Serie: Avatar (La Leyenda de Aang | La Leyenda de Korra)
Autor: Leah
Advertencias: UA en los otros capítulos, cambios del canon, Puede que algo de OC. (Llevo un tiempo sin escribir sobre ambos)
Pareja: Zutara (Zuko & Katara)
Timeless
Song
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The kinda love that you only find once in a lifetime
The kind you don't put down
And that's when I called you and it's so hard to explain
But in those photos, I saw us instead
.
Los copos de nieve caían lentamente frente a su rostro mientras sus ojos cansados vislumbraban lentamente la figura de todos los miembros de su tribu caminando de un lado al otro, corriendo, preparándose, armando con luces fluorescentes el festival que estaba pronto a venir; Rio suavemente, divertida al observar como unos niños tropezaban y se caían después de simular que luchaban con espadas de ramas secas, recordándole vagamente a Sokka cuando intentaba aprender a utilizar armas, allá, cuando no había sido más que un niño comprendiendo el mundo.
Habían pasado tantos años desde aquel entonces, tantas cosas, demasiadas cosas como para si quiera ponerse a recordar; Aún lo extrañaba, por supuesto, su hermano era un vació constante en su corazón tal cual lo había sido la pérdida de su esposo: Aang era un recuerdo dulce que más de una vez pudo vislumbrar en algunos guiños de Korra cuando la vio crecer.
Pero ya no podía ver a la jovencita, quien se había ido también al mundo espiritual hace tanto tiempo atrás con su pareja, dejando su propia huella en este gran mundo.
Estaba sola, teóricamente hablando, bueno, había formado muchos lazos en su hogar y fuera de él, pero a estas alturas los huesos pesaban y los pensamientos igual, sabía que su tiempo estaba acortándose, podía sentirlo tan natural como respirar, como su propio agua control.
La vida le había dado mucho, le había entregado un largo tiempo, incluso…
-Katara, ya está todo listo para salir-
La voz masculina tras la puerta la hizo girar, más grande, mayor, el cabello canoso era un indicio tan obvio como en si misma, lo único que le quedaba de su pasado a estas alturas: Zuko; Sonrió un poco hacia el anciano hombre, que aún con los años y la experiencia tras suyo, tenía ese brillo de cariño sincero que había desarrollado con los años para cuando se volvió parte de su equipo.
Bueno, ese cariño siempre había sido suyo, desde el minuto en que se lanzó sin pensarlo mucho frente a aquel rayo mortal que le había tirado Azula.
Un paso, otro paso, bastante lento mientras él mismo le ofrecía su brazo con la educación natural que solo podía atribuirse a alguien que había sido líder de su nación: a estas alturas eran los únicos dos del equipo que aún quedaban, que todavía podían verse mutuamente de manera natural. Toph hace mucho que también había partido, en una despedida dolorosa que le llegó al corazón como una epifanía, tal cual había ocurrido cuando perdió a su esposo y a Sokka.
No obstante, sabía que los tres habían sido felices, y aunque hubiese deseado no ser ella de las últimas en quedarse, sabía que su papel en esta vida era ese: acompañarlos a cada uno de ellos en el final, envolviéndolos en su amor.
Claro, quizá esta vez fuera al revés, considerando lo que ella misma estaba sintiendo en su interior.
-Si salimos ahora, deberíamos llegar al atardecer- agregó el hombre, mientras la dirigía hacia el enorme dragón que se agazapaba con sutileza para permitirle subirse: Druk por sí solo era una criatura majestuosa, independiente del cariño natural que desarrolló por Appa.
Con ayuda de quien fue el regente de la nación del fuego por demasiados años, subió, antes de hacer un mohín tal como alguna vez hizo de joven. -Pensar que necesitaría ayuda para montar una criatura voladora, al menos es un caballero el ex señor del fuego- comentó, causando que el hombre la mirara, extraño primero, antes de darse cuenta de que solo jugaba con él y reírse también.
Estaban viejos, ya no era lo mismo, pero sin duda se sintió cálido y cómodo volar igual a lomo de Druk mientras él se aseguraba de que no saliera volando por algún descuido.
No es que fuera la primera vez, desde que se habían descubierto así mismos solos, habían decidido volver a interactuar más, al menos ocasionalmente había acompañado a Zuko en sus viajes para mantener el balance, que no era más que una excusa para ver que tal seguía el resto del mundo ahora que ella ya no tenía genuinamente nada más que darle al mismo.
Y… y fue en esos viajes en que quizá eso que siempre había estado ahí volvió a encenderse, suave, lento, con calma que solo la experiencia y los años podía entregar.
Miró de reojo al hombre detrás suyo, con las arrugas marcadas y las manchitas propias en la piel. - Había amado a su esposo, en eso no tenía ninguna duda, amaba a su familia, a sus hijos y sus nietos (de quienes se había despedido hace poco, previendo lo que ocurriría, y aunque les había dolido, lo comprendieron). Pero no podía negarse a sí misma que quizá en otras circunstancias, con algún cambio suave en el dominó que era el destino de cada persona, su destino hubiera sido diferente.
Sí, sabía que parte de su corazón siempre había resguardado en un lugar diferente a quien había sido su enemigo por tantos años, a quien debió aprender a conocer y a perdonar, a quien hoy en día, en sus últimos años, se había vuelto a acercar hasta sincerar todo aquello guardado en su interior.
Sabía que él se sentía igual, y aunque al inicio creyó que estaba fallando al recuerdo de Aang, algo le dijo que él mismo lo hubiese entendido, que lo entendía, porque Aang siempre había sido el más sabio de todos ellos, y él sabía mejor que ella misma, que su corazón, tan acoplado a amar a todos, perfectamente podía amar a alguien más sin que esto fuera el más grande de los pecados, sin que el amor que le tuvo por tantos años fuera menos puro o menos sincero.
Así pues, tener a Zuko al lado le había dado de todas formas felicidad en estos últimos tiempos, como si la vida quisiera seguir recompensándola para permitir disfrutar de sentir este tipo de amor antes de que inevitablemente tuviera que irse a descansar del todo.
Y eso fue lo más obvio, cuando ambos aterrizaron en aquella pequeña isla ubicada casi que, en medio del mundo, con un prado de flores de tantos colores que simplemente era imposible no perderse en la belleza irreal que era el cambio entre ese sitio y el mar extendiéndose a la distancia.
La ayudó a bajarse con el mismo cuidado que la ayudó a subir, y mientras sentía el cuerpo más y más pesado, fue que le permitió recargarse en él en un abrazo cálido y reconfortante.
A veces se cuestionaba si quizá su destino siempre había sido él.
Tal vez, en realidad, sus almas estaban destinadas y simplemente la anomalía que fue la guerra de 100 años fue lo que cambió la dualidad a la que estaban acostumbrados, permitiéndole a sus cuerpos, mentes y corazones descubrir el amor en otros brazos. - Aang, Mai; Entregándoles ese sentimiento cálido a pesar de que ambos sabían, sin saberlo realmente, que genuinamente lo que siempre debía unirse era el agua y el fuego.
La luna y el Sol.
Río suavemente ante sus propias analogías mientras se acurrucaba a un costado de Zuko, ambos sentados sobre una manta que había traído él, con el dragón dormitando un poco más atrás en medio de todas las flores de colores.
Al menos se sentía en paz a pesar del cansancio, a pesar de que sus párpados caían lentamente, independiente de que pudiera sentir como su respiración se iba volviendo pesada: se sintió en paz, se sintió en calma, se sintió acompañada y querida, en especial ante la mano que acariciaba suavemente el costado de su cuerpo.
Por un instante, incluso volvió a sentirse joven mientras alzaba la mirada, y lo notó, él la miraba, con amor, con adoración, y con mucho dolor.
Ambos sabían lo que pasaba, ambos lo tenían claro, tanto así que él se inclinó, besando sus labios de forma suave y amorosa, abrazándola con más fuerza mientras ella se dejaba ir por ese sentimiento de paz interna, de descanso absoluto después de la muestra de afecto.
Sí, quizá aquí no pudo ser tanto como quizá ambos hubiesen querido que ocurriera, pero algo le decía que después, más adelante, sería diferente.
Solo debía cerrar los ojos y… esperar.
Esperar descubrir si genuinamente era con él con quien era atemporal.
-Te amo Katara-
Fue lo último que escuchó para cuando el mundo perdió el sentido.
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And somehow I know that you and I would've found each other
In another life, you still would've turned my head
