Capítulo 3. Sueño sin Sueños
Severus pudo disfrutar durante cuatro días de la soledad. Sin embargo, descubrió que eso no lo reconfortaba demasiado. Claramente, Potter había logrado meterse bajo su piel, y todas las noches se esperaba con una mezcla mortificante de pavor y entusiasmo que el chico apareciera cruzando su puerta. Evitaba presentarse en las comidas tanto como fuera posible, ya que no quería ser visto en la misma habitación que el chico; Quién sabía lo que Potter podría revelar solo a través de su lenguaje corporal. Durante el día procuraba no hacer ni siquiera contacto visual con Potter, y había dejado de escuchar sus pasos deambulando por los pasillos durante la noche. El somnífero que le había suministrado al chico era potente, pero una botella no le duraría para siempre, por lo que Severus utilizó las horas muertas preparando dosis extras. Dosis extrafuerte. Algunos de esos lotes los usaba él mismo para pasar la noche sin pesadillas.
Al quinto día, cuando el reloj se encontraba a punto de marcar las dos de la mañana, Severus oyó un suave golpeteo contra su puerta.
—Adelante —dijo, sin moverse del lugar en que se encontraba recostado sobre la cama, rodeado de pergaminos apilados al azar.
La puerta se abrió con un leve chirrido, mostrando a Potter, descalzo y con el cabello tan alborotado como de costumbre. Su rostro estaba demacrado, con manchas tan oscuras como moretones debajo de los ojos.
Severus se alzó un poco y se recostó contra el cabecero de la cama.
—¿En qué puedo ayudarte, Potter?
Harry se balanceó suavemente de un pie a otro mientras jugueteaba con el cuello de su pijama. Tras unos instantes, extendiendo una botella vacía.
—No puedo dormir —respondió, esbozando una pequeña sonrisa tímida.
—Pídelo educadamente —contestó Severus. Potter se ruborizó, con un color rosáceo bastante favorecedor cubriendo desde su garganta hasta sus mejillas.
—¿Puede, por favor, drogarme un poco más, señor? —replicó, poniendo los ojos en blanco. Severus hizo un gesto con sus dedos y una nueva botella levitó hasta alcanzar su mano.
—Sueño sin sueños —dijo—. Uno de los verdaderos lujos de la vida. —Acto seguido, le tendió el frasco al chico, quien caminó con cautela en dirección a la cama, como si no hubiera irrumpido sin permiso en esa misma habitación tan solo unas noches atrás—. Date prisa, Potter —continuó Severus, agitando la botella.
Harry echó un vistazo al dormitorio, antes de bajar la mirada hacia el suelo. Severus apoyó la cabeza contra el cabecero y suspir.
—Algo más?
Harry raspó levemente su labio inferior con los dientes mientras se abrazaba a sí mismo.
—Puedo... puedo quedarme aquí un rato?
—En absoluto. —Severus miró el pergamino que sostenía en su mano desde antes de la aparición del chico, y relajó su agarre. No se había dado cuenta de que lo estaba aplastando.
—No voy a hacer nada para molestar, lo prometo.
—¿Crees que soy estúpido?
—¿Solo hasta que me queda dormido?
-No.
Potter encogió los hombros y se giró hacia la puerta, con aire abatido. Severus comenzó a luchar contra sí mismo. En el último instante, flaqueó.
«No lo hagas».
—Potter, espera —soltó abruptamente. «Maldición». Harry se detuvo y se volvió para mirarlo—. Tómate la poción aquí, donde pueda verte, Cuando te duermas, te levitaré hasta tu cama. —Se detuvo durante unos instantes—. Tienes un aspecto terrible.
Harry se sintió irritado.
—Está bien —respondió.
Se acercó a la cama y cogió el frasco de la mano de Severus. El hombre pudo contemplar desde cerca que el hematoma de su cara se había desvanecido por completo, y su labio inferior estaba completamente curado y sin ningún tipo de imperfección. Como si nada de aquel episodio fatídico hubiera ocurrido.
—Bébelo todo —dijo Severus. Harry abrió la boca por un momento, como dispuesto a protestar, pero en lugar de eso destapó la botella y la llevó a sus labios. Mientras ingería todo el contenido, hizo una mueca de disgusto. Severus apartó la mirada mientras el chico tragaba, encontrando un repentino interés en el maltratado pergamino que sostenía entre sus dedos. Pero de repente, para su absoluto terror, Harry lo pasó por encima para recostarse en el otro lado de la cama.
—Disculpa... —murmuró de forma incoherente, dejándose caer de espaldas contra el colchón—. Merlín, Snape, ¿qué me ha dado?
—Potter... —comenzó Severus, pero se interrumpió cuando los párpados de Harry se cerraron. Quizás el frasco completo era una dosis demasiado grande, supuso mientras la cabeza del chico caía contra su hombro.
Severus lo dejó dormir allí, recostado contra él, durante más tiempo del previsto. Consiguió sacar al Gryffindor de su cama poco antes del amanecer, y, mientras atravesaba sigilosamente los silenciosos pasillos de la casa, pensó en lo que ocurriría si alguien lo atrapaba con Potter inconsciente en sus brazos. Llegó a la conclusión de que no sería una transgresión tan terrible, ni siquiera si descubrían que le había suministrado al chico un somnífero. Cualquiera con ojos en la cara podía ver que Harry Potter necesitaba dormir.
Se imaginó siendo atrapado con las manos de Potter dentro de sus pantalones. Eso sí que sería un espectáculo que pasaría a la posteridad.
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Harry regresó la noche siguiente. Severus pudo oír de nuevo el suave golpeteo contra su puerta tiempo después de que la casa se sumiera en el absoluto silencio que indicaba que todos sus habitantes se hallaban en una profunda fase del sueño. Esa vez, Severus apiló todos los pergaminos antes de permitir la entrada al chico.
—Potter —dijo a modo de saludo, asintiendo levemente con la cabeza. El chico tenía mejor aspecto tras pasar una noche completa de sueño, y sus ojeras estaban menos marcadas—. ¿Dormiste bien?
-Si. Hasta que Ron intentó despertarme para bajar a desayunar. Se asustó cuando no consiguió hacerme reaccionar de ninguna forma.
—Ah. —Sí, se había pasado con la dosis.
-Si. Empezó a pedir ayuda a gritos pensando que me había quedado en coma. Tuve que levantarme de la cama y fingir que estaba perfectamente durante todo el desayuno. Casi me desmayo.
—No toda la botella esta noche, entonces —sugirió Severus, agarrando otro frasco de su mesilla.
—Sí, o podrían dejarme en paz durante dos jodidos segundos.
—Controla ese lenguaje, Potter.
—Tú me hubieras dejado dormir. —Harry se dejó caer con brusquedad en el borde de la cama y Severus luchó contra el impulso de alejarse de él—. Odio cómo me miran —continuó su diatriba, gesticulando con las manos—. Odio que se preocupen tanto.
Por supuesto que estaban preocupados por él. Potter estaba tocando fondo, y era bastante evidente. Los dedos de Severus ansiaban tocar al chico, pero se contuvo, acariciando la colcha en su lugar.
—Y yo no me preocupa? —preguntó en un susurro. Potter alzó la vista de sus propias manos.
—¿Lo haces? Creía que solo querías que desapareciera de tu camino.
—Evidentemente el fracaso en el intento, ¿no crees? —Severus le tendió el frasco de Sueño sin Sueños—. Quizás deberías tomar solo la mitad. Sigue siendo una dosis elevada.
Harry cogió la botella y la examinó pensativo.
— ¿Puedes hacerme un favor?
Severus cerró los ojos y apoyó la cabeza contra la cabecera de la cama.
—Estoy a tu servicio, Potter.
— ¿Podrías...? —Tragó saliva entes de continuar—. ¿Puedes enfadarte conmigo otra vez?
Severus abrió los ojos y miró al techo. Sintió un calor creciente en su vientre ante lo que implicaban las palabras del chico. Había llegado a hacer cosas extremadamente imprudentes mientras estaba enfadado. No se enojaría de nuevo.
—No estoy enfadado contigo.
—¿Por qué no?
—Bébete eso, Potter.
—Y si te llamo cobarde? —Harry no dejó de mirar al suelo—. ¿Y si te dijera que Sirius fue mejor hombre de lo que tú serás jamás?
Severus respir hondo tratando de tranquilizarse. Casi podía oír la súplica tácita tras esas palabras: Lastímame. Hazme daño. Hazme daño.
—No vas a conseguir que vuelva a perder los estribos —respondió. Una lágrima descendió por las mejillas de Potter y cayó al suelo.
Tras un largo silencio, Potter susurró en un tono tan bajo que apenas podía ser oído:
- Por favor.
Severus hubiera preferido que le lanzaran un "Cruciatus" antes que eso. Antes que esa tortura. Se incorporó y se desplazó hacia el borde la cama, sentándose junto al desolado chico.
—Necesitas tomarte la poción —dijo, quitándole a Harry el frasco de las manos para destaparla y ofrecérsela de nuevo. Potter solo lo miró, con los ojos brillando por las lágrimas no derramadas y las pupilas dilatadas por la luz tenue que reinaba en la habitación. Potter fijó su mirada en su rostro durante unos segundos, para después cerrar los ojos y abrir la boca.
—Potter, no —siseó Severus—. No hagas eso.
Harry solo levantó la barbilla; sus pestañas destacaban como una mancha oscura contra su piel pálida.
Severus pudo sentir los latidos de su corazón retumbando en sus oídos. ¿Qué clase de locura se le había pasado al chico por la cabeza para comportarse de aquella forma?
Observó la punta de la lengua de Potter asomándose para humedecer su labio inferior.
Severus solo tenía que ponerlo a dormir . Cuando se durmiera, todo volvería a la normalidad. Podría olvidarse de todo a la mañana siguiente. Potter estaría avergonzado de su comportamiento. Podrían continuar como antes.
Severus tragó con fuerza.
«Bien, deja que el mocoso se salga con la suya. Excelente».
Acercó el borde del frasco a los labios de Harry mientras agarraba la cabeza del chico con la otra mano, inclinándola hacia atrás y vertiendo la poción en la boca abierta. Había algo hipnótico al observar como Potter tragaba obedientemente todo lo que le ofrecía. Con un dolor casi físico, Severus se dio cuenta de lo hermoso que era el chico. Con su pena, con su sufrimiento, como una sirena guiando un barco hacia las rocas. Severus no era un hombre perfecto. Era débil .
En los labios de Potter pudo saborear la lavanda y la manzanilla que había agregado a la poción para darle un gusto más apetecible. El frasco cayó al suelo, completamente olvidado, mientras su mano se aferraba a la nuca de Potter. Los suaves labios de Harry se abrieron fácilmente, con un gemido bajo e ininteligible, y sus manos se posaron en el pecho de Severus. Sintió las yemas de los dedos presionando con firmeza, buscando apoyo en la tela de su ropa. Lentamente, el agarre comenzó a relajarse, hasta que los brazos cayeron inertes sobre su propio regazo. Severus rompió el beso, presionando levemente su frente contra la famosa cicatriz de rayo.
—Mmmmm —logró decir Harry, con las pestañas temblando débilmente—. ¿Por qué tuviste que esperar a que lo tomara? —murmuró, mientras se desvanecía poco a poco en la inconsciencia, cayendo en el profundo sopor característico de la poción Sueño sin Sueños.
—Lo siento —respondió Severus, pero Potter ya no pudo oírlo, completamente inerte entre sus brazos.
Severus lo recostó con delicadeza contra las sábanas y se puso de pie. Aturdido, entró en el baño contiguo y se remojó la cara con agua fría.
Severus Snape no creía en el Infierno, pero si los muggles tenían razón y existía tal lugar, con seguridad él terminaría allí. Incluso podría ser que ya estuviera allí.
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Harry se despertó con facilidad la mañana siguiente, sin oír gritos clamando por ayuda, y desayunó sin ningún tipo de incidencia sus huevos y tostadas habituales. Snape no se encontraba allí, como de costumbre, y Harry tuvo que luchar contra el impulso de mirar al techo, preguntándose qué estaría haciendo el hombre en ese momento, si necesitaría ayuda y si alguien se daría cuenta si realizaba una visita al maestro de pociones. en pleno día.
Llegó a la conclusión de que se darían cuenta.
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Esa noche, Harry solo pudo esperar hasta las once y media antes de arrastrarse hacia la puerta de Snape. Inmediatamente después de que Ron dejó de hablar y se quedó dormido, se deslizó con los pies descalzos, lo más sigilosamente que pudo, por los pasillos de la casa, por si quedaba alguien despierto aún. Estaba acostumbrado a merodear, había perfeccionado ese arte durante sus múltiples paseos nocturnos en la escuela, aunque no se molestaba en llevar consigo su capa de invisibilidad dentro del Número Doce. No existía toque de queda en ese lugar. No como en Hogwarts.
Hogwarts. El verano casi había llegado a su fin, y tal vez Snape le permitió visitarlo en las mazmorras una vez que se reanudaron las clases, pero realmente lo dudaba. Seguramente Snape sería despedido inmediatamente si alguien llegara a descubrir lo que había hecho. Probablemente Snape sería despedido incluso si solo le hubiera estado suministrando pociones para dormir a Harry sin la supervisión de un sanador. Tal vez también expulsarían a Harry. Lo cual sería un alivio. Si eso ocurriera, podía centrar toda su energía en no morir , en lugar de en los trabajos escolares y los exámenes.
Se río para sus adentros. Hermione se horrorizaría si lo oyera. A veces se moría por gritarle que había una guerra en curso, por si no se había dado cuenta. Obviamente, el trabajo escolar debía pasar a un segundo plano. ¿Qué iban a hacer? ¿Leer las notas de los EXTASIS en su funeral?
Cuando llegó a la puerta de la habitación de Snape, se encontró con un frasco de Sueño sin Sueños con una nota pegada a él.
"Toma solo la mitad, -SS"
Harry, a punto de soltar una carcajada, empujó la puerta y entró.
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Severus no había sido tan idiota como para pensar que su táctica funcionaría, pero tampoco había esperado que Potter apareciera tan temprano. El chico ni siquiera habría intentado dormir por sus propios medios.
—No has bloqueado la puerta —dijo Potter a modo de saludo.
— ¿Habría servido para algo? —inquirió Severus, con los ojos fijos pero sin ver en el volumen que se encontraba en sus manos. Por el rabillo del ojo pudo ver la amplia sonrisa que se había instaurado en el rostro de Potter.
-No. —Levantó el frasco que aún se encontraba en su mano—. No vengo solo por esto, ya lo sabes.
Severus lo observó por encima del borde superior del libro, ignorando el leve escalofrío de excitación que atravesó su columna ante las palabras del chico. Severus conocía la perfección el motivo por el que había venido.
Potter prosiguió su discurso, adentrándose cada vez más en el dormitorio.
—La nota ha sido un bonito detalle. ¿De verdad pensabas que no lo recordaría? —Colocó la poción y el fragmento de papel en la mesa de noche. Severus exhaló lenta y deliberadamente por la nariz.
—Tenía esperanzas —respondió—. La amnesia retroactiva no es algo inaudito con las dosis que ha estado tomando. —En ese mismo instante, Harry le quitó el libro de las manos y lo arrojó al otro lado de la cama—. What...? —se interrumpió cuando Harry se subió en su regazo. Severus quedó paralizado—. Potter, NO...
— Shhh —lo mandó a callar el chico, colocando una mano a cada lado de la cabeza de Severus antes de susurrar—: No creo que todos estén dormidos.
—Entonces quítate de encima , Potter —siseó Severus, poniendo sus manos sobre las caderas de Harry con el objetivo de expulsarlo—. No puedes simplemente...
—Protege la puerta —interrumpió Potter.
-¿What? NO .
—Protege la puerta —repitió, antes de besarlo súbitamente.
El cerebro de Severus había dejado de funcionar. Si no, habría sido capaz de prever lo que ocurriría y se habría levantado de la cama en cuanto Potter traspasó su puerta. Por su maldita culpa ahora Potter estaba a horcajadas sobre él, en su cama, en medio de la noche, y que Dios lo perdonara, pero el deseo de poseerlo era tan fuerte que apenas podía respirar. Tenía que recuperar el control de la situación. De alguna forma.
Se aferró al frente de la camisa de Harry y empujó con fuerza, rompiendo el beso tan bruscamente que el Gryffindor emitió un profundo quejido.
-¡Distensión! —le gruñó. Harry le agarró la muñeca.
—Realmente hechizaría la puerta si vas a gritarme —jadeó, apresando con sus piernas las de Severus. El hombre presionó la mandíbula, presionándose con firmeza contra el colchón para resistir la insoportable necesidad de empujar hacia arriba.
Apretó su agarre en la mano que aún sostenía la cadera de Potter, hundiendo sus dedos para calmarlo.
—No me quedan manos libres para eso —siseó—. Escúchame, Potter. No sé exactamente en qué momento dejaste de tenerme miedo, pero te advierto de que continuar provocándome así es una locura por tu parte. Bájate, vuelve a tu habitación, toma la poción y duérmete.
Harry no hizo ningún movimiento que demostrara que estaba dispuesto a obedecer sus órdenes.
—Si quieres que te tenga miedo, deberías hacer algo aterrador —respondió, impulsando sus caderas hacia delante hasta que presionaron de forma obscena contra el abdomen de Severus. El frágil control moral de Severus se desquebrajaba por momentos, sucumbiendo bajo la creciente tensión.
Soltó la camisa de Potter, rodeó su garganta y apretó .
—Te lo advertí, Potter —susurró—. No tienes la idea más mínima de lo que soy capaz. Si sigues negándote a tomar la poción, te haré dormir yo mismo, energúmeno. —Su mano se ajustaba perfectamente al cuello de Harry, con sus dedos presionando justo contra las ramificaciones de la arteria carótida. Sintió la garganta de Potter empujando contra su palma e, incapaz de emitir un solo sonido, Potter impulsó su cadera hacia delante de nuevo, con mayor urgencia.
¡Por las barbas de Merlín!
Le estaba gustando .
Severus casi pudo sentir el cortocircuito en su cerebro. Soltó de inmediato a Harry, que se desplomó contra él, con la boca abierta, jadeando y aturdido, liberando su aliento caliente contra el cuello del hombre. Severus pudo notar claramente la dureza de Potter, temblando de excitación, contra su vientre.
—Potter —logró decir, luchando desesperadamente por permanecer quieto, con la boca rozando el cabello revuelto del chico—. No puedes estar aquí. Tienes que marcharte. De inmediato Coge la poción y vuelve a tu habitación. —Su mano se deslizó hacia la parte baja de la espalda de Harry. Captó el leve temblor de sus músculos y nervios, en tensión y listos para estallar.
—No puedes... echarme... así —jadeó Potter pausadamente, clavando sus dedos con fuerza en los hombros de Severus—. No puedes . —Severus extendió la mano y buscó a tientas en la mesita de noche el frasco con la poción.
—Harás lo que te diga —respondió, logrando destapar el corcho con su mano libre, mientras empujaba hacia atrás la cabeza de Potter con la otra—. Bebe .
Harry raspó su labio inferior con sus dientes.
—¿No puedes...? ¿No podríamos...?
-No. —Sostuvo la mandíbula de Potter—. Abre. —Notó el tirón de la polla de Potter contra su abdomen.
—Eres un sádico —gimió Harry, abriendo la boca.
—¿No me buscas por eso? —inquirió Severus, mientras Potter al fin tragaba la poción vertida en su garganta—. ¿No es eso lo que necesitas?
La respiración de Potter se detuvo durante unos instantes, y giró levemente su cabeza hasta rozar sus labios contra la palma de Severus. El hombre sintió una punzada de miedo y lujuria atravesando su cuerpo ante el suave toque, y los vellos de sus brazos se erizaron.
Oh, las cosas que podría hacerle al chico.
—Nos vas a destruir a ambos —dijo.
— Por favor —respondió Harry en un murmullo ininteligible mientras su cuerpo comenzaba a relajarse en contra de su voluntad—. No puedes simplemente... seguir... drogándome...
—Descubrirás que sí que puedo. —Potter ni siquiera oyó su réplica.
Severus lo sostuvo cuando se desplomó contra su cuerpo, empujándolo con delicadeza hacia un lado y recostándolo para que su cabeza descansara contra la almohada. No podía arriesgarse a levitarlo de vuelta a la cama tan pronto, al menos no antes de la medianoche, por lo que se levantó, lanzó un encantamiento sobre la puerta y se dirigió hacia el baño. Se quitó la ropa y se metió en la ducha.
Mientras sacudía su puño, intentó pensar en cualquier otra persona, en cualquier otra cosa que no fuera Potter sujetándose descaradamente a horcajadas en su regazo. Potter gimiendo en su boca. Potter jadeando por el aire. El cuerpo de Potter presionándose contra el suyo. La boca de Potter susurrándole "Quiero que me destroces" .
Cuando terminó, secó el cabello y se vistió. Tras devolver el cuerpo durmiente de Potter a su propia cama, bebió la otra mitad de la poción y se acostó, hasta que sus párpados se cerraron, vencidos por el efecto del Sueño sin Sueños.
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La noche siguiente, Severus se escondió. Sintiéndose como un idiota, dejó una nueva botella de Sueño sin Sueños en el centro de su cama y se escapó sigilosamente hacia el ático. El lugar nunca había sido limpiado en profundidad ya que nadie subía allí, por lo que se vio obligado a lanzar un "Fregotego" contra uno de los rincones antes de sentarse apoyado contra la pared. Tarde o temprano, Potter se rendiría y podría regresar a su dormitorio. Evitar la situación no era la solución, desde luego, pero estaba demasiado cansado para intentar pensar en algo mejor.
Tenía que hablar con Dumbledore. Ese sería el primer paso a seguir. Había cometido un error al intentar mantener el asunto en secreto. Claramente no podía contarle todo al viejo, pero tal vez podría dejar escapar lo suficiente como para conseguir una ayuda adecuada para Potter. Incluso algún tipo de tratamiento, si fuera necesario. Pociones para dormir aprobadas por un sanador. Los brebajes que Severus elaboraba eran demasiado potentes para ser homologados, y si Poppy estuviera al cargo de la situación, Potter tendría una oportunidad de salir ileso. Porque Severus estaba seguro de que a pesar de su ambición por proteger al chico, terminaría lastimándolo. Eso era lo que pasaba siempre. Severus nunca se había caracterizado por ser cuidadoso o amable, y con toda seguridad ya era demasiado tarde para aprender. Nunca había tenido que preservar nada lo suficientemente bueno. Potter se rompería entre sus manos como un adorno navideño. Se desquebrajaría.
De repente, una imagen se proyectó en su mente con inexcusable claridad: Potter temblando y retorciéndose bajo sus manos, y él mismo, apresándolo, inmovilizándolo, haciéndole rogar y suplicar. Para mayor vergüenza, la voz en su cabeza que le publicidad de que mantuviera las manos alejadas se hacía cada día más pequeña. Pero no había desaparecido del todo, ya su paso todo lo que quedaba era un profundo y agónico odio hacia sí mismo. Algo a lo que, por supuesto, estaba bastante acostumbrado.
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A pesar de sus intenciones de permanecer vigilante, Severus se quedó dormido antes del amanecer, despertando algunas horas después con la cara contra el suelo y el cuello rígido y dolorido.
Pudo escuchar el sonido amortiguado de platos y cubiertos que indicaba que el resto de huéspedes se encontraba comenzando o terminando de desayunar. Si se marchaba rápidamente, podría regresar a su dormitorio sin que nadie lo viera.
Decidió intentarlo, y su plan salió a la perfección hasta que al doblar la última esquina chocó directamente contra la espalda de Potter. Por supuesto. Obviamente Potter estaría merodeando por los alrededores de su dormitorio. ¿Cómo no se le había ocurrido?
-¡Alfarero! —siseó Severus, provocando que el chico se asustara y tropezara, apoyándose contra la pared—. ¿Qué, en el nombre de Merlín, estás haciendo aquí?
Harry se enderezó y se giró para mirarlo.
—Estás un poco... cubierto de polvo —dijo, sacudiéndose la parte posterior de la camisa, donde Severus había chocado contra él—. Pensé que quizás habías escapado al mundo exterior. —Dio un paso adelante, extendiendo la mano hacia el cabello de Severus—. Tienes una... —Severus retrocedió con brusquedad—, telaraña —finalizó Harry, dejando caer la mano—. Supongo que no ha salido fuera, entonces.
—No es asunto tuyo, Potter. —Severus se pasó la mano por el pelo, arrastrando una mezcla de seda de araña y polvo. La telaraña se adhirió a sus dedos, y tuvo que sacudirlos varias veces hasta que consiguió librarse de ella. Alzó la mirada justo un tiempo para ver la boca de Potter curvándose en una sonrisa poco caritativa.
— ¿Te estabas escondiendo de mí? —preguntó. Severus se cruzó de brazos.
—Por supuesto que no.
—Sí, claro. Por supuesto. —Harry dio un paso hacia él. Severus levantó un dedo en un gesto de advertencia.
—Ah, Potter, no. Ni se te ocurrirá acercarte más a mí. —Hizo una pausa—. Estamos a plena luz del día, por el amor de Merlín.
Harry inclinó la cabeza hacia un lado y Severus se sintió repentinamente expuesto. Había formulado mal la respuesta.
—Oh, ya veo —respondió Harry, antes de que Severus pudiera aclarar lo que había querido decir—. Esta noche, entonces. —Extendió la mano de nuevo para quitar otra telaraña del frente de la túnica de Severus—. Nos vemos —dijo, y se volvió para bajar las escaleras.
Severus contuvo las ganas de gritarle que eso no era lo que había querido decir. Que no podía ir a visitarlo todas las noches. Ninguna noche, de hecho. Que era demasiado peligroso para los dos. Tal vez incluso que él no quería que fuera. Que no lo quería .
Pero eso sería una mentira demasiado obvia.
Potter probablemente solo se reiría y acudiría de todos modos. Severus había perdido el control de tal forma que casi parecía que lo hubiera hecho a propósito. Como si su subconsciente estuviera actuando en su nombre para castigarlo por sus pensamientos impuros.
Tenía que arreglarlo. Tenía que averiguar cómo establecer algunos límites. Algún límite al menos.
