Capítulo 32
Vagabundo contra Oni

Genta y Mamoru no estaban teniendo mucha suerte en los dados esa tarde. Se habían reunido con otros tres de sus usuales compañeros de juego, y los cinco se sentaron en un callejón en Hanamizaka, formando un pequeño círculo con un plato de porcelana entre ellos en donde arrojaban los dados a la vista de todos. Para esas horas, los dos hombres jóvenes ya habían perdido al menos dos tercios de sus escasos sueldos. Pero si había algo que aún no perdían, era la esperanza.

—¿Aún quieren continuar? —les cuestionó uno de los otros hombres con una sonrisa socarrona en los labios. Movía con gusto una de sus manos, agitando los dados entre sus dedos—. Un poco más y terminaremos dejándolos sólo en sus calzones.

—¡Deja de hablar y tira! —exclamó Genta con exasperación—. No seas tan presumido, que no puedes tener tanta suerte seguida.

Pero evidente sí podía. El hombre arrojó los dados en el plato, rebotaron y rodaron, quedando el número justo que el apostador necesitaba para superar a los otros. Genta y Mamoru soltaron un agudo quejido de incredulidad y molestia.

—¡No puede ser! —espetó Mamoru—. ¡Tienes que estar haciéndonos trampa! ¡De seguro son dados cargados!

—¿De qué me estás acusando? —murmuró con frialdad el hombre que acababa de arrojar, parándose rápidamente. Su mirada dura y agresiva se clavó hacia abajo, fija en los dos hombres sentados delante de él, y su mano se aproximó peligrosamente a la espada que portaba en su cintura.

Los dos hombres, identificados claramente como miembros de la Banda Arataki por sus sombreros negros y un kanji rojo adelante, retrocedieron nerviosos en sus lugares.

—Bueno… bueno… —masculló Mamoru tartamudeando—. Sólo decía…

El hombre de la espada definitivamente no se encontraba nada contento con que lo difamaran de tramposo. Sus dedos se oprimieron firmes contra la empuñadura de su arma, más que listo para desenvainarla de un sólo tajo, dependiendo muy seguramente de las siguientes palabras que estuvieran por salir de la boca de aquellos dos.

Para suerte de todos los presentes, antes de que cualquiera pudiera decir nada más, a favor o en contra de la acusación, alguien se apareció repentinamente en la entrada del callejón y saltó al interior de éste con apuro.

—¡Aquí están! —gritó la recién llegada con ímpetu, jalando la atención de todos—. ¿Dónde se han metido? Los he estado buscando por todas partes.

Los dos miembros de la Banda Arataki se giraron a mirar sobre sus hombros a la joven de cabellos verdes y máscara negra de pie a sus espaldas.

—Ah, hola Shinobu —le saludó Genta con voz vacilante—. ¿Cómo estás? Sólo estábamos pasando… el rato con unos amigos…

Shinobu alzó su mirada, detectando de inmediato la tensión presente en el callejón, preparada para explotar en cualquier momento.

—Vengan conmigo —masculló la Srta. Kuki, extendiendo sus manos hacia los dos miembros de su banda para tomarlos firmemente de los cuellos de sus trajes, y luego jalarlos hacia la salida del callejón.

—Oye, este par de inútiles me deben aún cien moras más —advirtió el hombre de la espada con hosquedad.

—¿De verdad? —masculló Shinobu, girándose a mirarlo con dureza—. Porque no me parece que esto cumpla con la reglamentación oficial que la ley establece para los juegos de azar. ¿Deberíamos involucrar a la Comisión Tenryou en este asunto?

—Oye, no es para tanto, Kuki —añadió otro de los apostadores, alzando una mano hacia ella en señal de calma—. Éste sólo fue un juego amistoso entre colegas…

—Si todo fue amistoso, no les molestará entonces que nos vayamos, ¿o sí? —concluyó Shinobu de forma cortante—. Ya que tenemos un asunto importante que requiere nuestra atención. Comprenden, ¿verdad?

Los tres apostadores se vieron entre ellos, vacilantes, y dicho silencio fue la oportunidad adecuada para continuar con su huida.

—Perfecto —indicó Shinobu, y siguió jalando a sus dos amigos hacia afuera del callejón—. Entonces, si nos disculpan, nos retiramos.

—Lo siento, muchachos —dijo Genta, encogiéndose de hombros.

—Ya oyeron, hay una emergencia —añadió Mamoru, siguiendo a sus dos amigos.

—¡Arreglaremos cuentas mañana!, ¡¿oyeron?! —espetó el hombre de la espada con fuerza para que lo escucharan.

Ya fuera del callejón y andando por la calle, Genta y Mamoru se sintieron mucho más aliviados y a salvo.

—¡Bien hecho, Shinobu! —señaló Mamoru con alegría.

—¡Nos salvaste la vida! —agregó Genta—. Si no fuera por ti, de seguro nos la hubiéramos pasado muy mal.

—Ahora creo que podemos ir a beber algo con el dinero que no le pagamos a ese sujeto —propuso Mamoru y sin espera comenzó a avanzar rápidamente en dirección al bar de la siguiente esquina. Genta no tardó en seguirlo más que de acuerdo con la idea.

—¡Nada de beber! —exclamó Shinobu con voz de mando, tomando de nuevo a los dos de los cuellos de sus trajes para detenerlos—. ¡No estaba inventando cuando dije que teníamos un asunto importante qué atender! ¿Dónde está el jefe?

—¿Itto? —murmuró Genta un poco confundido—. No estoy seguro. Dijo algo de que tenía hambre, y creo que Akira y él fueron a comer algo.

—¿A dónde? —cuestionó Shinobu con seriedad.

—No lo dijeron en específico —respondió Mamoru encogiéndose de hombros—. ¿Por qué estás tan alterada? ¿Qué pasó?

Shinobu vaciló un poco antes de responder. Desvió su mirada hacia un lado y luego hacia el otro, inspeccionando las personas que andaban por la calle como si esperara ver algún observador sospechoso entre la multitud. Sin decir aún nada, tomó a ambos hombres de sus brazos y los jaló rápidamente hacia otro callejón, antes de que cualquiera pudiera pronunciar alguna queja. Una vez fuera de la vista del resto de los transeúntes, Shinobu sintió la suficiente seguridad para al fin hablar, aunque lo hizo muy, muy despacio.

— Shikanoin Heizou me interceptó más temprano cuando salí de mi casa.

—¿Shikanoin? —cuestionó Genta con desdén—. ¿Qué quería ese presuntuoso de la Comisión Tenryou?

—Ese es el problema, no estoy segura —respondió Shinobu con seriedad—. Pero me hizo unas preguntas muy extrañas, sobre si acaso conocía a alguien por aquí que aún tuviera su visión, o si en efecto yo había entregado la mía cuando se solicitó. No hizo ninguna acusación directa, pero creo que me estaba insinuando que… sospecha que yo aún tengo mi visión electro.

Shinobu se viró a un lado y movió la hombrera que portaba en su hombro izquierdo, sólo lo suficiente para que sus dos amigos pudieran echarle un vistazo a la visión de orbe morada que tenía ahí oculta. Su preciado y secreto tesoro, que ni siquiera su madre sabía que aún estaba en su poder, en lugar de servir de una decoración más en la Estatua de la Diosa Omnipresente.

—Pero eso es imposible —indicó Mamoru con severidad—. Todos saben que tú entregaste tu visión como los otros. Bueno, más bien que entregaste una visión falsa…

—Baja la voz —le reprendió Shinobu con dureza, estando a un paso de lanzársele y taparle la boca con sus propias manos. Su reacción era, quizás, un poco exagerada, en vista de que era poco probable que alguien los escuchara, mas no imposible—. Ese es el caso, me parece que es probable que esté sospechado justo que la visión que entregue fue falsa.

—No puede ser —masculló Genta con preocupación—. ¿Acaso crees que también sospechen de la visión del jefe…?

—La verdad no sabría decir qué es lo que ese sujeto o la comisión Tenryou estén tramando —aclaró Shinobu—. Pero mientras no lo sepamos, será mejor que tanto el jefe, como yo, y todos los que conocemos que hayan usado una de esas visiones falsas, intenten llamar lo más mínimo la atención.

—Entonces, ¿no deberíamos informarle de esto a Yoimiya? —cuestionó Mamoru—. Ella necesita saber que la Comisión Tenryou podría estar sospechando, ¿no crees?

Shinobu tomó su barbilla con una mano, meditando unos instantes sobre la propuesta de su compañero.

—Supongo —respondió en voz baja, algo indecisa—. Pero lo más importante es informarle al jefe para que, por el amor a los Arcontes, no haga nada que pueda llamar la atención innecesaria de la Comisión Tenryou.

—No te preocupe, Shinobu —rio Genta de forma despreocupada—. El jefe sabe que hay mucha gente en la ciudad por el próximo festival, y que cuando eso pasa a los guardias les da por querer encerrar a cualquiera que cause problemas. Te aseguro que no hará nada que llame la atención sólo yendo a comer con Akira…


Los demás miembros de la Banda Arataki eran ignorantes de que esa acción peligrosa que podría llamar la atención no deseada de la comisión Tenryou, estaba de hecho justamente siendo llevada a cabo en ese mismo instante mientras conversaban. Arataki Itto, quien a todo pulmón se acababa de proclamar ante todos los presentes en el restaurante no sólo como el líder de la mencionada banda, sino además el Héroe de Hanamizaka, era ahora el centro de atención de todos; de las miradas de confusión de los clientes y asaltantes, de la de horror del dueño, y la expectante y curiosa de Kaedehara Kazuha desde la puerta.

—¿Banda Arataki? —murmuró despacio uno de los asaltantes—. Nunca había oído ese nombre en lo absoluto…

El comentario hizo florecer una ligera muestra de enojo en el enorme oni.

—¡Ja!, es evidente que eso es porque son bastante tontos e ignorantes, además de feos. Si no, no habría forma de que no hubieran escuchado antes el nombre de la grandiosa Banda Arataki, el grupo más temido y respetado de todo Hanamizaka.

—Yo he vivido aquí toda mi vida y nunca los había oído tampoco —masculló uno de los comensales a su acompañante, aunque no lo suficientemente bajo como para que el oni a un par de metros de ellos no lo escuchara.

—¡Ustedes guarden silencio! —exclamó por mero reflejo, haciendo que los dos hombres respingaran y se voltearan a otro lado. Itto pareció darse cuenta de inmediato de su arrebato, por lo que carraspeó un poco, y con voz más tranquila añadió—: Quiero decir, no teman buenas personas de Hanamizaka. Mientras esté aquí, trúhanes como estos no se saldrán con la suya. ¡Akira!, ¡mi garrote!

—¿Está seguro de esto, jefe? —susurró el acompañante del oni con voz vacilante.

—¡¿Me veo acaso inseguro?! —respondió el oni con ligera hostilidad, extendiendo su mano derecha hacia él—. ¡Lánzame mi garrote!

—Está bien…

Aun claramente no muy convencido, Akira tomó con ambas manos la larga y pesada arma apoyada contra la mesa, y como le fue posible la lanzó en dirección a su dueño. Aunque en realidad no logró levantarla o hacerla avanzar demasiado, bastó para que el oni la atrapara en el aire con una sola malo, la girara sobre su cabeza, y golpeara justo después el suelo con ella, haciendo que todo el sitio temblara un poco.

—Ahora sí —masculló con una sonrisa confiada, mirando atento a los tres ronin—. ¿Quieren irse por las buenas o desean que los saque por las malas de aquí?

Los dos asaltantes de pie guardaron silencio, sujetando sus armas con firmeza delante de ellos.

—Yo creo que deberíamos irnos, Mugen —murmuró despacio uno de ellos a su acompañante.

—No seas miedoso —le respondió el otro con molestia—. Es sólo un oni. Todos saben que son sólo habladores que quieren intimidar con su tamaño, pero en realidad son más tontos e inútiles que una piedra.

Aquellas palabras no hicieron mejoría en el notable mal humor de Itto.

—Pero ya viste lo que le hizo a Souji —indicó nervioso el primero de los asaltantes, señalando con su espada hacia el tercero de ellos, derribado en el suelo tras recibir aquel puñetazo directo.

—Ese idiota se confió —declaró el ronin de nombre Mugen, alzando su arma en alto—. Si lo atacamos los dos al mismo tiempo, se confundirá y de seguro ni sabrá qué hacer.

—¿Eso piensas, amigo? —susurró Itto muy despacio, esbozando una media sonrisa—. Entonces quiero ver cómo intentan exactamente confundirme, por favor…

Los dos ronin se pusieron en posición, tomaron sus armas con firmeza, y a grito de batalla se lanzaron a toda velocidad en contra de su oponente. A medio camino, sus rutas se dividieron, de tal forma que cada uno se dirigió en una dirección distinta, intentando atacar desde diferentes direcciones.

—Vaya, eso sí parece un poco confuso —susurró Itto para sí mismo—. Aun así…

El oni tomó firmemente su garrote con ambas manos, ejerciendo tanta presión que las venas de sus musculosos brazos saltaron. Jaló su arma hacia atrás con tanta rapidez que el movimiento creó un golpe de aire que agitó los platos y cubiertos de algunas mesas. Luego, cuando los dos asaltantes estaban lo suficientemente cerca, la jaló de nuevo con incluso más intensidad que antes, dibujando un largo círculo a su alrededor. El grueso y duro extremo del garrote se dirigió directo hacia el primer asaltante, golpeándolo de lleno por un costado. Luego, el arma siguió su camino, empujando el aire y al primer ronin hasta encontrarse del mismo modo con el segundo. Y cuando el movimiento terminó, el cuerpo de ambos espadachines salió despedido por el aire como dos pelotas de béisbol listas para salir fuera el campo. Gritando y girando en el aire, ambos se dirigieron en línea recta en dirección a la puerta principal.

Al ver como esos dos proyectiles humanos se dirigían en su dirección, Kazuha reaccionó rápidamente, saltando hacia la calle con tal de salir de su trayecto. Los dos asaltantes, sin embargo, no salieron precisamente por la puerta, sino que atravesaron la pared de madera a menos de medio metro a un lado de ésta, creando un gran agujero y cayendo de bruces contra la tierra muy cerca de los pies de Kazuha.

El espadachín errante observó sorprendido a los dos hombres, golpeados pero aun así lo suficientemente consciente para comenzar a intentar alzarse, pese al dolor que les envolvía el cuerpo.

«Es en verdad muy fuerte» pensó Kazuha, azorado por tan impresionante escena.

—¡Itto! —se escuchó como espetaba el dueño desde el interior del local—. ¡¿Sabes cuánto me costará reparar todo esto?! ¡Mejor hubieras dejado que se llevaran el maldito dinero!

—¡Tonterías! —gritó la voz de Itto justo después—. ¡Esto aún no ha terminado!

Kazuha se viró en ese momento, justo para ver la enorme figura del oni saltar al exterior, no por la puerta sino por el mismo agujero que los cuerpos de los asaltantes habían creado, agrandándolo aún más.

—¡Itto!

Con sus pies plantados en el suelo, los intensos ojos del oni se centraron primero en los dos hombres en el suelo, pero casi de inmediato en el tercero, de capa de viaje y kasa, de pie no muy lejos de ellos.

—¿Y tú quién eres? —cuestionó Itto con seriedad. Sus ojos invariablemente notaron la empuñadura de su espada, sobresaliendo levemente del interior de la capa oscura—. ¿Acaso eres amigo de estos sujetos? —inquirió con tono de acusación.

Kazuha se sobresaltó ligeramente al escucharlo. La escena ya comenzaba a llamar la atención de la gente, que inevitablemente comenzó a reunirse en torno a ellos. Antes de que Kazuha pudiera responder, los dos asaltantes lograron alzar su mirada hacia él. Al mirar su rostro, inevitablemente terminaron por reconocerlo.

—¿Amo Kazuha? —masculló uno de ellos por reflejo, jalando al momento la atención del chico mencionado, pero también la del oni autoproclamado como héroe.

—¿Amo? —soltó Itto, claramente confundido.

La mirada del ronin de nombre Mugen se movió de Kazuha a Itto repetidas veces. A pesar de la situación y el dolor del golpe recibido, su mente comenzó a andar a toda velocidad, en especial al recordar claramente el enfrentamiento que había visto la noche anterior entre Katsumoto y ese muchacho. Esa era, sin duda, su mejor oportunidad de salir librados de esa.

Así que, antes de que alguien más dijera algo, Mugen se apresuró a exclamar con un tono alto y sobreactuado:

—¡Ah!, ¡amo Kazuha! ¡Qué bueno que llegó a salvarnos!

—¿Qué…? —susurró el espadachín errante, claramente confundido.

—¡Ahora te darán tu merecido!, ¡oni estúpido! —gritó Mugen en alto, apuntándolo con un dedo—. ¡Nuestro jefe se encargará de ti!

—Con que jefe, ¿eh? —exclamó Itto con desdén. Alzó su garrote, apoyándolo sobre su hombro—. ¿Así que tú eres el líder de estos bribones?

—Por supuesto que… —intentó explicar Kazuha, pero Mugen se adelantó rápidamente a interrumpirlo.

—¡Por supuesto que sí! No sabes con quién te has metido, idiota. El amo Kazuha ha matado a cientos de onis como tú antes.

—¿Qué ha hecho qué…? —masculló Itto con furia contenida arrastrando sus palabras.

—¡Él te dará tu merecido!, ¡vamos! —tomó rápidamente a su compañero, haciéndolo pararse prácticamente a la fuerza—. ¡Dejemos que el amo Kazuha se encargue de este imbécil…!

Y lanzado ese reto al aire, los dos ronin comenzaron a avanzar rápidamente, lo más rápido que sus heridas les permitían, para dejar atrás el área de combate.

—¡Oigan! —exclamó Kazuha con molestia al ver cómo se iban. Tuvo por un momento el reflejo de usar su energía elemental para detenerlos, o al menos alcanzarlos, pero al instante recordó las miradas de todos a su alrededor. Tuvo la iniciativa en su lugar de correr detrás de ellos, pero el oni detrás de él evidentemente tenía otros planes.

—¡Ni creas que te dejaré huir, truhan! —soltó Itto como un relámpago al aire, y con su mazo sujeto firme en sus manos se lanzó como un toro en contra del espadachín.

Kazuha se vio forzado a renunciar a su intento de persecución, y en su lugar saltó con rapidez hacia un lado para esquivar la embestida del oni, un instante antes de que su garrote golpeara el suelo en el punto justo en el que él había estado parado. Cuando sus pies tocaron de nuevo el suelo, sintió como algo se revoloteaba en el interior de su atuendo, y de un momento otro la figura blanca y pequeña de la gatita que ahí se ocultaba saltó hacia afuera y se alejó corriendo; quizás previendo de alguna forma el inminente peligro.

—¡Tama! —exclamó Kazuha con preocupación, pero no logró siquiera dar un paso detrás de ella tampoco, ya que Itto no dejó su ataque sólo ahí, y en cuanto vio hacia dónde se había movido, jaló de lleno su arma en su dirección de nuevo, forzando a su objetivo a volver a arreglárselas para salir ileso.

Tama, por su parte, se escurrió entre los pies de los observadores, perdiéndose de la atención del joven Kaedehara.

Los movimientos del oni eran rápidos, pero no más que otros oponentes que Kazuha había enfrentado, por lo que su agilidad resultaba suficiente para lograr esquivarlos. Sin embargo, los ataques eran constantes y erráticos, dificultándole el siquiera poder pararse con la suficiente firmeza en tierra antes de que tener que volver a saltar. Además, incluso sin ser tocado directamente por ellos, podía darse cuenta de la gran fuerza que cada uno llevaba. De ser alcanzado por siquiera uno, lo más seguro es que no terminaría bien.

—¡Quédate quieto! —exclamó Itto con frustración, tras varios de sus ataques siendo esquivados por aquel espadachín que se movía de un lado a otro como un saltamontes.

—Escúchame —pronunció Kazuha mientras seguía moviéndose—. Las cosas no son cómo crees, esos sujetos te han engañado. No soy su jefe, ni tampoco estoy con ellos.

—¿Ah no? Escuché claramente cómo te llamaron "Amo Kazuha". ¿No es ese tu nombre?

—No… bueno, sí me llamo Kazuha, pero…

—¡Ajá!, ¡¿ves?! ¡No soy tan tonto como para caer en tus engaños!

Más decidido que antes, siguió atacando con violencia, golpeando el aire y el suelo con considerable fuerza. Fue obvio para Kazuha en ese punto que no podría razonar con él sólo con palabras, pero aún se rehusaba a desenvainar su espada y usarla por un mero malentendido. Tendría que optar por otra estrategia.

Después de que uno de los ataques de Itto acertara con fuerza el mazo contra la tierra, el movimiento para esquivar de Kazuha fue un poco diferente, pues en lugar de retroceder o moverse a los lados, avanzó rápidamente hacia el frente, su cuerpo casi pegado al suelo, para luego literalmente deslizarse por la tierra y pasar por debajo del oni entre sus piernas. Itto, confundido, lo perdió completamente de vista por unos instantes por lo repentino del movimiento. Kazuha aprovechó esta confusión momentánea para, ya estando a espaldas de su oponente, pararse y saltar con impulso contra su espalda.

El cuerpo del samurái del clan Kaedehara se colgó firmemente de la amplia espalda del oni como un insecto. Retiró entonces su espada aún enfundada de su cintura, y tomándola con ambas manos la pasó hacia adelante del cuello de Itto, comenzando a presionar la funda con fuerza contra éste, mientras se apoyaba con sus piernas contra su espalda para ejercer más presión. Itto reaccionó a esto de forma aversiva, soltando un alarido al aire, y dirigiendo sus manos a su cuello para intentar quitarse aquello de encima, pero Kazuha se mantuvo firme en su lugar. No intentaba sofocarlo ni nada parecido, pero si ejercer la fuerza suficiente para intentar someterlo.

—Cálmate, por favor —masculló Kazuha con severidad, mientras seguía sujetando su vaina contra el cuello del oni—. Tienes que escucharme…

—¡Nunca! —espetó Itto al aire, lo más alto que la obstrucción en su cuello se lo permitía—. ¡No escucharé nada!

Y lanzada aquella declaración al aire, hizo su siguiente movimiento que, ciertamente, tomó a Kazuha por sorpresa. En lugar de intentar quitarse de encima al samurái, Itto optó por flexionar sus piernas y luego dar un largo salto hacia atrás con un tremendo impulso, dejándose prácticamente caer de espaldas contra el suelo. Kazuha, aún sujeto con firmeza a Itto, no pudo reaccionar lo suficientemente rápido antes de que ambos terminaran cayendo de lleno al suelo, y el oni lo aplastara por completo contra éste con el peso entero de cuerpo.

Un largo y agudo quejido de dolor salió de la boca de Kazuha, acompañado con un jadeo de asombro y sobrecogimiento del público que los rodeaba. Debido al golpe, las manos del vagabundo inevitablemente terminaron aflojando la presión de la vaina contra el cuello de Itto, por lo que éste logró liberarse y pararse de un brinco.

—¡Ja!, ¡¿qué te pareció eso?! —exclamó el oni triunfante, señalando a Kazuha en el suelo. Éste tosía y se sujetaba el estómago, intentando recuperar el aire—. ¡Ese fue el movimiento especial de Arataki Itto! ¡El Cometa Destructor! Apuesto a que ahora ya no puedes ni levanta…

Justo estaba a la mitad de aquellas palabras, cuando para su sorpresa el espadachín de ojos carmesí comenzó a recuperarse lo suficiente para comenzar a ponerse de nuevo pie. Aunque, en un inicio, se mantuvo con su torso inclinado, sus manos apoyadas contra sus rodillas, y su rostro agachado mientras seguía jadeando ligeramente.

—Vaya, eres más duro de lo que pareces, chico —indicó Itto con sorna.

Kazuha alzó en ese momento su mirada hacia él, y entre los cabellos rubios que caían sobre su rostro, fue palpable la dureza, casi agresividad, que desbordaba por sus ojos. Sin decir nada, tomó de nuevo su espada, la colocó en su cintura y se colocó en posición, separando los pies, y acercando su mano derecha a la empuñadura, manteniéndola a unos cuantos centímetros de ésta pero más que listo para desenfundar en el instante correcto.

Itto no pudo evitar sonreír complacido al ver esto.

—Así que ya vas a pelear en serio, ¿eh? Eso me agrada…

El oni caminó tranquilamente hacia donde había dejado su garrote, tomándolo del mango y alzándolo en alto.

—¡Vamos a ver de qué eres capaz, amo Kazuha! —soltó con tono hiriente, justo antes de lanzarse de nuevo al ataque como las veces anteriores.

Kazuha se mantuvo firme en su sitio, contemplando como se acercaba de esa forma. Inhaló profundamente por su nariz, dejando que el aire llenara por completo su cuerpo, y luego exhaló lentamente por la boca. Cuando se sintió listo, comenzó también a moverse, avanzando con rapidez al encuentro de su oponente.

Como las veces pasadas, Itto dejó caer con tremenda fuerza el mazo en contra de él, y como en aquellos otros intentos éste terminó golpeando y resquebrando el suelo. Sin embargo, en esta ocasión Kazuha para esquivar se elevó de un salto, sólo lo suficiente para salir del alcance del mazo, pero para un instante después caer de pie justo sobre éste, y luego impulsarse con un nuevo salto, pero ahora en línea recta al rostro de Itto antes de que éste pudiera siquiera reaccionar.

Hubiera sido muy fácil simplemente desenvainar su espada en ese momento, y hacer que el filo de ésta hiciera su trabajo contra el rostro de aquel hombre. Incluso, si hacía el movimiento más abajo, podría fácilmente alcanzar su cuello y degollarlo… o incluso decapitarlo. Y aunque su mano derecha se sentía lista y ansiosa por hacer justo eso… Kazuha se contuvo. Su mente corrió a mil por hora en menos de un segundo, y logró cavilar lo suficiente para apartar su mano a un lado.

No podía, ni debía, dejarse llevar de esa forma por la ira. Él no era ese tipo de espadachín; la vida de cualquier ser vivo no debía ser tomada tan a la ligera.

Por ello, en lugar de sacar su espada, y mientras el oni aún intentaba procesar ese último movimiento, Kazuha giró su cuerpo por completo en el aire con rapidez, atestando una fuerte patada con su pierna izquierda directo en un costado de la cabeza del hombre de cabellos blancos.

Desconcertado, el cuerpo de Itto se balanceó hacia un lado empujado por la patada, amenazando con caer a tierra. A mitad de esa caída, sin embargo, el líder de la Banda Arataki logró recobrar lo suficiente el sentido para plantar firme sus pies en tierra y sostenerse. Giró sus ojos hacia su oponente, que aún estaba suspendido en el aire tras aquella patada y comenzaba ahora a descender.

—¡No será tan fácil! —exclamó Itto con ímpetu, jalando su arma en contra de él con rapidez.

—Qué obstinado —chistó Kazuha con ligera frustración. Giró su cuerpo aún en el aire para esquivar el garrote, y luego se precipitó de lleno a tierra. Una vez de pie en suelo firme, pudo ver de reojo como la enorme arma del oni volvía arremeter contra él, así que no lo pensó dos veces antes de ahora sí jalar su espada hacia el exterior en un amplio movimiento circular.

Tras haber visto hasta qué nivel llegaba la fuerza física del aquel hombre, superior incluso a la de Katsumoto, Kazuha sabía bien que en una situación normal le sería imposible detener su ataque sólo con su espada y la fuerza de sus brazos. Sin embargo, de no hacerlo, en esa ocasión realmente terminaría aplastado debajo de la pesada arma, y no tenía pensado permitir que eso ocurriera…

«No tengo opción» se dijo a sí mismo una vez llegado a su resolución.

Antes de terminar su movimiento y que la hoja de su espada se encontrara contra el mazo, hizo que una pequeña cantidad de energía elemental la cubriera. Sólo poco, esperando que pudiera pasar desapercibida para los ojos de los observadores, y con algo de suerte también de los de aquel individuo. Pero de esta forma logró darle mayor impulso y fuerza a su propia arma, empujada por la ráfaga de viento concentrada que seguía la trayectoria de su movimiento.

Cuando el filo chocó directo contra el arma del oni, la energía anemo explotó en forma de viento que sopló en todas direcciones, pero logró para sorpresa de todos detener el ataque certero en su contra. Itto observó asombrado aquello, además de que igualmente sintió aquel viento golpeándolo casi directo en la cara… y percibió también aquel pequeño destello turquesa que acompañaba el filo de la espada.

—Pero… eso es… —masculló totalmente atónito.

Kazuha lo vio en sus ojos; se había dado cuenta de la energía elemental. Sin embargo, no podía dejar que ese pensamiento lo distrajera. Lo importante era ahora salir de ahí, antes de que alguien más lo viera. Tomó entonces el arma de su empuñadura con ambas manos, y la empujó con fuerza, aplicando un poco más de energía elemental, la suficientemente para que el peligroso filo atravesara el material del mazo de lado a lado, partiéndolo en dos. La mitad superior del arma voló hacia un lado, cayendo con pesadez a los pies de los espectadores, mientras la otra se quedó en las manos de un muy confundido Itto.

—Fue suficiente —declaró Kazuha con voz de mando, parándose con firmeza tras haber completado su movimiento, y observando tajante hacia Itto.

El oni permaneció en silencio, observando al espadachín aún con desconcierto. Sus manos seguían aferradas a su arma rota, y parecía indeciso sobre qué hacer a continuación. Kazuha consideró que ese momento de confusión, no sólo de su oponente sino de todos los observadores, podría ser el indicado para emprender la huida.

Antes de que Kazuha pudiera moverse, sin embargo, se escuchó a lo lejos el agudo sonido de los silbatos de los guardias Tenryou aproximándose. Esto jaló rápidamente la atención de Kazuha e Itto por igual. A lo lejos, se podía ver los sombreros y lanzas de varios guardias queriendo abrirse paso entre la multitud.

—¡Son ellos! —se escuchó justo después que gritaba la voz del dueño del restaurante desde la puerta, apuntando directo hacia Itto y Kazuha—. Estos fueron los vándalos que destrozaron mi local, ¡arréstenlos!

Aquello puso aún más en alerta a los dos peleadores.

—¡Jefe! —exclamó asustado el joven robusto que había estado acompañando a Itto en su comida. Había estado al parecer observando el combate junto con todos los demás—. ¡¿Qué hacemos?!

El rostro de Itto se tornó serio.

—¿No es obvio? —masculló despacio, parándose con firmeza y soltando la mitad de su arma que aún estaba en sus manos para que ésta cayera al suelo—. Lo que todo héroe haría en una situación así…

Y de pronto, en un abrir y cerrar de ojos, se movió con toda la velocidad que le era posible, comenzando a correr en la dirección en la que Kazuha se encontraba. Aquello tomó al espadachín por sorpresa, y al principio creyó que venía a atacarlo. Sin embargo, en su lugar, Itto lo tomó firmemente con una mano, y como si fuera un costal de arroz, se lo colocó sobre el hombro.

—¿Eh? —murmuró Kazuha, totalmente perdido, incluso sin procesar aún del todo cómo había llegado a su nueva posición.

—¡Huir de aquí cuánto antes! —proclamó Itto a todo pulmón, abriéndose paso entre la gente para correr despavorido calle abajo, con todo y un aún confundido Kazuha.

Akira tardó en reaccionar, pero en cuanto pudo corrió detrás de su jefe, sin poder del todo seguir su ritmo, pero alejándose lo suficientemente rápido para que cuando los guardias Tenryou llegaron al centro de aquel caos, ninguno de los involucrados directos estuviera a la vista.

Notas del Autor:

No les mentiré, me divertí mucho escribiendo este capítulo, y espero que haya sido igual para ustedes el leerlo. Es poco probable que el primer encuentro entre Kazuha e Itto haya sido así, pero me gusta imaginar que "podría" haber sido así, jejeje. Como quizás ya se dieron cuenta, me gusta describir escenas de peleas con espadas. Me recuerda a mis primeros años escribiendo fanfics de Rurouni Kenshin (que si alguno conoce ese manga o anime, quizás podrán notar que hay cierta influencia de éste en cómo narro algunas cosas).

Quiero aprovechar para agradecer a todos los que me han dado sus palabras de aliento con este regreso de la historia, y me han dejado saber su interés en saber cómo continúa pese a que ya nos alejamos tanto del canon. Intentaré responder de manera debido a su interés y a sus lindas palabras. Espero les agrade todo lo que tengo preparado de aquí en adelante.