Capítulo 4
Lydia y Kitty caminaron al pueblo para distraerse un poco. Aunque ellas aún vivían en Longbourn, la vida era muy distinta que unos meses atrás. Ahora, ellas no tenían dinero para comprar nada que no fuera absolutamente necesario y no podían participar en eventos sociales de ningún tipo porque aún estaban de duelo.
Un poco más atrás de ellas, la señora Bennet caminaba acompañada de Mary. Ellas iban a dejar cartas al correo y a visitar a la señora Phillips. La señora Bennet ya no podía disponer del carruaje como antes porque el único caballo que tenían, debían usarlo para las labores del campo. Además, algunas de las sirvientas debieron buscar trabajo en otras casas debido a que ya no les podían pagar un sueldo.
Además, caminar ayudaba a la señora Bennet a no sentirse tan abrumada por la pena y la soledad. Afortunadamente, aquel día no hacía tanto frío y los veinte minutos de caminata se hicieron muy agradables.
Ella había descubierto que Mary era una excelente compañía, hablaba poco y casi nunca se quejaba de nada.
Después de dejar las cartas para Jane, Elizabeth y la señora Gardiner, Mary y su madre fueron a casa de los Phillips. Finalmente, era hora de regresar a casa y la señora Bennet se despidió de su hermana y se dirigió con Mary hacia la salida del pueblo donde habían quedado de juntarse con Lydia y Kitty para regresar a casa.
El señor Wickham estaba curioso por saber qué había pasado con las hermanas mayores de la familia Bennet. Había escuchado un rumor que decía que Jane Bennet había viajado a Londres para exigirle al señor Bingley que se casara con ella. Si eso era cierto, él sabía que Bingley era muy rico y tal vez podría encontrar la forma de obtener fondos de ese hombre.
"Mi querida Lydia, te ves muy bonita aunque lleves ropa de luto," le susurró Wickham a Lydia mientras Kitty conversaba como Denny y otro oficial.
"Muchas gracias, mi querido Wickham. No sabes lo aburrida que estoy de estar todo el día encerrada en casa y no poder invitar a nadie. Pero verte a ti, siempre me alegra el día," replicó Lydia con mirada coqueta.
"¿Y cómo están la señorita Bennet y la señorita Elizabeth? Hace muchos días que no las veo. Espero no estén enfermas," dijo Wickham casualmente.
"Ellas viajaron a Londres y están en casa de mi tío, aunque no por mucho tiempo."
"¿Por qué? ¿Ellas piensan viajar a algún lugar?"
"No, me imagino que sabes que con la muerte de mi padre las cosas han cambiado mucho en mi casa. Jane y Lizzy van a trabajar porque en unos meses más tendremos que dejar Longbourn y vivir en alguna casa pequeña aquí en Meryton." Lydia no pudo evitar sentirse triste, y para no ponerse melancólica, se acercó a Wickham y le dijo coqueteando, "Espero que no extrañes mucho a Lizzy, no olvides que tienes otros amigos aquí en Meryton." Lydia se acercó a Wickham y le tocó la barbilla.
Wickham no tuvo tiempo de reaccionar porque escuchó la voz de la señora Bennet muy alterada.
"Lydia, Kitty, es hora de regresar a casa."
"Mamá, no quiero ir a casa porque me aburro mucho allí. Déjame conversar con mis amigos," dijo Lydia en tono de reproche. Ella estaba acostumbrada a conseguir todo de su madre.
"Disculpen caballeros, pero mis hijas y yo debemos regresar a casa inmediatamente."
"Pero mamá…"
"Ni una palabra más, Lydia. Kitty, despídete de los oficiales porque debemos regresar a casa."
"Sí, mamá," dijo Kitty. Su madre estaba muy alterada y ella prefería no provocarla.
Finalmente, Lydia no tuvo más remedio que resignarse y regresar a casa. En la primera parte del caminó reclamó e intentó hacer una pataleta en medio del camino, pero la señora Bennet la ignoró. Mary y Kitty permanecieron en silencio para evitar problemas.
Pero en cuanto entraron a la casa, la señora Bennet reaccionó muy alterada, y para sorpresa de Mary y Kitty, comenzó a regañar a Lydia como nunca antes lo había hecho.
"Lydia, no quiero verte nunca más coqueteando de esa manera con oficiales en un lugar público donde todo el mundo puede verte y hablar mal de nosotros. Lo único que nos queda es nuestra reputación, y por ningún motivo quiero generar rumores malintencionados, y menos ahora que estamos de luto."
"Mamá, no es justo que esté todo el día encerrada y no pueda hablar con mis amigos, o ir a bailes," dijo Lydia protestando.
"Por supuesto que no es justo. ¿O crees que es justo que el señor Collins sea el dueño de todo esto y no mis hijas? ¿O crees que es justo que mientras tú reclamas porque no puedes ir a fiestas, Jane y Lizzy tengan que estar trabajando para que tú puedas comer? Por supuesto que no es justo porque la vida no es justa. Pero la vida es aún más injusta con las mujeres que no saben cuidar su reputación. Lydia, no quiero volverte a escuchar hablar como una niña malcriada, quiero que reflexiones y comprendas que nuestras vidas cambiaron para siempre y que nada volverá a ser como antes."
"A mí no me interesa…" gritó Lydia llorando. Pero se quedó callada cuando vio que su madre no se sentía bien.
"No quiero más reclamos, ahora tenemos que estar más unidas que nunca," dijo la señora Bennet. Pero no pudo seguir hablando porque le faltó aire.
Mary y Kitty se asustaron mucho al verla como perdía el color. Entonces, la ayudaron a sentarse y comenzaron a echarle aire para ver si reaccionaba. La señora Hill le trajo un vaso de agua y después de diez minutos, la señora Bennet logró sentirse un poco mejor.
"Lo siento, mamá," dijo Lydia. Ella se sentía culpable por haber hecho sentir mal a su madre.
La señora Bennet se puso de pie y abrazó a Lydia, "Espero que comprendas que todo lo que te he dicho es por tu bien y el de tus hermanas. Ahora estamos solas y tenemos que apoyarnos entre nosotras."
Lydia abrazó a su madre y comenzó a llorar. La señora Bennet también se puso a llorar. Luego abrió sus brazos, y Mary y Kitty también la abrazaron llorando. Aunque todas sentían mucha pena, al menos sabían que no estaban solas.
P&P
"Señor Darcy, yo…" Elizabeth no sabía qué decir. Ella estaba tan convencida de que no le ofrecerían la posición que no había pensado si deseaba o no trabajar para aquel hombre.
El señor Darcy se puso aún más nervioso al ver a Elizabeth titubear. Probablemente ella tenía las mismas dudas que él. Si la relación entre ellos era improbable hace unos meses, ahora era imposible. Él esperaba que ella comprendiera sus intenciones de ayudarla, pero que tuviera claro que la relación entre ellos debía ser estrictamente formal, de patrón a empleada y nada más.
"Así es, señorita Bennet. Mi tía piensa que usted es la persona adecuada para acompañar y guiar a mi hermana. Y Georgiana se llevó una buena impresión de usted, y eso me llevó a tomar la decisión de ofrecerle el empleo."
"Entiendo. Le agradezco que se haya tomado el tiempo de venir a avisarme," respondió Elizabeth. Ella necesitaba tiempo para pensar, pero sospechaba que el señor Darcy necesitaba una respuesta inmediata.
"Verá, señorita Bennet. Yo soy un hombre muy ocupado, y debido a los múltiples compromisos que debo cumplir, no siempre tengo el tiempo para estar cerca de mi hermana. Además, Georgiana está en una edad en la que necesita la compañía y guía de una dama. Bueno, pero creo que usted ya sabe eso porque lo discutió con Lady Margaret."
"Sí, así es, ella me explicó cuales serían mis obligaciones como dama de compañía de la señorita Darcy," replicó Elizabeth.
"Entonces, ¿está usted aún interesada en el puesto?" preguntó el señor Darcy. Él no comprendía por qué Elizabeth no le daba una respuesta inmediata. Ella debía estar feliz de saber que trabajaría para una familia honorable que la trataría con respeto, pero al contrario parecía más bien aproblemada.
"Por supuesto que estoy interesada, pero hasta que usted no hable con mi tío, me temo que no podré darle una respuesta definitiva." Elizabeth tenía demasiadas dudas, más aún cuando el señor Darcy le hablaba de aquella forma tan déspota. Tal vez era mejor que ella buscara empleo con otra familia.
"Por supuesto, precisamente por eso vine hasta aquí. Deseo poder hablar con su tío y cerrar este asunto de una vez por todas. Cree que es posible que espere hasta que su tío llegue, señorita Bennet," preguntó el señor Darcy.
"Sí, claro, él y mi tía deben estar por llegar. Por favor, siéntese," dijo Elizabeth indicando un sillón.
Elizabeth le pidió a una sirvienta que trajera una bandeja con té y le sirvió al señor Darcy mientras esperaban. Ella intentó conversar de algunas cosas para hacer que el momento no fuera tan incómodo, pero él apenas se limitaba a contestar brevemente y se quedaba callado. Finalmente, Elizabeth perdió la paciencia y siguió bordando sin decir nada más.
El señor Darcy prefirió no dejarse llevar por la envolvente conversación de Elizabeth. Dadas las actuales circunstancias, ellos debían aprender a mantener la distancia y tener un trato cordial, pero estrictamente profesional. Afortunadamente para Elizabeth, la señora Gardiner y Jane llegaron a casa. Ella le presentó el caballero a su tía, y aunque él fue respetuoso, saludó a la señora Gardiner y a Jane y no dijo nada más.
Diez minutos más tarde, llegó el señor Gardiner e invitó al señor Darcy a su oficina para hablar sobre el contrato y las obligaciones de Elizabeth como empleada de los Darcy. La reunión entre ambos caballeros duró aproximadamente veinte minutos y ambos quedaron satisfechos con lo acordado. El señor Darcy pensó que negociar con el tío de Elizabeth sería más complicado, el hombre era comerciante y hermano de la señora Bennet. Pero pese a esos dos elementos, el señor era bastante decente y bien educado.
Después de casi dos horas en la casa de los Gardiner, el señor Darcy se despidió y regresó a casa Darcy convencido de que Elizabeth sería la nueva dama de compañía de Georgiana.
"¿Y has tomado una decisión, Lizzy? Debo decir que el señor Darcy me pareció un hombre bastante serio para ser tan joven, y puedo comprender porque tiene fama de orgulloso. Aunque debemos reconocer que fue bastante amable al venir personalmente a conversar con tu tío. Los hombres de su estatus social y riqueza tienen empleados para que se encarguen de todos sus asuntos," dijo la señora Gardiner.
"No creo que pueda aceptar, tía. La verdad es que no comprendo porque me ha ofrecido el empleo si claramente me desprecia. Estuvo casi media hora sin dirigirme la palabra, tía," dijo Elizabeth con indignación.
"Lizzy, yo nunca vi al señor Darcy hablar mucho," dijo Jane para que su hermana no se sintiera tan mal. "Pero si no deseas trabajar para esa familia, no lo hagas. La señora Smith me ha ofrecido un buen empleo y no creo que haya necesidad de que tú también trabajes."
"Además, Lizzy, debes recordar que para el señor Darcy ahora tú trabajas para él. Tal vez por esa razón sienta que no tiene que socializar contigo."
"En eso tienes razón, tía. Si cuando era la hija del vecino de su amigo apenas me hablaba, ahora que me considera su empleada, menos consideración debe tener por mí. Mañana le enviaré una nota a la Condesa y le diré a mi tío que le comunique al señor Darcy que he recibido una oferta para trabajar en Londres y que prefiero estar más cerca de mi familia," dijo Elizabeth.
"¿Es eso verdad, Lizzy?" preguntó el señor Gardiner cuando entró al salón.
"No, tío, pero no podemos decirle a esa gente que no deseo trabajar para los Darcy porque el Máster de Pemberley es un pomposo, engreído," replicó Elizabeth riendo.
"Si tus planes son trabajar, Lizzy, creo que nadie podrá hacerte una mejor oferta." El señor Gardiner le explicó a Elizabeth el salario que recibiría, e incluso la cantidad de días de vacaciones que dispondría para poder visitar a su familia. "Incluso, el señor Darcy me explicó que si lo deseas, podrás participar en las clases que recibe la señorita Darcy con sus maestros de francés, pintura, piano y literatura."
"¡Eso es mucho dinero! Jamás pensé que podría ganar tanto dinero." Elizabeth sabía que no podía rechazar algo así, que después de unos años de trabajo y ahorro podría lograr asegurar un futuro para ella y sus hermanas que no lograran casarse. Aunque Elizabeth hubiera deseado no aceptar porque sabía que no podía rechazar una oportunidad como esa.
"El señor Darcy desea una respuesta mañana en la mañana. ¿Qué le digo, Lizzy?"
"Dile que acepto, tío," dijo Elizabeth con resignación.
"Bueno, hoy ha sido un día muy intenso. En dos días más Jane se va, y Lizzy la próxima semana. ¿Qué les parece si hablamos de cualquier cosa menos sobre los próximos días?" dijo la señora Gardiner para animar a sus sobrinas.
"¡Excelente idea!" agregó el señor Gardiner. Él y su esposa sentían mucha pena por la situación de sus queridas sobrinas y se sentían importantes de no poder hacer más.
Después de una cena muy agradable, Elizabeth y Jane se retiraron a descansar. Aunque a ambas les costó quedarse dormidas, no hablaron entre ellas como siempre solían hacerlo.
Jane pensaba en que Elizabeth se iría a vivir al norte y estaría muy lejos de su familia. Ella tenía que ser fuerte y no mostrar debilidad. Su objetivo era buscar una solución para su familia y no podía perder el tiempo llorando o lamentándose.
Por su parte, Elizabeth estaba pensando cómo sería su vida junto a los Darcy. A ella no le había pasado por alto que el señor Darcy deseaba que tomara clases junto a su hermana, seguramente para no tener que recordarle lo deficiente que era y lo lejos que estaba de ser una mujer consumada.
"Buenas noches, Lizzy."
"Buenas noches, Jane."
P&P
El señor Darcy había ido al club para despejar su mente. En pocos días más partiría a Derbyshire, pero antes de irse había acordado encontrarse con su amigo Bingley en el club. Él no estaba seguro si debía mencionarle la situación actual de la familia Benne y que Jane Bennet estaba en Londres viviendo en Cheapside con su tío. Louisa y Caroline le habían comentado que Jane las había visitado y que ellas decidieron no contarle a su hermano. Por eso, el señor Darcy decidió que no le mencionaría el tema a su amigo, y que en unos meses más le revelaría la verdad.
Por el momento era mejor que el señor Bingley no se enterara del asunto para que no cometiera alguna locura. El señor Darcy sabía que su amigo se enamoraba fácilmente y que en unos meses más estaría cortejando a alguna bella señorita.
"Darcy, ¿cómo estás?" dijo Andrew a su ex compañero de universidad.
"Taylor, ¿o debo decir Lord Norton?" replicó el señor Darcy.
"No es necesario que seamos tan formales. Además este título me ha llegado de una manera muy dolorosa," dijo Andrew.
"Lo siento mucho, sé lo difícil que es perder a alguien que uno estima y aprecia." El señor Darcy invitó a su amigo a sentarse y charlar por un rato.
Los caballeros hablaron de sus vidas y de los planes que tenía para el futuro por varios minutos. Aunque nunca habían sido amigos cercanos, Andrew y el señor Darcy habían sido buenos compañeros e incluso parte del mismo grupo de estudio.
"Los últimos seis meses han sido una locura, Darcy. Junto al dolor que siento por la pérdida de mi hermano, he tenido que hacerme responsable de todos los asuntos familiares y aprender el manejo de la finca."
"Comprendo perfectamente lo que estás pasando, a mí me pasó lo mismo cuando mi padre falleció," agregó el señor Darcy.
"Lo recuerdo, además eras bastante joven," dijo Andrew.
"Además de todos los negocios familiares, me tuve que hacer cargo de mi hermana, que en esa época tenía sólo diez años."
"Y yo espero poder hacerme cargo de mis sobrinas. Ellas son la principal herencia que me dejó mi hermano y lo más importante para mí, más que el dinero o el título que ahora llevo."
El señor Bingley vio a su amigo hablando con un caballero que parecía bastante elegante y se acercó para unirse a la conversación. "Buenas tardes, Darcy. Me da mucho gusto verte nuevamente."
"Bingley, también me da gusto verte," dijo el señor Darcy. Luego presentó a los dos caballeros y conversaron por breves minutos de amigos que tenían en común.
"Bueno, espero me disculpen, pero debo pasar a casa de mi tía. Necesito hablar con ella de algunos asuntos urgentes. Fue un gusto verte, Darcy. Un placer conocerte, Bingley."
"El gusto fue todo mío, Lord Norton," replicó el señor Bingley muy animadamente.
"Suerte con todos los asuntos que debes resolver," dijo el señor Darcy.
El señor Bingley y el señor Darcy continuaron conversando por varios minutos sobre esgrima y otros temas para evitar hablar de cosas más personales, pero el señor Bingley no pudo evitar hacer algunos comentarios que pusieron muy incómodo al señor Darcy.
"Darcy… No sé, pero extraño mucho los días que pasé en Hertfordshire. Además, no sé si hice bien al abandonar Netherfield. Yo quiero aprender sobre el manejo de una finca y…"
"Bingley, yo no tengo nada nuevo que agregar con respecto a ese tema. Como te dije en la nota que te envié, Georgiana y yo viajaremos al fin de esta semana rumbo a Pemberley y me quedaré allí hasta el comienzo de la primavera. Luego deberé viajar a Kent por tres semanas. Lo siento, pero no puedo ayudarte con tus dilemas porque tengo muchos asuntos de los cuales debo hacerme cargo."
"Así veo, no te preocupes. Creo que mis hermanas tienen razón y es mejor que me quede en Londres durante la temporada. Aquí siempre hay cosas interesantes que hacer. Darcy… A ti no puedo mentirte, yo no extraño Netherfield ni Hertfordshire sino a la señorita Bennet. Espero que ella y su familia estén bien."
El señor Darcy no pudo evitar sentirse muy incómodo. Técnicamente él no estaba mintiendo porque su amigo no le había hecho ninguna pregunta, pero estaba consciente que estaba ocultando información vital. "Lo siento, Bingley, pero debo irme."
"Entiendo. Supongo que no nos veremos en muchos meses, así que te deseo éxito en todo lo que hagas querido amigo."
"Gracias, igual para ti, Bingley. Espero podamos vernos en primavera."
El señor Darcy se fue, y el señor Bingley se quedó pensando en Jane Bennet. Por alguna razón que no lograba comprender, él no paraba de pensar en su amado ángel.
P&P
Jane llevaba una semana viviendo en casa de la señora Smith. Ella era una dama elegante, muy culta y de buen corazón, tal como su tía Gardiner. Ella pensaba que por esa razón ellas eran tan buenas amigas.
En casa de la señora Smith no había mucho que hacer y Jane había tenido la oportunidad de leer algunos libros interesantes y aprender un poco más sobre el manejo de una casa. Jane estaba ilusionada porque la señora Smith había organizado una cena para varios amigos, y por lo que ella había comprendido, algunos hombres solteros amigos de su sobrino asistirían.
Por lo que Jane había entendido, Lord Norton había asumido hace poco el título y el mando de los asuntos familiares después del trágico fallecimiento de su hermano. Antes de eso, él estaba a cargo de los negocios de su tía Amelia y frecuentaba los círculos de los hombres de negocios. El joven Barón había visitado a su tía en dos ocasiones, y aunque había sido cordial con ella, parecía siempre estar nervioso o preocupado por algo.
Aquella tarde no hacía tanto frío como en los días anteriores, y Jane salió a caminar por el hermoso jardín de la casa. Ella se sentía un poco melancólica porque el día anterior se había despedido de Elizabeth y no sabía cuando volvería a verla. Después de caminar, Jane se sentó en una banca que estaba debajo de la ventana del estudio. Allí podría tomar el sol por unos minutos antes de que se pusiera más frío y tuviera que retornar a la casa. Jane apoyó su cabeza en la pared, para poder descansar, sin embargo no pudo. Sin quererlo, escuchó una conversación entre la señora Smith y Lord Norton, y aunque sabía que no debía seguir allí espiando, lo que ellos hablaban era demasiado importante como para no prestar atención.
"Andrew, ¿qué te ha parecido Jane? Es una chica muy dulce y además muy bonita, ¿no crees?" preguntó la señora Smith.
"Sí, tía, la señorita Bennet es muy bonita, más de lo que me hubiera gustado," dijo Andrew. Al ver que su tía lo miraba desconcertada, él agregó, "Hubiera preferido alguien que no llamara tanto la atención. Pero debo reconocer que me parece alguien de buen corazón, al menos en apariencia. Pero confío en tu criterio con respecto a eso."
"Sobrino, has venido dos veces a esta casa y ni siquiera le has hablado a Jane. Andrew, necesitas conversar con ella, no puedes pretender que ella te acepte si no te tomas el trabajo de mostrar el mínimo interés. Por eso organicé esta cena, tal vez en una ambiente más distendido te sientas más confortable y puedas acercarte a ella."
"Te agradezco tus esfuerzos, tía. Pero no es fácil acercarse a una dama para proponerle un matrimonio de conveniencia. Entiendo que una señorita en sus circunstancias no tiene muchas opciones, pero de igual forma, no es fácil para mí…"
La conversación en el estudio continuó por varios minutos. Después de escuchar todo lo que necesitaba saber, Jane se alejó de la ventana discretamente y se fue a su habitación. El joven Barón necesitaba una esposa para recuperar la tuición de sus sobrinas y ella necesitaba un esposo para proteger a sus hermanas. Tal vez esa era la gran oportunidad que Jane tanto le había pedido a Dios.
P&P
Después de varios días de viaje, Elizabeth se sentía bastante cansada y extrañaba más que nunca a su familia y su hogar. Al menos, la señorita Darcy era muy amable y el señor Darcy le hablaba lo justo y necesario. Eso era mejor que tener que tolerar sus comentarios pomposos o sus críticas.
"Señorita Bennet, si mira en esa dirección verá Pemberley," dijo Georgiana sonriendo.
Elizabeth abrió los ojos y miró hacia donde Georgiana le indicaba. Desde la ventana del carruaje podía ver una hermosa mansión rodeada localizada en unos de los lugares más hermosos que jamás había visto. "Es muy hermoso su hogar, señorita Darcy."
El señor Darcy no podía dejar de mirar a Elizabeth y cómo sus ojos se iluminaban mientras miraba a Pemberley. Él no sabía por qué el mirar el rostro de asombro y admiración de ella le producía tanta alegría. Lo que sí sabía el señor Darcy era que tal vez no había sido tan buena idea haber escuchado los consejos de su tía y haber contratado a Elizabeth.
P&P
Gracias a todos los que dejan comentarios y siguen la historia con entusiasmo.
En el próximo capítulo, Elizabeth tendrá que acostumbrarse a vivir en Pemberley y Jane tendrá que tomar una decisión.
¡Nos vemos pronto!
Saludos,
Yo
