Nota de la autora: Encantamiento anti-litigios: Ninguno de los personajes me pertenece. Pertenecen a JK Rowling, quien dejó que toda mi razón para leer la serie de Harry Potter se desangrara en el suelo de la Casa de los gritos. Estoy construyendo un mundo mejor.

Muchas, muchas gracias a Talesofsnape y lilyevans_snape por sus habilidades alfa y beta. ¡No puedo imaginar cómo sería esto sin sus invaluables aportes!

Este capítulo contiene escenas de carácter altamente sexual.

Nota de la traductora:en el gym a las 00:15!? Gred-y-Feorge mujerr pero que valor, yo también voy pero más temprano que a esa hora estoy o durmiendo o traduciendo jajajaja a mi me gustan muchos los pastelillos saludables, pero es que donde yo los compro los hacen muy bien y saben de maravilla. Poppy va a ser un personaje clave en este fic y respecto al abogado, me imaginaba al Severus de Alan Rickman (amo a Alan y no podría imaginarme a Severus con otra voz pero dado que Severus era bastante más joven en canon, usualmente su imagen en mi mente se basa en los distintos Severus que he visto en diferentes fanarts). Estoy de acuerdo con lo que dices de Severus como padre, mucha gente lo pone en duda porque "no le gustan los niños" pero vamooos, que creen que a todos los que son padres les gustan los niños en general? Una con son los niños en abstracto y otra tus hijos. Además, aunque nosotros conocimos a Severus como un solitario, fue su necesidad de pertenencia lo que lo llevó a donde está, como el mismo menciona unos capítulos atrás, ahora tiene un familia con Hermione y con ella la pertenencia que buscaba, si agregáramos un hijo a la ecuación creo que sería un padre muy devoto. Y si sentiste que estabas invadiendo un momento intimo el capítulo anterior... Bueno, prepárate!Phoenix1993 jajajaja la gran pregunta, es que a como vamos la virginidad de Hermione va a durar tanto como ha durado la se Sansa en los libros de CdHyF. Aún hay mucho de Dumbledore para odiar pero por el momento disfrutemos más de nuestra parejita.

El amor no es una marcha de victoria

Hice lo mejor que pude, no fue mucho, no podía sentir, así que traté de tocar, te dije la verdad, no vine a engañarte.
Y aunque todo salió mal, estaré ante el Señor de la canción, sin nada en mi lengua más que un Aleluya...

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Severus cerró los ojos y los abrió lentamente, sus penetrantes ojos se clavaron a Hermione con oscura intensidad. Su agarre alrededor de su cintura se volvió al mismo tiempo más flojo y más posesivo.

"¿Qué quieres, Hermione? ¿Qué anhelas, qué... deseas?"

Hermione cerró los ojos. ¿Cómo podría una palabra, pronunciada desde sus labios pecaminosos y perversos, tener tantos colores, significados y formas? ¿Cómo podía cada color y forma hacer que su piel se sintiera como si estuviera en llamas?

Miró su reflejo en el espejo y Hermione realmente pudo sentir cómo ardía bajo su mirada. Él era como una llama ardiente y fascinante que ella sabía que la quemaría hasta convertirla en cenizas. En lo profundo de ella había un anhelo indefinible por la posesión que sus insondables ojos prometían.

Sus manos la acariciaron suave y provocativamente. Sus labios eran suaves contra su oreja; su voz más suave, más mágica aún. "No tienes que responder, pequeña, lo sé. Sé lo que quieres. Quieres las mismas cosas que yo quiero."

"Quieres que te desnude, lentamente. No hay prisa, te dices a ti misma. Hemos esperado mucho tiempo y los pocos minutos que gastemos en ligeros roces serán parte del disfrute". Su voz ronroneante e hipnótica era sensual e irresistible. "Puedes ser paciente. Te dices a ti misma que puedes ser paciente, Hermione, porque nunca te has acostado con un hombre."

"Acabas de descubrir lo que es anhelar el contacto de un amante y por eso crees que la paciencia es una virtud. Nunca has sentido el hambre de querer arrancarle la ropa a un hombre, sólo para tocarlo, para saborear su piel".

Hermione estaba negando con la cabeza. "Eso no es cierto", susurró, "te deseo ahora". Ella gimió cuando su agarre se hizo más fuerte y él le gruñó suavemente al oído.

"Mis reglas, pequeña. Estoy aquí para ti ahora, pero una vez que hagas lo que quieras conmigo, nunca más volverás a tener paciencia. Oh, puedes tomarte tu tiempo para prolongar el acto, para torturarme, pero no tendrás la paciencia, bruja."

Hermione intentó girar en sus brazos, pero él la abrazó con fuerza. "Paciencia, pequeña. Paciencia. Nunca has sabido cuántas noches te dije buenas noches y tuve que encargarme del asunto con mis propias manos, mientras gritaba tu nombre. Nunca he sido un hombre paciente, pero felizmente seré paciente contigo".

Hermione cerró los ojos, casi sintiendo que su bata se abría sólo por la pura voluntad de sus palabras. Su voz sedosa y pecaminosa bromeaba: "Quieres que te quite la ropa y quieres ser admirada; tu hermosa piel, las curvas de tu cuerpo, la suave y madura firmeza de tu carne, todo esperando bajo mis dedos."

"Y quieres que te toque, ¿no, pequeña? Deseas con ansías que te toque. Es una sensación profunda entre tus muslos, duele y se siente maravillosa, y sabes que solo necesitarías el mas mínimo toque para hacerte gemir y gritar". Su voz, oscura, rica y amarga como el mejor chocolate, fluyó sobre ella, como si planeara lamerla de su cuerpo después.

"Tus senos son tan firmes y quieres que los tome entre mis manos, que sienta su peso, que los acune, como un regalo. Quieres sentir mis dedos en tus pezones, pellizcándolos y acariciándolos, girándolos hasta que se frunzan y endurezcan. Es un dolor tan exquisito, ¿no es así, pequeña? Te dices a ti misma que es un dolor que sólo yo sé cómo curar".

Su cálido aliento le hizo cosquillas en la suave piel de su cuello. Su voz era terciopelo y vino, y tan deliciosa que ella podía saborearla. Sintió como si se fuera a desmayar si él continuaba. Pensó que moriría si él se detenía.

Cerró los ojos y se balancearon un poco juntos, ambos atrapados en la belleza de su seducción. "Y quieres que te enseñe. Que te instruya. Has obedecido mi voz durante tanto tiempo y quieres que te dé órdenes ahora. Quieres que te muestre cómo complacerme, cómo hacerme rogar por tus caricias, cómo te haré rogar por las mías. Quieres que te hable, que te haga sentir lasciva y deseable, aunque no necesites instrucción en esas cosas."

Hermione estaba parada al borde del precipicio del deseo, y sabía que unas cuantas palabras más pronunciadas en ese tono suave y siniestro la llevarían al límite. Él sonrió ante el poder total que tenía sobre ella en ese momento; un hombre más fuerte se habría detenido. Un mejor mago no le diría estas cosas a una bruja virgen.

Incapaz de detenerse, Severus tembló. "Y quieres que te diga cosas sucias al oído mientras hacemos el amor. Quieres que hable sucio. Quieres que lama, pellizque y muerda. Quieres que te chupe las tetas y lama tu lindo y pequeño coño hasta que te corras. Y quieres que te folle hasta que los demonios se sonrojen." Hermione gimió descaradamente y se apretó contra él como un animal. Severus podía sentir que le empezaban a doler las pelotas; su polla palpitaba dolorosamente en sus pantalones. Se preguntó brevemente qué estaba haciendo, pero su boca se escapaba y no podía detenerla.

"Quieres susurrarme cosas sucias también, ¿no? Estoy en lo cierto, ¿no es así, Hermione? Odiaría equivocarme". Hermione, jadeando de deseo, se sentía casi lista para llegar al clímax. Ella asintió, gimiendo de pura lujuria. Él soltó una risita suave y profundamente sensual y ella se estremeció.

"Por el momento, sólo quiero probar un poco. Sólo una pequeña muestra"—dijo, y su malvada lengua se deslizó y golpeó su cuello, haciéndola gritar y presionarse contra él con más fuerza. Él también estaba temblando; él se detendría si ella se lo pidiera, pero estaba rezando para que no lo hiciera. Él entendió sus sentimientos encontrados y comprendió que tal vez estaba apresurando las cosas, pero no podía detenerse a menos que ella se lo ordenara. La deseaba demasiado.

Su voz se hizo más suave y adquirió un tono dulce y sedoso que se deslizó sobre su piel. "Y una noche, cuando estés lista, cuando lo pidas, te tomaré sobre tus manos y rodillas y borraré el recuerdo de Sirius Black de tu cuerpo para siempre".

Hermione, casi fuera de sí por el deseo, emitió un suave gruñido. "¡Sí, sí, por favor, Severus!" ¡Oh dioses, por favor tócame!

Su risa en respuesta le dijo a Hermione que había sentido sus pensamientos. "Con mucho gusto, mi querida niña".

Su brazo izquierdo la rodeó con firmeza, posesivamente, y su mano derecha subió lentamente hasta su pecho. Hermione jadeó cuando la punta de su dedo medio tocó la cicatriz entre sus senos. "Esto es hermoso para mí. Eres exquisitamente hermosa".

Su dedo largo y calloso se deslizó por su cuerpo, como si le desabrochara la piel, y ella gimió delirantemente ante la sensualidad de su primer toque verdaderamente íntimo. Cuando su mano llegó a la parte superior de sus bragas, continuó deslizándose entre la tela y su piel, y él vaciló, su mano cálida y grande contra su suave vientre. Las yemas de sus dedos recorrieron su abdomen, provocando que se le pusiera la piel de gallina.

"Dime que pare y lo haré, pequeña mía. Te lo prometo." Su voz era oscura y suave, y ella sacudió bruscamente la cabeza, y su mano inquisitiva se deslizó más abajo... más abajo...

Hermione sintió su mano grande y cálida acariciar su montículo púbico y gimió: "Por favor..."

"¿Por qué me estás rogando?" -susurró, burlonamente, y ella pudo sentir su propia lujuria, pudo saborearla en su lengua. "Dime, pequeña. ¿Quieres esto? Haré lo que me pidas". Estaba temblando, rezando para que ella le permitiera...

"Sí, quiero esto", gritó ella, con los ojos fijos en los de él en el espejo. "He querido esto desde la primera vez que me tocaste. Por favor, Severus, no pares", gimió, apoyándose contra él, y gritó cuando su dedo medio se deslizó sin esfuerzo dentro de su apretada y caliente humedad. Él jadeó, un sonido irregular de lujuria y deseo, y su agarre alrededor de su cintura se apretó casi dolorosamente, mientras sentía la evidencia de su consentimiento cubriendo sus dedos.

"Tan mojada", se maravilló, respirando con dificultad. Dioses, ¿alguna vez había deseado tanto a una mujer? ¿Alguna vez una mujer había sentido tanto deseo sólo por él, y solo por él? "¿Estás mojada por mí, Hermione?"

"Sí, Severus. ¡Solo para ti! Oh, Dios", gimió, cuando su dedo encontró la pequeña y dura protuberancia que buscaba y comenzó a acariciarla suavemente, su dedo moviéndose en círculos lentos y lánguidos sobre y alrededor de su clítoris.

"¿Quieres que te haga venir?" canturreó, su voz tan llena de sedosa promesa, que Hermione habría caído de rodillas ante el mero sonido, si no fuera por su fuerte brazo alrededor de su cintura.

"Por favor..." —suplicó, empezando a estremecerse. "Severus, sí..."

Podía sentir su erección presionando entre las mejillas de su trasero, y el puro deseo por el hombre la hacía gemir, jadear y temblar contra su dedo torturador. Sus movimientos eran pausados y seguros, y sin importar lo que ella hiciera, él nunca apresuraba su deliberado y dulce tormento.

Hermione podía sentir su cuerpo preparándose, la sensación de temblar al límite, esperando un placer como nunca antes había experimentado. Sabía que sería tan bueno que lo buscaría, sólo para que sentirse así una y otra vez.

En ese momento, se convirtió en algo más que un simple compañero y amante: se había convertido en una adicción; ella era su esclava, siempre deseosa por él, su bruja. Ella no tenía miedo; ella era una diosa adorada. Ella podía hacer cualquier cosa. Ahora estaba gimiendo: un suave y lloroso sonido de placer impotente.

Severus gimió en su garganta. Sus labios eran ligeros como una pluma contra su oreja y su voz era como un látigo de seda sobre su conciencia. "Oh, mi dulce niña, ven... Oh, qué buena chica, estás tan cerca, ¿no?" Él gimió, presionando sus caderas contra las de ella, frotando su polla contra ella, tratando de controlar sus propias pasiones. Ella estaba intacta, oh dioses, estaba tan lista...

De repente, su dedo dejó de hacer círculos lentos y enloquecedores y golpeó con fuerza la protuberancia hinchada. Ella casi gimió su nombre, y él ronroneó: "Córrete para mí, pequeña... eso es todo, veamos cómo te vienes... Sí, buena chica..."

El rostro de Hermione estaba tenso por la pasión; sus ojos oscuros, su encantadora boca suave y relajada por el deseo. Observarla, sentir su cuerpo preparándose para alcanzar el clímax, fue la visión más erótica que Severus había presenciado jamás. Su propio cuerpo lo estaba traicionando y trató de aguantar, pero sabía que estaba casi tan perdido como ella. Él podría detenerse ahora; pero era tan bueno tocarla, sentir su calor resbaladizo entre sus implacables dedos. Podría parar, ¿no?

De repente, un pensamiento pasó por su mente aturdida por las endorfinas: soy el primer hombre en tocar este pequeño y delicioso clítoris, y el pensamiento en sí le apretó las pelotas y apretó los dientes, mientras su polla se hinchaba y palpitaba. Entonces el insoportable y dulce aroma de su sexo llegó a sus sensibles fosas nasales, y sintió un placer paralizante y doloroso atravesar su polla, hasta que sintió como si fuera a estallar fuera de su piel. Su inminente orgasmo le quitó el aliento y amenazó con hacer lo mismo con su cordura.

Hermione abrió los ojos cuando Severus echó la cabeza hacia atrás, su rostro era una máscara de intensa y dolorosa felicidad. Era tan hermoso, tan abandonado, tan completamente deshecho, y Hermione se dio cuenta de que era gracias a ella. Sus pensamientos saturados de lujuria se mezclaron con los de ella, y ella cedió ante sus dedos insistentes y provocadores, cumpliendo su orden de correrse.

Su orgasmo se estrelló dentro de ella, dividiéndola en pedazos, y Hermione gritó: "¡Severus! ¡Dioses, Severus!" Ella se deshizo, indefensa, su cuerpo palpitaba, temblaba, su voz era un gemido de éxtasis, y cada grito maravilloso era su nombre.

Severus la sintió hacerse añicos en sus brazos y su propio cuerpo se estremeció. Antes de que pudiera detenerse, ya se acercaba; viniéndose en sus pantalones como un adolescente de cuarto año, y dioses, se sentía tan bien que pensó que perdería el conocimiento. Gritó su orgasmo mientras la abrazaba con fuerza; sus manos tuvieron espasmos contra su cuerpo, mientras su polla saltaba, se retorcía y rociaba su semen dentro de su ropa interior. Era el tipo de orgasmo que no había tenido en años; del tipo que una vez lo había despertado de un sueño profundo y adolescente, temblando, a punto de explotar. Con el tiempo, aprendió a detenerlos. Esta vez no. Nada podría haber detenido esto. Nada volvería a detenerlo nunca más, con esta bruja.

Los dos se abrazaron, ambos jadeando, gimiendo, mientras la intensidad de sus orgasmos vibraba y pulsaba a través de sus cuerpos. Mientras su mente se aclaraba, Hermione se giró lentamente entre sus brazos, hasta que pudo apoyar su cabeza contra su pecho, saboreando la sal de su sudor contra sus labios. Se abrazaron ferozmente y sus besos fueron lentos y lánguidos, jadeantes y saciantes.

"Dioses, bruja", gruñó él, sin alejar sus labios de los de ella, "puede que seas virgen, pero eres una tentadora". Él la rodeó con sus brazos, su bata se abrió y ambos gimieron cuando sus pequeños y duros pezones se clavaron en su pecho. Él la abrazó, su cerebro sobrecargado con las sensaciones gemelas del contacto de su piel contra la suya y la mortificante comprensión de que acababa de eyacular en sus pantalones.

Todo el cuerpo de Hermione hormigueaba, como un cable con corriente. Le sorprendió que su cabello no estuviera erizado. Le temblaban las piernas y se apoyó contra él tanto en busca de apoyo como de intimidad.

Severus, lentamente volviendo a sus sentidos, sacudió la cabeza. "No puedo creer que acabo de correrme en mis pantalones como si tuviera trece años". Tenía la cara sonrojada y parecía profundamente avergonzado. "Me temo, pequeña, que cuando se trata de ti, tengo todo el savoir faire* de un gnomo de jardín".

Hermione, sin aliento y mareada por la euforia inducida por el clímax, se rió: "No tenía idea de que los gnomos de jardín fueran tan sexys". Ella lo empujó hacia el sofá. "Sentémonos antes de que nos caigamos".

Juntos se desplomaron en el viejo sofá y Severus murmuró un apresurado encantamiento de limpieza. Ahora que el frenesí febril de su encuentro había pasado, se miraron, incrédulos de la pasión que había surgido entre ellos.

"¿Alguna vez has...?" dijo Hermione, sin siquiera estar segura de cómo terminar la frase.

"¿Provocado un orgasmo a una joven y hermosa virgen mientras la miraba en un espejo? ¿Participado en una masturbación más o menos mutua? Me temo que no." Respiró hondo y dejó salir el aire lentamente. Su brazo se deslizó alrededor de sus hombros casi distraídamente. "Parece que estamos destinados a compartir muchas primeras veces, mi amor".

"¿Te arrepientes?" Dijo Hermione, malinterpretando la expresión de su rostro.

Sacudió la cabeza. "¿Lamento mi total falta de disciplina? Debería, pero no puedo. Lo deseaba demasiado", confesó sacudiendo la cabeza. "Me has hechizado". Su respuesta fue un beso ligero como una pluma, lleno de ternura, aceptación y disculpa.

Juntos, se tumbaron en el sofá, hablando hasta altas horas de la noche, y cuando Severus le hizo una pregunta a Hermione y ella no respondió, miró hacia abajo y vio que ella estaba profundamente dormida, acurrucada en el hueco de su brazo.

En silencio, la levantó y la llevó a su dormitorio. Murmurando un hechizo flotante mientras apartaba la ropa de la cama, recordó la noche en que había llegado tropezando, maltratado y medio muerto, a Grimmauld Place, donde Hermione lo encontró y cuidó de él.

Recordaba tan vívidamente despertarse en las primeras horas, cálido y mimado en una cama pequeña pero cómoda, y aunque ponerse de pie había sido terriblemente doloroso, sabía que necesitaba regresar a Hogwarts. Él se había dado la vuelta y la había encontrado profundamente dormida, sentada incómodamente en una de las sillas menos cómodas de la habitación. Estaba encogida contra sí misma para protegerse del aire frío. El recuerdo de lo que ella había hecho por él lo había degradado y enojado en ese momento, pero algo en su sueño profundo y confiado había agitado de mala gana su alma hastiada.

Se las había arreglado para ponerse de pie y, tan silenciosamente como había podido, le había colocado la manta alrededor de los hombros y debajo de los pies. El más simple de los movimientos le había dolido muchísimo, y él había estado en agonía cuando terminó, pero ella lo había cuidado con tanta ternura que sintió que tenía que corresponderle. Había regresado a Hogwarts, dañado pero vivo, y extrañamente reconfortado porque a alguien le había importado lo suficiente como para asegurarse de que estuviera limpio, seguro y cálido.

Ahora, en su nueva vivienda en Hogwarts, Severus la bajó a la cama y se deslizó entre las sábanas con ella, arropándola con él. Buscando su calor, se acurrucó contra él mientras dormía y emitió un dulce ronroneo de satisfacción.

Severus nunca antes se había acostado literalmente con una mujer; Dado que la mayoría de sus encuentros poco frecuentes solían ser de naturaleza algo más transitoria, su pareja o él generalmente se marchaban antes de que pudiera dormir. Fue agradablemente fácil acostumbrarse a dormir con Hermione, y él besó suavemente su frente mientras ella acariciaba su pecho.

En algún momento de la noche, Hermione se dio vuelta y Severus se acurrucó contra ella, y ambos durmieron profundamente y sin pesadillas, un sueño tranquilo, inocente y sin culpa.

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Hermione encontró la vida en el castillo durante las vacaciones de verano tranquila y sorprendentemente plena. Pasaba tiempo con Madame Pomfrey durante el día, aprendiendo los conceptos básicos de la curación mágica formal. Porque ella estaba en Hogwarts cuando llegaron los resultados de los T.I.M.O., el profesor Dumbledore le dio a Hermione un permiso especial para recibir los suyos antes de que los resultados fueran enviados a los estudiantes de sexto año que regresaban. Siendo la empollona de alto rendimiento que era, Hermione estaba tan nerviosa que hizo que Severus se los leyera.

"No entiendo por qué estás tan ansiosa, Hermione. Sabes perfectamente bien que eres una de las estudiantes más brillantes de esta escuela. Sólo conozco otro estudiante que tuvo calificaciones comparables a las tuyas".

"¿De verdad?" Hermione, disfrutando de sus elogios, estaba sin embargo intrigada. "¿Quién?"

"Tu amante", ronroneó él con aire de suficiencia, y ella lo recompensó robándole su última galleta de chocolate. Él le dirigió una mirada atronadora. "Otro paso en falso y arrojaré estos resultados al fuego". Ambos sabían que la amenaza era tan vacía como la lata de galletas. Él estaba tan ansioso como ella por ver sus resultados. Dándole una sonrisa, rompió el sello de cera y abrió el documento, escaneándolo con sus ojos oscuros.

"Mmm." Él frunció el ceño y miró con desdén su expresión expectante y temerosa. Con voz bastante decepcionada, dijo: "Bueno, parece que lo sucedido este año afectó sus calificaciones, señorita Granger. Solo obtuvo diez Extraordinarios y un Supera las Expectativas".

El rostro sorprendido de Hermione casi hizo reír a Severus. Finalmente, farfulló: "Yo... obtuve..." Sus cejas se juntaron con enojo. "¿En qué obtuve un Supera las Expectativas?"

"Defensa contra las artes oscuras".

Hermione estaba furiosa. "¡Ohh, esa espantosa mujer Umbridge! ¡Podría arrojarla a los centauros otra vez!" Ella resopló.

Desconcertado, Severus dijo arrastrando las palabras, "¿Puedo recordarte que tú y tus compañeros de clase obtuvieron esa calificación básicamente aprendiendo solos?" Él arqueó una ceja exasperadamente hacia ella. "¿Piensa en lo que habrías logrado si hubieras tenido un maestro de verdad?"

Era casi fácil creer que llevaban una vida normal, a medida que junio daba paso a julio, y hubo momentos en los que casi tenían el castillo para ellos solos. La mañana en que Hermione tenía previsto visitar a Madame Pomfrey para su chequeo, casi saltó a la enfermería, con la esperanza de que esta fuera la última vez que tendría que ser examinada. Su cicatriz no le había dolido durante casi dos semanas y, aunque todavía no parecía sana, ya no le molestaba.

Severus le había dado un ungüento especial para mantener el tejido cicatrizal flexible, y por las noches lo aplicaba muy suavemente sobre su piel, sus sensibles yemas de los dedos moviéndose sobre la cicatriz con una sensual deliberación que la dejaba sin aliento y deseando. Él todavía no había iniciado el sexo, y durante sus acalorados besos, él se lo negaba, diciéndole que no podía, que no lo haría, hasta que ella recibiera el visto bueno.

"Sería más que mi trabajo en juego, enfrentar a Poppy y decirle que te lastimé porque no pude controlar mis más básicos deseos", dijo arrastrando las palabras, defendiéndose de su pequeña bruja deseosa. "¡Y deja de hacer pucheros, criatura malvada! Fuiste enviada por los dioses para volverme loco". Ella lo recompensaría con una pequeña sonrisa cómplice, llena de poder femenino. Puede que fuera joven, pero era lo suficientemente mujer como para saber cómo hacer que él se arrodillara ante ella.

En verdad, la deseaba tanto que le resultaba difícil concentrarse cuando ella estaba en la habitación. Después de esa primera e intensa noche en sus habitaciones, habían seguido aprendiendo más sobre el cuerpo del otro, y Severus a veces se consideraba el masoquista más pervertido del mundo mágico, especialmente cuando Hermione se sentaba a horcajadas sobre él, rogándole que le hiciera el amor, suplicándole que la tocara. A veces podría ser la bruja más enloquecedora.

Había momentos en los que él complacía sus súplicas, deslizando sus dedos dentro de sus bragas de encaje. Él la acariciaría, hasta que la sintiera estremecerse, respirar con dificultad y gemir, mientras jugaba con sus hábiles dedos, con sus bocas fusionadas. Se reprendía a sí mismo, incluso mientras la hacía correrse, una y otra vez. Su cuerpo respondía tan deliciosamente a su toque, que él no podía evitar mapear los signos eróticos de su inminente clímax.

¿Por qué estaba tan impaciente? ¿No se había prometido a sí mismo que, cuando estuvieran listos, sería una noche embriagadora de primicias para ella? ¿Por qué estaba eliminando esas "primicias"? ¿Por qué había dicho que sí cuando ella le pidió verlo masturbarse? ¿Por qué había dicho que sí cuando ella le pidió tocarlo? A pesar de lo que le había dicho a Hermione, siempre había tenido paciencia de sobra. ¿Por qué no ahora? ¿Por qué ella lo atormentaba tanto y por qué él la dejaba con una sonrisa secreta en los labios?

Tenían tiempo prestado y lo sabían. Esperaban que llamaran a Severus cualquier día, y cada noche yacían enredados en un abrazo feroz, como para esconderse el uno al otro, donde nadie pudiera encontrarlos.

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Hermione llegó a la enfermería optimista de que le darían un certificado de buena salud. Si Madame Pomfrey no lo hacía, Hermione estaba considerando mentir al respecto. Severus la estaba volviendo loca. En esos pocos días en que los había dejado en paz, Hermione pudo probar cómo sería la vida para ellos y eso la hizo feliz.

Se negó a pensar en la reacción de sus amigos. Si bien su relación con Severus tenía que permanecer en secreto, Hermione sabía que eventualmente Harry, Ron y los demás tendrían que entender que Severus no era el enemigo. Ella les haría entender. La idea de que este hombre hubiera sido tan vilipendiado por ella y sus amigos en el pasado todavía hacía que Hermione se sintiera enferma de vergüenza, y pasó cada momento posible tratando de mostrar cuanto apreciaba su amor y devoción.

Le resultó bastante fácil de hacer, especialmente teniendo en cuenta el hecho de que él la excitaba tanto. A veces, sólo tenía que mirarla y ella sentía que su cuerpo se llenaba de anhelo y lujuria. Una palabra susurrada podría mojarla tanto que tenía que cambiarse las bragas. Un toque tierno podía reducirla a un desastre lleno de necesidad y deseo en sus brazos. Y todavía se quedaba allí, con los brazos cruzados, sonriéndole, engreído, satisfecho de sí mismo por poder reducirla, y de hecho lo hacía, a esa masa temblorosa de anhelo con tanta facilidad. A veces podría ser el mago más enloquecedor.

A ella no le importó. Se dijo a sí misma que ésta era una forma de distraerlo; hacerle olvidar temporalmente el peligroso juego de ajedrez que jugaban con la oscuridad. Por acuerdo tácito, no hablaron de Harry, ni del Señor Oscuro, ni de Dumbledore. Hablaron juntos del futuro. Todo parecía posible; todo parecía estar a su alcance.

Hermione saludó a su mentora cuando entró a la enfermería. Durante el verano, Madame Pomfrey era bastante informal, incluso vestía túnicas cotidianas en lugar de su uniforme de sanadora. Ella siempre era enérgica y sensata, preparaba una buena taza de té y, en la mayoría de los casos, encontraban que sus temas de discusión estaban mucho más allá del ámbito de la curación. Hermione encontró que la medibruja era cálida y acogedora y, con el tiempo, casi maternal, ya sea por accidente o intencionadamente.

"Bueno, señorita Granger, echemos un vistazo, ¿de acuerdo?" Dijo Madame Pomfrey en su forma habitual y eficiente. Hizo varios escaneos rápidos y le dedicó una sonrisa a Hermione. "Bueno, querida Hermione, creo que podemos decir con seguridad que tu herida ha sanado por completo".

"Maravilloso", respiró Hermione, el alivio la inundó. "Estoy muy contenta, de verdad, de haber terminado con esto. En cierto modo me da una sensación de cierre, perdón por el juego de palabras". Ella sonrió con tristeza. "Por supuesto, hay algunas cosas que no se pueden curar". Poppy, como Hermione había llegado a pensar en ella, le dio un suave abrazo.

"Sólo recuerda, querida, que estoy aquí, por si necesitas un hombro". Le dio a Hermione una mirada que era casi burlona. "Aunque más bien creo que ya tienes un hombro conveniente". Hermione se encontró a sí misma devolviéndole la sonrisa sin atisbo de sonrojo. La actitud de Severus definitivamente se estaba contagiando a ella.

Mientras se ponía la túnica, Madame Pomfrey la miró inquisitivamente. "Hermione, querida, ¿Severus ya te ha preparado una poción anticonceptiva?"

Sorprendida por la franqueza de la pregunta, Hermione tartamudeó: "¡N-No, señora Pomfrey! Quiero decir", dijo tartamudeando, "quiero decir, no soy, bueno, sexualmente activa".

El rostro de Madame Pomfrey mostró su sorpresa. "¿Planeas serlo?"

Antes de que pudiera detenerse, Hermione soltó: "Merlín, eso espero".

Poppy se rió abiertamente. ¡Ahora se sonrojó! Riendo, dijo: "Quizás desees comenzar tu primera dosis. Uno nunca sabe."

Hermione puso los ojos en blanco y deseó que su rostro dejara de arder. "Gracias, señora Pomfrey".

La medibruja agitó su mano con desdén. "Creo que ya hemos superado esa etapa, Hermione. Por favor llámame Poppy. Por supuesto, sólo en verano." Miró con una mirada de fingida severidad a la joven, que se rió.

"Esta es una poción de acción inmediata, por lo que puedes tomarla ahora o incluso después y será efectiva. Sólo asegúrate de tomarla". Su rostro se suavizó y puso una mano maternal sobre el hombro de Hermione. "Te lo diré porque sé que te lo guardarás para ti misma, pero ese chico ha pasado por un infierno. De alguna manera, creo que tú y él son casi dos caras de la misma moneda. Cuídalo bien, Hermione. Él se lo merece. La mayoría de la gente no estaría de acuerdo, pero..." ella asintió, como si estuviera abrumada por la emoción.

Hermione, por impulso, le dio un abrazo a la mujer mayor. "Lo sé. Él es mi familia ahora, Poppy. Vamos a superar esto, y cuando todo termine", Hermione le dirigió una mirada decidida, "me aseguraré de que ese mago nunca vuelva a ser infeliz".

Poppy la miró atentamente. Entrecerró los ojos, como si realmente viera a la chica por primera vez. "Sí. Sí, Hermione, creo que lo harás." Se levantó para buscar un frasco de poción anticonceptiva.

Hermione sonrió y estaba a punto de agradecer a su mentora, cuando un dolor abrasador, desgarrador y ardiente le atravesó la palma con tanta fuerza que reprimió un grito de dolor y se llevó la mano al pecho, jadeando.

En retrospectiva, simplemente estaba feliz de que Poppy no la hubiera visto reaccionar a su Juramento de Sangre.

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Severus había estado en su laboratorio trabajando en la inevitable montaña de pedidos de pociones que Poppy le había hecho a principios del verano. No estaba en su naturaleza ser tacaño a la hora de satisfacer sus peticiones; ella había sido demasiado buena con él como para siquiera contemplar la posibilidad de no hacerlo. En todo caso, él tendía a sobrepasar sus peticiones de todos modos.

Sonó un timbre, indicando un mensaje de Albus. Severus caminó hacia la red Flu y vio el rostro de Dumbledore reflejado en el fuego. "¿Sí, director? ¿Puedo ayudarlo?"

"¡Severus, ven ahora mismo!" Su voz era débil y llena de dolor: "¡He sido maldecido!"

Severus subió las escaleras y corrió hacia la oficina del director. Gritó la contraseña mientras corría y subió corriendo los escalones de piedra.

Mientras entraba a la habitación, sin aliento, con la varita en la mano, miró a su alrededor hasta que vio a Albus desplomado débilmente en su silla. El director estaba jadeando, su respiración era agitada y laboriosa, y cuando Severus se arrodilló a su lado, vio la mano de Dumbledore, ennegrecida, marchita, la maldición subiendo por su muñeca debajo de la piel como tinta negra filtrándose en sus venas, incluso mientras Severus jadeaba con horror.

Sobre la mesa había un anillo con una piedra negra agrietada. Era pesado, elegante y extrañamente atractivo. Una mano esquelética se estiró y lo arrebató tan rápido que se podría perdonar a Severus por creer que lo había soñado. Dumbledore lo apretó contra su pecho y Severus se volvió hacia él.

"¡Dioses, Albus!" Miró al director y, para su sorpresa, las lágrimas corrían por las curtidas mejillas del hombre. "En nombre de Merlín, ¿qué has hecho?" Cuando el hombre mayor no respondió de inmediato, Severus atrapó el rostro del mago entre sus manos. "¿Qué has hecho, viejo?" rugió.

Dumbledore lo miró, una mezcla de dolor, humillación y remordimiento escrita claramente en su rostro manchado de lágrimas. "No me reprendas, querido muchacho. No pude detenerme. Por favor, no me reprendas".

Nota de la autora: Título y primeras líneas de "Hallelujah" de Leonard Cohen.

Nota de la traductora: *savoir faire es francés y significa "saber hacer".

y bueno, este capítulo fue sobre todo acercamientos sexuales, felicidad domestica y planes a futuro, pero estoy segura que ninguno se está quejando por eso XD

Amé la charla de Poppy con Hermione porque no solo mostró preocupación por ella sino por él, así como antes le había dicho a Severus que esperaba que lo que tuviera con Hermione no fuera algo pasajero ahora le dice a Hermione que el corazón de Severus merece ser cuidado y valorado. En resumen, amo el amor que ella tiene por ambos personajes.

Y por supuesto, como nuestra parejita estaba demasiado feliz Albus y su gusto por la joyería maldita tenían que venir a arruinarlo todo. Sabemos lo que viene a continuación y lo que Dumbledore demandará de Severus, sin embargo las circunstancias no son iguales, y hay que ver como esto afecta a la trama. Como sea, tiempos difíciles se aproximan. Hasta pronto!