50 sombras de Mari Ohara
Aclaración:
Ruby y Dia en esta historia no son hermanas. Estas dudas o huecos argumentales se irán aclarando en cada capítulo.
1
Me miro en el espejo y frunzo el ceño frustrada. Qué asco de pelo, no hay manera con él, ningún peinado se me ve bien. Y maldita seas Hanamaru Kunikida, que te has puesto enferma y me has metido en este lio. Tendría que estar estudiando para los exámenes finales que son la próxima semana, pero estoy aquí, intentando hacer algo con mi pelo.
"No debo meterme en la cama con el pelo mojado"
"No debo meterme en la cama con el pelo mojado"
Recito varias veces ese mantra mientras intento una vez más controlarlo con el cepillo. Me desespero, pongo los ojos en blanco. Mi única opción es dejármelo suelto y confiar en estar medio presentable.
Hanamaru es mi compañera de piso y ha tenido que atrapar un resfriado precisamente hoy. Por eso mismo no puede ir a la entrevista que había concertado para la revista de la facultad con una mega empresaria de la que nunca y nunca había oído hablar.
"Así que va a tocarme a mí"
Tengo que estudiar para los exámenes finales, tengo que terminar un trabajo y se suponía que a eso iba a dedicarme esta tarde pero no. Lo que voy a hacer esta tarde es conducir 120 kilómetros (2 horas y 2 minutos) hasta Tokio para reunirme con la enigmática presidenta de alguna empresa que ni conozco.
Pero es la empresaria excepcional y principal mecenas de nuestra universidad, su tiempo es extraordinariamente valioso.
"Mucho más que el mío"
Pero le ha concedido una entrevista a Hanamaru. Una novedad según ella.
"Malditas sean sus actividades extraacadémicas"
Hanamaru está acurrucada en el sofá del salón.
Hanamaru:-Kanan, lo siento. Tarde 9 meses en conseguir esta entrevista, si pido que me cambien el día, tendré que esperar otros 6 meses y para ese entonces las dos estaremos graduadas. Soy responsable de la revista así que no puedo echarlo todo a perder, por favor-. (Me suplica Hanamaru con voz ronca por el resfriado).
"¿Cómo lo hace?"
Incluso enferma esta guapísima, realmente atractiva, con su pelo castaño perfectamente y sus brillantes ojos ámbar, aunque ahora los tiene rojos y llorosos. Paso por alto la inoportuna punzada de lástima que me inspira.
Kanan:-Claro que iré Maru. Vuelve a la cama. ¿Quieres una aspirina o un paracetamol?-.
Hanamaru:-Un paracetamol, por favor. Por cierto, aquí tienes las preguntas y la grabadora. Solo tienes que apretar aquí. Y toma algunas notas, luego yo lo transcribiré todo-.
Kanan:-No sé nada de ella-. (Murmuro intentado en vano reprimir el pánico que es cada vez mayor).
Hanamaru:-Te harás una idea por las preguntas. Sal ya, el viaje es largo. No quiero que llegues tarde-.
Kanan:-Está bien, me voy. Vuelve a la cama, te he preparado una sopa para que la calientes después-. (la miro con cariño).-Solo haría algo así por ti Hanamaru-.
Hanamaru:-Si lo haré. Gracias Kanan. Me has salvado la vida, para variar-.
Tomo el bolso, le lanzo una sonrisa y me dirijo al coche.
No puedo creer que me haya dejado convencer, pero Hanamaru es capaz de convencer a cualquiera de lo que sea. Será una excelente periodista. Sabe expresarse y discutir, es fuerte, convincente y linda. Y es mi mejor amiga.
Apenas hay tráfico cuando salgo de mi casa, en dirección a Tokio. Por suerte Hanamaru me ha dejado su Mazda rx-7. Porque claro, me repitió una y mil veces que con el mío no llegaría ni a la esquina. Aunque sinceramente, no creo que pudiera llegar a tiempo con Wanda, mi viejo Volkswagen escarabajo. Conducir el Mazda rx-7 es muy agradable. Piso con fuerza el acelerador y los kilómetros pasan volando.
Al llegar me dirijo a la sede principal de la multinacional señora Nishikino; este era un edificio de veinte plantas, una fantasía arquitectónica totalmente hecho de vidrio y acero, y con las palabras MARI HOUSE en un discreto tono metálico en las puertas acristaladas de la entrada.
Son las dos menos cuarto cuando llego.
Entro en el inmenso y francamente intimidante vestíbulo de vidrio, acero y piedra blanca. Me siento muy aliviada por no haber llegado tarde. Desde el otro lado de un sólido mostrador de piedra, me sonríe amablemente una chica rubia, atractiva y muy arreglada. Lleva la americana gris oscura y la falda blanca más elegante que he visto jamás, es impecable.
Kanan:-Vengo a ver a la señorita Nishikino, soy Kanan Matsuura, vengo de parte de Hanamaru Kunikida-.
-Discúlpeme un momento, señorita Matsuura-. (Me dice alzando las cejas).
Espero tímidamente frente a ella. Empiezo a pensar que debería haberme puesto una americana de vestir de Hanamaru en lugar de mi abrigo amarillo. He hecho un esfuerzo y me he puesto una camisa blanca, la más formal que tengo, mi falda negra, medias cafés y zapatos. Para mí ya es ir elegante.
Me paso por detrás de la oreja un mechón de pelo que me estaba molestando en la cara, fingiendo no sentirme incómoda.
-Sí, tiene cita con la señorita Nishikino. Firme aquí por favor, señorita Matsuura. El último ascensor de la derecha, planta veinte-.
Me sonríe amablemente, sin duda divertida, mientras firmo. Me entrega un pase de seguridad que tiene impresa la palabra visitante. No puedo evitar sonreír. Es obvio que solo estoy de visita. Desentono completamente.
No pasa nada, suspiro para mis adentros.
Le doy las gracias y me dirijo hacia los ascensores, más allá de los dos vigilantes, ambos muchachos más elegantes que yo con sus trajes negros de corte prefecto.
El ascensor me traslada a la planta veinte a una velocidad de vértigo. Las puertas se abren y salgo a otro gran vestíbulo, también de vidrio, acero y piedra blanca.
Me acerco a otro mostrador de piedra y me saluda una chica rubia vestida impecablemente de blanco y negro.
-Señorita Matsuura, ¿puede esperar aquí, por favor?-. (Me pregunta señalándome una zona de asientos de piel color blanco).
Detrás de los asientos de piel hay una gran sala de reuniones con las paredes de vidrio, una mesa de madera oscura también grande y al menos veinte sillas a juego. Más allá, un ventanal desde el suelo hasta el techo que ofrece una vista de la cuidad. La vista es impactante, tanto que me dejo momentáneamente paralizada.
Me siento, saco las preguntas del bolso y les echó un vistazo maldiciendo por dentro a Hanamaru por no haberme pasado una breve biografía.
No sé nada de la mujer a la que voy a entrevistar. Podría tener tanto noventa años como treinta.
La inseguridad me mortifica y como estoy nerviosa, no paro de moverme. Nunca me he sentido cómoda con las entrevistas cara a cara, prefiero el anonimato de una charla en un grupo, en la que puedo sentarme al fondo de la sala y pasar inadvertida.
Para ser honesta, lo que me gusta es estar sola, acurrucada en una silla de la biblioteca del campus universitario leyendo una buena novela y no removiéndome en el sillón de un enorme edificio de vidrio y piedra.
Suspiro.
"Contrólate, Kanan"
A juzgar por el edificio, demasiado aséptico y moderno, supongo que Mari tendrá unos cuarenta años. Una tipa que se mantiene en forma, bronceada y quizás rubia, a juego con el resto del personal, obviamente.
De una gran puerta a la derecha sale una rubia elegante, impecablemente vestida.
"¿De dónde sale tanta rubia inmaculada? Parece que las fabrican en serie"
-¿Señorita Matsuura?-. (me pregunta la última rubia).
Kanan:-Si-. (Le contesto con voz ronca y carraspeo).-Si-. (repito, esta vez en un tono más seguro-.
-La señorita Nishikino la recibirá en un momento, me permite su abrigo por favor-.
Kanan:-Si, gracias-. (Le respondo, intentando con torpeza quitarme el abrigo)-.
-¿Le han ofrecido algo de beber?-.
Kanan:-Pues…No-.
"Vaya. ¿Estaré metiendo en problemas a la rubia número uno?"
La rubia número uno frunce el ceño y lanza una mirada a la chica del mostrador.
-¿Quiere un té, café, agua?-. (Me pregunta volviéndose de nuevo hacia mí).
Kanan:-Un vaso de agua, gracias-. (Le contesto en un murmullo).
-Kyoko, tráele a la señorita un vaso de agua, por favor-. (Dice en un tono serio).
Kyoko sale corriendo de inmediato y desaparece detrás de una puerta al otro lado del vestíbulo.
-Le ruego que me disculpe, señorita Matsuura. Kyoko es nuestra nueva empleada en prácticas, por favor siéntese. La señorita está ocupada atendiendo a otra persona pero estará disponible en cinco minutos-.
Kyoko vuelve con un vaso de agua muy fría.
-Aquí tiene señorita Matsuura-.
Kanan:-Gracias-.
La rubia número dos se dirige al mostrador, sus tacones resuenan en el suelo de piedra. Se sienta y ambas siguen trabajando. Quizás la señorita Nishikino insista en que todos sus empleados se vean elegantes.
Estoy distraída, preguntándome si eso es legal, cuando la puerta del despacho se abre y sale una chica alta y atractiva, con el cabello largo y vestido distinguido. Está claro que no podría haber elegido peor mi ropa.
Se vuelve hacia la puerta.
-Mari, ¿iremos a cenar mañana?-.
No oigo la respuesta. La chica me ve y sonríe. Se le arrugan las comisuras de los ojos. Kyoko se levanta de un salto para ir a llamar al ascensor. Parece que destaca en eso de pegar saltos de la silla, está más nerviosa que yo al parecer.
-Buenas tardes señoritas-. (Dice la chica metiéndose en el ascensor).
-Listo, la señorita Nishikino la recibirá ahora, señorita Matsuura. Puede pasar-. (Me dice la rubia número dos).
Me levanto tambaleándome un poco e intentando contener los nervios. Tomo mi bolso, dejo el vaso de agua y me dirijo a la puerta entornada.
-No es necesario que llame. Entre directamente-. (Me dice sonriéndome).
Al poner mis manos en la puerta y tropiezo con mi propio pie, por esto caigo de frente en el despacho.
"Mierda, mierda. Qué patosa"
Estoy de rodillas y con las manos apoyadas en el suelo en la entrada del despacho de una tal señorita Nishikino, unas manos amables me rodean para ayudar a levantarme.
Estoy muerta de vergüenza, ¡qué torpe!
Tengo que armarme de valor para alzar la vista.
Madre mía, ¡qué joven es!
Mari:-Señorita Kunikida-. (Me dice tendiéndome una mano de largos dedos en cuanto me incorporo).-Soy Mari Nishikino, ¿está bien?, ¿quiere sentarse?-.
Muy joven, atractiva, muy atractiva. Alta, con un elegantísimo traje negro, camisa blanca, corbata morada, con el cabello rubio claro hasta los hombros atado a una diadema trenzada con un lazo en el lado izquierdo y brillantes ojos verdes que me observaban atentamente.
Necesito un momento para articular palabra.
Kanan:-Bueno, la verdad…-.
Me callo. Si esta tipa tiene más de treinta años, yo soy stripper. Le doy la mano aturdida y nos saludamos. Cuando nuestros dedos se tocan, siento un extraño y excitante escalofrió por todo el cuerpo. Retiro la mano a toda prisa, incómoda.
Debe ser electricidad estática.
Parpadeo rápidamente, al ritmo de los latidos del corazón.
Kanan:-La señorita Kunikida esta indispuesta, así que me ha mandado a mí, espero que no le importe, señorita Nishikino-.
Mari:-¿Y usted es?-.
Su voz es cálida y parece divertida pero su expresión impasible no me permite asegurarlo. Parece ligeramente interesada, pero sobre todo educada.
Kanan:-Kanan Matsuura. Estudio literatura inglesa en la misma universidad que Maru…Digo…Hanamaru…Bueno…La señorita Kunikida-.
Mari:-Ya veo-. (Se limita a responderme).
Creo ver que ella esboza una sonrisa en su expresión, pero no estoy segura.
Mari:-¿Quiere sentarse?-. (Me pregunta señalándome una silla que aparentemente se veía cómoda, ubicada frente a su escritorio).
Su despacho es exageradamente grande para una sola persona. Delante de los ventanales panorámicos hay una mesa de madera oscura en la que podrían comer hasta seis personas. Hace juego con la mesita junto al sofá.
Todo lo demás es blanco, el techo, el suelo y las paredes excepto la pared de la puerta, en la que treinta y seis cuadros pequeños forman una especie de mosaico cuadrado.
Son preciosos, una serie de objetos prosaicos e insignificantes, pintados con tanto detalle que parecen fotografías, pero colgados junto en la pared resultan impresionantes.
Mari:-Una artista de aquí, Ruby Kurosawa-. (Me dice la señora Nishikino cuando se da cuenta de lo que estoy observando).
Kanan:-Son muy bonitos. Elevan lo cotidiano a la categoría de extraordinario-. (Murmuro distraída, tanto por ella como por los cuadros).
Ladea la cabeza y me mira con mucha atención.
Mari:-No podría estar más de acuerdo, señorita Matsuura-. (Me contesta en voz baja).
Y por alguna razón me ruborizo. Aparte de los cuadros, el resto del despacho es frio, limpio y aséptico. Me pregunto si refleja la personalidad de la chica que está sentada con elegancia frente a mí en una silla blanca de piel.
Bajo la cabeza, alterada por la dirección que están tomando mis pensamientos y saco del bolso las preguntas de Hanamaru. Luego preparo la grabadora con tanta torpeza que se me cae dos veces; enserio no sé qué pasa conmigo. La chica no abre la boca. Aguarda pacientemente.
"Eso espero"
Y yo me siento cada vez más avergonzada y me pongo más roja.
Cuando reúno el valor para mirarla, está observándome, con una mano encima de la pierna y la otra alrededor de la barbilla y con el largo dedo índice cruzándole los labios. Creo que intenta ahogar una sonrisa.
Kanan:-Pe…Perdón-. (Balbuceo).-No suelo utilizarla-.
Mari:-Tómese todo el tiempo que necesite-. (Me contesta con un tono que me tranquiliza).
Kanan:-¿Le importa que grabe sus respuestas?-.
Mari:-¿Me lo pregunta ahora, después de lo que le ha costado preparar la grabadora?-.
Me ruborizo.
¿Está bromeando?
Eso espero.
Parpadeo, no sé qué decir y creo que se apiada de mí, porque acepta.
Continuará…..
