En cuanto salió Hermione de la habitación, volvió un silencio sepulcral. Harry avanzó hacia un lado de su cama donde había un armario con su ropa. Viendo la tensa situación entre él y Ron, intentó cambiar de tema y, a la vez, recaptar un poco más de información:
-¿Entonces, la Orden del Fénix lucha contra Voldemort? ¿Qué están haciendo? ¿Y cómo puedo entrar en ella?
- Ya te lo he dicho, no puedes. No a menos que seas mayor de edad y hayas acabado el colegio, según mamá.- Contestó Ron, un tanto exasperado, aún sin evitar poder hacer un pequeño salto al oír como llamaba Harry a Voldemort. Ron era una persona que le había demostrado muchas veces su valentía, no podía entender que todavía no pudiera oir siquiera su nombre sin asustarse. Se giró también hacía la cama para recoger la ropa que se pondría. Harry no quería importunar a Ron, pero no entendía porqué la Señora Weasley podría decidir si él entraba o no. Antes de que él pudiera hacer un comentario del que arrepentirse Ron volvió a hablar.- Nosotros estamos aquí porque mis padres, y mis hermanos más mayores, se han unido. Se aseguran de que estemos seguros y protegidos aquí en la casa cuando ellos salgan a hacer las guardias de las que siempre hablan. Bill ha vuelto de Egipto para poder realizar esas misiones pero Charlie se ha quedado en Rumania, intentando captar magos de otros países para luchar contra, ya sabes, El Que No Debe Ser Nombrado.
- ¿Eso no puede hacerlo Percy?- Percy era uno de los hermanos de Ron con el que menos se llevaba, por su firme afán de seguir las reglas y normas hasta última instancia, pero la última noticia que tenía del tercero de los hermanos Weasley era que trabajaba en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional del Ministerio de Magia. Ron giró su cuerpo de nuevo hacía él como un resorte.
- No puedes mencionar a Percy delante de mis padres. - le advirtió Ron con la voz mucho más tensa.
-¿Por qué no?
-Porque cada vez que alguien nombra a Percy, papá rompe lo que tenga en las manos y mamá se pone a llorar - contestó Ron
-¿Qué ha ocurrido?- preguntó.
- Percy y papá discutieron. Nunca los había visto así. Fue porque ascendieron a Percy. ¿Recuerdas que el año pasado Percy trabajaba para Barty Crouch?- Ron hizo una pausa mientras Harry asentía.- Bien, pues recordarás que Crouch desapareció y se volvió loco. En el Ministerio creen que Percy debería haberlo denunciado, pero Crouch lo puso al mando y no iba a protestar. El caso es que empezaron a investigar a Percy por si él tenía algo que ver con su desaparición -
- Espera. Si creían que Percy era el culpable, ¿ porque le han ascendido?- El desconcierto de Harry era cada vez mayor.
- Eso nos preguntamos todos, hasta el punto que papá le dijo que lo habían hecho para poder espiarnos; ya sabes, por ser amigos de Dumbledore y no porque Percy se lo mereciera.- Harry podía entender lo mal que le habría sentado a Percy, una persona que había luchado toda su vida per intentar ser el mejor en todo, ese comentario - Le dijo cosas horribles a papá sobre él, sobre ti y sobre Dumbledore y se fue de casa. Según él Dumbledore es un loco que se quiere apoderar del Ministerio y tu un mentiroso con el que no nos conviene relacionarnos. No sabemos nada de él desde entonces pero está siendo muy duro, sobre todo para mamá.
Harry podía entender que para Ron y su familia, una familia muy unida, debía ser extremadamente duro que uno de sus miembros se fuera así, aún más dándoles la espalda por sus creencias. Un sentimiento de culpabilidad se instaló en su estómago. La familia de Ron se había roto por su culpa.
-Bueno, el caso es que hacen las reuniones aquí, en la cocina.- Dijo Ron volviendo a vestirse.- Hemos intentado espiarlos con las Orejas Extensibles, un invento genial de Fred y George, pero se dieron cuenta y protegieron la puerta. Los de la Orden son todos muy majos, menos Snape claro, y Ojoloco se hace raro porque, ya sabes, se suponía que era nuestro profesor, y en realidad no lo era y todo eso.
Harry lo entendía perfectamente, saber que Moody, un hombre que lo había ayudado y animado, era un asesino, el torturador de los padres de Neville, ni más ni menos había sido un duro golpe para él, si tenía que verlo todos los días, aunque fuera el de verdad, sería muy extraño. Se giró de nuevo hacía el armario donde encontró sus cosas y su varita, que guardó en su pantalón. Pocos segundos después se dio cuenta de lo que Ron había dicho y preguntó:
-¿Espera, has dicho que Snape está aquí?¿En la Orden? ¿Viven todos aquí?
- No, no. Él es parte de la Orden pero nunca se queda a cenar ni nada, por suerte. Los únicos que vivimos aquí somos nosotros; y Sirius claro. El resto a veces se quedan a cenar o a dormir si se hace muy tarde. Vamos abajo y podrás conocerlos a todos. - Se le abrió el corazón de gozo, Sirius estaba aquí, sano y salvo. Un nuevo recuerdo de la noche anterior le azotó la mente.
- ¿Ron, tú sabes algo de los encapuchados?- Ron que había estado a punto de abrir la puerta del cuarto volvió a cerrarla y se volvió hacía él con la intriga atravesando sus rasgos pecosos.
-No, no se de que me estas hablando- Contestó, con claro desconcierto.- Nunca habíamos oído nada de unos encapuchados.
- Ayer me atacaron, creo que son los que me trajeron aquí. Mientras estaba medio inconsciente oí a tus padres, Dumbledore y Sirius hablar sobre si se fiaban o no de ellos...- Y se apresuró a contarle las partes que recordaba de la noche anterior.
-¿Entonces, Dumbledore confía en ellos? Pero te han atacado, no lo entiendo- Comentó Ron igual de confundido, aún teniendo toda la información. - Deberíamos comentarselo ahora mismo a Hermione a ver que...
Antes de que Ron pudiera acabar de hablar, la puerta se volvió a abrir dando paso a una gran melena rojiza que envolvía una cara pálida, pecosa y con ojos de un color castaño claro. Nada más verla dejo de hablar.
-Tranquilos, no hace falta que pareís de hablar solo porque he llegado, siempre igual. Solo vengo a buscaros para ir a almorzar, que el desayuno se enfría y Hermione ha dicho que ya bajabais hace mucho rato. Hola Harry, y adiós.- La voz de Ginny, la hermana pequeña de Ron, habló clara y concisa casi sin detenerse y volvió a cerrar la puerta. En los pocos segundos que Harry la vio, se dio cuenta de ella también había crecido y su rostro era un poco más maduro
- ¿Está enfadada conmigo por algo?- Le comentó Harry a Ron mientras se acercaban a la puerta. La abrupta salida de Ginny de la habitación lo había sorprendido.
- No, solo le molesta que nunca le contemos nada, es una cotilla. Vamos, ya le contaremos todo a Hermione después de almorzar.
Abrieron la puerta y salieron hacía un pasillo que hizo que Harry quisiera volver a la habitación oscura anterior. En las paredes, de un verde oscuro, había colgadas las cabezas decapitadas de los que debieron ser los antiguos elfos domésticos de aquella casa. Sus ojos saltones, parecidos a los de Dobby, parecían casi con vida y le daban a la estancia una sensación horrorosa. Se quedó absorto en los rostros pálidos hasta que la voz de Ron lo devolvió a la realidad:
-Espero que Sirius cuelgue la cabeza de Kreacher una vez muera. Es un verdadero incordio. Aunque no se lo digas a Hermione, sigue obsesionada con la P.E.D.D.O. y se ha vuelto una acérrima defensora de ese odioso elfo. Ah, claro. Tu no lo conoces todavía, ¿no? Ya verás, es realmente odioso.
Harry, completamente confundido, negó con la cabeza y empezó a bajar las escaleras hacía lo que parecía un vestíbulo mientras decía:
-Entiendo que el elfo vive aquí pero, ¿qué tiene Sirius que ver él? - Llegaron al vestíbulo. Era un espacio alrededor del doble de grande que la habitación donde se había despertado. Las paredes seguían el estilo de la casa con el mismo color verdoso que se podía ver en toda la escalera y el pasillo de arriba. En el fondo, había unas grandes cortinas que parecían cubrir una puerta. Antes de que Ron pudiera comentarle nada a Harry sobre Sirius, se oyó un gran estruendo
-¡PATAPUM!
—¡Tonks! —gritó la señora Weasley desde la cocina, exasperada, desde el otro lado de la puerta que se encontraba en la otra pared
—¡Lo siento! —gimoteó una chica, que estaba tumbada en el suelo, con el pelo rosado. —. Es ese ridículo paragüero, es la segunda vez que tropiezo con... - Pero sus últimas palabras quedaron sofocadas por un espantoso, ensordecedor y espeluznante alarido.
Las apolilladas cortinas de terciopelo en que Harry se había fijado al bajar las escaleras se habían separado, pero no había ninguna puerta detrás de ellas. Durante una fracción de segundo, Harry creyó que estaba mirando por una ventana, una ventana detrás de la cual una anciana con una gorra negra gritaba sin parar, como si estuvieran torturándola; pero entonces cayó en la cuenta de que no era más que un retrato de tamaño natural, aunque el más realista y desagradable que había visto en su vida. La anciana echaba espuma por la boca, sus ojos giraban descontrolados y tenía la amarillenta piel de la cara tensa y tirante; los otros retratos que había en el vestíbulo detrás de ellos despertaron y empezaron a chillar también, hasta tal punto que Harry cerró con fuerza los ojos y se tapó las orejas con las manos para protegerse del ruido. Lupin y la señora Weasley entraron corriendo en el vestíbulo directos hacia el retrato e intentaron cerrar las cortinas y tapar a la anciana, pero no podían con ellas y la anciana cada vez gritaba más fuerte y movía sus manos como garras; parecía que intentaba arañarles la cara.
—¡Cerdos! ¡Canallas! ¡Subproductos de la inmundicia y de la cochambre! ¡Mestizos, mutantes, monstruos, fuera de esta casa! ¿Cómo os atrevéis a contaminar la casa de mis padres?
La chica del cabello rosado, que parecía llamarse Tonks, seguía disculpándose por su torpeza mientras levantaba la enorme y pesada pierna de trol del suelo; la señora Weasley desistió de su intento de cerrar las cortinas y echó a correr por el vestíbulo, haciéndoles hechizos aturdidores a los otros retratos con su varita; y un hombre de largo cabello negro salió disparado por una puerta que Harry tenía enfrente, dirigiendo diversos hechizos al cuadro.
Harry había extrañado fuertemente a su padrino. Su única familia, a parte de los Dursley, y su mayor fuente de información sobre sus padres. Él le había prometido una vez, hacía 3 años, que un día vivirían juntos, dejando atrás a los Dursley.
Una vez la señora del horrible cuadro guardó silencio todos se dieron cuenta de su presencia. La chica de cabello rosado tenía un rostro en forma de corazón y era muy simpática. Se presentó como Tonks. Luego Sirius especificó que su nombre era Nymphadora, aunque ella prefería que la llamaran por su apellido. Le pareció un poco extraña la actitud de Sirius, como más fría y distante.
La Señora Weasley, una mujer un poco regordeta y un cabello tan anaranjado como el de toda su familia, volvió al vestíbulo tras acallar al resto de retratos. Al ver que Harry estaba allí, se acercó rápidamente a él y lo abrazó. El abrazo maternal característico de la Señora Weasley, al que tan poco estaba acostumbrado, lo relajó de una tensión que no sabía que había estado manteniendo desde que había hablado con Ron.
- Hola Harry, cariño. ¿Cómo estás? ¿Has estado comiendo bien? Estás demasiado flaco. Vamos directos a la cocina, Hermione y Ginny ya están desayunando. - dijo rápidamente con expresión preocupada. Ella lo acompañó, con el brazo alrededor de él, hacía la puerta por la que antes había salido. Oyó de fondo como Ron, Sirius y Tonks empezaban a hablar mientras los seguían unos pasos más atrás.
La cocina, una estancia grande y tenebrosa con bastas paredes de piedra, no era menos sombría que el vestíbulo. La poca luz que había procedía casi toda de un gran fuego que prendía al fondo de la habitación. Se vislumbraba una nube de humo de pipa suspendida en el aire, como si allí se hubiera librado una batalla, y a través de ella se distinguían las amenazadoras formas de unos pesados cacharros que colgaban del oscuro techo. Habían llevado muchas sillas a la cocina con motivo de las diferentes reuniones, y estaban colocadas alrededor de una larga mesa de madera. Ginny y Hermione estaban sentadas en las dos más cercanas a la puerta. Al verlos entrar, Hermione se levantó y le abrazó, aunque Ginny siguió comiendo.
Harry se sentó al lado de Hermione y Ron al lado de Ginny. Sirius se acercó a él y se sentó a su lado. Estaba apunto de preguntarle por su actitud cuando un sonoro CRACK, muy parecido al de la noche anterior, retumbó en la habitación. Unos segundos más tarde, los gemelos aparecieron justo delante de la puerta chocando con su madre, que intentaba salir.
- ¡Fred y George, ya basta! - La voz de la Señora Weasley, enfadada y exasperada, se vió amplificada por el eco de las paredes vacías de la cocina. - Entiendo que es emocionante poder apareceros, pero seguís teniendo piernas. Podríais intentar usarlas en vez de matar a vuestra madre de un susto. No volváis a hacer eso aquí dentro. -
- Sentimos asustarte mamá, pero queremos practicar.- Dijo Fred.
- Sí, imagínate que se nos olvida como hacerlo y sufrimos una despartición.- Siguió George - Nuestras caras perderían su hermosura, Mama. No podemos permitírnoslo.
- No hagáis broma con eso. Las desparticiones pueden ser muy graves. Hay gente que ha perdido partes de su cuerpo y no las ha recuperado.- Dijo el Señor Weasley mientras entraba en la cocina.
Momentos después entró Lupin, con la túnica aún más raída y con más arrugas en el rostro, junto a un hombre que a Harry le sonaba haberlo visto alguna vez en el profeta. Era un hombre alto, de piel oscura y un gran porte que llevaba una túnica de mago de color violeta. Saludaron a todos con la mano y Lupin se sentó al lado de Tonks mientras que el otro hombre se dirigió hacia él. Cuando se presentó, lo hizo con una voz clara pero muy fuerte:
- Hola Harry, mi nombre es Kingsley Shacklebolt, pero puedes llamarme Kingsley. Soy compañero de Tonks y Ojoloco en la oficina de Aurores. Es un placer conocerte.
- Lo mismo digo señor.- Contestó Harry, sin saber muy bien qué decir. Vio como Ron se levantaba para ir a coger su desayuno y le siguió. Después de semanas comiendo la dieta que le habían impuesto a Dudley para reducir su peso, las tostadas con huevos de la Señora Weasley le supieron a gloria. Cuando ya estaban acabando, Sirius le preguntó:
-¿Cómo has estado? ¿No tienes ninguna pregunta para hacer?-
Los gemelos, que habían estado charlando y haciendo bromas entre ellos, callaron repentinamente. Hermione y Ginny, que habían estado riendo de las diferentes narices que podía hacer Tonks con su poder de metamorfomaga, se giraron hacía él, expectantes.
-Sí, muchas, pero Ron ya me ha dicho que siendo menor de edad no puedo ser parte de la Orden. Aún así, me gustaría saber qué es lo que pasó anoche. ¿Quiénes eran esos tipos? ¿Por qué me atacaron y luego me trajeron aquí? No lo entiendo. - Comentó Harry, inquieto. Los adultos cruzaron miradas entre ellos, intentando decidir que hacer a continuación. Los chicos, que no habían oído nada acerca de unos encapuchados, acercaron sus cuerpos hacía la mesa, como si de está manera pudieran descubrir las cosas antes.
- Me temo, Harry, que no podemos decirlo.- La voz poderosa de Albus Dumbledore resonó en toda la estancia. Harry se giró directo a encararlo. Quería respuestas. Era muy injusto que lo tuvieran en ascuas todo el tiempo, sin poder saber nada; pero que después esperaran que actuara complacientemente. Una rabia sin igual, dirigida hacía Dumbledore, rugió en su estómago con tal fuerza que pudo sentirla navegar por todo su cuerpo hasta sus ojos. Aún así, Harry quedó decepcionado, pues este ya no le miraba a él sino a tres personas que, en ese momento, atravesaban la puerta de la cocina.
Fue muy sencillo reconocer a los dos primeros, pues los había estado viendo casi a diario durante los últimos cuatro años. La última, la única mujer, fue muy fácil de identificar, aunque no la conocía, por el alto parecido con su hijo. A ninguno en la habitación le agradó la llegada de Snape o de los Malfoy; de hecho, ninguno de los presentes entendía qué hacían allí.
-Aquí están, profesor. Ya saben lo que vamos a hacer y lo que conlleva. - Dijo Snape, dirigiéndose a Dumbledore, sin prestar atención a nadie más. Los Malfoy, viendo claramente que no eran bien recibidos, se mantuvieron a un lado.
-Bien, pasad por favor, sentaos. Me temo que tenemos mucho de qué hablar. - Comentó Dumbledore, como si nada. Los Malfoy, Snape y el profesor Dumbledore se sentaron en las últimas sillas libres en la mesa. Estaban todos conmocionados, tanto por la aparición de los Malfoy como por la reacción tan tranquila de Dumbledore. Harry no podía creerlo y Sirius expresó sus dudas.
- ¿Dumbledore, Lucius Malfoy es un mortífago y tú traes a su família aquí como si nada? Le contarán todo a Voldemort. No podemos confiar en serpientes como ellos, que solo piensan en sí mismos. - Comentó levantándose impetuosamente de la silla. La cara de la madre de Draco se levantó con un orgullo muy parecido al de su hijo y se encaró a su padrino.
- No te equivoques Sirius. Estoy aquí para proteger a mi familia, y lo haré por encima de todo. Soy una serpiente a mucha honra Sirius, y como tal, te advierto. Si supones una amenaza para el bien de mi familia acabaré contigo. - Dijo, con tono amenazante, no solo dirigiéndose a Sirius, sino a todos los presentes.
- Hubo una época en que también me considerabas familia Narcisa. A Andrómeda y a mí. - Respondió Sirius, con la voz tensa.
- Fuisteis vosotros los que decidisteis marcharos. Fue vuestra decisión abandonar mi familia, yo solo asumí las consecuencias. - Contraatacó ella, con un tono mordaz. Malfoy puso su mano encima de la de su madre y esta pareció calmarse. Los otros estaban un tanto confundidos, sobre todo Harry, hasta que Sirius volvió a intervenir.
-Narcisa es mi prima y la hermana de Andrómeda, la madre de Tonks; pero dejamos de ser familia hace muchos años, cuando yo no soporté más y me fui de casa a vivir con tu padre, Harry. James me acogió como a un hermano. Andrómeda se fue unos años antes para casarse con un nacido de muggles, el padre de Tonks. La casa en la que estamos era la antigua casa de mi madre, que es la mujer del retrato. - La última frase, la comentó dirigiéndose particularmente a Harry, el único que parecía no saber que esta era su casa.
-Por favor chicos, lo que vamos a hacer es muy importante. No podemos seguir haciendo esto, debemos intentar apoyarnos. Se que ninguno esperabais que los Malfoy vinieran, pero son muy importantes en toda esta operación.
-Disculpe profesor Dumbledore, pero por favor, ¿podría explicarnos qué está pasando?- preguntó Ginny, al ver que ninguno de sus hermanos ni Hermione sabían lo que ocurría.
-Sucede, señorita Weasley, que vamos a leer unos libros que muestran tanto el futuro como el pasado del señor Potter aquí presente para poder derrotar a Lord Voldemort. Aunque me temo que esto será una grave intromisión hacía tu intimidad Harry, espero que entiendas la importancia de todo esto. - Concluyó Dumbledore. Harry estaba en shock, no estaba entendiendo nada. Iban a derrotar a Voldemort con unos libros sobre su futuro y su pasado. Iban a leer todo lo que había ocurrido durante esos años tanto en Hogwarts como en casa de los Dursley. Iban a socavar directamente en su intimidad. Iban a saber cosas sobre él que él mismo no sabía todavía, porque todavía no habían ocurrido. Y aún así, aún pidiéndole tanto, Dumbledore no era capaz de mirarlo a la cara mientras le exigía que el contara toda su vida no solo a personas que acababa de conocer sino a personas que odiaba y que lo odiaban, como eran Snape y Malfoy.
- No lo entiendo profesor.- Comentó Hermione al cabo de unos minutos.- ¿Cómo han podido escribir libros sobre la vida de Harry sin sus recuerdos? ¿Cómo han llegado esos libros aquí y por quien han sido escritos? ¿Cómo podemos saber que son seguros y que no van a atacarnos o hechizarnos?
Harry recordó, soptadamente, su encuentro con Voldemort en su segundo año, cuando el diario de este había maldecido y hechizado a Ginny. Giró inconscientemente su cabeza hacía ella. Después de haber sufrido la maldición imperius, Harry entendía mejor aquello que había dicho ella sobre no poder controlar nada de lo que el libro la obligaba a hacer. A pesar de todo, se dijo, Ginny es una chica fuerte. Ha podido con esto y podrá con más. Volvió a enfocar su mente en la situación actual cuando Dumbledore contestó a Hermione.
-Sus preguntas son muy acertadas, señorita Granger. Durante estos últimos días todos los presentes fuera de la etapa escolar hemos estado debatiendo sobre estos libros, lo que significan y qué debemos hacer con esta nueva información. Existen diferentes hechizos para escribir libros, la mayoría de biógrafos los usan. Estos extraen los recuerdos de alguna persona y plasman en un libro detalladamente. Además, tanto Alástor como yo hemos comprobado los libros, no llevan rastros de magia oscura y no nos harán daño. En cuanto a quien los ha escrito, me temo que no puedo responder a ello de forma directa. Han estado un grupo de encapuchados que Harry conoció ayer. Aunque de manera desafortunada ellos, pensando que era un enemigo, lo atacaron os puedo asegurar que están aquí para ayudarnos. Me han dado motivos de peso. - Dumbledore hizo una pausa, zanjando el asunto. - Por favor, acabad de desayunar. En una hora empezaremos la lectura del primer libro. Cuanto antes mejor, teniendo en cuenta que deberemos ir parando la lectura para que ni Arthur ni ninguno de los aurores falte al trabajo, pues levantaría sospechas si de un día para otro dejaran de asistir. Si te parece bien Sirius, usaremos la cocina como sala de lectura, pues es el espacio más grande de la casa, o me equivoco? - Sirius negó con la cabeza.- Bien, voy a arreglar unos asuntos y a traer los libros, en una hora regreso.
