- Esta delicioso - sonrió, bebiendo un sorbo de té.

- Me agrada que te guste - le devolvió la sonrisa, dándole un bocado a uno de los panecillos.

- El abuelo... digo, tú abuelo, ¿no tomará nada?

- No... él pasa el día en la tienda, más ahora que Rin no ha podido venir... yo suelo ayudarlo pero... me dijo que hoy no era necesario.

- Tal vez quiere darnos un poco de espacio.

O tal vez quiere dárselo a él mismo... después de todo, esto es muy duro para él también, aunque no lo demuestre.

Pensó, desviando la mirada a su bebida.

- Kagome... tú... dijiste que habías soñado con mi madre... - sonrió - Vaya, se siente... extraño decir eso.

- ¿Segura que quieres hablar sobre eso? - la morena asintió - Bueno...

Procedió a relatarle el primer sueño, en el que había visto por primera vez a la mujer.

- ¿Salva a mi bebé? - murmuró - ¿Crees que se refería...?

- Si, eso creo... y, viendo como te encuentras, creo que quiere... que te salve...

- De mi padre - terminó por ella, al mismo tiempo en que un suspiro abandonaba sus labios - ¿Qué hay del segundo sueño?

- ¿El segundo? - frunció el ceño, tratando de recordar.

Tranquila... papi está aquí... papi te cuidará.

- Él... estaba de espaldas... sostenía un bebé y le hablaba de esa manera... y... en ese momento, su mirada se encontró con la mía.

Aléjate... de Kikyo.

- ¡¿Cómo pude haberme olvidado de eso?! - gritó, tapando sus ojos con ambas manos.

- Te dijo... que te alejaras de mi.

- De haber recordado esa parte del sueño, hubiera sabido de inmediato, que se trataba de tu padre.

- Lo importante es que lo recordaste - sonrió - ¿Crees que fue él quién te dijo eso?

- ¿Cómo? - la miró, confundida.

- Es decir, ¿crees que mi madre te mostró eso o fue mi padre enviándote una advertencia?

- Bueno... dudo que él pueda meterse en mis sueños - bromeó - Aunque... no se que tan verídico pueda ser que Hikari quiera comunicarse conmigo.

- Tal vez tú posees algo que ella utiliza para tratar de entrar en contacto.

¿Algo que poseo?

Instintivamente, llevó sus manos al collar que le había regalado Izayoi.

Pero... ¿Qué tendría que ver la Perla de Shikon con ella?

- Son demasiadas cosas que hay que saber - sonrió, terminando su té.

- He estado pensando... en que podríamos pedirle ayuda a tu cuñado...

- ¡¿He?! ¡¿A Sesshomaru?!

- Rin trabaja para él, ¿verdad?

- Bueno... ella trabaja para Kagura, ¿no crees que sería mejor decirle a ella? Después de todo es la hermana de Naraku.

- ¿Recuerdas que te dije que mi padre le dio un regalo a Naraku? - ella asintió - Bueno... hizo lo mismo con ella.

- ¡¿Qué?! ¿También... también la amenazó?

- Si...

- ¡¿Qué demonios haces viviendo con ese hombre?! Kikyo... tu padre es alguien muy peligroso.

- Lo sé, Kag, pero... siento que si me voy, todo puede empeorar... necesito que él piense que me tiene bajo su control.

- Sigo pensando que es algo muy arriesgado.

- Y sé que tienes razón, pero... por el momento lo mejor será que nos mantengamos de esta manera.

- Si tú lo dices... ¿sigues con la idea de buscar los documentos del hospital?

- Bueno... si no consigo que Kagura o Sesshomaru accedan a ayudarme, trataré de acceder a ellos.

- Ay no puedo creer lo que voy a decir - cerró sus ojos, quejándose - Te ayudaré... hablaré con Sesshomaru y... si nada resulta, te ayudaré con los documentos.

- ¿De verdad? - la ilusión se reflejó en el rostro de la morena.

- De verdad - sonrió.

Después de todo, para eso está la familia.


Inuyasha

Suspiré, poniéndome de pie y acercándome a la pequeña ventana de la cocina, en donde pude observar el cielo estrellado. Un nuevo bufido abandonó mis labios al mirar la hora en mi celular.

- Al parecer, ella no va a llamarme - murmuré al no encontrar ni el rastro de su nombre en mi celular.

¿Acaso no piensa ir a la casa de Sesshomaru?

Como si lo hubiera invocado, una llamada entrante de parte de él apareció en la pantalla.

- ¿Qué sucede?

- ¿No piensas venir? - su respuesta me desorientó.

- Bueno... estaba esperando que Kagome me llamara.

- Ella ya está aquí.

- ¿Qué? - el tono en el que respondí, no reflejo mi sorpresa - Pero... ¿por qué no me llamó?

- Ese es tu problema, yo sólo quiero que vengas de inmediato, ya no quiero perder más tiempo.

Antes de que pudiese responder, cortó la llamada.

- ¿A que estas jugando, Kagome?

Murmuré, mientras comenzaba a marcar el número del taxi. Unos diez minutos después, me encontraba rumbo a su casa, con la cabeza repleta de hipótesis y la incertidumbre aumentando a medida que me acercaba a mi destino.

¡Maldición! Sé que fue un día importante para ella, pero... yo no pude sacarla de mi mente en todo ningún momento, sobre todo por el mensaje que me había enviado, aquel que daba la pauta de que iba a comunicarse conmigo.

Tal vez... no tuvo tiempo de hacerlo.

Aquel pensamiento me tranquilizó un poco. Era verdad, quizás realmente su tarde había sido compleja y decidió que lo mejor sería ir directo a la casa de mi hermano. No lo sé, pero... sólo espero que podamos hablar pronto.

Kagome

Kikyo se despidió de mi con un nuevo abrazo y la promesa de que se pondría en contacto en alguno de los días siguientes, después de todo, su padre aún mantenía cautivo su celular.

Me miré en el espejo de mi cuarto y un leve suspiro escapó, el día había sido largo y aún faltaba la reunión con el hermano de Inuyasha. Mi cabeza parecía estar a punto de explotar, inclusive por un momento pensé en no ir a su casa, sin embargo, sabía que toda esta cuestión era demasiado seria como para ignorarla.

Tomé el móvil, observando la hora.

- Ya es demasiado tarde - murmuré - Lo mejor será que nos veamos allá.

Aunque... no quiero llegar a la casa de su hermano y que él no esté presente.

Estaba a punto de marcar su número cuando una llamada de Rin apareció en la pantalla.

- Hola - respondí, sonriendo.

- Hola, Kag, ¿Cómo has estado?

- Bien, supongo... ¿Qué hay de ti?

- Estoy en camino a tu casa.

¡Lo había olvidado! Esta noche iba a ir a la casa de Rin...

- Oh, Rin, lo siento, pero...

- Tranquila, iremos a la casa del señor Sesshomaru.

- ¿He? - se sorprendió - ¿Tú también irás?

- Él me dijo que había algunas cosas importantes que debía hablar con nosotros... Kohaku me está llevando a buscarte.

¿Kohaku? ¿Es que acaso ese chico no descansa?

- De acuerdo, estaré lista en un momento.

- Bien, te escribiré cuando este fuera.

- De acuerdo.

Corté, decidida a que, definitivamente, vería a Inuyasha en la casa de Sesshomaru, sólo... espero que él no se tome a mal el hecho de que no lo llamé primero.


- ¡Kag! - sonrió, mientras ella ingresaba al auto.

- Rin - le devolvió la sonrisa, mientras la abrazaba - Hola, Kohaku.

- ¿Cómo se encuentra señorita Kagome? - sus miradas se cruzaron a través del retrovisor.

- Bien, muchas gracias, ¿y tú? ¿Has visto a Sango?

- Yo estoy bien, gracias - comenzaron a avanzar - Mi hermana está con su novio - sonrió - Aunque ella prefiera llamarlo amigo.

Sango y Miroku son pareja ¿he? ahora comprendo porque ella estaba tan decidida cuando dijo que quería hablar conmigo.

Su sonrisa se amplió, mientras redirigía su mirada a la ventanilla.

- Kag, ¿quieres que vayamos a casa cuando la reunión termine o prefieres ir a la tuya?

- Vamos a tu casa - la miró - Hay muchas cosas que debemos hablar, ¿verdad?

Las mejillas de la castaña se tornaron rosadas de inmediato, lo que provocó que desviara la mirada.

Definitivamente, hay muchas cosas que ella tiene para decirme, pero... yo debo decirle lo de Kikyo, al menos eso me pidió el abuelo.

Luego de un corto tiempo de viaje, llegaron a la mansión, dónde descendieron.

- ¿Aquí es donde él vive? - preguntó la jovencita.

- ¿Nunca habías venido? - respondió la morena.

- No, ¿por qué debía venir?

- Bueno... no lo sé, tú dime - sonrió pícaramente.

- No es el momento - le devolvió la sonrisa - Cuando lleguemos a casa.

Ascendieron por los escalones, tocando el timbre, el cual resonó en el silencio de la noche, mientras Kohaku se marchaba, a la espera del llamado de su jefe.

La mirada dorada del joven se posó sobre la mirada de su secretaria, quién no pudo ocultar su sonrisa y sonrojo. Una leve curvatura se formó en los labios de él, sin embargo, mantuvo la compostura debido a la presencia de su cuñada.

- Adelante - se hizo a un lado, mientras ellas ingresaban - ¿Inuyasha no vino contigo?

- No... bueno, no lo he visto desde la mañana.

- ¿No hablaste con él? - ella meneó la cabeza - De acuerdo, siéntense.

Las jóvenes se dirigieron hacia los sillones, mientras él se mantenía en el lugar, marcando el número de su hermano.


Extra: Celos

Sus ojos celestes se encontraron con el techo de aquella habitación que ya conocía bien. Sonrió, poniéndose de pie y dirigiéndose a la salida, en donde, al abrir la puerta, se encontró con la joven, vestida con su playera, preparando el almuerzo.

- Buenos días - se aceró, abrazándola por detrás y besando su nuca.

- Buenas tardes - respondió - ¿Siempre duermes tanto?

- Sólo en mis días libres - se apoyó en la mesada - ¿No tenías que trabajar?

- Hoy es mi descanso - le sonrió, volviendo su mirada a la comida que preparaba.

El posó sus ojos en la nada, pensando en todo lo sucedido el día anterior.

Inicio del flashback

Su entrenamiento se desarrollaba normalmente, mientras la música resonaba en sus auriculares. Llegó a la esquina, observando a ambos lados de la calle antes de cruzar, sin embargo, no contaba con que alguien lo jalaría en la dirección contraria.

- ¡¿Qué carajo?! - gritó, volteando.

No recibió respuesta, al menos, no una verbal. Lo siguiente que percibió fue aquel puño chocando con su mandíbula, seguido de un rodillazo en su estómago y una nueva mano en su ojo. Aspiró profundamente al caer de rodillas, percibiendo aquel sabor metálico de la sangre, la cual había comenzado a salir rápidamente. Elevó su mirada y no encontró a nadie, sólo un pequeño pedazo de papel descansando a la altura de sus pies.

Tienes suerte, de lo contrario, estarías muerto por traidor, hermano.

- Bankotsu - gruñó, poniéndose de pie, con la intención de desviar su camino.

Fin del flashback

- Oye - la voz de Ayame lo regresó a la realidad - ¿Estas bien?

- Si... si, ¿por qué preguntas?

- Porque estas mirando hacia la nada como un idiota.

- Hm - sonrió - ¿Quieres que te mire a ti?

- Sólo quiero que me respondas, si puedes ayudarme con las cosas - señaló la alacena.

- De acuerdo - pasó por su lado, palmeando su trasero.

- ¡Oye! - lo golpeó en el brazo - Ten tus manos quietas.

- Tranquila - las elevó - Eres ruda...

Ambos rieron, mientras volvían a sumergirse en sus actividades. De repente, la voz de su hermano atravesó su mente

Descuida hermano... Ella será tu futura cuñada... es una lástima que no hayas conseguido su atención, pero no te preocupes, yo lo haré por ti.

Kagome.

Dejó los utensilios sobre la mesa, al mismo tiempo en que tomaba su teléfono y marcaba su número.

- ¿Hola?

- Kagome, que bueno escucharte - sonrió, aliviado de escuchar su voz - ¿Cómo estas?

Ayame se detuvo, mirándolo por sobre su hombro.

Kagome... ¿sigue en contacto con ella?

Pensó, tratando de disimular la tensión de su cuerpo.

- ¡Koga! Bien, por suerte, ¿tú cómo te encuentras?

- Bien... estoy bien, ¿el inútil sigue con vida?

- Oye... Inuyasha esta bien, por suerte... la bala sólo rozó su brazo.

- No voy a mentirte Kagome, no me cae bien ese perrucho, pero me alegra que su vida no haya estado comprometida.

¿Por qué habla como si le molestara que él esté con ella?

- Gracias por eso... y... gracias por haber ido a ayudarnos.

- No tienes que darme las gracias, Kag... dije que siempre te iba a proteger.

- Que bueno - su murmuro fue inaudible para él.

- Yo... debo irme, lo siento.

- No te preocupes... hablaremos después, ¿si? sabes que, si necesitas algo, puedes llamarme.

Cortó, volviendo su mirada a la pelirroja.

- Listo, ¿tienes alguna otra tarea?

- No - respondió seriamente - De igual forma, no es necesario que te quedes si no lo deseas.

- ¿He? - se sorprendió - ¿De que hablas?

- ¿No crees que sería mejor que fueras a asegurarte de que ella esté bien?

- ¿Ella? ¿Te refieres a Kagome?

- Bueno, dijiste su nombre, dudo que tu madre se llame Kagome - volteó, mirándolo con una expresión de molestia.

- Oye - sonrió - ¿Estas celosa?

- ¡¿Qué?! ¿Por qué debería estarlo?

- Porque si no no me harías estas preguntas.

- ¿Sabes que? - señaló los recipientes - La comida está lista, puedes servirla.

- ¿Y tú que vas a hacer?

- Me iré a cambiar de ropa.

- Pero... mi playera se te bien.

- Pues, ya no la quiero.

Sin esperar respuesta, pasó por su lado, encerrándose en la habitación.

¡Maldición! Por esto es que no quiero interesarme en nadie... odio volver a sentir esta sensación.

- Maldita inseguridad - gruñó, quitándose la ropa, mientras buscaba su pijama.


Extra: Visita indeseada

Los documentos cubrían la mitad de la extensión de su nueva cama, la misma que ahora la acunaría en sus noches de soltería, mientras las cálidas paredes de su departamento, la abrazarían cada tarde al regresar.

- Bien, demasiado por hoy - suspiró, separando el papeleo en las diferentes carpetas, las cuales dejó, ordenadamente, sobre su mesa de noche.

Se miró en el espejo, soltando su cabello y quitándose el maquillaje. Sonrió, reemplazando su ropa por su pijama favorito, el cual consistía en una camisa y shorts de seda. Salió de la habitación, en dirección a la cocina, en donde se sirvió una copa de vino.

- Esto es vida - sonrió, dejándose caer en el sofá.

Bebió unos sorbos antes de que el portero sonara, provocando que se pusiera de pie, mientras una expresión de confusión se formaba en su rostro.

- Buenas noches - sonrió, deleitándose con los ojos rojos, llenos de miedo, que lo recibieron.

- ¿Qué haces aquí? - trató de cerrar la puerta, sin embargo, él la detuvo, empujándola y obligándola a retroceder.

- ¿Qué quieres hacer? - preguntó, tratando de mostrarse segura.

- Bueno... vine con una idea en mente, pero... al verte de esta manera... creo que quiero... - extendió su mano, sin embargo, ella la golpeó, alejándola.

- No te atrevas a tocarme, Magatsuhi... y retírate inmediatamente, o llamaré a la policía.

Una sonrisa se formó en los labios del hombre, quién, antes de pronunciarse, elevó su mano, golpeando el rostro de la mujer, quién cayó en el sofá, pronunciando un gemido de dolor.

- Kagura... ¿no te quedo claro? - se acercó, inclinándose frente a ella - A donde yo vaya, seré el jefe... y, por tu bien, te recomiendo obedecer.