escapó a la kunoichi. "Traje medicinas para él".

Enseguida abrió la bolsa y extrajo un contenedor, compacto y bien ordenado, mostrando sus contenidos al shinobi. "No es la medicina que esperaba poder hacer, dadas las circunstancias, pero al menos es mucho mejor de lo que está tomando ahora y le mantendrá en buena condición por el momento. Tiene suficiente aquí para cubrir tres semanas de tratamiento. Debe tomar una dosis de estas con cada comida de manera permanente, y de estas, es una vez al día. ¿Sabes si se está alimentando bien? Espero que no esté comiendo solo comida para gatos, es necesario mucho más que solo proteína en su dieta. Además, no debe excederse físicamente por una semana más como mínimo, aunque se sienta bien. Es importante que le vigiles de cerca, el uso de chakra debe estar muy limi-"

El nukenin levantó una de sus manos para frenar su perorata. "Si quieres una niñera vas a tener que ir tú a por él, pequeña".

La kunoichi torció la boca. Dejar la salud de Itachi de su cuenta no le sentaba nada bien, pero poco más podía hacer sin contar con ayuda o, como bien señaló Kisame, ir personalmente a por él.

Ganas no le faltaban, la verdad.

"Las instrucciones están incluidas en el contenedor, ¿puedes al menos asegurarte de que las lea?"

"Solo te aseguro que recibirá lo que me entregues".

Sakura apretó los dientes y se tragó un par de maldiciones. De mala gana, cerró el contenedor con las medicinas y se lo pasó al shinobi. "Supongo que ya están al tanto de todas las noticias de la aldea".

"¿Llamas a ese cráter, aldea?" se burló, sonriendo más de lo necesario.

"No te va a parecer tan gracioso cuando te haga tragar tu propia lengua".

"Sabes que me gustaría verte intentarlo, pero de nuevo el tiempo apremia, kunoichi. No es seguro permanecer aquí por mucho tiempo".

En eso, ella tenía que darle la razón. Aunque el bosque de la muerte estaba desierto, seguía siendo territorio de la aldea y con la paranoia demostrada por Danzo hasta el momento, no era descabellado pensar que alguna patrulla pudiese pasar por el lugar. Además, si se demoraba demasiado en volver, su ausencia iba a ser notada.

Entonces sí que iba a estar en problemas.

"Este es un mensaje de Tsunade-sama, quien junto con Hatake Kakashi, está al tanto de la situación… particular de Itachi y desea establecer contacto con él".

Con cuidado, le pasó también el pergamino de la Hokage. No sabía qué tanto podía decir a Kisame; si bien su presencia indicaba que Itachi confiaba en él, nunca se podía ser demasiado precavidos.

Cuando fue evidente que el nukenin no iba a comentar nada al respecto, Sakura se dispuso a reiterar sus preguntas iniciales.

"¿Qué puedes decirme de los planes de Itachi? ¿Dónde está ahora? ¿Cómo nos mantendremos en contacto?"

Kisame le dedicó una mirada curiosa y a la vez calculadora, con esos pequeños ojos blancos que no revelaban nada de su verdadero ánimo.

"No puedo responder ninguna de tus preguntas, pequeña. Mientras menos sepas es mejor, ¿no te parece?"

Su indignación la puso a punto de ebullición enseguida. "¡No puedo volver a la aldea con las manos vacías!"

"Y no lo vas a hacer, te lo aseguro".

Entonces, el shinobi giró su torso hacia la derecha, para hacer una señal rápida hacia algo invisible a sus espaldas. Sakura parpadeó varias veces, la furia disipándose en confusión cuando un gato negro y delgado se materializó desde la oscuridad del bosque, avanzando con agilidad hasta detenerse al lado del nukenin.

Sakura solo pudo mirar atónita como Kisame preparó todo lo que le había entregado, almacenándolo con un jutsu dentro de un pequeño pergamino que ató al collar del peludo mensajero. Con una caricia torpe que el gato aceptó de buena gana, el shinobi despachó al animal, que en un par brincos, se fundió de nuevo con la noche.

"Espera, si tú no vas a llevar el mensaje, ¿entonces…?"

"Yo me quedo contigo, pequeña. ¡Espero que cuides de mí!"

Un guiño, seguido por una sonrisa llena de filosos dientes, no lograron suavizar el impacto de semejante declaración.

"¡¿Estás bromeando?!"

"Yo nunca bromeo, kunoichi".

Sakura estaba atascada, con la boca abierta y sin ideas. La situación simplemente la superaba y nada de lo que había imaginado que podía pasar en este encuentro, la había preparado para algo como esto.

"¿Qué quiere decir que te quedas conmigo, exactamente?" inquirió, no sin aprensión.

"Quiere decir que, esta vez, te toca a ti ayudarme a entrar" explicó, su pulgar señalando la dirección en la que se encontraba la aldea de la hoja.

Eso sí que la hizo brincar en el sitio. "¡Imposible! Aun si la aldea no estuviera en emergencia, no hay manera de que puedas entrar sin que nadie se entere".

"¡Tsk! No sería la primera vez".

Sakura se contuvo de señalar todas y cada una de las formas en las que ahora, y la vez en la que él e Itachi entraron con la intención de secuestrar a Naruto, eran diferentes. Sin contar que el tiempo que pasaron sin ser detectados entonces fue mínimo. Con una respiración profunda, la kunoichi tomó de nuevo las riendas de sus nervios.

"No me has dicho para qué quieres entrar".

Kisame no contestó, más que con otra de sus miradas inquietantes que no ofrecía ninguna respuesta.

"Si hubiese dejado el paquete como querías, qué ibas a hacer, ¿seguirme?"

Su silencio continuado era enervante y Sakura resopló. "¿En serio esperas que te ayude a entrar, sin ninguna explicación?"

"Lo que espero es que hagas lo necesario, como te he visto hacer hasta ahora".

Muchos ninjas creían en las señales. Ella misma les había dado crédito, hasta que la disciplina científica de su entrenamiento médico le curó de fantasías. Pero eso no evitó que se le erizara la piel cuando las palabras de Kisame hicieron eco de su conversación con Kakashi, el día anterior.

Hacer lo necesario para salvar a su aldea y a Sasuke, le había llevado hasta su presente situación. Si esto era parte del plan de Itachi, al que ella había apostado, no le quedaba más remedio que dejar sus escrúpulos a un lado en favor de ayudar.

"Puedo llevarte a la aldea, pero una vez allí, no puedo esconderte o ayudarte".

"Eso déjalo de mi cuenta", dijo con su típica pedantería, y Sakura realmente tenía ganas de machacarle por ello.

Antes de que pudiera pensar siquiera en contestarle, Kisame se reacomodó, girando su cuerpo hasta quedar perpendicular a ella, manteniendo sus piernas cruzadas. Unos sellos demasiado rápidos para contarlos todos y el nukenin acomodó sus manos como puños, uno sobre otro, frente a él. Luego hizo el sello del carnero y lo mantuvo, los dedos índice y medio de su mano izquierda bien estirados y apuntando al cielo.

Mirando todo con atención y no sin algo de preocupación, Sakura estuvo a punto de preguntarle qué rayos estaba haciendo, pero se contuvo al ver la concentración en su rostro marcando líneas en su frente. Si esto era un jutsu no parecía estar pasando nada, aunque el distintivo anillo de Akatsuki en el dedo anular de su mano izquierda, estaba concentrando una cantidad alarmante de chakra, si sus sentidos no le fallaban.

Un zumbido, como un enjambre de avispas de mal humor, empezó a escucharse con fuerza y todos los vellos de su cuerpo se pusieron de punta en respuesta a la ola de estática que despedía ahora el shinobi. Frente a él, una figura irregular, semi corpórea, semi transparente, comenzaba a materializarse. A medida que tomaba fuerza, la kunoichi pensó que era como un reflejo de Kisame; una imagen sentada de la misma forma, haciendo el mismo sello con las manos, pero un poco más pequeña, menos corpulenta y más…

"¿Itachi?" el nombre se le escapó con una exhalación que solo ella escucharía.

No había dudas, la imagen algo distorsionada de Uchiha Itachi comenzó a brillar frente a ellos como una estrella más en el cielo, enviando su luz a través de la oscuridad del espacio.

Entonces, la fantasmal figura abrió la boca y Sakura dio un respingo.

"Kisame, ¿ya hiciste contacto?"

"Todo ha salido como lo previste. Un paquete para ti va en camino con medicinas e información".

"¿El acceso a la aldea?"

"Está asegurado".

"Entonces el plan acordado se mantiene. Recuerda que tenemos el tiempo justo".

Sakura estaba tan sorprendida que le costaba prestar atención a la conversación. Cómo era posible lo que estaba presenciando, ella no lo sabía. Nada de la tecnología conocida en el mundo shinobi era capaz de algo semejante y jamás había oído de un jutsu que pudiera comunicar así a dos personas a distancia, en tiempo real.

Viendo la interacción, Sakura había concluido que la comunicación era enteramente personal, hasta que Itachi volvió el rostro ligeramente en su dirección como si pudiera sentirla allí, aun en la distancia del jutsu.

"Buenas noches, Sakura-san".

El saludo, con su característica formalidad, le robó el habla. Sakura solo atinó a abrir y cerrar la boca, tratando de forzar las palabras. No podía quitarle los ojos de encima, buscando en la difusa imagen, la evidencia de su bienestar, si se estaba cuidando como debía o arruinando todo su delicado trabajo médico.

Ella sabía bien cuáles eran las preguntas que debería estar haciendo con la increíble oportunidad de verle; los parámetros de su misión claros en su mente. ¿Por qué entonces solo podía pensar en las muy inapropiadas ganas que tenía de abrazarle?

"¿Estás sonrojada, pequeña? Tal vez quieras que los deje a solas…".

"¿Tal vez quieras que te rompa todos los huesos?" Claro que Kisame la estaba observando, ¡maldición!

"¡Ah, violencia! Qué va a pensar Itachi si coqueteas así conmigo, ¿hm?"

"¡Ya voy yo a enseñarte lo qué es coquetear con mis puños!" amenazó, con un buen crujir de nudillos como condimento.

"No puedo esperar…".

La suave risa de Itachi les dio pausa a los dos, tan rara como ambos sabían que era. "Me tranquiliza saber que congenian".

"¡Ja! ¿con cara de aleta? Ni muerta".

"¡Tsk! Tu consideración me conmueve, kunoichi".

Sakura tenía más veneno listo en la punta de la lengua, cuando Itachi les interrumpió de nuevo.

"Tan entretenido como es escucharlos, no es prudente comunicarnos por más tiempo. Kisame, espera mi señal".

"No te tardes, sabes que odio esperar".

"Aa".

Finalmente, Sakura reaccionó, impulsando su cuerpo hacia adelante, un poco más cerca de la imagen.

"No, espera por favor, Itachi, yo quería…".

Una vez más se atascó, para su vergüenza, e Itachi la cortó con amabilidad.

"Siento mucho lo que ocurrió en la aldea, Sakura-san".

Su disculpa era tan absurda como innecesaria, considerando que, gracias a él, la aldea estuvo protegida por años de la venganza del patriarca Uchiha.

"Tenías razón. Ver Konoha una última vez…" Sakura sacudió la cabeza, "me hubiese arrepentido de no estar aquí para defenderla".

"Y en su defensa debes seguir concentrando todos tus esfuerzos".

Sakura escuchó claramente en sus palabras todo lo que no le decía directamente: deja de preocuparte por mí, por mis planes, y mantente enfocada en tu parte del trabajo.

Ella lo había salvado y él, a cambio, iba a cumplir su misión, hasta las últimas consecuencias. ¿Qué más quedaba por decir realmente?

"Kisame". Itachi llamó, despidiéndose de ambos con una leve reverencia.

Sin más, el aludido cortó la comunicación separando las manos, con lo que el jutsu se disipó en un par de parpadeos. Sakura se encontró mirando por unos segundos el vacío que había dejado y que no era diferente al que sentía en su interior.

A su lado, Kisame se puso de pie, estirándose en su considerable altura y Sakura se obligó a concentrarse en la tarea pendiente, siguiendo todos sus movimientos, y notando en él, el cansancio de quien tiene días viajando sin tregua. Cuando la gigantesca espada estuvo de nuevo asegurada a su espalda, Kisame se volvió a verla, expectante.

Sakura se levantó rápido, sacudiendo sus ropas exageradamente. Lo que estaba por hacer le hacía temblar las rodillas y encontró difícil alzar la vista del suelo frente a sus pies. Estaba paralizada y solo la voz de Kisame, extrañamente solemne luego de haberse jugado con ella, la puso en movimiento de nuevo, sacándole un brinquito.

"Las cosas van a moverse muy rápido ahora, kunoichi, tienes que estar lista. Itachi no es de los que les gusta perder el tiempo cuando tiene una tarea por completar".

Sakura trató de tragar, pero tenía la boca seca. Cuando logró mirarle de nuevo al rostro, su seriedad le dio pausa.

"¿Lista para qué?"

"Para todo, pequeña, para todo".

-o-

Pocas cosas podían templar los nervios ninja como enfrentar una misión con todas las de perder.

Para el Team 7, esa era la norma de todo lo que emprendían. Siempre con las probabilidades en contra; siempre con el sino de enfrentarse a lo imposible.

En ese momento, la urgencia de la situación no era diferente, considerando que Danzo había salido de la aldea para asistir la reunión de los Kages y la inteligencia ANBU indicaba que Uchiha Sasuke se movía para interceptarle en el camino.

Si esta no era una oportunidad, orquestada de alguna manera por Itachi, Sakura se cambiaba legalmente el nombre a Frente, como tanto quería Ino.

"Sakura-chan".

A mitad del pasillo, Naruto le hacía señas exageradas, llamándola a través de la puerta entreabierta de una de las salas de examen. La kunoichi aceleró el paso, vigilando que nadie más en el hospital estuviera cerca para notar al torbellino naranja ser lo menos discreto que un ninja podía ser en una misión encubierto. Al menos no había gritado su nombre.

Una vez que la kunoichi entró en la sala, dio un último vistazo para asegurarse de que nadie la vigilaba, antes de cerrar la puerta con seguro. Allí estaba el Team 7 esperándola, como habían acordado.

"Ya pensábamos que no ibas a llegar", se quejó Naruto enseguida, vibrando sobre sus pies.

"Lo siento. No fue fácil zafarme". Múltiples ojos seguían a cada uno de los miembros del equipo a donde quiera que iban por lo que juntarse sin ser espiados era cada vez más complicado.

La médico se acercó a la camilla donde el supuesto paciente que debía atender la esperaba. Sai lucía demasiado relajado para alguien que acababa de sufrir múltiples fracturas en un brazo, pero Sakura no iba a criticar sus destrezas de actuación si habían logrado engañar a todos en la emergencia y hacerse con la excusa que necesitaban para reunirse a conspirar.

Más por costumbre que por necesidad, ella chequeó sus vitales, mientras Kakashi y Naruto se acercaron desde el otro lado de la camilla.

"Ya que estamos todos", comenzó el copyninja, "podemos empez-"

"¡Tenemos que ir a por Sasuke!" exclamó Naruto, con la impaciencia de costumbre. "No entiendo porque estamos aquí en lugar de ir de una vez".

"Salir de la aldea sin ser detectados o detenidos es imposible, Naruto". Sai explicó lo que ya debería ser evidente. "El control de ROOT es absoluto en este momento".

"Y antes de que digas que eso no te importa…" Kakashi atajó al jinchuriki con la boca abierta, listo para protestar justo eso, "oponernos abiertamente a sus órdenes y salir de la aldea es el pretexto que Danzo necesita para deshacerse de Tsunade de manera permanente, y con ella, de todos nosotros".

Naruto apretó los puños y todos escucharon sus huesos crujir. "Entonces, ¿no vamos a hacer nada?"

"Yo no dije eso".

"¡Agh, sensei, explícamelo de una vez!"

El copyninja solo respondió con una sonrisa misteriosa. Era evidente que la típica impaciencia del rubio jinchuuriki le divertía, así que se tomó su tiempo mientras guardaba el Icha-Icha de turno en el bolsillo y se sentaba en un taburete cómicamente pequeño para un hombre de su estatura. Si su espalda estaba más encorvada de lo habitual y su ojo flojo más cansado y enrojecido, nadie dijo nada al respecto. Kakashi estaba por ponerse serio y ninguno iba a perder detalle de lo que saliera de su boca.

"Antes dijiste, Sai, que no es posible salir de la aldea sin ser detectados, pero Sakura es prueba de que eso no es cierto".

Como un latigazo, todas las miradas se volvieron en dirección a la kunoichi, que dio un paso instintivo hacia atrás. Kakashi hizo un ademán con la mano, invitándola a explicar a sus compañeros a qué se refería con el comentario.

"Hace cinco días logré salir de la aldea por un par de horas sin levantar las alarmas".

"¿Saliste de la aldea? ¿Cómo? ¿Qué hiciste? ¿¡Por qué no me llevasteeee!?" de inmediato Naruto estaba sobre ella, poniendo el rostro tan cerca del suyo que casi se queda bizca. Con una manotada en la cara lo empujó lo más lejos que pudo.

"¡Salí en una misión confidencial de la Hokage, tonto!"

Había salido a entregar un paquete y había vuelto con otro mucho más inquietante de lo que esperaba. Pero ella no podía contarle nada de eso a sus compañeros. Solo Kakashi estaba al tanto y, por alguna razón que se le escapaba, él no parecía demasiado preocupado por tener a un nukenin suelto en la aldea haciendo solo kami sabía qué. Ella, en cambio, esperaba que ocurriese una desgracia cada minuto que pasaba despierta, pero hasta ahora no había visto ni pista o seña de un shinobi que no era particularmente conocido por pasar desapercibido.

"¿Cómo lo lograste?" Sai sonaba genuinamente sorprendido con la hazaña que, momentos antes, había declarado imposible.

"A través de un camino secreto, que ni siquiera el ANBU conoce".

"No entiendo cómo eso es posible".

Sakura se encogió de hombros. Ella tampoco lo entendía, la verdad, pero ya casi nada le sorprendía de Itachi y su capacidad para premeditar todos sus movimientos. El camino secreto que le había mostrado en Tsukuyomi cuando fueron a encontrarse con Madara, era ahora la única posibilidad que tenían para salir de la aldea a interceptar a Sasuke.

"¿Crees que podemos usar ese camino de inmediato, sin ser detectados?" preguntó Kakashi, rascando su barbilla en el familiar gesto.

"Sin problemas, sensei".

"¡Qué estamos esperando!" Naruto ya estaba como una tromba, a medio camino de la puerta de salida, cuando la voz del copyninja le detuvo de nuevo.

"No se trata solo de cómo salir, Naruto".

"¿¡Y ahora qué más, seeen-seeei!?" gimió lastimosamente, haciendo un mohín con los labios y llevándose las manos a la cabeza para jalar los mechones rubios con fuerza. En momentos así, Sakura tenía que resistir las ganas pellizcarle los cachetes.

"Primero tenemos que asegurarnos de que no se enteren que hemos salido." Kakashi explicó, juntando la palma de sus manos en un gesto de entusiasmo. "Y para lograrlo, ¡tú eres la pieza esencial, Naruto!"

Enseguida, Naruto asumió su mejor postura ninja, sacando pecho. "¿¡Qué tengo que hacer, Kaka-sensei!?"

Sakura intercambió una mirada de preocupación con Sai, ambos sospechando hacia dónde iban los planes del copyninja.

"¿Qué tan lejos puedes controlar un kagebunshin, Naruto?"

"¡Je, je, je, lo que haga falta, sensei, lo que haga falta!"

A Sakura no le gustaba nada el brillo repentino en los ojos de Naruto, y menos todavía la sonrisa pervertida que compartió con Kakashi.

"Entonces, es hora de poner en uso tu Oiroke, me parece".

"¡Oi! Quieren ver mi nueva versión: ¡Orgia desatada!"

Naruto estaba a punto de terminar los sellos cuando el puño de Sakura descendió sobre su cráneo.

"¡Claro que no, tonto!"

"Pero Sakura-chaaan…" con un puchero el rubio se frotaba el evidente chichón en su cabeza. "Si la última que lo hice vez parecías estar muy interesada".

"¿Quieres que te arranque la lengua?"

"Nos harías un favor a todos, la verdad" dijo Sai, incorporándose sobre la camilla.

"Es suficiente niños…". Kakashi llamó al orden, poniéndose de pie. "Si vamos a hacer esto bien, necesitamos trabajar en equipo".

Fue así como luego de innumerables protestas de Naruto sobre lo absurdo de tener que ponerles ropa a los clones de su Orioke, varios consejos inútiles sobre sexualidad positiva de Sai, y unos cuantos coscorrones rompe cráneos cortesía de Sakura, que finalmente lograron tener frente a ellos a tres copias perfectas de sí mismos, acompañando al kagebunshin que Kakashi había creado de sí mismo en segundos. Estaban listos para dejar que sus copias tomasen el lugar de cada uno en la rutina de la aldea, mientras se escabullían a una misión, lamentablemente recurrente en su historial como equipo.

Traer a Sasuke de vuelta a casa.

Algo les decía a todos, que esta sí que sería, la última oportunidad.

-o-