Aventuras mágicas Parte 4
En el porche delantero de la Casa Búho, King y Queen estaban inmersos en una de sus habituales discusiones de pareja.
—Esto es ridículo —declaró King con tono exasperado.
—Ñaa, tú eres él ridículo —respondió Queen con desdén.
La mirada de King se volvió intensa.
—¿Cómo dices?
—Soy una titánide libre. Tomo mis propias decisiones.
Queen, molesta, se giró de espaldas a él.
—Buscame cuando estes listo para hablar como semejantes.
Estuvo a punto de marcharse, pero King la sujetó bruscamente del hombro izquierdo.
—¡No me des la espalda!
—Quitame las patas de encima —le advirtió Queen con firmeza.
King adoptó una expresión burlona y desafiante.
—Obligame, puerca insurrecta.
Aquello fue la gota que colmó el vaso. Queen soltó un gruñido y se abalanzó sobre King, desencadenando una pelea llena de forcejeos, arañazos y mordidas.
—¡No! ¡No! ¡Hoot! ¡Deténganse! —exclamó Hooty, visiblemente asustado, extendiéndose entre ellos en un intento desesperado por separarlos.
Un rato después, con el pelo alborotado y algunas heridas en sus cuerpecitos, King y Queen estaban sentados uno al lado del otro en el porche delantero. Tenían los ojos cerrados y las cabezas apoyadas entre sí, brindándose cariñosos gestos de afecto.
—Nada aviva más la chispa que una buena pelea —declaró King con una chispa de emoción en sus ojos, mientras dirigía una mirada cariñosa hacia su "reina".
Ella le devolvió la mirada con la misma ternura y le acarició la barbilla con suavidad utilizando su pata derecha.
—Ñaaa, somos un par de abejas de fuego.
—¿Así que quieres dirigir un entrenamiento, ¿eh?
—Ñaaa, casi tanto como llegar a casarme.
King entrecerró los ojos con una mirada llena de sospecha y una ligera muestra de molestia.
—¿Con quien?
Queen dejó escapar una risita divertida.
—Ñaaaa, contigo, por supuesto.
King suspiró, visiblemente aliviado.
—¿Y cómo planeas hacerlo si no tienes reclutas?
—Ñaaaa, ¿quién dijo que no los tengo, mi dulce rey? —respondió la Reina con confianza.
—Sí —afirmó Hooty, su rostro marcado por rasguños, mordeduras y un ojo morado—. Es su amigo favorito, Hooty, reportandose. Me levantaré al amanecer y cumpliré sus ordenes.
—Ñaa, no lo creo —le respondió Queen con una sonrisa burlona—. Tú estás muy desesperado.
Después, abrió la puerta de golpe y se precipitó adentro, emergiendo segundos más tarde con varios muñecos apretados entre sus brazos, los cuales empezó a colocar cuidadosamente uno al lado del otro en el suelo.
—¡Enlistense! Pardo, Tortugo Franklin, Lumpy, Musculoso Bob, François, Cariñosito...
Acunó cariñosamente al osito blanco de peluche entre sus brazos.
—¡Ñaaaa, tú ya eres perfecto!
—Para la guillotina —dijo King con una mirada celosa mientras observaba la escena.
Queen soltó una risita tierna y se inclinó hacia él para darle una cariñosa lamida en la mejilla izquierda.
—Ñaaa, tus celos machistas me encienden.
Después, lanzó una mirada decidida hacia los juguetes.
—En cuanto al resto de ustedes. Solo lo diré una vez. ¡Presten atención!
El oso pardo se precipitó sobre el tortugo y de inmediato percibió que algo no estaba bien.
—No es divertido si no tiemblan, ¿verdad? —señaló King.
Queen se detuvo por un instante, perdida en sus pensamientos.
—¡Ña, tengo una idea!
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Agotada, Luz volvió al campamento donde encontró a Eda descansando frente a su tienda. Estaba sentada en un tronco, cerca de una fogata, disfrutando de una bebida caliente en una taza azul que sostenía delicadamente con su mano derecha.
—Muy bien. Identifiqué el olor de tres rocas diferentes. Ordené las ramas de mayor a menor, y encontré tu enguantada mano zurda.
Extrajo la mano cortada de la bruja de su bolsillo izquierdo y la extendió hacia ella, quien la recibió y se la colocó de nuevo.
—Ya me preguntaba dónde estaba esa cosa.
—¿Qué hacemos ahora?
Observó hacia el campamento vecino, donde Luis y Satan se encontraban inmersos en una sesión de entrenamiento intensa. Satan desató un hechizo ardiente desde su pipa, el cual Luis absorbió hábilmente con su daga, contrarrestando con un contraataque que Satan bloqueó con un escudo de energía. En respuesta, Satan conjuró un hechizo de hielo con un gesto de mano, pero Luis lo deshizo con un movimiento certero de su arma, lo que provocó la aclamación entusiasta de Amity, Willow y Gus.
—Ey.
Eda se giró hacia Luz, se levantó y posó su mano derecha en el hombro izquierdo de su amiga.
—Sé que mis lecciones parecen raras, pero la magia salvaje se trata de esto.
Avanzó unos pasos y alzó las manos hacia el cielo.
—De conectarse con la naturaleza.
Dirigió de nuevo su mirada hacia Luz, con una mano en su cadera derecha y la otra extendida en el aire.
—Las antiguas brujas lo entendían, y tú necesitas entenderlo también. ¿Quieres aprender un segundo hechizo?
—Con todo mi corazón —respondió Luz con determinación.
—Entonces tienes que aprender de la isla.
Acto seguido, Eda condujo a la joven humana hacia una roca y la ayudó a sentarse en ella.
—Ahora observa.
Señaló hacia el acantilado desde donde se podía apreciar una vista impresionante de las islas hirvientes. En ese momento, unos copos de nieve pasaron volando justo por encima de la cabeza de Luz, impulsados por el viento.
—Y piensa lo que la isla está tratando de decirte.
Después, la dama búho se alejó, dejando a Luz a solas con sus pensamientos.
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Después de finalizar el entrenamiento, Luis extendió su mano hacia Satan. Este no pudo evitar sonreír y correspondió estrechando la mano de Luis con la misma cordialidad.
—Voy a ser sincero contigo, Satan. No me agradaste cuando te conocí, pero después del entrenamiento de hoy... bueno...
Satan arqueó una ceja, mostrando interés por las palabras del jóven humano.
—¿Estás diciendo que ahora tienes menos ganas de matarme?.
Luis esbozó una sonrisa irónica.
—Si quieres verlo de esa manera, sí.
—¿Nos besamos? —propuso Satan con una chispa traviesa en sus ojos.
Luis frunció el ceño.
—No tientes a tu suerte.
De repente, Amity apareció con su usual aura de ligereza y diversión.
—Oh, vamos, ¿que es un simple besito, querido Lugo? La reina Willmeter no es celosix... Eso creo.
Luis se quedó mirando a Amity con indiferencia, mientras Satan emitía un gruñido que sonaba más a risa que a enojo.
—¿Que colmillos de reptibestia quieres ahora, Manoplas?
Amity dirigió una mirada a Satan, con una sonrisa dulce y ligeramente burlona en su rostro.
—Disculpa, pero le estoy hablando al caballero, no a su corcel.
Luis tuvo que contener una risa ante la respuesta de la jóven bruja.
—Te dio gato por liebre.
—Okie-dokie-pokie, iré al granito-patito.
Amity le sonrió a Luis y señaló a Willow y Gus, quienes estaban charlando en la mesa de té, con su pulgar izquierdo.
—Tratamos de aumentar la seguridad en nuestras filas y necesitamos un guardaespaldas, ¿Contamos contigo?
—Uh...
Luis mostró indecisión en su rostro al dirigir su mirada hacia los jóvenes brujos. En ese momento, Willow le devolvió la mirada con una sonrisa y un saludo amistoso con la mano derecha, lo que provocó que se ruborizara y correspondiera al saludo, sin prestar atención a lo que Amity seguía diciendo.
—La búsqueda de la Princesa Star no está exenta de riesgos. Incluso ella podría ser una potencial amenaza para...
—Muy bien, de acuerdo —la interrumpió Luis—. Acepto.
Amity soltó un grito de alegría y abrazó al chico Noceda con entusiasmo, lo que lo dejó consternado.
—Cerebro y empatía. Por eso eres un príncipe.
Satan dirigió una mirada burlona hacia el joven Noceda.
—¿Sabes? Como Avatar del mal eres resistente, pero como un jóven enamorado eres muy influenciable.
Mientras Amity lo llevaba de la mano, Luis sacudió la cabeza en señal de negación.
—Las hormonas me quieren muerto.
Satan soltó una risita burlona antes de sentir una mano en su hombro izquierdo; al volverse, se dio cuenta de que pertenecía a su tía Eda.
—Querubín.
—Oh, me alegra que ya te encuentres mejor, tía Eda. ¿Se te ofrece algo?
—Sí.
Eda volvió su mirada hacia Luz, quien permanecía sentada sobre la roca, observando el acantilado.
—Necesito que hagas algo por mí.
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Luz inhaló profundamente, infundiendo determinación en su interior mientras se repetía a sí misma con gestos decididos:
—Muy bien, Luz. Observa con mucha atención. ¡Enfócate!
—¿Enfocarte?
Al girarse hacia la conocida voz masculina, Luz vio a Satan acercándose hacia ella, con su pipa humeante entre los labios.
—¿En qué? ¿Como te inscribirán en la clase de bebés?
—Ey, Satan —le saludó amablemente—. ¿Cómo fue el entrenamiento?.
El jóven brujo hizo una pausa para ihnalar su pipa, antes de retirarlo de sus labios.
—Uf, bastante ardiente e intenso —respondió con un tono ligeramente juguetón, soltando un poco de humo entre palabras—. Me dejó cansado. Luis en verdad sabe como usarlo. El kris, quiero decir.
Luz dejó escapar una risa contagiosa al escuchar el chiste.
—¿Y podría saber dónde se ha metido ese apuesto y temperamental semental ahora? —preguntó con una sonrisa pícara después de detener su risa.
—¿Zugo?
Satan inhaló profundamente de su pipa, dejando escapar una nube de humo antes de señalar con ella hacia el campamento de Amity.
—Mm, lo último que supe de él, es que fue reclutado como guardaespaldas de la reina Demeter.
Luz volvió su atención hacia el lugar y contempló a Amity dando saltos emocionados alrededor de Luis, Willow y Gus, quienes la siguieron entusiasmados. Un suspiro tierno se escapó de los labios de la joven Noceda al presenciar el gesto de cariño entre Willow y Luis, quienes caminaban tomados de la mano, mientras Gus discretamente sacaba su pergamino de pemstagram para capturar el momento en video.
—Su amor es como un capullo a punto de abrirse.
—Malingale volvió a demostrar por qué lo llaman "El adivino misterioso" —señaló Satan con una pequeña sonrisa, antes de tomar otra bocanada de su pipa y exhalar humo.
Luz lo miró emocionada y se levantó rápidamente, acercándose a él con los puños en alto.
—¿Club de lectura Azura? ¿Club de lectura Azura?
Satan soltó una carcajada con ganas y dijo:
—Siempre y cuando estemos en la misma clase.
Desilusionada, Luz bajó la mirada y regresó hacia la roca, donde se sentó con pesar.
—Enfréntalo.
Luz dirigió una mirada de extrañeza hacia Satan y se percató de que este último la observaba con una expresión burlona.
—Nunca conseguiras un segundo hechizo siguiendo las lecciones de la tía Eda. Si quieres estár en la misma clase que yo. Necesitarás aprender magia como yo.
Luz dirigió su mirada hacia la pipa del jóven brujo y exclamó emocionada:
—¡Eso es!
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King y Queen se encontraban en la cocina. Mientras ella hojeaba el libro de recetas de Eda, él la observaba atentamente.
—Disciplina militar, cocina. Realmente eres una titánida multifacética, reina mía.
—Ñaa, gracias, mi amado rey.
Acto seguido. Queen señaló con su dedo índice izquierdo hacia una botella repleta de un líquido verde agua.
—Muy bien. Ya puedes rociárselos, amor mío.
—Una dosis de la salsa secreta de Eda, y seremos los creadores de la vida —exclamó King emocionado mientras vertía la poción sobre cada uno de los juguetes.
Queen le lanzó una mirada coqueta mientras parpadeaba con picardía.
—Pero...
Después de terminar, King arrojó la botella a un lado, produciendo un sonido al romperse. Mientras los juguetes empezaban a moverse, le lanzó a su "reina" una mirada coqueta y dijo:
—Pero serás tú quien dirija.
—Ñaaa, sí, sí, sí, mis reales reclutas.
Queen observó con orgullo cómo los juguetes se ponían de pie por sí mismos. Luego, colocó las manos detrás de la espalda, adoptando una postura de comandante.
—Bienvenidos al entrenamiento. Lo necesitan.
Comenzó a inspeccionar a cada uno con detenimiento.
—Mírense, desaliñados, patéticos. ¡Un botón cuelga de tu ojo! ¡Patético!
—Wow, qué sexy —dijo King de manera juguetona.
Queen soltó una risita por el comentario de King, pero continuó diciendo:
—Pero gusanos, los transformaré en unos... gusanos ligeramente mejores. Su primera misión...
Con una mirada maliciosa, apuntó hacia King con su dedo índice derecho.
—¡Un golpe de estado!
Todos los juguetes giraron sus miradas hacia King, con destellos rojos en sus ojos, y se acercaron a él.
—Sabía que era una trampa —masculló King, frunciendo el ceño y poniéndose en guardia—. Pero no me intimidarán en lo más mínimo.
—¡Ñaaaaa!
Hooty estaba afuera disfrutando de la música a través de sus auriculares cuando de repente escuchó un grito de victoria de Queen:
—¡Viva la revolución!
En ese momento, King salió disparado por la ventana, rompiendo el vidrio al ser arrojado por los soldados de juguete.
—¡Por el titán! Hoy van a rodar cabezas —masculló con fastidio desde el suelo, mientras una lluvia de flechas y cuchillos caía a su alrededor, afortunadamente sin impactarle.
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A pocos metros del campamento de Amity, Luis se detuvo, cruzando los brazos y frunciendo el ceño mientras observaba a la bruja de cabello rosa.
—Manoplas, por casualidad... ¿esa supuesta princesa que buscamos no tiene cierto parecido con una mariposa? —le preguntó serio.
—¡Yay! —exclamó Amity con entusiasmo, acercándose al joven Noceda—. Ahora que lo mencionas, sí, ¿la viste? —Tomándolo suavemente de los hombros con ambas manos, comenzó a dar saltitos—. ¿¡Dónde, dónde, dónde, dónde!?
—¿¡Entonces realmente existe!? —exclamó Gus emocionado, mientras que Willow, al igual que Luis, parecía tener un mal presentimiento.
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—Oye, Satan, ¿esa pipa tiene algún tipo de encanto o poder especial? —preguntó Luz, con curiosidad reflejada en sus ojos.
—En realidad, no —respondió Satan, mientras el humo de su pipa serpenteaba en el aire—. Solo actúa como un canalizador a veces.
Luz dejó caer su mirada, sus ojos bajando lentamente como si estuviera sumida en una decepción palpable.
—Entiendo.
—Sin embargo —continuó Satan—, tengo la capacidad de infundirle propiedades mágicas, por si alguna que otra aspirante a bruja quisiera utilizarla, si así lo deseo.
Luz alzó la mirada, sus ojos brillando con un entusiasmo que era difícil de contener.
—Tú, de verdad... —musitó, dejando escapar una sonrisa llena de emoción.
—¿Por qué no?
Con una chispa traviesa en sus ojos azules, Satan trazó un círculo de hechizos en el aire con un gesto elegante de su mano izquierda, y luego lo atravesó con su pipa.
—Con palabras de magia y un toque sutil, este objeto común se vuelve viril —declamó, mientras el círculo parecía impregnar de energía mística al objeto, para regocijo de Luz—. Que se llene de un gran poder, transformando lo ordinario en algo de ver.
Acto seguido, Satan le ofreció la pipa con una pequeña reverencia.
—Diviértete
Luz tomó la pipa con entusiasmo y gratitud.
—A ver, a ver.
Apuntó hacia el acantilado, trazó un círculo en el aire y, en el extremo de la pipa, surgió una bola de fuego que se lanzó y explotó en el cielo como un espectáculo de fuegos artificiales.
—¡Sí! ¡Hice magia! ¡Hice magia! Sin dibujar nada. Esta cosa es lo mejor.
Satan cruzó los brazos y desvió la mirada hacia el lado opuesto de donde se encontraba la joven Noceda.
—¿Lo viste todo, tía Eda?.
—En efecto, Querubín.
Luz quedó petrificada al escuchar la voz de Eda. Giró lentamente para mirarla y notó de inmediato que su expresión no era de alegría.
—Tiene la fortaleza para resistir la tentación de aceptar un pacto oscuro, pero al final cedió ante la seducción de un objeto mágico.
Luz se giró hacia Satan y formuló su pregunta con firmeza:
— ¿Qué está sucediendo aquí?
—Verás, encargué a mi querido sobrino que te pusiera a prueba para evaluar tu lealtad a mis enseñanzas —respondió Eda.
Satan miró a Luz con pesar.
—Lamento mucho que hayas fallado, Luz.
Luz bajó la mirada con gesto de molestia y decepción, cerrando los ojos.
—Fui tentada por el maligno.
—Y sucumbiste ante él —le recordó Eda.
—¿Que pretendías que hiciera? ¿Seguir comiendo nieve? ¿Lamer otra roca? —argumentó Luz entre gestos, visiblemente molesta.
—Bueno, tal vez mis metodos son únicos —reconoció Eda—. Pero también lo es tu magia. Conectarte con la isla puede ayudarte. Esa pipa no.
—Bueno, ella sí me ayudó ¡Observa lo que puedo hacer!
Aún molesta, Luz trazó otro círculo en el aire, pero esta vez omitió apuntar hacia el acantilado, lo que hizo que la bola de fuego se dirigiera hacia una parte del bosque. Al impactar, provocó una explosión que asustó a las aves, haciéndolas volar precipitadamente junto con la Mariposa Estelar, que llegó volando hacia el grupo. Se notaba ligeramente chamuscada, aunque más lo estaban las salchichas que sostenía en sus seis manos.
—Quizás sea el momento adecuado para dejar de fumar —dijo Satan, con un tono de sarcasmo evidente en su voz.
—Mis salchi-duendes... arruinados... —dijo la Mariposa Estelar con voz calmada pero con un dejo de molestia, al levantar una de las salchichas que se desintegró en cenizas en sus manos— ¿Quién lo hizo?.
—Luz, molestaste a la Mariposa Estelar —dijo Eda con tono preocupado.
