¿Ya leíste el capítulo anterior? Si no has leído aun "La visita Agraz a Klassenberg" con su sucesivo Ss del Zent, entonces ve al capítulo anterior y podrás ponerte al día con el capítulo de la semana pasada.

El Ascenso de un Científico Loco

¡Descubriré cómo Funciona el Mundo!

Seradina

"Y eso sería todo, ¿tiene alguna pregunta?"

Con los viajes de este año finalizados, era momento de iniciar los exámenes de lady Seradina. Desde primavera y todo el verano la estuvieron educando en Eisenreich, tenía entendido que, durante este tiempo, le aplicaron pruebas para revisar que su nivel fuese el adecuado para un candidato a archiduque, y que la profesora Hirschur se volvió su tutora durante este tiempo, pero era mi trabajo aplicar los exámenes de recuperación del curso especializado.

También era mi responsabilidad repasar con ella sus debilidades.

La vi sujetar su barbilla, pensando, con un gesto que la hacía parecer más joven y parecerse aún más a Rozemyne.

"Más que una pregunta, tengo una petición."

"¿Qué es?"

"Bueno…" inicio con una sonrisa un tanto incomoda, "si es posible, ¿habría alguna manera de mantener el mínimo contacto con los estudiantes de sexto?"

Pensé un poco su petición, la madre de Rozemyne aún era joven, alrededor de treinta años, y por alguna razón lucia mucho más joven que eso. Con el cabello suelto era seguro que se necesitaría una segunda mirada para percatarse de que en realidad era adulta.

Originalmente presentaría los exámenes de nivelación de primero a quinto durante la temporada baja y se presentaría junto a los estudiantes de sexto en el invierno. Pero había comenzado a retrasarlos.

Debía ser incómodo para ella compartir salón con estudiantes que podrían ser sus hijos. Sobre todo, si debía soltarse el cabello hasta su graduación.

"Prepararé un plan entonces, si no le importa."

"¡Por favor!"

Para ahorrar un poco de tiempo, ya que Lady Seradina debía completar cinco años en una estación, le pedí a mis eruditos que prepararan los exámenes generales de primero a quinto, luego los coloqué frente a ella mientras comenzaba a prepárame para el invierno.

'Si le aplicaré todos los exámenes del curso de candidatos en invierno… lo mejor será que recupere su voluntad divina después de que lo hagan los de primero, pero…'

Rozemyne tenía siete elementos por nacimiento, la posibilidad de que su madre también fuese siete atributos era alta, por no decir innegable. Cuando realizara la ceremonia de bendición el altar se abriría para ella y podría recuperar su voluntad divina en ese momento.

Gracias a los dioses, ahora yo estaba registrado como realeza, por lo que podría abrir el lugar más lejano por mi cuenta o, en todo caso, decir que lo abrí.

Como su tutor era mi responsabilidad revisar que su ceremonia de bendición fuera correcta, sin embargo, considerando la devoción que parecía sentir por los dioses no creía que la ceremonia fuese a darle bendiciones pequeñas.

'Usualmente son una o dos por atributo, pero es posible que obtenga tantas como los azules de Rozemyne.'

Si mi suposición era correcta, Seradina recibiría alrededor de una veintena, las cuales eran muchas, en verdad muchas. Quedaría en evidencia que es una doncella del templo, 'lo que en realidad solo reforzaría la historia de fondo para ella.'

Seradina era una mujer muy dedicada, podía verlo en forma de notas y apuntes que hizo mientras la educaban en Eisenreich. Su concentración no menguaba y seguía respondiendo un examen tras otro sin despegar la vista de los papeles. Tan pronto como completaba uno lo dejaba a un lado y tomaba el siguiente, solo el sonido de la pluma sobre el papel era audible en este momento.

A la tercera campanada, el sonido de pasos se dejó escuchar a través del salón, al levantar la vista pude ver a Rozemyne caminar hacia mi escritorio con una canasta en la mano.

La vi sacar dos cajas bento con lo que suponía era comida para nosotros. Mis ojos fueron a su madre, que no parecía tener intención de detenerse, respondiendo los exámenes uno tras otro.

"Me parezco a ella más de lo que pensaba." Me dijo con una sonrisa incómoda conforme sacaba unos sándwiches envueltos en tela.

"¿Eso quiere decir que no dejará de trabajar hasta que termine?" aventuré.

"Exacto." Tomó el plato con la comida y lo colocó a cierta distancia de Seradina. "Debes comer, mamá."

No pude contener la sonrisa que floreció al ver a mi novia hablar con su madre, agachándose apenas un poco para llamar su atención sin interrumpirla.

La madre de mi novia, que estaba decidida a terminar todo con rapidez, estiró la mano y cogió la comida antes de darle un mordisco sin perder la concentración, levantando el rostro apenas un poco para no morder sobre el papel.

Viéndolas tan cerca una de la otra, no pude evitar sentir que algo estaba mal, aunque no lograra dar con el que.

Comencé a comer en silencio junto a Rozemyne. El lugar de las pruebas era la biblioteca en la villa de Rozemyne que también era el edificio para candidatos. Algo difícil de olvidar ya que yo vivía aquí y no en una villa propia, además del hecho de que las habitaciones para Eglantine y Anastasio ya habían comenzado a prepararse. Los muebles tardaban hasta un año en completarse y recientemente había visto a los comerciantes entrar y salir con medidas y notas, suponía que para las habitaciones de ambos. Las cortinas, alfombras, incluso la decoración, todo debía ser de excelente calidad, al nivel de un candidato de un gran ducado.

"¿Qué te molesta?" me preguntó Rozemyne después de un momento, dándome una herramienta antiescuchas.

No estaba seguro de cómo abordar el tema, después de un momento dije lo que tenía en la cabeza.

"Tu madre… realmente podría pasar por tu hermana mayor."

El silencio fue la respuesta que recibí mientras los ojos de Rozemyne vagaban a la mujer que le había dado a luz, rascó su mejilla en un gesto nervioso, como si debatiera si hablar o no, antes de soltar el aire y mirarme.

"Mamá era un capullo, la hija de una flor. Como tal, vivió toda su vida en el palacio de Adalaziza. Su futuro como flor era incierto, podía volverse o no una flor, sin embargo, a todas las princesas del palacio se les enseña como entretener…" murmuró en un susurro incómodo, "las princesas del palacio solo comienzan a ofrecer sus servicios después de los quince años, pero antes de eso, ofrecen compañía a los hombres mientras esperan a que las flores estén listas para recibirlos." Explicó mirando a su madre, quien seguía respondiendo un examen tras otro sin prestarnos atención.

"Los príncipes reales eran entretenidos por las flores del palacio con más frecuencia que los Aubs. Mamá es muy bella y hábil. El segundo y el tercer príncipe solían compartir su compañía."

La vi respirar hondo. Era claro que no era un tema que le gustara abordar, menos ahora.

Mientras la veía ordenar sus pensamientos, pensé en lo que sabía de mis difuntos tíos. Según me enteré, ambos eran muy unidos. Siegfried, el difunto tercer príncipe se había levantado en armas tras el asesinato de su hermano, heredero al trono, no por la corona sino por venganza.

"Se encapricharon con mamá fuera del lecho y ambos tuvieron a bien compartirla. Tanto el tercero como el segundo príncipe la querían solo para ellos."

Rozemyne entonces continuó la historia. Me contó que, para bien o para mal, al ser la flor predilecta de ambos, ella vivía apartada de las demás flores. Al menos al inicio.

"El palacio separado era regulado por un grupo de eruditos que se encargaban de enviar invitaciones a los Aubs."

Asentí a sus palabras, recordando lo que había leído en mi sabiduría sobre la administración del palacio.

"Por una feliz confusión papá fue citado por primera vez cuando todas las flores tenían visitas. El guardia que era nuevo, Laobrut me parece que se llamaba, lo guio hasta la habitación de mamá. Los asistentes que lo vieron dudar colocaron incienso de toruk y le dieron estimulantes… mamá era una flor que no había dado frutos y necesitaban que diera frutos."

Cuando los eruditos notaron su error, Seradina ya había pasado la noche con el tío y quedado embarazada. Claro que estuvieron temerosos de la reacción de los príncipes, por lo cual lo ocultaron. Pero no pudieron ocultar el embarazo de la flor del heredero de Zent y su primer ministro.

No sabían quién de ellos era el padre del hijo de Seradina, los eruditos no podían afirmarlo, por lo que optaron por enviar todo lo necesario para ayudarla, pensando erróneamente que el bebé que ella esperaba era de uno de ellos.

"Fue por eso por lo que los eruditos permitieron que papá enviara feystone con maná a mamá, y que la visitara a veces, aunque fuese en secreto."

Sinceramente me parecía inaudito que no pudiesen afirmar de quien era hija Rozemyne. Por lo que leí en la sabiduría se llevaba un registro riguroso sobre las visitas e incluso sobre el ciclo de Geduldh en cada flor. No era común, sin embargo, era una posibilidad muy real para un padre reclamar a su hijo. Hasta ahora, solo asumí que la incertidumbre sobre el padre de Rozemyne se debía a que los registros del palacio habían desaparecido junto al palacio, pero ahora entendía que en realidad se debía a que los eruditos decidieron ocultar su error por completo.

La guerra civil inició tras la muerte de Waldfried y finalizó con la victoria del tercer príncipe. En ese tiempo había nacido una hija de Seradina cuyo padre podría ser el difunto Zent. Una princesa que debía ser protegida y ocultada cuando todo sobre el palacio fue enviado al olvido.

Sin embargo, aún había algunas cosas que no entendía.

La sabiduría narraba que, tras la victoria del tercer príncipe, el palacio fue cerrado y a los habitantes del palacio se les dio veneno; grandes piedras fey fueron enviadas a Lanzenave como compensación con una nota que explicaba porque no recibirían más piedras por un tiempo. Sin embargo, había frutos viviendo en Drewanchel. La madre de Rozemyne estaba viva y, por lo que entendía, no era la única flor en el templo soberado. Nada de eso tenía sentido.

También… si los eruditos querían hacer pasar a Rozemyne como hija del difunto Zent, '¿Cómo terminó volviendo con su padre?'

Las cosas que no tenían sentido seguían acumulándose.

La primera guerra había terminado con relativa rapidez llevando a la victoria del tercer príncipe. '¿En qué momento fue entregada a su padre?'

Rozemyne se despidió poco después de que termináramos de almorzar. Parecía más tranquila ahora que nuestro padre adoptivo decidió que ya había pasado suficiente tiempo con Galtero dentro de Klassenberg y no tuvo que dividir su tiempo entre los dos.

Ambos teníamos trabajo, pero ahora podíamos pasar todo nuestro tiempo libre juntos si así lo deseábamos.

'Al menos hasta que se compense el tiempo.'

.

Casi no podía creer lo que estaba viendo. Las pruebas de formulación, que suponía serían un problema para Lady Seradina, estaban siendo realizadas como si de una profesional se tratase.

Sabía que no la habían instruido dentro de Eisenreich porque mi padre me informó sobre el plan de estudios y nivelación que usaron y formulación no estuvo incluido. Las generaciones actuales usaban su schtappe para formular de modo que no quisieron educarla en ese ámbito antes para no confundirla ya que era diferente usar las herramientas que usar el schtappe.

Se esperaba que Seradina recogiese su voluntad divina tras su bautizo, pero al igual que los exámenes, se siguió retrasando por una u otra cosa y, a estas alturas, no podíamos realizar su bautizo hasta el invierno, por lo que opte por enseñarle usando las herramientas mágicas. Sin embargo, la mujer frente a mi fue capaz de seguir las instrucciones a la primera.

Decir que estaba asombrado era quedarse corto.

"Finalicé, ¿qué sigue?"

"En realidad, con esto finalizamos todo lo referente a las materias generales. Solo faltaría la creación de su jureve, pero debe reunir los materiales primero."

"Mi niña dijo que tenía algunos materiales estacionales de alta calidad para mi. Es muy buena, ¿no cree?"

"Ciertamente…"

El pensamiento de que la misma Rozemyne la había instruido en algún momento destelló en mi mente un momento, siendo descartado casi de inmediato. Ella no había tenido tiempo para hacerlo.

Mi atención volvió a la mujer mientras la veía usar un blatand qué mi novia debió darle en algún momento.

"Lo traerá en seguida", me informó la mujer sonriendo animada.

"Tomemos un descanso entonces mientras llega." Sugerí haciendo un gesto a los asistentes para que nos sirviesen un poco de té. "Debo felicitarla, Lady Seradina. Es una estudiante muy dedicada, no parece usted una principiante en la formulación."

"Porque no lo soy." Soltó con una sonrisa divertida "Usted y mi hija hacen lo mismo al fingir qué algo no les intriga." Se mofó.

Tomó un nuevo sorbo de té, sonriendo divertida.

"No recuerdo muy bien que sucedió. Así que no puedo darle los detalles, pero una vez preparé un jureve y dormí en él."

Evitar escupir mi té o soltar mi taza me requirió un verdadero esfuerzo de autocontrol, logrando que se me derramara apenas un poco por la comisura del labio, misma que me apresuré a limpiar luego de depositar mi taza en su plato.

"¿Un jureve?" 'Esa no es una poción sencilla de hacer en modo alguno.'

"Así es. Fue hace mucho tiempo, después de que mi niña abandonara el palacio. Recuerdo que recé y recé a los dioses, rogándoles que dejaran que mi pequeña tuviera una buena vida y me dieran la oportunidad de volverla a ver… de verla feliz y libre. Y los dioses me respondieron" sonrió Lady Seradina con algo de nostalgia y un fervor piadoso en la mirada.

A pesar de estar al tanto de que los dioses eran reales en este mundo, también estaba al tanto de que no solían intervenir demasiado, quizás por sus propias reglas, quizás porque este era, después de todo, el jardín donde el Dios caído estaba pagando penitencia por sus acciones dentro de la historia de la mitología.

"¿No me cree, verdad?"

"No sé qué fue lo que le sucedió, Lady Seradina. Pero entiendo que los dioses no tienden a intervenir, a lo mucho… usan a Rozemyne para que sea ella quien lleve a cabo los asuntos que a ellos les interesa."

"Mi niña no es la única que ha sido seleccionada por los dioses, profesor Ferdinand."

Estaba a punto de preguntar más al respecto cuando Rozemyne llegó con los materiales y pronto, toda aquella conversación quedó relegada al fondo de mi mente. Lady Seradina era muy precisa al tratar los materiales, ya fuera para refinar el maná en los ingredientes, cortarlos, o mezclarlos. Cuando la mujer solicitó que le dibujáramos un círculo mágico para salvar tiempo, me dejó sorprendido. Ese círculo solo lo usábamos la profesora Hirschur, Rozemyne y yo debido a que debíamos cambiar de actividad de manera constante. Qué la mujer aguantara dos círculos mágicos de este tipo solo me demostró que tenía una cantidad de maná considerable… aunque no como la nuestra. Rozemyne y yo podíamos utilizar hasta tres círculos. Nunca habíamos experimentado con cuatro por temor a echar a perder alguna poción o artefacto.

"Mamá es sorprendente, ¿no lo crees, Ferdinand?"

"Lo es. Tendré que darle el aprobado antes de lo que pensaba." 'En todo caso, parece que será posible hacerla completar el curso durante el invierno.'

Saberlo fue un alivio a mis preocupaciones más inmediatas. Ahora podía terminar el plan para el invierno que debía presentar a mi padre adoptivo y a los profesores para Lady Seradina. Con las pruebas de hoy listas era momento de terminar, pero…

Aun si hubiera querido cuestionar más a la madre de mi novia, fue imposible. Rozemyne se dedicó a enviar ordonnances a diestra y siniestra para hacerse de algo de tiempo libre, usándolo para festejar con su madre en uno de los miradores rodeados de flores azules con puntas rosadas.

Las dos eran misterios andantes, ya tendría tiempo para ir descubriendo más piezas y armando los rompecabezas que esas dos implicaban, solo que sería después.

.

'¿Cómo carajos llegamos a esto? ¿En qué momento dije que quería los nombres de mis subordinados? ¿Al menos tienen idea de lo que va a pasarles si yo muero?'

"¡Por favor, majestad! ¡Acepte mi nombre! ¡No deseo servir a nadie más que no sea usted!"

Eckhart se encontraba arrodillado frente a mí, evitando que pudiera entrar a que me asearan y cambiaran para que pudiera acostarme a dormir. Estaba a punto de negarme cuando Laurenz se arrodilló a su lado y sacó también una piedra blanca con su nombre… ¡el muy idiota!

"¡Yo también deseo entregarle mi nombre, Milord! Lo estuve considerando mucho, en especial desde que volvimos de Klassenberg hace una semana y me decidí a que DEBO hacerlo. No pienso dejarlo solo a donde sea que vaya."

Desconcertado y exhausto, preferí aceptar primero a Eckhart y luego a Laurenz, más que nada para que ambos pudiéramos hablar al respecto en mi habitación oculta, con Justus como único testigo de todo.

"¿Laurenz, en serio entiendes lo que me estás pidiendo?"

"¡Por supuesto que lo comprendo! Si tú vives, yo vivo, si tú mueres, yo muero, más importante todavía, ¡si tú reencarnas, yo también lo haré!"

Parecía a punto de explicar más cuando volteó a ver a Justus. Una cosa era que nuestro hermano supiera que ambos compartíamos recuerdos de otro mundo y otra muy distinta era escuchar a este idiota entrar en modo Shuu… o ese pensé que era el problema.

Cuando Laurenz me mandó una mirada suplicante y luego otra de desesperación a Justus, le di la orden a nuestro hermano de guardar silencio ante lo que escucharía aquí. Justus no tardó nada en arrodillarse y cruzarse de brazos en completa sumisión por la orden.

"¿Y bien? ¿No deberías jurarle tu nombre a Rozemyne o a Alerah?"

"Si, bueno, con respecto a eso..." empezó a explicarse con una sonrisa complicada, evadiendo mis ojos un momento antes de tomar aire y mirarme con algo de recelo y bastante resignación… además de tristeza "ya he perdido la oportunidad de reencontrarme con mi Akane. Incluso si pudiera encontrarla ahora, no estoy muy seguro de que a ella le agradara la idea de compartirme… ya sabes lo territorial que era ella."

"¿Quién es esta, Acane?" intervino Justus de pronto.

Laurenz se mordió los labios con la mirada baja, de modo que fui yo quien respondió

"Solía ser la esposa de este idiota en el mundo de los sueños… en realidad no sé más. No recuerdo haberla conocido más allá de lo que Laurenz me ha contado de ella."

Laurenz se aclaró la garganta entonces y volvió a mirarme un momento, antes de soltar un suspiro y continuar.

"Soy tu guardia, erudito y asistente ahora, no el de Rozemyne, así que estaría muy mal visto que le dé mi nombre a ella, si te lo doy a ti, estoy seguro de que terminaremos persiguiéndola a la siguiente vida."

Justus trató de contener una risa burlona sin mucho éxito y yo solo sentí como mis orejas traidoras se coloreaban de carmín, cruzándome de brazos, abochornado por aquello y mirando a otro lado.

"¿Qué hay de Alerah? ¿No preferirías que intercambiaran nombres?"

"Si, bueno… sobre eso…"

El muy idiota ya lo había intentado, así que en realidad me estaba usando como plato de segunda mesa. ¡El descaro de Laurenz!

"¿Te rechazó?" preguntó Justus sin dejar de reír ahora.

"Más o menos… ahm… ella ya le había entregado su nombre a la princesa… hace unas dos o tres temporadas… así que… si te sigo a ti, las volveré a encontrar a las dos. Seremos como una gran familia feliz que se vuelve a encontrar al renacer. Solo espero que la próxima vez no haya tantos rangos interviniendo en nuestro trato."

Me llevé la mano a la nariz, sosteniendo el puente con algo de cansancio, luego me di cuenta de que, teniendo el nombre de Laurenz, sería más fácil evitar que cometiera alguna estupidez… o castigarlo si llegaba a hacer algo indebido.

"¿Seguro que lo pensaste bien, Laurenz?" preguntó Justus más calmado ahora "Margareth se enteró de que le había dado mi nombre hace poco… y debo decir que tomó ventaja de ello. Las mujeres son temibles cuando saben cómo acabar con tu sanidad mental."

Eso me llamó la atención, sin embargo, no estaba muy seguro de querer saber que medidas tomó Margareth al saber que su esposo estaba impedido a hablarle o tocarla por dos semanas.

"Me arriesgaré. El premio resulta valer la pena."

Eso debió conmoverme porque decidí aceptar su nombre.

Para cuando el ritual terminó y Laurenz respiraba con más calma, me sonrió como si fuera un enorme gato planeando una diablura y volteó a ver a Justus.

"¿Sabes una cosa, hermano mayor? no importa que tan malvado sea nuestro hermano, siempre puedo encontrar un modo de cobrármelo después."

Luego de eso, Laurenz recibió su primer castigo, ganándose una buena semana de bolas azules.

.

El tiempo siguió su curso sin darnos un solo respiro luego de aquello. Entre preparar clases y materiales, averiguar la situación de los distintos ducados según su estatus como vencedor, ganador o neutral, así como verificar el grueso poblacional incluso de las zonas giebe y del estado de la tierra y los estragos causados por la guerra me dejaron con una mínima cantidad de tiempo para pasar con Rozemyne antes del regreso a clases… lo cual en serio me desconcertó, haciendo que me preguntara cuanto tiempo más iban a darme para compensar los tres días que Rozemyne tuvo que soportar a Galtero.

Quizás lo más asombroso de ese tiempo fue encontrarme con bastante frecuencia a Galtero en la biblioteca subterránea. Lo que fuera que hubiera pasado por su descaro y el de su prima postiza, debió meterlo de verdad en cintura porque no tardé mucho en enterarme por mis eruditos de confianza que Galtero estaba tomando clases extras en lenguaje antiguo y que siempre que entraba a la biblioteca subterránea salía con transcripciones kilométricas de diferentes libros. La idea de que ese idiota podría estar haciendo lo posible por conseguir el Grutisheit de verdad me dejó con sentimientos encontrados.

Por un lado, era un alivio ver qué ese tipo podía sacudirse de encima toda su arrogancia estúpida y trabajar duro… por otro, la preocupación de que, de hecho, podría conseguirlo me dejó helado al pensarlo… porque a diferencia de Rozemyne y de mí, que estábamos jugando una verdadera partida política para que tomar el trono fuera lo más orgánico posible, Galtero no dudaría nada en convocar a todos los que pudiera para bajar del altar de los Dioses con el Grutisheit en alto, obligándonos a Rozemyne y a mí a mostrar los nuestros… lo cual, sin duda, podría traer una nueva guerra civil, más que nada, debido a que Galtero codiciaba el trono y a Rozemyne, mientras que Klassenberg parecía un Ducado dispuesto a usar toda clase de trucos sucios para conseguir volver a tener más poder que el resto de los Ducados.

¿Cómo debería proceder? ¿Debería intervenir? ¿De qué modo?

Matar no era algo que me gustara en modo alguno. Si bien eso sería una solución permanente, también podría suponerme diversos problemas… además, ¿cuánto tiempo tardaría en comenzar a matar a las personas que no me gustaran como si fueran meros insectos insignificantes?

El invierno estaba cada vez más cerca y mis preocupaciones me tenían un poco desconcertado… y estaba seguro de que la decisión que tomara, ella se molestaría si actuaba sólo. Quizás por eso fue que decidí ponerla sobre aviso y aparecerme en su habitación oculta dos semanas antes del reinicio de las clases.

"Bienvenido, Ferdie" me saludó ella, apoyando sus manos en mis hombros para obligarme a agacharme un poco en lo que ella se paraba en puntas para poder darme un pequeño beso de bienvenida. "¿Debería rezarle a Anwasch para que dejes de crecer? A este paso, vas a tener que cargarme o doblarte por la mitad."

Reí divertido por su comentario, pegando mi frente a la suya antes de besar una de sus manos y guiarla hasta la tumbona que ella tenía en su habitación.

"Puedes rezarle para que te haga más alta" respondí antes de notar que ella se quedaba de pie frente a mí sin sentarse "¿pasa algo?"

Rozemyne parecía un poco inquieta y algo nerviosa, con sus mejillas un poco sonrojada y sus ojos dando vistazos hacia algo en una de las mesas. Siguiendo su mirada, me percaté de un paquete envuelto en tela.

"Llevo considerando algo desde que me avisaste que vendrías."

"¿A sí? No pretendía ponerte nerviosa. ¿Qué quieres hacer?"

Estaba jugando con sus dedos de un modo tan adorable que estaba tentado a molestarla un poco… decidí contenerme. Ese tipo de juegos podría desviarnos demasiado de la discusión que teníamos pendiente… peor aún, Rozemyne era mi novia y desde el incidente con los Grutisheit, estábamos haciendo hasta lo imposible por no encontrarnos a solas. Su maná, su cuerpo, su presencial, toda ella era una tentación preciosa y cargada de un cierto peligro debido a que todavía éramos un par de adolescentes hormonales… o eso pensaba. Cono Tetsuo nunca había tenido tal cantidad de fantasías nocturnas y tampoco había tenido que asear las sábanas de mi cama con tanta regularidad… por si fuera poco, ambos sabíamos a la perfección que formas, texturas y colores ocultaban nuestras ropas. Y era demasiado pronto para recibir al invierno.

"Te hice un obsequio, solo… yo… ahm… pensaba dártelo al inicio de las clases pero, bueno, lo terminé antes de lo que esperaba y… está, ¿está bien si te lo doy ahora?"

'¡Tan adorable! ¿Cómo es que un egoísta, patán y malagradecido como yo término comprometido con semejante criatura?'

"Adelante., Roz. Estaré feliz de recibir lo que quieras darme y seguro es más fácil concentrarnos en la discusión."

La vi morderse el labio, todavía indecisa antes de asentir de forma imperceptible mientras tomaba aire para calmarse y caminar hasta el objeto para entregármelo.

Cuando abrí el paquete y saqué el contenido, pude sentir mis orejas calentarse, mis ojos abrirse y mi corazón detenerse al tiempo que olvidaba cono respirar.

Ahí dentro había una bufanda larga y gruesa con anillos que intercalan dos tonos de azul con una anilla dorada, dándome cuenta de que eran los mismos tonos de azul de nuestros cabellos y un tono de dorado intermedio al de nuestros ojos… una bufanda de pareja.

'¿Cómo sabe ella de…? ¿Urano?'

La miré incrédulo, esperando ver algo, algún indicio que me dijera si ella sabía el significado de lo que acababa de darme o si esto era solo un cliché sacado de las historias de Laurenz para entretenerla, pero no pude encontrar la respuesta en realidad, solo logré que el sonrojo en sus mejillas se profundizar antes de que ella entrara en pánico.

"¿No, no te gustó? Digo, yo, bueno, sé que tienes entrenamiento de caballero y, ahm, la armadura ligera es resistente a la temperatura, pero, pensé… yo… siempre puedes devolverla si no te…"

"¡NO!" grité poniéndome en pie y abrazando la prenda, nota do algo más… los hilos azul oscuro estaban impregnados con su maná.

Miré de la bufanda a ella y de regreso antes de volverme a sentar, tratando de poner una sonrisa noble sin mucho éxito antes de jalarla con tanta fuerza, que cayó sentada en mi regazo justo antes de que enrollara una parte de la bufanda en mi cuello, otra parte en el cuello de ella y al final una vuelta más alrededor de ambos. Cuando estuvo hecho, hla abracé con fuerza, hundiendo el rostro en ella por sobre la bufanda e inhalé tanto como pude.

"Gracias, Roz. La usaré todo el invierno sin falta, aún si solo podemos compartirla está vez."

Mi novia se relajó entonces, devolviéndome el abrazo y dejándome escuchar en su voz la sonrisa tonta que debía estar adornando su rostro.

"Sólo pídelo y podemos compartirla en alguna habitación oculta."

Negué, frotando mi rostro en ella y separándome despacio, cómo negándome a ellos.

"Quizás cuando aremos nuestras estrellas… o cuando falte poco."

Ella pareció comprenderlo, sonrojándose bastante sin dejar de sonreír, acurrucándose lo suficiente para que la bufanda colgará un poco de nuestros cuellos sin volver a dirigirme la mirada, entretenida en entrelazar los dedos de sus manos con las mías para obligarme a abrazarla de forma parcial.

"Rozemyne, creo que Galtero está buscando el Grutisheit."

Ella soltó un suspiro pesado y cargado de cansancio, pegándose más a mí, aferrándose a mis dedos antes de jalar una de mis manos sobre su vientre para soltarla y apoyarla contra mi pecho. En ese momento comenzó a soltar mana su maná a cuentagotas y yo a responderle de la misma forma.

"¿Lo notaste?"

"¿Lo sabías?"

Otro suspiro pesado y la sensación del maná entrando en mí se incrementó.

"Un par de semanas después de que volvimos de Klassenberg pidió una audiencia supervisada conmigo para tomar el té. En realidad, lo hizo para pedirme que le enseñará lengua antigua. Me negué, por supuesto, estoy demasiado ocupada como para ocuparme en enseñarle todo lo que NO aprendió cuando debía…"

"Así que te negaste." Dije con una sonrisa divertida y, seguramente, arrogante y complacida.

"Lo hice, aunque también le recomendé que le pidiera a alguno de mis sacerdotes ennoblecidos que le ayudara. Tú sabes bastante bien cómo les insisto en que aprendan a leerlo e interpretarlo para aumentar su valor."

"Mhm" respondí besando su coronilla, sintiendo ese tirón que venía del deseo de tocarla y mimarla tan difícil de ignorar cuando estábamos a solas.

"Se negó, por supuesto. Ya sabes cuánto desprecia al Templo. Le recomendé a algunos cuantos profesores que me parece que tienen un nivel de conocimiento adecuado… tú incluido. Debiste ver su rostro cuando le dije que tú manejó de lengua antigua es casi tan fluido como el mío. Parecía que le hubiera metido uno de esos insectos apestosos a la boca."

Se estaba riendo, tratando de contenerse sin mucho éxito.

"Hace mucho no leemos lengua antigua juntos. Quizás mi manejo ya te ha superado."

Ella se rio un poco más antes de mirarme por fin, besándome una sola vez antes de volver a acurrucarse contra mi pecho.

"No deberías preocuparte. Incluso si encuentra los Templos, le tomará al menos un año o dos conseguir las tablillas, después de todo, Galtero no es alguien que haya dedicado maná a los dioses.

Tuve que sonreír. Eso era cierto.

"Y yo que pensaba saborearlo. ¿Lo dejamos que siga entonces?"

"Si. Seguramente no podrá conseguir vida porque no lo tenía cuando consiguió su schtappe, pero incluso si lo lograra, para cuando sea capaz de conseguir la sabiduría, yo ya seré Zent y podré negarme a tomar un segundo consorte."

"Querrás decir que cuando YO sea Zent, no podrás tomar otro marido y por supuesto no te dejaré tomar amantes."

Ella se rio de nuevo, volteando a verme y sentándose sobre mi de manera descarada, jalándome por la bufanda para asegurarse de que nuestros ojos quedaban a la misma altura.

"Tengo a los dioses de mi lado, Ferdi. Voy a ser yo quien te proteja a ti y al jardín."

"¿Tan pronto has decidido bailar en el reino de Schlatraum? Yo seré quien se gane el soporte de los Ducados superiores para que tengas tiempo suficiente para leer hasta que las letras bailen en la página. ¿No preferirías eso? ¿Una vida tranquila en la que solo se te exija socializar de vez en cuando mientras tienes tiempo para leer?"

Que me mirara con burla, como si yo fuera un niño ingenuo no me gustó nada. Sonreí para no mostrar mi descontento.

"Quiero ser dueña de mi destino, Ferdinand. Y quiero ser Ewigeliebe, para mantener a mi Geduldh encerrado y a salvo en mi hielo."

La besé sin más, tirando con cuidado de la bufanda para retirarla cuando cortamos el beso antes de girarme con ella y seguir besándola. Le mordí el cuello y marqué sus hombros luego de dejarlos al descubierto tras desabrochar un par de botones, demasiado tentado ante aquel cuerpo adulto que parecía a mi merced, tomándola de las manos y obligándola a subirlas sobre su cabeza al tiempo que ella me rodeaba la cintura con las piernas.

"¿Quién es Geduldh ahora?" le susurré al oído, demasiado tentado a desnudarla y reclamarla.

"Oh. ¿Me tomarás si lo digo o lo harás si no lo digo?"

Su tono era travieso e invitante. La besé de nuevo, exigiendo entrada a su boca y penetrándola como deseaba hacer más abajo, sintiendo como su respiración y la mía se aceleraban cuando el beso se rompió y yo escondí el rostro de nuevo en un intento de calmarme.

"¿No ibas a llenarme de nieve, Ferdinand?"

"… no sería correcto…" logré decir en voz alta para recordárselo y recordármelo. Esto no era Japón, no era el mundo moderno de mis días como Tetsuo.

Rozemyne parecía más dispuesta que otras damas a ignorar el decoro y parecía no importarle en absoluto entregarme su virtud. Incluso parecía desearlo. No sabia si eso se debía a que tenía recuerdos como Urano o si solo era debido a su infancia, y si era la segunda… no estaba dispuesto a tomarla así y distorsionar una vez más su sentido común.

"No aún."

"Y sigues negando quien es Ewigeliebe aquí."

Le solté las manos y la abracé dejando un último beso en su cuello antes de curarle todas las marcas que pudiera haberle pintado, invocando una bendición de Verfuremeer sobre ambos para ahogar la excitación.

"No tienes espada y no tienes nieve, así que…"

"¿Eso importa?"

Cuando al fin la solté y la miré a la cara, ella seguía un poco sonrojada y se notaba bastante divertida, casi como un gato jugando con un ratón.

"Padre va a dar un anuncio de lo más interesante cuando termine el ciclo escolar, uno solo para la familia real. En todo caso, vete preparando, Geduldh. Te voy a dejar tan sepultado en hielo que ninguna flor disfrazada de dama volverá a acercarse a ti."

De pronto comprendí a la perfección de dónde había salido esa bufanda. Era su modo de marcarme, haciendo acopio de los conocimientos de Urano, quien, estaba más seguro cada día, había emergido en ella para encontrar un modo más sutil de envolverme en su maná a plena vista. No me quedó más que devolverle la sonrisa. Dos podíamos jugar al novio tóxico y posesivo.

"Entiendo. Mejor que te prepares entonces. Quizás seas tú quien termine envuelta en hielo antes de lo que imaginas."

Un último beso y volví a mí habitación. Jamás había estado tan agradecido de que Galtero fuera un idiota que despreciaba el Templo o que su nivel de confianza fuera directamente proporcional al tamaño de su arrogancia. No necesitaba sabotearlo, solo llenar tanto a Rozemyne de mi maná que los toques del amuleto anti hombres fueran dulces caricias en comparación para que no se le volviera a acercar. Rozemyne era mía y de nadie más.

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Las clases iniciaron sin problemas y como siempre, Rozemyne terminó el contenido en un solo día, y el resto de mis alumnos tardarían más, sin embargo, este semestre estarían bajo la tutela de Gundolf ya que, desde la segunda semana, sería un profesor particular.

Al inicio del invierno Lady Seradina se había mudado al edificio de candidatos, su bautizo noble seria realizado el primer día de la tierra, cuando los estudiantes de primero irían por su voluntad divina.

Seria bautizada con mi padre adoptivo como tutor y presentada como su hermana, de modo que, tras su graduación, pudiese atar sus estrellas al padre de Rozemyne siguiendo la historia de fondo que fue planteada para ella.

Los rumores sobre una princesa que permaneció oculta más allá de la edad adulta y que entraría a la sociedad noble pese a ya tener una hija comenzaron a circular desde antes de la reunión de confraternidad. Estaba seguro de que era Rozemyne quien controlaba cuanta y que información salía, fingiendo que había una gotera cuando era ella quien dispersaba la información.

Aun así, su confusión parecía tan genuina como la de Melisa, la mayor de mis hermanas menores, quien estaba iniciando su primer año ese invierno.

Los rumores y expectativas a su alrededor no hacían más que aumentar ya que nadie la había visto aún, porque técnicamente aun no era una noble.

Tal vez por eso ahora estábamos enviando permisos de asistencia a los Aubs de los grandes ducados para lo que se suponía, era una ceremonia secreta.

La esperada mañana al fin llegó y los asistentes y eruditos se prepararon para recibir a los invitados. Cada uno de los hijos de Zent se encargaría de recibir a uno de los ducados.

Eglantine estaría recibiendo a la pareja ducal de Dunkelfelger. Brunhilde y Werderkaf también venían al bautizo ya que mi hermana declaró que no podía perdérselo. Como se supone Lady Seradina vivió en el templo, se le concedió venir.

Por otro lado, Anastasio se encargaría de recibir a los nobles de Drewanchel. Según parecía había estrechado sus lazos con ese ducado gracias a todo el tiempo que pasó en los laboratorios durante su preparación para volverse un ministro dentro de Eisenreich.

Tenía entendido que Melisa estaría recibiendo a los invitados de Hauchletzte. Mi hermanita lucía un poco nerviosa, pero la pareja ducal eran sus tíos y el heredero era su primo, la única desconocida para ella era Constance, pero no creía que la hermana mayor de Rozemyne le diese problemas.

En un principio, Galtero fue designado a recibir a la pareja ducal de Ahrensbach, pero tanto Georgine como el archiduque se negaron a eso, lo que solo significaba que el bruto que tenía por hermano adoptivo los había ofendido de algún modo, por lo que al final fue designado a recibir en su villa a Klassenberg, quienes recibieron la invitación casi a último momento, por lo que suponía era algún plan de mi novia para cerrarles la boca e impedirles soltar ordonnanz maliciosos.

Debido a que Rozemyne se estaba purificando, como ella lo llamaba, terminé recibiendo a dos ducados. Eisenreich y Ahrensbach.

Sylvester y Lavinia llegaron junto a mis tíos para celebrar este muy tardío bautizo casi al mismo tiempo que lo hizo Georgine y su esposo. Nos movimos a una sala para esperar que fuese el momento de partir.

"¿Emocionado, Ferdinand?" preguntó Georgine con una mirada traviesa antes de dar un vistazo confabulatorio a su hermano menor.

"Quizás esté nervioso. No todos los días debes dejar una buena impresión." Respondió Sylvester con una mueca que denotaba que intentaban tomarme el pelo.

"No sé a qué se refieren ustedes dos."

Estábamos tomando asiento cuando los dos hermanos me pasaron herramientas antiescuchas que tuve que aceptar, notando como Georgine desplegaba de inmediato un abanico frente a su boca.

"Puedes haber pasado los altos estándares de nuestra madre, pero nadie sabe si la madre de Rozemyne te verá con buenos ojos." Dijo Sylvester cómo si nada.

"Curioso. Me enteré de que Ferdinand ayudó a regularizarla. Me preocupa más que no desee darle su hija a un profesor, por muy brillante que este sea."

Lamenté en mi interior que no hubieran servido el té porque no tenía otra opción más que fingir demencia y rezar para que mis orejas estuvieran bien ocultas entre mis cabellos y…

"Ferdinand, ¿qué es esa prenda que traes encima? ¿No es peligroso tener tanto hilo enredado al cuello?" preguntó el tío Adalbert provocando que mis orejas se enrojecieran aún más y mi cabeza se hundiera bastante también. Con todo el ajetreo y la costumbre de la última semana, olvidé que traía puesta la bufanda de Rozemyne.

Solté las herramientas anti escuchas del par de alborotadores que Rozemyne parecía tener por hermanos y traté de respirar sabiendo que el tío no intentaba abochornarme.

"Es una prenda para mantener una temperatura adecuada al respirar. Olvidé qué la traía puesta."

De pronto sentí que alguien daba un ligero jalón a la prenda, luego otro tirón, sorprendiéndome al escuchar a Georgine sin esconder su sorpresa de su tono… haciéndome pensar que la reacción era deliberada.

"¿Es imaginación mía o esto tiene maná?"

"Se siente como el maná de nuestra querida… princesa Rozemyne, no lo crees, Lady Georgine?" dijo Sylvester en el mismo tono demasiado asombrado para ser natural.

"Bueno, los rumores de que la princesa acepta su cortejo deben ser ciertos. ¿Será acaso por su visita a Klassenberg?"

Miré a Georgine con horror y luego a Sylvester, quién mostraba ahora una curiosidad sincera. '¿Hasta donde carajos llega su red de inteligencia y porque demonios me está tratando como los otros dos descarados que tiene por hermanos? ¡Jamás interactuamos lo suficiente para esto!'

Estaba buscando un modo de zafarme de tan embarazosa conversación cuando el té y los postres llegaron a la mesa, y Lady Verónica carraspeó con fuerza, mirándome con un brillo divertido detrás de su velo y arrugando apenas el entrecejo al ver a sus hijos.

"Temo que aún si lo parece, esta no es una reunión familiar, así que hagan el favor de comportarse como adultos ustedes dos."

Un par de asustados "¡Si, señora!" se dejaron oír a ambos lados de mi posición y yo pude relajarme, haciendo una levísima reverencia de agradecimiento a Lady Verónica, quién pareció ignorarme al comenzar a guiar la conversación de un modo más normal.

"Me pregunto si el primer hijo del nuevo Zent tendrá cabello azul media noche o azul amanecer, ¿qué opina usted, príncipe Ferdinand?" comentó de pronto Lady Verónica, provocando que casi escupiera mi té, mirándola incrédulo, notando incluso el regocijo mal disimulado en los ojos de Sylvester y la mano del esposo de Georgine en la espalda de la misma para que no se notara demasiado que la chica intentaba no soltar una risotada.

"En realidad, no sabría decirlo, Lady Verónica…"

"¡Es verdad! Demasiado pronto, según parece. Imagino que primero habrá que ver quién será el próximo Zent y si aceptará otros consortes."

Bajé mi taza, la cual hizo un sonido extraño debido a que estaba temblando de indignación sin dejar de mostrar una brillante y alegre sonrisa homicida que el tío debió comprender de inmediato."

"Mi diosa de la Luz, olvidas que para que ese fuera el caso, el príncipe Galtero tendría que subir al trono."

"Bueno, nunca se sabe." Respondió Lady Verónica con una nota extraña en su voz, una que no había escuchado antes "por supuesto, si el príncipe Ferdinand se siente ofendido, podemos hablar de alguna otra cosa. Hmm, ¿Cuántos colores creé que recibirá, ya sabe, su futura madre."

Estaba impávido al notar que, en efecto, la mujer estaba haciendo lo mismo que sus hijos, haciéndome pensar que era ella quien les había heredado esa vena traviesa que no siempre conocía límites adecuados, cómo en el caso de Constance.

Un erudito entró en el momento en que sentí que no podría continuar, avisando que los carruajes estaban listos y era momento de partir al templo, porque claro, el bautizo seria celebrado en el templo.

Conforme todos se ponían de pie, el tío Adalbert me alcanzó, entregándome una herramienta antiescuchas para que caminaremos juntos mientras él escoltaba a su primera esposa.

"Debes disculparnos, Ferdinand. Al parecer, Verónica y Sylvester los han echado de menos a ti y a Rozemyne."

"Georgine se les acaba de sumar a ambos, tío."

"¿En serio? En ese caso, deberías alegrarte. Georgine solo bromea con la gente que considera de confianza." Dijo el tío, tras lo cual recuperó su herramienta y yo me adelanté para salir acorde a los rangos y el protocolo.

Ver a Rozemyne de pie en el altar fue nostálgico de un modo extraño, ya que yo no estaba con ella ni mis compañeros azules frente al altar, y no había filas y filas de niños escuchando las parábolas estacionales.

En su lugar, Lady Seradina entró entonces usando un hermoso vestido blanco que la hacía parecer una novia, más que nada por el velo de tul que estaba usando. Su cabello suelto platinado parecía seda a su espalda.

El bautizo inició como todos los demás. Tal como pensé, Seradina poseía los siete atributos, como Rozemyne.

Mi padre adoptivo entonces se acercó a ella, ofreciéndole un anillo.

"Hace muchos años, nuestro padre fabricó esto para ti, y ahora yo te lo doy en reconocimiento de que eres una noble. Será solo un invierno, pero yo seré tu tutor, princesa Seradina."

"Antes decidí renunciar a ese título." Soltó la madre de Rozemyne con un suspiro pequeño. "Que me permitieran vivir como una tercera esposa pese a que renuncie a ser una noble. Que se me permitiera vivir como una doncella del santuario, criar a mi hija… cuanto deseaba que mis días continuaran con esa paz."

"Lamento interrumpir. Padre, por favor dale el anillo a ma… digo a Lady Seradina para que podamos continuar."

Si los presentes no fuesen todos archiduques y herederos, estoy seguro que se habrían oído murmullos y jadeos, en su lugar, solo miradas estudiadas aparecieron en los rostros de los presentes en el momento en que el velo era levantado y el rostro de la mujer quedaba a la vista.

"Los dioses bendicen tu esperado bautizo."

"Y los dioses bendicen a todos los que siguen sus caminos."

Estaba sorprendido debido a que ambas ignoraron el protocolo, pero comencé a sentirme confundido al observar que eran luces de todos los colores nobles los que salían de los anillos de ambas y llovían sobre todos los presentes.

¿Cómo un intercambio que no usaba el nombre de los dioses terminaba en una bendición?

Los schtappe se elevaron, iluminando el salón del templo dando por finalizado el bautizo.

Las familias ducales comenzaron a salir en orden, la celebración seria en la villa de mi padre adoptivo, se suponía que era para darle un poco de experiencia socializando.

Aunque me parecía un poco cruel que su primera experiencia fuesen hombres que en otra vida podrían haberse convertido en compañeros de cama para ella.

No sabia como se sentía al respecto y, a diferencia de Rozemyne, no la conocía lo suficiente como para poder leer sus ojos, ni lo que ocultaba tras esa sonrisa de dama.

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Incómodo.

Esa era la única forma de describir cómo me sentía ahora mismo.

Lady Seradina se mantuvo todo el tiempo en compañía de Rozemyne haciendo aún más evidente el parecido entre ellas.

Por momentos era escoltada por mi padre adoptivo y en otros por mi tío.

Tenía entendido que el compromiso seria realizado al finalizar el día, solo en presencia de la familia, es decir, cuando Klassenberg se retirara.

Rozemyne sospechaba que el Aub y su familia tratarían de retrasar el matrimonio de su madre, alegando que la preciosa hija del anterior Zent era una hija de la primera reina Klassenberg, por lo que debería pasar un tiempo en el ducado de su madre para aprender.

Debido a esto su identidad sería revelada como hija de la difunta tercera reina, procedente de Hauchletzte, y que seria adoptada por la segunda reina de Drewanchel, tras su bautizo para elevar a la hija favorita y volverla heredera.

Alejar a Klassenberg del compromiso, pero mantener al tercer y quinto ducado daría un mensaje claro al intento de reclamarla, no es que tuviesen el poder para hacerlo.

Aunque eso no era lo que me tenía tan incómodo.

Lo que me tenía incómodo eran las constantes miradas de Georgine que me pedían una confirmación sobre el origen de Seradina en tanto yo me dedicaba a ignorar cada una de ellas sin parecer grosero.

Para el momento en que las familias ducales se retiraron, solo podía pensar en mi cama y lo mucho que lamentaba tener que madrugar.