-Esta ciudad es una locura. -Elena se sentó a su lado, agitando un abanico.

-¿De dónde sacaste eso? -Le ofreció un café frío y Elena soltó el abanico de inmediato. Por un momento, Ella pensó que su hermana sería capaz de tirarse el café encima, solo para refrescarse.

-¿Te he dicho que eres la mejor hermana del mundo? Porque lo eres. Y eso me lo dio un extraño. Dios, no puedo esperar a que sea otoño. Estas temperaturas me están matando.

-Solo falta un mes, puedes sobrevivir. ¿Y de qué te quejas? Te pasas el día dentro de un hospital con aire acondicionado.

Elena refunfuñó y cerró los ojos al tomar el primer sorbo de la bebida fría.

-Solo salgo en este calor por ti. Y… -alargó esa "y" con un tono que Ella conocía demasiado bien- porque creo que sabes qué te voy a preguntar. Así que suelta, ¿qué fue todo eso la semana pasada?

-No sé de qué hablas. -Bebió de su propio frappuccino de caramelo, con la mirada perdida en los extraños que caminaban de un lado a otro. No se encontraban a más de una cuadra de Ciao y no pudo evitar mirar en dirección del edificio.

-Ah, claro, cierto que tu memoria falla a veces -dijo con sarcasmo-. Permíteme recordarte: la noche que recogiste a los niños porque tu jefa te invitó a cenar.

-Eso fue todo.

Elena soltó una carcajada.

-No conozco a esa mujer, pero por lo que he me has dicho, no parece ser de las que invita su asistente a cenar en su propia casa. ¿No?

Ella todavía estaba intentando procesar aquello, cuestionando si realmente había sucedido.

-Lo hace por los niños -dijo sin pensar y cerró la boca al caer en cuenta que esa podría ser una posibilidad real. Era cierto que los niños se llevaban muy bien y a Maura le agradaba pasar tiempo con los mellizos. Eso tendría mucho más sentido que todas las otras opciones que se le habían pasado por la cabeza.

"Asumiendo riesgos" ¿Qué significa eso para Constance Isles?

-¿Se puede saber que estás pensando? -preguntó Elena.

-Que tengo que volver al trabajo -anunció poniéndose de pie, sonriendo ante la expresión escandalizada de su hermana.

-¡Pero acabo de llegar!

-Tarde.

-Por mi trabajo.

Ella se encogió de hombros.

-Está bien… te acompañaré hasta el edificio, y no te preocupes, ya no haré más preguntas. Aunque si tengo que decirte que… conocí a alguien.

-¿Qué?

-Un hombre atractivo, doctor -claro- porque quién más puede vivir con mis horarios—

-¿Y dos personas con ese horario es mejor? Supongo que sí, si los dos nunca salen del hospital…

-Supongo que me merezco eso.

Ella sonrió y entrelazó su brazo libre con el de su hermana.

-Cuéntame más sobre ese hombre…


Ella llegó a su escritorio justo a tiempo para recoger su bloc de notas y dirigirse rápidamente al salón donde todos ya se encontraban sentados alrededor de una gran mesa ovalada. Reconoció a algunos presentes: Evan del equipo de editores de artículos y Alva del equipo digital. Rafael sonrió al verla entrar y sentarse al lado de Constance. Sarah, que estaba sentada al lado de Rafael, la miró y le guiñó un ojo, dejándola boquiabierta.

Rafael levantó una mano y chocó cinco con Sarah, con sonrisas disimuladas en sus rostros.

Esos dos… Aún se preguntaba cómo Rafael se las ingenió para involucrar a Sarah en sus 'bromas'.

Constance se aclaró la garganta, con la mirada enfocada en su director de arte y ex asistente. El aire cambió de repente y Rafael se puso de pie para dar inicio a la reunión, comenzando por mostrar las fotos de la sesión de ValHen. Sarah le siguió, mostrando los diseños para los anuncios.

-Los colores contrastan demasiado -comentó Constance, levantándose y acercándose a Sarah, observando las fotos y diseños en la pizarra blanca.

Ella quedó hipnotizada al observarlas: cómo Constance dirigía la reunión en su totalidad, prestando atención a cada opinión de los miembros de su equipo. Le resultó curioso que la mayoría de las personas que no trabajaban para Constance pensaban que ella imponía su voluntad y que todo debía ser a su manera, como si fuera la única forma. Al principio, ella había compartido esa idea, pero con el tiempo se dio cuenta de que era todo lo contrario. La propia Constance se lo había comentado de la nada mientras revisaba la copia de la revista en el asiento trasero del auto: que no sería nadie sin un buen equipo (aunque Ella había estado segura de que se lo estaba diciendo a sí misma solo para recordarse que no todos eran incompetentes). Constance era consciente de que su equipo lo era todo y por eso siempre intentaba rodearse de personas cuyas opiniones y gustos respetaba, personas leales que habían demostrado tener lo necesario, como Sarah.

Al estar junto a ella durante tanto tiempo, se había dado cuenta de que a su jefa le gustaban las sorpresas, aunque no todas. Las pocas veces que la ha visto sonreír de verdad en y por el trabajo, ha sido gracias a sorpresas. Rafael se lo había explicado: no importaba cuánto se hablaba o planeaba con un fotógrafo o un editor, cuando el producto final llegaba a las manos de Constance, podría ser algo completamente diferente. Y de ese modo, Constance había aprendido a aceptar un poco más la espontaneidad.

-Sabía que algo no encajaba -murmuró Sarah, girándose para abrir su carpeta y sacar algunas muestras de diferentes colores. Escogió una y la colocó en la pizarra-. Este color me parece mejor -dijo con seguridad, aunque Ella notó cómo cruzó las manos para disimular el leve temblor en sus dedos.

A veces se preguntaba si Sarah también sentía que Constance seguía poniéndola a prueba, como hacía con ella.

-Buena elección. Estoy de acuerdo en que es mucho mejor.

Ella sonrió ampliamente al escuchar eso y no supo cómo Sarah se las arregló para simplemente asentir.

-Muy bien. Ahora que eso está resuelto, quiero todo listo para Milán la próxima semana. ¿Qué día será la reunión, Eliana?

-Lunes a primera hora.

Poco a poco, todos comenzaron a salir del salón y Ella le ofreció una sonrisa a Sarah, levantando el pulgar hacia arriba. Sarah solo puso los ojos en blanco, pero le devolvió una leve sonrisa.

-Bella, ¿Estás emocionada por Milán?

-¿Por?

-¿Cómo que por? ¿Una semana completa en Milán por Fashion Week? ¿Qué más podrías necesitar?.

-¿Yo… iré?

Rafael la miró con los ojos muy abiertos. Nunca lo había visto tan sorprendido.

-Oh oh.

-Eliana, ven a mi oficina -dijo Constance.

Ella no reaccionó hasta que Rafael le dio un ligero empujón.

-¿Iré a Milán? -Fue lo primero que dijo al cerrar la puerta de la oficina de Constance. La morena ni siquiera se había sentado todavía.

-Claro, eres mi asistente.

-Pero…

-Cierra la boca, Eliana. Piensa y luego habla. Siéntate.

Ella no tenía suficiente capacidad mental en el instante para poder racionalizar esas palabras dichas con aquel tono tan suave, así que se dejó caer en la silla. Intentaba organizar sus pensamientos, pero ni siquiera sabía por dónde empezar.

-Tengo dos hijos, Constance. No puedo dejarlos solos o con mi hermana por una semana completa. Estarás en Milán siete días… yo no puedo…

-¿Qué harás entonces? ¿Renunciarás? -Preguntó Constance, entrelazando las manos sobre el escritorio de cristal mientras la miraba a los ojos.

-¿Me das permiso para hablar abiertamente?

Constance mostró sorpresa ante la pregunta.

-Me gustaría pensar que has sido honesta todo este tiempo.

-Lo he sido, pero quiero saber si puedo hablar sin temor a ser despedida por lo que voy a decir.

-Toma ese chance.

Ella gruñó inconscientemente y Constance arqueó una ceja al escucharla.

Bien hecho, Ella. Se reprendió mentalmente.

-Estoy sola con dos hijos. Mi hermana me ayuda, pero es doctora y su horario es más irregular que el mío. No puedo dejarla a cargo de sus sobrinos durante siete días. Yo no los puedo dejar por tantos días. En cambio, tú tienes a tu marido y Talia para ayudarte con Maura. Y no quiero que me chantajees con la seguridad de mi trabajo. Mis hijos siempre estarán por encima de t…Ciao.

La expresión de Constance se endureció.

-No te he chantajeado y tampoco lo haré, Eliana. Deberías saber que siempre he valorado la honestidad sobre todo. Pensaba que estabas consciente de que me acompañarías, después de todo, has sido tú quien ha estado planeando el viaje—

-Porque lo he estado planeando para ti… no había pensado que—

-Talia me acompañará para cuidar de Maura. Lo hizo el año pasado durante la Fashion Week en Francia. Estoy segura de que también podrá cuidar de tus mellizos.

-¿Quieres que lleve a los mellizos a Italia? -Preguntó estupefacta.

-No será un viaje de placer. Es una semana extremadamente ocupada para mí, y aún más para mi asistente, pero al menos estarán cerca y bien cuidados.

-Dios mío… -susurró, frotándose la sien.

-Tienes tiempo para decidir.

-¿Y tú estás bien con eso?

-¿Crees que si no lo estuviera lo habría ofrecido?

-¿No sería más fácil tener una asistente de reemplazo durante esa semana? En vez de llevarme con los niños y crear más trabajo para Talia.

-No.

Ella ladeó la cabeza. ¿Eso sería lo único que diría?

-Te quiero a ti, Eliana.

Ella parpadeó varias veces, boquiabierta. Sabía que lo decía porque es su asistente y porque es buena en lo que hace, pero el tono de voz de Constance y su mirada penetrante hizo que todo su cuerpo se estremeciera.

-Tendré una respuesta para finales de esta semana -dijo poniéndose de pie con piernas temblorosas. Aún no había logrado cerrar la boca y, para su sorpresa, Constance no le había pedido que lo hiciera.