Capítulo 1: Paredes Azules

Aquel dolor de cabeza matutino había sido la gota que derramo el vaso de una noche bastante movida. No se quería levantar realmente de la cama, estaba tan cómoda y calientita, extrañamente para ser pleno verano. A tientas palpo la almohada que estaba sosteniendo, pero su tacto la engaño momentáneamente, no tocaba sus suaves almohadas si no algo más terso y un poco húmedo. Al primer momento su olfato degusto cierta colonia para caballero, alcohol y tabaco...tabaco...ella no fumaba.

Se levantó a toda prisa para ver que estaba agarrando y al primer momento sintió un aire fresco en su cuerpo, no llevaba nada puesto, las paredes de aquella habitación eran azules y no sus típicas rosas con adornos en dorado. Esa no era su habitación, y la compartía con alguien. Se cubrió rápidamente con una sábana también de tono azul, y vio cuidadosamente a su compañero. Tenía el abdomen bien marcado y llevaba un collar con un dije, su rostro parecía un verdadero príncipe, y sus labios bastante carnosos, sus pestañas eran gruesas y largas, y su cabello rubio un poco desordenado.

Mimi dio un grito haciéndola caer de la cama. Por el sentón se dio cuenta también que de su parte inferior también estaba desnuda, Yamato se arremolino entre las sabanas, haciendo un pequeño quejido.

—No molesten—Dijo con una voz bastante pesada Yamato.

Mimi busco con la vista su ropa, la falda estaba casi a la entrada y las pantaletas al pie de la cama, no encontraba el sostén ni la blusa que llevaba. Tomo las pantis lo más rápido que pudo y se las acomodo. No tenía idea de que hacía en ese lugar, no recordaba nada. Lo último que recordaba era estar discutiendo con Yamato en un bar. ¿Como la había convencido de llegar hasta tales circunstancias?

—¡Yamato! —Grito Mimi haciendo que el rubio aventara una almohada hacia delante de el—Despierta—Volvió a gritar.

—Como molestas Mi...—El chico abrió los ojos y no vio a nadie, volteo al pie de la cama y ahí se encontraba la castaña cubierta por una sabana, el vio bajo su sabana y se encontraba desnudo—Mimi...—Los pensamientos de él iban y venían pero no podía recordar con exactitud lo que había pasado—¿Qué haces aquí?—El rubio estaba bastante incrédulo.

—¿¡Como que, que hago aquí!?, Yo no sé qué hago aquí, tú me trajiste aquí—Dijo ella cubriéndose lo más que pudo con las sábanas—¡Donde demonios esta mi ropa!—Ordeno ella.

Yamato se levantó para ayudarla a buscar su ropa olvidando que él se encontraba en la misma situación que ella.

—¡Vístete pervertido! —Mimi tomo la almohada que había aventado al principio y se la lanzo.

Yamato en un tic nervioso se cubrió con la almohada.

—Por favor recuerda algo—Dijo Yamato mientras buscaba entre las sábanas la ropa de Mimi.

Pero lo que encontró fue algo más sorprendente, encontró su par de esposas negras y vacío un botecito de lubricante comestible sabor fresa, Mimi vio aquello con tal asombro también.

—¿¡Qué demonios hicimos!?—Dijo Mimi bastante asustada.

—Yo...veras lo compre hace tiempo...

—¿¡Lo usaste también conmigo, pervertido!?—Mimi no podía creer lo que había pasado.

—Y más de una vez, al parecer, el bote estaba a la mitad—Dijo Yamato inspeccionando el bote—Eso más bien parece dulce en lugar de lubri...

—¡Cállate pervertido! —Mimi le dio un golpe con la mano.

Encontró su sostén y su blusa de bajo de la sabana los tomos y se fue al baño. Yamato también tenía resaca, si no fuera porque Mimi estaba toda aterrada hubiese seguido durmiendo. Lo último que recordaba era que ella había bebido de más en un bar-club, y quería irse en un taxi o en un uber, nadie de sus amigos la detuvo por que se encontraban bailando, y un tipo se le acercó y le agarro la parte posterior de la chica, ella grito y Yamato apareció en escena. Después de eso no recordaba mucho.

Busco su ropa interior y la playera, después fue al cajón de las toallas y saco una para Mimi. Salió al baño y le toco la puerta.

—Mimi...puedes tomar una ducha...aquí te traigo una toalla—Tan pronto termino de decir eso Mimi saco una mano del baño y le arrebato la toalla.

Yamato estaba realmente confundido por lo que estaba pasando. Ellos dos no se llevaban del todo bien, y terminar en esa situación parecía un mal chiste. Pero ¿Cómo demonios terminaron ahí? Era la pregunta más frecuente de Yamato mientras preparaba café, pese a que se llevasen mal y que hayan tenido relacione sin recordar nada no podía permitirse el lujo de que alguna chica se fuese así como así de su departamento sin haber comido algo, sería poco caballeroso de su parte.

Así que comenzó a preparar el desayuno, huevos, pan y café, esperando a que su amiga saliese de ducharse. Realmente no sabía si le atraía Mimi, no sabía si lo había hecho por que le atrajese o solamente por estar con alguien esa noche. A los pocos minutos Mimi salió de ducharse y lo busco en la cocina. El volteo cuando sintió su presencia llevaba la misma ropa del día anterior, una bonita blusa en color rosado y una mini falda de mezclilla, su cabello goteaba dejando un pequeño rastro en su cuello donde las gotas morían en su escote. Ella secaba pequeñas partes cuidadosamente.

—Gracias por dejarme duchar—Dijo Mimi un poco avergonzada.

—Descuida, hice desayuno—Dijo él con una sonrisa un tanto falsa.

—Yamato—La chica le dijo un poco nerviosa—¿Qué paso?, No recuerdo bien nada, solo recuerdo un tipo, y que discutía yo contigo, y fuera de ello nada—Mimi parecía bastante preocupada por todo.

—Tampoco se mucho, había bebido igual que tú, tal vez más, solo recuerdo al tipo tocando tu trasero, y vagamente recuerdo que te querías ir sola, y te acompañe, después nada.

Ambos vieron al suelo sin decir más, estaban más avergonzados que molestos por la noche anterior.

—Yamato...

—¿Si?

—Júrame que no le dirás a nadie—Yamato la vio bastante preocupada—Yo no le diré a nadie, así que júrame que no le dirás a nadie—Dijo nuevamente casi ordenándole.

—Te lo prometo, sería muy descortés de mi parte decir que tuve relaciones con una chica, sería como exhibirla—Yamato a pesar de que no se llevaba bien con la castaña no podría decir que termino en la cama con ella.

La castaña suspiro aliviada. Después de eso fue hasta la habitación para dejar la toalla mientras Yamato se quedaba en la cocina. Se sentó un momento en la cama e intento recordar que había pasado, pero la resaca no le permitía pensar con claridad, solo podía pensar en una sola cosa, en que esa había sido su primera vez.

No recordaba absolutamente nada, había sido su primera vez y por culpa del alcohol no tenía idea de si el sexo era agradable o no, tan solo recordaba que peleaba con Yamato, pero a esas alturas no recordaba ni por qué. Las lágrimas salieron sin poder contenerlas, comenzó a llorar por las estúpidas decisiones que había tomado.

—Mimi, el almuerzo...—Yamato estaba en la puerta de la habitación, cuando la vio llorar—¿Qué pasa? ¿Te duele algo? ¿Te lastime de alguna manera? —Yamato se había espantado un poco por la reacción de Mimi, la veía llorando al borde de su cama—¿Mimi, que te ocurre? —Pese a que ambos se habían llevado mal por mucho tiempo esa noche que pasaron junto hizo que Matt sintiera un poco de empatía por la castaña

—Solo...que no quería que...mi primera vez...fuese...así—Yamato se sorprendió por las palabras entrecortadas de Mimi.

¿Primera vez? Tenía ella 19 años y el 20, y era ¿La primera vez? Jamás se lo hubiese imaginado con lo coqueta que era y con que en un año saliera con más de dos personas. Pero al escuchar eso, también se sintió bastante mal, porque había sido en un estado tan deplorable que ni el mismo recordaba. Se tocó el cabello con un tanto de frustración, no sabía que decirle a la castaña no sabía si consolarla o decir que él había sido un bárbaro por estar en esas condiciones con ella.

—Lo siento...Mimi...no lo sabía—Fueron las únicas palabras que salieron de la boca del rubio, no quería verla tampoco y quería recordar que había pasado con ellos esa noche, pero ahora nada podía hacer.

Mimi se levantó de golpe de la cama, secándose con las manos las lágrimas y con el ceño de enojo. Camino hasta Yamato y lo pico en el pecho.

—Esto nunca paso—Dijo con un aire de enojo.

¿Ahora por qué está molesta? Si fue también parte de tu culpa, pensaba Yamato mientras veía como la castaña está bastante irritada. Después de eso la castaña salió de la habitación con rumbo a la puerta principal.

—¿A dónde vas? ¿No vas a comer? —Yamato la siguió más por cortesía que por otra cosa.

—A casa. Esto nunca paso así que me iré con lo que me queda de dignidad.

Yamato sabía que al cruzar la puerta nuevamente dibujaría una línea imaginaria, no más bien una barrera que ambos habían puesto inconscientemente desde hacía bastante tiempo.

—No volvamos a hablar del tema—Dijo Mimi para después de golpe cerrar la puerta.

Y ahí comenzaba el calvario de ambos.

Mimi llego a casa en un mar de lágrimas, con cierta esperanza quería que Yamato la siguiera o que en su habitación la abrazara. Pero que podía esperar del chico más serio y frio que conocía. Ya se había dado un baño en casa del chico, no quería desayunar se sentía mal y muy sola. Le dolían las piernas y le dolía muchísimo la cabeza. Vivir sola alejada de sus padres había sido la peor idea que se le pudo haber ocurrido en esos momentos. Tampoco le podía hablar a Sora o a Miyako para contarle de su triste odisea de anoche. Se sentía realmente vacía por haber hecho tal cosa.

Camino como pudo hasta su habitación, en busca de reconfortarse un poco. Busco su teléfono, pero no lo encontraba, aparentemente esa noche perdió más que su virginidad. Pero no tenía fuerzas para salir a la calle e ir a comprar otro teléfono. Otro día seria, estaba mejor así sin poder comunicarse con nadie, ni leer comics rosas en su teléfono.

Yamato se sentía como basura por lo que había hecho y por lo que había escuchado sobre que era la primera vez de la chica. Comió por el puro instinto de comer, la comida le sabía más horrible que nunca y eso que tenía un poco de sazón. Después se dio una ducha, pero pensamientos impropios vinieron a su mente, por alguna extraña razón veía en la ducha a Mimi, enjabonándose con la misma esponja que él. Limpiando cada parte de su cuerpo. Debía sacar de alguna manera a Mimi de sus pensamientos.

Si la había visto un poco desnuda hacia poco tiempo, y recordaba su silueta a través de las sábanas, tenía un cuerpo perfecto. Algo dentro de él le pedía ver un poco más, imaginar un poco más, tocar un poco más. Estaba siendo realmente un pervertido después de lo que paso esa noche, pero, no era delito imaginar un poco más.

Al salir de la ducha fue directamente a su habitación, algo dentro de ella había cambiado, olía a ella, recordaba su aroma, y pequeños destellos de memoria venían a él. Destellos de ella gritando y diciendo su nombre una y otra vez en medio de la oscuridad. Si no se tocaba en ese mismo momento se volvería loco. No sabía que le estaba pasando, pero sentía un gran deseo por ella.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una pegajosa melodía proveniente de algún lugar, la melodía sonó por un minuto y después se apagó. Ese sonido no pertenecía a su teléfono, y de pronto otra vez volvió a sonar esa melodía busco por todos lados, pero no la encontró. Y una vez más volvió aquellas notas pegajosas un pequeño brillo debajo de la cama hizo que encontrara un teléfono rosado, en la pantalla decía "Mama" sin duda era el teléfono de Mimi. Y su madre le estaba llamando insistentemente. Una cuarta vez sonó, dudo en contestar, pero parecía que la señora realmente quería hablar con ella.

—Mimi cariño, porque no contrastas te he estado marcando.

—Buenos días, señora, habla Yamato, Yamato Ishida, amigo de Mimi.

—Esta niña volvió a perder su teléfono—Escucho un resoplido de parte de la madre de la chica.

—Algo así, pero no, anoche ella y unos amigos vinieron a dejarme a casa y se le quedo el teléfono iba en camino a dejárselo.

—Oh que amable querido, bueno cuando se lo des dile que me llame.

—Con gusto señora.

Después de una empalagosa despedida por parte de la madre de la castaña colgó. Tenía que ir a dejárselo inmediatamente. Se cambió de ropa, tomo rápidamente las llaves de su motocicleta y condujo hasta la casa de Mimi, pero al llegar ahí dudo en tocarle la puerta, debía estar triste y deprimida por lo que pasó la noche anterior, pero él no sabía qué hacer con una persona en ese estado y menos con una persona a la cual no se llevaba ni cerca de bien. Toco el timbre un par de veces hasta que le abrieron la puerta, entreabierta la puerta Mimi pudo ver de reojo a Yamato, y cerró inmediatamente.

—Mimi vengo a darte algo.

—Lárgate no te quiero ver—Dijo Mimi casi gritando y entre sollozos.

—Mimi tu madre ha estado marcándote al teléfono, lo dejaste—Yamato ahora dijo para que pudiese hablar con el.

Volvió a abrir la puerta y Yamato mostro el teléfono. Mimi se sorprendió de haber podido recuperar su teléfono, lo tomo y en efecto tenía varias llamadas perdidas de su madre.

—Gracias—Dijo un poco avergonzada, pero no dijo nada mas.

—Mimi... tenemos que hablar de lo que pasó...

—Anoche no pasó nada, entiendes...gracias por traer mi teléfono, pero es hora que te marches—Yamato se sorprendió por las palabras de Mimi. Era un poco extraño todo aquello.

—Está bien—Yamato tomo su casco y se alejó de ahí.

Estaba bastante confundido por todo, hizo lo correcto intentar hablar con Mimi, pero ella se reusaba a hablar del tema, y sabía que no podía decirle a nadie, no era lo correcto.

Después de esa ocasión no volvió a saber de Mimi, por al menos un mes, ya no salía los viernes con ellos y cuando casualmente escuchaba de ella siempre escuchaba la misma historia "Mimi se siente mal" "A Mimi le duele el estómago por eso no va a venir" "Mimi le duele la cabeza y si mezcla alcohol le va a ser daño" él sabía perfectamente que estaba evitándolo, pero no podía decir absolutamente nada.

Durante ese mes que no supo de Mimi ocurrieron cosas muy particulares en su grupo de amigos y sobre todo con él, había empezado a tener más cercanía de lo común con Sora, y a él le parecía perfecto, ya que realmente le gustaba Sora. Pero nunca había intentado absolutamente nada con ella porque Taichi siempre estaba en medio de los dos, que extrañamente el moreno comenzaba a alejarse de ellos y entre pláticas escuchaba que se la vivía con Mimi, y tenía el presentimiento de que la castaña le diría algo sobre aquella noche. Pero nunca obtuvo reclamos del moreno.

La relación con Sora estaba siendo bastante favorable, a tal punto en el que parecían una pareja y eso le agravaba muchísimo, pero no hablaban de sus sentimientos. Una tarde iba a salir con Sora y estaba realmente preparado para dar el siguiente paso cuando escucho el timbre de su apartamento.

—¿Mimi? ¿Ocurre algo? —Pregunto bastante sorprendido con la chica.

—¿Podemos hablar? —Dijo ella bastante preocupada, Yamato no entendía por qué después de un mes iba a hablar con el0

—Realmente es mal momento voy de salida—Yamato dijo de una manera un poco cortante.

—Es importante—Dijo ella insistente, Yamato saco su teléfono y vio la hora, faltaba poco para encontrarse con Sora.

—No tengo tiempo, realmente voy de salida, si quieres paso a tu casa después de ver a...

—Estoy embarazada.

Y así de sorpresa Mimi le dijo sin siquiera avisar

—Sora...

Mimi se sorprendió por lo ocurrido, no sabía que estuviese viendo a Sora, ahora todo cambiaria para ellos y lo que se aproximaba era algo bastante difícil para ambos.


Hola mi estrellitas, algunos ya conocerán este hermoso fanfic que lo saque de debajo de las sabanas, estuve dudando mucho en publicar nuevamente este fanfic, pero gracias a mis personitas queridas Ava_Zans LucyDMenezes MiaxMica que me apoyaron para volver a publicar todos mis fanfics que están guardados, espero que les guste y los estare leyendo.