Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 48

―No te soltaré ―gruñe, ejerciendo mayor fuerza― estoy cansado de tus negativas, Isabella.

Mis manos luchan contra sus dedos que siguen apretando mis mejillas.

―Ahora mismo nos vamos ―brama―. Y dejaremos atrás este juego estúpido de sentirte autosuficiente.

Lucho. Forcejeo contra él hasta que me zafo de su agarre.

Me refugio en la esquina de la tintorería, como si él no pudiera acercarse con facilidad al cruzar la pequeña división. De hecho lo hace y camina lentamente hacia mí.

No puedo huir, tampoco correr.

―Lárgate ―mascullo, ocultando el dolor en mi cara― no quiero verte.

Quiero gritar; pedir por ayuda, pero también sé que estoy sola. Es la hora del almuerzo y los pocos compañeros están fuera.

―Vámonos ―exige, tirando de mi mano.

Me resisto. Lo hago con todas mis fuerzas y él me suelta. No sé porqué lo hace, tampoco me interesa averiguar, solo tomo distancia en la otra esquina.

Me sigue mirando y de pronto las comisuras de sus labios se elevan, tiene una sonrisa burlesca y menospreciativa.

―Crees que me estoy muriendo por ti, ¿verdad? ―sacude la cabeza―. Te diré la razón del porqué estoy aquí ―lleva las manos a sus bolsillos y empieza una caminata―. Estoy harto de las caricias de tu hermana, sinceramente no sirve para complacer a nadie, así que para eso estás tú.

Abro ampliamente los ojos.

¿Qué dijo?

Alice… Él… Lo intuía, sin embargo, poco puede importarme.

―No pensarás que le regalé una maldita escuela de danza por amor a ti ―añade―. Alice te odia, y todo porque no puede ocupar tu lugar. Es que tampoco podría desposar a una mujerzuela como ella, que vaga de cama en cama para ver quién le resuelve la vida.

―Tú se la resolviste muy bien ―respondo irónica.

―¿Estás celosa?

―De ti, nunca.

Mi respuesta hace desvanecer su sonrisa. Se que es un puñal a su ego machista, es por eso que se acerca nuevamente, acorralando mi cuerpo entre sus brazos y la pared.

No quiero darle poder de que me intimide. Es por eso que mantengo mi rostro en alto e intento con todas mis fuerzas no llorar.

Nos mantenemos viéndonos, como si de esa forma midieramos fuerzas. De pronto, su mano se instala en mi vientre, lo acaricia y mi cuerpo involuntariamente se estremece.

No quiero que dañe a mi bebé. Sacando valor de no sé dónde le doy un manotazo, alejando sus manos de mi barriga.

Su mirada baga a mi vientre y luego a mis ojos. Su semblante cambia y de nuevo percibo tanto odio.

―Te estás acostando con ese infeliz ―gruñe mientras sus dedos se clavan con fuerza en mi cuello, me está asfixiando, quitándome el aliento.

Mis manos sostienen la suya intentando alejarla y poder respirar. Pero es en vano.

Estoy mareada y por nanosegundos veo ráfagas oscuras.

No quiero que sea mi fin.

No cuando la vida de mi bebé depende de mí.

Por favor, Dios, no quiero morir. No ahora…

Abro la boca con desesperación, estoy boqueando como pez fuera del agua, mientras siento los movimientos incesantes de mi bebé en mi vientre.

―¡Suelta a mi mujer, maldito infeliz! ―Escucho la agresiva voz de Edward convertido en una fiera.


Hola. Les agradezco su apoyo y entusiasmo para la historia, ¡llegó Edward! ¿Qué opinan de la revelación de Jacob?

Gracias totales por leer ✨