Descargo de responsabilidad: Stephenie Meyer es dueña de Twilight. Drotuno es la mente maestra detrás de esta asombrosa historia, yo solo la traduzco con su permiso. ¡Gracias, Deb!
Disclaimer: Stephenie Meyer owns Twilight. Drotuno is the mastermind behind this amazing story, I'm only translating it with her permission. Thanks, Deb!
Muchas gracias, Sully por tu valiosa ayuda como prelectora. Todos los errores son míos, avísame si encuentras alguno. ¡Gracias!
Capítulo 18
.
BELLA
.
Desde la ventana del dormitorio pude ver a los dos agentes vigilando la casa. Me sentí un poco prisionera, pero sabía con certeza que las cosas podrían ser peores. Podrían habernos hecho empacar a todos y enviarnos a algún lugar desconocido.
Y tendríamos que cortar todo contacto con Edward, Garrett y Emmett. Nadie quería eso. En ambos lados de la situación.
Había pasado poco más de una semana desde todo lo de Mike, Felix y las impactantes verdades sobre la conexión del padre de Edward con Aro Volturi. Edward y Garrett habían hecho arreglos para que el FBI nos vigilara, lo que resultó en unos cuantos hombres vestidos como cuidadores de césped, repartidores o eventuales corredores. Había movimiento constante alrededor de la casa. Por la noche, dentro de aproximadamente una hora, paseaban por el patio o se sentaban en la sala a mirar televisión.
Edward y Garrett también han estado trabajando duro tratando de encontrar a James. Mi papá finalmente había sido dado de alta del hospital y ahora residía en estudio de Carlisle en la planta baja. Incluso tuvimos la oportunidad de tener una videoconferencia con Jasper, quien parecía más saludable de lo que había visto en mucho tiempo, tal vez cuando éramos niños. Parecía más feliz, más a gusto consigo mismo, y esta vez sonrió al ver la gran barriga de Alice.
Sin embargo, la desventaja de todo esto era que realmente no había visto a Edward desde esa noche. Apenas entraba y dormía unas horas antes de tener que volver a salir. Una o dos veces, durmió en el sofá de Garrett porque así era más fácil.
Y descubrí que lo extrañaba. Extrañaba los besos y que Edward me llamara hermosa. Extrañaba hacerlo sonreír. Incluso extrañé la forma en que malcriaba a Sid. Una parte de mí sabía que probablemente padecía un feo y profundo caso de fiebre de cabaña (10), pero, aun así, todavía extrañaba verlo. No estaba segura de que la fiebre de la cabaña fuera la causa, porque algo más se agitaba en mi corazón. Tenía miedo de expresarlo o pensar en ello porque apenas éramos una cosa. Edward y yo éramos algo a lo que ni siquiera le habíamos dado un título todavía.
Sid saltó sobre el escritorio y se frotó contra mí mientras yo seguía observando el mundo exterior. Pasé mi mano por su cabeza mientras estudiaba el vecindario, si se le pudiera llamar así. La casa de Carlisle y Esme estaba un poco alejada de la carretera. Su vecino más cercano estaba a unas pocas cuadras de distancia. Realmente beneficioso cuando se necesita ver a alguien que no pertenece.
Hubo un ligero golpe en la puerta y la abrí para ver a Tanya al otro lado.
—Le prometí a Edward que vendría a ver cómo estabas —afirmó, poniendo los ojos en blanco y agitando una mano—, como si no pudieras lidiar... pero lo prometí.
Riendo, asentí y la dejé entrar. —Estoy bastante segura de que es un hábito que él se preocupe a estas alturas.
Ella sonrió y se dejó caer en la silla de su escritorio mientras yo cerraba la puerta. —Tal vez —admitió ella—. Aunque estar atrapada dentro todo el tiempo debe ser una mierda. Él también lo lamenta.
Me gustaba. En realidad, me agradaban todos en la vida de Edward. Pero Tanya era muy real, leal y honesta. La primera vez que apareció en la casa, nos llevamos bien al instante. Todos nos llevábamos bien. Al principio, esperaba enojo por haber traído todo esto a su puerta, a pesar de que Carlisle lo había sugerido, pero nos trataron como si fuéramos de la familia.
—Lo sé, pero estar aquí le permite terminarlo —respondí, sentándome en la cama—, el tipo que está tratando de atrapar es simplemente… James siempre ha sido un imbécil, pero no me di cuenta de lo oscuro que era realmente hasta que mató a la ex de mi hermano. Y a la que fue mi compañera de apartamento. Y luego hay otra capa de simplemente… tonterías porque saben sobre el padre de Edward. Ahora son cosas de la mafia, y no puedo entender eso porque es mierda de película, ¿sabes?
Tanya jadeó suavemente. —¿Finalmente te habló de sus padres? —asentí y ella sonrió, pero vaciló cuando sus ojos se llenaron de lágrimas—. Bien. Necesitaba decírtelo. Lo ha reprimido durante demasiado tiempo —dijo, con la voz llena de emoción.
Su reacción me recordó a la de Esme y pude ver que ella lo amaba. No de una manera romántica, porque había visto sus interacciones, pero ella se preocupaba por él.
—Le dije que necesitaba decírtelo porque le gustabas. Te estaba manteniendo a distancia —dijo, sentándose hacia delante—. Ay, Dios mío, Bella… No dejes que te frustre hasta la muerte y no tomes su tono en serio. Eso es… —se calló, suspirando profundamente—. Esos son rezagos de Ed padre. Parece que no puede quitárselo de encima y le sale cuando está ansioso.
Hice una mueca. —Sí, lo sé. Ha mejorado, pero puedo notar lo que me estás diciendo.
—Bien. Esme es la puta campeona en lidiar con eso.
Riendo, mi cabeza cayó hacia atrás. —¡No jodas! —Estuve de acuerdo—. Lo noté cuando la conocí.
Tanya se rio entre dientes y asintió un poco. —Quería decirte… No hay nada entre nosotros. Ha salido con chicas que pensaban que estábamos haciendo una mierda aparte... O que había problemas sin resolver. No los hay. No somos una cosa, lo prometo. Simplemente no quería que pensaras eso. Lo amo, pero lo amo como a un hermano.
Sonriendo, incliné la cabeza en su dirección. —Lo aprecio, pero lo noto. Y me dijo que eres su mejor amiga, una amiga de la familia. Dijo que tuvieron algunas citas durante la escuela secundaria.
Tanya asintió. —Las tuvimos. — Arrugó la nariz y se metió el pelo rubio rojizo detrás de la oreja—. No fue necesariamente un experimento fallido, pero descubrimos que éramos mejores amigos que pareja. Después de la muerte de sus padres, se encerró en sí mismo. Sólo interactuaría con sus tíos, Rose, Emmett y conmigo.
—Porque sabías la verdad.
—¡Sí! Exactamente. Éramos cómodos para él, como su pijama favorita. Eso nos llevó a estar más tiempo juntos, pero no era de verdad. En realidad, nunca rompimos; sólo dejamos de ser pareja. En cierto modo terminó después de que nos graduamos.
Me reí entre dientes porque me encantaba su sinceridad, su mordacidad y su sarcasmo. —Lo entiendo. Tuve un novio así en la secundaria. Tyler. Una vez que nos separamos para ir a la universidad, simplemente… desapareció. No fue gran cosa.
Ella asintió y sonrió comprendiendo. —Entonces lo entiendes. Es como alguien de la familia para mí.
—Y estás saliendo con alguien, ¿no?
Ella se rio profunda y malvadamente. —No, no más. Liam decidió que la asistente legal de su bufete era mucho más interesante y probablemente lo suficientemente joven como para ser manipulada. —Abrí la boca para decir algo, pero ella levantó la mano—. No se lo digas a Edward todavía. Tiene tendencia a aparecer con su placa, su arma y mucha actitud cuando un tipo se vuelve estúpido. Ya está lidiando con suficiente. ¿Cuando termine? Seguro. Pero no ahora. Tú... esto... Esto es mucho más importante que un imbécil con una libido hiperactiva y baja autoestima.
Solté una carcajada y gemí al mismo tiempo. Porque bien podía imaginar lo desagradable que podría llegar a ser Edward si alguien lastimaba a su familia y amigos.
»Y, sinceramente, no estoy seguro de que sea necesario. Sólo salimos unas pocas veces —añadió al final, y levantamos la vista cuando alguien llamó a la puerta.
—Adelante —dije, todavía riéndome de Tanya.
Edward se asomó y murmuró—: Jesús, ayúdame si ustedes dos se unen contra mi pobre trasero.
Sonreí en su dirección y me encogí de hombros. Aparte del hecho de que parecía cansado y tenso, realmente parecía aterrorizado ante la posibilidad de que nos uniéramos contra él.
—Hoy no, Edward —le dije, y él sonrió, sacudiendo la cabeza.
Tanya se rio a carcajadas. —Cállate, mejor amigo. ¿Por qué estás aquí? ¡Me enviaste específicamente para ver cómo estaba! —señaló, agitando una mano.
—Lo sé. No lo supe hasta hace aproximadamente una hora —argumentó—. Íbamos a llegar más tarde, pero necesitaban a Banner para un allanamiento de morada relacionado con un asunto de custodia... No es mi área.
Sid corrió hacia él, usando el torso de Edward para estirarse lánguidamente, y Edward ni siquiera dejó de hablar mientras pasaba una mano por todo el ser de Sid una y otra vez.
—Bueno, llegaste muy temprano —señalé.
—Sí, estoy libre hasta mañana por la noche. Felix está intentando localizar a James para nosotros. No se ha presentado en los lugares habituales, porque están todos vigilados. Así que va a intentar preparar un lugar para que finalmente lo atrapemos —dijo Edward, suspirando profundamente—. Así que estaré fuera por unas veinticuatro horas.
—Esme estará encantada de que realmente estés aquí para cenar —bromeé.
Él sonrió. —Ya lo sabe.
Me puse de pie. —Será mejor que vaya a ver si necesita ayuda.
—No es necesario, Bella —respondió un poco bruscamente.
Entrecerré los ojos hacia él. —Has traído como tres bocas más para alimentar a esta casa; cuatro, si contamos el pozo sin fondo que hay dentro de Alice. Si algo me dice que es hija de mi hermano es su apetito. Sin mencionar las constantes tazas de café para los chicos de afuera. Y sus cuatro 'hijos' que están constantemente presentes ahora. —Les hice un gesto a él y a Tanya, pero eso incluía a Emmett y Rose—. Estoy ayudando como agradecimiento por todos nosotros, tengo experiencia alimentando a mucha gente.
Tanya se rio ante la mueca de Edward. —Ella tiene razón, mejor amigo.
—Lo sé. Me alegraré cuando esta mierda termine para que todo pueda volver a la jodida normalidad —murmuró, encogiéndose de hombros una vez—, para todos los involucrados.
—¡No jodas!—, le dije, señalando a Sid y besando sus labios—. No lo dejes salir. Afilará sus garras en ese sofá de cuero o intentará explorar los gabinetes superiores de la cocina, o saldrá. Hay osos por ahí y gatos más grandes y peores que él.
Edward sonrió, rascando las orejas y la barbilla de Sid. —Te escuché, Bella.
~oOo~
La cena fue un asunto ruidoso porque éramos muchos. Y la familia de Edward simplemente nos envolvió a Alice, a papá y a mí en sus conversaciones y consuelo.
Una vez que Emmett, Rose y Tanya se fueron, ayudé a papá a llegar a su habitación. Todavía sentía dolor, concretamente en las costillas y el brazo fracturado. Aunque parecía estar curándose bien. Estaba feliz de no tener un yeso sino una férula de velcro. Podría quitárselo para bañarse y vestirse.
Mientras esperaba para ayudarlo después de la ducha, sentí sus ojos sobre mí cuando regresó a la habitación. —¿Qué?
Sacudió la cabeza. —Nada. Yo sólo... ¿Te gusta Edward?
Sonriendo, levanté una ceja en su dirección. —¿Quieres tener esta charla? ¿Pájaros, abejas y niños? Ni siquiera pudiste tener esta charla cuando cumplí trece años.
Él se rio entre dientes. —Tu madre hizo un buen trabajo con esa conversación. Estuve allí para enseñarte cómo hacer cumplir el «no significa no».
—Lo cual ha sido mucho más útil de lo que los pájaros y las abejas hablan, para que lo sepas —le admití, sonriendo ante su orgullo y presunción. Cogí su férula y se la puse sobre el brazo, ajustando las correas—. Pero sí, lo hago. No es lo que pensaba, pero creo que parte de su personalidad proviene de un trauma.
—¿Sus padres?
Mis cejas se alzaron. —¿Cómo…?
—Hice una verificación de antecedentes para el apartamento, Bells. Había olvidado el nombre del joven cuando hice la primera búsqueda y apareció su padre —explicó papá, haciendo una pequeña mueca—. Algunos padres no merecen los hijos que les han regalado.
Tarareé con el ceño fruncido. Sabía que él se había sentido así por el padre de Jasper, Phil, pero Ed padre era igual de malo, tal vez peor. No estaba segura. Sin embargo, Charlie Swan siempre había sido un padre increíble. Era inteligente y tranquilo, protector y alentador. Tuve suerte; para algunas personas no fue así.
—Eso probablemente sea cierto, papá —susurré, inclinándome para besar su frente—. ¿Fue por eso que lo defendiste cuando recién se mudó a Common Ground?
Papá asintió. —El chico es dueño de una casa libre y limpia, no muy lejos de aquí, supongo, pero alquila apartamentos. Después de leer la historia de su padre y conocer a Edward, pensé que sería un buen inquilino.
—Y ahora vivimos con él... o su familia, lo que prefieras.
Charlie sonrió. —Sí, bueno, tengo la sensación de que nos mantendremos en contacto cuando todo esto termine.
Sonriendo con satisfacción ante su intento de impulsarme hacia Edward, asentí. —Probablemente. —Lo ayudé a sentarse suavemente en el costado de la cama—. Descansa un poco, papá.
Antes de que pudiera cerrar la puerta detrás de mí, dijo mi nombre.
—Él no es Jake, niña. Es todo lo contrario, en realidad. Sólo… no dejes que tu pasado nuble tu futuro, Bells —dijo papá en voz baja.
Asentí y susurré—: Buenas noches, papá —mientras cerraba la puerta.
La casa estaba en silencio excepto por el tictac del reloj en la sala de estar, el zumbido del refrigerador en la cocina y el sonido ahogado de lo que sea que Alice estuviera viendo en la televisión detrás de su puerta cerrada.
La puerta de la habitación de invitados estaba abierta cuando pasé, y Edward estaba sentado en el borde de la cama, pasando canales en la televisión. Llevaba una camiseta y pantalones cortos de baloncesto.
Me incliné hacia la puerta y él me sonrió y me preguntó—: ¿Cómo se siente Charlie?
—Feliz de estar en cualquier lugar menos en el hospital —respondí de inmediato—. Y de ser tu mayor fan, al parecer.
El ceño de Edward se frunció, y la mirada de confusión no debería ser tan condenadamente atractiva, pero lo era. Fue la expresión inocentemente curiosa junto con una lamida de sus labios y un movimiento de su mandíbula.
Sacudió la cabeza. —No sé por qué. Sólo hice lo que me pidió.
Riendo un poco, caminé hacia él mientras dejaba el control remoto. —Tal vez eso sea parte de esto. Me preguntó si me gustabas, aunque todos en mi vida me lo han preguntado.
Él sonrió, mirando hacia su regazo antes de estirar la mano para acercarme suavemente por la cintura. —Entiendo. Todos me preguntaron lo mismo sobre ti.
Me reí ligeramente mientras extendía la mano para quitarle un mechón de pelo de la frente. Me pregunté brevemente si las cosas hubieran sido diferentes, si hubiéramos podido quedarnos en Common Ground, ¿aún habríamos encontrado esta honestidad? ¿Edward todavía me habría hablado de sus padres? ¿Aún lo habría considerado un idiota?
—¿Estás bien, hermosa? —preguntó, tomando un poco mi barbilla para mirarme a los ojos.
Asintiendo, moví una mano frente a mi cara. —Soy solo yo... —Me detuve, sin estar segura de cómo expresar esas preguntas internas.
—¿Vas a romper conmigo otra vez?
No podría detener la risa, aunque lo intentara. Fue una estupidez lo que dijimos, pero en el fondo, me encantó. Aún mejor era la fingida seriedad que ponía cuando preguntaba. Era ridículamente guapo, pero tímido debido a su pasado, su inteligencia y los muros que luchaba por mantener. Pero, mierda, cuando esos muros caían, era casi imposible resistirse a él.
—No —susurré—, no más rupturas —esperaba haber dicho eso de una manera que significara más que el chiste que siempre hacíamos.
—¿Sí? —susurró en respuesta, sus ojos sostenían mi mirada, y eran de un verde oscuro y estaban llenos de calor y un toque de nervios—. ¿Está segura? ¿Incluso con toda esta… esta mierda que nos rodea?
—Incluso con eso —respondí riendo. Me incliné para besar sus labios brevemente—, ¿has pensado en cuando esto termine?
Suspiró profundamente. —Sí.
Sonreí ante lo que ahora entendía eran sus habituales respuestas cortas. Ahora que sabía por qué respondió de esa manera, dejó de ser molesto y se convirtió en solo… él. Su padre era un imbécil abusivo, pero Edward había aprendido a afrontar el abuso de la mejor manera que podía. Sí o no. Blanco o negro. No había necesidad de largas explicaciones cuando realmente no quería hablar con el hombre en absoluto. Y le resultó muy útil para mantener alejada a la gente.
—Yo también —estuve de acuerdo en voz baja—, trato de no pensar en mi cafetería, simplemente sentada aquí. Y me preocupo por mis inquilinos: el señor Saunders, Carmen y Eleazar. Pero el del 3B está bien.
La sonrisa de Edward era avergonzada y tímida. —Common Ground estará bien. El señor Saunders todavía está en Phoenix y Carmen y Eleazar se quedan con su hermana en Alaska. Cuando esto termine, te ayudaré... —Antes de que pudiera interrumpirlo, añadió—: Quiero ayudarte , hermosa. Por favor déjame.
Lo besé suavemente. —Me gustaría eso. —La puerta de mi habitación sonó y encontré la mirada divertida de Edward con una mirada irónica—. Alguien tiene hambre.
Él sonrió. —O perdió su juguete otra vez.
Miré hacia la televisión. —¿Qué estás viendo?
—Una versión británica de Sherlock Holmes. Es vieja. Como de mediados de los ochenta, pero el tipo es bastante bueno —explicó en voz baja.
Tiré de su mano. —Vamos. Alimentemos al gremlin y podrás explicarme todo lo de este programa. Te he extrañado un poco estos últimos días.
Edward hizo una pausa por un momento, pero tomó su control remoto y apagó la televisión. Él asintió, se puso de pie y tomó su teléfono y su arma de la mesa de noche.
Salimos de la habitación y nos dirigimos hacia el final del pasillo. Una elegante pata de gato negra sobresalía de debajo de la puerta de su antiguo dormitorio. Y ese maldito pez de Sid estaba en medio del pasillo.
—Juguete —dijimos al tiempo en voz baja.
Me hizo reír, pero recogí el juguete de Sid mientras Edward abría la puerta con cuidado para no golpear a mi gato en la cara.
—No tan rápido —dijo Edward, levantando a Sid con una mano grande cuando intentó salir corriendo de la habitación—. Necesitas brazos más largos o juguetes más grandes.
Sid lo miró juzgándolo, pero parecía resignado a ser maltratado. Edward lo dejó en la cama y vertí algo de comida en su plato, lo que le hizo olvidar que existíamos por completo. Incluso el juguete fue abandonado e ignorado cuando lo arrojé al espacio abierto del suelo.
Edward dejó su arma y su teléfono en la otra mesa de noche y tomó el control remoto del televisor, encontró el canal que quería y se sentó en la cama con la espalda apoyada en las almohadas.
—¿Estás lista? —preguntó mientras me dejaba caer a su lado, y pasó un brazo alrededor de mis hombros para que pudiéramos acomodarnos para ver juntos.
~oOo~
.
EDWARD
.
—Está bien, lo entiendo. Es un poco rudo —dijo Bella después de su segundo episodio de Sherlock Holmes.
Riendo, detuve la televisión. —Realmente.
—Y un desastre al mismo tiempo. Como adicciones y comportamientos antisociales —añadió—, pero veo el atractivo.
Sonriendo, me incliné para besar su sien. —Él le gana a tu Benedict Cumberbatch cualquier día.
Ella se rio, encogiéndose un poco de hombros. —No sé — entonó, sacudiendo un poco la cabeza—, Benedict tiene algunas cosas encantadoras a su favor. Y su Watson también es bastante impresionante.
Sonreí, permitiéndole eso. No me importó. Fue agradable compartir esto con alguien que pudiera apreciarlo. Nunca pensé que a Bella le importaría. Maggie no tenía paciencia y Tanya había leído los libros, pero nadie hablaba mucho de ello.
—¿Cómo descubriste a Sherlock Holmes? —preguntó Bella, acercándose para apoyar su cabeza en mi pecho.
—Mi madre —le dije, rodeándola con un brazo y recostándome más en la cama—, ella me dio esas copias de los libros. —Señalé el estante encima del televisor. —A ella le gustaban los misterios y la literatura clásica. Ella notó que me gustaban los rompecabezas y los acertijos, y me miraba jugar videojuegos durante horas. Dijo que era como ver una película.
Bella sonrió suavemente. —Sé que la extrañas. Yo también extraño a la mía.
Asenti. —¿Qué extrañas?
—Hablar con ella —respondió simplemente—. Ella estaría muy feliz por el bebé de Jasper que está por llegar.
—¿Tú lo estás?
—Oh sí. Voy a malcriarlo muchísimo.
Riendo, besé su frente. —¿Quieres niños?
Ella inclinó la cabeza para poder ver mi cara. —Seguro. Eventualmente. ¿y tú?
Arrugando la nariz, negué con la cabeza, pero esa no fue mi respuesta. —No sé. Tal vez. Solía decir que no. No quería arruinar a un ser humano entero. Soy consciente de cómo soy, Bella.
—Fuiste muy expresivo cuando Alice estaba manteniendo su embarazo en secreto para Jasper, así que debe haber algo ahí —susurró, tocando mi pecho.
Asintiendo, suspiré. —Maggie una vez tuvo un susto de embarazo, mi ex. Era enfermera en el hospital del tío Carlisle. Ella no me conocía realmente y de repente estamos hablando de la posibilidad de tener un niño. —Miré a Bella—. Nunca le hablé de mis padres. Y nunca la traje aquí para que conociera a mi familia. Salimos durante un año. Bueno… más o menos un año.
—¿Qué pasó?
—Nada dramático. Sólo un período tardío. Pero mi reacción y el hecho de que me contuve con todo… Ella decidió terminar lo nuestro —hice una pausa, mirando sin ver la imagen congelada en la pantalla del televisor—. Tanya descubrió que se va a casar. Me alegro. Creo que nos habríamos hecho miserables el uno al otro. Odiaba mi trabajo, mis largas jornadas.
Bella chasqueó. —¿Una enfermera tuvo problemas con tu horario de trabajo?
Me reí porque Tanya básicamente había dicho lo mismo. —Sí, bueno, en eso centró su resentimiento, Bella.
Se incorporó un poco para inclinarse sobre mí. —¿La amabas?
Mi ceño se arrugó. —No me parece. Me preocupaba por ella, pero cuando rompió conmigo, la dejé ir.
—¿Comparado como cuando rompo contigo? —preguntó con la risita más dulce y adorable.
—Devastado. Cada vez. —Estaba bromeando, pero no lo estaba. Le había dicho repetidamente que se había vuelto importante para mí, pero había ido mucho más allá de lo «importante». Tenía miedo de expresarlo porque nos rodeaban tantas cosas. Sin embargo, descubrí que cuanto más estábamos juntos, más fácil era dejarla entrar—. Sucedió muy rápido —susurré alcanzando su rostro con ambas manos.
Los ojos de Bella se encontraron con los míos mientras asentía lentamente. —Lo sé —susurró ella, inclinándose.
Algo en la habitación se movió. Me costaba respirar porque parecíamos estar en la misma página una vez más. Tragué nerviosamente. Era demasiado hermosa en el día a día normal, pero en ese momento parecía que estaba a punto de tomar lo que quería.
Y no tuve ningún maldito problema con eso.
Los labios de Bella se encontraron con los míos, el superior, el inferior, y un ligero giro para saborear el inferior nuevamente. Lentamente, mis manos se deslizaron por su cabello a ambos lados de su cabeza, manteniéndolo alejado de su rostro para poder verla y buscar en sus ojos cualquier duda. No hubo ninguno, ni siquiera cuando acerqué sus labios a los míos para besarla de verdad.
Había una parte extraña y tonta de mi mente que parecía centrarse en el hecho de que estábamos en mi antigua habitación de adolescente, pero lo dejé pasar. Tampoco podía dejar de besarla y dejé escapar un gemido cuando me encontré atrapado debajo de ella, con muslos fuertes a cada lado de mis caderas y el calor .
—Mierda, Bella —respiré contra su boca—, te sientes…
—Tú también —dijo a través de un suave gemido, sus caderas presionando hacia abajo, buscando fricción.
Todo mi cuerpo reaccionó, una mano dejó su cabello para guiar su cadera, para ayudarla a frotarse contra mi ahora muy dura erección. Mis piernas se levantaron cuando ella bajó y me senté, manteniéndola en mi regazo. Agarró la parte inferior de mi camisa y nos separamos lo suficiente para quitármela y dejarla caer a ciegas del costado de la cama. Mis dedos agarraron su cabello, girando su cabeza para saborearla: profundos remolinos de lenguas juntas, un rastrillo sobre los labios inferiores y, finalmente, ese dulce cuello hasta su pulso y luego de regreso a su oreja.
Llevaba una sencilla camiseta sin mangas y pantalones cortos, pero se sentía como si llevara un maldito traje para la nieve. Quería piel. Pero más que nada quería verla. Como si pudiera leer mi mente, guio mis manos hacia su blusa.
—Bella, espera —dije con los dientes apretados, cerrando los ojos con fuerza mientras su calor rodaba lánguidamente sobre mi erección. Cuando los abrí, vi muchas cosas en su rostro. Querer, necesitar, desear. Algo cálido detrás de esos profundos ojos marrones. —¿Está segura? Necesitamos… Yo no…
Una vez más, me hizo sentir incómodo e inestable, pero su expresión me hizo sentir deseado. Las cosas estaban ganando velocidad y no quería parar, pero lo haría si ella no estaba lista.
Hizo una pausa lo suficiente para mirarme a los ojos. —Estoy limpia. Estoy tomando la píldora. Y he estado segura desde la primera vez que me besaste.
Una media sonrisa se dibujó en mi cara. —¿Sí?
Asintió, tomando mi rostro ligeramente para besarme una vez más antes de levantar las manos por encima de su cabeza. Alcancé el dobladillo de su camiseta, se la quité y la dejé caer en algún lugar de la cama.
—Cristo —susurré, mis ojos se cerraron brevemente mientras mi frente caía sobre la de ella, tratando como el infierno de no gemir ante la sensación de piel contra piel—. Mi imaginación es una mierda, hermosa.
Su risa era entrecortada y nerviosa. —¿Me imaginaste desnuda?
—Puedes jurarlo.
Envolviendo un brazo alrededor de ella, nos rodé para que ella estuviera debajo de mí. Apoyando un brazo en su cabeza, finalmente pude apreciar la belleza debajo de mí. Tenía la piel suave y pezones rosados y puntiagudos. Tenía un vientre plano sin ser huesudo. Había una pequeña peca en la parte superior de su pecho izquierdo que ahora era mi nueva vista favorita en el planeta, y que necesitaba atención lo más pronto posible.
Inclinándome, presioné mis labios contra él, fijando los ojos en los de ella mientras mi mano libre se extendía para tocar su otro seno, para provocar su pezón y finalmente jugar con la cintura de sus pantalones cortos. —Carajo, nena, te quiero. Necesito saber si estás lista. Quiero... Jesús, te voy a comer viva.
Ella tragó nerviosamente, pero asintió. —No quiero parar, Edward.
Bella tomó mis pantalones cortos, que estaban cubriendo lo duro que estaba para ella. Sin embargo, tomé suavemente su muñeca y le dije—: Espera, hermosa. Si me tocas ahora, todo esto terminará. Por favor, déjame… —Me detuve mientras ella asentía de nuevo, y me senté de rodillas para alcanzar la última prenda de vestir que me quedaba.
Una piel más suave se encontró con mis ojos mientras tiraba sus pantalones cortos. Instantáneamente, caí sobre ella, besándola profundamente antes de arrastrar mis labios y mi lengua por su cuello, sobre cada pecho y su dulce estómago que se estremeció bajo mi lengua mientras giraba en su ombligo.
—¿Cosquillosa?
Ella sonrió, su risa malhumorada golpeó el aire. —Sí.
Girando mi lengua una vez más solo para ver todo su cuerpo rodar en una hermosa ola, dije—: Para pensar —mientras finalmente presionaba mis labios contra su montículo.
Bella estaba suave y desnuda, aparte de un dulce triángulo de vello. Y mis ojos se pusieron en blanco cuando descubrí que olía jodidamente increíble. Olía a deseo y necesidad, pero también olía a ese aroma floral y frutal que siempre llevaba y que saturaba su apartamento en Common Ground.
Y esa mierda me tenía hambriento de probarla. Con movimientos rápidos, subí por sus muslos, abrí sus piernas delante de mí y me lamí los labios. Fijando mis ojos en los de ella, pasé mi lengua de un extremo al otro, terminando con su dulce clítoris que ya estaba hinchado.
Arrastrando mis dientes por el interior de su muslo, le pregunté—: ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que alguien cuidó de este hermoso coño?
Ella se estremeció y sus manos alcanzaron mi cabello. —Más de lo que me gustaría admitir, así que prometo que no tomará mucho tiempo.
Sonriendo, mordisqueé la piel de su muslo antes de finalmente rendirme y deleitarme en ella. Sinceramente, no sabía cuál era la mejor parte: su sabor, sus sonidos o el retorcerse contra mi cara. Quizás fueron los dedos en mi cabello. Sin embargo, la completa y absoluta explosión de un orgasmo superó todo eso, porque su cabeza cayó hacia atrás pero su dulce coño presionó contra mi cara mientras se corría en mi lengua.
Todo eso combinado casi me hizo correrme simplemente mirándola.
Un escalofrío más en todo el cuerpo y alcanzó mis pantalones cortos. Se lamió los labios y le dije—: Si esa boca se acerca a mi polla, esta noche terminará muy pronto. Me gustaría, pero no ahora. Te quiero… a ti.
Me sonrió como si estuviera a punto de probar esa teoría, pero en lugar de eso asintió y me tendió los brazos. Me apoyé sobre ella, besándola mientras me guiaba hacia su entrada. Mi boca se abrió mientras me deslizaba profundamente dentro de ella.
—Cristo —siseé, cerrando los ojos con fuerza—. ¿Estás bien?
Asintió, acercando mi frente a la suya. —Sí. Mejor que bien.
Confirmé y finalmente abrí los ojos para ver mis propias emociones reflejadas cuando comencé a moverme. No se dijeron palabras porque se sentía condenadamente bien. No era ajeno al sexo, pero esto parecía diferente, más. Tal vez fue porque me sentí atraído por ella desde el principio, incluso cuando la conocí por primera vez, con su temperamento, su fuego y su defensa de su hermano. Pero aún más desde que realmente la conocí, cómo se preocupaba por quienes la rodeaban, aquellos que significaban algo para ella, al menos.
Y me di cuenta mientras aceleraba el ritmo, con su pierna en el hueco de mi brazo, que ahora yo era una de esas personas preciosas que ella había envuelto en su lealtad y cuidado.
—¿Puedes venirte otra vez? —Jadeé mientras la tomaba cada vez más fuerte, pero era una pregunta retórica porque podía sentirla comenzar a revolotear a mi alrededor, su cuerpo comenzar a temblar y su respiración se detuvo momentáneamente mientras se desmoronaba por completo.
Quería más, pero sabía que no duraría. Mi columna empezó a hormiguear y supe que iba a explotar. Enterrando mi cara en su cuello, perdí la cabeza por completo.
—Carajo —gruñí con los dientes apretados para mantener el ruido bajo.
Unas manos suaves acariciaron mi espalda mientras intentaba recuperar el aliento. Bella levantó un poco la cabeza para dejar besos con la boca abierta en mi hombro, mi cuello, mi manzana de Adán.
—Mierda —susurró contra mi mejilla.
Asintiendo, me retiré un poco. —De acuerdo.
Pasó una mano por mi cabello ahora sudoroso. —¿Te quedarás conmigo acá?
Besando su frente, su nariz y sus labios, susurré: —Sí.
—Bien —dijo, tirando de mí hasta que mi cabeza estuvo sobre su pecho. —Me gusta un poco tenerte conmigo.
Sonriendo, besé el costado de su pecho y levanté la cabeza. —Ven aquí —susurré, finalmente saliéndome de ella, pero nos moví hasta que su espalda estuvo contra mi pecho. Nos cubrió con las mantas mientras yo le rodeaba la cintura con un brazo. —¿Qué tal así?
Pude escuchar su sonrisa en su voz cuando dijo—: Mucho mejor.
~oOo~
(10) Una persona puede experimentar el síndrome de la cabaña, en una situación en la que está aislada dentro de una casa de vacaciones en el campo, también cuando pasa largos períodos bajo el agua en un submarino, o cuando está aislada de la civilización. Durante el síndrome de la cabaña, una persona puede experimentar somnolencia o insomnio, desconfianza de cualquier persona con la que se encuentre, o sentir el impulso de salir, incluso en condiciones adversas como mal tiempo o visibilidad limitada. El concepto también se invoca con humor para indicar el simple aburrimiento de estar solo en casa durante un período prolongado de tiempo.
~oOo~
Nota del autor: El programa que Edward estaba viendo era Las aventuras de Sherlock Holmes con Jeremy Brett, quien realmente es un Sherlock increíble. Sólo digo. Amo a Benedict, pero este tipo personifica al personaje.
