OBLIGACIONES DE PRINCESA

Capítulo 2

Años atrás, un soldado de clase baja llamado Bardok, robó una vieja nave personal del imperio saiyajin, en la que envió a su hijo menor, Kakaroto, a un planeta muy lejano, temiendo que su raza pudiese estar en grave peligro. De esa manera, procuraba al menos, preservar la vida de uno de sus vástagos, ya que su primogénito no se encontraba en el planeta y, por lo tanto, no tenía control sobre su destino en ese momento.

Pasaron los días, los años, y el presentimiento del guerrero jamás se cumplió, llegando a sentirse estúpido por haber actuado de manera tan imprudente, movido por el miedo que les llegó a infundir el poderoso Freezer, emperador de una parte de la galaxia en ese entonces.

Influenciado por el espíritu noble de su mujer, y extrañamente contrario a lo que dictaban las normas de su raza, el guerrero no logró olvidar al hijo que había dejado a su suerte. El que se suponía debería saber todo lo referente a su cultura, gracias a la información que la nave llevaba programada para instruir al menor. Lo que incrementaba las probabilidades, de que el joven guerrero estuviese esperando a que fueran por él, ya que la nave no contaba con energía de reserva para un viaje de regreso.

Decidido a despojarse de esa duda que le atormentaba, fue que ideó una estrategia para recuperar a Kakaroto; subiendo de jerarquía y ganando influencias para escalar de puesto. Lo cual fue logrando paulatinamente, hasta colarse en el grupo selecto que rodeaba al rey. Misión casi irrealizable para los guerreros de clase baja, a excepción de él. Cuya inteligencia y perseverancia le sirvieron como ventaja, hasta el punto de ganarse la confianza de sus superiores y, por ende, también la del rey Vegeta y su primogénito.

Años de esfuerzo y estrategias rindieron fruto, cuando en un viaje donde custodiaban valores del emperador Freezer, detectaron ondas de radio provenientes de un planeta supuestamente inhabitado. Fue entonces que Bardok logró convencer a su príncipe, recibiendo un permiso especial para realizar una investigación. Lo que el príncipe Vegeta desconocía, era que todo fue planeado por el astuto soldado, desde el instante en que se enteró que viajarían hacia ese preciso cuadrante, cerca del planeta Tierra. Planeta cuyos registros fueron cambiados tiempo atrás, en una ocasión en la que Bardok logró tener acceso a los archivos interplanetarios, temiendo que pudiese despertar la curiosidad del emperador, o que decidiera hacerlo volar, tal y como acostumbraba con aquellas civilizaciones que consideraba inservibles.

Gracias a esa acción, el planeta azul permaneció casi invisible. Como un simple pedazo de tierra con agua salada flotando en el espacio, sin nada más que aportar.

Grande fue su sorpresa, al descubrir que su vástago no solo había sobrevivido, sino que también tenía una mujer y hasta un hijo híbrido perfectamente sano. Algo sumamente extraño, pues en ningún apareamiento con cualquier otra raza, se había logrado el producto; apareamientos obviamente no consensuados por la mayoría de las hembras, realizados en medio de invasiones o, producto de actos sexuales en los burdeles de poca reputación. Claro está, que esas acciones indignas, eran propias de los soldados de clase baja, puesto que el orgullo exacerbado de los guerreros de élite, les impedía dejar descendencia con cualquiera. Y Milk, la mujer de Kakaroto, no era cualquier hembra, ya que tenía como padre al rey de una montaña, la montaña Flypan, que, aunque no poseía un gran territorio, no dejaba de tener sangre real en cierto modo.

Desafortunadamente, Kakaroto no recordaba nada de su vida previo a su llegada a la Tierra, debido a un golpe recibido al poco tiempo de arribar. No tenía idea del destino de la nave, ni de lo que encontró en la misma, aquel anciano que lo adoptó como nieto.

Sin pensarlo dos veces, Bardok le habló sobre su verdadero origen, sobre las razones que tuvo para enviarlo a ese lugar. Describiéndole una versión más amable de su raza. Razón por la que el saiyajin nombrado Goku, no reaccionó de manera negativa ante la repentina visita de su progenitor, muy al contrario, se vio interesado en conocer más de su familia y su cultura, emocionado al enterarse de que se trataba de una raza que amaba las peleas.

En ese justo momento, arribó Picoro, atraído por la desconocida energía del saiyajin mayor, quien al enterarse de la enemistad del namekiano con su vástago, no dudo en retarlo a un encuentro; en parte para impresionar a Kakaroto con su fuerza, y de una vez ganarse su confianza por completo. Con algo de esfuerzo logró esquivar los ataques del guerrero verde, asestándole varios certeros golpes, teniendo que verse obligado a luchar en conjunto con su hijo, descubriendo que tanto él, como su nieto, gozaban de un nivel de poder nada despreciable.

En un momento de la pelea, escuchó a Kakaroto gritarle que no debían eliminar al enemigo, alegando que si moría, desaparecería un tal Kamisama. A lo cual no prestó atención, cegado por el ardor de la batalla, fingiendo sordera momentánea debido a un golpe.

Una vez derrotado Picoro, no hubo tiempo para lamentos por parte de su rival, pues su padre le advirtió sobre el terrible emperador Freezer, y las cosas terribles que los obligaba a realizar.

El mayor problema al que se enfrentó Bardok, fue encontrar una coartada para justificar la repentina aparición de su hijo menor, al cual daban por muerto el resto de guerreros. No obstante, la distracción perfecta se le atravesó en forma de tecnología terrícola, gracias a una amiga de su hijo, la cual no tardó en presumirle sus inventos y los de su padre.

«Después de todo, este planeta no es tan inservible como aparentaba».

Las capsulas hoi-poi llamaron de inmediato su atención, encontrándolas bastante útiles para algunos problemas que enfrentaba el ejército de su planeta. Estaba seguro de que, si utilizaban esa tecnología a su favor, podrían dejar de depender en cierta parte, del temible emperador. Lo que ansiaban su monarca y el heredero al trono.

Motivo por el que vio más prudente jugar el rol de mensajero diplomático, manteniendo una relación discreta con ese planeta, logrando evitar encender las alarmas de los espías del emperador. Ya que un conflicto violento, podría incluso alertar a la patrulla galáctica, lo que indiscutiblemente llegaría a los oídos de Freezer.

Con ingeniosa retórica, convenció a su hijo menor, y a la amiga científica del mismo, sobre la amenaza que significaba vivir en ese cuadrante, en donde nadie tenía la paz garantizada. Lo que en gran medida tenía razón, y por lo tanto debían unir fuerzas e inteligencia, para así, liberarse de la opresión de aquel terrible dictador que los tenía sometidos. Asegurando que era cuestión de tiempo, para que pusiera sus garras en el planeta Tierra. Inclusive los convenció de que, gracias a las amenazas del emperador, los soldados saiyajines se veían obligados a crueles prácticas contra otras especies, lo que para algunos ya comenzaba a formar parte de su personalidad, viéndolo como algo normal, ganándose con ello, una pésima reputación en el resto de la galaxia.

Para fortuna de Bardok, su estrategia funcionó a la perfección, de igual manera sucedió con el astuto príncipe Vegeta, el cual se vio maravillado con los avances tecnológicos que podrían aprovechar, si actuaban con la cabeza fría. Decidiendo pasar por alto la sospechosa aparición de Kakaroto, enfocándose en las posibilidades que se le presentaban, que por muy riesgoso que fuera, al menos tenían algo, y debían aprovecharlo, si no querían continuar de rodillas.

Después de todo, le pareció creíble la historia narrada por su soldado. No sonaba tan descabellado eso de que la nave dañada, se había desviado del planeta al que supuestamente fue enviada, no sería la primera vez.

«No perdemos nada con cambiar de estrategia en esta ocasión», pensó el príncipe Vegeta IV, considerando la idea de Bardok. Reconociendo que, si no evolucionaban, terminarían estancándose, tal y como sucedía con otras culturas que estaban a punto de colapsar. Lo cual, el príncipe no quería para su reino; él ambicionaba un futuro glorioso por muchos años, siglos de ser posible.

Para comenzar, el príncipe exigió conocer a esa amiga científica de Kakaroto, mujer que al principio le pareció, demasiado ruidosa y vulgar, pero a fin de cuentas, útil para su causa. Sin dudas la eliminaría sin piedad, de no ser porque la necesitaba viva por el momento, reconfortándose con la idea de que le cerraría la boca para siempre en algún momento, cuando ya no tuviera nada más que aportar a su reino. Mientras tanto, le seguiría el juego, ya que estaba enterado de lo obstinada y sagaz que podía llegar a ser, por lo que muy a su pesar, no le convenía amenazarla. Al menos si deseaba sacarle el mayor provecho a su prodigiosa inteligencia.

Así pues, la Tierra y el planeta Vejita, comenzaron a intercambiar información y tecnología de provecho para ambas culturas. Fue el mismo padre de Bulma, quien utilizó sus influencias para convencer al rey principal de su planeta, y el resto de pequeños reinados, cuyas opiniones al respecto se encontraban divididas.

Al inicio, fue complicado para los terrícolas abrirse a un nuevo mundo, lleno de seres muy fuertes y poco amigables, algo que sin duda les creó miedo y desconfianza, aunque algunos otros se mostraron curiosos y emocionados, pareciéndoles una experiencia sacada de un libro de ciencia ficción.

No tardó mucho tiempo, para que el reino saiyajin se viera beneficiado de dicho trato. Gracias a las cápsulas hoi-poi, con las que lograron aumentar considerablemente sus ganancias. Encondiendo en ellas, un botín mucho más jugoso, del que tenían derecho a tomar en las misiones asignadas por el imperio. Incrementando la fortuna del reino guerrero, en menos tiempo del estimado.

Por el momento, el rey Vegeta III se encontraba complacido con la astucia de su primogénito, cuyo plan sin violencia le estaba dejando grandes ganancias; después de todo, lo que importaba era el resultado. Sin embargo, le preocupaba que el poder de pelea de su vástago se encontrara estancado, ya que, con anterioridad, solía incrementarse cada cierto tiempo, lo que en su momento le hizo creer que lograría alcanzar el nivel de Freezer, algo que ya no daba por sentado a corto plazo. De hecho, a veces se preguntaba, si acaso su hijo prodigio había llegado a su límite.

Mientras tanto, Bulma y su padre idearon un plan para ayudar a los que creían sus aliados: los saiyajines. Dicho plan consistía en crear una gran cámara especial de entrenamiento para el príncipe Vegeta, con el fin de ayudarlo a mejorar sus habilidades como guerrero, exponiéndolo a ciertas condiciones extremas. De esa manera lo estarían orillado a despertar ese poder, que decían estaba destinado a alcanzar.

El plan fue aprobado por el rey y su heredero, ya que por el momento no contaban con otra opción, ni tiempo. Así que, para no levantar sospechas, ambos científicos terrícolas tuvieron que mudarse hacia el planeta saiyajin, en mucho mejores condiciones que cualquier otro empleado o esclavo.

Trabajando en total secrecía, comenzaron a construir la cámara de gravedad, oculta dentro del enorme palacio, donde a su vez, Bulma y el doctor Briefs fueron resguardados por meses, en los que se les negó salir más allá de los espacios permitidos, con el pretexto de que sería peligroso para la misión y para ellos, debido a que algunos soldados de Freezer solían transitar libremente por las cercanías del palacio.

Solo un puñado de guerreros tenía conocimiento de lo que realmente se construía dentro del palacio, el resto, creía que se trataba de un espacio de entrenamiento para los soldados de clase alta, que vendría a sustituir el utilizado para dicho fin, que ya contaba con cuarteaduras y daños generados por los golpes recibidos en sus paredes.

En todo ese tiempo, Bulma y su padre no sospecharon de las verdaderas intenciones de sus anfitriones, puesto que les fue imposible tener comunicación con otros seres, que no fueran aquellos pocos que fueron asignados a servirles, casi siempre en compañía de Bardok, Raditz o Nappa. Razón por la que ignoraban gran parte de la historia y la naturaleza agresiva de la clase guerrera. De saberlo, hubiesen limitado la tecnología que pusieron a su disposición. Lo que el astuto príncipe Vegeta temía, y que previó manipulando el entorno de los terrícolas durante su estadía. Él sabía bien, que con los científicos no funcionaban las amenazas, pues podían fingir ayudarles, brindando migajas de lo que realmente podían ofrecer.

Así que Vegeta se dio a la tarea de mostrar una cara amable hacia los terrícolas, con el fin de ganarse su confianza, para poder exprimir sus conocimientos y lealtad genuina. Poco a poco, fue sintiendo atracción hacia la científica de cabello turquesa. Atracción correspondida para su buena suerte, lo que también estaba dispuesto a aprovechar.

Descubrió que su explosivo temperamento, la destacaban por encima de la mayoría de hembras que lo rodeaban, lo que le provocaba ganas de poseerla, por muy vulgar y ruidosa que fuera.

«No me quedaré con las ganas». Decidió continuar con su juego, una vez que vio la disponibilidad de ella, quien se encontraba emocionada de tener una aventura con un exótico y atractivo príncipe. Una medalla digna de colgarse, ya que, por el momento, no le interesaba tener un romance con ese orgulloso príncipe, pues debido a su estatus, se esperaba que se uniera con alguna saiyajin de clase alta, sin olvidar que ella tenía un novio en la Tierra, al cual solía olvidar con frecuencia desde su estadía en el planeta Vejita. Por lo que vio como una oportunidad para descubrir si en realidad amaba o no a Yamcha, ya que tenía serias dudas al respecto, y no lo descubriría sin experimentar con otro hombre, o al menos así buscaba justificarse.

En cuanto al príncipe Vegeta, él se limitó a disfrutar de los placeres que le proporcionaba el cuerpo de la científica, ni siquiera le pasó por la cabeza tener algo más que sexo. Tenía muy claro su rol como futuro gobernante, consciente del poco tiempo que le quedaba de soltería, ya que una vez unido, debía cumplir con su palabra y yacer exclusivamente con su conyugue, según las tradiciones de la clase privilegiada, asegurando así, no solo el genuino reconocimiento de su descendencia, sino también, demostrar que su palabra tenía peso, algo de suma importancia, si pretendía mantener el respeto hacia su persona.

La cámara de entrenamiento especial, fue terminada antes de lo estimado, gracias a las habilidades de la científica, quien, según el trato, regresaría a su planeta natal una vez terminado el proyecto. Inclusive, el doctor Briefs ya se encontraba en casa, pero ella continuaba en el planeta Vejita, con la excusa de que se le necesitaba para entrenar al personal del mantenimiento de su invento. Sin embargo, una vez terminada la capacitación, el príncipe inventó más y más pretextos para no dejarla ir, tampoco deseaba matarla por el momento. Sin darse cuenta, le había tomado afecto y por alguna extraña razón, sentía que la necesitaba cerca.

En sus ratos libres, la mujer de naturaleza curiosa logró escabullirse más allá de lo permitido, encontrando situaciones que distaban con la versión que tenía que la raza saijayin, lo que corroboró en una ocasión en la que logró encontrarse con su amigo Goku, quien estaba adaptándose a su planeta de origen, con algunas decepciones que no lograba definir del todo, debido a su corazón puro.

Fue por ese tiempo, a los seis meses de estrenada la cámara de gravedad, que Bulma descubrió estar embarazada, a pesar del método anticonceptivo terrícola que tomaba desde hacía tiempo, método que había evitado un embarazo desde que comenzó a tener vida sexual con su novio Yamcha. Sin embargo, las nuevas distracciones y demandas de su nuevo proyecto, la distrajeron a tal grado, que llegó a olvidar aplicarse una que otra inyección el día que le tocaba, saltándose hasta cinco días en una ocasión.

Si bien, en un inicio consideró ocultar su embarazo y huir, temiendo una reacción negativa por parte del príncipe, al final se decidió por ser honesta, apostando al cariño que ya sentía por el orgulloso saiyajin, de cual, a veces le parecía que le correspondía en cierto grado. Y en efecto, solo que él se negaba a mostrarlo, a excepción de los momentos de intimidad, en los que se le escapaban algunas demostraciones de afecto, en forma de dulces caricias, acompañadas de suspiros que exclusivamente le dedicaba a ella. La científica ignoraba que el príncipe tenía tiempo sin yacer con ninguna otra hembra, ni siquiera aquella que lo complació en distintas ocasiones en el pasado, con la que había considerado unirse. Pues a pesar de que conocía lo que le gustaba y sabía complacerlo, también poseía un nivel de poder respetable. Pero no eso evitó que dejara de buscarla y rechazarla cuando ella lo llegó a buscar.

Aunque al guerrero orgulloso le sorprendió la noticia de que sería padre, no le molestó en absoluto, al contrario de su padre, el rey Vegeta, quien no tomó nada bien la noticia, considerando una abominación la criatura que se desarrollaba en el vientre de la terrícola. No obstante, tuvo que tragarse sus intenciones de eliminarlos a ambos, tanto al crío como a la mujer, ya que, para su infortunio, su primogénito siempre lograba imponerse, y más ahora que su poder se había incrementado; lo que sabían unos pocos. Y eso lo sabía principalmente, porque ni siquiera el mismo monarca podía soportar la presión en la que el heredero solía entrenar. Por lo que tuvo que agachar la cabeza, entendiendo en cierta manera, que la necesitaban como científica por el momento; con la esperanza de que la naturaleza se encargaría de hacer lo propio respecto al crío. Después de todo, no la veía capaz de proporcionar la energía que de seguro demandaría el feto, siendo éste, hijo de Vegeta. Probablemente la drenaría hasta la muerte, lo que no sucedió con el crío de Kakaroto, debido a que el saiyajin era un guerrero de clase baja.

Durante los meses que transcurrió el embazo, los que se suponía deberían estar llenos de dicha y tranquilidad, Bulma se vio sometida a mucha presión y solitarios lapsos de tristeza, provocados por el distanciamiento del padre de su hijo, al que veía cada vez más distante y hasta le parecía desinteresado respecto a su primogénito. Lo que desconocía la terrícola, era el terrible destino que correría su hijo de nacer con un poder de pela bajo, cosa que en secreto atormentaba al príncipe, intentando lucir como se suponía debía ser, frente a su pueblo y al emperador Freezer. Estaba muy consciente de lo que implicaba mostrar debilidad por la mujer y su hijo, al mismo tiempo, se sentía confundido por su extrema preocupación hacia ellos, lo que nunca había mostrado hacia nadie.

Razón por la que se volvió distante y hasta cortante con Bulma, hasta el punto de evitar verla en semanas, sin perder detalles sobre su estado, por medio de sus informantes. A ella solo le decía que estaba bajo mucha presión, que Freezer lo estaba presionando con alguna misión que no deseaba llevar a cabo, que ser el próximo gobernante demandaba mucho, que simplemente no estaba de humor para caprichos terrícolas.

A pesar de los malos ratos, procuró llevar su embarazo en paz, decidida a tomar una decisión definitiva, después del nacimiento del bebé. Nacimiento que no tardó en llegar, dando a luz a un varón sano con un nivel de poder nada despreciable, apenas un poco más bajo que el del príncipe heredero. Sin embargo, no dejaba de ser un mestizo, aunque tuviese cola. El color de su cabello y sus ojos delataban su herencia terrícola, además de ser producto de simples revolcones por placer. No existía una unión legal entre sus padres, por lo que el pequeño no tendría derecho a nada; eso en teoría, ya que, gracias a su nivel de poder, tanto en rey, como el príncipe Vegeta, acordaron mantenerlo en observación mientras se definía su situación.

A Bulma le alegraba ver a Vegeta entusiasmado con el niño, que se preocupara por su salud y mostrara interés en su bienestar, no obstante, la decepción sufrida un par de meses atrás, la obligaba a mantener la cabeza fría.

Tenía poco tiempo de saber algo de lo que se le ocultó desde su arribo a ese planeta. Sobre la verdadera naturaleza de la raza saiyajin, la manipulación de la que fue objeto, las costumbres sangrientas en batalla, protagonizadas por el hombre del que se había enamorado, por el que había roto la relación de años con su novio terrícola.

Una vez recuperada su salud, decidió utilizar su inteligencia y belleza para recuperar su vida, aprovechando el interés repentino del príncipe hacia ella de nuevo, lo que le sorprendió, pero ya no le causó esperanza, debido a que su decepción era más grande.

Sin embargo, actuó conforme a su plan, fingiendo que ignoraba lo que descubrió entre charlas con Kakaroto, e investigaciones movidas por su curiosidad. Se enfocó en seducir de nuevo al príncipe, lo que no le resultó difícil, esperando ganarse su confianza, aun sin saber cuál sería su próximo movimiento. De pronto, sus deseos se huir se esfumaban, reconsiderando la idea de enamorarlo, cosa que sin duda ya estaba sucediendo, sin que ella se diese cuenta.

A la científica se le derretía el corazón, cada que le tocaba ser testigo del rol de padre que ejecutaba Vegeta, en especial, cuando no dudaba en demostrar lo mucho que le enorgullecía, expresarle aquello que percibía en la energía del pequeño.

Sin darse cuenta, ella también fue sumergiéndose en su propio juego, terminando por dudar de la maldad en el corazón del saiyajin. Y aunque estaba decepcionada por haber sido manipulada, le quedaba la esperanza de que la historia que él le había contado no era tan falsa, como lo creyó una vez que descubrió la verdadera naturaleza violenta de esa raza. Y eso, en gran parte, a que el distante y evasivo príncipe de los últimos meses, pasaba a ser un hombre completamente opuesto, al menos cuando se encontraba a solas con ella. Demostrando total interés en todo lo que involucrara al híbrido de ojos azules, cambiando su postura rígida, a una mucho más relajada, cuando hablaba con la madre de su hijo. Y no solo eso, también demostró de nuevo interés sexual en ella, volviéndose más generoso a la hora de tomarla, más paciente. Estaba segura de que algo había pasado en la cabeza del guerrero, como para presentar dichos cambios en su actitud. Puesto que no solo se reducía al lecho, sino que incluían unos cuantos enfrentamientos verbales con el mismo rey, en los que la vida de ella se encontraba en discusión.

Fue entonces, que Bulma comenzó a sospechar que la calentura inicial del príncipe, ahora distaba de ser solo una burda calentura, a pesar de que Vegeta se esmeraba en ocultar sus sentimientos, no podía evitar mostrarle una versión de él, que solo ella conocía en privado.

No le quedaron dudas a la terrícola, de que todas las historias terribles de la raza guerrera, se debían al estilo de vida que estaban obligados a llevar. Pareciéndole viable, la posibilidad de cambiar su modo de ganarse la vida, sus costumbres salvajes.

Mientras tanto, el príncipe se debatía entre sus sentimientos y el deber, siendo constantemente presionado por su padre, quien le recordaba a menudo, que tenía que escoger una compañera perteneciente a la corte, que además contase con el poder de pelea que solo el futuro monarca merecía. A lo que, el Vegeta menor respondía con el pretexto de que no le apetecía atarse a una sola hembra por el momento, alegando que aún era joven y tenía pensado gozar de sus libertades un poco más.

Transcurrieron casi tres años, en los que Bulma se mantuvo ocupada en sus inventos, saboteando junto con su amigo Goku, una que otra misión en absoluto secreto. Misiones que implicaban alguna invasión, o represión de algún pueblo que se negara a cooperar con el imperio del gran Freezer. Algo en lo que el saiyajin criado en la Tierra, estaba en completo desacuerdo y por eso cooperaba gustoso con su amiga. Gusto que no les duró mucho tiempo, ya que Freezer decidió desquitarse con el príncipe Vegeta, por la ineptitud de sus hombres. Propinándole tortuosas palizas, que lo enviaban directo al tanque de recuperación, con la vida pendiendo de un hilo. Tales fueron sus castigos, que en la última golpiza le negó el derecho de utilizar tecnología actual para tratar sus heridas, obligando a los médicos, a limitarse exclusivamente con herramientas rudimentarias.

Con esa dura lección, Bulma decidió enfocarse en realizar mejoras a la cámara de gravedad. Motivada por una sola misión: derrotar al emperador.

A pesar de que la relación con el príncipe gozaba de tranquilidad aparente, en el fondo, la científica no albergaba muchas esperanzas románticas. Ella tenía muy claro que los protocolos reales estaban por encima de cualquier afecto que él pudiese tenerle. Prefería no ilusionarse como una jovencita, teniendo como objetivo, regresar la paz a la galaxia y, regresar a su planeta junto con su hijo una vez que impere la paz.

No dejaba de ser una terrícola sin fuerza, temía terminar como amante, y su hijo como una burla, una vez que el príncipe comenzara a engendrar descendencia de raza pura. No sabía cómo lo tomaría Vegeta, pero esperaba que le otorgara el privilegio de una honrosa retirada, como agradecimiento por sus aportaciones.

Con las mejoras a la cámara de gravedad y las palizas recibidas por parte de Freezer, el príncipe de los saiyajines aumentó considerablemente su poder, dominando por completo la percepción del ki sin necesidad del sensor, habilidad que escondió del resto, para no levantar sospechas.

Sin embargo, otra noticia llegó a oídos del cruel emperador a modo de chisme: el príncipe Vegeta tenía un bastardo con una atractiva mujerzuela de raza desconocida. Sus investigadores no tardaron en corroborarlo, junto con el origen de la hembra.

«Creo que he pospuesto mucho mi plan original», entrecerró la mirada analizando sus opciones. Decidido a llevar a cabo aquello que se propuso hace años, "hacer polvo al planeta Vejita".

—Jugaré un poco con Vegeta, antes de volar su horrible planeta —sonrió frente a su copa de vino—. Es hora de intervenir. Esos molestos saiyajines no tardan en revelarse.

..

..

Como una premonición de que algo malo pasaría, el cielo saiyajin se oscureció, poco antes de que, sin previo aviso, arribara la nave principal del emperador Freezer.

Sin rodeos ni contemplaciones, se dirigió directo hacia el príncipe Vegeta, cuestionándolo por haber invadido un planeta sin avisar, por mucho que al imperio no le importase esa insignificante bola de barro. Ordenó conocer al pequeño bastardo, con la intención de burlarse de la debilidad del heredero al trono, lo que disfrutó en demasía, dejando para el final, una petición que hizo que se le helara la sangre al sanguinario príncipe.

—Dejaré pasar por alto tu invasión a ese intento de planeta, pero… definitivamente debes eliminar a esa miserable cosa fea —señaló al pequeño Trunks—. No creo que sea difícil para alguien de tu naturaleza. ¿O será que acaso lo conservas por afecto? —agregó con sorna.

Las palabras burlonas del emperador calaron hondo en el orgulloso príncipe, sin embargo, mantuvo la compostura, respondiendo con la altivez que lo caracterizaba.

—Tengo otros planes para él. Le aseguro que será de utilidad, de lo contrario, ya lo hubiese eliminado —dijo dedicándole al crío una fría mirada de desprecio, esperando con ello, convencer al tirano.

Para su infortunio, Freezer contaba con más años de malicia y ganas de divertirse a su costa. Él quería verlo eliminando al mestizo, como castigo por haberle ocultado el descubrimiento de la tecnología terrícola, a la vez que lo humillaría de la peor manera. Porque tenía la corazonada de que el príncipe frío que conoció en el pasado, se estaba convirtiendo en un saiyajin blando. Y lo estaba comprobando, al ser testigo de la duda plasmada en los negros ojos del guerrero.

—Mi paciencia tiene un límite, Vegeta. Si no lo haces tú… —levantó su dedo índice amenazadoramente contra el pequeño, dedicándole una retorcida sonrisa que Vegeta conocía a la perfección; la que lo había visto esbozar antes de ejercer su sadismo contra sus víctimas.

«No tengo otra opción», pensó el heredero, encendiendo un círculo de energía en la palma de su mano. Haciendo un esfuerzo sobrehumano por mantenerla firme. Ya que, si no lo hacía él de un tajo, Freezer se encargaría de darle una muerte mucho más dolorosa al pequeño híbrido.

—Es una lástima, pensaba enviarlo al planeta Narem. Aprovechando que no parece saiyajin —tragó saliva con disimulo antes de continuar encogiéndose de hombros—, hubiera sido un fiel elemento infiltrado en la patrulla galáctica.

—No importa ya, es más divertido verlo morir por tus propias manos —respondió Freezer bajando su mano.

El príncipe respiró hondo, conteniendo las enormes ganas de girar unos cuantos grados y dirigir su ataque hacia el insoportable lagarto. Lo odiaba más que a nada en el mundo, deseaba terminar con él en ese preciso instante, solo que aún no lograba transformarse en el legendario súper saiyajin. Temiendo incluso, que la dichosa transformación fuese solo un burdo mito.

Se odió por no haber elaborado una estrategia que le beneficiara. Tal vez su hijo debía morir para darle más tiempo y lograr el nivel necesario, para rivalizar con el monstruo que tenía de frente. Después de todo, tenía a Bulma, ella podría darle más hijos.

«No, Trunks es irremplazable», se respondió asqueado de sus propios pensamientos.

Cerró los párpados, negándose a enfrentar la dura expresión del pequeño. Hasta le pareció que Trunks lo retaba a dispararle, en vez de llorar o correr, como cualquier crío terrícola de su edad, solo que él, a su corta edad, siempre se distinguió por ser más saiyajin, que terrícola.

Inclusive el lagarto cuerudo se sorprendió del temple que mostraba el pequeño. De pie sin inmutarse, con los brazos a los lados sin pose defensiva. Tal altivo como su padre.

Muy a pesar de sus deseos, Vegeta incrementó la esfera de energía, asegurándose de que el impacto fuese lo suficientemente letal, como para siquiera sentirlo.

«Perdóname Trunks. Perdóname Bulma». Estaba decidido a obedecer.

—¡NO LO HAGAS VEGETA! —Gritó la científica, corriendo hacia su pequeño, cobijándolo bajo su abrazo. Como si con ese acto pudiese protegerlo del monstruo que amenazaba su existencia.

Bastó con ver el terror detrás de los ojos azules de la mujer, para desarmar al orgulloso guerrero. Comparando esa mirada, con las decenas que le dedicaron sus víctimas en el pasado. Nunca antes le había golpeado ese sentimiento; remordimiento. Viendo esa misma escena, en cada historia donde gustoso, fue el ejecutor de seres tan inocentes como su hijo y la mujer vulgar que terminó conquistándolo.

Tantas veces conquisto mundos en el pasado a la fuerza, y ella, con solo una mirada lo ponía de rodillas. Extrañamente, no se sintió débil por eso.

—Creí haber sido claro, Bulma. Tu lugar es con los criados —intentó escucharse cortante.

—Mi lugar es con mi hijo —respondió, sin importarle haber desobedecido la orden de mantenerse escondida del emperador.

—Pero que afortunada coincidencia —dijo Freezer con su típico tono burlón—. Elimínalos juntos. Esto no me lo pierdo por nada.

—¡Los asuntos personales de los saiyajines, se resuelven aquí! Entre nosotros —habló con voz firme el rey Vegeta, cansado de ver la humillación de la que estaban siendo objeto su heredero y su nieto. Que a pesar de ser un mestizo, no dejaba de tener su sangre, y que por mucho que hubiese renegado de él en un principio, en el fondo sentía orgullo hacia el crío, que en los pocos años que tenía de vida, se había ganado el respeto del monarca.

Un rayo letal, fue la respuesta hacia el rey Vegeta, cayendo sin tiempo a reaccionar, manchando de sangre el collar que adornaba su pecho.

—El siguiente será ese mocoso, pero con él no seré tan piadoso. Así que te sugiero que te des prisa. Te consta que no tengo paciencia… —dijo Freezer con una mueca llena de arrogancia.

La sangre del rey comenzó a acumularse en un charco, distrayendo a Vegeta de sus pensamientos, hasta que la voz de su hijo lo hizo reaccionar, una vez que lo escuchó gritarle a su abuelo, intentando soltarse del agarre de su madre, con intención de correr hacia el cuerpo del monarca.

«Tal vez sea mejor así. Ellos merecían algo mejor que vivir entre las sombras».

Una vez más, intentó buscar una cobarde justificación, mientras que de nuevo creaba una esfera de energía. Para este punto, Bulma ya advertía la lucha interna del guerrero, el peso, y también el dolor que le estaba produciendo. Lo que indudablemente, Freezer estaba disfrutando.

La duda en el rostro del príncipe, le confirmó a Bulma que gran parte de la frialdad que lo caracterizaba, no era más que el resultado de la enorme presión que el emperador ejercía sobre él. Tal vez justificando en cierta parte, las terribles acciones de la raza guerrera, en especial, las protagonizadas por el príncipe.

De cualquier manera, ya no tenía sentido. No había forma de ganarle al emperador, según la última charla con Vegeta al respecto.

El coraje y la impotencia se acumularon en el pecho de príncipe Vegeta, reflejándose en gruesas lágrimas que dejó escapar, ignorando el hecho de que estaba siendo observado por Freezer, sus fieles subordinados, e incluso algunos de sus propios súbditos.

Lejos de sentirse débil por tal exposición, le invadió una fuerza nueva que dejó fluir, cubriendo su cuerpo en una estela dorada, especialmente su cabellera

—¡MUERE, INSECTO DESPRECIABLE!

Retumbó un rugido de Vegeta, haciendo eco en las amplias paredes del salón, seguido por una ráfaga de viento que hizo caer de espaldas a los presentes, a excepción del emperador. Quien apenas alcanzó a saltar, atravesando el techo en su huida, dejando un gran agujero, por donde lo siguió el príncipe saiyajin.

Una vez que se despejó el polvo provocado por los escombros, es cuando los presentes tuvieron en cuenta que una batalla se estaba librando en el cielo, llamando la atención de más civiles y guerreros, que dejaron de lado sus quehaceres, para salir a presenciar lo que estaba pasando.

—¡¿Qué está sucediendo?! —preguntó una afligida Bulma a su amigo Goku.

—No entiendo bien, pero... tal vez... —apretó los puños con emoción, deseando volar hacia afuera, para poder ver la pelea desde un mejor lugar.

—¡Espera! Dime antes lo que está pasando. Porque no entiendo nada —insistió con la angustia reflejada en su rostro, lo que detuvo a Goku por algunos segundos, hasta que ambos tuvieron que salir detrás del pequeño Trunks, quien se les estaba adelantando, corriendo hacia la puerta que llevaba al exterior.

Así, desde lejos, todos vieron el combate, percibiendo las vibraciones que resultaban de cada retumbar en el cielo, o en alguna montaña lejana. Hasta que de pronto reinó el silencio, ni siquiera los espectadores se atrevieron a emitir ruido alguno.

—¡No es posible! —Exclamó Goku— No percibo el ki de...

—No... —musitó la científica, con las rodillas temblando, a punto de derrumbarse.

—Parece que murió el emperador Freezer...

—¿Y Vegeta? —preguntó Bulma, con el corazón oprimido, temiendo lo peor.

Hasta que lograron ver al príncipe de regresó en poco tiempo, con la cabeza del emperador sostenida por uno de sus cuernos, con la apariencia y tamaño de King Cold.

—¿Alguien más osa retarme? —preguntó hacia donde se encontraban aquellos que acompañaban al emperador. Algunos de ellos corriendo hacia la nave, despegando con prisa, apenas para alcanzar a salir de la atmósfera, en donde un ataque de energía los alcanzó, partiendo en dos la nave, condenando a la muerte a cada tripulante.

Lo mismo pasó con todo aquel que le era fiel al antiguo régimen. Una nueva era nacía en ese momento.

La coronación del príncipe Vegeta IV sucedió apenas pasaron los funerales del rey Vegeta III, en una fiesta llena de júbilo, con el pueblo más orgulloso que nunca, de vivir una época en donde un súper saiyajin, reinaba entre ellos.

La ceremonia de coronación culminó con el reconocimiento de la terrícola Bulma como compañera del rey Vegeta IV, muy en contra de la tradición real. No sin antes pasar por una serie de discusiones entre los miembros del consejo, con opiniones muy divididas al respecto. Siendo persuadidos al final por el príncipe Tarble, alegando que fue gracias a la ayuda de la terrícola, que el ahora rey, había alcanzado el poder de pelea que poseía. Siendo éste, el motivo por el que su finado padre permitió, que tanto ella como el crío conservaran la vida. La científica era de suma utilidad para el reino, además que su hijo tenía un alto nivel de poder y buen desempeño en los entrenamientos y, el rey poseía el poder de pelea más alto en la galaxia. Sería muy estúpido contradecirlo en algo que no afectaba al pueblo.

Sin más alegatos en contra de los designios del rey, se aceptó romper con las tradiciones en esa ocasión, viendo como totalmente creíbles, los argumentos presentados por el rey y su hermano menor. Donde quedaba claro que la unión se llevaba a cabo por cuestiones prácticas.

Por mucho afecto que le tuviera a la mujer, Vegeta no se atrevería a confesar sus sentimientos en voz alta, y por lo mismo, es que se había tomado la molestia de explicar sus razones. Más que nada, porque no deseaba ser juzgado como un macho que se arrodillaba ante la belleza de una hembra; no dejaba de poseer el orgullo y machismo propio de su especie, por muy enamorado que estuviese.

Con una científica en el trono, comenzarían a ser vistos de otra manera, con más respeto, además del habitual miedo

Una científica en el trono, los colocaba en otro nivel de respeto con la comunidad interplanetaria. Un lugar que el rey ambicionaba tener si buscaba el progreso de su pueblo. No se conformaría con tener las posesiones del anterior emperador, ambicionaba que los saiyajines fuesen reconocidos como seres inteligentes, que dejaran de considerarlos como simios salvajes.

Con Freezer muerto, nadie más se atrevió a retar al nuevo rey Vegeta, ni siquiera King Cold, que, para su desgracia, sus demás transformaciones no llegaban ni a la mitad de lo que alcanzaba el nivel de su hijo prodigio. Por lo que se vio en la penosa necesidad de huir junto con algunos pocos soldados que decidieron seguirle, y que, con el tiempo, le fueron abandonando hasta quedar con solo un puñado de aquellos que más bien buscaban aprovecharse de su desgracia, robando lo que podían, de la riqueza que alcanzó a rescatar. La cual no llegaba ni a una décima parte, de lo que alguna vez poseyó.

Con una unión legal entre el rey y la terrícola, el estatus del pequeño Trunks cambiaba al de príncipe heredero, nombrado Vegeta V. Siéndole asignado un traje real que portaba con la misma arrogancia y orgullo que su padre. Eso no lo eximía de ser objeto de malintencionados comentarios sobre su origen terrícola, obviamente, a espaldas de cualquier miembro de la familia real.

Las habladurías sobre su mestizaje fueron creciendo junto con él, creándole una presión agobiante para alguien de su corta edad. Por lo que se esforzó el triple para demostrar que podía llegar a ser tan saiyajin, como cualquier otro de sangre pura. En especial, en la fuerza física.

Los rumores respecto al príncipe Vegeta V fueron bajando de intensidad, hasta casi desaparecer, el día que sorprendió a todos, logrando ascender a la transformación del súper saiyajin, a la corta edad de once años. Transformación de la que hasta ese entonces, solo el rey era portador.

Cerrando las bocas de aquellos que lo consideraban poca cosa, el príncipe se volvió más seguro de sí mismo, y por ende, más arrogante y caprichoso. Al menos hasta llegar a la edad adulta, donde su temperamento fue madurando.

Mientras las sociedades progresaban bajo el dominio saiyajin, el rey y la reina dejaban las demostraciones de afecto para la alcoba, donde con el tiempo, el rey Vegeta fue soltándose de a poco con su mujer, hasta terminar siendo un libro abierto para ella. En público, ambos fingían una frialdad cordial, típica en cualquier pareja saiyajin de clase alta, actitud que Bulma logró dominar, comprendiendo que debía adoptar una postura dura frente a terceros, si quería ser tomada en serio por un pueblo de guerreros. Después de todo, nunca dejó de lado aquella idea que tenía como propósito; cambiar las costumbres saiyajines, a unas más pacíficas.

Con el tiempo, tuvieron una hija más, a la que llamaron Bra. Mientras que por su parte, el hermano menor de Vegeta se convirtió en padre de dos hembras, siendo Trunks, el único heredero al trono. Causa, en cierto modo, a la manía del príncipe por mantener su nivel por encima del resto. No conformándose con ser poseedor de la legendaria transformación, sino exigiéndose a sí mismo, hasta en los mínimos detalles de su preparación. Convirtiéndose en el príncipe con más estudios hasta entonces, llegando a pasar algunos años de su juventud, en el planeta Rahav; lugar conocido en toda la galaxia, por poseer los mejores centros de estudio. Lugar donde se preparaban los líderes de todas las ciencias sobresalientes, incluyendo los mandatarios de las sociedades llamadas civilizadas. Vegeta V quería demostrar que no solo contaba con poder físico, sino que también poseían inteligencia y sabiduría.

Ya para la edad de veintisiete años, el joven heredero contaba con la aprobación de la gran mayoría de su pueblo, y líderes de la unión interplanetaria del cuadrante. En gran parte, gracias a sus aportaciones diplomáticas, con las que no solo se evitaron guerras, sino que se liberaron colonias antes conquistadas por el finado emperador Freezer.

Territorio que su padre, el rey Vegeta IV se negó a soltar en un inicio. Sin embargo, logró ser convencido por su mujer, su hijo mayor y el príncipe Tarble, de que al reino le convenía liberarse de los gastos que conllevaba controlar esas zonas, que además no aportaban mucho.

Se tenía la percepción, de que el príncipe representaba un cambio fresco en la historia de la raza guerrera. Quien podía resolver conflictos de manera pacífica, y al mismo tiempo, ser implacable cuando la ocasión lo ameritaba.

Los reyes tenían grandes expectativas en el joven de cabellos lilas, confiaban en su juicio y tomaban en cuenta sus opiniones, respetando siempre su vida personal, la que había permanecido libre de escándalos. Hasta el día en que decidió tomar como pareja a una joven saiyajin. «Una joya rara y única en el universo», según sus palabras, cuando supo que ella, podía transformarse en súper saiyajin. Algo imposible según la historia de su pueblo.

Por lo que decidió conservarla para él. En un principio por tradición, pues los guerreros de clase alta, debían unirse con una hembra de poder considerable. Sin embargo, luego cambio su postura tradicionalista por capricho, al verse despreciado por la joven. Que no solo se atrevió a rechazar su propuesta, sino que había tenido el descaro de huir del planeta, aun cuando el duelo de unión se había consumado, dejando una huella en la piel de la elegida. Lo que significaba, una gran afrenta contra el imperio saiyajin, y contra el príncipe mismo.


Fin del capítulo 2.


Al fin pude comenzar esta historia. A este capítulo en particular lo denomino como un pequeño one shot Vegebul.

La razón del capítulo es, para ponerlos en contexto sobre la historia, para que tengan noción de los acontecimientos que sucedieron antes del presente, y darles una idea de cómo fue que Vegeta terminó siendo rey del planeta Vejita, y Bulma su reina. De cualquier manera, se irán descubriendo más cosas conforme avance la historia. En este capítulo, se encuentra muy, muy, muy resumido lo que tengo en mente, pero la historia principal se lleva a cabo casi treinta años después, y por eso solo cuento lo básico.

De nuevo mil gracias a aquellos autores que se tomaron su tiempo para inspirar con sus fanfics.

Nos leemos en el próximo capítulo, no olviden comentar, sus comentarios son muy importantes para darme una idea si la historia les agrada.

Ya en el próximo retomamos la historia donde nos quedamos en el capítulo 1.

AVISO IMPORTANTE: Mi laptop tuvo fallas a pocos meses de comprarla. Ahorita está con el fabricante y es una de las razones por las que me he retrasado en publicar. Ahorita estoy usando la de mi esposo, que es Mac y la verdad me cuesta muchísimo trabajo entenderla, y además, él la usa para trabajar, por lo que tengo pocas oportunidades para editar. Al menos tengo escrito los borradores del 3 y parte del 4 en mi celular.

Por lo que les ruego paciencia. No pienso abandonar la historia a menos que me pase algo. Y si me retraso, es por causas de fuerza mayor.

Sin más por el momento, los dejo descansar los ojos, a mí me arden.

Si llegan a ver algún horror gramatical, no duden en avisarme, con la dislexia me cuesta mucho trabajo detectarlos.

Gracias por leer.