Y aquí les traigo el cuarto capitulo de estos relatos que nos salvan de la terrible verdad que nos caerá en Abril. Un poco más denso que los anteriores, pero con un final dulce
04- Vestirse/Desvestirse
Había sido un descubrimiento… peculiar.
O al menos esa era la mejor palabra que se le podía ocurrir a Stolas debido a la situación.
Pues cuando él y Blitz decidieron darse una oportunidad a nivel romántico, pero sin caer en las etiquetas de definición en cuanto a su relación, Stolas pudo aprender a conocer mejor al diablillo del que llevaba enamorado, prácticamente, toda su vida. Y eso incluyó sus mañas, sus defectos y sus tristes actitudes de desatención consigo mismo.
Y el que más aflicción le causaba, era cuando Blitz concluía otra jornada extenuante de trabajo sanguinario en el mundo de los vivos y al volver a casa, simplemente se desplomaba en el suelo y perdía conciencia en cosa de minutos.
Poco parecía importarle estar cubierto de sangre ajena o incluso tener heridas propias sin atender. Era como si su mente se apagara en automático y descuidara su físico, sin importar los daños recibidos.
Aunque el príncipe había intentado hablar con su amante al respecto, este se había mostrado indiferente ante su propio predicamento y afirmó que los hábitos costaban dejarlos morir y él prefería resignarse.
El heredero de Ars Goetia sabía que intentar convencer a su amado de tomarse el tiempo de cuidar de sí mismo al final de cada jornada laboral era como hablar con una pared. Al menos si lo intentaba forzar a eso. Pues también era consciente de que esta mala costumbre de Blitz se arraigaba a sus propios sentimientos de autodesprecio y denigración arrastradas a lo largo de los años. ¿Para qué ocuparse de sí mismo si a nadie le importaría? Nadie lo esperaría en casa y en caso de que fuese una situación opuesta, de todas formas, no querría asfixiarlos con su deplorable estado. Una simple excusa de mal día y ya.
Tal vez… la respuesta se hallaba en demostrarle que se equivocaba. En actos y no solo con palabras.
Que alguien sí podía esperarlo en casa, anhelar su presencia, querer abrazarlo con fuerza y en especial, sostenerlo y curar sus heridas. Tanto aquellas que podía ver como las que se escondían más allá de lo físico.
Tras pensarlo por varios días y sin poder evitar los regaños a sí mismo por la falta de ideas, una pequeña luz de esperanza se manifestó a través de un plan sencillo y del que Stolas estaba convencido que sacudiría las depresivas bases de las ideas de su amado Blitzy.
La siguiente ocasión en que el diablillo le prometió ir al palacio al caer la noche luego de otra jornada masacrando humanos sin valor alguno, el príncipe lo esperó con cierta impaciencia en su habitación. Estaba cruzado de piernas, sentado en el borde de su cama y rogando por dentro que nada malo sucediera en el trabajo del contrario.
Si Blitz repetía su rutina de descuido personal al llegar al palacio, Stolas no se quedaría como un mero espectador y se aseguraría de demostrarle lo mucho que le preocupaba y adoraba como para dejarlo pasar.
Y como bendición o maldición, las especulaciones del búho se cumplieron y el jefe de I.M.P ingresó a la habitación a través de un portal generado con su cristal de Asmodeus, dejando perfectamente a la vista el recuento de daños del día.
Stolas no podía vislumbrar que podría haber pasado y la verdad no estaba seguro de querer centrar su atención en ello, pero los resultados eran dolorosos de ver; Blitz había llegado a sus aposentos cubierto de rasguños y algunos con sangre oscura fresca, su ropa estaba dañada y rota en algunas áreas pequeñas que dejaban a la vista varios hematomas pequeños. Su rostro tampoco se había salvado y se notaban unos cuantos golpes recibidos, además de que su aspecto se condecoraba con manchas de sangre roja; la de sus presas seguramente ya pudriéndose en el mismo infierno del cuál él había emergido.
- No puede ser… ¡Blitz! – exclamó Stolas mientras se ponía de pie y corría hacia su amante. Una elección acertada, pues el susodicho siquiera pronunció alguna palabra antes de desplomarse hacia delante, cayendo por inercia. Solo para ser recibido en los cálidos brazos del príncipe, quien lo acunó en su pecho en un acto de protección.
- ¿Stolas? – musitó apenas audible mientras abría apenas los ojos.
- ¿Estás bien, Blitzy? – respondió el contrario con otra interrogante – ¿Duele mucho?
- Son solo rasguños, no tengo heridas de bala esta vez – respondió Blitz sin evitar aferrarse a la ropa del contrario, constatando que como casi siempre, Stolas solo traía puesta su habitual bata de color bermellón.
(No lo diría en voz alta todavía, pero ¡maldita sea! Esa bata no dejaba nada a la imaginación. ¿Cómo es que ese idiota aún no comprendía lo que le provocaba cada vez que se vestía así?)
- No puedes dormir así – le regañó levemente el dueño de sus delirios secretos – Vamos. Te llevaré al baño.
- Stolas, no necesito…
- No discutas – insistió el susodicho sintiendo un leve ápice de culpa por tener que endurecer su actitud por ese momento – Te ayudaré a darte un baño, me haré cargo de tus heridas y luego te llevaré a la cama para que duermas.
- Ya soy un adulto, pájaro idiota. Sé atarme las agujetas de mis zapatos.
Aquel argumento arrancó una pequeña risa de apenas un segundo en el miembro de los Ars Goetia y no pudo evitar besar a su amante en la coronilla antes de levantarse del suelo y sostenerlo de forma nupcial.
- Lo sé querido, pero no deberías – musitó suavemente – Yo te cuidaré esta vez.
Al recibir silencio y un apenas perceptible asentimiento de parte del diablillo, Stolas lo acunó con amor en sus brazos y lo llevó hasta el baño, donde procedió a cumplir sus promesas.
Preparó la bañera con un baño tibio de burbujas y con todo cuidado, desvistió a su amante con el cuidado de no rozar en exceso sus heridas, aunque fueran meros rasguños.
- Sabes que no tienes por qué hacer esto ¿Verdad? – murmuró Blitz mientras apoyaba su frente contra el hombro del príncipe, sintiendo como este ya comenzaba a quitarle las prendas de abajo.
- Quiero hacerlo, mi amor – respondió el contrario antes de besar la mejilla del diablillo y proseguir con su trabajo. No sentía vergüenza alguna de verlo desnudo, no cuando ambos ya se habían visto hasta el alma en el pasado, pero quería hacerlo con el cuidado que su Blitzy se merecía.
Cuando toda la ropa ya estaba en el suelo, el príncipe se desprendió de su propia bata y nuevamente sostuvo a su amado en sus brazos y con todo cuidado, se sumergió en la bañera, dejando al más diablillo entre sus piernas, con su espalda rozando su pecho.
Con movimientos lentos, comenzó a limpiarlo con ayuda de una esponja suave, asegurándose de quitarle toda la suciedad y sangre y manteniendo a salvo sus rasguños de cualquier movimiento que le causará más ardor. Blitz no protestó y por sus lentos movimientos, casi parecía estar dormido; la única señal de su vigía era su propia cola que se movía con lentitud envolviéndose en el muslo del búho.
Una vez que aquello estuvo terminado, Stolas salió primero de la bañera y con cuidado levantó a Blitz de allí y procedió a secarlo. Dicha acción la repitió consigo mismo, pero con menos cuidado y atención. Después, lo sostuvo una vez más y lo llevó de regreso a la habitación en donde reinaba la oscuridad levemente distorsionada por las luces de algunas velas. Lo depositó en su cama y comenzó a examinar con cuidado todas sus heridas y moretones esparcidos por su cuerpo. Algunos se curarían en menos de dos días, pero otros podrían tardar una semana si no se cuidaban a tiempo con un poco de medicina.
No pudo evitar fruncir el ceño ante la preocupación por su amado y antes de dirigirse a su tocador para buscar lo que necesitaba, dejó un pequeño beso entre los ojos de Blitz y otro en la comisura de su boca.
- Vuelvo de inmediato, querido – musitó antes de desaparecer unos segundos del radar de la vista de Blitz y reaparecer con un pequeño frasco entre sus garras oscuras como la noche del mundo humano; un ungüento para dichas heridas pequeñas.
Con lentitud y atención, esparció el medicamento por los rasguños y contusiones repartidos en el cuerpo de su amante, recibiendo pequeños quejidos de parte del contrario que respondían a lo frío que se sentía el ungüento en su piel.
Tras asegurarse de que estaba completamente listo y tras dejar pasar algunos minutos más, Stolas procedió a terminar su promesa de cuidado y rebuscando en uno de los cajones de su armario, logró encontrar un simple pijama que pertenecía al mismo diablillo; una de las varias pertenencias que solía guardar de su amante. Sonriendo con cansancio y un atisbo de tristeza, procedió a vestir a Blitz para que pudiera dormir de una vez. Acción que se vio interrumpida por el susodicho al sostenerle las muñecas con fuerza débil.
- Puedo hacer eso solo – afirmó con voz gutural y algo desafinada.
- Es lo último – aseguró Stolas mientras lo miraba con devoción – Prometo que después de esto, no fastidiaré más.
- No deberías hacerlo – insistió Blitz – Solo… solo es una pérdida de tiempo. Por eso soy una carga.
Palabras habituales en su contra que le rompieron el corazón a Stolas.
- No digas eso, mi amor – suplicó mientras lo envolvía en un abrazo gentil, acariciando su cabeza y su espalda en círculos lentos – Nunca podrías ser eso.
- Stolas…
- Tú lo eres todo para mí. Todo. Y lo repetiré hasta que me creas.
Una oración llena de un amor genuino y honesto que se instaló como un bálsamo sobre las heridas del corazón de Blitz, quien no pudo evitar aferrarse al príncipe como si la vida se le fuera en ello, escondiendo la cara en la curvatura de su cuello, temblando hasta convertirse en sollozos silenciosos y anhelantes. Mientras las manos de Stolas lo vestían de caricias y su boca lo envolvía a besos mientras limpiaba sus lágrimas.
Jurándole en silencio que nunca más debería limpiar sus heridas solo. Que él estaba dispuesto a abrir sus brazos para su caballero de brillante armadura y cobijarlo de la crueldad del mundo que persistía en dañarlo, y tal vez algún día…
Darle el valor de entregar su corazón por completo sin el miedo a que se rompiera una vez más.
No sé por qué he conseguido actualizar tan seguido este fanfic. Tal vez estoy lidiando con el pánico y trauma que me generará el próximo capitulo de Helluva Boss, "Full Moon". Porque hasta Brandon Rogers (voz de Blitz y co-escritor de la serie) advirtió que el siguiente capitulo nos iba a doler :')
