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I'd stand in the shadows of your heart
and tell you I'm not afraid of your dark.
— Andrea Gibson
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c15 - A Long-expected Party (Una reunión muy esperada)
Naruto se encontraba entre sus brazos y piernas, la espalda contra su pecho, la cabeza descansando sobre su hombro.
Su cuerpo se sentía caliente, más allá de lo normal sin una fiebre. Su respiración indicaba que estaba alerta, aunque tuviese los ojos cerrados y pareciera dormir sin preocupaciones.
Aun si él estaba despierto, Sakura buscó acomodar su postura un poco, tratando de molestarle lo menos posible con el movimiento. Estaban sentados contra la pared sobre un futón en el suelo, haciendo una vigilia ya bastante familiar. Esperar por Sasuke era una rutina bien conocida y tenerle allí, por fin frente a ellos, no la hacía menos estresante. En especial, cuando se encontraba atado a la camilla, con sellos represores de chakra y la incertidumbre pendiendo sobre su cabeza: ¿Cuál iba a ser su futuro en la aldea de la hoja?
Para empezar a contestar eso, Sasuke tenía que despertar primero, y el cuándo y en qué condición eran una incógnita para la que nadie podía tener certeza.
Mientras esperaban, contemplándolo en el sueño pacífico inducido por las medicinas que sanaban su cuerpo, Sakura se entretenía pensando en todos los escenarios posibles, y todas las reacciones imaginables que Sasuke podía tener al despertar y encontrarse ciego, sin su mejor arma y prisionero de una aldea a la que ahora, odiaba.
Incluso tratando de mirar todas las aristas del problema, no se sentía preparada para lo que vendría. Lo más difícil de traer a Sasuke de vuelta estaba por comenzar y luego de enfrentarle, ella ya no estaba tan segura de que recuperar a su compañero fuese realmente posible.
Desde el punto de vista médico, que le ofrecía más certezas, la predicción era mucho más sencilla. La recuperación le iba a tomar tiempo, sí, pero era perfectamente posible. Su reacción a la pérdida del sharingan era lo más preocupante de su condición. Había sido muy violenta, descompensando el balance de todo su cuerpo y deteniendo casi por completo su producción natural de chakra. Había antecedentes de pérdida de un Gekkei-genkai en los registros médicos de la aldea, tanto de Uchihas como de Hyuugas, pero nada que les pudiera guiar en el caso de Sasuke, sus circunstancias muy diferentes a las del ninja promedio.
Durante los años en los que estuvo como desertor, Sasuke había sometido su cuerpo no solo a los entrenamientos más rigurosos, sino a un abuso preocupante de sustancias y a la experimentación médica, animado sin duda por Orochimaru y su obsesión con obtener el cuerpo Uchiha perfecto. Luego, estaba aquel sello maldito en su hombro, que había causado un terrible estrés en su cuerpo por las deformaciones extremas a las que era forzado. Si bien el sello ya no estaba, como le había prometido Itachi, las secuelas permanecían, múltiples y evidentes, en las cicatrices que ahora marcaban su espalda.
Como si todo eso fuera poco, tendría que hacer frente al hecho de que, sin su sharingan, debería reaprender todo su entrenamiento ninja para adaptarse a sus nuevas circunstancias.
Todo esto, Sasuke tenía no solo el poder, sino la determinación necesaria para superar; Sakura estaba segura de ello.
El verdadero problema estaba en su estado mental cuando despertara. ¿Continuaría aferrándose a su odio y al deseo de venganza, o efectivamente extirpar el sharingan de su cuerpo le permitiría romper con esas emociones negativas y comenzar a sanar?
En ese momento, Sakura revivió la escena en su mente una vez más: los odiosos cuervos picoteando violentamente los ojos de Sasuke sin descanso; un aullido desgarrado de dolor que la sacudió hasta el alma; su cuerpo golpeando el suelo como si le hubiesen arrancado la vida misma.
Y aquel kagebunshin, contemplándolo todo con una calma enervante, el rostro inexpresivo y una determinación inquebrantable; hacía mucho que Itachi había dejado atrás su humanidad a cambio de poder y, necesario o no, eso había hecho mella en él…
Sakura forzó a sus ojos a apartarse de la figura de Sasuke. Seguir contemplándolo junto con las posibilidades de su futuro, a cuál más terrible, no le iba a ayudar en nada a conciliar un sueño que le eludía, pero que necesitaba desesperadamente. Mucho menos la iba a ayudar ponerse a pensar en el acertijo que era Itachi y las emociones extremas y contradictorias que despertaba en ella.
Puso entonces su atención al otro lado de la habitación, donde estaba Kakashi-sensei, poco menos que desparramado en un sillón, durmiendo con la cabeza hacia atrás, Icha-Icha abierto sobre el rostro. Solo el estúpido copyninja podía dormir en semejantes circunstancias, bufó mentalmente Sakura. Hasta Sai, sentado en el piso medio recostado contra el sillón, seguía despierto, dibujando a la luz tenue del amanecer que se colaba por la ventana. Yamato por su parte estaba de pie, con brazos cruzados y ojos cerrados, montando guardia en la puerta.
Sakura se permitió entonces una sonrisa afectuosa. Su equipo era fantástico sin duda, algo raros y atolondrados, pero únicos, cada uno a su manera.
Todos se habían esforzado para estar allí en una vigilia que casi no ocurre, dada la recepción que tuvieron cuando regresaron a la aldea. El ANBU les cayó encima tan pronto cruzaron las puertas de entrada y la única razón por la que lograron evitar que arrestaran a Sasuke allí mismo, fue porque Naruto estuvo a punto de derrumbar media aldea recién reconstruida cuando intentaron separarlo por la fuerza del shinobi en sus brazos.
Entonces Kakashi había mediado, con palabras razonables y su actitud siempre relajada, calmando los ánimos de todos enseguida. Fue así como lograron llegar al hospital, atrincherándose en lo que había sido, unas pocas horas antes, la habitación de Tsunade-sama durante su coma.
Un coma que del que ella había despertado justo para pillarles rompiendo reglas a diestra y siniestra. ¡Y vaya si la Hokage tenía cosas que decirles antes de cederles el lugar!
La Godaime les había estado esperando con todo el mal humor que da la sobriedad al que ve a la muerte pasar de cerca. Yamato estaba con ella, luciendo pálido y abatido, como como un perro apaleado que tiene miedo a moverse y ganarse otra paliza. Luego de diez minutos de regaños e improperios, Tsunade se calmó lo suficiente para escuchar de mala gana todos los argumentos y contraargumentos respecto al caso de Sasuke; luego de muchas promesas por parte de Sakura, de las amenazas desvergonzadas y absurdas de Naruto, y de mucha manipulación emocional bien apuntada por parte de Kakashi, fue que ella aceptó dejarles estar con él, como garantes de su seguridad y permanencia en Konoha.
Eso claro, hasta que estuviese completa la sanación de su cuerpo y despertase. Entonces le tocaba enfrentarse a toda la justicia de la aldea y, de si deseaba volver o no a ser un shinobi de Konoha, dependería su destino.
"¿Qué se siente, Sakura?"
Sobresaltada, la kunoichi volvió su atención hacia Naruto. No se había percatado de que ahora tenía los ojos abiertos; el azul siempre brillante se veía más oscuro en la media penumbra de la habitación, como si nubes de tormenta estuvieran cruzando su mirada mientras contemplaba sin desmayo a Sasuke.
"¿Qué cosa?"
Naruto tardó tanto en responder que, por un momento, Sakura pensó que ya no lo haría.
"¿Qué se siente estar enamorado?" preguntó, la voz en un susurro tentativo.
Si los hombres en su vida seguían clavándole kunais entre las costillas con la fuerza de sus sentimientos, ella iba a parecer un poste de entrenamiento muy pronto.
Por instinto, le apretó un poco más en su abrazo como primera respuesta. Sakura tenía experiencia muy limitada en cuanto a relaciones y sentimientos, pero lo poco que sabía, no se lo podía ocultar.
"Duele".
Naruto asintió despacio, apretando los labios.
"Poner tu corazón en manos de otro y mostrarte tal cual eres, es aterrador también. Aun si recibes lo mismo de vuelta, yo creo que siempre va a doler…".
Naruto cerró los ojos, pensativo, mientras el silencio se extendía entre ellos confortable, como una manta cálida que les arropaba durante su contemplación de los misterios del corazón.
"¿Todavía lo amas?" Naruto le preguntó por fin.
Sakura volvió la mirada hacia el rostro de ese primer amor que le arrebató el corazón a los doce años. Ella sabía ahora que su enamoramiento era con mucho un espejismo, levantado a fuerza de poner en Sasuke unas expectativas que poco tenían que ver con la persona que él era realmente. Ella no le conocía verdaderamente entonces, pero ahora… ahora le podía ver tal cual era y su corazón se comprimió.
"Siempre lo voy a amar" contestó en una exhalación, "aunque ahora es una clase de amor muy diferente". Sus sentimientos eran un caos que ella se había estado obligando a no considerar a fondo, para no reventar, pero al menos estaba segura de esto. Y decirlo en voz alta la hizo sentir mejor de inmediato.
"¿Y tú?" le preguntó, pensando que Naruto también necesitaba admitir lo que fuese que estaba ocurriendo en su corazón. "¿Le amas?"
Naruto se volvió un tanto en sus brazos para mirarla a los ojos. Asintió rápido; tímido y asustado tanto como sorprendido y determinado. Sakura sintió que el corazón le crecía en el pecho al doble de su tamaño. Habían hecho lo imposible por salvar a Sasuke y ahora mismo, ella lo volvería a hacer todo de nuevo por Naruto, si con ello lograba mantener viva esa llamita que volvía a encender el brillo en sus ojos.
Los dos compartieron entonces una sonrisa de entendimiento que no necesitaba de palabras para expresar otra vuelta más en el lazo que les unía.
Un ruido, breve y metálico, les interrumpió.
Los dos volvieron la mirada enseguida, pero la habitación seguía igual. Nada se movía salvo la mano de Sai, trazando líneas en el pergamino.
De pronto, una sacudida movió toda la camilla y se dieron cuenta que Sasuke estaba despertando, tratando de liberarse.
En un segundo Naruto estaba a su lado, una mano sobre el pecho de Sasuke para tratar de inmovilizarle y evitar que se hiciese daño.
"¡Sasuke!" llamó.
Sakura llegó un segundo después, tocando su brazo para constatar su estado.
"Sasuke, escúchame por favor, Sasuke…". Naruto insistió, tratando de calmarle con pocos resultados.
"Itachi…" Sasuke gimió, agitándose como si tratara de huir de su peor pesadilla, cosa que Sakura no tuvo problemas en imaginar, conociéndolas de primera mano.
"Cálmate Sasuke, estás en el hospital, estás a salvo". La voz potente de Kakashi les sorprendió a todos desde el otro lado de la camilla y de inmediato, tuvo el efecto calmante de siempre en todo el Team 7.
El copyninja sostuvo su mano contra la frente de Sasuke por unos momentos, hasta que este dejó de agitarse. Aun respiraba en grandes bocanadas, evidentemente asustado, pero al menos había dejado de forcejear, el rosto vuelto hacia Kakashi. Estaba despertando finalmente, tratando de orientarse en la oscuridad de su ceguera.
"¿Dónde…?" preguntó con voz rasposa.
"Estás en Konoha".
De inmediato reanudó sus esfuerzos por incorporarse al tiempo que trataba de liberarse, el muy tonto. Sakura sintió ganas de noquearlo allí mismo.
"Solo vas a hacerte daño si sigues con eso", el copyninja advirtió, a lo que el terco Uchiha respondió sacudiendo aún más los brazos contra las restricciones en sus muñecas, el daño ahora evidente en ellas. Naruto seguía sosteniéndole con una mano sobre el pecho evitando que la situación empeorara.
Kakashi se acercó un poco más a Sasuke, hablándole casi directo al oído. "¿Acaso no quieres escuchar lo que tenemos que decir, hm?"
"No me interesa escuchar más de las mentiras de Konoha", gruñó sin aliento.
"Nosotros somos tu equipo, Sasuke. ¿Puedes decir, honestamente, que alguna vez te hemos engañado?"
El silencio se hizo largo, roto solo por los jadeos de Sasuke desde la camilla. Habían cesado sus esfuerzos por liberarse, más por haber llegado al límite de sus desgastadas fuerzas que por hacer caso a las advertencias de Kakashi, quien siguió pinchándole.
"Si no tienes confianza en el equipo que no ha dejado de creer en ti, en todos estos años, aun cuando nos diste la espalda... ¿en quién puedes confiar entonces?"
Esta era una de las armas más temibles del copyninja: descomponerte la vida con unas cuantas palabras bien elegidas. Todos se estremecieron un poco con Sasuke.
"Tal vez no me han mentido, pero siguen al servicio de la aldea que destruyó a mi familia".
"Ah. Sobre eso, nos hemos enterado recientemente de lo ocurrido. Si quieres encontrar la verdad en todo el asunto, harías bien en escuchar lo que tenemos que decirte al respecto".
"Yo ya sé toda la verdad, Kakashi…".
"Tal vez, pero eso lo puedes decidir después de que nos escuches. ¿O acaso tienes miedo de que sepamos algo que tú no? ¿Algo que te haga cambiar de opinión?"
Sasuke vaciló lo suficiente para dejarles claro a todos los presentes que él no estaba seguro de nada en su vida. "Yo no voy a cambiar de opinión…" insistió igualmente.
"Si estás tan seguro…".
"¡Estás tratando de engañarme!"
"Estoy tratando de que tengas tanta información como sea posible. ¿De qué otro modo puedes decidir lo que vas a hacer ahora, Sasuke?"
No hacía falta explicarle mucho más. Como un nukenin, Sasuke sabía bien cuales eran sus crímenes y lo que enfrentaba como prisionero de Konoha. Sus opciones eran pocas, por no decir inexistentes.
Kakashi lo miraba con atención, como si siguiera el hilo de sus pensamientos según sus palabras iban calando en él. "Además, aquí esta tu hogar y lo que queda de tu familia" concluyó.
"Toda mi familia está muerta…". Sasuke protestó de inmediato con amargura.
"¡NO!"
La exclamación de Naruto les sorprendió a todos con su intensidad repentina. "¡Nosotros somos tu familia!" el jinchuuriki poco más que le gritó, inclinándose sobre él. "Tal vez no tenemos lazos de sangre, pero tenemos algo aún más fuerte que nos une, y yo sé que tú lo sientes…" afirmó, moviendo la mano sobre el pecho de su compañero un poco más a la izquierda. "¡Justo aquí!"
Sasuke negó despacio y sin fuerzas. "Sigues siendo un idiota si crees eso".
"¡Ja! Más idiota eres tú que insistes en negarlo". Entonces Naruto le regaló una sonrisa luminosa que él no podía ver, pero Sakura apostaría que la podía sentir irradiando luz y calor sobre su rostro. "Pero no te preocupes, Sasuke, prometo molerte a golpes después hasta que lo entiendas bien, ¡ya lo verás!"
Kakashi puso su mano de vuelta sobre la frente de Sasuke. "No dejamos a nadie atrás, Sasuke, ese es nuestro nindo".
"Danos una oportunidad, Sasuke" Sakura se atrevió a decir, colocando su mano sobre el puño cerrado de Sasuke, "puedes confiar en nosotros".
Yamato y Sai se acercaron más a la camilla, colocando cada uno su mano sobre una pierna del Uchiha, dejándole saber silenciosamente que estaban allí, dando su apoyo como parte extendida de esa familia.
Sasuke se revolvió un poco, su cabeza yendo de un lado a otro, tratando de entender tanto como no dando crédito a lo que era ahora, su realidad.
"¿Por qué?" preguntó finalmente, un poco de desesperación filtrándose en su voz.
Naruto cerró la mano como un puño sobre su pecho y aplicó presión.
"¡Ni idea, eres un absoluto bastardo, que lo sepas!" con eso el atolondrado jinchuuriki rompió la tensión del ambiente, haciéndoles reír a todos un poco. "Pero eres nuestro bastardo, así que…". Su mano se volvió a abrir, los dedos relajados sobre su corazón. "¡Bienvenido a casa, Sasuke!"
"¡Bienvenido a casa, Sasuke-kun!" las palabras tan ansiadas le supieron a gloria a Sakura.
"¡Mah! Ya era hora…". Kakashi le revolvió los cabellos como cuando eran niños, volviendo sin problemas a su rol de sensei despreocupado de siempre.
"No nos conocemos mucho", dijo Yamato con sinceridad, "pero me alegra que estés de vuelta, Sasuke. Espero que podamos trabajar juntos".
"Pues yo prefiero que no te quedes mucho tiempo, como soy tu reemplazo, me preocupa que luego no quieran-"
"¡SAI!"
"¡Oi! quieres que te recomponga la cara, tonto", Naruto le apuntó con un dedo, listo para saltarle encima.
"Esas cosas no se dicen, Sai". Yamato regañó, frotándose el puente de la nariz.
"¿No?"
En medio del caos que predeciblemente se inició con otro comentario insensible de Sai, y el ímpetu de Naruto tratando de castigarle, Sakura se detuvo a ver el rostro de Sasuke y no le sorprendió encontrarlo comprimido en una mueca, que ella sabía era su forma de contener las emociones complejas que le dominaban, aun en contra de su voluntad; porque quería seguir resistiendo, seguir luchando, cuando en el fondo ya sabía que lo que necesitaba ahora, lo que añoraba… era volver a casa.
Apenas habían dado un paso, tentativo y frágil, sí, pero un paso en la dirección correcta.
Sasuke estaba de vuelta y, en la tarea de reconstruir la aldea a la par de su relación con el Uchiha, el Team 7 iba a poner ahora, todos sus esfuerzos.
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Estar en el país de Fuego siempre le había traído a Itachi una medida de alivio durante su exilio. Tal vez era el clima o el carácter generalmente afable de sus gentes lo que encontraba reconfortante y no fallaba en levantarle el ánimo, aun en el peor de sus momentos.
Mientras caminaba despacio por el sendero que serpenteaba junto al rio, cerca del refugio que le recibía, la sensación no era diferente. Aunque esta vez, tenía que admitir, no se trataba solo de la familiaridad que le daba la bienvenida, era también la posibilidad de ver de nuevo el mundo a su alrededor con toda la nitidez y el color que había perdido progresivamente desde el día que activó por primera vez el Mangekyo Sharingan.
Recuperar la visión había tenido en él un impacto mayor del que se esperaba, haciéndole reevaluar y admirar todo a su alrededor, como un niño descubriendo el mundo por primera vez. El color cambiante del cielo, las formas de las nubes, el rio brillando bajo los rayos del sol, el contorno de las hojas y el color de la tierra bajo sus pies. Todo era único y maravilloso de contemplar.
Esto era un regalo más de su nueva realidad, levantada a fuerza de chakra por la médico testaruda que le había salvado la vida.
Itachi se permitió entonces exhalar una sonrisa.
Las formas en que Sakura continuaba cambiando su vida parecían no tener fin. Tener una segunda oportunidad para enmendar sus errores ya le parecía demasiada fortuna para un sujeto como él. Ganar una nueva apreciación por el mundo y las posibilidades que se asomaban para él, tímidas e incipientes, en cada momento robado a su destino, era absolutamente increíble.
Y le había tomado perder el control sobre el tablero de shogui y retomar la partida en el tablero de otro, para entender el llamado de atención; un recordatorio sobre lo efímero del poder, los límites de la propia capacidad, y la humildad necesaria para aceptar la ayuda de otros.
Desde las cosas más grandes e importantes a lo más pequeño y en apariencia insignificante, todo tenía un lugar propio e irremplazable en el equilibrio del cosmos y él podía verlo ahora con mayor claridad que nunca. El universo por su propia naturaleza, rechaza la inmutabilidad de las cosas, y te empuja a crecer y cambiar con él o a perecer en el olvido.
Con esa idea, Itachi detuvo su paseo, agachándose para observar mejor a un curioso escarabajo avanzando a un lado del sendero, por el que se encontró sintiendo una repentina afinidad.
Quizás era porque la cubierta roja y negra de la catarina se le antojaba muy parecida a la capa bajo la que se ocultó durante años, tratando de controlar los hilos de un destino que le superaban, tanto como el insecto, ahora en su mano, era incapaz de entender nada más allá del sendero en el que ambos se encontraban.
"¿Piensas comértelo? En mi experiencia, no saben muy bien".
Itachi volvió el rostro a tiempo para ver a Denka detenerse junto a él, mirando a la catarina con ganas evidentes de comerla a pesar de sus reservas. Unos pasos más atrás, Kisame llegaba por fin a reportarse.
"No te esperaba hasta esta noche", Itachi comentó, poniéndose de pie para dar la bienvenida a su compañero.
"Pues espero que estés preparado para servir algo más que bichos en la cena". Kisame contestó, mirando con desconfianza a la catarina en su mano.
"Aa".
Moviéndose un par de pasos fuera del sendero en dirección al rio, Itachi tocó suavemente a la catarina con un dedo, animándola a separar los élitros que protegían sus pequeñas alas y a tomar vuelo, revelando su maravillosa naturaleza. Con un impulso de su mano, el escarabajo echó a volar, moviéndose en zigzag por entre los arbustos con habilidad. Itachi siguió su trayecto con interés, buscando respuestas en los patrones de vuelo que trazaba de un punto a otro.
También en el caos había propósito, después de todo.
"Ya veo que está en uno de sus momentos, ¿eh?" murmuró Kisame en dirección al felino a sus pies.
"Está así desde que llegó. Me hace querer arañarle la cara…" Denka rezongó en respuesta, golpeando su cola de un lado a otro.
Itachi sonrió, mientras perdía de vista a la catarina. La impaciencia de sus dos acompañantes ante su ánimo contemplativo y silencioso no era nueva ni suficiente para empañar ese sentimiento que continuaba creciendo, poco a poco y con cada paso que daba hacia el fin de la misión que el mismo se había impuesto. Tal vez era pronto para ponerle nombre, pero ¿se atrevía ya a llamarlo paz?
Sasuke estaba en casa, con posibilidades de recuperarse y de reintegrarse como un shinobi de Konoha, si sus compañeros tenían algo que decir al respecto; Danzo estaba muerto y su influencia en la aldea iba perdiendo fuerza cada día y con cada escándalo sobre su organización que era revelado por una astuta Hokage. Esto era suficiente para hacerle sentir un poco de esa paz que siempre había buscado y que ahora se sorprendía de encontrar naciendo, en cierta medida, dentro de sí mismo.
Ahora solo le quedaba Madara en su lista de pendientes, la tarea más difícil de todas, sin duda, pero no imposible.
Regresando al sendero, Itachi se echó a andar en dirección al refugio. Kisame le alcanzó enseguida, igualando su ritmo con facilidad, como tantas otras veces. Denka se les adelantó con un trote ligero, sin duda para advertir al clan de su llegada.
"¿Tuviste alguna dificultad para salir?" Itachi inquirió, sintiendo algo de ansiedad en su compañero, si su llegada temprana era un indicativo.
"Ninguna. Aunque debo decir, fue mucho más fácil tratar con el sujeto del sharingan... la pechugona me pone de malas".
Motes aparte, Itachi era de la misma opinión. Tal vez por la historia que ambos compartían desde sus días de ANBU, o simplemente porque el copyninja era un hombre práctico que aún no había sido doblegado bajo el peso de la presión política y la burocracia que el cargo de Hokage parecía traer inevitablemente consigo. Kakashi-san había aceptado su propuesta, asumiendo un gran riesgo personal por todo lo que implicaba ejecutar una operación semejante en la aldea.
"¿Alguna respuesta a mi mensaje?"
Kisame le alcanzó un pergamino con los sellos oficiales de Konoha. "Nada que no esperásemos".
Itachi se detuvo para desenrollar el mensaje, dando una lectura rápida a sus contenidos. Por todas sus promesas de cooperación, la prioridad de la Godaime seguía siendo capturarle, eso era evidente, tanto como la desconfianza con la que enunciaba sus condiciones y propuestas.
Al parecer, la larga historia entre los Senjuu y los Uchiha continuaba siendo un obstáculo para llegar a un entendimiento entre ambos. Aun si el sueño bajo el que nació Konoha no se había materializado como sus fundadores esperaban, eso no quería decir que era imposible; sobre todo si el clan Uchiha tenía una nueva oportunidad de levantarse y tomar su lugar en el mundo ninja.
A pesar de las diferencias que les separaron en el pasado, el potencial para avanzar juntos hacia el mismo objetivo seguía estando allí. Este era su deseo para Sasuke, crear un futuro donde él pudiese pararse al lado del próximo Hokage como su igual, vistiendo el símbolo del abanico rojo y blanco en su espalda con orgullo.
"¿Piensas seguir confiando en ellos?" Kisame interrumpió sus cavilaciones, buscando tener algún indicativo de sus impresiones luego de leer el mensaje.
"No. Pero nuestros intereses continúan alineándose en cierta medida".
"Heh, no tienen muchas alternativas en este momento, Pain realmente les aplastó por completo".
"Lo que no quiere decir que no sean de cuidado".
Subestimarles era un error que no se podían permitir, en especial cuando Konoha perseguía lo que muchos otros; en los secretos de Akatsuki había una cantidad de poder extraordinaria, que Itachi no tenía planes de entregar, más allá de lo que ya había sido descubierto por Sakura durante su rescate.
En esos secretos estaba también la clave de su nueva cooperación con Kisame y los próximos pasos a seguir para asegurar la protección de Konoha en el futuro.
"¿Algo más que reportar sobre la aldea?"
"No. Todo salió como esperabas, aunque no sé porque insististe en dejarles con vida". Kisame le miró con ojos entornados desde la ventaja de su altura. "Por lo que vi de su cuartel general, esos ninjas de ROOT estarían mejor muertos".
"Nada iba a ganarse con su muerte".
"¡Tsk! ¿No estarás ablandándote por esa kunoichi tuya?"
Luego de tantos años de ser compañeros, a Itachi no le sorprendió que Kisame pudiera leerle con tanta precisión.
"Sakura-san merece que haga el esfuerzo después de lo que hizo por mí, ¿no te parece?"
"¡Heh! Es extraño verte interesado en esas cosas, es todo".
Ambos echaron a andar nuevamente hacia el refugio y en el silencio de sus pasos, los pensamientos de Itachi se quedaron con Sakura. Ella merecía realmente su mayor esfuerzo, así como las explicaciones que le había demandado en su último encuentro.
Cerrando los ojos por un momento, Itachi pudo verla claramente, enfrentando a su bunshin de brazos cruzados, el ceño fruncido en clara molestia. Mantenerla en la oscuridad en cuanto a sus planes había sido necesario para protegerla dentro de la aldea, en especial mientras Danzo estuviese al frente. Pero, sobre todo, para evitarle algo del dolor que sus acciones acarrearían sobre el destino de Sasuke.
Si lo hubiera sabido, Sakura no solo hubiese tratado de impedirlo, sino que asumiría la culpa de lo ocurrido como suya y eso era algo que Itachi no podía permitir.
Esa era una penitencia que solo él podía cargar.
Al principio, cuando trazaba planes en el refugio de Nagano mientras se recuperaba de su paso por la muerte, su destino le preocupaba muy poco si lograba sus objetivos inmediatos. Él había estado dispuesto a morir de nuevo, por cumplir con su misión, pensando que su enfermedad no le daría tregua para mucho más.
Ahora, el futuro le llamaba seductor, como el canto de una sirena guiándole fuera de la tormenta a puerto seguro.
Ese futuro estaba lleno de posibilidades y en todas ellas, estaba Sakura.
Luego de haber pasado tiempo juntos, confinados, sin contacto externo y en circunstancias de gran presión emocional –tanto dentro como fuera de Tsukuyomi– resultaba natural que entre ellos se estableciese una cierta cercanía en base a un creciente respeto mutuo y a los intereses comunes que ambos tenían como norte.
Pero fuera de aquel refugio, con tiempo y distancia de por medio, esos sentimientos estaban consolidándose para su sorpresa, en lugar de desaparecer. El interés de los aliados circunstanciales se estaba convirtiendo en mucho más que una preocupación genuina y permanente por el bienestar del otro.
Itachi no lograba encontrar ninguna lógica a su creciente dificultad para volver a poner distancia y analizar todo con el cinismo de siempre, en cuanto a ella se trataba. ¿Por qué le importaba tanto lo que Sakura pensara de él?
Aun después de mostrarle lo peor de sí mismo, una y otra vez, Sakura seguía allí. Su interés en salvarle, sus lágrimas, hasta sus certeras críticas, eran un peso más en su conciencia y, si era verdaderamente honesto, le hacían sentir vulnerable e inadecuado. Egoísta, por desear más de lo que merecía.
Por su parte, Sakura estaba poniendo en él unas expectativas que, sabía bien, él no estaba en capacidad de cumplir a satisfacción.
Aun así, intentarlo, era todo lo que podía hacer.
"¿Alguna noticia de los movimientos de Madara?" Kisame inquirió, trayéndole de vuelta al presente.
"Aún no. Esta noche deberíamos recibir un reporte del clan".
"Es muy posible que ya sepa que estás vivo".
La especulación de Kisame se alineaba con sus propias impresiones. "Sin duda lo sospecha, Zetsu vio todo lo ocurrido con Sasuke y la desaparición de mi cadáver es un acertijo para el que busca respuesta".
"Hablando de tu hermano, vi cuando llegó a la aldea" una risotada acompañó el comentario. "¡Heh! desde luego no tienes escrúpulos cuando te lo propones".
La satisfacción en la voz de Kisame era evidente e Itachi no comentó nada al respecto. Sabía bien que su manera de operar era una de las cosas que Kisame admiraba de él. Por todo lo bien que ambos se llevaban, había otro tanto de cosas en las que eran diametralmente opuestos. Tal vez por eso hacían tan buen dúo.
El sendero se separó del rio, y al final de una pequeña elevación, se distinguía la entrada del refugio. En el camino más felinos se les unieron, algunos saludando a Kisame con la familiaridad que les había dado usar el lugar en muchas de sus misiones juntos.
Tenían mucho que hablar y otro tanto que planear. Con un último vistazo al cielo, ahora pintado con los primeros naranjas del atardecer, Itachi se fortificó mentalmente para la tarea por venir.
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NDA: Pequeño interludio antes de avanzar hacia EL momento.
