Hola hermosas! ¿Cómo están? Espero que muy bien, yo muy agradecida por sus lindos comentarios y por el recibimiento tan efusivo de la historia, gracias eternas por estar aquí.
Los personajes de Candy Candy no me pertenecen, la historia es completamente mía y es sin fines de lucro, no se permite utilizar la historia para publicar en otras plataformas, me reservo el derecho de hacerlo.
Les recuerdo que la clasificación es M, o sea mayores de 21, espero comprendan.
SEPARADOS POR LA SANGRE
Desilusión del Corazón
"La desilusión: Jamás esperes que una persona actúe de la forma que deseas, puedes evitarte una desilusión si simplemente aceptas que las personas cambian con el paso el tiempo, hay que respirar profundo y sonreír al futuro de seguro lo enfrentarás con más fuerza que antes".
TRES
El agua se veía completamente oscura, solo el brillo plateado de la luz de la luna se reflejaba en su movimiento, sus ojos estaban perdidos en aquella imagen, sus manos se aferraban temblorosas al barandal metálico que resguardaba la cubierta.
-¿Por qué? – Se preguntaba con dolor, le dolía recordar las palabras escuchadas en aquella absurda confesión. – Ahora todo tiene sentido. – Se decía a sí mismo, haciendo un recuento de todos sus recuerdos, incluso aquel en el que veía llorando a su madre con desesperación. – Ahora lo comprendo, todo su dolor, toda su rabia y frustración. – Decía con las lágrimas recorriendo su atractivo rostro.
Cerró los ojos para dejar salir el dolor que lo atormentaba, le dolía el alma haberse enterado de la dura realidad y aprovechaba la soledad de la cubierta para sacar lo que lo estaba matando.
-La verdad no lo culpo por su desamor. – Se dijo dándole la razón a aquel que lo había hecho sufrir tanto. – Ahora entiendo su comportamiento, pero aun así… - Decía apuñando más sus manos sobre el barandal, como si aquel duro material cedería ante la fuerza con la que era tratado. – No debió… no tenía derecho a tratarme así… - Estaba tan ensimismado en sus pensamientos, en el movimiento del agua, que apenas podía apreciar que bajo la luz de la luna a unos cuantos pasos una joven se acercaba con precaución y hasta cierto temor hacía él.
Giró su cuerpo y se resguardó en la capa que lo protegía del intenso frío. Llevaba tanto tiempo ahí que ya no sentía que el frío le calaba los huesos, era tanto su dolor y su pena que no reparaba en lo que sucedía a su alrededor. El ruido de la celebra en el interior del barco se escuchaba a lo lejos, el festejo y la algarabía no era para él en esos momentos, prefería su soledad, siempre había estado solo y ella era su mejor compañera.
-¿Anthony? – Escuchó por primera vez aquel nombre. Le molestó bastante que lo hubieran confundido, estaba tan dolido que todo era un pretexto para desquitarse con cualquiera que tuviera frente.
-¿Hay alguien ahí? – Preguntó con su varonil voz.
-Lo siento, no quise interrumpir te mirabas muy triste. – Dijo la voz de la chiquilla que se había sentido muy mal por las lágrimas que había visto correr por el rostro del aquel que se parecía a su amado Anthony.
-¿Triste yo? – Preguntó con sarcasmo el joven a la rubia, quien lo miraba confundida al ver que su risa cada vez era más fuerte. – Sí estaba muy triste. – Dijo una vez más con el mismo sarcasmo, como siempre lo hacía, comenzándose a burlar de la joven, intentando disfrazar su pena, su dolor, queriendo olvidarse por lo menos unos momentos del dolor que lo embargaba por saber aquel secreto que se le había ocultado tantos años y que recién se revelaba para él. - ¿En qué estás soñando pequeña pecosa? – Preguntó Terry con verdadera burla a Candy.
-¿Pecosa yo? – Preguntó Candy indignada, mucho muy indignada, todo lo contrario a como se había sentido cuando conoció a Anthony por primera vez. Él también le había llamado pecosa, pero de una manera más dulce, de una manera tan tierna que aquella vez había sentido una paz en su interior y en esos momentos era como si le jalaran los rizos de su cabello.
-Lamento tener que decírtelo pequeña, pero eres muy pecosa. – Dijo Terry con tono de burla, acercándose a ella invadiendo su espacio personal.
-¡Eso a mí no me importa, me gustan mucho las pecas! – Dijo Candy molesta al ver la desfachatez con la que le hablaba aquel joven. Le molestaba su manera de burlarse de ella y de sus pecas, definitivamente podría haber confundido a ese joven con Anthony, pero no tenía nada que ver con él.
-¿Entonces por eso las coleccionas? – Preguntó Terry con burla al escuchar su respuesta.
-De hecho estaba preguntándome cómo obtener más. – Decía Candy con verdadera molestia en su voz, podía notarse que aquel joven lejos de hacerla sentir bien la había molestado completamente.
-¿Señorita Candy es usted? – Preguntó George, quien había salido a buscarla entre la neblina de la noche.
-Adiós pecosa. – Dijo Terry al escuchar que llamaban a la joven que había llegado a importunarlo de su sufrimiento.
-Mocoso malcriado. – Le dijo Candy en respuesta a su comentario burlón.
-Señorita Candy, no debería de estar aquí, hace mucho frío. – Dijo George con total amabilidad y respeto.
-George, ese joven… - Dijo Candy sin poder dejar de pensar que se parecía mucho a Anthony.
-¿Conoce usted al joven Grandchester? – Preguntó George seguro que lo había reconocido.
-No, no conozco ese nombre. – Dijo Candy segura que jamás había escuchado el apellido de aquel noble inglés.
-Es miembro de la nobleza inglesa. – Dijo una vez más George para informar a la joven. Candy lo miró confundida sin poder creer que un joven tan insolente como ese perteneciera a la nobleza. - ¿Le hizo algo? – Preguntó George seguro que haría algo al respecto de ser afirmativa su respuesta.
-No, es solo que me pareció que se parecía a Anthony. – Dijo Candy aún con el pensamiento en su noble chico de las rosas, a pesar de que su estatura era más alta de la que ella recordaba de la del joven que había fallecido un año atrás.
-¿Al joven Anthony? – Preguntó George confundido, mirando hacia donde el joven caballero inglés se había retirado.
-Sí, pero solo de espaldas, de frente pude ver que Anthony era mucho más buen mozo, mucho más. – Dijo Candy segura de que así había sido, el aire familiar que los había envuelto había desaparecido cuando lo escuchó hablar, cuando lo escuchó burlarse de ella, segura de que momentos antes había visto reflejado su sufrimiento en su rostro.
George guardó silencio ante el notorio enfado de la pecosa, podía ver que la pobre rubia estaba muy molesta por el desafortunado encuentro que había tenido. El administrador se culpó por no haber estado con ella en ese momento.
Terry por su lado había escuchado el nombre de la rubia, le había parecido una muchacha muy hermosa a pesar de sus pecas y su pequeña nariz, jamás había conocido a alguien como ella, que le respondiera sus comentarios ofensivos e incómodos que estaban fabricados con el único deseo de cubrir su dolor y lastimar a los demás. Se retiró a su camarote con la plena intención de seguir con su lamento.
La vida de Terry había sido muy sufrida, muy pequeño había sido arrebatado de los brazos de su madre, lo único que recordaba era el rostro de la bella mujer llorando y suplicando que lo regresaran a su lado.
-¡Richard, por favor! ¡Ten piedad! – Decía Eleanor con verdadero dolor, el solo pensar en que no volvería a ver a su hijo la lastimaba realmente.
-¡No mereces ser su madre! ¡Eres una mala mujer! – Decía el aspirante a Duque en esa época. – Terry se irá conmigo y con ello sufrirás por tus errores. – Dijo nuevamente. Terry recordaba aquella escena y ahora podía comprender el dolor y el coraje en las palabras de su padre, tal vez no era aún adulto, pero era un joven que podía comprender el dolor y el engaño del que había sido objeto aquel hombre que se decía enamorado.
Pudo comprender mejor su trato, pudo comprender mejor la manera en la que había sido educado y contrario a lo que sucedería en su mente agradeció lo hecho por él, sin embargo su naturaleza rebelde y despreocupada lo llevaría a continuar con los dolores de cabeza que a pesar de todo le había dado desde que había sido internado en el colegio San Pablo.
Los días que siguieron en el barco se dedicó a observar de lejos a la pequeña pecosa que lo había importunado, se sentía mal por haberla tratado de ese modo, pero Candy no había llegado en un buen momento y él solo buscaba sacarse de su alma aquel dolor que lo estaba quemando, no buscaba quien se la había hecho, sino quien se la pagara y Candy había llegado en el momento preciso.
El barco llegó por fin a Southampton y Candy era recibida por los Cornwell, quienes gustosos y emocionados por su llegada la recibían con un extraño invento. Terry los observaba desde lejos, le parecía conocer al par de chicos que recibían a la joven pecosa que ya no se le había acercado en lo que había durado el viaje. Sintió unos extraños celos en su interior al ver que ambos la abrazaban con familiaridad. Reconoció por fin a Archie y pudo ver que era el que más atención le ponía, sabía que eran los americanos que apenas toleraba, sobre todo al de cabello largo que al verlo tan cerca de la pequeña pecosa hizo que su vientre se encogiera de celos.
-Ni que estuviera tan bonita. – Se dijo para sí mismo al ver tanta cercanía entre los jóvenes, llegando a pensar que la rubia mantenía una relación con alguno de los dos caballeros.
Su atención se desvió nuevamente a sus recuerdos, parecía que le era más fácil centrarse en lo malo que en lo bueno, porque para él lo que sucedía a su alrededor no era nada bueno. Había tenido que regresar a Londres derrotado, según él se iría a vivir con su madre y escaparía de la tiranía de su padre y su madrastra, pero al escuchar la historia con la que lo había recibido Eleanor decidió embarcarse de regreso al lugar que consideraba como su tierra y despreciar a la mitad americana que corría por sus venas.
-Jamás la perdonaré. – Se decía entre dientes, su coraje era tal que ahora comprendía todo lo que su padre había hecho.
Decidió regresar al colegio, después de todo su padre siempre abogaba por su comportamiento, pagaba grandes cantidades de dinero como apoyo a la institución para que lo mantuviera inscrito.
-Mi padre… - Dijo con melancolía, sus hermosos ojos se fijaron en el viejo edificio que había sido su hogar los últimos cinco años, cuando había llegado ahí después del nacimiento de su hermano menor, según su madrastra era una mala influencia para su pequeño, ahora comprendía por qué su padre no había hecho nada por evitarlo. – Pero ahora te comprendo, de hecho tengo que agradecerte que me hayas conseguido un techo. – Decía extrañamente agradecido con él.
Suspiró al ver que tenía que volver a esas paredes de piedra tan frías en las que había vivido, se quejó por no haber regresado al castillo al lado de su padre, ahí por lo menos estaría rodeado de las mozas que se desvivían en servirlo y atenderlo y no el error que había cometido de ir a América en busca de un sueño que ahora sabía estaba maldito.
Vincent poco a poco comenzó a regresar a sus viajes, tenía que reanudar su actividad para seguir generando ingresos, la estancia de Anthony en el hospital y la compra de su casa habían sido gastos fuertes que si bien no mermaban su ahora fortuna, si lo obligaban a continuar con sus negocios.
-¿Estás seguro que estarás bien? – Preguntó Vincent con preocupación a su hijo.
-Estaré bien padre, además me he dado cuenta que te ha sentado muy bien regresar al trabajo. – Dijo Anthony feliz porque su padre regresara a trabajar. Ese sería el primer viaje en el que regresaría a América. – Además Amelia estará conmigo. – Dijo Anthony con una gran sonrisa.
-Ha sido una bendición que ellos estén aquí. – Dijo refiriéndose a Amelia y a sus padres, quienes habían llegado a vivir con ellos un poco después de que habían comprado la casa.
-No te preocupes. – Dijo Anthony con una gran sonrisa. – Yo estaré muy bien. – Dijo de nuevo.
Vincent salió por primera vez en un largo viaje y Anthony se quedó al cuidado de Amelia y sus padres, quienes con gusto habían aceptado.
Anthony continúo con sus ejercicios y poco a poco recuperaba el movimiento de sus piernas, la fuerza volvía a él, sin embargo aún continuaba desplazándose en la silla de ruedas, todavía no podía sostenerse por mucho tiempo.
-¿Te ayudo? – Preguntó Amelia a Anthony. Anthony la miró con una dulce sonrisa y acarició su rostro. La jovencita sintió que su corazón latió acelerado al sentir la calidez de la mano del atractivo muchacho.
-Estoy bien. – Le dijo con ternura, la miró a los ojos y le sonrió dulcemente. Ella lo miró con devoción, colocándose frente a él de rodillas.
-Yo puedo ayudarte. – Le dijo Amelia con insistencia, decidida a ser ese apoyo que él necesitaba para levantarse de ahí. Anthony la miró con ternura, no era ciego y se daba cuenta de los sentimientos que ella despertaba en su joven corazón.
-Te mereces a alguien que te ame realmente Amelia. - Dijo Anthony mirándola a los ojos. Amelia abrió sus ojos sorprendida por haber sido descubierta en sus sentimientos. Ella desvió por un segundo la mirada y su rostro se encendió de inmediato.
-¿Es por ella? – Preguntó sin atreverse a mencionar su nombre. Anthony sonrió con melancolía.
-Mi corazón le pertenece a ella desde el día mismo que la encontré llorando en el portal de las rosas. – Dijo Anthony con temor de lastimarla. Amelia había sido su compañera los últimos meses y le había confiado todos sus temores, ella lo había animado a continuar, sin embargo para Anthony quien era un chico cerca de los diecisiete años Amelia era tan solo una chiquilla a la que amaba como a una hermanita menor a pesar de que era de la misma edad de Candy.
-Pero yo estoy enamorada de ti. – Le dijo a Anthony de pronto. Anthony la miró a los ojos con ternura y acarició su rostro, después tomó su mano y la llevó a sus labios para besarla con delicadeza.
-Eres una jovencita enamorada del amor, aún no conoces a quien amarás realmente. – Le dijo con ternura. Amelia sentía que su corazón se saldría de su pecho al sentir aquel anhelado contacto.
-Ya no soy tan joven. – Dijo con una sonrisa hermosa, radiante, segura de que pronto cumpliría los dieciséis años y que su belleza florecería aún más.
Anthony la miró como el hermano que mira a su pequeña hermana, eso era Amelia para él, una hermanita dulce y tierna que había permanecido a su lado los últimos meses y que le había demostrado que podía salir adelante.
-Les dije a mis padres que podrían hablar con tu padre y entablar un compromiso entre nosotros… - Decía emocionada, atropellando sus palabras por la emoción que sentía al creer que él correspondería tarde o temprano a sus sentimientos.
-Amelia… - Le dijo Anthony callando de pronto sus palabras, no quería herirla a ella menos que a nadie, sin embargo tampoco quería ilusionarla. – Tal vez si ella no fuera libre… - Le dijo dando una mínima esperanza en su corazón, no quería alentarla, pero tampoco se sentía con el valor de rechazarla tan terminantemente.
-¿Y si ella no está libre? – Preguntó Amelia con la esperanza de escuchar aquella posibilidad. Anthony sonrió y recordó a Archie cuando le había preguntado que si podría cortejar a Candy si ella lo rechazaba.
-Todo puede pasar… - Respondió Anthony con una sonrisa de lado, no queriendo creer que existiera aquella posibilidad, temía perderla, por ello debía apurarse en su recuperación para ir a buscarla y confesarle que su muerte había sido una vil mentira.
Amelia sonrió animada, sus hermosos ojos azules brillaron esperanzados a la respuesta del rubio, sus rubios cabellos volaban con el viento, sus rizos se mecían libres mientras su sonrisa iluminada era dirigida a aquel ángel que se había cruzado en su camino después de haber crecido tan sola al lado de sus padres y apartada del resto de su familia.
Anthony por fin se recuperó después de tanto esfuerzo que había hecho por conseguirlo, arreglaba sus cabellos cuidadosamente, quería causar una buena impresión. Ian, el padre de Amelia había averiguado el lugar donde estaba Candy, tal vez hubiera convenido mejor ir hasta Inglaterra, sin embargo era verano y ahora sabía que lo pasaría en Escocia.
Vincent no estaba muy de acuerdo con ello, sin embargo lo acompañó en su viaje, después de todo tenía una pequeña villa en Escocia y podía llegar ahí.
-Yo puedo ir con ustedes. – Decía Amelia segura de acompañarlos. – Después de todo ahí…
-No insistas Amelia. – Dijo su padre tomándola por los hombros.
-Pero papá… mamá y tú pueden… - Decía la joven impaciente.
-Después… - Le dijo su padre con tranquilidad. – Lo haremos después. – Le dijo seguro que cumpliría su deseo algún día.
Vincent y Anthony viajaron hasta Escocia, se alegraron de que después de haber viajado por varios días llegaran a tiempo para alcanzar aún la escuela de verano.
Anthony estaba impaciente, había tomado un caballo a escondidas de su padre para ir hasta el lugar que le habían dicho estaban hospedados, el corcel caminaba entre los árboles que cubrían la villa de los Brower, cuando de pronto el férreo corretear de un caballo lo distrajo, en él podía ver a un jinete con una joven corriendo a todo galope, le pareció escuchar su nombre y por ese motivo comenzó a seguirlos, siendo precavido porque sabía bien que no podía comprometer su reciente recuperación.
Se quedó a lo lejos observando a la joven pareja que después de haber al parecer estado discutiendo bailaban más tranquilos como si nada hubiese pasado, el cabello de la joven lo dejó helado por unos momentos, el peinado anhelado se abría paso en su visión y de pronto la reconoció, se acercó con temor de confirmar sus sospechas. Era ella, su dulce Candy que bailaba con emoción en los brazos de aquel joven que la guiaba en su danza y que momentos antes la había llevado a todo galope en su caballo.
Sus piernas le temblaban, de pronto sintió que las fuerzas lo abandonaban, era una sensación como la que había tenido cuando se puso de pie por primera vez desde el accidente, pero contrario a aquella ocasión su corazón le dolía, en esos momentos su corazón le dolía como nunca le había dolido, una opresión se estacionó en su pecho, sus pulmones se llenaban de aire sin embargo no respiraba, ahí estaba ella más hermosa que nunca, sin embargo los brazos que la sostenían no eran los brazos que temblando la anhelaban.
Sus ojos se abrieron de golpe y su corazón terminó de romperse al ver que aquel joven profanaba los labios de la mujer amada. Dio unos pasos hacia atrás incapaz de interrumpir aquel momento, no podía hacerlo, ella lo creía muerto y en esos momentos deseó estarlo. Regresó sobre sus pasos y se negó a seguir observando aquel despliegue de amor entre la pareja de enamorados, respetó su privacidad y cerró sus oídos porque le parecía que podría escuchar la declaración de amor que se llevaba a cabo no muy lejos de él y que le martirizaba el alma.
El sonido que se escuchó fue uno muy diferente al panorama que Anthony imaginaba, sin embargo no escucho las bofetadas intercambiadas a unos metros de él. Su presencia pasó desapercibida para los jóvenes novios que se entregaban a su amor en la mente del rubio, una imagen que lo perseguiría día y noche hasta que su muerte verdaderamente fuera un hecho, una muerte que clamó por primera vez en su vida se anticipara hacia él.
Caminó entre los árboles llevando de la correa al equino, no se había atrevido a montarlo, no tenía fuerza en sus piernas y aunque podía caminar no podía subirse, no le era suficiente para sostenerse y montarlo.
Llegó hasta la dirección que Ian había escrito en aquella nota y suspiró al ver que afuera había algunos alumnos del colegio, supo que era así porque todos eran aparentemente de la misma edad. Buscó entre ellos a Stear o a Archie y divisó a lo lejos al más joven de ellos. Estaba tan alto y apuesto, sonrió con dolor al verlo ahí junto a una joven hermosa que lo miraba enamorada. Unos metros más allá estaba Stear en las mismas condiciones que su hermano, sonrió con melancolía al saberlos a ambos enamorados.
Ató el caballo afuera de la casa y entró en el interior en busca de la habitación de sus primos, los esperaría ahí para hablar con ellos. Preguntó a unas jóvenes quienes emocionadas señalaban la habitación de los famosos jóvenes Cornwell, ya que ningún caballero quiso decirle cuál era su habitación. Anthony sonrió galán en señal de agradecimiento y notó que no solo Amelia era la única que se sonrojaba cuando lo hacía.
Esperó un par de horas antes de que sus primos decidieran ir hasta su cuarto.
-Vamos Archie, hay que terminar pronto para ir al hangar de Terry. – Dijo Stear emocionado, quería ir hasta el lugar en el que Candy les había dicho estaba el avión de Terry.
-Vamos Stear, yo no quiero ir. – Decía Archie seguro que no quería ir con ese impertinente.
-Hazlo por mí Archie, por Annie… - Le dijo travieso. Archie suspiró no muy convencido, Annie no era suficiente motivo para él, aunque debía admitir que era agradable estar con ella. Archie suspiró cansado y de pronto sus ojos quedaron mirando hacia donde los esperaba el rubio.
-Buenas tardes. – Dijo Anthony con seriedad, sabía que estaba a punto de causarles un colapso nervioso a sus primos.
-Buenas tardes. – Dijo Stear inocente al escuchar la voz de Anthony, sin embargo no fue hasta que el joven inventor giró su rostro intrigado por la sorpresa que Archie tenía en sus ojos que lo hizo girar su cabeza para cerciorarse si su mente no lo había traicionado al reconocer aquella voz que los saludaba.
-¿Anthony…? – Preguntó Archie con temor, con extrañeza, acercándose un poco más hacia donde estaba su primo, al mismo tiempo Anthony salió un poco más de la sombra que cubría su bello rostro. Anthony asintió a la pregunta de Archie. - ¿Cómo es eso posible? – Preguntó Archie sin saber si reír, llorar, enojarse o de plano asustarse.
-¿En verdad eres tú? – Preguntó Stear más seguro de que debía tocarlo para que no se desvaneciera y confirmar así que no era una aparición frente a sus ojos.
-No soy ningún fantasma. – Les dijo con la voz emocionada, tenía tantas ganas de abrazarlos, pero al mismo tiempo no quería espantarlos.
-¡Anthony! – Dijo Stear al ver que realmente era una persona real la que tenía frente a él. - ¡Eres tú! ¡Archie es Anthony! – Decía Stear abrazándose a Anthony, anunciándole a su hermano que realmente era su primo el que estaba en la habitación.
Anthony abrazaba a Stear, sin embargo en los ojos de Archie había algo más que alegría por estarlo viendo, el rubio supo identificarlo muy bien, sabía que el menor de sus primos era el más impulsivo y desconfiado.
-No estoy muerto. – Le dijo para iniciar conversación. Archie lo miró como preguntándose ¿En serio? ¿Es lo único que dirás? – Mi padre avisó que me llevaría a Francia para mi recuperación, pero la tía abuela recibió la llamada. – Dijo de nuevo el rubio mirando a los ojos a su primo quien no podía creer que estaba viendo a Anthony frente a él.
Archie guardó silencio por unos segundos más, sus memorias lo llevaron el día que la tía abuela recibió la llamada de la muerte de Anthony y después miró al rubio para interrogarlo.
-Parece que las rencillas entre mi padre y la tía abuela fueron las principales culpables de esta gran mentira. – Dijo Anthony con seguridad. – La tía abuela no creía que sobreviviría al viaje y pensó que moriría, así que se adelantó a los hechos sin pensar en las consecuencias. – Dijo Anthony con tranquilidad, había tenido mucho tiempo para pensar en los motivos que tuvo la vieja Elroy para darlo por muerto.
-¿Ella sabe…? – Preguntó Archie volcando su enojo ahora a la tía abuela.
-No. – Respondió Anthony seguro que ella tampoco lo creía vivo. – Cuando mi padre intentó comunicarse con ella y con ustedes, Dorothy le explicó que después de mi muerte todos habían abandonado la mansión de las rosas, pero que no podía darle razón de su paradero. – Explicó Anthony una vez más. Archie estaba indignado con todos, con Anthony por no haberse comunicado antes, con Vincent por no haber insistido y con la tía abuela por haberles mentido.
-¡Eso ya no importa Archie! – Dijo Stear dejando de lado lo que sucedía, sabía bien lo que rondaba por la mente de su hermano, lo conocía muy bien, tan bien como lo conocía Anthony y que sabía muy bien estaba pensando. - ¡Anthony está vivo! – Decía emocionado, abrazando de nuevo al rubio mientras este lo recibía con un fuerte abrazo y una sonrisa que no podía estar del todo feliz, un recuerdo en su mente lo atormentaba. Archie lo miró fijamente y por fin sonrió derramando las lágrimas, reaccionando a las palabras de su hermano que lo hacían comprender que era verdad lo que decía.
-¡Anthony! – Dijo emocionado al sentir el abrazo de aquel líder de sus aventuras.
Anthony se dejó abrazar con fuerza por los dos chicos, correspondiendo él con el mismo amor y entusiasmo al cariño demostrado.
-Pero cuenta qué pasó. – Preguntaba Stear. – Queremos saber todo, porque la tía abuela nos prohibió hablar de ti frente a ella por el dolor que le causaba recordarte. – Decía sin poder creer que estaba frente a él. - ¡Candy! – Dijo de pronto recordando a la rubia, Archie no había querido mencionarla porque sabía que tenían que explicarle lo que sucedía entre ella y Terry y era algo que si a él que estaba en una relación con Annie le dolía, si conocía a Anthony sabía que eso lo heriría profundamente. - ¡Candy se fue de la mansión porque no pudo manejar tu muerte! – Dijo Stear recordando de pronto a la rubia que había salido huyendo de Lakewood.
-Pero ya lo superó… - Se dijo Anthony para sí mismo, sin reproche, sin buscar tener un sentimiento de ira en contra de ella, porque la quería ver feliz, pero eso no impedía que su corazón sufriera y en el fondo sintiera cierto rencor por haberlo olvidado.
-No quiero que Candy lo sepa. – Dijo Anthony con dolor. Stear y Archie lo miraron sorprendidos.
-¿Por qué Anthony? No es justo que ella siga creyendo que estás muerto, Candy fue la que más sufrió tu muerte y puedes estar seguro que sigue llorando a escondidas por ello. – Dijo Stear seguro de que así era. Anthony pasó saliva con dificultad, tal vez estaba siendo demasiado duro, pero no estaba listo para verla en brazos de otro que no fuera él.
-Tal vez, pero no soy capaz de verla en brazos de otro. – Dijo simplemente. Archie lo miró a los ojos y encontró en ellos el mismo dolor que él llevaba clavado en su alma cuando descubrió que había algo entre ella y Terry.
-¿La viste? – Preguntó Archie seguro que así había sido, claro, era de suponer que a ella era a quien buscaría primero, de lo contrario Anthony no supondría nada, porque no era de los de suponer, sino que hubiera querido ver a Candy antes que a nadie en el mundo, incluso si ellos eran su familia de sangre. Anthony asintió mirando a la ventana con los ojos perdidos. Stear guardó silencio incapaz de seguir insistiendo.
-Cuando venía a buscarla, la vi con un joven en el lago… ellos… - Dijo el rubio callando de pronto, incapaz de revelar por su honor que la había visto besándose a escondidas con un joven que no sabía de respeto.
-No son nada. – Dijo Stear para animar a Anthony, sabía que no eran nada, pero también sabía que estaban enamorados. Anthony puso atención a sus palabras y miró a Archie para que le confirmara si lo que decía Stear era verdad, sabía bien que Archie era el que más podría decirle las cosas por más crudas que parecieran para él.
-Ella está enamorada de él. – Dijo Archie con un nudo en su garganta, le dolía reconocer que era cierto lo que decía.
-¿Y él…? – Preguntó Anthony, solo eso le importaba, saber que él la amaba como ella a él, después de eso nada más importaba.
-Él está loco por ella desde que la conoció. – Admitió Stear sin intentar disfrazar más las cosas.
-Bien… - Dijo Anthony con las manos en la espalda, le dolía el alma en esos momentos pero comprendía que ella lo había hecho para seguir adelante, algo que él debía comenzar a hacer a partir de ese momento. – No quiero que sepa que estoy vivo. – Dijo Anthony terminante, Stear miró a Archie en desacuerdo, sin embargo Archie lo comprendía muy bien, él mismo hubiera hecho lo mismo de estar en su lugar.
-De acuerdo. – Dijo Archie seguro de que lo haría.
-Pero… - Dijo Stear inseguro. Archie lo miró con queja y Anthony con súplica.
-Es lo mejor Stear. – Dijo Anthony seguro que así era lo mejor. – Ella ya es feliz, no tiene caso que venga a remover un sentimiento extinto en su corazón y que solo la confundiría y lastimaría. – Dijo convencido que así sería, pero también temeroso de enfrentarse a un amor que ya no era el de una niña, temeroso de descubrir que ya no ocupaba un lugar importante en su corazón.
-Solo quiero decirte que no estoy de acuerdo con lo que decidiste, sin embargo estoy de acuerdo en que ella es feliz y no merece que perturbes esa paz que le ha costado encontrar. – Dijo Stear seguro de que Candy ya había olvidado por completo a Anthony, que lejos estaban todos de saber que Candy aún sufría por la pérdida de Anthony y que aquella cabalgata había sido con la intención de que lo dejara ir y pudiera avanzar al futuro.
Comenzaron una plática entre ellos, Anthony los puso al corriente de todo lo que había sucedido, les platicó de Amelia y felices escucharon de la chiquilla de ojos azules que había ayudado a Anthony a salir de la total depresión en la que se encontraba.
-Tal vez Amelia... – Dijo Archie con travesura.
-Sabes que sería incapaz de lastimarla. – Le dijo Anthony a Archie antes de que terminara la frase que había llegado a su mente. Archie asintió agradecido a las palabras de Anthony, arrepentido por siquiera haberlo considerado.
-Lo sé… - Le dijo Archie con pesar.
-Gracias… - Le dijo Stear también agradecido de que considerara los sentimientos de la muchachita.
Anthony sonrió con melancolía, recordando los hermosos ojos azules de aquella damita que le había ofrecido su corazón siendo tan joven, sin embargo él no podía sacar aún de su corazón a la hermosa rubia de graciosas pecas que se había enterrado profundamente en el centro de su corazón.
-Te voy a olvidar Candy, lo prometo, te prometo que también encontraré mi lugar en algún sitio de este mundo, te prometo que volveré a reír con alegría y enfrentaré de momento este mundo de soledad para abrirme paso en el corazón de alguien más. – Dijo decidido, sus primos lo veían con pena, sabían que Anthony estaba sufriendo, Archie sobre todo lo comprendía, quien un día había tenido que enfrentarse al desamor de Candy de la manera más cruel y despiadada que hubiera podido imaginar, ya que la contienda por su amor la había imaginado frente al rubio y no frente a un completo desconocido al que además odiaba antes de saberlo enamorado de Candy.
Stear y Archie se habían despedido de Anthony, quien se había regresado a Francia para buscar un nuevo horizonte, mientras los jóvenes se debatían entre ir o no hacia el día de campo que Candy los había invitado al ver que se habían alejado un poco de ella.
Candy se había dado cuenta que los últimos días se la habían pasado muy encerrados en su habitación, evadiendo incluso la presencia de las chicas, no le decían qué hacían, no le habían confiado que habían pasado unos días con Anthony y que eso era el motivo por el cual estaban tan misteriosos.
-Vamos Archie. – Le decía Stear animando a Archie para que lo acompañara.
-Eso sería alta traición Stear. – Decía Archie orgulloso, no quería ir con Terry y Candy, le parecía que era traicionar a su primo y ahora lo creía más fervientemente.
-¡Pero es un Flete modelo 17 Archie! – Decía Stear entusiasmado por arreglar la belleza que según él era aquel artefacto volador.
-¡Está bien Stear! – Dijo Archie a regañadientes. – Pero te aseguro que lo hago solo porque tú me lo pides, pero si Anthony se entera se molestará con ambos. – Dijo una vez más el elegante joven, sabía que a su primo no le molestaría, pero él no toleraba estar en el mismo lado que aquel noble.
-Ya escuchaste a Anthony, Archie. – Dijo Stear con pesar. – No quiere que Candy se entere que está con vida y ella merece ser feliz. – Dijo una vez más, seguía sin estar de acuerdo en ocultarle aquella verdad a la rubia.
-Lo sé Stear, y Anthony también lo sabe, por eso prefirió irse de su vida. – Dijo Archie compenetrado con el sentimiento de su primo. – Te aseguro que si yo pudiera hacerlo también lo haría. – Dijo el menor suspirando con melancolía.
-Archie ¿Aún estás enamorado de Candy? – Preguntó Stear a su hermano, era algo que intuía, pero al verlo tan entusiasmado con Annie había llegado a creer que ya no era así.
-Candy siempre será una persona importante en mi vida, Stear. – Dijo Archie mientras metía sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
-¿Y Annie? – Preguntó con preocupación.
-Prometí a Candy que la cuidaría. – Dijo Archie como respuesta.
-Pero estás haciendo lo que tú y yo reprochamos a Anthony si lo hacía con Amelia. – Dijo Stear seguro de que lo que su hermano estaba haciendo era incorrecto.
-Annie me ama Stear. – Dijo Archie con melancolía. – Y yo le tengo un gran aprecio. – Dijo nuevamente. – Además Candy jamás se fijará en mí. – Dijo resignado, al igual que Anthony había aceptado que el amor de Candy no era para él, la diferencia era que Candy si había estado enamorada de Anthony y no de él. - ¿Tú que sientes por Patty Stear? – Preguntó Archie seguro que su hermano también había aceptado las atenciones de la recatada muchacha porque Candy no le había hecho caso alguno. Stear suspiró un momento.
-No puedo decir si es amor. – Dijo Stear inseguro de lo que sentía por Patty. – Pero si puedo decirte que con ella soy yo mismo, que no me importa ser a veces un bobo con tal de hacerla sonreír. – Decía con una sonrisa cargada de ilusión. – Me gusta ver cómo reacciona cuando estoy cerca de ella, me emociona saber que me espera y que está atenta de lo que me pasa. – Decía explicando sus sentimientos.
-¿Y eso no es amor? – Preguntó Archie seguro de que así era. Stear sonrió con timidez.
-Tal vez me he enamorado. – Dijo Stear con timidez, no se había detenido a pensar en lo que sentía por Patty. – Espero que un día sientas por Annie esto que yo siento por Patty. – Dijo Stear sincero, quería que su hermano fuera feliz y olvidara por fin a Candy.
-Tal vez no estoy muy lejos de llegar a ese punto. – Dijo suspirando, imaginando los ojos de Candy mirando al rebelde y después imaginando la mirada que un día había dirigido a su primo. – Nunca he sido yo. – Dijo Archie en su mente con una mirada triste.
-Anda vamos, las chicas deben estar esperando. – Dijo Stear abrazando a su hermano para llevarlo hasta el hangar de Terry.
Los dos chicos llegaron hasta el hangar, ahí Candy, Annie y Patty los estaban esperando y a pesar de la negativa de Archie terminó ayudando a su hermano a reparar el avión propiedad del Duque de Grandchester.
-¿Qué sucede Archie? – Preguntó Annie al ver a su adorado tormento tan serio.
-Solo pensaba Annie. – Dijo Archie suspirando. Ella lo miró con curiosidad, quería saber qué era aquello que lo tenía tan pensativo. – Pensaba en que a Anthony le hubiera gustado estar aquí con nosotros. – Dijo el joven sin pensarlo. Annie le sonrió al escuchar el chico que le gustaba revelar sus profundos sentimientos.
-Él está en cierta forma con ustedes. – Le dijo Annie segura de que Anthony había muerto y que acompañaba a sus primos que tanto lo extrañaban. Stear escuchó el comentario de su hermano y pronto se encargó de distraerlo al ver que Candy había escuchado aquellas palabras.
Candy se había quedado en silencio por lo que Archie había dicho, su corazón se había estrujado trayendo a su mente un millón de imágenes que la atropellaban en silencio.
-Anthony, sé que tú estás a mi lado siempre, porque a pesar de todos los esfuerzos por intentar olvidarte no he podido hacerlo, duele mucho aún pensar en ti, duele tanto que evito hacerlo porque me cuesta respirar, ocupo mi mente en otras cosas que me ayuden a estar distraída y continuar con la promesa que nos hicimos aquel día... - Decía Candy como queriendo disculparse por no pensar tanto en él como al principio de su partida.
-¿Qué pasa Candy? – Preguntó Stear al ver a Candy tan desanimada, momentos antes ella era la que había estado feliz de haberlos reunido a todos para pasar los últimos días del verano.
-¡Nada Stear! – Respondió con falsa alegría intentando no delatarse, no le gustaba que comenzaran a decirle que él estaba en un lugar mejor, que siempre estaría en su corazón, que a él no le gustaría verla triste, todas esas palabras que si bien intentaban reconfortarla ella misma sabía que no era posible. Stear suspiró al ver que su prima se negaba a reconocer el dolor que aún tenía en su interior por la "muerte" de su primo, miró a Archie y éste bajó su mirada apenado por haber sido escuchado.
-Ella es feliz con Terry. – Dijo Stear en la primera oportunidad a su hermano, intentando convencerse. Archie asintió intentando convencerse también que así era, sin embargo aquella relación avanzaba de manera extraña, porque si bien era sabido que estaban enamorados, Terry aún guardaba unos profundos celos en contra del fantasma de Anthony, fantasma que se había empeñado a erradicar en la memoria y en el corazón de la rubia, quien intentaba unir su corazón aún partido en miles de pedazos porque a pesar de todo volvía a despegarse.
Anthony regresó a Francia y los siguientes días se la pasó muy cerca de Amelia, quien se había emocionado cuando Anthony le comentó acerca de lo sucedido con Candy y ponía más empeño en atenderlo y ser para él lo que necesitaba. Anthony agradecía con una sonrisa y una caricia de vez en cuando en su rostro, sonriéndole con inocencia y ternura.
-Anthony necesito hablar contigo. – Dijo su padre una mañana. Llevaba días viéndolo nervioso, sabía que quería hablar con él y no se decidía a hacerlo.
-¿Qué sucede padre? – Preguntó Anthony al ver que ya era demasiada tensión la que su padre dibujaba en su rostro.
-Hace días que quiero hablarte sobre un asunto… - Dijo el capitán nervioso. Anthony lo miró con amor.
-Te mereces haberte enamorado padre. – Le dijo Anthony seguro de que eso era lo que su padre quería decirle. Vincent abrió los ojos para preguntarle cómo se había enterado de lo que quería hablar con él.
-¿¡Pero cómo lo sabes!? – Preguntó a Anthony con sorpresa. Anthony le sonrió por su ingenuidad.
-Desde hace un tiempo has estado más sonriente, tu mirada está más iluminada y me imagino que todo es gracias a una mujer. – Dijo Anthony con una sonrisa amplia. Vincent asintió.
-Te juro que todo este tiempo me he mantenido firme al recuerdo de tú madre. – Le dijo seguro de que así era. Anthony le sonrió, sabía que así había sido, por lo menos los años que había estado al pendiente de él hasta su completa recuperación sabía que así había sido.
-Padre no tienes que darme explicaciones. – Le dijo Anthony sincero. – Te has dedicado tanto a mí que te has olvidado por completo de ti, aún eres joven para volver a reconstruir tú vida. – Le dijo una vez más, mirándolo a los ojos. Su padre aún era un hombre joven, apuesto y tenía derecho a encontrar una vez más el amor.
-Me encontré con ella cuando viajaba de regreso a América. – Le dijo Vincent queriendo hablar de la mujer que lo mantenía ilusionado. – Hemos estado en contacto por medio de cartas y… - Dijo Vincent con tiento. Anthony lo escuchó atento, mirándolo para animarlo a continuar. – Hemos decidido comenzar una nueva vida juntos. – Dijo Vincent de pronto. Anthony se sorprendió, sin embargo no pudo negarse a esa nueva felicidad para su padre.
-Es una decisión que tú debes tomar. – Le dijo Anthony sin mostrar enojo al respecto, sin embargo el recuerdo de su madre lo hacía sufrir.
-Anthony ella es… - Dijo a su hijo. Anthony se tensó al escuchar lo que su padre quería decir, no hubo falta que terminara su frase que Anthony ya había comprendido a qué se refería.
-Ya veo. – Dijo Anthony con seriedad, no le gustaba saber a su padre enamorado, sin embargo sabía que era egoísta el pensarlo solo siempre llorando la ausencia de un ser que por más maravilloso que hubiese sido ya no estaba. Pensó en Candy y comprendió que ese era más el motivo de su enojo.
-Ella me habló de lo sucedido en su vida y creo que... – Dijo explicando a Anthony lo que sabía de aquella mujer. – Tiene un hijo aproximadamente de tu edad… - Decía con cierto nerviosismo en su voz.
-Entiendo. – Decía Anthony asimilando las palabras de su padre.
-Me gustaría que vinieras a vivir con nosotros. – Dijo Vincent esperando la respuesta de Anthony.
-¿Y Amelia? – Preguntó Anthony preocupado por dejar a la joven en Francia.
-Ella está con sus padres, además me has dicho que no tienes intención de comprometerte con ella. – Decía Vincent seguro que así era.
-Sabes que eso no es posible. – Dijo Anthony con cierto resquemor en su voz.
-Anthony ¿Qué dices? – Preguntó Vincent esperanzado a que su hijo viviera con él y su futura esposa. Anthony lo miró con seriedad. – Sé que para ti sería muy difícil hacerlo, entiendo si no aceptas. – Dijo bajando su mirada apenada.
-Padre, yo no soy nadie para juzgarte. – Dijo Anthony mirándolo con respeto, Vincent le había dedicado los últimos años de su vida como una religión y gracias a él había vuelto a vivir, le debía no solo una sino dos veces la vida y a pesar de que sabía que era duro para él conocer a una nueva mujer en la vida de su padre, no podía ser egoísta y evitarlo. – Yo no tengo nada que reprocharte, si mi madre te perdonó ¿Quién soy yo para ser tu verdugo? – Preguntó Anthony con cierta pena en su voz. Vincent lo miró emocionado, jamás pensó que su hijo tuviera el mismo corazón noble y enorme de su adorada Rosemary.
-No sabes cuánto me alivian tus palabras. – Dijo Vincent más tranquilo con haber hablado con tú hijo. – Serás bienvenido si así lo quieres. – Dijo una vez más el mayor. Anthony asintió agradecido.
-Lo tendré que pensar. – Dijo Anthony con una mueca en su rostro, no sabía si aceptar o no aquella invitación, sin embargo sería una muy buena opción para poner tierra de por medio entre él y Candy, porque desde que había regresado de Escocia tenía el loco impulso de salir corriendo a buscarla y arrebatársela a aquel joven y gritarle que estaba vivo, que estaba vivo y más enamorado que nunca de ella. No podía apartar de su mente la belleza que ahora irradiaba, aunque ese recuerdo estaba bastante ligado al beso que ocurrió después entre ella y su enamorado.
Vincent viajó a América, específicamente a Nueva York a establecer un nuevo hogar y Anthony se quedó en Francia junto a Amelia y sus padres, sin embargo seguía con la intención de buscar a Candy y eso era algo que no podía permitirse. Amelia le recordaba que debía ser fuerte, valiente y que si no era ella, algún día alguna joven se colaría de nuevo en su corazón y volvería a renacer a ese maravilloso sentimiento. Sin embargo, un día cualquiera decidió que lo mejor era irse junto a su padre y evitar así pensar en buscar a la rubia quien de seguro ya estaba comprometida con aquel joven, el trato que había visto entre ellos era de una pareja muy cercana y enamorada y si él hubiera estado en el lugar de aquel afortunado ya hubiera establecido un compromiso con el abuelo William.
Continuará…
Y llegamos al final de esta capítulo queridas amigas, sé que en este momento les debe doler el corazón por el sufrimiento de Anthony, pero les aseguro que todo tiene un proceso y así como Candy "sanó" a su muerte es necesario que él también sane a esa "muerte". Muchas gracias todas la personas que la han agregado a sus favoritos y al seguimiento de las actualizaciones: Cla1969, Flor Mares, Julie-Andley-00, Silandrew, Usagi de Andromeda, judithtorres, lemh2001, letifern1998, Luna Andry y yanicasti0206. Gracias hermosas!
TeamColombia:
Mi adorado Team, no se mortifiquen mucho miren que las preocupaciones y los corajes con los años nos pasan factura y ni el botox no ayuda a las mujeres jijijijiji. Espero que les haya gustado el capítulo, como pueden ver Anthony ha tenido mucho tiempo para reflexionar y hasta ha comprendido un poco los motivos de la vieja Elroy, sin embargo no del todo. Les mando un fuerte abrazo mil gracias por comentar y por estar pendiente de esta historia. Como siempre les mando un fuerte abrazo y por supuesto mis mejores deseos.
Usagi de Andromeda:
Hola hermosa bienvenida una vez más a la lectura, muchas gracias por tus palabras, me alegro mucho que me hayas dejado un comentario y hacerme saber que estás aquí pendiente de la lectura, es muy agradable para uno como autora tener ese aliciente en los comentarios. Te mando un fuerte abrazo y espero continúes con la lectura. Bendiciones hermosa! P.D. Yo también espero que la musa inspiradora no me abandone aún.
Julie-Andley-00:
Hola hermosa! sabía que me comprenderías, como tú pienso que es crucial saber lo que antecede a una historia y aunque a veces quedan ganas de saber más de esa pequeña y breve reseña de una vida anterior hay que iniciar con la trama... o con el drama? habrá que ver jijijiji. Yo también adoro el romanticismo unido a la pasión, es vital en la pareja de Anthony y Candy y creo que hasta los mismos personajes esperan que llegue ese momento. Muchas gracias por leer y comentar siempre amiga, te mando un fuerte abrazo y espero que este capítulo te haya gustado.
Rose1404:
Hola hermosa, me alegra saber que tú bebé va muy bien, tienes razón el tiempo pasa demasiado rápido y no regresa, ya solo te queda el recuerdo de sus primeras travesuras y de pronto tu bebé se convierte en un bello príncipe que no deja de besarte diciendo "Te amo". Me agradó la conclusión a la que llegaste con el título de la historia muy observadora e inteligente como toda buena escritora que eres. Siempre he creído que el amor es crucial para los enfermos y Anthony no podía ser la excepción a ello. Creo que a Elroy siempre le importó más el qué dirán y el dinero, de ahí se preocupaba por su familia no porque no la quisiera, sino porque antes las personas creían en otras prioridades. Falta poco para el reencuentro amiga, no te desesperes, espero que estés muy bien dale un beso a tu pequeño y un fuerte abrazo para ti, te leo en los comentarios.
Mayely León:
Hola hermosa! ¿Deprimirse? No hermosa para nada! tú piensa que es tú amiga la que escribe la historia y que tarde que temprano la pareja principal como toda novela cursi y exagerada de telerisa quedarán juntos y felices jajajajaja, el detalle es el camino, ahí si no prometo nada jajaja, lo que si que espero que te guste mucho ya que eres una de las causantes de que continúe escribiendo. Te mando un fuerte abrazo amiga.
lemh2001:
Hola amiga, ¿Cómo estás? Muchas gracias por tú comentario, tienes razón en las familias no siempre podemos caer bien a todo el mundo, siempre hay alguien que se encarga de hacérnoslo saber, se necesita mucha entereza a veces para aceptar que es problema de cada quién la percepción que tienen de la vida, pero es problema de uno como tomas esas muestras de "afecto". Creo que sería impensable una amistad entre ellos, por eso insisto la autora mejor terminó con el personaje, Anthony es inconcebible de pareja de otra joven, así como lo ven las terryfan y las albertfan, por eso digo que a él no se le toca si no es con Candy con quien va a quedarse. Ya sé! Anthony hablando francés si así derrite el condenado jijijijiji. Te mando un fuerte abrazo amiga y espero te haya gustado este capítulo.
Silandrew:
Hola mi amiga hermosa! Que alegría leer tú comentario, no sabes el gusto que me dio cuando me legó la notificación de tú mensaje y de que la has agregado a tus favoritos, de verdad ya extrañaba tú presencia, espero que estés completamente recuperada y con ganas de iniciar una nueva aventura, te extrañé en las otras dos historias (Lineas del tiempo y Feliz Navidad) espero les puedas echar un ojo cuando tengas tiempo. Me alegra mucho saberte en la lectura. Te mando un fuerte abrazo hermosa, saludos y bendiciones también.
Cla1969:
Ciao meraviglia! Che bello leggere il tuo commento, mi fa piacere sapere che sei disposto a continuare con una nuova avventura. Mi è mancato il tuo accento, anche se non lo sento ad alta voce, posso immaginarlo. Grazie mille per essere stato ancora una volta in questa storia, grazie per il tuo benvenuto. Spero che ti piaccia e lasciami un commento, ti mando un grande abbraccio, bellissimo amico.
Mía Brower Graham de Andrew:
Hola hermosa, espero te haya gustado este capítulo. Te mando un fuerte abrazo.
Muchas gracias a todas y cada una de las lectoras que leen en silencio, gracias porque si no fuera por ustedes y sus visitas esta historia no existiría. Les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
GeoMtzR
13/03/2024.
